»Terriblemente Adorable
Character of the day:
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»Capítulo Veintidós:
Terriblemente Adorable
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A L E X A ' S P O V
Calle Sainthood número 203 es... ¿Una fiesta?
Baje de la bicicleta y la dejé en la acera de la casa.
Por alguna razón había mucho líquido azul tirado en todas partes, la casa era un verdadero desastre.
Intenté llamar a Claire pero las llamadas eran directamente mandadas a buzón, por lo que no tuve otra opción que entrar y buscarla.
Lo único malo es que venia vestida como una anciana.
Entré y gracias a Dios nadie me notó, todos bailaban y se embriagan como si su vida dependiese de eso.
—¡Claire!—grité.—¡Claire!
Dude en si seguir adentrándome en esa casa llena de perdición, pero Claire sonaba bastante apurada.
Seguí caminando buscando en todas partes pero no lograba visualizar ninguna cabellera rojiza.
—¿Gray?
Me giré hacia atrás y me sorprendí al ver a mi amigo ruloso Freddy con una botella azul que por alguna razón decía "Zarzamorea".
—¡Freddy, gracias a Dios!—dije aliviada.—¿Has visto a Claire?
—¿Claire? ¡Si!—rió jocosamente.—Estaba en la sala y luego por un momento se teletransporto a las escaleras. ¡Era casi como si fuesen dos Claires! ¿Puedes creerlo?
'Tenía que ser Freddy...'
—Graci...as—dije lentamente al ver como el rostro alegre del chico cambiaba por uno bastante extraño. Era casi como si quisiera estornudar y no pudiera hacerlo.
Pero después de un par de segundos Freddy estuvo a punto de vomitarme encima, por suerte lo giré en otra dirección antes de que lo hiciera.
—¡Mierda!—exclamé al ver al chico.—¿¡Porque carajos es azul!?
Aparte la vista de mi querido amigo y fue ahí cuando vi a Jos saliendo del baño con la cara envuelta en golpes.
—Jos...—murmuré.
Enseguida trote hasta el y me detuve cuando estuve a medio metro suyo. Mi cara de perplejidad le decía todo.
—¿Qué haces aquí, Gray?—me preguntó de mala gana, intentando esquivar el hecho de que su ojo estaba hinchado y morado.
Intentó darse la vuelta e ir en otra dirección pero lo tomé del hombro y lo obligué a volver a mirarme.
—¿Qué hiciste, idiota?—le pregunté.—¿Qué mierdas hiciste para que te desfiguraran la cara?—lo reprimí y el chico apartó la mirada.
—¿Porque insinúas que yo tuve algo que ver?
—Porque te conozco, Jos.—le dije al instante. Entonces volvió a mirarme.
Mientras más le miraba con ese rostro repleto de moretones y rastros de sangre, más deseaba llevarlo a casa para que nada más le pasara.
Y claro, tenía un fuerte sentimiento de impotencia en el pecho, deseaba tanto darle una paliza a quien dejó a Jos así.
—Fue sólo una pelea con otro idiota, sólo eso.—me dijo.—Y ni se te ocurra investigar con quien fue.
—¿Porque investigaría...
—Porque te conozco, Lexa.
Ambos nos quedamos mirándonos en silencio.
Hasta que escuché la voz de Claire a lo lejos.
—¿Claire?—pregunté y di unos pasos para buscarla con la mirada. Entonces recordé que no podía dejar a Jos solo.—Y tú quédate ahí.—le ordené y el alzó ambas manos en seña de rendirse.
Salí de la casa guiándome por los gritos de Claire, y cuando estuve afuera, miré un montón de gente rodeando a mi pelirroja y a Grayson.
—¿Qué...?
Me encaminé hasta la multitud que se había creado, pisando un charco de ese líquido azul (el cual ahora se que no sólo es un líquido).
—Carajo...—me quejé al ver mi tenis repleto de vomito.
—¡No me importa una mierda!—gritó Claire.
Olvide el tema de mi tenis y me colee entre la gente para llegar hasta Claire y Grayson.
No voy a mentir me sorprendió ver a Claire en sostén y con todo el maquillaje corrido.
Todos grababan la escena y reían de la chica.
—¡Terminamos la puta relación que nunca existió!—le dijo Claire a Grayson.—¡Así que puedes ir a cogerte a otra y decir que lo hiciste conmigo para que el imbécil de Chace te crea!
Fruncí el ceño intentando comprender lo que estaba pasando.
Claire estaba ebria, bastante ebria de hecho. Eso era raro, según recuerdo detesta el alcohol.
—Claire, carajo escúchame.—le dijo Grayson.
—¡No, tu escucha esto Blake!—le gritó mi amiga.—¡Eres un grandísimo...
Y sus palabras se perdieron en el aire cuando se agachó para vomitar ese líquido azul.
Todos seguían grabando como si fuera un jodido show.
—Muy bien suficiente.—me dije.
Fui hasta Claire y me saqué la sudadera para que pudiese ponérsela.
—¿Alex?—me preguntó cuando me vio y sonrió.—Llegaste.
—Si, Claire. Debí estar aquí antes de que todo esto pasará, lo siento.—le dije.
La ayude a incorporarse y alejarnos de toda la multitud.
—Claire...—insistió Grayson.
—¡Por Dios, ¿Que no entiendes que no quiere hablarte más?!—le grite al chico con molestia.—¡Carajo, déjala sola!
Blake me miró sin decir más y luego miró a Claire, y como si hubiese recordado algo, regreso dentro de la casa con una furia notable.
'Mierda... ¿Como se supone que nos vayamos de la fiesta en una miserable bicicleta?'
—Por eso usaremos mi auto.—respondió Jos llegando junto a nosotras y sacando de su bolsillo un par de llaves.
—¿Tú tienes auto?
—Cuatro, de hecho.
Presionó uno de los botones en el control del manojo de llaves y como por arte de magia, el chirrido de llantas de lo que claramente era un auto, se escuchó próximo a llegar hasta nosotros.
Entonces un flameante auto rojo con asientos de piel crema y sin techo, giró en la esquina de Sainthood y se estacionó frente a la casa.
—El amor de mi vida.—suspiró Jos.—Una deleitante y hermosa Ford Mercury.
De pronto toda la multitud de afuera olvidó el tema de Claire y se acercó a admirar el auto de ensueño que tenía Jos.
Pero yo seguía con una duda en la cabeza...
—¿Cómo diantres es que tu auto se maneja solo?—cuestioné.—Y lo que es aún más raro, ¿Cómo es que a nadie le importa?
—Es el efecto que Penelope causa en las personas.—me dijo con un aire de superficialidad.
—Oh por Dios, ¿Realmente le pusiste un nombre a tu auto?—dije con el ceño fruncido.
—Brillante, ¿no es cierto?—me dijo.
—Escalofriante, de hecho.—respondí con una mueca de temor leve.
—Eso es porque no lo entiendes, ni siquiera tienes auto.
Lo miré mal al recordarme mi triste realidad.
—Corrección, ni siquiera tiene licencia de conducir.—habló Claire.—Atropelló a un anciano en su examen final de conducción.
—¡Claire!—la reprimí con molestia.
Jos se hecho a reír a carcajadas.
—Lo siento, por alguna razón me siento en el estado de ánimo de decirlo todo.—me dijo con una mueca de pena.
—En ese caso, no me hagas ponerte una cinta en la boca para evitar que sueltes otro dato mío durante el camino.
—¡Por favor, cuéntame más! Yo si quiero escuchar historias vergonzosas de mi querida Alexa.—interfirió Jos.—Ahora se que nunca dejaré a Gray sola en un auto con mi abuela cruzando la calle.
—Muy gracioso.—dije sarcásticamente al mismo tiempo que entraba en el auto.
Jos estacionó el auto frente a mi casa y me ayudó a cargar a Claire para recostarla en mi cama.
Le había rogado a los padres de la pelirroja para que la dejaran quedarse en mi casa, pero claro como mañana era día de escuela, se negaron.
Fue en esos momentos en los que agradecí tener un genio mágico al que poder pedirle ese pequeño deseo.
—Va a morirse cuando recuerde lo de anoche.—dije en susurros mirándola con preocupación.
—Lo bueno de embriagarse es que no recuerdas nada.—comentó Jos.
—Todo el mundo grabó a Claire, ¿Sabes lo mal que la gente hablará de ella mañana?
—¿Acaso importa lo que la gente diga?—frunció el ceño.
—Importa cuando eres una Thunman.—volví a mirarla, y noté un poco de ese líquido azul en la comisura de sus labios.
—¿Y qué quieres hacer al respecto?—me preguntó cansado y tirándose en el pequeño sofá de mi habitación.
—Crees que... puedas... ¿borrar cualquier prueba o recuerdo sobre esta noche?—pregunté con una sonrisa suplicante.
—¿Borrarle la memoria a toda la escuela?
—Al menos a quienes que quieran usarlo en su contra.—agregué.—... ¿Por favor?
Me mantuvo la mirada por unos segundos y luego con un quejido de rendición accedió.
—Como digas...—rodó los ojos.
Chasqueó los dedos con dificultad y alguno que otro polvo dorado cayó del techo.
—¿Eso es todo?—pregunté alzando una ceja.
—Lamento decepcionarte, ¿esperabas fuegos artificiales, enanos lanzando confetti y un pastel que diga "Gracias por tu deseo"?—dijo sarcásticamente.
—Ugh.—me quejé rodando los ojos.—Un "Si" hubiera bastado.
El pelinegro trató de ponerse de pie y no me sorprendió ver que se tambaleaba.
—Estoy bastante jodido.—confesó.
La sangre en su pómulo parecía haberse secado ya pero la herida en su labio seguía bastante abierta.
—Déjame ayudarte con eso.—le dije obligándolo a sentarse de nuevo y seguido a esto, a buscar un poco de alcohol y algodón.
—Sanaré pronto.—me dijo.
—Claro que lo harás, pero antes debo curarte esa herida.
—Soy más fuerte ahora, Lexa. Créeme que sanaré en cualquier momento.
—Comienzo a dudar de tu fuerza ahora mismo, por si no lo notaste, estás en vuelto en golpes.—dije desinteresadamente.
Encontré los algodones y me giré para limpiar el rostro del chico.
Y por alguna razón su ojo morado ya no estaba morado, sino que era un ojo normal y corriente. Y ya no tenía heridas en el rostro. Simple las manchas de sangre seca.
—... ya veo...
—Eso intentaba decirte.—comenzó, poniéndose de pie.
—¿Desde cuando sanas tan rápido?
—No te incumbe querida amiga fisgona.—me dijo—pero gracias por intentar ayudarme.
Me paso de largo y tomó el libro viejo del que salió, el cual estaba en el librero.
—Si no te importa, regresaré a casa.—me aviso desinteresadamente.
—No hasta que me expliques ¿como es que ahora sanas más rápido que antes?
Me miró con fastidio pero yo seguía con el ceño fruncido.
—Ya te lo había dicho. Fui con un hechicero oscuro para que liberara mis poderes.—me dijo.
—¿Y eso también implica sanar rápidamente?—cuestioné.
—¡Si, carajo!—exclamó y casi por instinto volteamos a ver si Claire si había despertado por el ruido. Pero la pobre seguía dormida y hasta incluso roncando.
Entonces regrese mi mirada a Jos y sin miedo a decirle lo que pensaba, lo encaré.
—No te creo.
—Es tu problema.
—De hecho no, porque sé que estás haciendo algo malo Jos, Valeritte también lo cree.—comencé seria e intentando sonar comprensible—y sé que no fuiste con un hechicero.
—Más vale que tú y Valeritte dejen de intentar meterse en mi vida.
—Me preocupas, Jos.—solté y luego tartamudeé.—Y a Valeritte también... nos preocupas... a ambas... como amigas tuyas... que somos... ¡No como nada amoroso!... simplemente una preocupación de amigo a amigo.
Jos sonrió de lado.
—Lo sabía—rió brevemente.
—¿Qué?—pregunté despistada.
—Que estás perdidamente enamorada de mi.
Oficialmente estoy totalmente ofendida y mi rostro se lo dijo.
—Ahora estás sonrojada.—se burló.
—¡Yo no estoy sonrojada!—exclamé.
Ambos volvimos a mirar instantáneamente a Claire, pero mi grito no la había despertado.
—Ahora estás nerviosa.—prosiguió.
—¡Ya quisieras, Canela!
—Pero no te preocupes, si quieres tenerme sólo lo hubieses pedido.—dijo para después sacarse la chaqueta de cuero que tenía puesta.
—¡No, no, no!—exclamé en susurros, intentando volver a ponerle la chaqueta.
Jos se burló con una sonrisa que me estaba matando.
—En verdad me sorprende lo fácil que puedes ser, Jos Canela.—le dije apuntándolo con un dedo.
—Suele pasar cuando estás cerca.—me guiñó un ojo.
Comenzó a dar pasos hacia mi, pero yo retrocedía cada que lo sentía más y más cerca mío.
—¿Que haces?—le cuestioné.
—Tengamos sexo.
Mis ojos se abrieron como si hubiese escuchado la peor vulgaridad del mundo. Pero no es mi culpa, nunca nadie me había dicho una oración con esas dos palabras juntas.
Choqué contra la pared y Jos me tomó por la cintura.
—Jos, voy a llamar a la policía...—le advertí con un murmuró temeroso.
Sentí la cercanía de sus labios con los míos y mi corazón estalló en latidos increíblemente rápidos.
—¿Te gusta, no es cierto?—me cuestionó apretándome contra su duro cuerpo.
No respondí porque no tenía la respuesta. O tal vez la tenía pero no quería decirla en voz alta.
Besó la comisura de mis labios y cuando estuvo por besarme... el simplemente se apartó de golpe.
Dejándome tan terriblemente insatisfecha por sus labios.
'Mierda... ¿Me huele la boca?'
Jos se hecho a reír a carcajadas lo suficientemente fuertes como para despertar a Claire.
Pero yo estaba tan roja y avergonzada que no podía seguir existiendo por otro Segundo más.
Había pensado eso en el "canal" que Jos puede escuchar... ¡Literalmente soy una idiota!
Incluso Jos estaba tirado en el piso con ambas manos en la barriga y ya bastante rojo por reír tanto.
—¿Qué le pasa?—preguntó Claire aún bastante dormida.
—Uhmmm... nada, vuelve a dormir.—le dije nerviosa.
Jos ya había parado de reír o al menos lo estaba intentando.
—Ay Lexa—dijo.—Eres terriblemente adorable.
Me miró dulce y con una sonrisa.
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