1- Mafia
Midoriya Izuku, un hombre imponente, alto, de espalda ancha con ojos y cabello verdes, se encontraba sentado en la punta de la mesa en esa silla que lo hacía parecer un rey. Su codo estaba en el apoya brazos con su puño sosteniendo su cabeza mientras miraba a los demás en la mesa de forma atenta pero aburrida y las piernas cruzadas. Solo informaban sus avances de los negocios de esa semana. A su derecha se podía ver a su más leal lacayo, Todoroki Shōto, un hombre de mirada seria, cabello bicolor, en el lado superior izquierdo de su cara se podía ver una horrible cicatriz hecha ya hace tiempo, ojos heterocromáticos y actitud fría, a la hora de recaudar información recurría sin dudar a él, era eficaz y dededicado. Solo mostraba una actitud más cálida con su pareja, Yoarashi Inasa, era muy alto y fornido de cabello corto y azabache, este se encontraba del lado izquierdo de la otra punta de la mesa con una sonrisa calmada y ojos atentos a los movimientos de Todoroki. A su izquierda estaba estaba Uraraka Ochako, una chica castaña con mucha energía, alegre, quisquillosa y su mejor amiga/consejera, al lado de esta estaba Toga Himiko, una rubia con una sonrisa de psicópata prácticamente imborrable, su mejor asesina profesional, podía estar demente pero a la hora de trabajar era una maestra con el cuchillo, al igual que Dabi, como lo habían apodado, pocos conocen su nombre real y que es hermano mayor de Todoroki, tenía cabello azabache y ojos azules, cualquiera diría que es atractivo, y lo es, pero era difícil apartar la mirada de la piel desgarrada en la mitad inferior de su cara, cuello y bajo sus ojos haciendo parecer ojeras, era el compañero de trabajo de Himiko. Al lado de Dabi estaba Yaoyorozu Momo, su mejor agente de informática, tenía cabello negro y lucia muy elegante, en frente de ella se sentaba Yoarashi, su segundo agente de seguridad, en medio de estos dos últimos estaba sentado en el otro extremo de la mesa, Kirishima Eijirō, su líder de seguridad, era pelirrojo, tenía una afilada dentadura y una energética personalidad, no le confiaba su bienestar a ninguna otra persona que no fueran esos dos, cuidaban su espalda mejor que nadie sin temor a la traición.
Si había algo que abundaba aquí, es la lealtad. Todos en esta mesa tenían el grado máximo de confianza que se ganaron por parte de su jefe. Los ajenos a los presentes veían y escuchaban sin saber. A simple vista, pensaban que los más allegados a Midoriya eran sus perras, simples sirvientes que ante la más mínima sospecha de traición era aniquilado. No era cierto, al menos no la mayoría, no eran sus esclavos, están ahí por voluntad propia, aunque no lo parezca todos ahí eran amigos, prácticamente familia, todo esto es todo lo que conocen. No tenían secretos entre ellos, si alguno tenía algún problema lo resolvían todos juntos, se cuidan entre si. Lo que si era verdad era pena por traición, no había perdón por eso.
– ¿Nada importante o de relevancia para reportar? - pregunto el peli verde en general después de escuchar el último reporte por parte de Shōto. No hubo nada especialmente interesante a decir verdad.
– A estado muy tranquilo últimamente. - respondió el pelirrojo.
– Es verdad... - dijo algo aburrido. Llevo su cabeza hacia atrás y cerro los ojos. - ¿Hay algún trabajo hoy? - pregunto a Todoroki, su mano derecha, viéndolo de reojo.
– No, pero mañana tenemos cita con Shigaraki para cerrar el trato. - decía hojeando despreocupado las páginas de una de las carpetas que estaban sobre la mesa.
El peli verde paso los dedos por sus ojos buscando alivio de la jaqueca que le causaba el tener que ver Shigaraki Tomura, no lo soporta, no tiene ningún cuidado por su higiene personal, suficiente tiene con verlo rascar su cuello constantemente y lastimandose en el proceso. Se quejó por lo bajo.
– Entonces, creo que es todo por hoy. Se pueden ir. - cerro los ojos de nuevo apoyando su mejilla en la palma de su mano.
– Izu-kun esta triste. - comentó la rubia mirando a su jefe con una amplia sonrisa.
– No estoy triste, Toga. - dijo sin cambiar su tono suave.
– Izuku, ¿Te sientes bien? Estas algo distante hoy. - quiso saber la castaña algo preocupada por su jefe y amigo.
– Si estas triste, ¿Que te parece si vamos a entrenar? Eso te animará. - sugirió Kirishima con una gran sonrisa.
– Si tienes hambre, puedo preparar Soba. - le ofreció el bicolor aún serio.
– Chicos, estoy bien, en serio. No estoy triste, no me duele nada y no tengo hambre ahora. - los vio detenidamente a todos para convencerlos. - No e dormido mucho últimamente, es todo.
– ¿Algo te preocupa? - pregunto Momo.
– No, es simple insomnio. - aseguró. Se levantó de su lugar. - Tomaré una siesta. Avísenme si me necesitan. - sin más, se despidió de sus amigos y se retiró de la sala de juntas de su mansión.
Caminaba por los largos pasillos hacia a su habitación mientras pensaba. Es cierto que no a estado durmiendo muy bien que digamos, pero no se sentía cansado realmente, el motivo de su mal humor e insomnio... Era el aburrimiento.
No hace mucho había tomado el cargo como jefe de la mafia Midoriya que le fue heredado por su madre al morir de vejez, un lujo que no muchos podían darse al estar en este tipo de rubro, esto paso hace ya 2 años. Reemplazó a su madre a los 23 años y ahora él daba las órdenes, muchos creen que era muy joven para el puesto, pero había demostrado ser la persona ideal para hacerlo. Su madre lo crió desde muy pequeño para ser un líder digno de ser seguido, era su legado, el fruto del trabajo de la fallecida jefa. Desde entonces, se empecinaba a hacer sus trabajos de forma óptima, hacía poco trabajo de campo, eso se lo dejaba a sus agentes de confianza, solo iba cuando se trataba de algo de suma importancia, como el trato de mañana con Shigaraki. Así veía pasar el tiempo, creyó que así debía ser ya que su madre hacia exactamente eso. No se dio cuenta hasta hace poco lo aburrido que era, solo sentarse en las juntas escuchando los avances de las misiones, aprobando y rechazando ofertas o ideas, viendo ir y venir a todo el mundo quedándose sin hacer nada. Pensó muchas veces en cambiar las cosas para tener algo mejor que hacer pero luego pensaba si estaría bien eso, ¿Su madre lo permitiría? En momentos así, extrañaba sus buenos consejos.
Al llegar a su habitación entró en esta cerrando tras de si la puerta. Se dirigió a la cama y cayó de lleno en su espalda con los brazos extendidos a los costados cerrando los ojos en el proceso. Respiro hondo, retuvo un unos segundos el aire y lo soltó en un largo suspiro. Se incorporó para sacarse el chaleco, la corbata, el cinturón y los zapatos para estar más cómodo, no tenía muchas ganas de cambiarse, se paró, abrió las sabanas de su cama y se metió en esta para así cerrar los ojos en busca de conciliar el sueño. Lo último que vio fue la hora en su reloj en la mesa de noche. 3:22 p.m.
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Está oscuro. No ve nada. No hay salida. ¿Que es ese dolor? Parece que lo están apuñalando.
Risas. Escucha solo risas... Y es él mismo quien las provoca.
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– Izuku... Izuku... - llamaba la castaña moviendo despacio el cuerpo del peli verde.
– ¿Qué? ¿Qué paso? - se incorporó sintiéndose algo pesado. Llevo una mano a su cabeza al sentir un dolor.
– ¿Estas bien?
– Si. Tomaré una aspirina luego. ¿A qué viniste? - la vio por primera vez desde que llegó y luego a su reloj. 8:30 p.m. Había dormido mucho.
– Ah. Vine a avisarte que casi está lista la cena. ¿Tienes hambre?
– Claro. En un momento voy. Adelántate.
– De acuerdo. ¿Seguro estas bien? No tenías muy buena cara hace un momento.
– Una pesadilla. No te preocupes de más, Ochako. - acarició su castaña cabeza mientras le sonreía amable.
La chica no quiso preguntar más para no presionar a su amigo así que sin más, se retiró de la habitación y fue con los demás que se encontraban en la cocina hablando y acabando de cocinar. Obviamente tenían suficientes recursos para contratar a alguien que cocine para ellos pero así es más divertido. Al llegar, los presentes dirigieron su mirada a ella, expectantes.
– ¿Algo? - pregunto el bicolor. La castaña negó decaída.
– Cuando fui a despertarlo parecía adolorido, dijo que tuvo una pesadilla pero no quiere hablar de nada. Algo le pasa.
– Debe estar angustiado por la reunión de mañana. Saben que detesta a Shigaraki. - dijo el pelirrojo.
– No es la primera vez que se reúnen. A menos que lo odie más que antes por alguna razón, no veo por qué preocuparse tanto. - habló Dabi desde su lugar en el banquillo.
– Tal vez, pero Midoriya-san no había estado así desde que falleció Inko-sama. - pensaba Momo en voz alta.
– Izu-kun extraña a su mamá. - dijo la rubia sentada, recargando su cabeza en sus manos sobre la isla de la cocina.
– Dejen de sacar conclusiones por su cuenta. - un escalofrío les recorrió la espalda a algunos al escuchar la voz de su jefe que iba entrando a la estancia con las manos en sus bolsillos. Solo había vuelto a ponerse los zapatos. Los miraba a todos con los ojos entre cerrados, no está molesto. - Si quieren saber algo, solo pregunten. Pero no hay nada que saber, estoy bien. - hablaba caminando hacia la isla y sentándose como Dabi, Toga, Momo e Inasa. Los demás estaban parados o recargados en alguna pared como Eijirō cruzado de brazos.
– ¿No estas molesto por tener que ver a Shigaraki mañana? - pregunto Inasa.
– Un poco, pero no hay que exagerar. Solo espero que valga la pena el tener que ceder parte de mi territorio. - no era una idea muy atractiva. Pero era una condición para quedar en paz con la otra Mafia.
– Esa rivalidad lleva mucho tiempo. Hay que acabar esta guerra. - comentó Todoroki sin detener su labor.
– Más le vale ofrecer algo bueno. No quiero perder mis terrenos por un capricho suyo. - se quejaba imaginando lo peor. - Shōto, Eijirō. - llamó captando la atención de ambos. - Ustedes vienen conmigo. - los nombrados asintieron sin dudar.
– ¿Ehh~? ¿Solo ellos? También quiero ir, Izu-kun~. - decía la chica levantándose de su lugar e ir a abrazar, colgarse, del peli verde en forma de suplica.
– Esta vez no, Toga. Buscamos acordar una tregua y quedar en paz. No puedes cortar a nadie. - le hablaba como a una niña ya que así se portaba, le devolvió el abrazo acariciando su cabeza.
– Prometo no hacerlo. - decía haciendo ojos tiernos par paseando repetidamente.
– Y eso se le conoce como una promesa vacía. - bromeó Kirishima provocando alguna que otra risa y una mirada acusadora por parte de la rubia.
– Lo siento, Toga. Para la próxima, quizá. - la nombrada hizo un puchero resignada.
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Luego de eso, todos fueron a sentarse a la mesa para empezar a cenar. Todoroki había preparado Katsudon, el favorito de Izuku, esto lo animaba bastante, comer rodeado de sus amigos, charlando, bromeando. De vez en cuando, Toga lanzaba sus cubiertos hacia Shōto o Dabi, pero era hábilmente esquivado por ambos.
– ¿Quien le dio objetos punzantes en la mesa? - pregunto el pelirrojo viendo un cuchillo clavado en la madera.
– Nadie. Ni siquiera se necesitan para este platillo. Nadie sabe de donde los saca. - respondió Ochako de manera calmada, es una situación de todos los días, nada por qué sorprenderse.
Izuku rió ante esto y los demás le siguieron. Definitivamente no cambiaría a ese grupo por nada del mundo.
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Hola pequeees! Aquí una nueva historia.
Qué les parece? Es un grupo bastante peculiar. Cuando lo pensé dije, "¿Por qué no?" Y aquí está.
Ojalá les haya gustado.
Nos leemos luego 👋😘
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