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Bangkok [Dentro de un club nocturno]
Las luces ultravioletas iluminaban todo el lugar en diferentes tonalidades. Las vibras de la locura, el placer, y todas las perdiciones del mundo estaban rn todo el lugar. Repletando un lugar de pecados puros pero vaya que todos eran una delicia. Esas luces parpadeaban a cada rato y en el centro del club había un enorme grupo de personas amontonadas brincando todos a la vez con movimientos de manos por el aire (arriba de sus cabezas o simplemente las alejaban y acercaban de sus pechos). En ese grupo amontonado de personas, se encontraba un joven adulto que vivía la noche de su vida.
Brincando en cámara lenta con sus ojos cerrados todo apasionado. Alzando su mentón con la cabeza tirada hacia atrás mientras brincaba. Su camisa de botones azul estaba abierta en el pecho. Mostrando sus deliciosas clavículas en esa piel de tez caramelo.
Era asiático, como todos, pero tenía un flequillo de su negro cabello, ondulado sobre su parpado derecho. Unos pantalones ajustados negros y tenis.
En una, dejó de brincar para sostenerse los lados de su cabeza y sensualmente danzar sus caderas de atrás en adelante como en suaves olas. Todo esto sin abrir los ojos.
Un hombre con espejuelos de aspecto torpe, entraba ahora mismo por las puertas de ese club. Vistiendo una chaqueta crema encima de toda su ropa de "niño bueno". Incluso su pantalón tenía tirantes como los de un jumper y el cuello de su camisa (roja de cuadros) tenía un bonito moño negro. Realmente anticuado.
Se le notaba que esta era la primera vez en que entró a un club nocturno. Sus ojos miraban todo con miedo. Encogido de hombros y asustado viendo a muchas personas bailar. —Desventajas de ser un nerd: El mundo de afuera te resulta espeluznante.— Murmura el nervioso chico antes de seguir su camino y sentarse en la barra de bebidas. No sabía qué más hacer.
—¿Qué se te ofrece?— Pregunta el bartender.
—Quiero un-- Ay Santa María.— Se perpleja el tímido asiatico de lentes pegando un brinco en su silla al ver que el bartender tiene el cuerpo de un joven chico, pero su cabeza es una pecera redonda llena de agua azúl con un pecesito anaranjado dentro.
—Lo sé. Todos se asustan.
Habla el pecesito dentro de la pecera con un rostro aborrecido aleteando su colita mientras que las manos de su cuerpo humano limpian un vaso con un pañuelo blanco.
—Mm, ¿cómo eres así?— Se atreve a preguntar el visitante novato hasta que entrecierra sus ojitos notando algo más que resalta en el pez.
—No mires, no lo--— El bartender estaba diciendo al percatarse de que el chico frente suyo se percató de un vergonzoso detalle. El chico novato respinga. Cubriéndose la boca.
Y es que el pez tenía un pequeño -muy pequeño- pene. Como, súper pequeño. ¿Pero por qué rayos se le resaltaba eso?
Aquel frustrado ser vuelve a suspirar. —Cuando me hicieron experimentos algunas cosas de mi cuerpo se reflejaron en mi cuerpo de pez.— Explica.
—Espera, si fuiste victima de experimentos... ¿Te dejaron ir?
—Obvio no. Tuve que huir solo. Me parece que vas a pedir agua.
—¿Cómo lo supiste?
Aquel ser coloca el vaso en la baranda. Rendido. —¿En serio?— Pregunta, siendole fríamente indirecto al novato: Se notaba que una bebida no iba a pedir. El novato frunce el ceño ante la rara expresión del chico pescera hasta que el chico pescera se aleja a servirle el trago.
Entonces el bailarín apasionado de la multitud llega a la baranda con un animado suspiro. Sentándose en la silla al lado del novato de tez blancuzca.
—¡Quiero cualquier cosa que tenga licor, Mortz!— Avisa el joven.
—Enseguida.— El chico pescera dice desganado.
—Eres mi esclavo favorito y no del gobierno.— Le dice el joven adulto con una sonrisa toda parlanchina estirando los discos de su espalda hacia atrás.
—Vete a otro lado con tus chistes robados de internet, Gulf.— Mortz (el chico pescera) menciona su nombre acercándose a ellos para darle el vaso de agua al nervioso joven.
—En eso te equivocas: me daban tantas veces con el balón en la clase de educación física que se me desprendieron los ligamentos de cordura,— El joven se toca los lados de su cabeza con sus dedos y sonríe de manera insana hacia el bartender. —que se me despertó la inteligencia.— Cuenta lo último antes de estallar en unas risas locas.
—Joder, estás más loco que una cabra. Te traigo tu bebida ahora.— El bartender dice para volverse a alejar.
Gulf hace un puchero todo aburrido, antes de mirar al tímido joven a su lado. Lo mira de pies a cabeza.
—Eres nuevo aquí, ¿no?— Pregunta el lunático.
—Es vergonzoso pero sí.
—Se te nota.— El lunático al menos es sincero. O tal vez ya haya bebido demasiado licor. Esa sinceridad hace que el joven timido asienta su cabeza con incómodo y devíe su mirada.
Mortz le trae la bebida junto a un chocolate. —Gracias, Mortz-- ¡Espera! ¿Qué hay de los Harsheys de chocolate?
Gulf va preguntando cuando Mortz se está yendo al almacen del club. —No hay.
Con esa respuesta, el lunático azotó fuertemente su cabeza contra la baranda. Acostandola boca abajo ahí. El novato lo mira con ojos grandes.
—Oye, ¿estás bien? Te diste fuerte.— Pregunta el novato, y el lunatico alza su cabeza de nuevo. Ahora con sus fosas nasales ensangrentadas y suspira aborrecido antes de mirar al novato a su lado. Quién está impactado.
—Sí, estoy bien.— Responde con una normalidad increíble el lunático antes de abrir calmadamente su chocolate como si sus fosas nasales no estuvieran sangrando. Su espalda ahora reposada sobre el espaldar de la silla denotando sus hombros anchitos.
Mortz vuelve a la baranda y encuentra gotas de sangre en esta. —Joder, ¡Gulf! ¿Otra vez?— Pregunta. Parece que esta no era la primera vez que el lunático hacía eso.
—¿No?— Gulf disimula limpiando las gotas de sangre con la manga de uno de sus brazos. Claro, como si no tuviese sangre fuera de sus fosas nasales.
Mortz suspira.
El novato termina bebiendo el vaso de agua por completo hasta que el lunatico le pregunta: —¿Cuál es tu nombre?
Ahí mira al lunático con impresión. —Mi nombre es Mew.— Dice el novatado.
—¿Quieres un pedazo?— Gulf saca un trocito de su chocolate blanco y se lo ofrece amistosamente al desconocido a su lado. —No me gusta mucho el blanco de todas formas. Me gusta más el marrón.
—Gracias.— Mew toma ese trocito. El lunático sonríe mientras mastica los trocitos de chocolate que llenan su boquita. Ambos mirando al piso mientras comen con normalidad o entreaveces a la nada.
—¿Quieres bailar?— Pregunta el lunático. Esa pregunta hace parpadear mucho al chico a su lado.
—Nunca he sido bueno en bailar.
—Mm... Supongo que iré solo... Está bien. Espero que consigas la diversión que estés buscando.— Le desea con sinceridad el lunático antes de abandonar su silla plasmando el plástico del chocolate en la baranda. Mew mira el plástico, y este ahora tiene la forma de un cisne. Tiene talento el chico.
Ver esa figurita lo hizo sonreír con sus labios. —Ese chico podrá estar loco, pero tiene un buen corazón.— Mortz cuenta. Y eso hace que Mew lo mire. Se da la media vuelta y observa cómo aquel chico vuelve a bailar con pasión. Brincando como si no hubiera un mañana mientras da vueltas en su sitio. Sus fosas nasales aún con la sangre seca. Parece divertirse.
El tímido se levantó de la silla para caminar hacia la multitud. Abrió paso entre cada persona hasta llegar hacia el sensual lunático que brincaba de arriba a abajo con sus ojos cerrados y destacaba de los demás. Brincando sus brazos frente a su pecho.
Gulf abre sus ojos. Estos casualmente cayendo en los ojos del novato. El novato se le queda mirando con una sonrisa de labios.
—¿Viniste a obtener tu diversión?— Pregunta Gulf. Dejando de brincar.
—Eso creo.— Mew se excusa y comienza a hacer bailes de robot pero muy fallidos con sus brazos.
—Okay, no. Hay que trabajar en eso amigo.— Gulf palmea uno de sus hombros repetidas veces con una risita. El tímido deja de bailar. —Solo salta.— Le recomienda el moreno.
Mew comienza a saltar, y el otro lo felicita pues es así como se debe bailar en un club. —Solo debes sentirlo.— Dice Gulf con una voz rasposa. Volviendo a cerrar sus ojos con una sonrisa de labios sin dejar de brincar. El novato se le queda mirando, con algo de admiración.
⋅•⋅⊰∙∘☽༓☾∘∙⊱⋅•⋅
Al momento de salir del Club Nocturno, ambos andaban hombro con hombro aunque fuesen desconocidos. Aunque apenas estaban saliendo de ahí. Ya en cualquier minuto se separarían.
—Supongo que vienes aquí a diario.— Dice Mew en una fría exhalación. La noche estaba fría. Muy fría.
—Pues sí, es como una segunda casa en la que puedo librar todo lo que carga mi mente. O lo que queda de ella ya.— Gulf dice con los ojos entrecerrados pensando en su función cerebral.
—Ya veo.— Mew ríe. El chico ríe y ya Gulf va a alejarse de él con una despedida simple, cuando Mew da un paso en adelante con insistencia y le dice: —Lo siento. No soy yo quién realmente quiere hacer este trabajo.
—¿Qué?— Gulf suavemente pregunta antes de que una jeringa le sea inyectada en su muslo derecho. Él jadea aferrandose a los hombros de Mew mientras mira abajo con mucho dolor al ver la mano del "chico bueno" ser la que le ha clavado la jeringa. Se tambalean un poco pero se mantienen ahí.
—¿Qué haces?— Pregunta Gulf mientras alza la mirada y ahora Mew tiene una mirada más que seria e indiferente aunque un tick nervioso en una de sus mejillas refleja inseguridad.
—Gulf Kana, cometiste el asesinato de una pareja millonaria y robaste sus boletos de viaje a la Tierra de Marte. Quedas arrestado.
Mew saca sus esposas de uno de sus bolsillos traseros para atar las muñecas del débil Gulf. Gulf se le queda viendo con miedo hasta que sonríe todo lunático.
—Eres un tremendo hijo de...— Se desmaya ahí mismo por efecto de la jeringa y queda encima del pecho del contrario.
Aquel "novato" sube a Gulf a uno de sus hombros. Llevándoselo consigo mientras se alejan de ese callejón.
[GULF COMO NARRADOR: Cierto. Olvide decirlo: Estamos en el año 2024 y, si eres un fanático de la astrología, felicitaciones. Ya se puede viajar a Marte y metertelo por el--]
𝙇𝙊𝙎
𝙍𝙐𝙂𝙄𝘿𝙊𝙎
𝘿𝙀 𝙈𝘼𝙍𝙏𝙀
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EN LA ARMADA- FUERA DE LA COMPAÑÍA DE NAVES QUE HIZO POSIBLE EL VIAJE A MARTE.
El campo a las afueras de una enorme compañía blanca, tenía un césped circular tan grande como la compañía. Ahí se entrenaban las fuerzas armadas. Todos los cadetes en una línea recta. Eran un grupo de diez. Todos con sus ropas de soldados puestas. Frente a ellos estaba un anciano jefe de la milicia bien derecho con sus manos cruzadas sobre su espalda. Otro hombre más joven posando a su lado con una cicatriz cruzando la mitad de su cara.
—Soldados,— habla con autoridad el jefe de milicia. —estamos aquí para proteger al gobierno y la civilización, pero si les soy franco: más a el gobierno.
El hombre hablaba. Y una mujer entre los soldados alza su mirada con unos ojos de ira. Su cabello atado en un moño bajo su gorra militar. Ella es asiática pero tiene unos ojos grandes y redondos. Pero se ve hermosa.
La chica tornó sus ojos en un azúl cristalino. —Quiero lo que me quitaron devuelta.— Ella gruñe. Todos la miran. Mayormente los que están frente a ella. Confundidos. —Mi manada no debe ser parte de un zoológico.
Ella dice, y corre hacia el jefe de enfrente para en un rápido movimiento desgarrarle la garganta con las garras. La desgarra con ambas manos. Los pellejos de carne se caen de la garganta de aquel hombre mientras su sangre salpican el rostro de la especimen loba. Aquel jefe va cayendo con los ojos perdidos en el cielo con la boca bien abierta expulsando una sangre interminable.
La chica mira de mala gana al siguiente que estaba a su lado. Ese deja atrás toda su seriedad para dejarse caer de rodillas y bajar su cabeza hacia la mujer.
—Me rindo. Me rindo. ¿Qué es lo que usted quiere?
—Quiero. Hablar. Con el puto que envío a mi familia a Marte.
Ella gruñe viéndolo desde arriba sin piedad alguna. Puede matarlo en cualquier momento honestamente. Si no lo ha matado es que no se le ha dado la gana.
—Te llevaré a él, te llevaré a--
El hombre repetía con nervios prometiendo algo que solo decía por miedo. La especimen loba lo agarra de la garganta fuertemente. Su víctima se sujeta a la mano de la loba con mucho desespero. Abriendo su boca a cada rato con un gallo ahogado. Sin piedad ni misericordia; le arranca la cabeza de sitio. Aquel cuerpo sin cabeza permanece de rodillas pero expulsa un océano de sangre antes de caerse al suelo.
Ahora la cabeza de aquel hombre estaba en la mano de la loba. Ella mira sobre su hombro a los soldados con una mortal seriedad. —No hagan nada y no los lastimare.
Ella amenaza con su rostro lleno de montones de sangre.
Entra a una reunión de conferencia de fiscales, presidentes de estados, y abogados. Todos sentados en sillas que creaban un redondeo frente a un escenario con podio para las presentaciones de un millonario. Pero no hay nadie haciendo ninguna presentación.
La chica camina hasta el centro sin soltar aquella sangrienta cabeza. Da la vuelta en su mismo sitio con una sólida mirada tenaz de cualquier cosa.
—¿Dónde está el maldito que creó toda una ciudad en Marte?— Ella cuestiona.
—Eh... Se fue de aquí. A Marte.— Anuncia un político levantándose de su asiento todo tímido.
—Ah... ¿Qué?— Ella murmura sorprendida parpadeando en demasía sus ojos. Dejando la cabeza ajena caer y manchar el blanco suelo con sangre. —mierda. ¿Vine para nada?— Se frustra ella misma.
[Gulf como narrador: Y así, es como arrestas a una mujer loba invencible. Por un simple error de cálculos de ella. Aún no hemos llegado a eso pero: ella me acompaña en prisión.]
Cuando Mew lleva a Gulf al centro de detención en su auto y se baja al estacionarse, va a los asientos traseros abriendo una puerta para sacar al dormilón de ahí; pero termina llevándose la sorpresa de que el delincuente no estaba ahí.
—¿Qué?— Murmura Mew mirando adentro del auto.
—¡MIAO!— Gulf grita como un gato desde atrás brincándole encima y aferrando dos puñados al cabello del policía que lo arresto/secuestro.
—¡OYE! ¿QUÉ HACES? BAJATE. BAJATE.
—¡Especialidad Gato!— Gulf gruñe rasgando las mejillas del policía con sus pequeñas uñas sin bajarse de la espalda contraria.
El policía gruñe y arduamente los entra al lugar. Al entrarlos, ambos miran hacia enfrente encontrándose con el lobby del lugar. Montones de trabajadores: enfermeros o canjeadoras o policías, se les quedaron viendo.
Gulf y Mew miraron a todos en cámara lenta y el salvaje criminal ya había creado cinco rasguñadas rojas en aquellas mejillas (que conste aún no las soltaba). Ambos jadean.
*N/A: ¡Primer capitulo y espero haya gustado! “Ataque de gato” me mató, jajaja. Si ya lo supieron con su trailer, la trama será de comedia, acción y romance con mucha fantasía y gore. Espero no haber defraudado con esta esperada novela, ¡qué comience esta loca pero bonita travesía!🥰🥰😍😘😘*
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