10- Amigos y Propuestas


El Midoriya no lo dejó solo en ningún momento, de vez en cuando lo volvía a abrazar pero no decía nada, ninguno lo hacía. Desde hace un buen rato que Katsuki no decía palabra alguna, estaba un poco apagado como en Shock, sin embargo no dejaba que le afectara, solo quería asimilar todo.

Después de un rato, Izuku solo le dio su espacio y fue a sentarse a su escritorio mientras que el cenizo se acostaba en la cama. No tenía nada que hacer así que abrió un libro para pasar el tiempo. Bakugō no tenía nada de sueño, tampoco estaba cansado, pero se mantuvo ahí acostado de lado dándole la espalda al peli verde.

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En la habitación continua a la principal se podía ver al bicolor sentado frente al espejo de su tocador con nada más que su ropa interior y cubierto con una bata de ceda negra que le llegaba a la mitad del muslo. Se masajeaba la frente y sus cien con ambas manos intentando apaciguar su molesta y respirando lentamente.

- ¿Qué tal la cabeza? - pregunta Inasa a sus espaldas al verlo así.

- Duele... Pero ya no tanto. - dijo en voz algo baja. El más alto se acercó y se agachó para verlo mejor. - ¿Puedo tomar una al menos? - pidió sacando las manos de su rostro viéndolo a los ojos.

- No. Podrías recaer. Vas muy bien. - le dio una leve sonrisa para animarlo. - Te daré algo para que baje el dolor. - acarició su mejilla y se levantó para buscar el botiquín sacando un par de pastillas. Regresó con su pareja que no se había movido de ahí y le dio la medicina junto a un vaso con agua.

Flash Back

Hace 8 años

Desde que tenía 15 años, Shōto se había vuelto un adicto a las drogas porque de alguna forma estaba tratando de escapar de la vida de mierda que le hacia tener su padre. No siempre fue parte de la Mafia, antes era el heredero de una de las empresas Automovilísticas más importantes del país. Su padre convirtió su infancia y adolescencia en un infierno porque se encargaba de formarlo y moldearlo a la perfección para que sea el mejor en todo y un día sea él el que dirija la empresa. No quería eso, se sentía atrapado en su propia casa, esa mansión fría llena de silencio nunca fue su hogar.

Necesitaba despejarse así que un día salió a dar una vuelta sin ningún destino en mente, estaba distraído viendo al frente con indiferencia hasta que en un momento noto como un par de sujetos intercambiaban algo entre sus manos, no estaba muy lejos así que logró divisar como el traficante le daba una pequeña bolsita de plástico con unas pastillas coloridas a ese tipo encapuchado que se fue después de pagar. No sabe por qué lo hizo, pero le compró a ese desconocido su mercancía sin pensarlo dos veces.

Y de esa primera vez, vinieron muchas más. Era su forma de escapar de la asquerosa realidad. Hasta que conoció a Izuku.

Su padre había pedido los servicios de la Mafia Midoriya para que boicotearan a otras empresas y eliminaran a la competencia. La reunión no duraría mucho pero los menores no estaban presentes en esta, ambos esperaban afuera esperando. Izuku estaba algo aburrido, no tenía nada con que entretenerse y el chico frente a él no parecía de los que se divierten. El heterocromatico miraba al suelo sin importarle que hubiera alguien más ahí.

- No hablas mucho, ¿Verdad? - pregunto irónico. El bicolor levanto la cabeza para verlo.

- Si no es necesario, no. - desvío la mirada otra vez pensando que no volvería a hablar pero se equivocó.

- ¿Qué edad tienes? - pregunto.

- 19. - respondió a secas.

- Ah. Eres mayor que yo. Nunca lo hubiera imaginado. Eres muy pequeño. - comentó. Todoroki se encogió de hombros sin darle importancia. - ¿Como te llamas?

- Shōto. - supuso que ya sabía su apellido.

- Gusto en conocerte. Soy Midoriya Izuku. - el mayor volvió a verlo sin expresión en su rostro. Se sorprendió al ver la sonrisa amable que le ofrecía. No dijo nada, solo asintió levemente a modo de respuesta. - ¿Qué te paso? - pregunto señalando con un movimiento de cabeza hacia adelante refiriéndose a su cicatriz. Noto que su cuerpo se tenso.

- Nada. Un accidente. - dijo con voz muy fría.

- ¿Un accidente? Si, como digas. - dijo con sarcasmo y el bicolor frunció un poco el ceño.

- No es tu asunto. - decía algo molesto.

- Claro. Lo siento. - no lo dijo en serio y no se molesto en ocultarlo. Fue casi como una burla y eso le hizo enojar más.

No hablaron más después de eso.

Luego de aquella reunión, le siguieron algunas más ya que el empresario pedía un informe de avances de vez en cuando. Esto provocaba que ambos chicos se vieran más seguido. El peli verde no dejaba de insistir para que hablaran ya que el bicolor hacia lo posible por ignorarlo. Hubo una vez en que Izuku lo encontró tomando algo y cuando le preguntó qué era lo vio algo nervioso y alerta. Ahí supo que se drogaba.

Al verse al descubierto supo que el peli verde no lo dejaría en paz hasta que le contara, así que lo hizo. Le dijo el por qué de sus acciones sin dar demasiados detalles, más que nada le contó sobre la mala relación con su padre. Cuando termino creyó que simplemente haría un comentario sarcástico, se reiría o algo así.

- ¿Quieres salir de aquí? - pregunto de repente sorprendiendo de nuevo al mayor. Otra vez se equivocó.

- ¿Qué? - lo vio como si estuviera bromeando.

- ¿Quieres dejar esta vida? - dijo viendo como el bicolor abría la boca un par de veces sin saber qué decir. - Yo puedo hacerte desaparecer. - Shōto se vio confundido.

- ¿Desaparecer?

- No en el sentido de dejar tu cuerpo flotando en una zanja... Si es lo que te preocupa. - dijo como si nada a modo de broma.

- ¿Entonces? - no pensó eso exactamente, pero si algo similar.

- Puedo ayudarte a dejar esta vida, si quieres. Solo confía en mí. Si necesitas pensarlo, esta bien. Te daré mi número. - saco su teléfono de su bolsillo y se lo mostró.

Lo pensó un rato. No estaba seguro de si aceptar o no. Casi no conoce a ese chico, solo hablaron unas cuantas veces, lo único que sabe de él es su nombre y que es hijo de la jefa de la Mafia que contactó su padre. Sería algo insensato siquiera tener su número.

Pero entonces... ¿Por qué lo hizo? Agendo su número ese día y después de pensarlo un tiempo, le escribió preguntando como haría para "desaparecer".

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A pesar de sus miedos e inseguridades fue la mejor decisión de su vida. Izuku le hizo fingir su muerte, sabía que con eso arruinaría un sin número de planes de su padre, eso le hizo más fácil el decidir. Midoriya lo escondió hasta que todo se calmó, temía que la madre del menor los delatara pero grande fue su sorpresa al ver que la mujer lo recibía en su casa como un amigo más de su hijo.

Ahí conoció a los que hoy considera su verdadera familia, encontró a su hermano Tōya que había escapado de su padre por sufrir lo mismo que él. Conoció a Inasa... Su pareja y el amor de su vida. Este le ayudaba a dejar de consumir drogas igual que sus amigos.

No siente ningún remordimiento, todavía tiene contacto con sus otros hermanos ya que a ellos si los apreciaba. Todo a escondidas de su cruel padre.

Ahora vive feliz con su familia.

Fin Flash Back

El bicolor tomó la medicina y volvió a mirar a Yoarashi. El más alto lo alzó en sus brazos y lo llevó al baño donde había preparado la bañera para ambos. Esta no era muy grande, a elección, solo lo suficiente para que Inasa entrara permitiendo que estén los dos juntos.

Al llegar se desvistieron por completo y entraron al agua caliente sintiendo los músculos de sus cuerpos relajarse.

El bicolor se sentó en las piernas de su pareja recargando la espalda en su pecho. El azabache lo rodeó con sus fuertes brazos acariciando todo lo que tenía a su alcance. Suspiro tranquilo, sabía que hacia eso para alejar los malos pensamientos.

- ¿Quieres decirme algo? - pregunto sin previo aviso el medio albino. Hace bastante noto como el más alto parecía querer hablarle pero siempre se arrepentía en el último segundo. Así que decidió ayudarle incitándolo a hacerlo.

- ¿Eh? N-No no. ¿Por qué... Por qué lo dices? - nunca se le dio bien mentir. El de ojos dispar volteo para hacerle entender que no le cree.

- ¿Pasa algo malo? - pregunto sereno pero algo preocupado.

- No. Nada malo. Yo... - pensó que le diría pero otra vez se arrepintió. - No, nada. Olvídalo. - sonrió. Pero el mayor pudo ver un brillo algo triste en sus ojos.

- Inasa... - dijo y se apartó para quedar ahora con las piernas a ambos lados de Yoarashi tomando su rostro entre sus manos. - Dímelo. Si es algo malo, te ayudaré a resolverlo. - dijo con voz suave a comparación de como habla con otras personas. Siempre serio y algo frío, pero con Inasa y sus amigos es completamente otra persona, aunque es más notorio con el azabache.

El menor estaba indeciso de si decirlo o no, pero su novio ya lo había descubierto. Tarde o temprano iba a hacerlo, estaba seguro de lo que quería.

Respiro hondamente y lo vio directo a los ojos.

- Shōto... - el nombrado lo miro atento, esperando las palabras del contrario. - Hace ya mucho tiempo quiero decirte algo. - lo pensó mejor. - Más bien... Pedirte. - el mayor ladeó la cabeza algo curioso. Tomó sus manos apartándolas de su rostro y pasándolas a la altura de su pecho sin dejar de ver esas orbes bicolores que esperaban pacientes. - Shōto, desde la primera vez que te ví te robaste mi atención de inmediato. Nunca tuve dudas de lo que sentía y sigo sintiendo por ti. Al principio creía que jamás llegaría a agradarte, me sorprendí mucho cuando resultó que si. - rió y el otro también lo hizo pero más leve. - Cuando me dijiste que también te gustaba sentí que me estallaría la cabeza. - comentó haciéndolo sonreír con ternura. - Y hace tiempo que me pregunto si... - estaba nervioso pero se dio un golpe mental para continuar. - ¿Si tu... pudieras... Si quisieras... - se corrigió. - Casarte con... migo? - dijo por fin sin poder evitar ponerse más nervioso. El medio albino abrió los ojos como platos sin ocultar su sorpresa. Se quedó sin habla, y esto Inasa lo entendió como que no quería lo mismo. - No... Lo siento. No quise presionarte. Aún es muy pronto, ¿Cierto? Perdona, solo- - no termino de decir la frase y ya tenía a Shōto rodeando su cuello con sus brazos escondiendo su rostro. Debido al movimiento algo brusco, un poco del agua se volcó, pero no le importó.

- Si. - dijo en un murmullo pero que logró entender.

- ¿Si es muy pronto? - dijo temiendo que fuera eso.

- Si, quiero.

- ¿Tu-Tu quieres... - el mayor se apartó dejando que viera su sonrisa. Nunca lo había visto tan feliz.

- Si, quiero. - repitió y la cara del azabache se iluminó por completo. Parecía que los ojos se le saldrían de sus cuencas por la impresión.

- ¿Quieres...

- Si.

- ¿De verdad?

- Si.

- ¿Estás seguro?

- Si.

- ¿De verdad?

- Inasa. - dijo con algo de reproche pero creyendo que era adorable. Pocas veces en su vida sintió que no podía dejar de sonreír, y esta era una de ellas. - Claro que me casaré contigo. - acarició sus mejillas suavemente y se acercó para juntar sus labios.

- ¡Te daré un anillo con un diamante enorme! - dijo emocionado.

- No es necesario. - soltó una risita.

- Bueno. Pero si te daré un anillo. - le dio otro pequeño pero dulce beso. - Te amo. - dijo cuando se separaron abrazándose con fuerza.

- También yo. Gracias... - no era de muchas palabras, tampoco era muy demostrativo pero Inasa le daba su espacio y era paciente para no presionarlo. Agradece eso.

- Al contrario, gracias a ti. Me haces el ser más fácil de la tierra. - le dio varios besos en el cuello y la clavícula provocándole cosquillas.

Esto ameritaba celebrarse, y no precisamente con una fiesta, eso vendría después. Más bien, una "celebración privada". Ambos se miraron y supieron que están pensando en lo mismo.

El azabache volvió a tomar los labios del heterocromatico, esta vez con hambre y voracidad masajeando su trasero un poco brusco pero sabiendo que así le gustaba más. Escuchaba sus suspiros y jadeos ahogados por el beso, dirigió un par de dedos a su entrada para empezar a introducirlos lentamente.

- Mm... Ah~ - se separó. - No me prepares. Entra ya. - pidió y el menor solo sonrió complacido agarrando las caderas de su ahora prometido alineando su miembro a su entraba bajándolo de una vez. - ¡Ahh! - al no haberlo preparado, se sentía más apretado y estrecho, pero eso lo volvía aún mejor. Empezó el vaivén de arriba hacia abajo cada vez más rápido. - Ah Ahh... Mm... - apretó los labios tirando su cabeza para atrás. Arañaba los hombros y el pecho de Yoarashi con desespero, y este lejos de molestarle, le hacia aumentar el ritmo desbordado el agua.

- Me sigo sorprendiendo de lo bien que se siente estar dentro de ti. - decía entre suspiros deleitándose escuchando sus gemidos.

- Aun me... pregunto cómo Ahh... es que e-entras... Ahg... Eres muy gran-¡AHH! - grito cuando sintió que golpeaba su próstata.

- Siempre es un placer encontrar tu punto. - dijo con la voz más grave. Shōto sabe lo que eso significa.

Sin previo aviso, Inasa empujó al medio albino dejando su espalda apoyada en la bañera sin salir de él y escuchando como el agua se movía también. Ahí las verdaderas embestidas comenzaron.

- ¡Ahh-Ah Ah! ¡Inasa! ¡Inasa! - gritaba rogando por más. Ahora araña su espalda jadeando y gimiendo sin ninguna clase de pudor.

Después de un tiempo ambos terminaron algo cansados por el reciente orgasmo. Pero no por eso se detendrían. Esa era solo la primera ronda.

El más alto cargo al bicolor para llevarlo de nuevo al cuarto posándolo en la cama. Ni se molestaron en secarse. Salió de su interior para darlo vuelta haciendo que quede en cuatro, no esperó más y volvió a penetrarlo con fuerza. Lo escucho gritar, fue como música para sus oídos, con ambas manos lo levantó haciéndole quedar de rodillas pero algo inclinado hacia adelante, Shōto sentía que hacia presión en pecho y hombros yendo cada vez más profundo. Mordía su cuello haciendole perder la cabeza.

Así siguieron casi toda la noche, lo hicieron como cinco veces en donde se les ocurría. En la cama, el piso, sobre el escritorio, contra la pared y de nuevo en el baño. Era increíble la resistencia de esos dos.

Completamente exhaustos se acomodaron en la cama después de haber tomado una ducha para limpiar el sudor y semen de sus cuerpos. Se abrazaron juntando sus frentes y viéndose con amor antes de que el sueño les obligara a cerrar sus párpados.

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No pudo dormir nada, por mucho que intentó, el sueño no lo consumía, el rizado tampoco durmió pero sabía que era por sus preferencias. Se le hizo extraño que no le hablara más, se quedó casi todo el tiempo en su escritorio y no se le acercó. Se preguntaba el por qué y también el por qué le importaba tanto. ¿No se supone que debería odiarlo por haberlo hecho presenciar algo tan horrible como una tortura?

¿Por qué no lo odia?

Aun con sus dudas, se levantó sacando sus medicinas del cajón, su ropa y fue hasta el baño donde esta vez tomó las pastillas con agua. Cuando termino volvió a la habitación encontrando al mayor de pie con los brazos cruzados viéndo directamente hacia él, aparentemente esperándolo.

- ¿Estás bien? - pregunto sorprendiendo al rubio. Este solo frunció el ceño antes de contestar.

- ¿Qué te importa? - dijo algo agresivo. Sin embargo, no estaba molesto con él, se sentía confundido. Debía reclamarle y gritarle que era un maldito asesino, pero en el fondo creía que sería algo hipócrita hacerlo ya que de algún modo también había matado.

- Te daré una habitación para ti, si quieres. También te daré más ropa. - decía tranquilo y serio.

¿Una habitación? ¿Solo para él? Ya lo había pensado, pero no lo dijo. ¿Qué debería hacer? Lo más sensato era simplemente decir que si y luego hacer como si nada. Pero...

- ¿O prefieres quedarte aquí? - el cenizo lo vio confundido. ¿Lo dice en serio? No creía que fuese correcto, no quería usurpar su espacio.

- Creo... que es mejor irme a otra habitación. - ¿Por qué no está seguro de sus palabras?

- ¿Es lo que quieres? - no supo qué responder.

¿Qué es lo que quiere?

- Si... - dijo algo bajo. El más alto se acercó a él quedando frente a frente. No se siente intimidado, notó que no era su intención, pero si le ponía algo ansioso su cercanía, más al tenerlo sin nada que cubriera su trabajado cuerpo.

- ¿Seguro? - vio sus rubíes y estos estaban brillosos. No le había hablado en toda la noche porque quería darle su espacio y dejar que piense tranquilo. Le ofrecía una habitación propia por la misma razón, aun cuando no quería que se fuera. - ¿Quieres irte, Kacchan? - pregunto con voz suave. Le corrió un escalofrío al escuchar su apodo.

Dudó por un momento, pero finalmente una palabra salió de sus labios.

- No... - dijo con voz pequeña. Era la verdad, no quería irse, quería seguir durmiendo con Izuku... Y no sabe por qué.

El peli verde sonrió y acercó su mano a la cabellera ceniza para darle una suave caricia.

- Bien.

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Hola pequeees!!! Como andan???

Espero que les haya gustado! Me emocione con el InaTodo.
(˵ ͡° ͜ʖ ͡°˵)

Voten y comenten! (♥ω♥*)

Nos leemos luego! 👋😘

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