【𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋 】1/2

En el transcurso del día los planes fueron discutidos entre la jefa del almacén y los chicos. Todos metidos en una sala del almacén que contenía una mesa con un ensuciado mapa de la ciudad por en medio. En ese ensuciado mapa ellos trazaban sus planes, marcaban la ruta de su plan y el pasillo por el cuál atascarían a los zombies.

Con discusiones pacificas sobre el tema inaudibles a un punto de escenario solamente visual sin orden a sonido.

Durante unos dos días más de ese, Saint trabajó en los chacos azules. En esa misma área vacía de la mesa con el mapa para mayor enfoque. Crear era una terapia para él. Y vaya que se le hacía fácil a pesar de todo el trabajo que requería.

Para el empezar de la otra semana, Mild y Mew fueron al tejado del almacén para hablar ahí arriba. La jefaza vistiendo una camisa negra de mangas largas con unos pantalones negros ajustados y botas bastantes grandes. Trozos de su cabello atados arriba del largo de este. Una chaqueta de cuero por encima.

-Siempre andas bien vestida.- Es el primer comentario del pelinegro.

-Me pude traer algunas ropitas de mi armario durante todo el lío. En cuanto a otras cositas,- Ella brinca sus hombros antes de hundir sus manos dentro de sus bolsillos desganadamente y sonreírle a Mew. -me las tome prestaditas.

Mew bufa una risa. -Ya. Lujos del apocalipsis zombie supongo.

-Jum. Sí.

-... ¿Por qué le dijiste a Gulf que no confiará en mí?

-Ah, te acabo soltando la sopa en esta semana.

-Pues sí. Y bien candente que está esa sopa.

-Sí. Verás... Seguramente no te acuerdas de mí. Solía ser un chico en esa entonces. También, trabajaba para Erika. Fue en el 2022 cuando me fui debido a todo el cambio que me hice físicamente pero pude escuchar todo lo tuyo, Mew.

(N/A: Lo imagine a él si fuera la representación de cuando el personaje de Mild era hombre y pos 😉🙈)

Mew traga fuerte por ese secreto que aún ninguno de los dos dice en voz alta, pero que ambos ya saben. Su mentón se tensa mientras él mira hacia los lados antes de acercarsele a la chica que alguna vez fue un chico en su totalidad.

-¿Qué quieres? ¿Dinero? Te lo puedo dar una vez salgamos de aquí--

-Ah, no, papi chulo. Yo no quiero dinero. Quiero saber una maldita cosa que me ha estado molestando desde que entraste a este lugar con tus amigos.- Mild se torna seria. Sin rodeos. -¿Amas al chico con quién estás?

-Yo...

-Pregunté que si amas al chico con quién estás.

Mild vuelve a repetir sacando la pistola en uno de sus bolsillos traseros para amenazar la cabeza del pelinegro con el arma. Ambos mirándose intensamente a sus ojos. Cada cuál con una rabia interna. Una rabia propia.

-Sí. Lo amo. Es más: jamás sentí ese tipo de amor con nadie.

Dice el pelinegro. Mild se le queda viendo serio. Sus dedos estaban jalando un poco del gatillo. Empujándolo hacia atrás ligeramente. Solo un poco o más bien despacio.

Hasta que baja el arma sin tomar ninguna acción con esta y la vuelve a esconder en su bolsillo trasero con una justa mirada. Un mentón tensado.

-Pues fui enviado hacia aquí para darle la señal a Erika de cuándo marcharnos porque soy la piloto de la nave.

-¿Disculpa? Ósea que todo este tiempo tuvimos la nave cerca ¿de nosotros? ¿La nave para irnos?

-Así es. Nadie quiso arriesgarse a venir a Marte después de que se enteraron de que este era un lugar repleto de no-muertos, y yo, la "marica" de todos ellos aceptó el trabajo. ¿Puedes creerlo?

-Veo que lo aceptaste para ver si jodes mi plan oculto.

-Para eso también. Bueno, no mueras durante nuestra misión para salir de aquí primor. Chao.

Ella le vuela un besito a la cara antes de voltear y sujetar el pomo de su arma (asegurándose de que Mew no se la vaya a arrebatar por detrás o algo) y se retira súper confiada como siempre. El pelinegro se le queda mirando. Más tenso que nunca.

Martes

Apenas un nuevo día llegó, con el sol colándose en cada pasillo o redonder, Nink estaba transformada en loba en la entrada de un pasillo con una correa negra alrededor de su pequeña cintura de lobo. Ella parecía estar esperando a unas indicaciones. Y habían radios sostenidos por la correa.

Ella miraba intranquila hacia sus lados con una patita más enfrente de la otra.

Lejos de ella, a unos cuatro bloques más lejos, estaban Mild trepada en un techo cargando con una cubeta llena de gasolina. Detrás de ella estaban tres más de los del almacén con cubetes. En el techo del edificio enfrente estaban otros tres más con cubetas de gasolina. Esperando a la venida de los zombies.

En ese pasillo estaba también Saint ahora cargando con dos chacos azules más grandes que con los que comenzó su idea de los divisores. Él estaba esperando atento a por la arribada de zombies. Máscara de gas puesta, vistiendo una camisa blanca de botones y pantalones negros.

Gulf, Mew, Zee estaban a unos pasos enfrente de él con todas las familias del almacén reunidas. Las madres ocultando a sus niños detrás de sus brazos. El silencio era tanto que el temblor del suelo se hizo claro y fuerte. El estruendor de tantos zapatos pisando los talones de cada quién era una melodía tenebrosa y salvaje. Todos estaban corriendo detrás de Nink más sin embargo, a la vista no estaban.

No aún.

Zee se preocupó el doble. Sus ojos demostraron su ansiedad total carcomiendo sus huesos.

-Saint.- Él llama.

Saint calmadamente, pero con la respiración agitada, mira sobre su hombro al ser de aspecto diabólico por sus dos cuernos pero a que a pesar de su tenebrosa apariencia, era dulce de corazón. Ambos se ven con cariño. Un cariño que cala sus corazones y arde.

-¿Estás listo?- Pregunta el de los cuernos.

Saint sonríe de lado para brindarle confianza en lo que hace. -Sabes que sí.- Mucita en bajo. Eso hace sonreír al de los cuernos.

Pero los pasos de la horda ahora venían acompañados de gruñidos. Estaban cerca. Saint volvió a mirar hacia enfrente para ver a Nink ser perseguida por una enorme cantidad de zombies. No se podían contar ni con los dedos de los pies. Básicamente, un 95% de la población estaba ahí.

Nink corría tan rápido como ella podía. La estaban alcanzando. Uno de los zombies estrecha su brazo a tocar su lomo. Pero no puede porque ella acelera sus patas.

Pasa de Saint y este se da la vuelta para pulsar los botones de los chachos. Los pulsa y dos enormes paneles azules se abren digitalmente como enormes paredes de una muralla. Todos evadiendo el paso de los no-muertos.

Eso hace sonreír a los chicos incluso a Saint.

Este va a salirse de en medio de los dos paneles cuando recibe una mordida en la espalda. Otra en el brazo derecho, luego en el izquierdo. Su espalda se arquea con un respingo.

Los chicos respingan por su amigo. A quién le cogieron cariño y no tenía la culpa de lo sucedido.

Todos respingan.

-¡SAINT!- Zee grita corriendo hacia el humano.

Mild y los demás se enfocan en rociar a los zombies con gasolina por más que a ella le duela saber que mordieron al creador de esta ciudad. Muchos zombies lo estaban mordiendo.

-Saint.- Susurra Zee cuando llega hacia él.

Saint se le queda mirando. Hiperventilando. Su cuerpo moviéndose hacia los lados por todos los rebotes a proporción de los zombies. Sangre en los lados de su cuello porque también está siendo mordido ahí.

-Zee.- Llora el humano con los ojos cristalizados.

-No, no... A ti no. Eres mi amigo. Eres mi amigo...- Zee lo toma de los cachetes.

-Zee... Debes irte...

-No quiero.

-Debes alejarte de mí.

-No, no haré eso.

Llora el de los cuernos.

-Yo... Dejaré de ser quién soy.- Llora el humano con sus ojos cambiándose a color gris.

-Y yo no te abandonaré.- Llora Zee. -Te quiero.

Esas palabras dejan impactado a Saint. Este se queda con la boquita abierta. Lágrimas bajando de sus ojos. Está hiperventilando sin decir nada. Se ven a los ojos.

-Te quiero.- Vuelve a susurrar el de los cuernos.

Silencio.

Solamente silencio.

De parte de Saint.

Hasta que Saint comienza a gruñir y a tirar mordidas en el aire. Zee lo jala consigo en un abrazo para sacarlo de entremedio de esos dos paneles.

Gulf alza sus palmas frente a su pecho con un grito ensordecedor para que, con la gasolina rociada, todos los zombies ardan como el mismísimo infierno.

Todos gritando o gruñendo. Mientras que los chicos ven a sus dos amigos en el suelo. Zee acostado con un agresivo Saint que tira mordidas a su cuello. El de los cuernos lo está reteniendo al sostenerlo de los hombros.

Mild y sus cómplices corren por los tejados (brincando de uno en uno) hasta que bajan las escaleras que colocaron en una casa y ella llega hacia los chicos para ver la dolorosa escena.

-¡Debemos irnos!- Grita Nink con esperanzas de salvar a Zee.

Pero este agradecidamente voltea a verlos con una triste, bonita, sonrisa de labios. Lágrimas rodando bajo sus ojos. Forcejeando con el Saint que lo quiere morder.

-Vayanse. Yo me quedaré.

-No... ¡No...!- Nink grita queriendo correr hacia él pero Gulf y Mew la retienen de ir hacia allá. Abrazándola fuertemente mientras que ella tira patadas a por poder estar al lado de su amigo.

-No podemos hacer nada, Nink.- Mew dice. Tensando su mentón porque él también está triste y no quiere ni desea que su amigo se quede en este planeta dueño de nadie. Oficialmente ya no habían humanos. Ningún no-muerto.

-Chicos, nos vamos.- Mild les dice en bajo. Ella tampoco le hacía feliz la escena. Gulf los miró con una pequeña sonrisa de labios triste con unos ojos cristalizados.

-Cuídate, Zee.- Le desea Gulf con mucho cariño.

Zee parpadea varias veces pues las lágrimas le rondean los ojitos y no puede evitarlas. Le duele hasta el hablar así que asiente con la cabeza repetidas veces.

⋅•⋅⊰∙∘☽༓☾∘∙⊱⋅•⋅

•Dos días después•

Gulf estaba en una hermosa cabaña con tremenda vista al mar de la playa. Ya no estaba en Bangkok. Mew le había comprado un pasaje a Madrid, España. En este Viernes, el sol posó en lo alto del cielo y Gulf salía al balcón vistiendo una camisa de botones blanca abierta con unos boxers negros.

Nink no estaba ahí dado a que ella se quedó con Mild en Tailandia.

Posó sus brazos contra la baranda. Respirando felizmente el aire. Una serenidad en sus ojos sin igual. Los cerró cuando inhaló suficiente de este para soltarlo mientras abría sus ojos.

El mar arrasaba la arena de la superficie. Rasgandola un poco con sonidos de azotes que luego se reversaban entre muchas olas.

Los cielos eran un azúl súper tranquilo. Maravilloso.

Mew apareció desde atrás ya vestido con un esmoquin bien puesto. Carraspeo su garganta para llamar la atención y Gulf serenamente se dio la vuelta para sostenerse de las barras.

-Vaya. Ya te vas.- Dice el chico con una sonrisa alocada como siempre.

-Ya sabes. Erika sospechará de mí si me quedo por mucho tiempo. Aunque desearía que nos quedaramos en esta habitación para siempre.

-No es para tanto. Seguramente te irá bien en Bangkok. Yo me buscaré algún españole o española que me distraiga la mente y todo listo.- Dice el moreno aunque no se demuestra sincero porque ya lo ha dejado de mirar a la cara mientras habla y ha dejado de sonreír.

Mew sabe que está mintiendo y por ello, bufa una risa. -Al menos dime que me vas a extrañar.

-Yo...- Gulf voltea hacia otro lado haciendose el difícil mientras abulta un cachete con su lengua. -No lo sé. ¿Por qué te extrañaría?

-Ayer mientras dormías salí a comprarte esto. Por suerte España tiene buenas librerías.

Mew saca del bolsillo de su chaqueta la secuela del primer cómic que le regaló a Gulf. Se lo ofrece con mucho cariño y unos ojitos sinceros con una sonrisa de labios. Los ojos del moreno se aligeran con demasiado amor al ver el cómic.

Él lo toma en sus manos para acercarlo a su rostro. Viendo las miniaturas de héroes bastantes inusuales. -Me lo conseguiste...- Dice el moreno con los ojos cristalizados.

-Cuídate, Gulf.

Mew susurra acercandosele para plantar un beso en su frente mientras que el moreno seguía mirando la revista. Pero el moreno sonríe con sus labios y cierra sus ojos en aquel besito.

Mew retrocede para que ambos se miren a los ojos. -Adiós, Mew.

Dice el moreno con una pequeña sonrisa de labios. El pelinegro emprende marcha a irse. Irse de ahí por un buen tiempo. Seguro de haber dejado al loquillo de Gulf en este país para que no tuviese que regresar a prisión.

Gulf se le queda viendo con tristeza y cuando este está abriendo la puerta para marcharse, él dice:

-Te extrañare, idiota.

Eso hace que Mew deje de caminar. Para voltear a verlo con sus ojos cristalizados. Ambos se miran aunque sea por última vez. Entonces Mew sonríe.

-Lo sé.- Dice el otro realmente apenado de tener que irse. Y abandona la cabaña.

Ahora que se ha ido, Gulf deja caer unas lágrimas y mira el cómic que tiene en manos.

Camina hacia su teléfono en la pequeña gaveta al lado de la cama para marcar a cierto número y llevárselo al oído. Con un rostro serio, pero con lágrimas aún cayendo.

-¿Hola?- Suena una voz masculina del otro lado.

Gulf tarda un poco en hablar. Pues una última lágrima va cayendo por uno de sus ojos mientras que sus labios tiemblan un poco. -Espera a que él llegue al aeropuerto. Yo iré en unas horas.

-De acuerdo, galán. A tus ordenes.

Sigue hablando aquella voz masculina. Gulf aleja el teléfono de su oreja y sin mirarlo, cuelga la llamada. Sin dejar de estar serio.

Y esto se debía a que en estos días Mild lo llamó, contándole el secreto que Mew guardaba. Ese secreto por el que ella le dijo que no se fiara de él.

Resultaba que el secreto era que Erika había comprado a Mew con mucho pero mucho dinero y le pidió secretamente al guardia que durante la misión de asesinar zombies, recolectase toxinas del virus. Pues esa alocada mujer tenía la idea de regarlo por la Tierra para reducir a la humanidad.

Y, sip, Mew recolectó de las toxinas.

Porque además esa mujer amenazó con matar a su madre de no hacerlo.

Pero Mew se lo ocultó a todos durante la misión.

Y si eso no valía, irían a recoger más toxinas en Marte. Ahora era misión de Gulf detener la ideología de esa mujer loca.
























•Once horas después •

Mew salió por las puertas del aeropuerto con una caminata elegante, las puertas del aeropuerto abrieron paso y Erika estaba parada ahí vistiendo un traje negro corto dentro de una chaqueta negra y gafas de sol con su cabello liso sobre su espalda.

-Madrid, really? The fuck you were doing there, Mew? (Madrid, ¿en serio? ¿Qué carajos hacías ahí, Mew?)- Ella se queja.

Él va caminando hacia ella.

-I needed a fucking breathe, okay? You weren't the one fighting zombies, you know? (Necesitaba un puto respiro, ¿de acuerdo? Tú no eras la que peleaba con zombies ¿sabes?)

-Whatever, Mew. (Cómo sea, Mew.) Dime que lo conseguiste.

-Yo lo tengo aquí--- Mew estaba sacando un frasco de uno de sus bolsillos con la toxina, pero una furgoneta blanca llega de la nada y atropella a la mujer.

Se detiene justo al atropellarla y Mew permanece con los ojos bien en grande. Respirando agitadamente. Él mira la ventana del conductor y es el amigo de Gulf: el bartender que es un pez. El pez voltea en cuerpo y rostro a verlo con una sonrisa.

-Tú otra vez.- Sonríe el bartender. Mew se le queda viendo todo impactado. Respirando agitadamente. Extrañado incluso.

¿Esto de matar a Erika era obra de Gulf?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top