𝗢𝟭-𝗝𝗼𝗲 𝗻𝗼 𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗯𝘂𝘀𝗰𝗮𝗻𝗱𝗼 𝘂𝗻𝗮 𝗰𝗶𝘁𝗮
Sábado 18 de marzo, año 2000.
20:35 p.m.
Las calles estaban oscuras iluminadas únicamente por las farolas que habían en el camino. Samantha miró por el retrovisor a sus 3 retoños; a la izquierda había un casi adolescente de unos 12 años mirando distraídamente por la ventana con unos audífonos y un reproductor de cassettes, del otro lado había una niña de 10 que tarareaba el suave ritmo de "Soda Pop" de Britney Spears, y en medio de ambos se encontraba un niño de 6 años durmiendo y en sus manos yacía un peluche de tortuga.
La mujer sonrió al ver a sus ángeles tan tranquilos mientras su esposo, Walter, mantenía su mirada fija en el camino disfrutando de la calma del momento; la familia venía de una recital del fin del invierno y el inicio de la primavera en la escuela Primaria Eckerkoppel, el sitio donde los hermanos Zimmermann estudiaban.
El ambiente estaba en completa calma, pero en un segundo, todo cambió drásticamente. Un par de luces en color amarillo y rojo aparecieron en un momento frente al auto; Walter en un movimiento brusco, giró el volante y lo siguiente que se sintió fue un brusco golpe en el cofre y el auto derrapó en una curva donde los esperaba una infinidad de maleza.
Todo sucedió en cuestión de segundos; el sonido de metal con metal, los gritos y llantos de los niños, el vehículo dando vueltas y por último, un impacto que hizo que todo se hiciera negro.
Viernes 11 de julio.
Residencia Zimmermann.
03:25 a.m.
Joey despertó de un sobresalto de su cama dando un pequeño grito que se ahogó en su propia garganta.
Su frente estaba cubierta por una delicada y fina capa de sudor que la hacía brillar, su corazón saltaba como si estuviese en un trampolín y parecía querer salir disparado de su pecho directo a la pared, su respiración era pesada como si sus pulmones tuviesen agua o arena y su pecho dolía a mares.
Había soñado de nuevo con ese fatídico día.
Ese momento donde su vida cambio en todos los sentidos, aún podía escuchar sus propios gritos y los de sus hermanos mientras el auto rodaba cuesta abajo hasta caer en medio de 2 robles y cuando despertó estaba en un cuarto de hospital donde estaban sus abuelos paternos, preguntó por su familia y solo 3 días después estaba en el cementerio enterrando a su héroe y a su madre.
En un instante sintió como su ojos comenzaban a picarle en medio de ese profundo negro que en ese momento era su cuarto, se sentía igual que cuando supo que su familia había quedado chiquita y rota. Se llevó sus manos a sus mejillas cuando notó que estas ya estaban siendo empapadas por las frías y saladas lágrimas que bajaban despacio como la primera nevada de Hamburgo.
—Don... Mami... —Susurró con su voz comenzando a romperse como el cristal—. Si pueden oírme... los extraño tanto.
Dolía.
Dolía y dolería toda la vida, y no es solo por que ya no tenía a su hermano mayor, o por que ya no sentía los cálidos brazos de su madre; sino por que a pesar de todo, la herida no había sanado por completo.
Una herida que no se cierra ni con todas las costuras del mundo, un dolor que no desaparece ni siquiera con magia, un vaso que sin importar cuanta agua le sea vertida, siempre se verá vacío.
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Laboratorios S.T.A.R.
19:24 p.m.
El córtex estaba en silencio, un silencio que solo era roto por los suaves zumbidos emitidos por los monitores del computador principal. El equipo se encontraba reunido en una mesa donde ahora había una pila de cartas enumeradas y de colores en el centro. Curiosamente había sido un día tranquilo; sin meta-humanos, robos o asaltos, por lo que decidieron tomarse la tarde para desestresarse con los problemas de la vida con peligros.
Cisco, con una sonrisa maliciosa, se encontraba barajeando las cartas, mientras explicaba las reglas de unos de los juegos de mesa más clásicos, icónicos y que probablemente genera verdaderas enemistades: UNO. Caitlin los miraba con una mezcla de anticipación y determinación, Joey miraba a todos como unos rivales más que como amigos en ese momento y Barry no podía apartar la mirada de las barajas.
—¿Todos listos para perder? —Preguntó Cisco con una sonrisa pasándole a Barry una carta extra solo por el gusto de verlo quejarse.
—No tan rápido Ramón. —Dijo el velocista antes de regresarle la carta—. ¿Creíste que me habías engañado?
Cuando todos tuvieron sus cartas listas el latino volvió a tomar la palabra.
—De acuerdo chicos. Este es un juego serio, no quiero nada de compasiones ni cartas regaladas.
—Veo que nunca dejaste de ser tan competitivo. —Dijo Joey mirándolo con una sonrisa.
—Competitivo no es palabra que yo usaría. —Se defendió—. Solo quiero que reconozcan a un campeón cuando lo vean.
—Por si acaso. —Intervino Barry con una sonrisa—. No se vale llorar si pierden.
—¿Por qué actúan como si ya hubieran ganado? —Preguntó Caitlin acomodando por color sus 7 cartas—. Esta vez, quiero verlos sufrir por algo que no sea Barry con heridas, Cisco viendo series con el doblaje de España o Joey cuando ponen a Kanye West.
La partida comenzó con Joey que sacó la primer carta siendo un 6 rojo y de ahí las cosas siguieron su curso normal entre risas y quejas amistosas. Pero en poco tiempo el juego se volvió un campo de batalla cuando las primeras cartas de +2, +4, reversas y saltos aparecieron, mientras otros no tenían colores o números que coincidieran con la última carta.
—Demonios. —Masculló Cisco al notar que no tenía una carta que coincidiera con la última que fue lanzada.
—¿Qué pasa, Cisco? —Se burló Joey con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿No habías dicho que eras el mejor y eso?
—Oh, cállate, solo estoy calentando. —Reprendió el latino agarrando una quinta carta del banco—. ¡Ajá!
Caitlin miró la carta y frunció los labios al ver que su amigo había lanzado una carta de salto para ella, era el turno de Barry quien puso un 3 amarillo.
—¡UNO! —Anunció con una sonrisa triunfante y Joey lo miró con el ceño fruncido.
—No cantes victoria, Allen. —Dijo el menor antes de poner un 3 en verde—. No lo dejes ganar Caitlin.
Cisco miró de nuevo su mano y maldijo, esta vez un poco más fuerte.
—¿Es enserio? ¡Eso es juego sucio, Joey! —Se quejó inmediatamente mientras lo señalaba.
—¿Qué? No me digas que no tienes verdes. —Barry se llevó una mano a la boca tratando de contener la risa.
Cisco no respondió, en lugar de eso dejó que su mano respondiera; mostró las cartas revelando que solo tenía rojas y azules. Caitlin comenzó a reír cubriéndose la boca con sus propias cartas mientras que Barry dejó escapar una pequeña carcajada. El Doctor Wells, quien usualmente es de naturaleza seria y profesional reprimió una risa. Y Joey reía con descaro, casi doblado en la mesa sintiendo como su abdomen comenzaba a dolerle un poco.
Esa risa... un sonido tan melódico y cálido que sorpresivamente le ayudaba a relajarse y despejar su mente un poco de las complicaciones del día a día como héroe. Y que pronto dejaría de escuchar.
Pensar en eso le provocó una pequeña molestia en el pecho.
—Tu turno, Barry. —Anunció Joey mirándolo fijamente con esos ojos de chocolate que desde semanas no lo dejaban en paz.
Allen miró la carta que Caitlin lanzó, era un comodín de +4, miró su carta y era otra como esa pero no podía ganar con esa tarjeta, así que tras un resoplido tomó una del banco y sonrió con malicia.
—Lo siento Joey, no es nada personal. —Dijo antes de poner otro comodín de +2.
Zimmermann lo miró arqueando una ceja y una sonrisa felina, si pensó que lo había puesto en una mala posición, estaba muy equivocado.
—Es tut mir leid, Liebes. —Le dijo a Cisco antes de dejarle caer una segunda de +4 y recorriendo su mano.
—Quien haya barajeado definitivamente no sabía lo que estaba haciendo. —Gruñó el pelilargo tomando sus 10 cartas—. Elige un color. —Le dijo de mala gana.
—Seré gentil contigo. —Dijo con calma—. Color rojo.
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Sábado 12 de julio.
La noche anterior culminó de una buena forma; con Joey ganando un total de 5 veces, Caitlin y Barry 3, y con Cisco 1 vez pero en la última ronda (y a palabras suyas, la última ronda es la que contaba), el equipo pudo olvidarse un rato de los problemas que suelen ser una constante en Ciudad Central.
Ahora era un día nuevo y como consecuente, nuevas aventuras. Era al rededor las 3 de la tarde y Joey estaba con Cisco y Joe West en la entrada de la antigua casa de Barry listos para llevar una investigación a profundidad sobre la muerte de la madre del velocista.
Joe tocó la puerta y momentos después los recibió una mujer rubia de edad avanza pero un aspecto bastante cuidado, los recibió con una sonrisa dirigida al padre adoptivo de Barry.
—Hola señora. —Saludó Joe sonando un poco nervioso antes de mostrar su placa—. Soy el detective West, ellos son Cisco Ramón y Joey Zimmermann.
—Dígame Cherry, soy como el vino. —Cisco sonrió por la broma, un poco incómodo—. ¿Quiere que lo ayude en algo, detective?
—No sé si lo sepa, pero hubo un homicidio en esta residencia aproximadamente hace 15 años.
Cuando ese dato fue dicho, Joey sintió un pequeño escalofrío recorrer su espalda.
—Sí lo sé. —Dijo la mujer.
—Reabrimos la investigación. —Informó Joe—. ¿Le importaría si, pasáramos a echar un vistazo?
—Claro que no. —Respondió la rubia con una sonrisa.
Entraron a la casa bajo la mirada de aquella dama que no apartaba los ojos del mayor, y comenzaba a incomodarlo.
—¿Vive sola? —Preguntó Joe tratando de aligerar el ambiente.
—Sí, soy divorciada. —Respondió ella—. Y mis hijos han crecido. Hay veces que me siento tan sola.
Cuando dijo eso, Joey inmediatamente la miró incrédulo, ¿Es en serio que esa señora está intentando insinuarse al Detective West? Entiende que la gente a veces se puede sentir sola y desean un poco de compañía, pero hay opciones más efectivas que solo andarse paseando con poca ropa; hay páginas de citas, lugares para salir, y en el peor de los casos, psicólogos o las mascotas (bueno estas últimas no eran malas).
Pasaron a la sala de estar donde se pusieron manos a la obra; Cisco y Joey sacaron lo que parecían ser 2 raras linternas que emitían una luz de color púrpura y las estaban pasando por las paredes de la casa.
—No detecto nada. —Dijo Cisco.
—Tampoco yo. —Continuó Joey—. Ni siquiera con la super luz.
—¿Super luz? —Preguntó Joe evidentemente curioso.
—Es un escáner láser amplificado multiespectral de luz ultravioleta que detecta divisiones moleculares en un rango de 600 mega volteos. —Explicó el pelilargo.
—Super luz. —Concluyó el castaño más joven. Si algo había aprendido de sobre manera, era que cuando eres hijo de un brillante científico, creces escuchando un amplio vocabulario rico en palabras, y al momento de explicar algo que la mayoría de personas promedio no comprende, lo mejor era resumirlo en unas cuantas palabras.
Escucharon unos pasos y era de nuevo la fémina, y por fortuna ya estaba vestida, o eso parecía. No es que el vestido que llevara fuera de mal gusto, pero dejaba en claro las intenciones que tenía.
—¿Quieren algo de beber? —Preguntó desde el umbral de la puerta—. ¿Agua? ¿Soda? ¿Una cerveza?
Joey, notando la creciente incomodidad en Joe, decidió que lo mejor sería interferir antes de que las cosas se pudieran más tensas de lo que ya estaban.
—Papá, no olvides que hoy tienes tu cita con el gastroenterólogo. —Soltó el comentario al aire con la intención de ser escuchado.
—¿Papá? —Preguntó la mujer sintiendo sus mejillas encenderse poco a poco.
—¿Gastro-qué? —Preguntó Joe igual o más confundido por lo que dijo el menor.
—Ya sabes, hoy tienes tu colonoscopía. —Respondió con una sonrisa antes de dirigirse a la rubia—. Sí, es mi padrastro, pero lo veo más como un papá. Aunque mi papá biológico sigue vivo, él intervino en el matrimonio de mis padres hace 5 años y ellos acabaron separándose. Ahora él vive con mi madre y con mis otros 3 hermanos además de presentar problemas en el colon.
Aquella mujer, que por cierto nadie recordaba su nombre, se vio completamente avergonzada al haber estado coqueteando con un hombre "casado y con una familia", por inercia la mujer adoptó una postura un poco más seria.
—Con permiso. —Dijo antes de retirarse de la sala.
—Gracias. —Susurró Joe completamente agradecido mientras Cisco, al fondo, dejaba escapar una pequeña risa.
—No fue nada Detective West. —Zimmermann le guiñó un ojo a Joe—. Alguien tenía que hacerle ver que estábamos en medio de una investigación seria y no en el canal Golden a las 12 de la noche.
—Amigo eso fue épico. —Dijo dándole un golpecito amistoso en el hombro a Joey.
—Ich weiß, mein Freund. —Se giró y miró al detective West—. "Lo sé, amigo mío" en alemán.
Amaba su lengua madre, aquella que es consideradas una de las más difíciles de aprender y lo demostraba en cada oportunidad que tenía.
—Bueno, es momento de investigar de verdad. —Dijo Joey con una sonrisa.
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Departamento de Jess.
19:34 p.m.
Jessica estaba mirando su teléfono distraídamente mientras terminaba de cercar su cabello con una toalla especialmente para eso, por su parte Iris estaba saliendo de su baño. Ambas habían decidido hacer una pijamada ya que Eddie llegaría tarde a su departamento y para que la morena no se sintiera sola, Jess decidió invitarla a dormir y ahora estaban a punto de comenzar una noche donde probablemente solo hablen de como las tratan por separado sus respectivos trabajos.
—¿No te ha llamado Eddie? —Preguntó la anfitriona observando a su amiga comenzar a vestirse.
Iris asintió despacio.
—Me dijo que no me preocupara, si volvía antes de lo esperado que mejor me quedara aquí contigo. —Respondió frente al espejo de su amiga mientras pasaba un peine por su cabello para desenredarlo.
—Tienes suerte de tenerlo Iris. —Comentó Jess—. No lo desaproveches y mucho menos, lo lastimes.
—Jamás haría eso. —Aseguró la morena antes de girarse a verla.
Después de un pequeño silencio, Jess volvió a hablar.
—¿Cómo han estado las cosas con Barry? —Se atrevió a preguntar y Iris sonrió con levedad, no era una gran curva, pero dejaba claro que había un tanto de felicidad.
—Un poco tensas, pero bien. —Admitió ella—. Hemos tratado de que las cosas sigan normales entre nosotros, pero aún es un poco incómodo cuando estamos de frente ¿Sabes? Pero vamos bien.
Jessica asintió mientras la morena seguía hablando.
—Sé que es difícil para él, y para mí también lo es pero no quiero que por eso nos distanciemos... y llámame loca pero últimamente ha estado comportándose un poco raro, como si estuviera escondiendo algo.
La forense se sintió ansiosa por un momento, y esa sensación comenzaba a burbujear lentamente con las palabras de la periodista quien se veía un poco angustiada pero algo era cierto en esas palabras: Barry tenía un secreto y no debía ser revelado.
En un momento, para verse casual y hasta cierto punto, verse como alguien que no sabía nada (aunque sabía mucho) tomó una lata de soda y la llevó a sus labios para beber sin apartar los ojos de Iris que continuaba hablando.
—También he notado que desaparece de la nada, y a veces inventa alguna excusa para irse... no sé que le pasa, siento como si estuviera evitándome.
En ese momento, como si las cosas no pudieran ponerse peor, desde la ventana Jessica vio una figura en llamas pasar volando hacia quién sabe dónde. No pudo contenerse y por la sorpresa escupió su soda directo a su alfombra y acto seguido comenzó a toser de forma brusca.
—Oye, ¿Estás bien? —Preguntó Iris mirándola con el ceño levemente fruncido—. Parece que viste un cuerpo en llamas o algo así.
—De maravilla. —Respondió Jess luego de recomponerse y sonreír—. Solo recordé que no ordené nada para cenar.
Iris inclinó su cabeza hacia un lado como un cachorro.
—¿Solo eso? —Preguntó después de parpadear un par de segundos y su amiga asintió fingió estar apenada—. En ese caso, ordenemos algo.
—¿Big Belly Burguer o Titto's? —Preguntó Jess con una sonrisa al ver que había logrado su cometido de cambiar el tema.
—Prefiero algo del RED Panda. —Respondió sincera la morena buscando el número del establecimiento de origen chino.
—Bien, ordena algo. —Dijo Jess mientras saltaba hacia las cortinas para cerrarlas—. ¿Qué? —Preguntó al ver que Iris la miraba con una sonrisa de oreja a oreja.
—Toses igual que un hombre. —Bromeó.
—Silencio Brenda.
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Al día siguiente...
Domingo 13 de julio.
Departamento de Policía de Ciudad Central.
11:32 a.m.
—Sí, sí, sí. —Repitió Cisco con emoción—. ¿Ves? Tenemos 2 diferentes muestras de sangre.
—Una por cada velocista. —Continuó Joe, y los 3 cocaron los puños.
—Así es. —Continuó el latino—. Una es A+ y la otra es AB-, algo super raro, Joey, ¿Puedes compararlas en la base de datos de la policía para ver si coinciden?
—Estoy en eso. —Respondió el chico extendiendo una mano hacia la computadora cercana—. Dígame, Detective West, ¿Quisiera que las comprara con una persona específica?
—De hecho sí. —Respondió Joe dudando un poco sobre si debía seguir o no, después de todo, estaba frente a 2 seguidores de la persona que tenía en mente.
—Sí claro, si hay con que compararlo, ¿De quién se trata? —Preguntó el menor ajeno a la ola de sorpresa que estaba por llegar.
—Del doctor Harrison Wells. —Dijo finalmente.
Un pequeño silencio se instaló entre los 3, ninguno sabía qué hacer o decir.
—Creí que resolvíamos el homicidio de la mamá de Barry. —Comentó Cisco luego de aquel silencio.
—Así es, y les pido que mantengan esto entre nosotros.
—¿Cree que fue el Doctor Wells quien la mató? —Cuestionó Joey incrédulo—. No creo, siquiera conocía a Barry en ese entonces, ¿Por qué asesinaría a su mamá?
—Aún no lo sé, pero sí sé, que Wells tiene secretos. —A medida que Joe hablaba, se acercaba al par—. Y tal vez este sea uno.
—El Doctor Wells es un gran hombre. —Comenzó a decir el latino—. Yo no era nada cuando me dio el trabajo, una oportunidad de cambiar mi vida. Él ayudó a muchas personas, él no es un homicida.
—Cisco... —Lo llamó Joe al ver que el pelilargo se acercaba a un perchero y tomó su bléiser.
—Joey, nos vamos. —Ordenó el latino sin mira atrás.
—Cisco...
—He dicho, que nos vamos.
Joey estaba en un debate mental, por un lado estaba su lealtad al equipo y con eso, al Doctor Wells a quien conocía y sabía que él por ningún motivo pudo haberlo hecho; primero por que no camina, y segundo, no camina. Luego estaba su curiosidad que había crecido desde el momento que supo que Nora Allen murió hace casi década y media.
Algo en su cabeza lo había estado hostigando para que decidiera explorar más y descubrir lo que suponía, era una conexión.
—¿Qué fecha murió la madre de Barry? —Se animó a preguntar él, mirando a Joe.
—18 de marzo del 2000. —Respondió el mayor.
La respuesta apenas entró en la mente de Joey y el menor ya estaba sintiendo la necesidad de aferrarse a algo para no caerse; decir que era una simple coincidencia resultaba inconcebible, no podía serlo ¿Cierto? No podía.
Inhaló una profunda bocanada de aire antes de liberarla esperando poder calmarse, pero su cabeza comenzó a girar, ¿O era el suelo el que giraba y él estaba sintiendo lo efectos de un mareo? No lo sabía, solo sabía que estaba yendo a un lugar al que poco le gustaba estar, no estaba físicamente en ese sitio, pero sus visión y mente lo mandaron allá, casi a revivir la primera vez que pisó el césped del Cementerio Regional de Ohlsdorf.
Su mente estaba desenterrando sus recuerdos como a un viejo féretro. Pudiera ser que en ese momento tuviera solo 6 años, pero lo recordaba todo muy bien. El camino a casa, el golpe en el auto, el cuarto de hospital, el funeral, y el par de lápidas de mármol con 2 nombres con peso en su vida.
18 de marzo del 2000.
Si había alguna relación en ambos casos, lo averiguaría.
—Me quedaré Cisco. —Dijo finalmente.
Ramón abrió su boca sin dar crédito a lo que acababa de escuchar, ¿Qué diablos acababa de decir Joey?
—¿Perdón? —Dijo, queriéndose asegurar de no haber oído mal.
—Dije que me quedo.
—No puedo creerlo, ¿En serio vas a dudar del Doctor Wells?
—No estoy dudando de él, Cisco. —Se defendió Joey—. Estoy pensando las cosas desde todos los ángulos.
Un nuevo silencio reinó en el laboratorio, este más pesado que el anterior, y que fue roto por el mismo Cisco.
—Ángulos. —Repitió antes de mirar al menor con cierta decepción en su mirada—. Bien, que tengas suerte.
Cisco no dijo más, solo se dio la vuelta y se fue.
Cuando las puertas del laboratorio se cerraron dejó escapar un suspiro, sabía que no había sido fácil haber elegido quedarse, pero esto iba más allá de lo profesional.
Era algo personal.
—Oye, niño. —Dijo Joe sentándose a un lado de él y poniendo una mano en su hombro—. No tienes que hacer esto sino quieres.
—Esa es la cuestión, sí quiero hacerlo. —Musitó mirando directo a la pantalla de la computadora.—-. Es complicado. Cuando estuvimos en la casa donde Barry vivía y dijo que su madre fue asesinada hace casi 15 años... creí que fue solo una coincidencia pero hace unos momentos me dio la fecha.
—Te escucho. —Dijo Joe, tenía una corazonada que le decía algo.
Joey abrió su boca para tomar una bocanada de aire para después expulsarla, recolectando toda la calma en ese instante.
—Es la misma fecha en que mi familia y yo sufrimos un accidente de auto y... —Tomó otra respiración, aunque quisiera nunca dejaría de doler—. Mi mamá y mi hermano mayor murieron.
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Laboratorios S.T.A.R.
13:16 p.m.
—Un arma tosca, si puedo decirlo Doctor Wells. —La voz digital de Gideon sonó por la habitación.
—No podría estar más de acuerdo. —Dijo ajustando el arma—. Pero hará el trabajo.
—Gideon, ¿El prototipo de taquiones puede... convertirse en un empalmador cuántico?
—Teóricamente. —Respondió la inteligencia—. Pero debo advertirle Doctor Wells que convertir el prototipo de taquines retrasará su línea de tiempo.
—No habrá una línea de tiempo si Ciudad Central se convierte en una nube de hongo.
Juno meneó la cabeza con el ceño levemente fruncido antes de tomar la palabra.
—¿Y por eso el arma? Existen otros métodos menos drásticos, ¿Sabes Doctor? —Cuestionó—. Podría investigar y encontrar una solución que...-
—No recuerdo haber pedido tu opinión, Juno. —Dejó claro el hombre de pie frente a su traje—. De hecho ni siquiera recuerdo haber solicitado su asistencia.
—Y yo no recuerdo haber aceptado venir a esta época. —Contraatacó ella—. Pero no hay nada que yo pueda hacer al respecto.
Wells apretó los labios, en serio que la odiaba con todo su ser; era ruidosa, hablantina, y hasta cierto punto algo narcisista y egocéntrica... justo como su creador. Y al igual que este, Juno estaba dotada con un gigantesco conocimiento que resultaba eficiente, inmediato, peligroso y al mismo tiempo catastrófico.
—Retírense las 2. —Les ordenó Eobard.
—Entendido, Doctor Wells. —Respondió Gideon.
—Recuerda mis palabras Eobard. —Dijo Juno antes de desvanecerse—. El karma siempre llega, ¿Sabes por qué? Por que el karma es mi novio, karma es un...-
—¡Largo! —Rugió completamente furioso.
Juno se rió y se desvaneció.
•─────⚡─────•
Con Joey.
13:58 p.m.
No podía creer lo que Caitlin le acababa de explicar, ¿En serio todo eso sucedió durante el tiempo que estuvo ayudando a investigar el caso de la muerte de Barry? Ronnie y un tal Martin Stein compartían un mismo cuerpo, un poder inestable, darwinismo, Barry peleando con ese meta-humano y dejado caer a unos 15 metros de alto, y ahora se entera que Ronnie o Martin puede ser... una bomba nuclear.
—Hola. —La voz de Barry sonó por el córtex—. ¿Hay algo?
—Tengo una idea. —Respondió el Doctor Wells—. Es un intento desesperado, pero Cisco y yo vamos a intentarlo.
En el momento que pronunció el nombre del latino Joey sintió su cuerpo tensarse levemente.
—Gracias. —Dijo Caitlin con un tono de alivio.
—Iré por el Profesor Stein. —Anunció el velocista antes de darse la vuelta pero en ese momento como por llamado del destino Cisco entró ignorando por completo al menor.
—¿Buscas al profesor? Sí, no está.
No pasó mucho tiempo para que el equipo se pusiera en marcha para crear un artefacto que ayudara a F.I.R.E.S.T..O.R.M., rastrearlo y encontrar su ubicación.
—¿Ya casi terminan? —Preguntó Barry caminando de un lado a otro preparado para correr en caso de ser necesario.
—Un segundo, un segundo. —Respondió Cisco mientras él y Joey terminaban con aquel artefacto que estaban construyendo.
—Encontré a Stein está en las afueras en medio de la nada, a 48 km afuera de Ciudad Central. —Anunció Caitlin acercándose a verlos.
—La distancia mínima de seguridad. —Musitó Joey.
—Él va a sacrificarse. —Continuó Harrison Wells.
—¿Y cuánto tiempo le queda? —Volvió a interrogar Barry
—12 minutos. —Respondió Cisco.
Joey, sintiendo la presión del momento supo que no había espacio a más manos a no ser que fuera usando sus poderes. El tiempo se estaba acabando y lo mejor era acelerar el ritmo.
—Cisco permíteme. —Retiró los cautines con los que estaban trabajando y puso su palma al frente; unos pequeños rayos de color plateado y azul salieron de su palma y comenzó a terminar de crear el aparato hasta que este comenzó tomó su forma final—. Ya está.
—¿Qué es eso? —Preguntó Barry con curiosidad.
—Es un empalmador cuántico. —Respondió el Doctor Wells.
—¿Funcionará para separarlos?
—Lo sabremos en 12 minutos. Ahora, Barry, ni siquiera tú puedes huir de una explosión nuclear, dale este aparato al Profesor Stein y sal corriendo lo más rápido que puedas.
—Caitlin, ¿Qué estás haciendo? —Dijo Joey al ver a la doctora salir y seguir al velocista.
—Iré con Barry. —Respondió, su voz llena de convicción.
—Claro que no. —La detuvo Barry.
—Es muy peligroso. —Siguió el Doctor Wells.
—Barry, no sabes cómo manejar el aparato. —Dijo la doctora.
—Joey va a ayudarme a hacerlo. —Declaró el velocista—. Y también Cisco.
—Ya no hay tiempo. Vámonos.
—Vayan.
Barry tomó a Caitlin en brazos antes de salir del córtex generando una brisa de viento que provocó que varios papeles salieran volando y se dispersaran por el piso. En ese momento, miró la pantalla y decidió responder en privado.
—Es mi papá, con permiso. —Dijo antes de irse al exterior.
Apenas cruzó las puertas del córtex pudo atender la llamada.
—Detective West, escuche esto, busqué las coincidencias. —Anunció con la voz un poco baja—. Una es no identificada y la otra coincide.
—Joey estás dudando. ¿Es de Wells?
—No, no es de él... Pero la otra sangre... sé de quien es. —Tomó aire y lo sacó—. Es de Barry.
—Ya sabemos que Barry estuvo ahí esa noche.
—No, no lo entiende. —Dijo ya un poco más alto al ver que ya estaba en una distancia considerable—. La muestra tenía un alto nivel de P16, una proteína que se forma en el cuerpo a medida que crecemos y esos niveles eran muy altos para un niño de 11 años... esta muestra, es de Barry como un adulto.
—¿Qué estás diciendo niño? —Escuchó hablar a Joe, parecía no creer lo que le fue dicho.
—La sangre, en la pared, es de Barry siendo un adulto. —Repitió Joey despacio.
—¡Ya lo dijiste! —Susurró en voz alta Joe—. Lo que no puedo creer es que me digas que es mi hijo siendo un hombre, ¿Qué piensas? ¿Que viajo al pasado o algo así?
—Llámeme demente si quiere... pero sospecho que no viajó, sino viajará.
—¿A qué te refieres con que viajará? —El Detective West sonaba nervioso y eso solo preocupó más a Joey.
—No estoy seguro, pero podría ser cierta la teoría de viajes en el tiempo impuesta por Einstein. —Dijo mirando por la ventana—. La teoría dice que a medida que un objeto se mueve más rápido, el tiempo se "alterna" para el objeto en movimiento. Si se viaja cerca de la velocidad de la luz, el tiempo pasaría más despacio para el objeto en comparación con alguien que está quieto. Esto se llama dilatación temporal. En teoría, si Barry pudiera correr a una velocidad suficientemente alta, podría viajar al futuro o, en este caso, al pasado, ya que el tiempo para él pasaría más lentamente.
—Suena como algo descabellado. —Joey no pudo verlo, pero Joe se pasó una mano por su cabeza.
—Respóndame algo, ¿En qué momento de la historia la ciencia ha sonado como algo de este planeta? —Cuestionó el menor.
—No te responderé a eso, primero por que tienes algo de razón y segundo, por que eso mismo me preguntó Barry alguna vez y no supe qué responderle.
El menor apretó los labios claramente incómodo, estaba hablando de algo serio con el padre adoptivo del chico que le gusta y justo va y menciona su nombre. "tranquilo Joseph" se dijo en su mente.
—Hablamos después Joey, tu hermana se me está acercando y no quisiera involucrarla.
—Me parece bien Detective, nos vemos después. —Con eso último colgó la llamada antes de darse la vuelta y volver.
Tan pronto regresó al córtex notó la creciente tensión que había en el aire. Comenzando por que Caitlin se reusaba a dejar solo al hombre frente a ella importándole poco que ya no tenían tiempo. Y se alarmó cuando escuchó los gritos de agonía de F.I.R.E.S.T.O.R.M. desde la otra línea.
—No va a lograrlo. —Dijo Cisco monitoreando las pantallas—. Va a explotar.
—Deben salir de ahí. —Susurró más para él que para el resto.
—Ya salgan. —Ordenó Harrison—. Barry, salgan de ahí, ahora.
—¡No, no, NO! —Gritaba Caitlin del otro lado de la línea mientras Barry intentaba llevársela.
—¡Corre! —Volvió a decir el Doctor Wells.
—Caitlin tenemos que irnos. —Se escuchó al velocista del otro lado.
—¡NO!
—Barry, tómala y salgan de ahí, inmediatamente. —Ordenó el menor para sorpresa de los otros 2 presentes con él—. ¿Qué? Alguien tenía que de...-
No pudo acabar ya que el sonido de una detonación lo interrumpió abruptamente y todo a su alrededor dejó de importar.
El silenció reinó el espacio entre ellos 3 por un momento, Joey sintió como su pulso se disparaba de nuevo como sucedió en la madrugada, no podía ser verdad. No quería perder a nadie más. No otra vez.
—No... no otra vez. —Musitó con su voz ligeramente temblando—. ¿Barry? ¿Caitlin?
Intentó llamarlos, pero sus comunicadores estaban fritos.
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