3- Esclavo
En el trayecto de regreso a la mansión fue bastante silencioso, se dedicaron a ver y escuchar la lluvia que parecía ser eterna. Por fin, después de 20 minutos, llegaron a la entrada su hogar donde vieron que los esperaba una ansiosa castaña. Salieron del auto aún con sombrillas y se apresuraron a llegar a la parte con techo.
- Que bueno que llegan. Se estaban tard- se corto ella misma al notar algo muy peculiar en los brazos de Izuku. - ¿Quien es él? - pregunto curiosa. Entraron todos sacándose sus sacos menos el peli verde.
- No lo se. - es cierto. No sabe ni su nombre. - Shōto, ¿Crees que puedas averiguar algo de él?
- No hay problema. - el más alto le sonrió, sabía que podría. Aunque no tiene idea de cómo, ya que sin al menos un nombre le resulta difícil averiguar algo. Pero Todoroki tiene un don innato para esto.
El bicolor se fue a hacer su trabajo dejando a los tres en el recibidor.
- ¿Qué planeas hacer? Esto no es muy común. - decía Ochako mirando con detenimiento al rubio inconciente. Está muy golpeado.
- Ya veré luego. Ahora tengo que quitarle esto. - dijo refiriéndose a los pedazos de metal que tenían cautivas sus manos y cuello. Le pidió las llaves a Kirishima y se retiró a su habitación sin decir nada más a los otros dos que lo miraban con curiosidad.
En el camino se encontró con algunos de los sirvientes de la casa, saludaban con respeto a su jefe, ignorando al chico en brazos, no debían meterse si no los llama. Llegó a su cuarto donde abrió la puerta con cuidado para no soltar al rubio, entró y cerro empujando con su pie y se dirigió a la gran cama donde lo poso suavemente dejándolo acostado, se alejó un poco para sacarse el saco y dejarlo sobre una silla al lado de la ventana que daba al jardín. Volteo a verlo, se veía tranquilo, a pesar de que era debido al suero. Se encargó de sacar todo ese metal, con sumo cuidado para no lastimarlo aún más, estaban realmente apretadas, las marcas eran muy notorias. No se preocupó de despertarlo, el efecto del somnífero duraría un par de horas, tocó su frente, lo había sentido algo caliente y como pensó, tiene fiebre.
Fue al baño a buscar donde poner agua fría y un pedazo de tela. Volvió con el chico sentándose a su lado, mojó el trapo y lo puso sobre su frente. Se quedó viendo apreciando el dañado aunque lindo rostro del rubio que aún no sabe cómo se llama. No parecía mayor de edad, pero eso quizás se deba a la falta de cuidado que a tenido por quien sabe cuanto tiempo, su ropa estaba desgastada, una simple camiseta que alguna vez fue blanca y ahora era de un gris opaco por la suciedad, algún que otro agujero y manchas de sangre, su pantalón desgarrado negro, también con sangre, no lleva calzado.
Simplemente deplorable...
Justo como le gusta...
Sonrió ampliamente, divertido y curioso. Es muy... Interesante. ¿Qué fue lo que tuvo que pasar para terminar así?
Será una buena historia para escuchar.
.
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No ve nada. Esta oscuro. Siente algo sobre sus ojos, los vendaron. ¿Qué mierda paso? Solo recuerda a un tipo con cabello rojo en puntas acercándose y luego nada. Lo drogaron, estaba seguro, no era la primera vez pero si se siente peor con el tiempo. Estaba sentado en una silla, no podía moverse, lo intentó pero tenía atadas las manos en los apoya brazos y los tobillos en las patas de la silla.
- Creo que despertó. - habló una mujer desconocida para él.
- ¿Puedo cortarlo ahora? - pregunto otra con entusiasmo. Se estremeció un poco al escucharla.
- Hoy no, Toga. - ¿"Hoy"? ¿Qué significa eso? Esa voz si le resultaba familiar.
Se removió en su lugar en busca de algún escape pero era inútil. Sus cuerpo dolía, pero no iba a flaquear ahora.
- Deja de moverte. Te harás más daño. - habló otra vez esa voz familiar. Sintió como le desataban el nudo de la tela que tapaba los ojos.
Al abrirlos tuvo que cerrarlos de nuevo por el golpe que le dio ver la luz después de mucho tiempo. Parpadeo unas cuantas veces acostumbrandose y notando a varias presencias frente a el. Vio detenidamente a las 3 mujeres y los 4 hombres que ahí se encuentran, todos lo estaban mirando fijamente, se sentía incómodo. Reconoció a dos de ellos, pues eran los que estaban en la mansión de Shigaraki, pero fue a uno especial al que le habló.
- ¡Oye, Tú! ¡Pelos de mierda! ¡¿Qué carajos fue lo que me diste?! ¡Maldito desgraciado! - grito furioso y sin miedo ignorando el cansancio que sentía.
La vista de todos cambio de expectante a sorpresa en un segundo.
- Izu-kun tiene razón... Es muy divertido. - dijo la rubia muy contenta y emocionada lamiendo su navaja.
Ahí supo el cenizo que era ella quien quería cortarlo.
- ¿Como alguien tan pequeño puede tener un vocabulario así? - preguntó curioso Inasa sentado en un sofá al lado de su pareja.
- ¡¿A quien llamas pequeño, maldito calvo?! - dijo molesto por el adjetivo.
- ¡No estoy calvo! - dijo con énfasis pero sonriendo y señalando su cabeza.
La habitación era bastante amplia, color crema pálido, con algunos muebles, una mesa en la pared al fondo con una silla bastante elegante y una en el centro de varios sillones más la silla en la que lo ataron, había una caja algo grande de madera en la pequeña mesa. Todos estaban sentados cómodamente mirándolo como si fuera una exhibición.
- ¿Se les perdió algo, inútiles? - pregunto hostil ya arto de que lo miren.
- ¿Tienes sed? ¿Quieres agua? - pregunto amable la chica castaña.
- Jódete. - no se iba a confiar con palabras bonitas.
- Es un maleducado. - dijo mirando hacia otro lado ofendida. - Trataba de ser amable.
- Si quieres ser amable, ¡Quítame esto de una puta vez! - gruño removiendose más.
- Realmente eres muy interesante, Katsuki. - habló alguien a sus espaldas. Era la voz familiar. Vio a alguien caminar a su lado derecho, primero vio sus zapatos perfectamente limpios, subió a sus pantalones en las mismas condiciones, sus manos estaban en sus bolsillos, luego sus brazos y torso hasta que por fin dio con su cara sonriente. No olvidaría ese rostro en su vida y menos esa verdosa cabellera. Era la razón de que estuviera en ese cuarto en una casa que no tiene ni idea de donde está.
Un momento... Dijo...
- ¿Quien mierda te...? - estaba seguro que no dijo su nombre. Es más, lo mando al diablo y casi lo mata por eso.
- Bakugō Katsuki, 20 años. Tus padres se llaman Masaru y Mitsuki, fallecieron en un accidente de auto cuando tu tenías 5 años. Estudiaste en la Academia de más prestigio en Japón de Ingeniería y Ciencias. A pesar de tu corta edad resultaste ser un genio. A los 16 años te metiste con personas peligrosas que terminaron abusando de ti tanto física como mentalmente hasta ahora. Tu especialidad son las bombas. ¿Es correcto? - concluyó el verdoso como si estuviera narrando una película. El rubio quedó anonadado, que le cuenten la historia de su vida en un simple resumen le hacían sentir ganas de vomitar.
- ¿C-C-Como...? - sus ojos estaban abiertos de par en par.
- Veo que si. Gracias, Shōto. - el nombrado asintió en respuesta. Su pareja lo estrujó soltando elogios de su inteligente bicolor, este no cambió la cara ni un segundo pero se dejaba hacer por el más alto. Katsuki lo miro incrédulo. - No me preguntes a mi. Aun no se como lo hace. Ni siquiera tuvo que saber tu nombre. - era admirable el trabajo de del heterocromático. - Ahora veamos como lo haces. - se acercó para desatarlo y dejarlo libre. El rubio veía confundido la acción de ese tipo, habiendo acabado el que parecía ser el jefe de ahí dirigió una mirada a los presentes para indicarles que salgan, dió dos pasos hasta la caja en la pequeña mesa para destaparla y descubrir lo que hay adentro, todo ante la vista sorprendida del oji rubí. - Tienes 5 minutos. - presionó un botón y se empezó a escuchar un pitido tras otro. - Aprovéchalos. - salió de la habitación y escucho como cerró con llave.
Se levantó como pudo de la silla buscando alguna manera de salir, sin éxito. Miró la caja con la bomba de tiempo, tiene menos de 4 minutos para desactivarla, no es eso lo que le preocupa, puede hacerlo sin problemas, pero... ¿Y si deja que explote? Sería una muerte instantánea y quizá mate a algunos de los desgraciados tras la puerta o simplemente dañe parte importante del lugar, de todas formas moriría, acabaría con el sufrimiento.
Se quedó pensando y mirando la bomba, se arrodilló frente a esta.
3 minutos.
Si muere dejará esta vida para estar en un posible lugar mejor, cualquier cosa es mejor que esto.
Pensó en sus padres, ellos no querrían que muriera. Le dirían que siguiera luchando para sobrevivir. Su madre le daría un buen golpe para hacerlo reaccionar.
Pero si muere, ¿Podrá verlos otra vez?
2 minutos.
Tenía tantas ganas de acabar con todo de una maldita vez. No tiene por qué pasar por esto. Noto unas pinzas y tijeras al lado de la caja.
1 minuto y 30 segundos.
Soltó un gruñido frustrado, tomó ambas cosas y se puso a trabajar. No soportó todos estos años para tener que morir ahora.
40 segundos.
¿Vivir o morir?
Solo debía cortar un cable para terminar de desactivarlo.
20 segundos.
Dudo en el último momento.
10 segundos.
Podía acabar tan fácil con todo.
5... 4... 3... 2...
El pitido se detuvo. Lo había cortado y desactivado por completo. Su respiración era agitada, estuvo a punto de morir por sus dudas. Escucho la puerta abrirse mientras todos entraban de nuevo.
– Bien hecho. Aunque te tardaste. ¿Tanto así quieres morir? - quiso saber curioso. Se acercó a él y quedó en cuclillas para verlo mejor. - ¿Quieres trabajar para mi? - pregunto sonriendo con aparente amabilidad pero el rubio veía maldad en sus ojos.
– ¿Lo dices en serio? - cuestionó con hastío. - ¿Crees en serio que diré que si? - dijo entre dientes.
– Lastima. Es más fácil cuando lo hacen por voluntad. - se levantó y regresó sus manos dentro sus bolsillos. - Pero más divertido para Toga. - le dio la espalda y camino hacia una esquina recargandose en la pared.
El cenizo los vio a todos en el mismo lugar. Pero... Alguien faltaba... Escucho una risa del otro lado, volteó la cabeza y se encontró con la chica rubia en traje de colegiala con una sonrisa emocionada. Se le acercó poniéndose ella ahora en cuclillas, levantó su mano libre, pues la otra tenía su navaja, y quiso darle una caricia pero el menor se alejó impidiéndolo.
– Es tan lindo... Lleno de heridas... - se veía ilusionada, incluso pudo notar que estaba ¿exitada? - Pero... Solo son golpes. - lo miraba detenidamente cada parte de su rostro. - Hacen falta... Más cortes. - en un ágil movimiento llevó la navaja a su mejilla haciendo que caer hacia atrás.
Llevo su mano a la herida y vio la sangre. Volvió a ver a la rubia que llamaron "Toga" y vio como esta lamía su líquido vital quedó en el filo del arma blanca. Sonreía como toda una loca y vaya que lo está.
Se levantó queriendo escapar de ella. Los cortes no disminuían, veía ir y venir el filo cortando su piel, sus movimientos eran ágiles y certeros, no dudaba jamás. Lo estaba disfrutando. No supo en qué momento Toga termino sobre él impidiéndole moverse. Se removía en busca de zafarse de su agarre pero era inútil, su cuerpo estaba muy débil, no podrá seguir resistiéndose mucho más.
– Toga. Es suficiente. - la nombrada vio con algo de decepción al peli verde. Se levantó dejando espacio a su jefe, este miraba al menor con la misma cara enojada y determinada de siempre. Su pecho subía y bajaba con violencia, de verdad esta cansado pero seguía luchando. - Tu y yo sabemos que no aguantarás mucho más, así que te preguntaré de nuevo por las buenas, ¿Quieres trabajar para mi? - pregunto con paciencia. Los demás estaban expectantes y curiosos de saber que pasará, la mayoría cree que el niño morirá. Los cortes que tenía en casi todo su cuerpo ardían levemente.
Katsuki se lo replanteó por un momento, si desactivó una bomba en los últimos 5 segundos evitando así su muerte, sería estúpido rechazar el trabajo sabiendo que terminará muerto de no hacerlo. Por otro lado, estaba su orgullo, este le decía que por nada del mundo aceptara. Pero su lado razonable le pedía gritando que siguiera con vida. Respiro hondamente antes de hablar.
– ¿Qué otra me queda? - pregunto retóricamente a modo de aceptar. El peli verde sonrió más ampliamente y lo ayudó a levantarse.
– Haces bien. Me alegro que te unas a nosotros. Bienvenido. - los demás se acercaron también para "darle la bienvenida". - No te arrepentirás. - le aseguró.
– Ya me estoy arrepintiendo. - dijo por lo bajo causando algunas risas de los otros como si hubiera dicho una broma.
Los miro algo raro, a pesar de todo, parecían muy cálidos y accesibles para ser parte de una Mafia. Eso lo hizo estremecer, ¿Y si todos están tan locos como la chica de la navaja? Esta perdido.
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Hola peques!!! Como les va???
Que les pareció? Esta ideae esta gustando cada vez más. (≡^∇^≡)
Ustedes que creen???
Voten y comenten! (♥ω♥*)
Nos leemos luego 👋😘
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