𝗢𝟳-𝗖𝗼𝗻𝗳𝗲𝘀𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗯𝗼𝗿𝗿𝗮𝗰𝗵𝗮

Lunes 30 de junio.

En algún bar de Southside.

20:29 p.m.

Barry llevaba al rededor de 15 minutos esperando a Caitlin y a Joey en aquel bar con la intención de encontrar respuestas sobre la meta-humano que estaban persiguiendo ahora. Estaba sentado en una mesa en el centro del lugar, las luces de colores resplandecían, el ambiente era alegre y festejable, y en el escenario se encontraba un hombre de edad media interpretando "Working for the weekend" de Loverboy. No lo hacía nada mal, claro, pero como cualquiera que no es profesional no lo estaba haciendo perfecto, pero controlaba bien su modulación. 

Pero ninguno de los 2 aparecía. 

Giró la cabeza hacia la entrada y por esta entraba Caitlin luciendo un hermoso vestido de color azul noche, brilloso por las lentejuelas a juego con unos tacos del mismo color. Su cabello habitualmente suelto y semi lacio ahora estaba hecho una serie de ondas que le llegaban a la altura de sus hombros. Cuando vio a Barry sentado en la mesa se acercó, se sentó a su lado y lo saludó. 

—¿Y Joey? —Preguntó la doctora esperando que quizás el menor ya estaría con el velocista.

—Aún no llega. —Respondió él con un poco de alivio en su voz.

Desde hace varias semanas, sus interacciones se volvían más frecuentes y mientras más tiempo pasaban, más cuenta se daba que las muchas cosas en común que tenían y que en contraste con sus diferencias le resultaba como una rara ironía que lo hacía sentirse bien.

—Espero que no tarde en venir. 

—Yo creo que acaba de hacerlo. —Dijo la doctora mirando hacia el exterior.

En el estacionamiento de las motos, se estacionó una Yamaha fz-09 de donde bajó una figura masculina que extrañamente, le provocó a Barry una aceleración en su pulso, seguido de un pequeño tirón en su corazón, y cuando lo vio quitarse su casco sintió como si el mundo entero comenzara a bajar su velocidad solo para que él pudiera admirar a Joey menear su cabeza; sus cabellos marrones, siempre desordenados estaban ligeramente peinados pero con aquel movimiento, junto al viento fresco de la noche de verano, los dejaron en un pequeño desorden.

Un desorden perfecto. 

Cuando el menor cruzó la puerta del bar sintió como el aliento se escapaba de su garganta y era liberado en un cálido "Dios" acompañado de sorpresa. Lo había visto vestir con camisetas de colores un tanto vibrantes y en combinaciones que dejaban marcado su gusto por la moda y lo experimental con las texturas, pero hoy, era otro. Vestía una camiseta color crema con la leyenda "glückliche Seele", sobre esta un elegante Jersey de color rojo escarlata que, en contraste con el suave tono de la camiseta, parecía brillar. Unos jeans negros se abrazaban a sus delgadas pero formadas piernas y sus pies estaban enfundados en unos snickers de color blanco con detalles negros y rojo. 

Miraba a todos lados con una expresión que se podía describir como encantadora, fue entonces cuando sus miradas se encontraron nuevamente y sonrió. No supo ni cómo y cuándo, pero él también se encontraba sonriendo. Trató de actuar natural cuando lo vio avanzar a la mesa, pero el torbellino de emociones albergadas en su interior estaban provocando estragos, ¿Era eso lo que significaba admirar a alguien tan profundamente? ¿O era algo más profundo y que le daba miedo reconocer?

—Hola, lamento el retraso. —Se disculpó con una sonrisa apenada—. Espero no haberlos hecho esperar mucho.

—Tranquilo, yo también acabo de llegar. —Anunció Caitlin con una sonrisa.

Joey suspiró aliviado antes de girarse y mirar al castaño. 

—Hola Barry. —Saludó Joey con calidez.

Por su parte el velocista estaba sin habla, las palabras no salían y mucho menos una sílaba. Caitlin notó esto y decidió hablar un poco más fuerte considerando el bullicio del lugar.

—Barry.

Parpadeó varias veces cuando la voz de su amiga lo sacó de aquel trance, en un instante sintió la sangre subir lentamente por sus mejillas y una ola de nervios lo golpeó de lleno en la cara. Por reflejo se rascó la nuca.

—¿Qué? —Se le miraba un poco perdido, pero rápido se recompuso—. Joey, hola. Linda chaqueta.

•─────⚡─────•

La operación "buscar respuestas" se vio complicada cuando Caitlin comenzó a pedir bebidas, lo que la llevó a volverse un poco más cariñosa de lo habitual, su perfil profesional y analítico se desvaneció con cada trago y ahora estaba riendo y tambaleándose un poco, pero aún podía caminar.

—Chicos, si me permiten. —Comenzó a decir ella, sus palabras arrastradas—. Debo ir al baño.

Ambos castaños la vieron caminar en pequeños tropiezos a los sanitarios, se miraron y asintieron; Caitlin necesitaba urgentemente un vaso de agua. Se acercaron al bartender con la intensión pedir un compuesto químico libre de alcohol.

—Oye, ¿Podrías darnos un vaso de agua, por favor? 

El bar tender ignoró épicamente a Barry y eso ofendió por completo a Joey quien estaba por hablar cuando una voz habló desde un micrófono. Los 2 abrieron sus ojos de la sorpresa y se giraron de golpe solo para ver a su amiga parada en el escenario con una enorme sonrisa.

—Con ustedes el señor Barry Allen. —Su voz era un tanto fuerte y animada—. Y también está Joey Zim... Zimm... no lo recuerdo, pero es algo así como de carpintero.

Joey comenzó a menear su dedo en señal de negación acercándose con Barry al escenario en un intento por bajarla.

—Vamos, Caitlin. —Murmuró el menor—. Te daremos agua y verás como se te pasa.

—¡Oh vamos chicos! —Exclamó haciendo un gesto dramático—. ¡Vengan conmigo, aquí! ¡Acompáñenme arriba! ¡Oh, por favor, enséñenles lo que tienen! ¡Barry, Joey, Barry, Joey! 

Lentamente el público comenzó a decir sus nombres y en menos de lo esperado, se encontraron subiendo por los escalones del escenario quedando a un lado de la doctora.

—Uno es tan rápido y el otro es increíble con la tecnología. —Bromeó antes de llevar un dedo a sus labios en señal de silencio—. Shhhhh... nadie debe saber.

—Sabes que no soy buen cantante. —Protestó Barry, riéndose y tratando de resistirse.

—Vamos, será divertido. —Dijo Joey, siguiéndolo con una sonrisa—. ¿Qué puede salir mal?

Una vez en el escenario, Caitlin pidió una canción de amor muy conocida y popular. Mientras esperaban que comenzara la música, ella les dio a Barry y Joey unos micrófonos y les guiñó un ojo seguido de una radiante sonrisa.

—Diviértanse, chicos —Dijo ella y antes de que pudieran reaccionar, se bajó del escenario dejándolos solos.

La música comenzó a sonar; los primeros acordes comenzaron a sonar, Barry y Joey se miraron, compartiendo una mezcla de sorpresa y nerviosismo. Era una canción de amor, y la situación era un poco incómoda, pero ambos decidieron seguir adelante.

—Bueno, supongo que no tenemos otra opción —Se resignó Joey con una sonrisa tímida.

—Vamos a hacerlo —Le animó Barry, tratando de sonar confiado.

Comenzaron a cantar, y pronto se dieron cuenta de que no era tan malo. De hecho, era bastante divertido. La letra de la canción hablaba acerca de como una amistad puede irse convirtiendo en algo más, algo más intenso llegando a una conexión casi instantánea que puede llegar a alterar las vidas de ambas personas. 

Mientras cantaban, comenzaron a mirarse a los ojos, sintiendo una conexión más profunda. Barry tomó la iniciativa y comenzó a cantar con más emoción, mirando a Joey con una intensidad que nunca antes había mostrado. 

Joey, sorprendido al principio, pronto se dejó llevar por la música y la emoción del momento, ¿Era las copas que se bebió? No, no le hacen ningún efecto, ¿La emoción de estar cantando una de sus canciones favoritas? Quizás, pero una cosa era segura: Ambos se estaban divirtiendo.

And all my walls, Stood tall paintend blue.  —Cantó Barry, su voz llena de sentimiento—. But I'll take 'em down, take 'em down, And open up the door for you.

Joey respondió con la misma pasión, sus voces armonizando perfectamente.

And all I feel, In my stomach is butterflies. —Cantó Joey, sus ojos fijos en los de Barry—. The beautiful kind, makin'up for lost time, Takin' fight, makin' me feel like. 

El bar estaba lleno de aplausos y vítores de la audiencia, pero para Barry y Joey, parecía que solo existían ellos dos en ese momento. La música, las luces, todo se desvaneció a su alrededor mientras cantaban, creando una burbuja de emoción y conexión.

All I know is a new found name, All my days I' ll know your face, All I know since yesterday, Is everyyhing has change. —Cantaron al mismo tiempo, sus voces coordinándose en una buena sintonía.

Cuando la canción terminó, se dieron cuenta de que estaban más cerca de lo que habían estado antes, sus manos entrelazadas sin que se dieran cuenta. Se miraron, respirando profundamente, conscientes de que algo había cambiado entre ellos.

Caitlin, viendo la escena desde la barra, sonrió ampliamente. Sabía que había hecho lo correcto al llevarlos al escenario. Barry y Joey, aún tomados de la mano, bajaron del escenario entre aplausos y risas, pero con una nueva chispa en sus corazones. Cuando llegaron con la doctora esta los miraba con una sonrisa llena de complicidad y satisfacción.

—No solo son uno rápido y el otro controlando tecnología con sus... —Hizo unos pequeños ademanes con sus manos—. Manos... sino que también cantan, díganme, ¿Hay algo que no hagan bien?

—Impedir que bebas. —Respondió Joey a su pregunta antes de pedir un vaso de agua, por suerte esta vez no los ignoraron y le entregaron la bebida más saludable del universo—. Ahora bebe esto, Caitlin y no preguntes nada.

Sorpresivamente la doctora hizo caso y bebió del agua acabándosela de una sola tomada como si de vodka se tratase y eso solo confirmó que debían irse.

A unas sillas de distancia, una chica de cabello oscuro miraba la escena un tanto divertida y resignada.

—Olvídalo Linda, se ve que le gusta ese chico. —Le dijo el bartender que estaba a cargo de la barra.

—Parece ser que así es. —La mujer suspiró con un aire de resignación y una pequeña sonrisa. No se sintió como una derrota, pero la desilusión no se iría al instante.  

•─────⚡─────•

Un rato después...

23: 13 p.m.

Después de la animada noche en el bar-karaoke, y una gran vomitada que casi acaba con los tenis de Joey, Barry y el menor decidieron llevar a Caitlin a su departamento y era ahí donde estaban ahora, en la puerta de la castaña.

—Gracias, chicos, son los mejores —Dijo tambaleándose un poco mientras intentaba encontrar las llaves en su bolso.

—De nada, Caitlin. —Barry sonrió mientras la sostenía para que no se cayera—. Queremos asegurarnos de que llegues sana y salva a tu casa.

—Que caballerosos. —Sus palabras seguían arrastrándose.

Joey, que sostenía las llaves, abrió la puerta y entraron. La llevaron al sofá y la acomodaron con una manta.

—¿Quieres un café? —Preguntó Joey preocupado por el estado de su amiga.

—Sí, por favor —Respondió cerrando los ojos y dejándose caer en el sofá mientras Barry se sentaba a su lado.

En el momento que Joey caminó en dirección a la cocina, ambos quedaron en un silencio cómodo, con Barry vigilando que no fuera a hacer un movimiento que la llevara a caer al suelo. El silencio se vio roto por el sonido de una risa suave y arrastrada de Caitlin. 

—¿Sabes algo, Barry...? —Murmuró ella, abriendo los ojos y mirándolos con una expresión seria—. Siempre estás corriendo hacia el peligro, salvando a todos y siendo super observador... hay algo que no ves.

Barry frunció el ceño con una mezcla de curiosidad y nervios.

—¿Qué pasa, Caitlin? —Preguntó.

Ella se sentó un poco más derecha, con la mirada al suelo y sus cabellos cubriendo parte de su rostro, y después la levantó de golpe en un exagerado gesto como si estuviera exorcizada asustando a Barry. Y con un esfuerzo evidente, y lo miró fijamente antes de señalarlo con su índice izquierdo.

—Joey. —Comenzó a decir en susurro, como si estuviera contando el secreto mejor guardado de la historia—. Él... te mira de una manera tan linda... sus ojos se iluminan cada vez que regresas de una misión... y tú, ni siquiera lo notas.

Barry estaba por replicar, pero para su suerte, Caitlin continuaba hablando.

—Ustedes dos son... algo especial, ¿saben? —Balbuceó, su voz suave pero llena de convicción—. Siempre he visto cómo se miran, cómo se cuidan el uno al otro.

—Caitlin, no tienes que... —Comenzó Barry, pero la doctora lo interrumpió.

—Déjame terminar —Lo interrumpió ella—. Lo que quiero decir es que ustedes dos tienen algo único. Algo hermoso. Y sería una pena que no lo aprovecharan.

Barry la miró un poco incómodos pero también conmovidos por las palabras de su amiga.

—Caitlin, estoy bien, de verdad. —Se apresuró en decir Barry, tratando de sonar convincente.

Snow sonrió, una sonrisa que era tanto triste como comprensiva.

—Lo sé, Barry. Pero a veces, ser 'bien' no es suficiente. A veces, tienes que luchar por ser 'feliz' —Recalcó, sus ojos brillando con sinceridad—. Y tú, te mereces ser feliz.

Barry se quedó en silencio, asimilando lo que su amiga acababa de decir. Sabía que ella tenía razón. Había algo entre él y Joey, algo que no sabía cómo explicarlo o cómo llamarlo. Dejó escapar un suspiro antes de hablar.

—Gracias, Caitlin —Dijo el velocista finalmente, su voz suave—. Gracias por decirme esto.

—De nada, Barry —Respondió sonriendo mientras se dejaba caer de nuevo en sillón.—. Ahora, quiero que pienses en lo que realmente quieres. La vida es demasiado corta para no ser feliz.

Joey, que había vuelto con la taza de café humeando se detuvo y miró a Caitlin con una pequeña sonrisa, su mirada se desvió a Barry quien se sonrojó todavía más haciendo que el menor mirara la escena sin comprender nada. 

•─────⚡─────•

Mientras Barry esperaba en la sala, Joey estaba con la doctora en su habitación ayudándola a cambiarse con cuidado mientras ella murmuraba cosas inaudibles bajo suspiros y risas suaves. Parecía ser que el alcohol, en conjunto con el cansancio habían logrado su cometido que era hacerla bajar por completo la guardia.

Cuando finalmente Caitlin estaba vestida con su pijama Joey la llevó a la cama para arroparla.

—No habrás visto mis cositas, ¿Cierto? —Preguntó ella divertida y aún arrastrando las palabras.

—No, descuida. —Respondió él—. Y de ser así, créeme, nada de eso despertaría algo en mí.

Snow dejó salir una risa un poco más fuerte que las anteriores.

—No importa, tú tienes ese privilegio por ser gay.

Con aquel cumplido, Joey no pudo evitar sonreír con humor y cierta ternura, ver a Caitlin Snow ebria era un espectáculo que no olvidaría nunca. Cuando vio que su amiga parecía estar finalmente dormida se enderezó listo para darse la vuelta y fue en ese momento que una pequeña risa resonó en la habitación, era ella, con sus ojos cerrados pero una sonrisa juguetona.

—¿Sabes, Joey? —Dijo, su volumen bajo pero audible y entendible—. Barry se preocupa por ti...

El castaño parpadeó un par de veces procesando esas palabras que dijo la mayor.

—Lo sé Caitlin, Barry siempre se preocupa por sus amigos.

Ella negó, sus ojos aún cerrados y su sonrisa ensanchándose.

—Es más que eso... —Balbuceó antes de incorporarse en el colchón y finalmente abrió sus párpados para mirarlo fijamente—. Se preocupa más de lo que él mismo admite...

—Cait... —Intentó decir Joey pero sin mucho éxito.

—Cuando supo que presentaste su examen para volver a la universidad se puso muy alegre... —Soltó sin pensar mucho en sus palabras—. Y cuando dijiste que habías aprobado se alegró tanto... y luego... —Hizo una pausa dramática—. Su rostro cambió. Fue como si alguien hubiera apagado el brillo en sus ojos... pienso que es por que no pasarás tanto tiempo en los laboratorios con nosotros... ni con él.

Joey sintió un nudo en el estómago con esa confesión junto a un inminente calor escalar por su cuello a sus mejillas. No era la primera vez que le hablaban sobre Barry en un contexto alejado de su vida como héroe; primero fue Oliver, luego Cisco, y ambos lo hicieron para hacerle ver lo obvio que era con sus sentimientos. Pero oírlo de Caitlin, siendo tan directa y seria, era algo completamente diferente a esos 2 casos. Lo desarmó en menos tiempo del que le tomó a él desarmar la bomba que Snart le colocó debajo a su amiga el día que la secuestró. 

—Cait, estás diciendo cosas demás por que estas ebrias. —Susurró con su voz sonando tranquila, no queriendo hacerse ideas en la cabeza. 

Caitlin se encogió de hombros.

—Eso no significa que no sea cierto. —Se defendió antes de volver a acurrucarse en su almohada—. Barry te mira de una manera muy especial... más de lo que tú crees.

Joey se quedó en silencio procesando esa conversación que acababa de tener con la castaña, miró a Caitlin quien cuya respiración se hacía más profunda y lentamente se sumió en el sueño. Soltó un suspiró, las palabras aún resonando en su cabeza provocándole una sensación de calor y una inquietud que no podía ignorar.

—Descansa Caitlin. —Murmuró acomodando unos mechones de su amiga dejándolos detrás de su oreja.

Se puso de pie y comenzó a caminar hacia la puerta.

—Espera... —Se apresuró en decir ella—. Hay otra cosa que debes saber...  

•─────⚡─────•

Martes 01 de julio.

Laboratorios S.T.A.R.

07:38 a.m.

—¿Cómo les fue? ¿Descubrieron algo? —Preguntó Cisco al menor.

Pasaron unos segundos en los que no obtuvo respuesta alguna, miró a Joey quien se miraba bastante distraído, por que en realidad lo estaba; su mente estaba divagando, llevándolo a ese momento en que se encontró a sí mismo hablando con Caitlin, mejor dicho, con Caitlin diciendo cosas de las que probablemente no se acuerde.

—¿Joey? 

El chico parpadeó meneando su cabeza a modo de sacudirse todos sus sobre pensamientos. Luego, miró a Cisco un poco avergonzado.

—Perdón, ¿Qué decías? —Sus mejillas se encendieron en un color rosado muy suave.

—¿Qué tal la pasaron anoche? —Volvió a preguntar Cisco.

—Ahh, bien. —Respondió de inmediato Joey.

Su conversación con una borracha lo dejó super pensativo, casi al punto de que casi se queda con los ojos abiertos toda la maldita noche. Lentamente el sonido de unos pasos lo sacó de esa neblina de distracción junto a unas voces que estaban hablando y no tardó en reconocerlas.

Eran Caitlin y Barry.

La puertas del córtex se abrieron revelando a la doctora y al velocista quienes estaban hablando, Barry se veía tan fresco como siempre mientras Caitlin era otra historia. 

—No recuerdo mucho, ni siquiera sé cómo demonios terminé con unos calcetines en mi boca. 

Joey dejó escapar una pequeña risa, no sabía que le causó más gracia; si recordar su desesperado intento por ya no escucharla o los enormes lentes de sol que cubrían la mitad de su cara y que apenas escondían el rastro de cansancio, consecuencia de la noche anterior entre tragos, cantos y confesiones.

—¡Cisco, necesito insecticida en el córtex! —Gritó Joey—. ¡Se metió una mosca gigante!

Barry se llevó una mano empuñada a su boca a modo de reprimir la risa que amenaza con salírsele por la broma de Joey mientras Caitlin, sin ningún rastro de humor, lo fulminó con la mirada, lamentablemente el efecto era casi nulo contra aquellos enormes lentes.

—Muy gracioso, Joey. —Dijo ella antes de señalarlo con un dedo—. Me aseguraré de recordarte esto la próxima vez que tú seas el que necesite un café extra fuerte.

Joey hizo un pequeño balbuceó, como si estuviera imitando lo que ella dijo y con eso Barry dejó salir una carcajada antes de mirar al menor con diversión y un poco de reproche, por su parte Joey levantó la mirada y al hacerlo, verdes y pardos se encontraron por un momento donde ambos sonriendo con complicidad. Después dirigió su mirada a la doctora y un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo al recordar todo lo que ella le dijo, prácticamente le confesó cosas que hubiera no preferido saber por que ahora su mente estaba sometiéndose a todavía más caos..

Justo en ese momento apareció Cisco rompiendo el momento.

—¿Escuché algo sobre insecticida? Ay por dios, ¿Caitlin, qué te pasó? —Preguntó mirando a su amiga quien estaba a nada de arrancarle sus largos cabellos negros como el ébano.

—Ni una palabra de esto. —Sentenció la doctora.

•─────⚡─────•

Más tarde ese mismo día.

Después de aquel momento de diversión y risas el ambiente cambio de una forma casi instantánea comenzando por que la noche anterior Cisco dejó escapar a Hartley Rathaway quien le hizo creer al latino que le diría todo lo que sabía sobre Ronnie. Caitlin, a pesar de tener una resaca y unas terribles ganas de vomitar se contuvo para no exaltarse con su amigo, ya que lo último que quería era sufrir de algún movimiento que pudiera generarle el mínimo mareo. Cisco confesó que la noche que el acelerador de partículas fue puesto en funcionamiento y colapsó, el prometido de la castaña se encontraba en el interior tratando de apagarlo, pero lamentablemente debido a que pasó de un tiempo límite para ser rescatado, el latino se vio obligado a dejarlo encerrado dentro del acelerador culminando así con la vida de Ronnie Raymond.

Cisco habría esperado que Caitlin le gritara, que se enojara y decidiera ya no volver a ser su amiga o cualquier tipo de reprenda o insulto; pero definitivamente no esperaba que ella lo abrazara y le hiciera ver que nada de lo que sucedió esa noche había sido culpa suya, por que no lo era no lo sería nunca. 

Después de eso, con un análisis que el Doctor Wells hizo con las partículas de la meta-humana, formuló una teoría que decía que ella solo podía teletransportarse en un ambiente con luz y que ella pudiera ver a un punto para moverse.

Por si fuera poco en medio de esa conversación Barry recibió una llamada donde le dijeron algo que hizo su mundo temblar: Había apuñalado a su padre en la cárcel y en ese momento desapareció del córtex en un rayo y dejando una brisa de aire que mandó a volar algunos papeles sueltos.

¿Lo único bueno en todo eso? La resaca de Caitlin desapareció en ese lapso de tiempo.

•─────⚡─────•

Prisión de Iron Heights.

18:02 p.m.

Barry miraba a su padre en la camilla sintiendo un asfixiante nudo en la garganta. Según le contó Joe, fue victima de un hombre de parte de un tal Marcus Stockheimer.

—Oye... —Dijo Barry con calma, la que podía tener en ese momento—. Te dije, que te detuvieras.

—Tu papá me llamó con más información. —Intervino Joe que estaba a un lado de Barry—. Nos ayudó a rastrear a Clay y a Shawna, y a arrestar a Stockheimer.

—También logramos arruinar el robo de Marcus. —Completó Henry con una sonrisa de satisfacción a pesar de su condición.

—Ustedes siguieron trabajando juntos y no me dijiste. —Dijo Barry sintiéndose un poco molesto.

—No es su culpa. —Habló el padre del velocista mirando a su hijo antes de sonreírle—. Solo lo hice para ayudarte.

—Que te apuñalen y golpeen, no está ayudándome. —Dijo con severidad el ojo verde.

Henry por su parte se vio con un rastro de duda, como si estuviera pensando en lo que iba a decir; aunque de cierta forma, lo estaba haciendo.

—Escucha, yo no suelo... sentirme muy útil aquí hijo. —Comenzó a hablar, buscando las palabras adecuadas—. Así que puedo ayudarte para variar, voy a querer apoyarte siempre... igual que me has apoyado todos estos años.

Barry meditó esas palabras por un momento, las últimas semanas había estado teniendo muchas cosas en la cabeza; entre sus responsabilidades como héroe y su trabajo como forense eran uno de los factores, luego estaba el caso de la muerte de su madre y la conexión con el hombre del traje amarillo que si bien, ya no lo había visto, intentaba no descuidar su deseo por ser más rápido de lo que ya era.

Pero definitivamente su mayor desafío en ese momento era poner en orden sus pensamientos con respecto a un castaño de ojos pardos; desde esa noche en que estuvo con Joey en aquel parque y el menor se permitió liberar sus emociones y mostrar un lado que nunca había visto en él supo que algo había comenzado a florecer.

Recordó como su propio cuerpo había reaccionado casi por instinto a una necesidad de haber querido consolarlo y acabó rodeándolo con sus brazos, cuando lo empujó para que la onda de sonido de Hartley no lo golpeara y las cosas que Caitlin le dijo hace apenas la noche anterior. 

Y ahora agregar que su padre pudo no haber salido con vida de ese ataque... eran demasiadas cosas. Demasiado todo.

Finalmente asintió antes de tomar la mano de su padre y apretarla.

—Sí. —Susurró.

Después de esa visita y saber quien había golpeado a su padre, decidió sacar a aquel hombre de su celda y negociar con él para saber el próximo movimiento de Stockheimer a cambio de regresarlo al interior de la prisión. El recluso respondió y Barry desapareció dejando al hombre afuera de la cárcel y con eso, sumándole otros 10 años más de condena.

•─────⚡─────•

Laboratorios S.T.A.R.

20:25 p.m.

Joey miraba a Peek-a-Boo finalmente en cerrada en la tubería con cierta lástima, según lo que supo, su novio se había escapado en el momento que Barry destruyó todas las luces del túnel que la pareja se encontraba atravesando dejándola sola y prácticamente aceptando su destino.

Una parte de él entendía lo que seguramente ella sintió cuando vio a su amor irse lejos y abandonarla en el auto. Después de todo, él había pasado por algo similar, aunque honestamente hubiera preferido que su caso hubiese sido idéntico al de Shawna. 

Mientras se daba la vuelta para comenzar a caminar, cerró sus ojos un momento para despejar su mente de esos pensamientos, pero la mente, siempre poderosa le jugó sucio y lo llevó a esos momentos donde era feliz.

Recordó sus abrazos, las miradas fugaces que se lanzaban en medio de los pasillo, esas sonrisas juguetonas, los besos robados en los salones vacíos, las escapadas llenas de adrenalina y emoción... todo era un cuento de hadas cuando estaban juntos; lejos de las miradas, las opiniones, los adultos y todo tormento.

Y luego, como una sombra que cubre toda luz, estaban los empujones contra los casilleros y las humillaciones frente a los demás, las burlas que dolían más que cualquier golpe físico.

Dustin Schneider.

Solo pronunciar ese nombre le hacía volver en el tiempo y revivir todo lo pasado aunque Joey se decía a sí mismo que ya no dolía. Dustin había sido su primera relación seria, una mezcla de emociones donde a veces estaban en la cima del mundo y otra veces casi tocando el suelo. Lo más doloroso era que venía de alguien que le juró amarlo y protegerlo toda la vida pero que a su vez, lo hería de formas que Joey no comprendía por completo.

Y luego, un día simplemente lo abandonó y al día siguiente lo vio con quien se suponía, era su mejor amiga.

Par de imbéciles.

Al abrir los ojos y volver a la realidad de las cosas se dio cuenta que no se había movido de su espacio pese a que su mente viajó lejos, miró a su lado y vio a Barry caminando a su lado con su clásica expresión amistosa. Sabía que cada día que pasaba sus sentimientos eran más evidentes y con todo que le fue dicho la noche anterior su corazón y cerebro estaban en un debate sobre lo que debería de estar pensando. Pero también sabía que, por mucho que le doliera reconocerlo, no podía permitir que su corazón se desbocara por alguien que, en el fondo, seguía atado a un amor que nunca podría corresponderle.

La vida le había enseñado que el amor podía ser complicado, que podía doler, pero también que valía la pena si se hacía desde un lugar de verdad. Quizá algún día ese tipo de amor llegaría para él. Por ahora, solo podía enfocarse en seguir siendo él mismo, orgulloso de la libertad que tanto había luchado por alcanzar.

FIN DEL ACTO TRES

Holaaa vvs les dejo el último capítulo del acto 3. 

Uno, siendo sincero disfruté mucho escribiendo este capítulo y espero que ustedes también. También quiero darles la bienvenida a los nuevos lectores.

Dos, originalmente pensé en hacer que se besaran al final, pero habría terminado en final no feliz así que mejor lo dejé con Joey recordando a su ex.

Tres, acuérdense de Dustin. Lo amarán más adelante :)

Cuatro, en el siguiente acto comenzamos con los verdaderos conflictos internos tanto en Barry como en Joey, y que no son muy lindos o sencillos.

Cinco, el próximo acto estará llegando pronto, solo espérenlo; mientras tanto no dejen de votar y comentar que les está pareciendo el fic.

Los leo luego.

Me despido.

Edgar Ríos, ¡Fuera!   

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