𝗢𝟱-𝗨𝗻 𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗲 𝘃𝗲𝗻𝗱𝗿𝗶𝗮 𝗯𝗶𝗲𝗻
Lunes 28 de julio.
Residencia Zimmermann.
06:00 a.m.
El sonido de la alarma llenó la habitación de Joey, cortando el silencio de la madrugada. Con un suspiro pesado, estiró el brazo y apagó el ruido molesto, quedándose un momento mirando el techo. Era lunes, el inicio de un nuevo semestre, y aunque usualmente sentía emoción por volver a la universidad, esta vez todo se sentía diferente. Su corazón todavía cargaba las heridas de la semana pasada, y la idea de enfrentar su nueva rutina no le resultaba nada alentadora como había imaginado.
Lentamente se levantó, arrastrando los pies hasta el baño. Mientras el agua de la ducha caía sobre él, sus pensamientos vagaban. Quería ser fuerte, quería dejar atrás lo que sentía por Barry, pero el recuerdo de su conversación seguía fresco en su mente. El velocista había sido sincero, y aunque eso era lo que Joey apreciaba, no hacía que el rechazo doliera menos.
A veces la verdad puede doler más que una mentira. Pero Joey prefería mil veces una verdad que se sintiera como una inyección a la que le era aplicado un algodón, antes que una mentira que se sintiera como el fino corte de un cuchillo o una puñalada de navaja.
—Es solo otro día más, Joey. —Murmuró para sí mismo, tratando de convencerse mientras se vestía frente al espejo—. Con la clara diferencia de que estarás en una especie de clases propedéuticas.
Optó por algo sencillo pero no demasiado simple: una camiseta de rayas manga larga, jeans oscuros y unos vans de color gris; no era sencillo pero no era algo que no llamara mucho la atención. Quería pasar desapercibido, enfocarse en sus estudios y dejar atrás cualquier distracción. Su mochila estaba lista desde la noche anterior, como siempre, un reflejo de su naturaleza organizada, aunque esta vez no sentía ese entusiasmo que normalmente acompañaba sus preparativos.
Antes de salir de casa se despidió de su padre y desde luego, de Apolo, y antes de subir en su motocicleta, respiró profundamente el aire fresco de la mañana. Había algo reconfortante en el hecho de saber que su vida daría nuevamente otro giro; por fin volvería a tener clases y responsabilidades que cumplir. Quizás eso era justo lo que necesitaba: distraerse, mantener su mente ocupada y, con suerte, dejar de pensar tanto en Barry.
El camino hacia la universidad fue un tanto corto pero eso no evitó que notara el bullicio habitual de Ciudad Central y cuando se dio cuenta, estaba llegando al enorme edificio. Joey se perdió en el sonido de los autos, las conversaciones de las personas y el movimiento constante a su alrededor. Todo parecía seguir adelante, como si el mundo no se detuviera por su dolor, y eso lo hacía sentir pequeño y, de alguna manera, insignificante.
Mientras el universo continuaba su curso, él seguía en su mismo espacio.
Al llegar al campus, fue recibido por rostros completamente desconocidos, muchos de estos saludaban con educación. Forzó una sonrisa y respondió con cortesía, pero evitó cualquier contacto que pudiera dar inicio a una posible conversación. No estaba listo para comenzar a socializar (aunque se le daba muy bien) ni mucho menos para conversar con los nuevos. Se dirigió directamente al auditorio donde muchos otros jóvenes que, como él, habían logrado ser seleccionados y asignados en un semestre acorde a sus puntajes. Los murmullos de los demás estudiantes llenaban el enorme espacio pero para Joey todo eso le resultaba lejano.
Mientras esperaba no pudo evitar sentirse agradecido por una cosa: su esfuerzo y dedicación al aprendizaje lo habían llevado a un punto justo en su carrera de ingeniería. Gracias a su conocimiento previo y su habilidad para destacar, había sido colocado en un nivel que correspondía a su capacidad, evitando tener que empezar desde cero.
—Al menos algo bueno. —Susurró, con un leve suspiro mientras ponía su mochila en sus pies. No quería ni imaginar lo frustrante que habría sido repetir conceptos básicos o enfrentarse a materias que ya dominaba. La ingeniería era exigente, pero también era su pasión, y sabía que cada paso lo acercaba a sus metas.
Cuando dieron las 8 de la mañana, fueron inducidos a una charla introductoria donde se les daba la bienvenida a la Universidad de Hudson y Joey no podía sentirse más agradecido por que comenzara. La conversación le resultaba entretenida, cosa que de cierta forma lo consolaba, pues al menos durante ese tiempo, no tendría que pensar en algo más.
El lunes estaba apenas comenzando, pero Joey sabía que tenía que enfrentarlo, un paso a la vez. Aunque su corazón aún dolía, esperaba que, con el tiempo, el peso que sentía disminuyera al menos un poco. Por ahora, lo único que podía hacer era seguir adelante, aunque fuera a duras penas.
Al finalizar la bienvenida, los profesores comenzaron a organizar a los estudiantes de acuerdo a su puntajes en el examen de ingreso. Joey, aunque hubiese querido mezclarse un poco más, se encontraban en el grupo de las calificaciones más altas. Cuando el grupo de las mejores calificaciones se agrupó, notó que no estaba solo. A su lado se sentó una chica; tenía el cabello castaño y ojos como 2 chocolates, además de un aura que irradiaba inteligencia y determinación. Estaba por hablar cuando ella tomó la palabra.
—Hola. —Saludó con una suave sonrisa sin perder la oportunidad de ofrecer su mano—. Soy Terry, Terry Wolf.
Joey sonrió con amabilidad aceptando la mano y estrechándola.
—Joseph Zimmermann, pero puedes decirme Joey.
—Bueno Joey, parece que nos tocó compartir grupo. —Comentó aún sin desaparecer la curva de sus labios.
—Así parecer ser. Seremos solo tú y yo por un rato.
—Lo sé, pero no me molesta, de hecho, me emociona. —Dijo, su voz sonaba bastante entusiasmada—. Podríamos aprender mucho el uno del otro, ¿No crees? Sin contar que al estar rodeados de mentes igual de brillantes, por lo que habrá algo de presión en el ambiente, pero no es nada que no podamos manejar.
Joey sonrió con algo de felicidad por primera vez en todo el día, estar conociendo a su compañera de curso estaba de cierta forma, empujando temporalmente a un lado los pensamientos sobre Barry y todo lo que había estado sintiendo. La lógica y la estructura de la ingeniería eran un refugio para él, un mundo en el que todo tenía un propósito y cada problema tenía una solución.
Con la clara excepción de los sentimientos.
—Claro, podemos con eso y más. —Le dio la razón, aunque no pudo evitar que sus palabras se sintieran un poco vacías.
Terry lo miro atenta, captando el sutil tono de su voz, pero decidió no preguntar nada al respecto; estaba consciente de que cada quien lidiaba con sus problemas de diferentes maneras. En lugar de eso comenzó a hablar sobre lo que esperaba de los propedéuticos y eso pareció funcionar ya que Joey pronto se vio respondiendo con ella al respecto.
Después de un rato cada grupo fue llevado a su respectivo salón. Cuando ambos castaños llegaron a su aula los recibió su profesora quien después de presentarse dio por iniciada la clase. Comenzaron con conceptos básicos, ejercicios de teoría y demás.
A medida que avanzaba la clase, Joey sintió una pequeña chispa de motivación. Tal vez no podía controlar lo que pasaba en su vida personal, pero aquí, en este salón, podía demostrar de lo que era capaz. Podía construir algo, aprender, avanzar. Y eso le daba una sensación de control que tanto necesitaba, un respiro en medio de todo lo que lo estaba asfixiando, y un cambio que le vendría bien.
Cuando la clase terminó, se sintió un poco más ligero. Como si parte de sus problemas y pensamientos más pesados hubiesen desaparecido al menos por un rato. Tal vez este no sería un mal comienzo de semestre después de todo.
Y menos con Terry a su lado.
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Departamento de policía de Ciudad Central.
¿Han sentido que por más que intenten concentrarse en sus deberes, tareas o cualquier otra actividad simplemente no pueden? Es molesto cuando eso pasa, y frustrante hasta cierto punto; sobre todo si se trata de algo... o alguien.
Barry estaba sentado en su laboratorio del CCPD, mirando fijamente los papeles frente a él, pero su mente estaba lejos de los análisis forenses que debía estar haciendo. Cada vez que intentaba concentrarse, la imagen de Joey volvía a su mente, junto con una mezcla de emociones que no sabía cómo procesar. Había sido un alivio saber que Joey estaba de vuelta en la universidad, y eso lo mantendría parcialmente alejado de su círculo, pero también había un vacío que no podía ignorar.
Era irritante, pero no por que el menor invadiera su mente como un virus a una computadora, sino por que por más que lo intentara, ese mocoso de brillantes cabellos y una desenfrenada fiebre por la rubia de Nashville no salía ni por un segundo. Quería olvidarlo aunque fuera por un momento, pero no podía.
Y parecía ser que una parte de él tampoco quería.
—¿Qué me pasa? —Murmuró, dejándose caer contra el respaldo de su silla.
Todo era un caos en su cabeza. Había pasado los últimos días tratando de convencerse de que había hecho lo correcto, de que decirle a Joey que no podía corresponderle era lo mejor para ambos. Sin embargo, algo dentro de él seguía reprochándolo, una sensación persistente de que había perdido algo importante. Quizás lo mejor era ignorarla.
Jess pasó por la puerta, interrumpiendo sus pensamientos. En sus manos estaba un par de cafés con el logotipo de Jitters.
—Espero que estos cafés sepan igual sin Iris. —Comentó dejando los vaso en una mesa cercana ajena al tormento que era su amigo—. Aunque lo dudo, nuestra amiga era quien mantenía el lugar con gente todos los días.
Allen no respondió de inmediato y eso no significaba nada bueno.
—Barry, ¿estás bien? —Preguntó, levantando una ceja mientras cruzaba los brazos—. Has estado un poco callado, cosa que es completamente anormal en ti.
—Sí, estoy bien, solo... muchas cosas en la cabeza, ya sabes, trabajo, casos, esas cosas —Respondió Barry rápidamente, sin levantar la vista.
Jess no parecía convencida, conocía a su amigo lo suficiente para notar que algo lo estaba molestando, pero decidió no presionarlo. Sin embargo, dejó escapar un comentario.
—Sabes, a veces enfrentarnos a lo que realmente nos preocupa es mejor que seguir pretendiendo que no está ahí. Solo piénsalo.
Barry suspiró profundamente una vez que se quedó solo. Sabía que Jess tenía razón, pero enfrentarse a lo que sentía significaba admitir cosas que le daban miedo, cosas que podrían cambiar su vida por completo. Joey había removido algo en él que ni siquiera sabía que existía, y aunque intentaba ignorarlo, ese algo no desaparecía.
La tarde continuó, y Barry intentó sumergirse en su trabajo, pero las palabras de Jess y la ausencia de Joey pesaban más de lo que esperaba.
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Miércoles 30 de julio.
Laboratorios S.T.A.R.
14: 32 p.m.
—Hola a todos. —Saludó el menor entrando al córtex.
Al ser solo cursos de inducción, y no la verdadera carrera universitaria, aún podía asistir por el momento a las instalaciones de los Laboratorios S.T.A.R. y el tiempo que pudiera seguir ahí, lo quería aprovechar al máximo para poder absorber cualquier conocimiento que pudiera resultarle de suma importancia. Y, a su vez, pudiera seguir ayudando en la lucha contra los meta-humanos y otras amenazas.
Cisco que estaba en una mesa con un dispositivo en manos, levantó la mirada y sonrió de ver que se trataba de su mejor amigo europeo gay favorito.
—¡Joey! Mi tecnópata favorito, justo a tiempo. Tengo un montón de cosas que quiero mostrarte, pero primero, mira esto. —Se acercó con el dispositivo en manos mientras el artilugio emitía un leve zumbido.
—¿Qué es? —Preguntó, quitándose la mochila para dejarla en una silla cercana.
—Un inhibidor de energía. Lo estoy ajustando para que sea más eficiente contra los meta-humanos, pero necesito una segunda opinión, y tú tienes un buen ojo para los detalles —Respondió el ingeniero, mientras le pasaba el dispositivo—. Toma, ten mucho cuidado.
Joey tomó el artefacto y comenzó a examinarlo, haciendo preguntas y señalando posibles mejoras. No pasó mucho tiempo antes de que el Dr. Wells se uniera a ellos, interesado en escuchar las ideas del universitario. Wells siempre había sido estricto, pero reconocía el potencial en el menor y no dudaba en retarlo intelectualmente para que mejorara en todos los sentidos.
—Tu propuesta sobre los nodos de energía es interesante, pero ¿Has considerado el impacto en la estabilidad del núcleo? —Preguntó desde su silla de ruedas, cruzando los brazos mientras miraba a Joey con una leve sonrisa.
Joey frunció el ceño, pensando en la respuesta, antes de comenzar a explicar su razonamiento. La conversación se volvió rápidamente técnica, y Cisco tuvo que interrumpir de vez en cuando para hacer bromas o traducir conceptos más simples.
Mientras todo esto sucedía, Barry llegó al laboratorio después de un día en el Departamento de Policía. Al entrar, lo primero que notó fue la risa de Joey y Cisco, mezclada con la voz calmada pero firme de Wells. Barry sintió una mezcla de alivio y nervios al verlo allí. Sabía que Joey estaba haciendo un excelente trabajo, pero no podía ignorar lo que su presencia le provocaba.
—Señor Allen, justo a tiempo. Necesitamos a alguien con tus habilidades para probar esta nueva herramienta —Dijo el mayor, señalando a Barry para que se uniera al grupo.
Joey levantó la vista, sus ojos brillaron al encontrarse con los de Barry por un breve segundo antes de desviar la mirada rápidamente. Aunque intentaba actuar con normalidad, su corazón latía desbocado, sentía como si sus piernas comenzaran a temblar y Barry podía notar una leve tensión en su postura.
—Claro, ¿qué necesitan? —Respondió el velocista, acercándose mientras intentaba mantener las cosas profesionales.
Ambos intentaban ignorar la incomodidad entre ellos, pero el ambiente no pasaba desapercibido para Cisco, quien intercambió una mirada significativa con Wells. Aún así, ninguno de los dos dijo nada, dejando que la dinámica entre Joey y Barry se resolviera por sí sola.
Para Joey, trabajar en Laboratorios S.T.A.R. era una oportunidad invaluable, y no iba a dejar que nada, ni siquiera su corazón roto, le impidiera aprovecharla al máximo.
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Los días en los Laboratorios S.T.A.R. se habían vuelto tensos. Barry hacía todo lo posible por evitar cualquier interacción innecesaria con Joey, limitándose a palabras sencillas y estrictamente profesionales. Joey, por su parte, notaba el esfuerzo del velocista por mantener la distancia, y aunque intentaba aparentar que no le afectaba, en el fondo dolía.
Dolía por que lo quería, y esa barrera que Barry ponía entre los 2 era de un cristal blindado; ambos se miraban, pero Joey no podía tocarlo o si quiera acercarse.
Solo esperaba que al volver a las clases normales pudiera tener algo en lo que en verdad tuviera que centrarse y dejar de frecuentar las instalaciones de los Laboratorios S.T.A.R. a ver si con eso podía hacerle el favor al velocista de dejar de verse.
Era un sábado, uno de esos días donde el menor podía pasar todo el tiempo del mundo al rededor de máquinas, análisis y pruebas. Pero lejos de sentirse emocionado o algo parecido se miraba bastante deprimido y hasta cierto punto, un poco distraído.
Estaba en el taller donde se construyen artefactos, en compañía de Cisco quien estaba dudoso de hablar, Zimmermann estaba a su lado revisando unos datos en la computadora intentando concentrarse pero por su postura podía notarse las emociones que llevaba sobre su espalda.
El pelilargo se dio cuenta rápidamente de la incomodidad. Las bromas entre ellos se habían reducido drásticamente, y el ambiente era pesado cada vez que los dos estaban en la misma habitación.
—Esto es deprimente —Murmuró Cisco mientras revisaba unos cálculos con Joey.
—¿Qué cosa? —Preguntó el menor, sin levantar la vista de su laptop.
—Esto. —Hizo un movimiento con la palma de su mano—. Tú y Barry. Parece que están en una telenovela de bajo presupuesto, ignorándose como si el otro no existiera —Comparó alzando una ceja—. Y no hablo de la obra original, sino de un remake con actuaciones mediocres, como las adaptaciones de "Yo soy Betty, la fea".
El suspiro de Joey dejó escapar se mezcló con una pequeña risa y cerró su laptop con cuidado.
—No es mi culpa, Cisco. —Dirigió su mirada hacia otro lado—. Yo intenté ser honesto con mis sentimientos, y él dejó claro que no siente lo mismo. Estoy respetando su espacio, ¿Qué más puedo hacer?
El mayor de los 2 lo miró con compasión, podía ver en los ojos de Joey todo el conflicto interno que cargaban estos; quería decir algo, hacer algo, lo que fuera para poder consolar a su amigo, pero antes de que pudiera si quiera moverse, Barry entró al laboratorio con una carpeta en la mano. Su mirada apenas rozó a Joey antes de dirigirse a Cisco.
—Cisco, necesito tu ayuda con la caminadora. Creo que se averió mientras corría. —Dijo Barry, ignorando por completo al menor que por un momento lo siguió con la mirada—. Ya sabes, necesito ser más veloz si quiero atrapar el hombre que asesinó a mi mamá.
Cisco carraspeó antes de dirigir su atención al velocista. —Claro, hermano, pero ¿No estás olvidando algo?
Barry lo miró fingiendo indiferencia; sabía a lo que su amigo se refería. Sentía la mirada de Joey en su espalda, y él quería girarse para verlo, ver ese par de pardos aunque fuera de reojo, pero no podía, no después de que él mismo se obligó a tomar la decisión de no mirarlo. Fue entonces que cambió el tema.
—¿Por favor? —Preguntó tratando de sonar convincente. Y pareció funcionar.
Joey no dijo nada; solamente se levantó, y comenzó a recoger sus cosas metiéndolas en su mochila.
—Ya terminé por hoy. —Se apresuró a decir, evitando cruzar miradas con Barry mientras se dirigía hacia la puerta—. Nos vemos mañana.
Haber escuchado como trató de que su voz no mostrara lo herido que se sintió provocó en Barry un pequeño nudo en el estómago, pero no dijo nada; al contrario, continuó con su fachada. Cisco, sin embargo, lo miró fijamente.
—¿Qué? —Cuestionó Barry, incómodo bajo la mirada de su amigo.
—Nada, solo que... eres pésimo para manejar tus sentimientos —Respondió Cisco con un tono burlón, pero también lleno de reproche.
Barry bufó y se concentró en los datos que tenía en la carpeta, pero sabía que Cisco tenía razón. La situación con Joey lo estaba desgastando más de lo que quería admitir.
—No sé de qué estás hablando. —Contraatacó, a modo de defensa y eso pareció aumentar la desaprobación en el pelilargo.
—Claro que lo sabes. —Cisco se cruzó de brazos, su semblante cambió—. No tienes ningún derecho de tratar a Joey de esa manera.
Barry no respondió de inmediato, en lugar de eso volteó la cabeza para mirar hacia otro lado.
—¿No piensas decir algo, Barry?
—Es complicado, Cisco. —Dijo en susurro, mirando por donde el menor había salido.
—No más que para él, mientras Joey intenta que las cosas estén bien entre él y tú, simplemente decides actuar de esa manera.
—No lo entiendes. —Murmuró el velocista en seco antes de salir del taller.
Mientras tanto, Joey salió de los Laboratorios S.T.A.R. sintiéndose exhausto, no por el trabajo, sino por la constante tensión que flotaba en el aire cada vez que Barry estaba cerca. Sabía que no podía hacer nada para cambiarlo, pero eso no hacía que fuera más fácil. Al contrario, lo hacía más difícil y doloroso.
Respiro hondo antes de soltar todo el aire contenido, intentando no dejar que ni una sola lágrima bajara por sus mejillas.
Ambos estaban atrapados en un círculo de evitación y silencio, incapaces de enfrentar lo que realmente sentían, cada uno luchando con sus propios miedos y heridas.
•─────⚡─────•
Lunes 11 de agosto.
Universidad de Hudson. Facultad de Física Aplicada y Robótica.
06:45 a.m.
Joey ajustó su mochila en el hombro mientras caminaba por el campus justo como lo hizo cuando comenzó los cursos propedéuticos, con la diferencia de que ahora la situación era un poco más seria.
Oficialmente estaba de nuevo en aquella recta que lo llevaría a conseguir su título universitario. Retomaría sus estudios y eso significaba que de nuevo volvería a una rutina conformada por las noches estudiando, los apuntes y constantes dolores de cabeza por compañeros que muchas veces olvidan sus partes del trabajo en equipo eran algunas de las cosas que estaba por volver a vivir. Aunque esa última ni de chiste quería revivirla.
Si bien las primeras se manas se sintieron solitarias (solo siendo él y Terry en el salón) eso estaba por cambiar en menos de 10 minutos. Se sentía en una mezcla de emoción, nervios y entusiasmo; habrían nuevos rostros, profesores con distintas formas de aprendizaje y nuevas asignaturas, y con eso, nuevas experiencias.
Aunque claro, no estaría solo en esta nueva aventura; Terry y él habían formado una extraña pero funcional pareja en los propedéuticos, y aunque Joey seguía sintiéndose algo distante de ella, al menos su presencia era un respiro en medio del caos. La chica era alegre, espontánea, y bastante muy expresiva, aunque algunas veces se mostraba un tanto nerviosa, quizás es de esas personas que hablan antes de pensar.
Mientras caminaba por el basto pasillo que era llenado por el bullicio de las conversaciones de los demás estudiantes. Habían reencuentros, abrazos, nervios, y demás escenarios en frente suyo. Su mente estaba en blanco, realmente no quería pensar en nada hasta que hubiera llegado a su aula.
—¿Listo para enfrentar el semestre? —Terry apareció a su lado, con una sonrisa en el rostro.
Joey asintió, aunque por dentro no estaba seguro si realmente lo estaba. —Desde luego, solo un poco nervioso.
—No eres el único, yo también lo estoy. —Admitió ella—. Pero es normal, ¿No? Después de todo, estaremos con otras mentes igual de fuertes que las nuestras, pero estaremos bien. Pasamos esos propedéuticos como si nada, el semestre no debe ser problema.
Joey sonrió levemente, agradecido por sus palabras, aunque la verdad era que sentía una gran presión. Sabía que tenía que mantenerse concentrado, dar lo mejor de sí mismo, estar a la par de otros alumnos que habían luchado duro por estar en el lugar donde estaban incluido él. Sin embargo, había algo más que lo inquietaba: su mente seguía atrapada entre los momentos de incertidumbre, y los recuerdos de Barry. Cada vez que se encontraba en algún sitio, había pequeños momentos en los que lo pensaba. Si bien se había alejado lo suficiente como para seguir adelante, las huellas de esos días aún lo perseguían.
Pero no podía dejar que ni eso, lo frenara de alcanzar su sueño.
Llegaron a su salón juntos unos minutos antes de que dieran las 7, y entraron. Para su suerte, eran mesas con 2 sillas, así que tomaron una que estaba ubicada en la segunda fila. Cuando el reloj de pared dio la hora de inicio entró una mujer, se presentó como Mary Castle. Comenzó con una introducción a la que sería su primera clase en la semana, que era una de las más difíciles del semestre: desarrollo de aplicaciones móviles, una asignatura clave para su carrera. Los otros estudiantes ya se habían instalado en sus lugares, algunos demasiado seguros de sí mismos, otros tan perdidos como él.
La profesora comenzó a hablar, y Joey hizo todo lo posible por concentrarse. El encuadre le eran ahora un poco más difíciles de asimilar en medio de la confusión que sentía en su vida personal. Sin embargo, Terry parecía tener todo bajo control, tomando notas con rapidez y respondiendo preguntas con una facilidad impresionante.
Mientras avanzaba la clase, Joey intentó no distraerse. Miró alrededor, notando la diversidad del grupo de estudiantes y cómo algunos parecían tener un enfoque mucho más claro que él. En su mente, una parte suya no podía evitar pensar que quizás, solo quizás, si tuviera un poco de la confianza de Terry, podría ser capaz de dejar atrás todo lo demás y realmente enfocarse en lo que importaba.
—Muy bien, así queda nuestro encuadre: asistencia 5%, tareas 5%, participaciones 10% y proyecto 80%. —Terminó de decir Castle, sus ojos azules como 2 lagos congelados mirando a los jóvenes que la observaban.
Las clases comenzaron en serio esa mañana.
•─────⚡─────•
Mientras Joey estaba volviéndose a familiarizar con el ambiente universitario cargado de ajetreo y trabajos, un velocista no la estaba pasando nada bien.
Barry estaba al borde de sus límites. No importaba cuánto intentara ignorarlo o apartarlo de sus pensamientos, Joey estaba en su cabeza. Peor aún, parecía estar en todas partes: en los pasillos de Laboratorios S.T.A.R., en las bromas de Cisco, incluso en los pequeños detalles que antes habrían pasado desapercibidos.
Aparente sería bueno que retomara sus estudios ya que al menos así las veces que lo viera serían mínimas, facilitando así el proceso de poder sacárselo de su cabeza. Pero de nada servía si el menor estaría haciendo acto de presencia de cualquier manera.
Esa tarde, mientras revisaba unos reportes en su laboratorio, Barry lanzó un suspiro exasperado y dejó caer el bolígrafo.
—¿Qué demonios me pasa? —Murmuró, pasándose las manos por el cabello.
—¿Estás bien, Barry? —Preguntó Caitlin, asomándose desde la puerta con una expresión preocupada.
—Sí, sí, estoy bien —Mintió rápidamente, enderezándose.
Caitlin lo miró con escepticismo, pero decidió no insistir.
El problema era que Barry no estaba bien, ni siquiera cerca de estarlo. Cada vez que veía a Joey, se sentía como si estuviera al borde de una explosión. Era un cóctel peligroso de emociones: frustración, confusión, y algo más profundo que no quería admitir.
Esa noche, en su departamento, Barry intentó distraerse. Se puso una película, pero solo logró pensar en la vez que Joey mencionó que le gustaban los clásicos. Trató de leer, pero las palabras en la página parecían burlarse de él, formando la imagen del chico en su mente. Finalmente, cerró el libro de golpe y se dejó caer en el sofá, mirando al techo mientras se tallaba las sienes de la cabeza.
—Joey... —Murmuró para sí mismo—. Por favor sal de mi cabeza...
Pero, ¿cómo? Cada intento de alejarse parecía hacerlo más consciente de lo mucho que Joey estaba afectando su vida. Sentía que estaba perdiendo el control, y eso lo aterraba.
Finalmente, sin poder soportarlo más, Barry se levantó en dirección al baño, quizás una ducha fría le ayude a poder poner en orden su cabeza.
Barry necesitaba claridad, necesitaba entender por qué Joey tenía tanto poder sobre él. Pero cuanto más lo analizaba, más se daba cuenta de que la respuesta era algo que había estado evitando aceptar por completo. Y eso solo lo hacía sentirse más atrapado.
Al chile, este capítulo fue un simple relleno todo pendejo JAJAJAJAJA.
Solo quería dejar en claro que las cosas iban a cambiar con Joey ahora que se iba a la universidad y ps, ya sucedió wey.
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