»Gatas Territoriales
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»Capítulo Dieciocho:
Gatas Territoriales
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Estaba por abrir la boca para soltar una de mis mejores disculpas y así poder dejar todo este incómodo momento atrás.
Pero las puertas por las que hace varios minutos había salido, se abrieron de golpe y de ellas, salió una chica castaña con ropa fantástica, quien era seguida por tres de las chicas más adineradas y populares de la escuela.
—Debe ser una broma...—murmuramos Jos y yo al unísono.
Esa chica con ropa genial era nada más y nada menos que... Valeritte Devereaux.
—¡Chicos! Por fin los encuentro, estuve buscándolos todo el día, esta escuela es gigantesca. ¡La amo es genial!—chilló con una sonrisa enorme de felicidad.
Jos y yo seguíamos confundidos.
—Valeritte... ¿Qué carajos haces aquí?—preguntó Jos.
Ella enseguida pareció recordar algo con cierto asombro.
—¡Claro! Casi lo olvido.—comentó.—Vine a el mundo mortal para ayudarlos, duh.
—¿Mundo Mortal?—preguntó una de las que la acompañaba.—Adoro tu vocabulario tan exótico.—dijo sonriente.—Sin duda serás parte de nuestro grupo, y lo mejor es que no tendremos que cambiarte el nombre.—aseguró Angelique, una rubia con bastante dinero.
Valeritte lleva cinco minutos aquí y ya pertenece a un grupo popular... Enserio... ¿¡Que ritual satánico tienes que hacer para lograr eso!?
Valeritte se despidió de sus nuevos amigos y nos acompañó a sentarnos en una de las mesas alejadas del patio, cerca de un gran árbol lleno de arbustos verdes y flores coloridas.
—Bueno, regresando a nuestro plan para acabar con la Cruella de Vil del mundo mágico...—comenzó Valeritte pero fue interrumpida abruptamente por Jos.
—Está cancelado, Devereaux.
Enseguida la chica frunció el ceño y abrió la boca sin poder creerlo.
—Jódete Jos, claro que no.—dijo Valeritte.— Literalmente no dormí anoche para poder investigar la ubicación del Dios Dadga de Olysstro.—aclaró.—Asi que sin duda el plan sigue en pie, canelón idiota.
—Así se habla, chica.—dije felicitándola con una sonrisa mientras ella me sonreía igual.—El plan seguirá en pie o de lo contrario juro que encontrare la forma de encerrarte en tu estúpido libro de nuevo.
Jos nos miró a ambas sin saber que decir, estaba atrapado, pues ni Valeritte ni yo nos echaríamos atrás después de todo.
—En verdad que joden mi existencia más de lo normal cada que se unen para lograr algo.—confesó Jos, negando con la cabeza de manera exhaustiva.—...Sigamos con el plan.
Valeritte y yo saltamos de emoción al escucharlo, y luego nos abrazamos en celebración de nuestra gran habilidad para convencer Jos Canelas.
Nos separamos, y noté que Jos tenía su mirada puesta en mi, con una ligera sonrisa de lado.
_¿Porque de pronto ya no puedo decirte no a ti, Alexa?_
Lo escuché y me sorprendí con sus palabras. Era cierto. Pero, ¿significaba algo eso?
—Después de una agotadora investigación a los seres sobrenaturales que vieron a Dadga por última vez, logré dar con su ubicación.—dijo Valeritte.
—¿Y en donde esta?—pregunté curiosa.
Valeritte estaba por hablar cuando alguien la interrumpió, llamando la atención de todos en la mesa, llegó corriendo Ethan hacia nosotros para después sentarse junto a Valeritte y mirarnos a todos con asombro.
—¡No tienen ni idea de lo que acaba de pasarme!—gritó emocionado.—¡Estábamos en las prácticas de soccer, y de pronto algo en mi me ayudó a detener todos los balones que venían hacia mi! ¡Era como si de pronto todo estuviese en cámara lenta!
—Si, si, si, eres un Hombre Lobo ahora, felicidades ¿que esperabas?—dijo Jos con bastante desinterés.
Yo le lance una mirada para que no fuese tan grosero con mi amigo. Jos rodó los ojos.
—Wow Ethan, eso es increíble.—le sonreí.—Según recuerdo nunca habías atrapado tantos balones en tu vida.—dije y el asintió sorprendido.
—Lo sé. El entrenador me dijo que hará pruebas esta semana.—comentó.—Si logro pasarlas, me podrían hacer el nuevo capitán del equipo.—dijo emocionado.
—Si, bueno, Ethan me parece bien todo ese asunto del capitán, pero estamos en medio de algo Justo ahora.—explicó Jos.
—No creo que sea un problema que escuche la platica.—dije segura y Jos y Valeritte me miraron con muecas de confusión en el rostro.—Ethan, ella es Valeritte Devereaux, una amiga mía y de Jos. Es como una especie de hada pero muy poderosa, se llama Fae.
Valeritte y Jos estaban más confundidos ahora.
—Hey Gray, no puedes simplemente ir por ahí y revelarle al mundo mortal lo que somos, ¿Quién mierdas te crees?—cuestionó Jos con molestia.
—Ethan ya no es un mortal, es un hombre lobo, y quizás sea de buena ayuda con el plan. Además de que de una forma o de otra debía enterarse de lo qué hay más allá.—aclaré y Jos suavizó su rostro, el sabía que yo tenía razón.
—En ese caso, ¡Mucho gusto, Ethan!—dijo Valeritte rompiendo con la tensión.
Ethan sonrió coqueto y tomó la mano de la chica para después plantarle un beso en el torso de esta, Valeritte sonrió de la misma manera que el. Y finalmente Ethan le guiñó un ojo.
—Suficiente par de tórtolos.—dijo Jos.—Debemos seguir con el plan.—todos asentimos cuando lo dijo.—Ethan, dudas o preguntas al final de la plática.
Ethan asintió energéticamente con una sonrisa de emoción.
—Bien, la ubicación de Dadga es en el Mundo Mágico.—comenzó Val.—Pero no en la Prisión del Reino Mágico, como todos creían.
—¿Porque estaría en la Prisión?—pregunté.
—Se creía que Morrigan lo había encarcelado en su Prisión, así nunca la dejaría y tendría la sabiduría del Dios a sus pies siempre que ella lo necesitara.—explicó Jos y yo asentí con asombro.
—...Que Bruja.—dije sin poder creerlo.
—Exacto, pero era falso. Dadga no está ahí. En realidad... está escondido.—dijo Valeritte con una sonrisa que comenzaba a crecer.—Esta en el árbol más viejo del Mundo Mágico, pero nadie puede verlo si el no lo quiere.
—Cool.—dijo Ethan con una sonrisa.
—No, no es "Cool", es una mierda. ¿Cómo carajos convenceremos a un Olysstro de hablar con nosotros?—preguntó Jos.
—No olvides que tenemos una Kadima con nosotros. Alexa podrá hablar con Dadga. —dijo Valeritte.
—¿Y si no?—preguntó Jos.
—Podremos pensar en algo.—dije.—Además, apuesto a que el tal Dadga le vendría bien la muerte definitiva de la dichosa Reina Espectral.
—Buen punto.—comentó Jos.
—Sólo deberemos ir al bosque del Mundo Mágico...
—¿Y a cual de los 1000 bosques antiguos? Si se puede saber.—interrumpió Jos a Valeritte.
—¿1000 bosques antiguos?—pregunté.—¿En verdad son 1000?
—Si que lo son.—afirmó Jos.—Extensos kilómetros y kilómetros de árboles mágicos y criaturas extrañas. Es como un laberinto. Y cada bosque tiene algo especial.
—Existe el bosque helado, bosque tridimensional, bosque de la realidad distorsionada, bosque de lava, bosque de azúcar, bosque fantasma, bosque de Wargos...
—¡Bosque de Zac Efrons corriendo desnudos y sin control!—interrumpió Jos con una loca expresión en el rostro.
—¿Bromeas?—pregunté sin poder creerlo.
—Claro que bromeo. ¿Porqué mierdas existiría un bosque de Zac Efrons desnudos?—cuestionó el pelinegro.—Estas enferma Gray.
Rodé los ojos con irritación.
No es que estuviese desilusionada ni nada por el estilo, pero... ese bosque hubiese sido una buena inversión de mi tiempo.
—Si muy bien, basta de bromas Canela, debemos encontrar a un Dios.—interrumpió Valeritte.
Jos asintió con una sonrisa que fue interrumpida casi al instante por una mueca de confusión. Frunció el ceño y giró su cabeza en dirección a los arbustos junto a nosotros.
Luego pareció tornarse molesto.
—Tardos...—susurró serio.
Se lanzó entre las plantas, perdiéndose en los arbustos. Era como si estuviese luchando contra algo, pero no lográbamos ver que era.
Después de varios segundos, se puso de pie y vimos que en su mano, sostenía fuertemente a un hombrecillo tan pequeño como un control remoto, quien luchaba por zafarse de Jos.
—¡Jos! ¡¿Qué haces?! ¡Suéltalo!—exclamé al ver como el duende se retorcía bruscamente entre la mano de Jos.
—Es un puñetero Tardo, son del bando de Morrigan, el maldito nos espiaba.—se explicó serio.
Pronto el tierno duende que yacía en la mano de Jos comenzó a transformarse en un rabioso monstruo gris y horripilante.
—Ni siquiera lo pienses imbecil.—habló Jos para después susurrar—Tu autem hic ergo erit demandato in Terra Vurgoz (Ahora estás aquí, después será en Tierra de Vurgoz)—y finalmente chasqueó los dedos he hizo desaparecer a el Tardo.
Después de aquella escena todos los presentes quedamos en un ligero estado de shock.
—¿Qué? ¿Nunca antes habían visto un Tardo?—preguntó Jos con una sonrisa arrogante.
—Nunca te había visto a ti teletransportar un ser vivo...—murmuró Valeritte con cierta confusión.—Eso requiere de poder, un poder que les está prohibido a los Genios.
—¿Tú vas a hablarme de Genios?—exclamó Jos, evadiendo el tema a toda costa.—Preocúpate por tus problemas, Valeritte.
—Jos no seas un idiota.—le dije al instante con el ceño fruncido para defender a Val.
Me echó una mirada desafiante y bufó como lo haría una bestia.
—Vayamos por el jodido Dios.—gruñó.
Se dio la vuelta con una mueca de cierto fastidio en el rostro. Pero había algo más en el, algo sospechoso que repentinamente me hizo poner los pelos de punta.
Hasta que claro, un grito tan fuerte como el de un Tiranosaurio Rex me hizo olvidar ese breve pensamiento sobre Jos, para reemplazarlo por un pensamiento como: ¿Quién mierdas grita más que mi tía Janeth durante "esos días del mes"?
Me giré con una mueca de molestia en el rostro. Y... oh mierda...
Una enloquecida pelirroja caminaba a pasos largos y decididos, empujando a quien se le pusiera enfrente y gruñendo como tigre.
Muy bien, ¿Porque Hailey Thunman tiene cara de asesina serial?... ¿¡y porque viene hacia mi!?
—Alexandra Gray, grandísima zorra de mierda.—me llamó con un claro tono de odio antes de alzar la mano para darme una buena bofetada.
¿Alguien me dirá porque sólo me pasa esto a mi? HAY MILLONES DE PERSONAS EN EL PLANETA Y JUSTO YO SOY LA MÁS GOLPEABLE.
Vaya suerte de mierda que me cargo...
Cerré ligeramente mis ojos con temor... MUCHO temor.
Pero me sorprendió ver como repentinamente Jos aparecía junto a mi y detenía la mano de Hailey Justo antes de que llegara a mi.
Aww, ¿Jos me defendió?
—Luego le pegas, tenemos cosas que hacer.—dijo el cejón estúpido de Jos.
Demasiado bueno para ser verdad.
Hailey de zafó abruptamente del agarre de Jos y lo ignoró por completo, únicamente dedicándole una veloz mirada de irritación.
Para luego regresar a mi, y empujarme bruscamente con ambas manos.
Por suerte Valeritte estaba detrás mío, y logró detener mi caída a tiempo.
—¿Quien mierdas te crees, Gray? ¿Huh?—cuestionó la pelirroja con furia.—¿Quien mierda te dijo que podías hacerlo?—me fulminó con la mirada.
En definitiva sé de lo que habla.
—No sé de que hablas, Hailey.—dije inmediatamente.
—¡Deja de hacerte estúpida y contesta!—gritó enfadada.—Tu invitaste a MI NOVIO a el baile de disfraces, ¡Joder Gray! ¿En verdad creíste que no me enteraría? Es MÍO, y ambos iremos juntos al baile.
"¿Suyo? ¿Enserio?"
Fruncí el ceño y di un paso hacia delante sin quitarle la mirada de encima.
—¿Y donde carajos dice que es tuyo?—cuestioné.—¿Acaso tiene una etiqueta con tu nombre en alguna parte? ¿O una marca de propiedad?—seguí y ella alzó una ceja.—Es una persona como todos los demás y si lo quisieras entenderías eso y dejarías de tratarlo como un maldito trofeo.
—¡Yo amo a Alonso Villalpando!—gritó.—Es mi novio, el me ama y yo lo amo. Eso nos hace una pareja, por lo tanto yo soy suya y el es totalmente mío.—sonrió arrogante.
—Vamos Thunman, deja el teatrito de novia enamorada para después. Todos aquí saben que te has metido hasta con el conserje.—le dije y escuché burlas por parte de varios estudiantes.—Tu no lo amas.
Mi piel comenzaba a subir de temperatura. Sentía esa adrenalina inyectar mi corazón para hacerlo bombear a mil por hora.
—Tienes suerte de que nadie haya hablado aún o no me imagino como estaría tu "relación" con Alonso.—dije sonriendo con burla.
Hailey se moría de vergüenza y furia.
—Alonso y yo iremos juntos al baile. Y tú, bueno, puedes ir con James, Sebastián o Chris, o con los tres, después de todo también estuvieron en tu cama.
Su mandíbula estaba muy tensa. Y su mirada jodidamente penetrante. Pero igual lo estaba yo.
Mis ganas de tomar su cabello rojizo y arrastrarlo por todo el Instituto crecían.
Hasta que bufó con odio, y masculló:—Ya lo veremos, perra.—para después dedicarme una última mirada de rabia y salir con la cabeza en alto de la escena que se había creado.
Pronto las personas que se habían reunido para vernos comenzaron a irse mientras hablaban de lo sucedido.
Entonces me giré para ver a Jos, Val y Ethan, mientras sonreía victoriosa.
—¡Le gané a la jodida, Thunman!—exclamé emocionada.
Pero las expresiones de los tres presentes no eran alegres o divertidas, de hecho, eran serias y un poco decepcionantes.
—Gray... tal vez te pasaste un poco de la raya.—dijo Ethan con temor a molestarme.
—Sin duda te pasaste. Incluso me hiciste dudar de quien era la perra maldita en esa escena. Si tú o Hailey.—confesó con sinceridad Valeritte.
¿Qué? ¡Claramente Hailey es la perra maldita!
—¿Bromean? ¡Ella empezó todo esto!—exclamé molesta.—¡Planeaba abofetearme Justo aquí!
Mi furia comenzó a crecer. ¿Como es que pueden defenderla a ella? Hailey es la bruja de la historia, no yo.
Cerré mis puños y comencé a respirar con fuerza, sentía como mi corazón se disparaba.
—Eres una idiota.—me dijo Jos llamando mi atención.—¿Te das cuenta de lo que hiciste?
—¡La perra se lo buscó!
—¿Qué?—preguntó confundido.—Yo no habló de Hailey. Ese problema de gatas territoriales es lo de menos.—aclaró.—Habló de ti, estabas por sacar las uñas y claro, a punto de mostrarle a todos tus peculiares ojos anaranjados.—me reprimió.—Te acusarían de fenómeno si te vieran, y ni el mismísimo Villalpando volvería a hablarte.
Entonces comencé a calmarme. Jos tenía razón. Pude haberme expuesto frente a todos.
—Así que de ahora en adelante, aléjate de Hailey. Es la única que siempre logra sacar tu lado salvaje a flote.—dijo.—bueno... además de mi.—sonrió de lado mientas me guiñaba un ojo.
Negué con la cabeza ante lo que dijo mientras intentaba no soltar una pequeña sonrisa.
—¡Bien!—exclamó Valeritte tratando de olvidar aquel asunto.—Siguiente parada, Los Mil Bosques del Mundo Mágico.
—¡Esto será genial!—chilló Ethan con emoción y dando un par de brinquitos.
Todos fuimos detrás de los arbustos para ocultarnos de la vista de todos.
Jos nos dio la instrucción de tomarnos de las manos y formar un círculo.
—¿Que se supone que harás?—preguntó Valeritte.—¿Transportarnos a los mil bosques usando solamente tus poderes?
—Si ¿Y que?—replicó irritado, mirando a Val de mala manera.
—Quizás puedas transportar mágicamente a un pequeño ser vivo como un Tardo, pero transportar a tres personas, incluyéndote, ¡Es otro jodido nivel!—prosiguió la castaña con el ceño fruncido.—Es imposible que puedas hacer algo así de un día para otro.
¿Porque había tanto interés por parte de Valeritte? ¿En realidad era algo raro en un genio usar la transportación?
—¿Porque lo dices?—pregunte curiosa.
Al instante Jos puso los ojos en blanco y gruñó con fastidio.
—No necesito a dos chicas molestas diciéndome lo que pueda o no hacer. Suficiente tengo con Devereaux.–dijo intentando evitar que Val me contara.
—Dinos Val, ahora yo también quiero saberlo.—interfirió Ethan con interés.
Valeritte le sonrió a Jos de manera arrogante y burlona.
—Los genios mágicos tienen prohibido hacer algunas cosas, suelen ser tan ingeniosos y mentirosos que pueden engañar a las reglas y hacer lo que les plazca.—dijo Val.—Tanto así que en el pasado miles de genios lograron escapar del Mundo Mágico y recuperar su libertad gracias a sus poderes. Es por eso que Morrigan limitó el poder de los genios a casi nada. Y obviamente, entre las cosas que no pueden hacer son deseos de amor, resurrección, viaje en el tiempo, oh, y una muy importante: LA PUTA TRANSPORTACIÓN MÁGICA.—dijo esto último mirando a Jos de forma acusadora.—Si te descubrieran, te colgarían.
—¿Que intentas decir?—replicó Jos de mala manera.—¿Que hice algo para tener más poder?
—Dímelo tú, Canelón mentiroso.—exigió Val.
—¿Pero que mierdas hiciste Jos?—cuestioné yo.—¿Te das cuenta de que podría hacerte Morrigan si lo supiera?—noté como su expresión de enfado ahora era más relajada y calmada.—¡Quizás podrían hasta matarte, idiota! ¿Tienes idea de lo que eso significa?—dije molesta.
Jos es un tonto, ¡Dios! Hasta pareciera que en verdad no le importa su vida.
—Significa que me extrañarías porque me amas en secreto.—respondió con una media sonrisa a mi pregunta.—¿No es cierto?
—¡Pero yo ah oh...—iba a gritarle algo cuando lo escuché y mis palabras se transformaron en un sonido extraño, como el de una foca.
Ethan abrió los ojos y sonrió de una manera rara. Me miro y alzo ambas cejas.
—Que intenso.—soltó mi amigo.
—Demasiado.—dijo Valeritte.
Todos me estaban mirando de manera acusadora. ¿Pero que les pasa? ¡Jos jamás me gustaría! Es grosero, egoísta y un idiota.
Tal vez tenga bonitos ojos, buen cuerpo, cabello sedoso y cara De Dios Griego.
Pero su personalidad y yo, somos enemigos por naturaleza.
Sin embargo, nadie parecía comprender eso. Todos me miraban con esas sonrisa que comenzaba a odiar.
¿Porque me estoy sonrojando? ¡Contrólate cuerpo!
Joder juro que incluso el bicho que paso volando a nuestro alrededor tenía esa sonrisa en la cara.
—Cierren la boca y vámonos.—dije de mala gana y con expresión de fastidio.
Jos río brevemente sin apartar su mirada de mi. Para después, tomar mi mano y entrelazar lentamente nuestros dedos.
¿...Oye que carajos hace?
—Como digas, princesa.—me dijo sonriendo, respondiendo a mi petición anterior.
"Grandísimo hijo de..."
Repentinamente, sentí como mi cuerpo se derretía en mili segundos, era como si de pronto hubiese sido tragada por un hoyo negro.
Ni siquiera mi grito pudo ser audible.
Y luego ¡Puff! Volví a sentir la tierra bajo mis zapatos.
Observe a mi alrededor.
Árboles frondosos y de kilómetros de altura, era imposible verles fin.
Era de noche aquí, por lo que se lograba ver luciérnagas y otros insectos de colores brillantes.
A lo lejos había un lago enorme y el agua en esta brillaba de color azul, era casi como si tuviese luz. Sobre esta había varios flamencos bebiendo agua de manera elegante.
Hadas pequeñas pasaban volando de pronto, brillando en colores vivos y destilando polvos de colores con cada centímetro que avanzaban.
Y al fondo en el cielo, se lograba apreciar un inmenso arcoíris, tan brillante e intenso que incluso parecía estar justo frente a mi.
—Debo estar dentro de un sueño de Nath...—me dije.
—Bienvenidos al Etrike Arcus-Zilkolm, para los que no saben Y Araméo, bienvenidos al Bosque Arcoíris.—dijo Jos.
—Sip, en definitiva estoy dentro de los sueños de Nath.
—Amarán éste lugar.—aseguró Valeritte.—Los Faes suelen traer a sus hijos a este lugar para que aprendan a interactuar con otras especies. Yo solía pasar días enteros aquí con los unicornios y los pegasos.
—Ah claro, gracias por la información que nadie pidió.—le dijo Jos con una falsa sonrisa.
Valeritte empujó levemente al pelinegro mientras reía.
—¿Así que solo hay que seguir caminando hasta llegar a algún Dios?—pregunto Ethan.
—Al menos hasta que Dadga quiera que lo veamos.—dijo Jos.—Lo cual espero que haga.
—¿Que esperan? ¡Vamos!—dije y Valeritte sonrió de oreja a oreja
Ambos nos adentramos a el hermoso bosque, encaminándonos hasta el lago lleno de flamencos.
—¡Extrañaba esto!—confesó con emoción la castaña a mi lado.
Yo reí al verla.
Entonces los flamencos se giraron para vernos, y se quedaron quietos. Realmente quietos, casi como estatuas.
Las hadas dejaron de volar y también nos miraban sin expresión.
Por un instante juro que hasta el mismo aire dejo de fluir.
Todos miramos la escena con una clara confusión.
—¿Que les ocurre?—pregunte.
—Quizás están tan emocionados de vernos que se... petrificaron.—respondió Ethan con la misma confusión que yo.
—Quizás sea eso...—agregó Jos.
—Claro...—dijo Val.
...Si...
Entonces todos estallaron. No literalmente, pero sí que se alteraron.
Los flamencos parecía que gritaban como si alguien los estuviese apuñalando.
Las hadas fueron hasta nosotros y nos lanzaron bellotas y rocas pequeñas.
—¿¡QUE MIERDA CON LAS HADAS!?—grito Ethan.—¡Creí que eran como Tinkerbell, pero son hadas del demonio!—exclamó aterrado.
—¡Auch!—me quejé al sentir una bellota golpear mi frente.
El suelo comenzó a temblar como loco, y los árboles de pronto parecían haber cobrado vida, bajaban sus ramas gigantescas hasta nosotros.
—¡Corran!—exclamó Jos.
Enseguida obedecimos y corrimos a toda velocidad.
Los flamencos se abalanzaron sobre nosotros, intentando picotearnos y rasguñarnos.
—¡Pájaro del demonio!—grito Ethan tirándole un puñetazo a un flamenco que iba directo hacia él.
De los alrededores salieron mujeres de apariencia perfecta y piel pálida brillante.
—Chicas sexys van a rescatarnos.—anunció Ethan con felicidad.
—Son Ninfas.—aseguró Jos.
—Bien, entonces debemos ir hacia ellas. —dije.—Si es que no quieren ser comida de flamencos.
Íbamos en dirección a ellas cuando varias Ninfas alzaron arcos y apuntaron flechas hacia nosotros.
—¡Son malas, son malas, también son malas!—dijo Ethan gritando asustado.
Las flechas fueron disparadas y una de ellas pasó a centímetros de mi rostro.
—Voy a mojar mi pantalones...—dije comenzando a hiperventilar.
Jos me tomo de la muñeca al ver que había dejado de moverme y me obligó a seguir corriendo detrás suyo, salvándome de una flecha que iba directo a mi pecho.
—¿Eres tonta? ¡Debes seguir corriendo! ¡No te detengas!—me grito molesto.
Decidimos rodear el lago para alejarnos de las Ninfas.
Entonces Valeritte hizo una veloz seña con las manos y alzó una barrera protectora que brillaba de color violeta. Todas las flechas chocaban y caían inservibles al suelo.
—¿¡Podías hacer eso todo este tiempo!?—exclamó Ethan.
Seguimos corriendo, había recorrido ya casi la mitad del lago, pronto volveríamos a adentrarnos en el bosque y con suerte saldríamos de aquí.
Hasta que de un segundo a otro, Valeritte tropezó y con ella la barrera cayó.
Una sirena la había tomado del tobillo e intentaba con fuerza sumergirla bajo el agua, lo cual estaba por lograr.
Sin pensarlo dos veces corrí hasta ella y la tomé de las muñecas, y jale su cuerpo fuera del lago, al menos el suficiente tiempo como para que Jos llegara y me ayudara.
La sirena soltó a Valeritte y ella se puso de pie al instante.
—¡Vámonos!—exclamó Jos.
Todos asentimos.
Comenzaron a correr, y cuando yo estaba por hacerlo, una flecha silenciosa me atacó, adentrándose profundamente en mi pierna.
Me quejé del dolor y caí al suelo.
Jos se dio la vuelta y miró como las Ninfas comenzaron a perseguirnos, esta vez, lanzando flechas en llamas.
Corrió hasta mi casi en segundos y me tomo en sus brazos.
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—No te sueltes.—me dijo serio y yo asentí.
Mire hacia atrás, las Ninfas estaban cada vez más cerca. Y cada vez más criaturas se unían a la batalla en contra nuestra.
Estaban casi pisándonos los talones. Y las flechas de repente aparecían volando de la nada.
Por fin volvimos a adentrarnos en el bosque, pero los árboles estaban como locos. Tratando de aplastarnos con sus ramas e intentando tomarnos con las raíces.
La tierra retumbaba cada que uno de estos árboles se movía, era imposible correr así.
Mientras tanto el dolor de mi pierna iba aumentando.
No íbamos a lograrlo, no a este paso. Y alguien debía hacer algo si es que queríamos sobrevivir.
Así que tome la flecha que seguía clavada en mi pierna y comencé a tirar de ella para poder sacarla. Mucha sangre comenzó a brotar de la herida.
—¡¿Que haces?! ¡Deja eso en su lugar!—me grito Jos al verme.
Pero no podía detenerme, sus dos manos estaban ocupadas cargando mi cuerpo.
Hice caso omiso y proseguí a sacarla más y más.
Intentaba callar mis gritos de dolor pero era una misión complicada, cerré mis ojos y traté aguantar lo más que pude. Hasta que finalmente la flecha estaba completamente fuera.
Pero no era lo único que había salido de mi, en mi interior algo pasaba. De pronto me sentí poderosa, fuerte y deseosa de ganas de partirle la cara a la Ninfa que me hizo esto.
La Kadima dentro mío había estaba libre.
Mi piel ardía como el fuego y a pesar de esto, Jos no quería soltarme.
Lo aleje de mi y caí de pie al suelo.
Mis ojos brillaban anaranjados y bajo mi piel podías ver llamaradas de fuego luchando por salir.
Valeritte, Ethan y Jos me miraron atónitos. Sobre todo Ethan.
Tome la flecha que hace unos instantes estaba dentro de mi pierna y me concentré lo suficientemente como para encenderla en llamas.
Seguido de esto la lancé con una fuerza sobrenatural directo a el ejército de criaturas mágicas que se había formado. La flecha se clavó en el suelo a pocos metros de todos ellos.
Una barrera de fuego se alzó por los cielos, tan alta que impedía incluso a los pegasos sobrevolarla.
Escuché el grito de Ethan y me giré para ver que uno de los árboles lo había tomado con las raíces y lo estaba enroscando más y más.
Bufé molesta.
Alce ambas manos a cada lado y conforme las elevaba llamaradas de fuego crecían de la tierra , cortando aquella raíz que sostenía a Ethan. El fuego se extendió varios metros más, creando un camino seguro y protegido.
Todos estaban atónitos.
Y yo, yo me sentía bastante bien. Sintiendo como el poder recorría mis venas y como el fuego rugía dentro mío.
Sonreí de lado.
—¿Nos vamos?—pregunté.
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