𝟭𝗢-𝗝𝗮𝗺𝗮𝘀 𝗱𝗲𝗷𝗮𝗿𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝘀𝗲𝗿 𝗺𝗶 𝗵𝗶𝗷𝗼, 𝗕𝗮𝗿𝗿𝘆
Jueves 4 de septiembre.
Laboratorios S.T.A.R.
11:24 a.m.
Desde que el sol había salido ese día, un sujeto que se hacía llamar "el Trickster" había estado causando pánico y caos en Ciudad Central. Comenzando por dejar caer unas pequeñas cajas en paracaídas, que en realidad, eran bombas y una de esas casi acaban con la vida de un niño a quien Flash salvó.
Luego de una investigación, descubrieron que se trataba de un simple imitador, aunque no dejaba de ser peligroso. Un rato después, el Detective West y Barry fueron a la prisión de Iron Heights para ver al verdadero Trickster y averiguar si sabía algo al respecto y grande fue la furia de este cuando supo que su lugar estaba siendo usurpado. De pasó, el velocista tuvo una conversación con su padre, fue corta y breve, pero le alegró un poco el día a los 2.
De vuelta en los laboratorios estaban en esa situación, viendo qué más pueden encontrar de ese lunático con afición con el peligro.
Justo ahora, el córtex estaba sumido en silencio, un silencio que resultaba inquietante interrumpido únicamente por el constante zumbido de los monitores y demás aparatos. En las pantallas aparecía una captura de pantalla del actual Trickster, con una escalofriante sonrisa de oreja a oreja mientras miraba fijamente la cámara. La imagen resultaba bastante incómoda y hasta cierto punto, tétrica.
—Esto lo posteó hace pocas horas. —Dijo el Doctor Wells—. No importa quién sea el Trickster, seguro no es tímido.
—No todos los criminales se ocultan en la oscuridad. —Barry comentó.
Joe, quien notó la tensión en la postura de su hijo, decidió preguntar algo al latino.
—Cisco, ¿Puedes rastrar dónde posteó los videos?
—Lo intenté —Respondió—, pero este sujeto usa un decodificador del calibre de Felicity como nunca había visto. El origen del video viene de cientos de ubicaciones diferentes, sino sube otro video va a ser difícil.
—¿Y no pueden pedirle ayuda a Joey? —Quiso saber Joe—. Por lo poco que he visto de sus poderes me resultó bastante impresionante lo que ese niño hace.
Cuando ese nombre fue pronunciado, Barry sintió una pequeña incomodidad en el pecho, cerca de su corazón. Su postura se tensó de inmediato y su semblante cambió radicalmente mientras apretaba la mandíbula.
—Me gustaría, pero lamentablemente el joven Joseph se encuentra justo ahora en la universidad y mientras él esté con sus deberes académicos no puedo llamarle. —Respondió Wells y el detective asintió comprendiendo que por el momento, el menor no estaba disponible.
Su día de por sí, no había comenzado de la mejor manera, y ahora, con la imagen de Joey en su cabeza, su mente, que estaba en una tambaleante torre de confusión, finalmente se derrumbó. Con pasos rápidos y grandes, salió del córtex ignorando los llamados de Caitlin y Cisco.
Barry caminaba por los pasillos del laboratorio, su mente atrapada en un remolino de pensamientos que no dejaban de atormentarlo.
Habían pasado cerca de 2 semanas desde aquel día en que el tsunami destruiría la ciudad, y a su vez, 2 semanas de aquella noche en que se armó de valor para ir finalmente con el menor y confesarle de una vez por todas lo que sentía esperando repetir todo lo que había sucedido antes de volver en el tiempo; todo debía ser aparentemente fácil. Pero todo salió terriblemente mal.
Lo que debería haber sido una confesión que acabara en un beso como la primera vez, terminó con un Joey cruzado de brazos en la puerta y un semblante que destilaba confusión, tristeza y hasta cierto punto, un poco de furia. Recordaba aquellos ojos mirarlo con una mezcla de emociones encontradas, el problema era que al ser tantas, resultaba difícil identificarlas todas.
Recordaba las palabras de Joey perfectamente, todas y cada una de las cosas que el menor dijo. Absolutamente todo hacía un enorme eco en su cabeza.
"¿A qué estás jugando, Barry?"
Conocía bien esa pregunta. Suelen hacérselas a los niños, y de vez en cuando a los adultos que como él, simplemente están en 2 mundos diferentes, con decisiones complicadas y un camino incierto. Mentiría si dice que no jugó a ser quien no era por la mitad de su vida. Fingiendo un rol que sabe, nunca fue suyo realmente, solo estaba en el papel de alguien sin ningún distintivo, salvo su intelecto. Y que durante mucho tiempo no sabía si lograría abrazar esa parte de él que siempre estuvo ahí.
Pero ahora, sabía que no tenía ningún caso seguir en ese tablero llamado "Encajar" si finalmente había aceptado sus sentimientos.
¿Por qué ahora?
Esa pregunta era la más complicada de todas, con una respuesta para anda sencilla que corría el riesgo de que, a la mínima palabra equivocada, todo lo que dijera, se iría por la borda. No podía solo decir "por que tenía miedo", "por que no sabía cómo lidiar con esto", "por que era lo mejor para ambos".
Aunque era cierto, no justificaba para nada lo que había hecho. Lastimó a Joey y él lo sabía. Había visto todas las veces en que el menor se acerca a él dispuesto a que las cosas volvieran a la normalidad, a entablar conversaciones, llamar su atención e incluso, ofreciéndole algún alimento o cualquier cosa.
Todo lo rechazaba bajo la idea de que era lo mejor para los 2.
"¿Tienes idea de lo que sufrí por ti?
No. No tenía ni la más remota idea de todo lo que Joey debió de haber pasado desde la primer noche en que lo había rechazado. Todas esas veces cuando permanecían mirándose y él mismo era quien rompía el contacto visual, las veces que el menor decía algo y él solo lo miraba con indiferencia. Pero ninguno se comparaba a aquel día cuando Cisco le hizo la indirecta para que siquiera saludara a Joey y en lugar de eso, ¿Qué hizo? ¿Decir por favor? ¿Y después qué? Joey recogió sus cosas y se fue.
Lo más doloroso fue escuchar el temblor en la voz de Joey y saber que él había sido quien lo había provocado.
—¿En qué diablos estabas pensando Barry?
"¿Los demás ya lo saben?"
Lamentablemente no. No lo sabían todavía, pero planeaba que lo supieran en algún punto. Quería salir, enfrentar sus miedos e inseguridades como muchos lo han hecho y han sido felices, pero aún no sabía si se sentía listo para afrontar una nueva realidad que se le podía poner en frente en el momento que decidera salir del clóset.
Decirlo en nuestras mentes y crearnos un escenario donde se nos proyecta lo que queremos ver resulta más que reconfortante y una completa cura para tanto dolor y pánico al momento de dar ese paso. Pero luego, está la realidad de las cosas, esa donde cualquier resultado puede suceder sin previo aviso o advertencia.
Ese es el problema cuando pensamos demasiado las cosas, nuestra imaginación puede ser nuestro mayor enemigo si dejamos que nos domine y los pensamientos nos llenen hasta abrumarnos por completo. Es como caminar en un puente colgante, donde cada tabla es una palabra positiva que nos ayuda a continuar, y el abismo es una infinidad de pensamientos autodestructivos.
Muchas veces, no hay juez más cruel que nosotros mismos.
Pero sin dudar el golpe final fue la decisión del menor luego de su bombardeo verbal.
"No estaré con alguien que no sabe o que quiere".
Apretó sus puños sintiendo la culpa arder en su pecho. Como una espina delgada, pero larga que solo hacía su dolor más duradero, pero no debía ser ni la mitad de todo lo que el menor debió de haber sentido.
De solo recordar la tristeza que Joey cargaba en sus ojos, su semblante que irradiaba completo sufrimiento, todas esas veces que sonrió forzosamente para no mostrarse frágil o vulnerable frente al equipo, sentía su estómago voltearse y revolverse. ¿Cuántas veces no debió haber llorado su pequeño? Y por su jodida culpa. Ahora recordaba eso y no sabía si sentía más dolor, odio hacia sí mismo, o ambos. Aunque ya tenía una respuesta.
Y luego, cuando Snart lo había secuestrado, había sentido una sensación que no recordaba haber sentido con anterioridad en su vida, era una mezcla de pánico y rabia. Lo único que podía pensar en ese momento era en su Joey. Sí, su Joey.
En su mente, el chico ya le pertenecía tanto como él lo hacía con el menor, esa conexión que por tanto tiempo había negado ahora era tan clara como el aire que respiraba.
Cuando lo vio entrar a los laboratorios, junto a sus hermana y perro, había sentido su cuerpo querer correr hacia él, abrazarlo, tomarlo del rostro y probar sus labios ahí mismo, pero todo eso se desvaneció cuando bajó la vista hacia las manos más delgadas y vio las quemaduras de primer grados.
Después estuvo el momento donde todos parecían estar juzgando su decisión para salvarse a él, a Apolo y a Jess. Ciertamente, no era lo indicado, pero entendía lo que hizo él. Y el que todos lo miraban haciéndolo sentirse pequeño y regañado despertó en el un impulso por quererlo proteger, consolarlo, pero las malditas palabras simplemente no salían. No fue hasta que lo vio a punto de salir de córtex en compañía de su familia cuando estuvo decidido a hacerlo.
Pero, como si el universo quisiera verlo en pleno auge de frustración, Wells lo detuvo diciendo que iría él para hablar con él.
Y ahí comenzó el momento donde ahora a él lo evitaban.
—¿Cómo llegué a este punto? —Se preguntó, dejando escapar un suspiro de frustración mientras se pasaba una mano por la cara.
La verdad era que no sabía cómo había llegado tan lejos sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. El miedo, la confusión, sus propias evasiones... todo eso se había acumulado en su pecho, y cuando finalmente había estado cara a cara con Joey, no supo cómo manejarlo. No era como si no estuviera listo para lo que sentía, solo que la realidad había sido mucho más complicada de lo que había anticipado.
Cada intento de hablar con Joey había terminado en evasivas o en simples "Estoy ocupado", "Tengo un proyecto que hacer". Incluso un día cuando quiso que el universitario le hablara de Taylor Swift, Joey lo había ignorado por completo con un "No tengo tiempo para Taylor en este momento".
La ironía no se le escapaba: antes era él quien evitaba al menor, buscando excusas para no enfrentarse a sus propios sentimientos, y ahora... ahora era Joey quien hacía lo mismo.
Se detuvo junto a una de las mesas, apoyándose en ella mientras soltaba un suspiro frustrado. ¿Así es como Joey se sintió todo ese tiempo? La impotencia, la tristeza, esa sensación de ser ignorado por alguien que significaba tanto. Ahora lo entendía.
—Esto es karma, Barry —Murmuró para sí mismo, con una sonrisa amarga.
El velocista había pensado que, al aclarar sus sentimientos, las cosas serían más fáciles. Pero no había considerado el daño que ya había causado, el dolor que Joey había cargado durante todo ese tiempo. Y ahora, tenía que enfrentarse a las consecuencias.
Sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse. Sabía que Joey merecía más que un simple "lo siento". Merecía un esfuerzo genuino, una muestra real de que Barry estaba dispuesto a luchar por lo que sentía.
—Tengo que encontrar una forma de hablar con él, de verdad —Se dijo, con determinación brillando en sus ojos.
Porque ahora sabía lo que quería, y no iba a permitir que el miedo o las complicaciones lo detuvieran. Joey merecía saber que estaba dispuesto a luchar por él, incluso si eso significaba empezar desde cero.
Recordó de las últimas cosas que le dijo el menor antes de cerrarle la puerta de su casa "Si quieres ser sincero conmigo, comienza con serlo contigo, y con todos a tu alrededor. Ya me mantuvieron en secreto una vez y no pienso volver a pasar por eso".
¿Qué quiso decir con eso? Algo dentro suyo se removió inquieto, como una voz en su cabeza le dijera que debía averiguar qué había pasado. Si Joey había estado en una relación en el pasado, ¿Quién había tenido el atrevimiento de haberlo mantenido en secreto? Y más importante, ¿Por qué?
El hecho de que Joey dijera aquello, con tanto dolor, esa sensación de haber sido escondido como si fuera algo de lo que uno pudiera avergonzarse, hizo que Barry se cuestionara todo lo que había dado por hecho. No era necesario suponer algo, había algo que no sabía, algo que Joey no se atrevía a contar. El solo pensar que el menor había pasado por aquello, por alguien que se atrevió a hacerlo sentir invisibilizado, lo hizo sentirse aún más culpable.
No quería que Joey se sintiera así de nuevo. Si había alguna verdad oculta detrás de sus palabras, quería descubrirla. No podía dejar que la sombra de un pasado no hablado se interpusiera entre ellos. De alguna forma, sabía que tenía que preguntar, aunque no quería presionar demasiado ni invadir la privacidad de Joey.
Pero esa incertidumbre lo estaba carcomiendo, y si alguna vez quería que su relación con Joey fuera real, tendría que aclarar todo eso.
Tomó un profundo respiro, mirando a su alrededor. Había mucho que desconocía, y aún más que necesitaba entender. Pero no quería seguir adelante sin obtener respuestas. Necesitaba saber a qué se refería Joey, y, si había algo más que él no sabía, tenía que enfrentarlo de una vez por todas.
Pero una cosa era segura: no podía continuar con todo esto sin antes, no era completamente sincero si antes, no lo era con todos los que lo rodeaban. La confianza es la base de todo, y justo ahora, eso era lo que debía hacer.
Ya era honesto consigo mismo, ahora debía serlo con todos a su alrededor. Y sabía por quién comenzar.
Solo debía volver a Iron Heights.
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Universidad de Hudson.
11:45 a.m.
El salón estaba en silencio, uno donde solamente la voz de Joseph Zimmermann era lo que se escuchaba acompañado de los suaves ronroneos de los aires acondicionados, Joey estaba en medio de una presentación de la clase de Análisis y Diseño de Sistemas. Joey se sentía seguro, su postura reflejando toda la confianza que en ese momento estaba brotando de sus poros, como si supiera que ese era el lugar donde debía estar.
Estaba en su semana de parciales. A su lado, Terry y el resto de su grupo estaban presentando aquella aplicación en la que habían estado trabajando arduamente, y ahora, realizando finalmente su presentación a sus demás compañeros y profesora, lo llenaba de una sensación de logro que solo podía ser descrita como liberadora.
Por su lado, su amiga de propedéuticos lo miraba con una sonrisa y sus manos en su espalda, pero mostrándose completamente entusiasmada, aunque ella ya había pasado, no podía sentirse siempre impresionada por los dotes de su amigo en cuanto a su conocimiento. Se giró un momento para ver a Jenny, con quien intercambió una sonrisa.
Volvieron su atención al frente mientras Joey seguía hablando.
—Esta aplicación no solo resuelve los problemas de los usuarios, sino que también crea una experiencia intuitiva, fácil de usar —Explicó mientras indicaba a Keith a dar a la siguiente diapositiva—. Lo que la hace realmente especial es su capacidad de adaptarse al usuario en tiempo real, aprendiendo de sus hábitos, emociones .
La profesora, la doctora Davis, levantó la mano para hacer la primera pregunta, su rostro mostraba una expresión curiosa y analítica.
—Me gusta mucho la propuesta que ha presentado su equipo, señor Zimmermann, pero me gustaría saber más sobre el algoritmo que emplea para personalizar la experiencia del usuario. —Su voz sonaba tranquila, con el profesionalismo y admiración de años como profesora e ingeniera—. Dígame, ¿Cómo gestiona la adaptación en tiempo real sin que se vuelva demasiado intrusivo o confuso para el usuario?
Joey sonrió, claramente preparado para la pregunta, y comenzó a explicar con entusiasmo.
—La clave está en el aprendizaje automático. —Comenzó su respuesta—. La aplicación observa los hábitos del usuario de forma pasiva y ajusta sus recomendaciones basadas en el comportamiento a lo largo del tiempo. Sin embargo, implementamos un sistema de retroalimentación que permite al usuario ajustar manualmente ciertas configuraciones, por lo que nunca se siente que la app está "decidiendo" por ellos. Por el contrario, mediante consejos y recomendaciones, se mantiene siempre como una herramienta complementaria, no como algo que tome el control total.
Terry, parada a su lado, lo miró con aprobación mientras su amigo explicaba con fluidez. Las preguntas de los compañeros comenzaron a fluir, algunas más técnicas, otras más relacionadas con la experiencia del usuario.
Un compañero, Mike, levantó la mano, con una expresión pensativa.
—Eso suena increíble, Joey. Pero, ¿cómo planeas abordar el tema de la privacidad? —Interrogó—. Sabemos que todo esto de la recopilación de datos es un tema bastante delicado. ¿Cómo garantizarías la seguridad de la información personal del usuario?
Joey se detuvo un momento, sabiendo que esta era una de las preguntas más importantes que podría recibir. Sin borra su sonrisa confiada, lo señaló, dando a entender que esperaba con ansias esa pregunta.
—Es una excelente pregunta, Mike. Nosotros usamos cifrado de extremo a extremo para garantizar que los datos del usuario sean completamente privados. Además, los datos se almacenan, ya sea guardándolos, o bien, de manera anónima para que no puedan asociarse a ninguna persona específica sin su consentimiento. También damos a los usuarios la opción de eliminar sus datos si así lo desean, y les ofrecemos total transparencia sobre lo que almacenamos y cómo lo utilizamos. De esta manera, si en algún momento alguien intentase hackear un perfil ajeno, no podría. La privacidad es nuestra prioridad.
La audiencia parecía satisfecho con la respuesta, algunos alumnos intercambiaron miradas entre ellos acompañados de asentimientos, y Joey pudo ver que su explicación había calmado algunas de las dudas que surgían. Sin embargo, una parte de él seguía distraída. Había algo en el ambiente que no podía ignorar, algo que lo hacía sentirse un poco más distante de lo habitual.
Mimi lo notó. La mirada que le lanzó fue un indicio claro de que algo estaba en su mente.
—Eso es, Joey. —Dijo ella en voz baja—. Eres la más perra del equipo.
Joey asintió, agradecido por su apoyo, pero no podía dejar de sentirse inquieto. Su mente volvía una y otra vez a Barry, al espacio entre ellos, a la confusión que aún lo rodeaba. ¿Por qué ahora, después de tanto tiempo de no hablarse de esa forma, había decidido hablar con él cuando se estaba centrando en otras cosas? Y si, tal vez, podría ser capaz de resolver sus propios sentimientos, pero ¿cómo hacerle frente a esa sensación de que algo estaba fuera de lugar?
Hace cerca de 2 semanas el velocista había ido a su casa en una hora no muy grata para recibir visitas (ni siquiera sabía cómo había conseguido su dirección), al principio consideró que quizás quería hablar con Jess sobre algo del trabajo, pero no fue así; en lugar de eso, quería hablar con él.
Habría esperado cualquier cosa, cualquier otra que no fuera una muy atropellada confesión sobre sentimientos que dijo tener guardados por miedo, querer una segunda oportunidad, y un intento por acercarse. Recordó cómo él mismo retrocedió ante eso, no entendía por qué estaba ahí, ni lo que pretendía ni nada de eso
Sacudió su cabeza un momento para deshacerse de esos pensamientos. No era el tiempo de pensar en eso, estaba en medio de algo que lejos de necesitar debates sentimentales, requería de concentración, conocimiento y completo profesionalismo. Ese era su objetivo en ese instante: mantenerse enfocado en lo que realmente importaba, que en ese momento en lo que realmente importaba, su rendimiento académico, sueño a futuro y desde luego, pasar la materia.
La doctora Davis se dirigió a él, como el servidor de inicio y el principal encargado de la presentación, debía ser Joey quien respondiera a esta cuestión.
—Respóndame a esta última pregunta señor Zimmermann, y con esto habrán finalizado su presentación —La mujer se quitó un momento sus anteojos sin perder de vista al joven que tenía frente suyo—, si pudiera ponerle un nombre a esta aplicación, ¿Cómo la llamaría?
Mientras el resto del equipo guardó silencio, Joey sonrió, teniendo la respuesta en su mente desde hace ya un largo tiempo.
—Juno. La llamaría Juno.
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Minutos después...
12:07 p.m.
Joey apenas estaba terminando de guardar su laptop en su estuche. La presentación había acabado con una sonrisa de su profesora, y una lluvia de aplausos de todos sus compañeros. Finalmente un pendiente menos en su lista de deberes.
Ahora debía ir a los Laboratorios S.T.A.R. o eso planeaba hasta que una mano se posó en su hombro, era Mimi. Tenía una sonrisa de oreja a oreja, atrás de ella se encontraban Keith, Jenny, y desde luego Terry.
—¿A dónde, genio? ¿Sabes qué? No quiero saber, ¿y sabes por qué? Porque iremos a celebrar que nuestra presentación fue la mejor de todas.
—Así es —Continuó Jenny—, Keith quiere ir a ese restaurante de comida china que recién abrieron, ya sabes cómo es, se cree un asiático solo porque come con palillos y habla coreano.
El rubio estaba por protestara cuando la voz de Joey los cortó.
—Chicos, lo lamento, pero tengo asuntos que resolver en casa. —Se excusó, no iba a decirles que iba a las instalaciones donde hace ya un buen rato había explotado el acelerador de partículas y termino obteniendo poderes.
Se estaba colgando su mochila al hombro cuando vio a Terry acercarse a él, sus ojos con un brillo de determinación y un aire decidido la rodeaba.
—Vamos, Joey —Dijo ella, no queriendo sonar insistente—, te lo mereces. Lo hiciste increíble y lo menos que mereces es un descanso.
Joey la miró con un poco de lástima y le sonrió con ligereza, pero la verdad era que tenía muchas cosas ocupando sus pensamientos, además de las responsabilidades que tenía en los Laboratorios S.T.A.R. La presentación de la aplicación había un completo éxito, pero su día apenas iba por la mitad. Sin embargo, Wolf no parecía dispuesta a dejarlo ir tan fácilmente.
—¿Ustedes qué opinan? —Se giró mirando a los 3 jóvenes que estaban mirando la interacción de ambos castaños.
Mimi asintió con una sonrisa, Jenny se encogió de hombros, pero fue Keith quien tomó la palabra. —Déjalo, Terry. Joey debe tener pendientes, y no sé tú, pero mi amigo no es de dejar algo por la mitad.
Zimmermann miró a su amigo completamente agradecido. Pero aún se sentía un poco presionado al sentir las miradas de las chicas. Miró a sus amigos y, por un momento, olvidó el estrés de la universidad, de Laboratorio S.T.A.R., y de la montaña de responsabilidades que lo esperaban.
—Está bien —Dijo finalmente, sonriendo—. Pero solo por un par de horas. Tengo que volver a Laboratorios S.T.A.R. después.
Terry frunció el ceño casi de forma mecánica en cuanto su amigo mencionó aquel lugar. —¿Laboratorios S.T.A.R.? ¿Los laboratorios donde hace casi 10 meses el acelerador de partículas sería encendido pero en lugar de eso explotó y mató a un total de 17 personas? ¿Los laboratorios que son aparentemente una fuente de cosas sin explicación? ¿Es en serio que trabajas ahí?
Joey mentiría si dijera que no estaba impresionado, ¿Cómo sabía ella ese tipo de detalles? No recordaba que en el Picture News publicaran algo así, si a lo mucho la nota donde el Doctor Wells se responsabilizaba por el accidente, pero su nombre se vio aparentemente limpio luego de que ayudaran a la policía con la captura de Cold y el otro sujeto del que no recordaba su nombre.
—¿Cómo sabes tú todo eso? —La interrogó. Su ceño levemente fruncido y los ojos entrecerrados.
Wolf no pareció inmutarse, claramente ya venía venir esa pregunta. Con un simple encogimiento de hombros decidió responder a esa pregunta.
—Mis padres me lo contaron. —Respondió con absoluta confianza—. Ellos estuvieron ahí.
La respuesta fue suficiente para que Joey reevaluara un momento la posición en la que estaba; creyó tener la ventana pero para nada.
—Oh. —Murmuró—. Ya veo.
Sintió nuevamente una mano en su hombro. Era Terry, que lo miraba con una suave curva dando forma a sus labios. —Anda ve, allá te deben de necesitar más que nosotros. Ya tendremos más salidas.
—¿Hablas en serio? —Preguntó mirándola un poco sorprendido.
Su amiga de propedéuticos sonrió. —Desaparece antes de que me arrepienta.
Zimmermann miró a sus amigos antes de sonreír. —Gracias, chicos, por entender. La siguiente vez juro que saldremos.
Con eso último, salió del salón.
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Laboratorios S.T.A.R.
19:24 p.m.
Barry tenía la mirada perdida hacia algún punto en la tubería, sus rodillas estaban a la altura de su pecho y sus codos estaban sobre estas. Sus manos le temblaban, sus latinos resonaban en todo su cuerpo y sus ojos picaban. Nada estaba bien. Todo estaba mal, terriblemente mal a su alrededor.
¿Cómo pudo todo su mundo, que usualmente está en perfecto orden, desmoronarse en menos de 24 horas?
El día había sido un completo coctel de ansiedad, desesperación y tensión, lo que había comenzado como una misión de capturar al Tickster pronto se transformó en una pesadilla en el momento que supo que Jessie había escapado de Iron Heights con su padre como rehén. La idea de que Harrison Wells fuera el asesino de su madre, la indiferencia de Joey, el peso de sus responsabilidades y sus decisiones finalmente lo estaban aplastando.
Es fascinante y al mismo tiempo insoportable como un peso emocional puede ser más mortal que uno físico. Cuando cargamos algo, sabemos que en algún punto lo bajaremos y el cansancio desaparecerá, pero ¿por qué con las decisiones, emociones y secretos, sentimos como si el aire se nos fuera arrebatado? ¿cómo es que quedarnos callados a veces puede a veces ser la más pesada prisión?
Una palabra: miedo.
—¿Estás bien? —La voz de Joe lo sacó momentáneamente de su burbuja de tormento.
—¿Crees que mi papá aún siga vivo? —Preguntó con un hilo de voz.
—Sí lo está, por supuesto. —Le respondió para tranquilizarlo—. Jessie solo se lo llevó para usarlo como ventaja. Podrá estar loco pero no es estúpido, y todos allá arriba están buscándolo.
Barry dejó salir una pequeña risa con cierta tristeza.
—Así que... se supone que solo deje la vida de mi padre en manos del hombre que tuvo que ver algo con el homicidio de mi mamá... —Sintió sus ojos picarle lentamente—, Joe, no puedo hacerlo.
—Claro que puedes. —Le dijo el hombre sentándose a su lado en el suelo.
El velocista negó con un movimiento lento. —No, no es así... no con todo lo que hay al rededor. No tiene sentido porque si Wells es un homicida, ¿entonces por qué quiere ayudarme? ¿por qué me ayuda a atrapar a tantos criminales, a salvar a Ronnie?
—Tranquilo, Barry. Todo va a estar bien.
—No, Joe, nada está bien... —Dejó salir un suspiro y enterró el rostro en el hueco en medio de sus brazos—, ¿Cómo puedo sentirme tranquilo si ni siquiera lo estoy conmigo mismo?
—Nadie exige que seas perfecto, o que tengas todas las soluciones. —Dijo Joe con suavidad—. Lo importante es no dejarte consumir por el miedo, porque el miedo nos frena, nos bloquea y muchas veces, nos impide probar nuevas experiencias. Y cuando te das cuenta, terminas arrepintiéndote toda tu vida preguntándote qué habría sucedido si hubieses enfrentado tus temores.
Barry cerró sus ojos un momento, comenzando a reunir el valor que necesitaba para ese momento. Quería que su padre fuese el primero en saberlo, pero justo ahora, con Joe a su lado, sabía que el momento había llegado. Era ahora o volver a tener miedo y callar. El momento de ser honesto.
—Joe... hay algo que tengo que decirte... algo importante.
El Detective West giró la cabeza para verlo mejor. Desde hace ya un tiempo había notado raro al velocista, y estaba esperando el momento para que decidiera abrirse a él.
—Esperaba que me lo dijeras. He visto que llevas una carga contigo, puedo verlo en tus ojos, cuéntame, Barry, ¿pasó algo malo?
—No, o sí... no lo sé. —Se llevó una mano al cabello mientras dejaba escapar un suspiro de frustración—. No es algo fácil para mí, ni para nadie que pueda estar en mis zapatos... pero necesitas saberlo.
El hombre asintió en silencio, dándole al velocista el espacio y tiempo de poder acomodar las palabras que se atoraban en su garganta impidiéndole continuar.
—Durante toda mi vida, desde que me adoptaste me has enseñado a ser valiente... a enfrentar mis temores... pero la verdad es que siempre he sido un cobarde, huyendo de todo y todos los que han querido ayudarme... he intentado encajar entre los demás, tratando de ser la persona que todos esperan que sea, pero te juro que es muy difícil cuando todo a mi alrededor está mal. Pero ahora, me doy cuenta de que no debería hacerlo... por el temor de defraudar a todos he mantenido en secreto una parte de mí que no esperaba mostrarle nunca al mundo... por miedo, las inseguridades... por que todos me rechazaran y alejaran...
Joe se inclinó un poco más cerca de él, comenzando a entender hacia donde iba esto. Desde hace mucho tiempo se había preparado por si en algún momento, Iris o él le contaban algo así. Y tal parecía, que ese momento había llegado.
—Barry, puedes contarme lo que sea. Sabes que sin importar lo que pase, estaré para ti.
Pero Barry bajó nuevamente la mirada, no queriendo encontrarse con la mirada de su padre adoptivo. —Es que no es tan fácil como parece... es más fácil solo imaginarlo y decirlo en mi mente...
—Hijo, ¿Qué ocurre? —Insistió una vez más al velocista. No podía seguir con la incertidumbre, pero si a él le era difícil, a Barry le resultaba más que imposible.
Finalmente, levantó la mirada y al mirar a los ojos de Joe, la comprensión, la paciencia y el cariño que estos le estaban brindando, supo que era el momento. Se armó de valor, pero aún había un deje de nervios en su interior.
—Joe... soy gay. —La confesión salió como un susurro; bajo, y débil. Como si estuviera esperando que el viento se llevara esas palabras que aunque escasas, tenían un gigantesco peso en ellas.
El silencio llenó el pasillo de la tubería por completo, el tiempo pareció detenerse para Barry, sintiendo como si los segundos se estiraran, como si estuvieran convirtiendo en horas mientras su corazón comenzaba a martillar en su interior al ver que Joe no decía nada. Por instinto Barry bajó la cabeza a la espera de alguna reacción, como gritos, regaños, un monólogo sobre lo que podría pasar entre ellos...
Y entonces, Joe West habló.
—Barry, mírame. —Eso fue lo único que dijo, su voz salió autoritaria, pero sin sonar agresiva.
—No. —Dijo Barry apretando los ojos mientras luchaba con las lágrimas que habían comenzando a parchar su vista—. No lo haré, no quiero verte y ver que estás decepcionado o desilusionado de mí.
—¿Y quién dijo que estaba decepcionado? —Preguntó el detective suavizando su voz.
Barry abrió sus ojos y levantó la mirada girándose para verlo mejor. Las lágrimas atrapadas lo hacía verse más vulnerable de lo que ya se sentía.
—¿No lo estás? —El quebrar de su voz salió en un susurro impregnado de incredulidad.
Joe sonrió enternecido por la reacción en el velocista. Esa imagen frente a él, de Barry en ese estado de vulnerabilidad y timidez, le recordaba al Barry de 11 años que acogió en su casa y que siempre que hacía algo que el niño creía enojaría al hombre, este solo sonreía. Nunca sería capaz de enojarse con su hijo. Hizo un movimiento de negar.
—Lo único que me decepcionaría, sería que no fueras feliz. —Comenzó a decir despacio—. Escúchame bien, Barry, no hay nada en el mundo, que puedas decir, que haga que deje de quererte. Te he visto crecer, caerte y levantarte más decidido, y te vi convertirte en el hombre que hoy eres, y nada de eso cambia solo por que me digas que te gustan los chicos.
Barry sintió su corazón dar un vuelco, tan intenso que por un momento no supo como reaccionar. Joe, viendo que su hijo no se movía, decidió dar el primer paso. Se puso de pie y le extendió la mano a Barry, y cuando el velocista se levantó, sintió los brazos del hombre rodearlo. Joe se acercó y lo abrazó como tantas veces lo había hecho cuando era un niño asustado, sosteniéndolo cuando sentía que ya no podría más.
Barry ya no tuvo intensiones de ocultarlo, y dejó que sus mejillas se mojaran por las lágrimas que bajaban sin pena alguna, de sus garganta salían sollozos de pura felicidad y alivio.
—Tenía tanto miedo... —Admitió con la voz completamente quebrada—, miedo de que me vieras diferente. Que todo fuera diferente... que me rechazaras...
Joe lo apretó un poco más.
—No, hijo. Nunca vuelvas a pensar en eso, Barry. Eres y serás siempre mi hijo.
El abrazo se prolongó por unos minutos más. Cuando se separaron Barry sintió como parte del peso que cargaba consigo, le era quitado de encima. Por primera vez, sentía que podía respirar con el nudo un poco menos apretado.
—Gracias, Joe... —Se limpió los rastros de lágrimas con una pequeña risa.
Joe miró al menor antes de sonreírle con el cariño de un padre. —Solo hago lo que cualquier padre hace, amar a sus hijos sin condición alguna.
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Laboratorios S.T.A.R.
18:49 p.m.
¿Han sentido en algún momento de sus vidas que por más que intenten estar enojados con alguien, saben que no pasará mucho antes de que se den cuenta que no pueden estar molestos toda la vida? Joey lo sentía en ese momento.
En el momento que pisó los laboratorios, el equipo le contó todo lo que había sucedido, comenzaron con las mini bombas en paracaídas, que se trataba de una especie de discípulo (que por cierto era su hijo), como habían intentado localizar la guarida del Trickster original.
Agradecía infinitamente haber rechazado la invitación de su equipo por salir a comer y celebrar su logro ya que de lo contrario probablemente no les habría ayudado a encontrar el sitio donde Jessie James escondía sus objetos explosivos. Pero poco duró el gusto cuando descubrió que todo había sido hurtado.
Como si eso no fuera suficiente (aparentemente no lo era), ese demente había escapado de Iron Heights llevándose como rehén a Henry Allen, el padre biológico de Barry.
La imagen del velocista, con los ojos cristalinos, tratando de mantenerse fuerte, pero su cuerpo sacudido por la tensión y pánico lo hizo sentir un torbellino de emociones. Ver el miedo en las esmeraldas de Barry, toda la impotencia, el intento por mantener la calma aún con su padre desaparecido y en posible peligro, lo había golpeado en el centro del pecho.
Pero fue un pequeño momento donde sus ojos se encontraron, que toda la frustración, la confusión y un pequeño cúmulo de enojo que se habían acumulado, se disiparon de golpe, como si esa oscuridad se hubiera desvanecido con solo encender un fósforo. Ya no le importaba en nada cómo Barry lo había estado ignorando, la distancia que puso entre ellos, ni en la confesión que hizo afuera de su casa a horas de la noche. No le importaba su orgullo, en cómo él mismo se había empeñado en protegerse de la cercanía del velocista, tampoco le importaba que aún deseara alejarse. Ver a su amigo y crush amoroso en ese estado de completa vulnerabilidad, tan humano, lo hizo darse cuanta de lo que realmente le importaba.
Barry estaba sufriendo.
Quería levantarse de su silla donde estaba monitoreando las cámaras y abrazarlo, decirle que todo estaría bien,
El sonido del teléfono de Joe llamó la atención del equipo, era Iris quien había asistido a un evento de recaudación donde esos desquiciados estaban, habían envenenado las copas de champagne con un potente veneno, por lo que se sumaron ahora 2 cosas más: fabricar un antídoto, capturar a ese par. Pero la prioridad era salvar a Henry Allen.
—Barry, no subestimes al Trickter. —Apenas pudo decir el Doctor Wells cuando se sintió la ráfaga de viento en el córtex.
El frío viento golpeó a Joey en su espalda y sus cabellos se agitaron como las flores en primavera. Cerró sus ojos y masculló como una oración:
—Por favor vuelve.
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Laboratorios S.T.A.R.
21:03 p.m.
Henry miró el traje de Flash que descansaba puesto en su maniquí de acero. Finalmente todo había acabado; salvó a su padre, Trickster padre e hijo estaban juntos en prisión y con suerte compartiendo celda
—Solo dime, cómo se siente cuando corres por la cale como un relámpago.
Barry miró de reojo al equipo antes de volver a mirar a su padre. —No tiene comparación.
Sintió su corazón dar un salto en el momento que escuchó esa risa. Había estado tan absorto por tener a su padre con él, que por un momento se olvidó de la presencia del equipo. Giró solo un instante para verlo, y ahí estaba Joey, riendo en compañía de Cisco y conversando tan despreocupadamente. Fue inevitable que su rostro se iluminara ante esa imagen.
Ese gesto no pasó desapercibido por Henry. La forma en como los ojos de su hijo se iluminaron con solo haber visto a ese joven reír y sonreír, y al que había abrazado solos unos segundos antes. La manera en cómo se tensó Barry cuando se vio descubierto le dijo todo lo que su instinto paternal necesitaba saber.
Su hijo, por otro lado, intentó mostrarse serio, pero esa sonrisa nerviosa que crecía a cada instante solo lo ponía más en evidencia. Sus mejillas se ruborizaron rompiendo el intento de mantener la compostura, y con eso, Henry supo que ya no necesitaba sospechar nada.
—¿Es él? —La pregunta fue lanzada con cierta travesura y una sonrisa de Henry al ver cómo su hijo no había sido tan discreto como quizás esperó ser.
Sí, se había confesado justo antes de quitarse su capucha. Y el resultado fue exactamente que con Joe.
Barry frunció el ceño ligeramente mientras miraba hacia otro lado, pero la verdad estaba ahí, haciéndose evidente. Sus ojos seguían volviendo hacia Joey quien estaba con su teléfono a la oreja.
Sonrió aún con un ligero rubor en sus mejillas antes de responder un tímido: —Sí... es él.
Su padre dejó escapar una pequeña risa ante la reacción, notando lo genuina y pura que era. No era la primera vez que miraba a su hijo apenarse, pero sí la primera en la que se miraba así, tan libre, tan relajado. Tan... enamorado, por así decirlo.
—¿Sabes? —Le preguntó, poniendo su semblante un poco más serio—, si él te hace sonrojar sin siquiera intentarlo, entonces lo que sientes es algo real y sincero.
Barry bajó la mirada un momento antes de rascarse la nuca nervioso y sorprendido por la observación de su padre. Pero Henry ya había dado por sentado que, sin importar qué, apoyaría a su hijo y lo defendería a capa y espada.
—Es complicado. Pero... sí, papá. —Admitió con una sonrisa más que nerviosa—. Lo que siento es completamente real.
Henry asintió complacido por la respuesta de su hijo. Él sabía que las relaciones nunca eran fáciles, sobre todo cuando habían sentimientos complicados. Pero también conocía a su hijo, y sabía que Barry no era un chico que se desanimara o rindiera tan fácil, y si realmente quería algo con ese jovencito, lucharía por ello.
—Pues si de verdad te importa, hijo, no dejes que el miedo o la confusión te detengan de nuevo —Le dirigió una mirada cálida, de esas que le suele dar cuando le da un consejo. Justo como como ahora—. No te permitas perder la oportunidad de ser feliz. Habla con él.
Barry lo miró asintiendo lentamente, reconociendo la sabiduría de las palabras de su padre. Sabía lo que sentía, lo que quería, sin embargo, aún había algunas dudas en su mente, revoloteando como moscas. Pero el solo hecho de que su padre estuviera ahí, alentándolo y mostrando su completo apoyo, le daba fuerzas.
Miró nuevamente a Joey, quien seguía conversando con Cisco hasta que el menor le dedicó una sonrisa y algo en su interior le dijo que ya no debía seguir esperando. No quería seguir esperando más. Si quería ser feliz, si quería estar con él, tendría que reparar lo que había agrietado.
Pero estaba más que dispuesto a hacerlo. Por él y por Joey.
—Te prometo que lo haré, papá. —Respondió con resolución y una renovada determinación.
Henry sonrió con orgullo a su hijo, regalándole una sonrisa de completa aprobación. —Tu madre siempre me dijo que eras especial. Y en serio lo eres, hijo. Ella estaría feliz de ver que tú también comienzas a serlo.
Barry sonrió con melancolía y amor, imaginando cómo su madre, Nora Allen, desde donde quiera que estuviera, estaba con una hermosa sonrisa.
—Lo sé.
Se dieron un último abrazo, uno que pudiera transmitir todo el amor que un padre puede tener por sus hijos,
—A propósito hijo, tienes buen ojo. —Le susurró con diversión provocando una pequeña risa en Barry.
—Gracias, papá.
Cuando se separaron, el hombre se giró al detective West quien lo esperaba listo para volver a Iron Heights.
—Es hora, Joe —Dijo Allen padre mostrando sus muñecas, en la espera de ser esposado.
Joe negó, y en lugar de eso, lo rodeó por los hombros con un brazo y caminaron hacia la salida. Barry se quedó ahí, rodeado por el equipo mirando a su padre volver a prisión, apretó los puños sintiendo algo de impotencia; lo tuvo tan cerca y ahora volvían a llevárselo.
La suave presión de una mano sobre su hombro lo hizo ver hacia Joey.
—Lo sacaremos de ahí, Barry. Te lo juro. —El menor le regaló otra sonrisa, y esta vez, importándole poco si el equipo lo vio, se la regresó.
Sí, ya sabía lo que quería.
FIN DEL ACTO CUATRO.
Hola a todos :D
más de 7 mil palabras, sinceramente no es así como imaginé que saldría el capítulo. Lo imaginaba más corto, pero realmente la situación no lo ameritaba.
Además, regresaré a la universidad y mi tiempo para escribir y actualizar se verá cruelmente afectado y atrofiado. Pero no por eso los descuidaré.
Barry finalmente es libre, ya solo falta que lo sea con el resto de sus círculo.
¿Creen que habrá alguien que se oponga a su confesión?
¿Qué les pareció? Los leo.
Nos vemos luego.
Edgar Ríos, fuera!
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