5- Encuentro
Dentro de una habitación dos puertas continuas a la principal se encontraba un muy nervioso Eijirō caminando de un lado a otro como animal enjaulado frente a la cama donde estaba sentado su pareja con la cabeza gacha, las manos temblorosas sobre sus rodillas, ojos llorosos, tenía miedo... No de su pareja, él jamás lo a lastimado de alguna manera, si han discutido pero jamás le a dado motivos para tenerle miedo. Su temor era a las repercusiones que podían haber por perder de vista a esa niña tan preciada por su jefe.
– ¿Cómo pudiste perderla de vista? - habló por fin.
– No-No lo sé. E-Estábamos jugando a las escondidas, pero no creí que se iría con Midoriya.
– No permitas que se te escape otra vez. Agradezcamos que fue con él de inmediato. - dijo algo tosco.
– De verdad lo siento. - el pelirrojo miro entonces a Denki y se dió cuenta, se le acercó agachándose para estar cara a cara.
– Oye... No bajes la cabeza. - le tomo el mentón para que lo viera a los ojos. - No estoy molesto contigo. Solo estoy preocupado, Izuku cuida mucho de Eri-chan, si algo te pasa no se lo que podría llegar a hacer. - hablaba en serio. Pudo verlo en sus ojos rojizos.
– No... No lo matarías... ¿Verdad? - dijo asustado.
– Si es necesario.
– P-Pero son amigos... Además e-es tu jefe... Yo...
– Ya no lo será si te hace algo. - apretó las manos del rubio con fuerza.
– No lo haría. Solo está enojado, no volverá a pasar. T-Tendré más cuidado. - intento sonar optimista. El mayor le sonrió y acarició su mejilla.
Se levantaron para cambiar sus ropas por algo más cómodo para dormir, no sentían vergüenza ya después de años de relación. Caminaron juntos hasta la cama y se acostaron, el rubio posó su cabeza sobre el pecho del agente mientras que este acariciaba su hombro. Aún no se dormían, les gustaba hablar o simplemente disfrutar de la compañía del otro antes de cerrar los ojos.
– Oye, ¿Quien era ese chico en la cocina? - pregunto curioso. - No lo ví bien pero estoy seguro de que no lo conozco.
– Izuku lo trajo. Fue parte del trato con Tomura. Es un especialista en bombas, mal hablado y terco, aunque cocina muy bien. A parte de eso, no estoy seguro de qué es lo que el jefe planea hacer con él. Todoroki lo investigó, tuvo una vida muy dura. - contaba tranquilamente.
– Igual que todos nosotros. - agregó recordando cuando llegó a la mansión y luego cuando se dió cuenta de que se había enamorado de Kirishima. - ¿Te acuerdas cómo nos conocimos? - pregunto soltando una risita.
– ¿Cómo olvidarlo? Intenté matarte.
Flash back
Hace 5 años
Un joven pelirrojo de 20 años se encontraba en el gimnasio privado de la mansión entrenando con su amigo e hijo de la dueña de casa. Practicaban su habilidad con las navajas, algunos movimientos de defensa personal y demás, no se hacían mucho daño, era simple entrenamiento. El peli verde fue derribado después de un rato de forcejeo y con el filo sobre el cuello sin llegar a tocarlo.
– Perdiste... Otra vez... - decía un agitado pero triunfal Eijirō.
– ¿Cómo es posible que me derribes tan fácilmente? Soy más grande que tú. - se quejaba un Midoriya de 20 años mientras se levantaba con ayuda de su amigo.
– El tamaño no importa, hermano. Estás muy rígido, es fácil ver tus puntos ciegos. Debes soltarte más. - aconsejaba mientras se dirigía a la zona de descanso, dejaba la navaja a un lado, tomaba una toalla y la pasaba por el rostro y cuello para secar el sudor.
– Creo que mejor practico con Toga. - comentaba en voz alta imitando al pelirrojo.
– Yo te recomiendo hacerlo mejor con Dabi. Sabes que Toga-chan no se contiene como yo. - advirtió para después tomar una botella de agua y pasársela a Izuku.
– Exacto. - sonrió con malicia. Es más divertido con la rubia, era todo un reto. Escucho a Eijirō soltar una carcajada, sabe que es lo que quería.
– ¡Izuku! Lamento la interrupción. - hablo la joven Ochako entrando al gimnasio. - Tu madre te llama.
– Enseguida voy. - la castaña asintió y se retiró. - Tengo que ir. - dijo volteando a verlo.
– ¿Estás en problemas? - sonrió de medio lado.
– No, seguro quiere le ayude con algo. - se levantó y camino hacia la salida.
El pelirrojo lo vio salir y se quedó solo. Aprovecho para hacer pesas, abdominales, estirarse, etc. Necesitaba estar en buena forma si quería ser el próximo jefe de seguridad de los amos de la casa. Pasó una hora cuando pensó que ya debía tomar un descanso, dormiría muy bien esa noche.
– Eijirō. - llamo Midoriya que había vuelto. El nombrado fue hacia él. - Hay que salir, tenemos un encargo. ¿O ya te cansaste? - pregunto con burla al ver al más bajo aún entrenando cuando entró.
– Por favor... - bufó irónico. - Apenas me llegó mi segundo aire. - levantó un pulgar mostrando entusiasmo.
– Salimos en media hora. Báñate, apestas. - acuso dándose la vuelta para ir a su habitación.
– ¡Tu igual! ¿A mí que me cuentas? - protesto pero el peli verde no le prestó atención. Era cierto, ambos seguían con la ropa deportiva.
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Se encontraban en camino a su objetivo en la limusina personal de Midoriya Inko, esta miraba seria los papeles que le mostraba su guarda espaldas y fiel concejero, Aisawa Shōta, un hombre maduro, de piel pálida, mirada cansada y ojerosa y cabello azabache, este casi siempre se encontraba despeinado, solo lo peinada en ocasiones especiales. Frente a estos estaban el hijo de la jefa de la Mafia junto a su amigo y guarda espaldas en entrenamiento. El peli verde escuchaba atentamente a su madre que le explicaba exactamente lo que debía hacer, el encargo al que iban era para ver cómo se desenvolvía Izuku en un, lo que llaman, "Ajuste de cuentas", una situación muy común de casi todos los días, Inko no solía ir pero quería ver a su hijo implementar lo que le enseño. Eijirō se mantenía en silencio pero atento a todo, Aisawa se encargaba de enseñarle todo lo necesario y más para proteger a los amos.
– Inko-sama, ya llegamos. - aviso el conductor deteniendo enseguida el vehículo.
Estacionaron frente a un muy descuidado edificio, bajaron todos uno a uno, el primero fue el peli negro para ayudar a bajar a mujer mayor.
– Puedo salir yo sola, Shōta. Ya te lo e dicho. - reclamaba mientras intentaba negar que necesitaba ayuda.
– Madre, no seas terca. No te has sentido muy bien últimamente. - siempre era indiferente ante casi todo pero si se trata de su madre, no podía evitar sentir preocupación.
– El día en que me muera empiecen a preocuparse. - dijo sin aligerar el paso haciendo que los tres soltaran una risa disimulada pero la borraron cuando vieron voltear a Inko y esta los miraba de forma acusadora. - Andando. - ordenó y ellos hicieron caso. - Izuku, no voy a intervenir. Esta vez tu te encargarás de todo. ¿Entendiste?
– Si, madre. - dijo cordial. Se puso al frente siendo seguido por los demás ahora.
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Eijirō miraba fijamente la escena que había ante sus ojos, su amigo y jefe miraba sin expresión alguna el par de cuerpos bañados en sangre de las víctimas que acaba de asesinar. El peli verde saco un pañuelo para limpiar el arma blanca que había utilizado.
– Espero que haya quedado claro. Sin no pagan, no hay nada más que yo pueda hacer. Seguro lo entiendes. - dijo el oji esmeralda con seriedad guardando su cuchillo y pañuelo dirigiéndose al hombre que era sujetado por los matones de Midoriya. Hizo que viera como mataban a su esposa y su hijo.
Mientras Izuku terminaba, el pelirrojo repasaba con la mirada el pequeño y sucio departamento. La madera del suelo crujía con cada pisada, las paredes delgadas, casi deshechas por la humedad al igual que el techo. Dirigió su vista hacia una puerta que imagino alguna vez fue blanca pero ahora estaba despintada y maltratada, le pareció escuchar algo dentro de esa habitación.
– ¿Aquí no hay nadie más? - escucho preguntar al peli verde. - Según tengo entendido, tienes un segundo hijo... Bueno, hijo único ahora. - dijo mirando con indiferencia al hombre.
– N-No... Señor... Él no está... - miraba hacia abajo evitando los ojos de Midoriya ignorando por completo los movimientos de Kirishima.
– ¿Estás seguro? - pregunto acercándose lentamente. El tipo asintió tembloroso. – Eijirō.
Se escuchó entonces como se abría una puerta de una patada, el nombrado entro a la pequeña habitación encontrándose con nada más que una cama vieja con sábanas sucias llenas de polvo, algo de sangre y otras cosas que no sabría decir qué era, sintió asco del tipo que hacia dormir a alguien ahí. Miro alrededor buscando algo, hasta que escucho otro ruido, miro hacia abajo notando un casi imperceptible movimiento de la sábana, se agachó para levantarla y poder ver qué había ahí. Descubrió que no era "qué" sino "quien". Lo vio con algo de lastima pero hizo lo que vino a hacer.
Eijirō estiró el brazo agarrando con fuerza el cabello de un chico rubio, se encontraba llorando, tembloroso y asustado bajo la cama. Se quejó de dolor por el tirón del pelirrojo, salió hasta quedar de rodillas y ser arrastrado hacia donde estaban todos esperando.
– Así que no está... ¿Y este quien es? - pregunto irónico señalando con la cabeza al joven que seguía llorando en silencio siendo aún sujetado por Kirishima. - ¿No te dije antes que odio las mentiras, Kaminari? - el nombrado respiró agitado y asustado. Izuku camino hacia el chico y se agachó para quedar a su altura. - ¿Cómo te llamas? - el rubio tenía los ojos cerrados.
– No me mate... Por favor... - suplico con la voz rota. Soltó un sollozo cuando sintió el frío contacto de una pistola en su cabeza.
– Responde a lo que se te pregunta. - exigió Eijirō quien era el que le apuntaba.
– D-Denki... Ka-minari Denki... - dijo como pudo.
– ¡No uses mi apellido! ¡Pedazo de basu- no logro terminar ya que recibió un buen golpe por parte de uno de los matones.
– Acabo de matar parte de tu familia y tu padre está a mi merced. ¿Qué me dices sobre eso? - pregunto observando con atención el rostro del rubio. Este levantó la vista hacia el Midoriya y después la dirigió a su alrededor para confirmar que su madre y hermano estaban muertos y su padre inmovilizado lleno de golpes. Volvió su vista hacia las esmeraldas de Izuku.
– Gracias... - dijo por lo bajo. El peli verde sonrió de medio lado e indico a Eijirō con una mirada que lo soltara y guardará el arma.
– Nos vamos. - ordenó en general levantándose. - Te dejo vivir... Por ahora. Una ofensa más, y tú cabeza será un nuevo adorno en mi sala. ¿Entiendes? - el hombre asintió deprisa. - Bien. Cortenle una mano. - ordenó a los matones y vio terror en los ojos del Kaminari mayor. - Como recordatorio y castigo por mentirme. Se que lo entiendes. - dijo como si nada ignorando por completo sus súplicas para después empezar a caminar hacia la salida. - Eijirō, trae al chico. Tal vez sea útil.
El nombrado estaba algo sorprendido por la orden pero hizo caso y levantó el cuerpo tembloroso del joven y siguió al peli verde.
La mujer Midoriya no había dicho o hecho nada desde que llegaron, era una simple espectadora junto con su jefe de seguridad que hacia lo mismo con su alumno. Todos bajaron las escaleras del edificio hacia la salida de este, caminaron sin prisa hasta llegar a la limusina donde los esperaba el chofer y subieron.
– ¿Por qué lo quieres conservar? La verdad no parece que sirva de mucho. - quiso saber Inko como si el chico no estuviera escuchándola. Aunque a este no le importó, tenía la cabeza gacha y las manos sobre sus piernas, como hacía siempre que estaba asustado frente a alguien.
– Pronto seré yo quien mande. Necesito nuevo personal. Sin ofender al tuyo, claro.
– De acuerdo. Pero es tu responsabilidad.
– Eijirō se encargará de él. - aseguró sin mirarlo. El nombrado miro de reojo a su amigo. Pensó en protestar pero imagino que no sería prudente frente a la madre de Midoriya y su maestro, así que solo se mantuvo al margen y no dijo nada.
– Bien.
Fin Flash back
Presente
– ¿Y lo habrías hecho? - pregunto Denki mirando hacia arriba a los ojos carmesí. - ¿Me habrías matado? - el pelirrojo tardo en contestar.
– Si Izuku me lo hubiera ordenado... Si. - vio los ojos ámbar con algo de tristeza. - Aunque no hubiera querido hacerlo, solo seguía órdenes, no te conocía. Te juro que yo-
– No-No me expliques... Lo sé. - bajo la vista otra vez. Sintió los fuertes brazos de Eijirō rodearlo con fuerza, sus labios se posaron sobre los suyos.
– Jamás te haría daño. ¿Sabes eso? - dijo mirándolo directamente a los ojos. El rubio sonrió levemente y asintió. Le devolvió la sonrisa y volvió a besarlo.
Denki subió una pierna pasándola hacia atrás del mayor y empujarlo para quedar sobre él sin romper el beso y frotando sus entrepiernas. El pelirrojo paso sus manos por el trasero del rubio, apretándolo en el proceso. El oji ámbar dirigió sus labios hacia su mandíbula, después a su mentón hasta su cuello dejando besos húmedos en esa zona. Siguió bajando hasta llegar a los pectorales, acariciaba todo lo que estuviera a su alcance, bajo más y llego al fin a su objetivo, el borde de su pantalón que cubría una notable erección.
El rubio miro hacia arriba encontrando la mirada ansiosa de Eijirō. Bajo lentamente el pantalón junto a la ropa interior dejando a la vista el miembro del mayor, lo tomo con ambas manos masajeando con paciencia y escuchando los suspiros que soltaba Eijirō. Acercó su boca a la erección y saco su lengua para pasarla por su extensión, luego la punta, se la metió a la boca, la saco y volvió a meter, así torturando al pelirrojo que sin poder aguantar más, tomo con cuidado la cabeza de Denki y empujó hacia abajo para que entrara todo de una vez. El rubio subió y bajo con rapidez, metiendo y sacando el pene de Kirishima de su boca, provocó un par de arcadas pero continuó hasta que Eijirō tiro de su cabello para que se detuviera. Se sentó en la cama atrayendo el cuerpo de su pareja, el cual tenía un hilo de saliva que le recorría el mentón y sin importarle nada lo beso con salvajismo provocando que soltara gemidos ahogados.
Kirishima lo posó sobre sus piernas mientras acariciaba su espalda. Quiso hacer que quedara abajo suyo pero el rubio nego con la cabeza llevando sus manos de las mejillas del mayor a su pecho empujando para que quedara boca arriba. Se separó para sacar ahora todas las prendas que aún tenía puestas y volver a poner sus piernas en ambos lados de su pareja, este rozo sus manos contra los muslos del rubio mientras veía atentamente cómo metía sus dedos en su entrada para dilatarse.
– Eijirō... - gimió su nombre llamando su atención para que mirara su cara sonrojada y ojos brillantes. - Eiji-rō~ - frotaba el miembro contra su entrada, mojada de exitacion.
– Denki... - gruñó.
– Te quiero... den-tro... - arrastró las palabras entre jadeos. El pelirrojo no perdió más tiempo y levantó al chico para poner la punta de su miembro en esa entrada que rogaba por ser jodida. - ¡Ahh! - grito llevando su cabeza hacia atrás al sentir como la primera estocada entraba de una vez. Calmó su respiración y comenzó a levantar las caderas iniciando un suave pero seguro movimiento. - Ah... Ahh~ Ah
– Denki... Denki... - gruñía su nombre sin apartar la vista de su bello rostro y aumentando la velocidad y profundidad de las embestidas.
– ¡Ah! ¡Amor! Más... Más fuerte... - pidió y recibió. El pelirrojo agarro su cintura y le ayudo a subir la intensidad. - ¡Ahh! Ah...
– Hazlo, amor. Grita mi nombre.
– ¡Eiji! ¡Eijirō! Más... Más, por favor... - gemía y jadeaba.
Eijirō tomo con fuerza al rubio para quedar encima de él: ¿Quieres más? Te daré. - sonrió con algo de malicia, levantó sus piernas y siguió con las estocadas a la próstata aún más fuerte.
– ¡A-Ahh! ¡Ei-ji~! Me vengo... Me ven-go... - aviso sujetándose con las uñas de los hombros del pelirrojo.
– Hazlo, Denki... Córrete para mí. - tomo su miembro viendo cómo empezaba a salir líquido pre seminal. Lo masturbo dando las últimas estocadas.
– Ahh... Córrete dentro... - siguieron por un rato más hasta que el rubio fue el primero en terminar sobre la mano del mayor y su propio abdomen, seguido de Eijirō que acabo llenando de semen su interior, se desplomó sobre él sin llegar a aplastarlo y sintiendo sus suaves manos rodear su cuello. Levantó la cabeza y lo miro con brillo en los ojos. - Te amo, Eijirō. - dijo con la voz un poco agitada.
– También yo, amor. - se besaron y luego decidieron que sería mejor bañarse ahora antes de dormir.
O tal vez no sea lo único que hagan en la bañera.
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– No puedes dormir, ¿Cierto? - noto que el cenizo se puso rígido al oírlo.
– ¿Qué te importa? - dijo queriendo solo ignorarlo.
– Tal vez no quieras entender, pero hazte a la idea de que este ahora es tu nuevo hogar, tu nueva familia y que trabajas para mí, así que me debes respeto. - hablo con seriedad. Vio como el rubio se volteo y sentó en la cama con el ceño muy fruncido.
– Déjame aclararte algo... - su mirada rojiza despedía ira de sus pupilas. - Este no es mi hogar, ustedes no son mi familia, si, trabajo para ti pero yo no respeto a nadie a quien crea que no se lo merece. - dijo con firmeza, en especial la parte de la familia, y cruzado de brazos. - Yo solo sigo las putas órdenes, pero en lo que a mí respecta, no te respeto en absoluto. Y si eso te molesta, pues jódete. - escupió esas palabras sin temor ni piedad pero quedó inmóvil y con los ojos abiertos como platos al ver al jefe de la Mafia dar una fuerte carcajada.
– ¡Hahahaha! ¡En serio me agradas! - dijo como pudo entre risas.
– ¿Ahh? ¿Estás loco o qué mierda? - pregunto sin salir de su asombro.
– Muchos dicen que si lo estoy, pero ese es otro asunto. - dijo sin borrar la sonrisa. Se dió la vuelta para volver a su escritorio. - Si no puedes dormir, ¿Te gustaría leer algo? - ofreció mientras se sentaba.
– Tks. ¿Como qué? ¿Documentos o planos de una estúpida misión a la que seguro me enviarás? - dijo con ironía y rodando los ojos.
– No, pensaba en algo de Édgar Alan Poe, Sthifen King, El Fantasma de la Ópera, o cualquier libro de misterio. Es tu género favorito, ¿O no? - se bajó los lentes con obviedad viendo la sorpresa del cenizo. - ¿Olvidas que te investigue? - lo escucho chasqueár la lengua. - Mira en el librero, toma el que quieras. - señaló con su bolígrafo a sus espaldas. - Hay muchos géneros por si te interesa.
El rubio quiso negarse pero le dió curiosidad por saber sobre el material de lectura del mayor, además, no tenía sueño aún. Se levantó y camino hacia el gran mueble repleto de libros, la mayoría en inglés, por suerte lo había estudiado y aprendido, pudo ver unas pequeñas etiquetas en el borde de los estantes, estaban acomodados por género. Eso lo hizo más fácil para él, busco la etiqueta que decía Misterio, esta estaba en uno de los de enmedio, analizó los nombres de todos tratando de elegir uno. Se decidió al final por "El nombre de la Rosa", leyó la contraportada y le llamo la atención, volvió a la cama, encendió la luz del velador y se acomodó para empezar a leer, sin notar que de vez en cuando el peli verde lo miraba de reojo y sonreía levemente.
Mientras Katsuki leía, Midoriya seguía con su trabajo pero este en realidad no era mucho, ya casi terminaba pero lo atrasaba para pensar en alguna forma de ganar la confianza del rubio malhumorado que estaba leyendo en su cama. Sabe por todo lo que pasó, no sería sencillo que se soltara tan fácilmente, pero haría lo que pudiera para hacer que se sienta en casa.
Y a lo mejor... Conseguir una buena pareja.
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Hola peques!!! Cómo les va???
Que les pareció??? Ojalá les vaya gustando hasta ahora! (ㆁωㆁ)
Voten y comenten! (◠‿・)—☆
Nos leemos luego 👋😘
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