𝗢𝟲-𝗖𝗼𝗻 𝗼𝗷𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝗺𝗼𝗿
Jueves 21 de agosto.
Bowlings Mirrorball.
20:23 p.m.
Barry se acomodó en su asiento con una sonrisa de victoria y satisfacción tras haber hecho un perfecto strike, poco después se inclinó hacia la mesa donde su bebida descansaba y le dio un merecido sorbo. Miró al rededor del boliche: luces brillantes, música retumbando, el sonido de las bolas rodando y derribando pinos, las risas de otros grupos. Todo parecía tan normal y sencillo para él en ese instante, como si su vida nunca hubiese cambiado en ningún aspecto. Como si aquel rayo jamás le hubiese caído y nunca hubiese obtenido super velocidad.
—¡Sí! —Exclamó Jess dando un pequeño salto de emoción al ver como su tiró derribó todos sus pinos—. Supera eso, Thawne.
—Reto aceptado, Zimmermann. —Eddie no vaciló, tomó una bola dispuesto a lanzarla y hacer callar por un momento a Jessica.
En una mesa cercana, Iris y él los miraban jugar como 2 niños; dejaron que el tiempo hiciera su trabajo y ahora había decidido retomar las cosas y volver a ser mejores amigos como siempre lo habían sido.
—Es como ver a un perro y a un gato que crecieron juntos. —Comentó la morena divertida.
Barry estaba por decir algo cuando de repente un grito de Jessica arruinó el momento.
—¡Eddie! —Bramó ella.
Ambos se giraron mirándolos acercarse, el rubio estaba conteniendo sus enormes ganas de reírse en su cara mientras la castaña estaba empezando a ver cómo esconder su cuerpo.
—Vamos, dile lo que hiciste. —Gruñó Jessica, su voz sonaba entre una mezcla de risa y queja.
Eddie no respondió, en lugar de eso comenzó a reír ya sin lástima.
—Te crees muy chistoso, ¿No? —Desafió ella.
—¿Qué hizo? —Preguntó por fin Iris viendo que su novio no pensaba hablar.
—Estaba lista para lanzar para hacer un lanzamiento perfecto cuando de repente este —Señaló al detective con el dedo—, se atrevió a estornudar, lo que me distrajo de mi puntaje perfecto.
—¿Qué puedo decir? —Preguntó Eddie recomponiéndose de su ataque de risa—. Alergias.
Jess bufó antes de sentarse ella y el rubio, pero no sin agregar algo más.
—Vas a pegarle, ¿Verdad? —Preguntó la forense a su amiga quien asintió con una sonrisa.
—Ven aquí. —Eddie se acercó y ella en respuesta lo tomó por el rostro antes de darle un beso.
Jess abrió la boca haciendo un dramático y exagerado acto de indignación.
—¡Oh, por favor, Iris!
Barry, quien había permanecido más callado de lo habitual no pudo evitar reír por la escena desarrollada frente de él agradeciendo poder tener un respiro después de tan caóticos días los que había estado sufriendo; las últimas 2 semanas no habían sido las mejores para él en ningún sentido.
Comenzando porque no habían vuelto a ver al hombre de traje amarillo, sus conflictos internos que comenzaban a atormentarlo con mayor frecuencia durante la noche y para rematar las cosas en Laboratorios S.T.A.R. no eran las mismas desde que Joey se fue a la universidad.
Y ahí estaba de nuevo él. Pensando en Joey Zimmermann.
Intentó concentrarse de nuevo en el lugar donde estaba, pero era inútil. Recordaba perfectamente el rostro del menor cuando había decidido ser honesto con él, el leve temblor de su voz cuando confesó sus sentimientos, como sus manos lo habían rodeado y su rostro hundiéndose en el pecho del velocista. Y sobre todo, recordaba la forma en cómo Joey había intentado mantener la compostura a pesar del rechazo. Se había mostrado tan vulnerable y al mismo tiempo tan valiente, y eso solo hacía que Barry lo admirara aún más.
El recuerdo de los momentos que compartieron juntos lo inundaba: las conversaciones espontáneas, la forma en que Joey siempre encontraba algo positivo incluso en los días más grises, y cómo su risa podía iluminar cualquier habitación. Joey no era solo un chico más en su vida; era alguien que había dejado una huella profunda, incluso si Barry no lo había admitido completamente.
—Barry, ¿estás con nosotros? —Preguntó Jessica, sacándolo de sus pensamientos.
Barry parpadeó y se obligó a concentrarse en sus amigos.
—Sí, sí, lo siento, estaba distraído —Respondió, tratando de sonar casual.
Jessica levantó una ceja, claramente notando que algo estaba pasando.
—¿Estás seguro? Has estado en las nubes toda la noche.
Barry asintió repetidas veces, pero su mente seguía regresando a Joey. ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? ¿Era culpa? ¿Arrepentimiento?
El sonido de unas risas llenó el lugar. Un grupo de amigos entró al boliche. Bullicioso y animado, digno de universitarios que buscan liberar el estrés acumulado por las clases y su "semana de chocolate". Pero no fue lo que llamó la atención de la gente, sino el intenso agarre de manos entre 2 chicas que iban en el grupo, absortas del mundo y el ruido que las rodeaba.
Muchos las miraban, y para otros resultaba indiferente, dejándolas ser ellas mismas en su burbuja de amor.
Las chicas reían entre ellas mientras caminaban con sus amigos hacia una mesa. Una de ellas era rubia oscura, vistiendo un abrigo de color gris claro con el estampado de una serpiente y la frase "Love made me crazy", mientras la otra era una rubia más dorada con las puntas rosadas, ella vistiendo un suéter rosa pastel con una colorida mariposa y la frase "Hey kids, spelling is fun". Ambas lucían tan diferentes, como si pertenecieran a mundos completamente distintos, pero, con un mismo pensamiento: se amaban. Irradiaban una felicidad que no pasaba desapercibida para nadie, estaban absorbidas en su propio universo, siendo solo ellas 2, completamente enamoradas y sin la menor intensión de ocultarlo.
Sin poder evitarlo, Barry se quedó mirándolas por un pequeño tiempo, concentrando atención en el agarre, sus sonrisas, la forma en como se miraban. En ese momento una extraña mezcla de emociones comenzó a burbujear dentro suyo, admiración, asombro... y envidia.
—¿Qué miras, Barry? —Preguntó Jess al darse cuenta de que su amigo se miraba bastante distraído.
Barry la observó por un segundo, sintiéndose atrapado.
—Nada, solo... olvídalo no es nada. —Respondió fingiendo desinterés.
Para su mala suerte, Jessica no era tonta, ella sabía que algo lo tenía un poco desbancado; movió su cabeza hacia el lugar donde Barry estaba mirando hasta que sus ojos se toparon con la escena a unas mesas de distancia. Sonrió conmovida antes de centrarse de nuevo en el velocista.
—Es hermoso, ¿No crees? —Se animó a preguntar—. Ver a las personas siendo ellas mismas sin miedo a lo que piensen los demás, sin el temor de ser señalados. Cuando puedes amarte a ti mismo y compartir ese amor con alguien, y logran ser felices, es una sensación liberadora.
—Supongo... —Murmuró mientras ajustaba su marcador de puntos, una buena excusa para no mirar directo a los ojos de su amiga.
—Míralo de esta forma, somos piezas de rompecabezas que están regadas, sin poder coincidir con otras iguales, pero cuando encuentras el lugar, el tiempo y la persona, sientes como si de repente todo encajara en su lugar. Como si todo tuviera sentido, y lo gris de repente tiene color. —Continuó ella—. Es un privilegio que no todos tuvieron la suerte de vivir, pero muchos de ellos dieron sus vidas por que hoy, los más jóvenes tuvieran la libertad que tienen... es tan genuino todo.
Barry tragó saliva sintiendo un nudo formarse en su pecho. Las palabras de Jess lo estaban tocando más de lo que esperaba. En ese instante, algo dentro de él comenzó a romperse, como si un peso invisible que había estado cargando durante tanto tiempo comenzara a desmoronarse poco a poco. No era solo sobre Joey o su identidad; era sobre su propio miedo a ser libre, a ser auténtico. A ser él mismo sin esconderse.
—Ojalá fuera fácil para todos... —Musitó con la voz apagada luchando con el creciente ardor en sus ojos y la sequedad en su garganta.
Jessica, viendo cómo sus palabras comenzaban a calar en Barry, decidió continuar, aunque se suavizó.
—Lo sé, sé que el mundo puede ser horrible con quienes no siguen lo establecido, lo comprobamos el día que investigamos la muerte de ese pobre chico. Pero no hay nada más bello que ser tú mismo y mostrarle al mundo que no le tienes miedo a nada ni a nadie. Y eso no significa que todo se resolverá de inmediato, significa que poco a poco podremos encontrar nuestro propio camino, nuestra felicidad, nuestro lugar en este mundo... y eso, no tiene precio.
Barry se quedó en silencio por un segundo, dejando que las palabras de su amiga resonaran en su mente. No sabía con exactitud qué es lo que iba a hacer con todo lo que llevaba acumulado, pero al menos por primera vez en mucho tiempo, se permitió pensar que tal vez, solo tal vez, podría ser libre también.
Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos en el momento que sintió una vibración en su bolsillo.
—Tengo que irme. —Anunció Eddie revisando su teléfono—. Una emergencia en la morgue, te veo después.
—Tenemos. —Agregó Barry también mirando su móvil.
—Tienen que irse los 3, ¿No es así? —Preguntó Iris mirando a Jess quien asintió con una mueca de completa incomodidad.
—Trabajo es trabajo, y necesito el dinero para esa bolsa de Prada. —Respondió esta quitándose las zapatillas de bolos—. Oigan, no se vayan sin mí.
—Bueno, creo que me iré a casa. —Comentó la morena al aire viendo como su novio y hermano ya estaban listos para partir, solo estaban esperando a su amiga.
—Jess, date prisa. —La apuró Eddie—. No tenemos toda la noche.
—¡No me presiones, hombre! —Exclamó, no enojada, solo un poco estresada.
Desde que Singh la comenzó a llamar en la noche o a cualquier hora para asignarle una investigación o demás pendientes de menor calibre, había desarrollado un tipo de instinto que la llamaba para moverse a donde el capitán fuera u ocurriera algún tipo de escenario donde ella tuviera que hacer acto de presencia.
O simplemente estaba traumada.
—Nos vemos luego. —Se despidió apenas entregó las zapatillas y se unió al par de hombres que la estaban esperado.
•─────⚡─────•
Al día siguiente...
Viernes 22 de agosto.
Universidad de Hudson.
13:25 a.m.
Finalmente había comenzado a sentirse más cómodo con la rutina universitaria. Aunque aún había momentos en los que su mente se deslizaba hacia pensamientos sobre Barry, había aprendido a mantener esos momentos en silencio, sin dejar que interfieran demasiado en su día a día. Terry había demostrado ser una buena compañera de estudios, aunque todavía no había logrado abrirse completamente con ella. Sin embargo, su presencia constante en su vida académica le brindaba una estabilidad que Joey necesitaba, y había comenzado a apreciar su energía y confianza.
La universidad estaba resultando ser un reto constante, pero Joey comenzaba a disfrutar de los pequeños logros: las notas que mejoraban, los proyectos que salían bien, y las interacciones con sus compañeros, contando ya con un grupo pequeño, pero con el que se sentía a gusto. La tensión en su interior seguía allí, pero ya no era tan abrumadora. Había aprendido a concentrarse en el trabajo y a apartar esos pensamientos de su mente para que estos no lo distrajeran de su meta. Un título universitario.
Esa mañana en el campus, mientras el sol brillaba en el cielo, Joey estaba sentado en una mesa del área común junto a Terry y otros 3 chicos cuyos nombres eran Jenny, Keith y Mimi. Sus clases habían culminado, pero estaban trabajando en un proyecto grupal para una de sus clases más desafiantes: análisis y diseño de sistemas. Aunque el ambiente era relajado y para nada tedioso, la concentración en la mesa era evidente; los 5 jóvenes se encontraban concentrados en su trabajo correspondiente.
Terry estaba revisando una pila de notas, subrayando algunas ideas importantes. —Ok, chicos, creo que podemos usar esto como la base del diseño —Levantando la vista directo hacia Joey—. ¿Qué opinas, Jo?
Joey vio los apuntes, específicamente todo lo que su amiga subrayó y asintió para volver a los bocetos que tenían frente a él.
—Tiene sentido. —Dijo con una pequeña curva en los labios—. Si seguimos esta lógica, deberíamos poder justificar cada decisión en la presentación.
Jenny, que estaba recostada en la silla, dejó escapar un suspiro exagerado. —Ustedes son como máquinas. Yo apenas entiendo de qué están hablando, pero confío en ustedes plenamente.
—No exageres, Jen. —Joey no pudo evitar reírse—. Solo estamos siguiendo el esquema.
—Sí, claro. Pero eso no hace que sea menos impresionante —Respondió Keith mientras tecleaba en su laptop—. A veces me pongo a pensar que ustedes son un par de androides, como 17 y 18.
El ambiente en la mesa era ligero, lleno de bromas y camaradería, algo que Joey estaba comenzando a disfrutar. Por primera vez en semanas, sentía que podía ser parte de algo sin que los pensamientos sobre Barry o su confusión emocional dominaran su mente.
Y eso era reconfortante de cierta forma. Había olvidado cómo era estar rodeado de chicos de su misma edad, o cerca de esta (de hecho era el mayor de todos) y le resultaba más que refrescante poder compartir sus gustos, opiniones y conversaciones con personas que fácilmente podrían saber de lo que estaba hablando.
De repente, el teléfono de Terry vibró sobre la mesa. Ella lo revisó rápidamente y levantó una ceja. —Oh, esto es nuevo.
—¿Qué cosa, Terry? —Preguntó Keith apartando un momento la vista de su teclado.
—Una misteriosa nube de lluvia apareció en un punto de Ciudad Central. —Comentó con el ceño levemente fruncido.
Joey, que estaba concentrado en formar la estructura de su diagrama dejó de teclear de golpe, poniendo toda su atención en las palabras de su amiga.
—¿Qué? —Mimi se despegó un momento de su computadora antes de mirar a la castaña—. Déjame ver.
Wolf mostró la pantalla de su móvil donde se podía apreciar una densa nube oscura en el cielo al mismo tiempo que las gotas salpicaban el lente del teléfono con el que se estaba grabando. Joey miró el cielo un momento contemplando el azul infinito que se mostraba y una corazonada le decía que aquello no era normal. Aunque a simple vista no parecía más que un simple fenómeno meteorológico, Joey sabía que todo aquello que pudiera ocurrir en Ciudad Central no era para nada algo normal o una simple coincidencia.
—¿Qué te ocurre, Joey? —Keith miró fijamente a Zimmermann—. Terry mencionó lo de la nube de lluvia y te quedaste estático de la nada.
—Sí, estoy bien. —Respondió de inmediato—. No se preocupen.
Jenny levantó una ceja, no muy convencida de lo que dijo su amigo y agregó:
—Ese "sí" no sonó muy convincente.
Ese comentario, lejos de ayudarlo solo lo hizo sentirse un poco más inquieto, ¿Y si el equipo no sabía de la situación? Era muy improbable aquello pero eso no quitaba que no estuvieran al tanto de lo que pasaba.
Al demonio. No podía quedarse ahí. No cuando probablemente el equipo ni siquiera estaba al pendiente de lo que estaba sucediendo, debía hacer algo al respecto.
—Lo siento, tengo que irme —Dijo de manera apresurada, sin esperar una respuesta. Apenas pensó en lo que estaba haciendo, pero la urgencia en su pecho lo impulsó a actuar. Podría ser nada, pero algo en él decía que no debía ignorarlo.
Se levantó de forma abrupta provocando que su silla produjera un sonido estridente al raspar contra el suelo.
—¿Qué? —La voz de Keith quedó suspendida en el aire, cuando se dio cuenta, su amigo ya estaba levantando.
—Los veo mañana. —Sus palabras salieron casi atropelladas, una empujando a la otra mientras comenzaba a correr en dirección a la salida.
—¡Oye, pero esto es para mañana! —Gritó Mimi pero para su mala suerte, Joey ya estaba a varios metros de ellos—. ¿Qué le pasa?
Ninguno supo darle respuesta, a excepción de Keith que se encogió de hombros, a modo de aligerar el ambiente un poco.
Los teléfonos de los 4 sonaron, era Joey.
"Hagan sus partes, en la noche me encargo de la mía".
—De acuerdo. —Comenzó Jenny antes de mirar a sus amigos—. ¿Vamos a la plaza?
•─────⚡─────•
Laboratorios S.T.A.R.
13:48 p.m.
Joey estaba sentado escuchando con atención lo que Caitlin y Cisco estaban diciéndole. Nunca le habían contado sobre cómo Barry había decidido convertirse en un héroe, y la verdad es que la historia que acababa de escuchar era bastante fascinante, le resultaba no solo increíble, sino que también era algo digno de poder admirar.
—Entonces, eran 2 hermanos que supuestamente murieron el día que el acelerador de partículas explotó pero en lugar de eso sobrevivieron y de paso adquirieron la atmokinesis que es poder del control del clima, Barry derrotó a uno de ellos corriendo en dirección opuesta de un tornado en compañía del Detective West quien le disparó y ahora su hermano está buscando venganza contra Joe... —Caitlin asintió—. Diablos.
—Y así fue como comenzamos la aventura de Barry Allen como el velocista escarlata. —Agregó Cisco con un trozo de regaliz colgando de sus labios—. Pero, no se compara a la tuya.
Joey parpadeó un par de veces antes de poder formular algo.
—Te recuerdo que hice explotar un teléfono en la mano a un sujeto que estuvo a punto de dispararme en la cabeza y como consecuente, perdió los dedos. —Recordó Joey.
—Había olvidado lo retorcido que fue eso. —Comentó la doctora con la mirada fija en la consola principal.
—Y no fue con cualquier teléfono, fue con mi teléfono.
—Pero ve el lado bueno. —Regresó el latino—. Tu padre te compró un nuevo teléfono, y no cualquier teléfono, fue un iPhone.
Cuando Cisco mencionó a su padre, algo dentro de Joey se activó como una alarma; ¿Y si su padre estaba cerca de la nube? ¿Y si llega a cruzar camino con el meta? Sabía que estaba exagerando un poco pero la idea de que su padre pudiera estar cerca de alguna amenaza como Mardon lo aterraba más de lo que le gustaría admitir.
—Papá... —Apenas susurró la palabra y ya estaba desbloqueando la pantalla de su móvil cuando el Doctor Wells se acercó, con un aire de tranquilidad y anticipación.
—Descuida, Joey. —Le dijo Harrison—. Le llamé hace un rato a tu padre y me dijo que estaba bien. Le comenté la situación y me aseguró que se podría a salvo en tu casa. Y por si te lo llegas a preguntar, Apolo también está bien.
El menor dejó escapar un suspiro de alivio. Realmente sintió un peso menos en sus hombros con aquellas palabras.
—Gracias, Doctor Wells. —Agradeció y el hombre hizo un asentimiento.
Hubo un momento donde miró a todos lados del córtex antes de relajar su postura. Él no estaba ahí, y eso de alguna manera le traía cierto alivio; las últimas semanas las cosas habían estado más que tensas entre él y Barry. Comenzando porque el mayor se empeñaba en ignorarlo siempre que estaban en un mismo espacio, luego estaban los momentos en que sus miradas se cruzaban y parecía que Barry quería acercarse y hablarle, pero así como venía, se iba.
Estaban tan cerca el uno del otro y pareciera que los separaba un universo completo. Un universo que pese a estar lleno de estrellas, planetas y cometas, inevitablemente se sentía vacío.
Durante el resto del día estuvieron ocupados monitoreando las cámaras y asegurándose de que el mago del clima no volviera a aparecer y en caso de que regresara, también le hablaron sobre como Cisco había construido un artefacto al que llamó "la varita del mago", diseñado para absorber la energía. Sin embargo las cosas se tornaron complicadas cuando el hermano de Mardon apareció en el departamento de policía, y en un intento por atacar a Joe, el capitán Singh se interpuso recibiendo de lleno el impacto de un relámpago, y ahora probablemente estaba en el hospital. Para no quedarse con la duda le preguntó a su hermana, quien le confirmó que Singh estaba internado.
Cuando cayó la noche, era el momento de irse a casa, siendo Caitlin la primera en retirarse.
—Oigan chicos, me voy a casa. —Anunció la doctora apareciendo con su bolso colgando de su hombro, sin embargo Cisco y Joey parecieron no escucharla—. ¿Chicos? Bueno ustedes ganan, voy a ver cada episodio de The Walking Dead contigo, Cisco. Y Joey, después veremos Glee, prometo a prenderme las canciones.
—¿Qué opinas del Doctor Wells? —Preguntó Cisco sin rodeos.
Sí, agreguemos como dato plus que Cisco termino viéndose igual de influenciado por aquella teoría; si bien en un inicio se mostró hostil y un molesto con la idea, después de que Joey le explicara los datos de aquella muestra de sangre, ese pensamiento no había dejado de rondar su cabeza y ahora quería confirmar si lo que pensaba era realmente cierto.
—¿De qué hablas? —Preguntó la doctora, no captando la idea de la pregunta.
—Hablo de si crees que es capaz... de hacer algo malo.
—¿Es por lo que Barry dijo que escuchó? —Los 3 caminaron en dirección al córtex mientras Caitlin seguía hablando—. Desde que explotó el acelerador de partículas siempre hay personas que quieren vengarse del Doctor Wells.
—No, no, no, es más que eso. —Comenzó Joey—. El Detective West cree que tal vez el Doctor Wells está involucrado en la mamá de Barry o en su homicidio... y yo también lo sospecho.
•─────⚡─────•
Hospital Saint Hope.
13:25 p.m.
Barry regresó al pasillo con 3 cafés en mano, en su camino le extendió uno a Joe que estaba sentado en una silla y este le agradeció por el gesto, después se acercó a Jess quien estaba con un hombre de cabellos rubio-castaños dándoles a ambos uno de los vasos.
—Gracias, Barry. —Dijo Rob, el prometido del capitán. La voz del hombre salió un poco tranquila, pero se sentía un matiz de tristeza—. No creí que conocería a los compañeros de David así, eso habla bien de ti.
—¿En serio?
—David solo vocifera. —Hizo una pequeña mueca antes de agregar algo más—. Es muy escandaloso.
Jessica estaba en silencio escuchando pero no pudo evitar dejar salir una pequeña risa por lo que el prometido del capitán Singh dijo, por que en realidad, era cierto. El sonido de la puerta abrirse y del cuarto del quirófano salió una doctora, en menos de lo esperado la mujer ya estaba rodeada por los compañeros del capitán.
—¿Cómo sigue, doctora? —Preguntó Joe levantándose de su silla.
—Tratamos de estabilizarlo. —Respondió ella—. Presenta parálisis en sus extremidades bajas.
—No puede ser. —Musitó el prometido del capitán.
—Lo más difícil es medir el alcance del déficit neurocognitivo. —Su tono de voz denotaba preocupación con una capa de profesionalismo—. Tal vez no sea la misma persona que recuerde.
—Quisiera verlo. —Habló Rob, su voz sonando más como una súplica que cualquier otra cosa.
—Lo lamento, solo puede visitarlo su familia. —Dijo la doctora—. Disculpe.
Al ver la cara del rubio-castaño, Jessica decidió hacer algo al respecto.
—Él es su prometido. —Intervino ella—. Es su familia, doctora.
La mujer frente a ellos hizo un pequeño asentimiento y después sonrió.
—Sí claro. —Le indicó al prometido de Singh para que entrara y este de inmediato lo hizo.
Cerró la puerta detrás de ella para moverse a otra zona del hospital, pero ates de que se fuera, fue detenida un momento por Joe West.
—Oiga, ¿Podrá volver a la policía? —Quiso saber.
La doctora los miro, evaluando el estado de ambos hombres que la miraban bastante preocupados. Dejó escapar un suspiro antes de responder debidamente.
—No estoy segura... de que pueda volver a caminar.
El silencio inundó el pasillo por unos minutos roto solamente por el sonido de las conversaciones de paramédicos y familiares, el ajetreo del trabajo de salvar vidas a diario y las ruedas de camillas.
Jessica, que estaba con la mirada fija en la ventana que daba a la ciudad, giró su cabeza al escuchar como Barry y el Detective West comenzaron una pequeña discusión.
—Quédate con ella y mantenla a salvo, no te apartes de mi hija. —Fue lo único que alcanzó a escuchar de Joe antes de retirarse.
Cuando el Detective West desapareció Jess decidió moverse, con cautela se acercó a su amigo y se puso a su lado.
No dijo nada, solo puso su mano en el hombro del castaño como señal de apoyo. Barry se quedó un momento más en el pasillo antes de fijar su vista en el pequeño cristal de la puerta y ver a través de este: el capitán David Singh, acostado en una camilla, conectado a varias máquinas mientras luchaba por su vida. A su lado, su prometido, Rob, estaba sentado con una de las manos de capitán entre las suyas a su vez que la acariciaba, sus ojos se encontraban brillando por la angustia, la tristeza, y miedo. Las lágrimas amenazaban con derramarse por sus mejillas, pero el hombre no se permitiría romperse frente a su amor.
Barry sintió un nudo en el estómago con tal escena; había visto muchas tragedias desde que se convirtió en Flash, incluso desde antes, pero ahora, la sensación era muy distinta a la mayoría de cosas que le ha tocado ver. No se trataba de un desconocido, sino de alguien que, aunque a veces sarcástico e irónico, siempre había sido visto como una figura de autoridad, fortaleza y liderazgo. Alguien a quien todos en el Departamento de Policía le tenían muchísimo respeto, y ahora esa imagen resultaba completamente lejana en contraste con el hombre que estaba tan vulnerable y en un limbo entre perder o no la capacidad de poder caminar.
—Es difícil verlo así. —Murmuró Jess rompiendo el silencio, su voz baja pero sonando compasiva con la mirada fija en el mismo punto donde miraba Barry quien asintió sin apartar la mirada.
—Sí... no puedo imaginar lo que Rob debe estar sintiendo. —Su voz tembló ligeramente, pero trató de disimularlo rápidamente. Por su parte, Jessica dejó escapar un pequeño suspiro.
—Es en esos momentos cuando te das cuenta de lo frágil que puede ser todo, y que lo más importante es no dejar pasar lo importante para otro momento, en no perder el tiempo en lo que realmente importa.
Barry se tensó inmediatamente con lo que Jess acababa de decir. Si bien esas palabras no eran para él, Barry no pudo evitar sentirlas como un mensaje para su mente. Una vez más, su cabeza lo llevó a Joey. A su valentía, no solo como persona sino como alguien que a pesar de sus errores del pasado, estaba tratando de hacer un cambio. A cómo había sido sincero con sus sentimientos con él, ¿Y Barry? ¿Qué fue lo que hizo? Reprimió todo, se dejó llevar por el miedo, y ahora no podía quitarse de la cabeza la idea de que el precio de la valentía muchas veces puede ser muy costoso.
Es mucho más fácil solo esconderse.
—Singh es fuerte. —Añadió Jessica, su voz comenzando un ligero temblor—. Pero no sé si podrá con esto.
El castaño asintió ya más como un movimiento automático debido a lo poco que su cerebro estaba procesando las cosas. Su mirada seguía fija en el prometido de Singh quien ahora le susurraba algo al capitán, muy probablemente palabras de ánimo, de consuelo y ternura. Barry se dio cuenta en ese momento, a pesar de que la situación era crítica y bastante dura, ambos hombres en la habitación compartían una conexión única y con ese pensamiento sintió una punzada en el pecho que le pesaba. Pero sin duda lo que más le estaba afectando era la forma en cómo Rob estaba mirando a su prometido; muchas personas podrían decir que lo observaba como a cualquier persona, pero no era así.
Lo miraba con ojos de amor. Igual que aquellas chicas en el boliche la noche anterior.
Con esos 2 escenarios ocupando su mente una sola frase llegó a su cabeza: cuando amas no importa el lugar, el tiempo o el espacio. Es la persona quien lo hace todo especial, en un sueño del que si abres los ojos, lo sigues viviendo.
Pero a como puede ser el sentimiento más hermoso, también puede ser el más doloroso. Así como nos da tantos momentos únicos con aquellos que nos dan alegría, también nos puede romper el corazón sin ninguna compasión.
Y a Barry le rompieron el corazón cuando Brandon se fue de su lado.
Nos vemos en el siguiente capítulo... :)
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