𝗢𝟭-𝗖𝗼𝗿𝘁𝗼 𝗰𝗶𝗿𝗰𝘂𝗶𝘁𝗼

Laboratorios S.T.A.R.

16:31 p.m.

Silencio.

Eso era lo que reinaba en el córtex en esos momentos, para ser un lugar con 7 personas ninguna sabía que hacer o decir, ni siquiera había una mosca o un grillo para hacer el mínimo ruido y aligerar el ambiente. Lo único que sonaba era el collar de Apolo que se sacudía mientras el canino se rascaba detrás de su oreja izquierda con su pata izquierda.

El tiempo y el espacio parecieron detenerse en ese momento, el aire se sentía lejano, y casi juraron no haber respirado en ese momento.

Frente a ellos estaba el joven que había hecho una carnicería tanto con criminales, asesinos, mafiosos y meta-humanos; por su lado, Joey estaba de pie observando la imagen que tenía a unos pasos de distancia, su padre y hermana, su familia, o lo que queda de ella. Todo lo que alguna vez conoció, fue suyo y que al momento de huir lo perdió, estaba ahí, a unos metros de él.

Del otro lado, su padre no daba crédito a lo que estaba mirando. Walter Zimmermann, quien siempre había sido el pilar de su familia, un hombre serio, de carácter inquebrantable, recto e imponente, alguien que tenía siempre una respuesta a todo, estaba completamente sin palabras al ver a su hijo. Sus manos tiemblan ligeramente, una ligera picazón se manifiesta en sus ojos y su corazón late como la misma intensidad que cuando supo que su niño se había escapado.

Finalmente aquella apariencia de fuerza y resistencia se quiebra, mas no se cae, y por primera vez en mucho tiempo, siente un deseo de sacar todo lo que lleva dentro. Dicen que los hombres no deben llorar, que eso los vuelve débiles.

Pues de ser así, Walter Zimmermann quería ser débil, mostrarse vulnerable; por que lo valía, lo valía por que finalmente su pequeño Joseph estaba allí, con una corta distancia separándolos.

Apolo llega trotando y ladrando a su dueño, mostrando su evidente alegría con un meneo de cola. Joey se arrodilla para abrazarlo y juntar su frente con su compañero en un intento por asimilar todo lo que sucedía a su alrededor; no podía ver a la cara a ninguno de los adultos, había tanto en su pecho en esos momentos: Miedo, arrepentimiento, tristeza, unas terribles ganas de llorar; se sentía como un niño a punto de recibir un castigo severo.

—Joseph... —Le llamó con suavidad su padre, su voz quebrada y cargada de emoción; como deseando que fuera real.

Aprieta sus ojos para reprimir las saladas y frías gotas que se estaban acumulando y se mordió su labio inferior, pero sabe que es inútil; lentamente levanta la vista para ver los azules de su creador, las lágrimas que había estado acumulando finalmente se escapan de sus ojos comenzando a mojar su rostro de manera silenciosa, su labio tiembla y siente sus piernas flaquear.

Con esfuerzo se endereza y camina hacia su padre esperando un reproche, gritos, o en el peor de los casos, una merecida bofetada. Pero en lugar de eso, es envuelto en unos brazos que tiemblan despacio; Walter, completamente desarmado y viendo lo lento que su hijo caminaba decidió que no quería aguantar un segundo más, cerró la distancia entre ambos y abrazó a su retoño como nunca antes lo había hecho. Tenerlo así era como volver a tenerlo en el momento que lo tomó en brazos cuando acababa de nacer y lo vio por primera vez, se sentía completo, como si todo su mundo de nuevo estuviera en orden.

—Mi niño... —Musitó despacio y bajo para que solo ellos escucharan.

Y eso fue todo, las emociones de Joey se desmoronaron y se dio la libertad para llorar con fuerza, como hace meses no lo hacía.

—Papá... —Finalmente salió de sus labios hundiendo su rostro en el pecho de su padre sintiéndose como un niño cuando se asusta por el ruido de un trueno.

Jessica, quien había estado callada siente sus mejillas ser mojadas por sus propias lágrimas, despacio comenzó a acercarse para unirse al abrazo.

—Joey... —Musitó con un hilo de voz tan suave y bajo que probablemente solo el canino la escuchó—. ¡Hermano!

Walter abre un brazo para darle espacio a su hija quien se lanza a su hermano y lo rodea con un abrazo apoyando su rostro en el hombro de Joey.

—Jess... hermana. —Joey siente la necesidad de aferrarse a la castaña y ahora ambos lloraban.

Llegó un momento donde Joey sintió que caería de rodillas por la explosión de emociones, Walter lo notó de inmediato y con cuidado se arrodillaron los 3 hasta quedar en bolita en el piso mientras Apolo se metió en medio para lamer la cara de su humano.

—Lo siento... —Sollozó ya un poco más tranquilo—. Lamento haberme ido... lamento haberlos abandonado.

—Ya no importa hijo, nada de eso importa. —Le consoló Walter acariciando su cabello con suavidad—. Lo único que importa que estás a salvo y a nuestro lado.

El más pequeño asintió despacio, aún en los brazos de su padre y hermana.

—Los extrañé tanto... —Confesó.

—Olvida eso, ya estás en casa. —Le recordó Jess con una sonrisa de alivio.

Cerró sus ojos procesando eso que su hermana dijo, había estado lejos de su casa, perdido y huyendo de sus errores que ahora, estar ahí, con su familia se sentía tan bien, tan cálido y reconfortante.

Sí, estaba en casa.

Con ese pensamiento una diminuta sonrisa comenzó a dibujarse en su empapado rostro, el dolor y el arrepentimiento habían disminuido, mas no desaparecido; ahora sentía una chista de alegría, sintiendo que ahora todo a su alrededor estaba en orden y en perfecto estado.

—Sí... y no pienso irme.

•─────⚡─────•

(Minutos después).

Laboratorios S.T.A.R.

16:45 p.m.

—Sé que no tengo nada que hacer aquí, no después de como me porté con ustedes. —Comienza a hablar, se puede sentir el temblar de su voz—. Lastimé a muchas personas en el proceso y tomé muy malas decisiones, lo suficiente para casi arriesgarlos a ustedes y a inocentes. 

Incapaz de poder sostener la mirada con los más adultos, mira directo al piso, más en específico, a su perro que ahora estaba sentado frente a él mirándolo y moviendo su cola con suavidad.

—Pero he cambiado... o eso he intentado hacer. No hay día en que no recuerde todo lo que Technostream hizo a mano propia. —Finalmente decide levantar la vista y mirar a Caitlin, Cisco y al doctor Wells—. Por eso, desde el fondo de mi corazón, este soy yo tragándome mi orgullo y de pie frente a ustedes diciendo... lo siento por lo que pasó esa noche... por que se lo merecen, no debí tratarlos como lo hice. 

Se llevó sus manos a los bolsillos de su sudadera, a pesar del frio del lugar, sus palmas estaban sudorosas por lo nervios, su garganta estaba seca y sus chocolates de nuevo estaban comenzando a aguarse; sabía que tenía que hacer esto, pero no imaginó que se sería así de difícil, así de duro.

No después de todo lo ocurrido, pero al menos quería enmendar sus errores y quitarse ese peso de encima que, se sentía como una tonelada de ladrillos, solo necesitaba oír un perdón y podría seguir adelante.

—No tienen ninguna razón para perdonarme, ni yo lo he hecho. —Inhaló profundo y soltó todo el aire que tenía en su interior—. Solo quiero que sepan que enserio, en serio... lo siento.

Lo siguiente que pasó fue un silencio sordo, todo el córtex quedó en un completo estado de mute, Joey podía escuchar su propia respiración, su corazón golpeaba en su caja torácica como si estuviera intentando escapar y lanzarse al vacío, estaba a la espera de cualquier respuesta y al no obtenerla creyó que realmente, no lo querían volver a ver y era completamente comprensible. No estaba ahí con la intensión de volver a su antigua y creciente gloria, solo quería conseguir el perdón de quienes le depositaron confianza, su amistad y, su cariño.

—Bueno, creo que todo está dicho. —Miró hacia otro lado sintiendo que ya no podía con esta situación, por que en serio no podía—. Yo... no tengo nada que hacer aquí.

Fue entonces cuando escuchó una respuesta.

—Joseph, no eres el único que se arrepiente de cosas de su pasado. —Comenzó a hablar el doctor Wells acercándose despacio—. Yo también dije cosas el día que huiste y de las cuales me arrepiento, no debí decirte nada de lo que expresé en ese momento. Y yo también quiero disculparme por mi comportamiento el cual fue completamente inapropiado.

—No les pido una segunda oportunidad... por que no la merezco. —Se relamió sus labios y miró al frente—. Y tampoco les pido volver a ser uno de ustedes. Hace mucho dejé de serlo.

—Te equivocas, nunca dejaste de ser miembro. —Dijo Cisco con emoción en su voz—. Al menos para mi.

Escuchar eso fue como una ráfaga de viento refrescante golpeando en su cara y una sensación inexplicable se instaló en su pecho, ¿Escuchó bien? Acaso Cisco, ¿No lo odiaba? Estaba esperando cualquier indicio de posible rechazo, pero definitivamente no esperaba algo como eso.

—¿Qué?... —Musitó sintiendo su corazón hacerse chiquito dentro de su pecho cuando escuchó eso.

Sin decir otra cosa, el latino se acercó al menor para después darle un cálido abrazo, si había alguien a quien había extrañado de sobre manera durante todo ese largo tiempo, ese era Cisco Ramon, desde el momento que su vida dio el giro radical de 180 grados, el fue el más entusiasmado en ayudarlo, pasaron muchos momentos juntos, desde creando artefactos y armas, hasta terminar en el departamento del latino viendo The Walking Dead a horas de la madrugada, el ingeniero se había transformado en su confidente y alguien en quien podía confiar ciegamente. 

—Te extrañe mucho amigo. —Confesó Cisco en medio del abrazo y Joey abrió sus ojos completamente sorprendido, no creyendo lo que el latino le acababa de decir. Por que de hecho, no lo podía creer.

—¿Amigo?.. —Su voz tembló de la emoción—. Después de todo lo que te dije... ¿Me sigues considerando... tu amigo?

—Desde luego, sé que nunca quisiste decir nada de eso... —Respondió el pelo largo—. Sé que eres bueno Joey y que te arrepientes de todo lo que hiciste.

—Cisco... —Musitó rodeando al ingeniero con sus brazos—. La verdad yo también te extrañé.

Ese momento era de los 2, un latino y un europeo que habían formado un verdadero lazo de amistad que en más de una ocasión los llevó a meterse en problemas, pero siempre salían de estos juntos. Por su lado Caitlin Snow miraba la escena conmovida por las emociones que ella misma tenía reprimidas. Se había prometido que no iba a dejarse llevar por sus sentimientos, pero cuando vio aquel abrazo entre el joven y su amigo se dio cuenta que no debía seguir guardándose nada.

La muerte de Ronnie la dejó rota y marcada de por vida, a comparación de Cisco ella nunca había sido cálida con Joey cuando era el héroe de Ciudad Central. Desde el momento que el castaño menor llegó por primera vez al equipo, había intentado formar un vínculo con todos, pero Snow siempre se mostró fría, como si le resultara difícil abrirse a alguien más después de perder a Ronnie. Sabía que había lastimado a Joey con su actitud distante, y ahora sentía el peso de esa culpa. Pero ahora tenía la oportunidad decir todo lo que pudiera tener guardado para ella misma, más que para sacar todas las emociones reprimidas, lo hacía por que sabía que era lo correcto. Con mucho cuidado se acercó hasta quedar frente a los a Joey y Cisco, quien se separó del más joven.

—Joey...

Joey dirigió su mirada hacia ella, notando el tono serio y vulnerable en su voz. Había esperado este momento durante mucho tiempo, pero no sabía exactamente qué esperar de Caitlin Snow.

—Quiero decirte algo... —El menor puede ver como la doctora busca las palabras correctas para seguir hablando—. Algo que debí haber dicho hace mucho tiempo.

Todos en el Córtex notan que algo importante está por ocurrir. Cisco y Barry observan la escena en silencio, mientras Walter, Jessica y el Doctor Wells miran todo con curiosidad y de forma analítica. Mientras tanto la castaña cobriza se relame los labios y comienza a hablar, no sería fácil pero valdría la pena si Joey la perdonaba.

—Sé que durante el tiempo que estuviste aquí como héroe, nunca fui justa contigo. —Toma una bocanada de aire antes de seguir—. Fui fría, distante... y en más de una ocasión te hice sentir mal, cuando no lo merecías.

Joey escuchaba atentamente, y sus ojos reflejaban una mezcla de comprensión y dolor. Sabía que la doctora había estado lidiando con su propio sufrimiento, pero aún así, había sido difícil para él cuando solo buscaba aceptación y recibía palabras cortantes cual cuchillo recién afilado.

—Caitlin yo... —Comenzó a hablar Joey.

—Por favor déjame terminar. —Lo interrumpió con suavidad aunque su voz tembló por un momento—. Perdí a alguien muy importante para mí, y me cerré al mundo. Me volví dura, amargada, resentida con la vida e incluso con las personas que solo querían ayudarme. Eso te incluyó a ti. Y sé que eso te lastimó, no una ni dos... sino varias veces.

Caitlin hace una pausa, sus ojos mostraban la lucha interna que ella había llevado consigo durante todo este tiempo. Finalmente, dio un paso más cerca del chico que estaba a menos de un metro de ella.

—Lo que intento decir es que lo siento, Joey. —Dijo finalmente, estaba cabizbaja y su voz más baja de lo normal—. Lamento haberte tratado así. Lamento no haber sido una amiga cuando más lo necesitabas. No tienes por qué perdonarme, pero... quiero que sepas que estoy arrepentida.

El silencio en el Córtex es casi palpable. Joey se queda quieto, procesando las palabras de la mujer frente a él. Siempre había admirado a Caitlin por su inteligencia, su fortaleza, y su grado de profesionalismo, pero su frialdad y distancia lo habían herido en momentos en que solo quería ser aceptado por el equipo. Sin embargo, ahora podía ver que ella también había estado luchando con su propio dolor. 

—Lo sé. —Dice Joey con una sonrisa que reflejaba comprensión y al mismo tiempo tristeza—. Siempre supe que estabas pasando por algo muy difícil y sabía que lo que decías o hacías no era por maldad, sino por dolor. Pero gracias por decirlo. Aprecio mucho que te hayas acercado.

Sin decir otra cosa terminan de desaparecer la distancia entre ellos y se dan un abrazo, aunque menos grande y profundo que el que se dio con Cisco, Joey sabía que era el primer paso para reconciliarse, Caitlin por su lado sonríe, claramente aliviada de que el menor no guarde rencor. La tensión entre ambos comienza a disolverse, aunque queda claro que aún hay muchas heridas que sanar. 

En ese momento toda la incomodidad, la inquietud y silencio ensordecedor que se sentía en el ambiente se disiparon sorpresivamente rápido siendo reemplazados por un poco de calma después de aquel momento donde nadie podía respirar a gusto, Joey se sentía tranquilo de saber que por lo menos no lo odiaban y que las cosas habían salido mejor de lo esperado. Ya podía vivir en paz, una paz que duró poco en el momento que levantó su vista y vio a un hombre a unos de ellos. 

Barry había permanecido de pie, guardando silencio mientras presenciaba toda la escena que se desarrolló frente a sus ojos comprendiendo que ese era un momento donde él era un completo desconocido. 

Por su lado el castaño menor levantó la mirada y fue en ese momento cuando finalmente se vieron por primera vez. Toda su atención se  fue directamente al hombre que estaba a una distancia pequeña de él, Joey lo reconoció de inmediato, era el mismo hombre que el doctor Wells había traído a los Laboratorios S.T.A.R. cuando él estaba en labor de cuidar y proteger a Ciudad Central, solo que ahora no recordaba del todo la mayoría de sus datos, en realidad no recordaba nada, excepto su altura.

Por su parte Barry estaba completamente en blanco, haber visto a Joey en la foto fue algo auténtico, no sabía como describirlo, pero verlo ahí frente en vivo y a color era otra onda.

A pesar de que estaban un poco lejos el uno del otro, sus miradas se estaban sosteniendo como si estuvieran formando un puente que las pudiera conectar, en ese momento nada ni nadie existía, únicamente ellos 2. El equipo Flash y los Zimmermann, notando aquel momento en el que parecía que ninguno de ellos existía, decidieron hacer algo para romper aquella burbuja de lo que parecía un trance en el que ambos meta-humanos estaban sumergidos.

—Bueno, creo que es el momento para que el Barry conozca a nuestro primer héroe. —Dijo Harrison Wells a modo de poder romper el hielo.

El Flash asintió y mientras tragó saliva comenzó a acercarse a Joey, quien estaba de pie en el mismo lugar donde lo encontraron desde que habían llegado al córtex. Intentaba disimular sus propios nervios. A medida que se iba acercando pudo ver mejor al chico dándose cuenta de que la foto que Cisco le mostró no era a comparación de verlo en persona; su cabello marrón caía con gracia sobre su frente dándole un aura de pureza y dulzura a su rostro, cada mechón parecía tener un lugar en su cabeza que sabía donde ubicarse para darle aquella imagen de juventud y vida.

Lo siguiente que pudo ver fue los detalles de su rostro; su nariz, fina y delicada que le daba un toque de elegancia a su rostro además de estar salpicada por algunas pecas al igual que sus mejillas. Sus labios, delgados y de un color durazno que estaban formando una pequeña y tímida sonrisa. Una curva suave y sin intensiones de parecer demasiado extrovertida, pero con suficiente encanto para haber acelerado el pulso del velocista.

Pero lo mejor fue cuando vio sus ojos.

Dicen que el marrón es el color de ojos más común en las personas, un color corriente, uno que la mayoría de la gente ni siquiera nota. Pero para Barry, en ese momento, era todo lo contrario.

Al mirar a Joey, Barry se dio cuenta de que esos ojos marrones no eran comunes en absoluto. Eran profundos, llenos de historias y misterios que Barry apenas comenzaba a comprender. Había algo en ellos que lo atrapaba, lo mantenía en un trance del que no quería salir.

Los ojos de Joey no eran solo marrones; eran un reflejo de la vida que había llevado, de las luchas y los triunfos, de la persona que era. Para Barry, esos ojos eran todo menos comunes. Eran únicos, especiales, como si contuvieran un universo en su interior. Cada pequeño destello de luz en esos iris marrones parecía contar una historia, y Barry se encontró queriendo escuchar cada una de ellas.

Haberlos visto en la foto no era ni la mitad de lo que estaba sintiendo justo ahora, todo a su alrededor se detuvo, como si de repente todo el ruido a su alrededor dejara de importar. Todo lo que importaba eran esos ojos marrones que lo habían atrapado sin remedio.

Para Barry, en ese momento, el color marrón nunca había sido tan fascinante, tan lleno de significado. Era un color que, en cualquier otra persona, habría pasado desapercibido. Pero en Joey, era todo lo contrario. Era lo más extraordinario que había visto en mucho tiempo.

Cuando quedaron de frente bajó  la vista para verlo, debía ser unos 15 centímetros más bajo que él y eso solo lo hacía verse aún más adorable de lo que ya se veía, y entonces, escuchó su voz hablándole solamente a él.

—Joseph Zimmermann. —Joey extendió su mano para saludarlo—. Un gusto.

Armoniosa, así se podía describir su voz, era suave pero tenía un timbre de madurez que reflejaba su apariencia alegre y brillante, en el momento de tocar su mano fue como si una corriente de electricidad hubiese pasado por ambos cuerpos, ¿O a caso fueron 2 corrientes que se cruzaron y formaron una especie de colisión de protones y electrones? No lo sabía pero de algo estaba seguro: Algo en su interior hizo cortocircuito.

—Barren Ally. —Sonrió con cortesía—. El gusto es todo mío.

•─────⚡─────•

Residencia Zimmermann.

17:30 p.m.

Fue el baño más largo que ha tomado en toda su vida. 

Normalmente no pasaba de 15 minutos, 20 a lo mucho; pero después de no haber tenido agua caliente en casi medio año solo quería quedarse bajo aquella humeante lluvia artificial y sentir que se volvía uno con ella. Pero sabía que eso era imposible, cuando sintió que ya estaba listo para separarse del calor de la regadera apagó el grifo y salió con una bata de baño gris mientras sacudía su cabeza a modo de secar su cabello que estaba goteando.

Recorrió su habitación con la mirada y sonrió para sí mismo. Había extrañado ver todo lo que decoraba sus paredes verdes, su gaveta llena de libros de ciencia y física, revistas repletas de artículos científicos, la repisa con sus álbumes de sus artistas favoritos. Se giró sobre sus pies ahora para mirar su colección en formato de CD que albergaba una infinidad de covers de grandes éxitos, perteneciente a una de sus series favoritas.

Su colección de Glee.

El espejo de cuerpo, su docena de converse, sus gorras; enteramente todo estaba ahí, parecía que en realidad nunca se fue y que nada había pasado y eso solo le alegraba más ya que le demostraba que su familia no había perdido la esperanza de encontrarlo. Y ahora estaba de nuevo en casa, de donde nunca debió de haberse ido.

Saliendo de sus pensamientos se acercó a pasos decididos a su armario para abrirlos y respirar el aroma de todas sus prendas, tomó las perillas de las puertas y las jaló hacia él para abrirlas, al hacerlo esperaba el aroma de la ropa limpia, pero lejos de hacerse presente, un aroma a polvo lo golpeó directo en la cara y por reflejo comenzó a toser.

Sí, la ropa también estaba intacta.

Demasiado en realidad.

•─────⚡─────•

Finalmente el ambiente en la casa Zimmermann estaba en paz, la tranquilidad de nuevo estaba presente ahora que el miembro más pequeño había regresado, las tensiones con su desaparición y encuentro con el ahora llamado equipo Flash (y donde estaba su familia) se disiparon en el momento que hicieron las pases y sus hombros se sentían más ligeros, al menos un poco, dando la oportunidad de tener un momento de relajación en medio del mar de emociones.

Cuando cayó la noche se volvió a duchar (esta vez solo duró unos 5 minutos) y se visitó con una camiseta blanca y unos pantalones de pijama, con las luces de la casa apagadas y solamente el tenue brillo del televisor siendo lo único que permitía que pudiera ver en medio de lo negro de la noche, sus pardos estaban fijos en la pantalla.

En ese momento sintió una presencia detrás suyo la cual se sentó a su lado.

—¿Pensabas ver Teen Wolf sin mí? Me ofendes hermano.

Levantó la mirada y sonrió al ver a su hermana con un enorme bote lleno de palomitas, otro con gomitas y otro con una combinación de Doritos, Ruffles y otras frituras. Por su parte, el castaño la miró de manera avergonzada y una sonrisa que parecía reflejar inocencia.

—Pensé que estarías ocupada o algo así. —Admitió apenado.

—Nunca lo estaré para una de mis series favoritas. —Sonrió y le ofreció un razón a su hermano, quien tomó los panditas—. Y menos, si es un maratón contigo.

Los labios del menor se curvearon en una sonrisa, retomar esa tradición con su hermana lo hizo sentir como si nada hubiese pasado, en estos momentos todo parecía estar en completa normalidad, como cuando alguien regresa a casa después de un viaje. Finalmente decidieron poner su atención a la pantalla plana.

Stiles, ¿Qué diablos haces aquí? Preguntó Scott McCall visiblemente desconcertado a un chico rapado que se encontraba colgado de cabeza.

No respondías el teléfono. —Respondió el cuestionado y miró a su amigo asustado—. ¿Por qué tienes un bate?

El adolescente llevó su mirada  a sus propias manos que sujetaban el bate.

Creí que eras un depredador.

¡¿Un depre-bien mira sé que es tarde pero tienes que oír esto. —Comenzó a hablar el rapado, Stiles Stilinski—. Vi que mi papá salió hace 20 minutos, lo llamaron. Llamaron a cada oficial del departamento de Beacon incluso a la policía estatal.

¿Para qué? —Preguntó Scott.

Encontraron un cuerpo en el bosque. —El rapado hizo una acrobacia y cayó al suelo ileso.

¿Un cadáver?

No un cuerpo de agua. —Respondió sarcástico el contrario—. Sí tonto, un cadáver.

¿Fue asesinado?

Nadie sabe aún. —Respondió Stiles—. Solo que es una mujer, tal vez en sus 20.

Espera, si encontraron el cuerpo ¿Qué están buscando? 

Es la mejor parte. —Stiles bajó la mirada y sonrió emocionado antes de volverla a subir—. Solo encontraron la mitad.

Scott levantó la cejas incrédulo de solo imaginar lo que su mejor amigo tenía pensado hacer, y lo confirmó en el momento que Stiles asintió.

Iremos. Sentenció finalmente el de lunares.

Cuando ambos hermanos presenciaron aquella escena inmediatamente sonrieron.

—Y así es como comenzó una de las mejores series de esta década. —Dijo Jess acomodándose mejor en el sillón.

—Lo sé. —El silenció se formó por un momento, era un silencio cómodo en el que ambos hermanos disfrutaban de la serie creada por Jeff Davis—. ¿Sabes? Extrañaba tantas cosas cuando estuve en Detroit, pero creo que esto, era de las que más extrañé.

La castaña lo miró con atención y una pequeña sonrisa de pintó en su labios, ella añoraba todos esos momentos cuando el sol se ponía dándole paso al atardecer y dando como resultado que ambos se sentaran en el sillón de su casa para ver a Tyler Posey, Crystal Reed, Dylan O'Brien y un gran elenco siendo parte de una de las series más populares de ese momento.

—Sé que tienes mucho por decir. —Dijo Jess con suavidad—. Pero no es el momento, pequeño. No ahora, mañana podemos hablar de todo esto con calma, ¿Sí?

Joey asintió con su pequeña sonrisa. —Sí, tienes razón.

Jess le acarició su cabello antes de sonreír y volver a hablar.

—Ahora, sigamos viendo Teen Wolf por milésima vez como si no supiéramos lo que pasará en el siguiente episodio. Además necesito ver qué pasará en la temporada 3.

—Suena justo. —Dijo el menor llevándose un pandita rojo a la boca—. Además me quedé atorado en la temporada 2 por ti.

—¿Qué crees que pase en la tercera temporada?

—Yo creo que alguien morirá y entrarán nuevos a la manada de Scott.

—Mientras Isaac siga apareciendo estaré bien. —Dijo la castaña.

Siento que me quedó bien aburrido no sé, ¿Ustedes que opinan? ¿Qué creen que pasará en el siguiente capítulo? 

¿Algo que quieran decir? ¿Les gustó el primer capítulo? Los leo.

No olviden votar y comentar.

Nos leemos luego.

¡EdgarRios fuera!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top