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Al ver al hombre restante huir, Moi se pone de pie. Despolvorando su vestido con sus manos como podía. Sus pequeñas manos no lograban quitar todo. Ella se miró el vestido con mucha lástima de haberlo manchado.
—Disculpa,— Una chica asiática de tez morena con una camisa tubo marrón, pantalones holgados, botas militares y cabello desaliñado, se acerca al pasillo. Mostraba mucha piel y era hermosa. Para ser asiática, sus ojos eran de un marrón muy claro. Moi se da la vuelta. —¿los golpeaste a todos tú sola?— La chica posa a unos pasos frente a ella.
Moi inocentemente mira a todos lados para señarlarse así misma con un dedo. La chica morena ríe.
—Sí. Te hablo a ti.
Moi se señala la garganta mientras niega con la cabeza. Indicando que no puede hablar. La chica asiente la cabeza.
—Sí. Lo siento. Sé que no puedes hablar y no hablo señas, pero,— La chica se acerca a ella y posa frente a ella. Es más alta que Moi. —¿Gracias?— La chica dice aunque suena como una pregunta mientras le regala una sonrisa alzando sus pulgares a los lados de su propia cabeza. Moi ladea su cabeza en confusión. Guardando sus nueve colas. —Les diste una paliza. Esos hombres son ladrones.
La chica de tez morena le dice. Moi asoma su cabeza con su boquita entreabierta. Una expresión de sorprendida. Eso indicaba un: "¿En serio?". A lo que la chica asiente la cabeza.
—Mjm. Hiciste bien, chica. Me arrepiento de no haberte prestado atención antes. Vi todo desde la panadería de ahí en frente. Es mi negocio. ¿Gustas algo de pan?
Moi sonríe. Asintiendo su cabeza repetidas veces.
—Ven aquí. Si no tienes amigas, creo que ya te ganaste a una.— La chica cruza brazos con ella para llevársela a la panadería a unos pasos más enfrente. Moi sonríendo. Escuchando a su nueva amiga atentamente.
🦊
Ya el turno de Saint había acabado para cuando los chicos estaban caminando al vecindario.
—Entonces, ¿puedes volar o algo así?— Saint sigue impresionado. Se echa múltiples veces para el frente en busca de la mirada del mayor.
—Brinco alto.— Responde el zorro con indiferencia sin quitarle la vista a la carretera.
—¿Aullas a la la luna?
—Qué parte de soy un zorro confundiste con un lobo.— Zee le gruñe. —Humanos. Que tengamos colas frondosas no nos hace lobos.
—A mí me gustan tus colas.
Zee se sonroja. Callándose por unos segundos. Él abulta y cierra su boquita sin dejar de caminar. —No pedí tu opinión.— Él le dice en un bajo murmuro que hace reír en bajo al otro.
—Espera. Ahora que lo pienso... Caíste sobre un auto y... Tus heridas ya no están.— Saint analiza.
—Sí. Rechace tu ayuda esa vez porque no quería que vieras cómo iba a sanar.
—Todo tiene sentido. Pensé que eras un alíen.— Saint le cuenta entre risas mientras lo ve a la cara.
—¿Un alíen? ¿Yo? Una nave extraterrestre no merece a alguien tan guapo como yo.
Saint hace una mueca de disgusto con su boca. —Vaya. Qué engreído.— Él bromea mirando con falso disgusto al zorro. El zorro lo mira y sonríe también.
Van caminando a la casa del alto cuando él mismo detiene su caminar. Mirando su propia casa con sospecha.
—¿Qué ocurre, Saint?— Zee le pregunta. Posando a su lado.
—Quedáte aquí. La puerta de mi casa. Está abierta.— Informa el alto ahora yéndose a correr. Zee mira con el ceño fruncido a la casa sin entender qué cosa andaría mal como para que el alto se asustase.
—¡Mamá!— Grita el alto al entrar a la casa. Lo primero que ve a unos pasos frente a él es a su madre tirada en la cocina. Inconsciente al parecer. Al lado de las gavetas inferiores. Él va a correr hacia ella, pero unos hombres lo agarran de los brazos mientras que uno de ellos le cubre la boca.
—Siempre sale corriendo conmigo. Nunca puedo tener una conversación normal con él. Ya me está molestando. Me voy a mi casa.— Zee murmura con irritación. Yéndose.
Él parte de la cera dónde estaba posicionado.
Dejando esa parte desolada.
Totalmente desolada.
Sólo caían hojas del árbol al lado de esa cera.
Con un rostro de aborrecido, Zee vuelve a posicionarse ahí mismo. Viendo la casa del joven.
—Si se queja de una puerta abierta debe cerrarla. ¿No? Voy a echar un vistazo. No es porque quiera pasar a su casa a revisar que esté bien. Sólo quiero ver qué sucede.
Zee se convence así mismo y se dirige a allá. De manera despreocupada. Sus manos en sus bolsillos.
🦊
A Saint lo pusieron de rodillas en la cocina con la boca cubierta en cinta adhesiva negra. Sus muñecas atadas tras su espalda. Él los miraba a todos con molestia. Eran cuatro hombres.
—¿Sabes quién nos envío? Tu dulce papá.— Uno de ellos dice. —Como venganza porque no lo dejas vivir aquí.
El hombre hace como que le va a meter una bofetada y Saint se encoge de hombros desvíando la mirada con sus ojos cerrados. Eso hace que todos rían. Porque el hombre sólo tenía su mano en el aire. El alto respira agitadamente. Volviendo su mirada al hombre enfrente suyo. Con miedo. —Oye, deja a tu papa vivir contigo.— El hombre le dice tomándolo de los cachetes con una sola mano.
Saint se revuelca en su sitio hasta zafarse de su agarre para tirarse en su espalda y darle una patada en los huevos al hombre frente a él con ambos pies.
—¡Ah! ¡Maldito hijo de...!— El hombre se sostiene esa parte con dos manos. Dando vueltas en su lugar para quedar de espaldas a Saint.
Los otros dos hombres ven como Saint trata de darse la vuelta para moverse (con sus rodillas) hacia su mamá, pero se lo impiden y lo vuelven a sentar. Él gruñe.
—Bueno, tu papi sólo quería darte un susto, pero nosotros queremos divertirnos y causar un poco de estrago. En orden de que tu papá realmente se quede en esta casa.
Uno de los hombres advierte y acerca a los ojos del atado un pote de gasolina. Saint respira de manera agitada. Él trata de preguntar: «¿Qué va a hacer?» repetidas veces, pero no es entendible. El hombre abre el pote de gasolina con una sonrisa cínica.
—Te vamos a dejar una linda marca por si quieres rechazar a tu papi de nuevo.— El hombre rocía la gasolina sobre todo su rostro así que el chico agita su cabeza hacia los lados con los ojos cerrados. Todo ese liquído cae en su lado derecho del rostro porque el chico no lo ha rociado para que empape todo su rostro. Durante el derrame del líquido, se escuchan los gruñidos del alto.
Zee ya estaba llegando a la puerta de la casa con una sonrisa de labios muy despreocupada. Posó en el borde de la puerta y dejó de sonreír. Vio la escena con el ceño fruncido. Una mujer tirada en el suelo a una esquina y cuatro hombres molestando a su buen vecino.
«¿Los humanos siempre son tan problemáticos? Ya veo porque la Tierra quiere prenderse en fuego. Qué tanto drama.» Zee piensa con irritación.
—¡OIGAN!— Él llama en la puerta. Todos los hombres miran. Incluso Saint quién asoma su cabeza por encima de una de las piernas del hombre posicionado frente a él que le roció la gasolina.
—¿Mm?— Saint se cuestiona con ojitos dudosos.
—¿Por qué no se meten con alguien de su personalidad, eh? Este chico es una buena persona.— Zee les dice, reposando su hombro izquierdo sobre el borde izquierdo de la puerta. Mirándose las uñas. Sus piernas cruzadas.
—¿Y tú quién eres?— Uno de los hombres pregunta.
—¿Quieres saberlo?
Zee reta antes de mirarlos a todos con una sonrisa mezquina. Mostrando sus nueve colas. Estás caen elegantemente contra sus piernas. Todos ríen.
—¡WOAH! ¿Viniste disfrazado? ¿Qué rayos, hombre?— Los hombres se burlan riéndose.
—A diferencia del chico al que están molestando con cualquiera que sea su drama, humanos estúpidos, yo no creo en la justicia. Sólo hago cosas que interrumpen las cosas que a mí pensar están mal.— Zee gira todo su cuerpo hacia ellos. Alzando sus colas arriba y detrás de su cabeza. —Y no estoy disfrazado. Soy así de genial. ¿Quieren dejar al chico o quieren ver cómo sus manos salen volando y el suelo se tiñe de sangre?
—Vamos, perrito. Déjate acariciar.— Se burla un hombre.
Zee bufa una risa. Todos se están riendo ahora a excepción de Saint que mira todo con el ceño fruncido. Sin encontrar la gracia. Zee sigue riendo como un psicópata. Riéndose sin parar. Todos los hombres dejan de reírse para mirarse con los ceños fruncidos. La risa lunática de Zee se detiene con dos respiraciones agitadas sin dejar de verlos con una sonrisa mezquina que da mucho miedo.
—¿Me llamaste perrito? Ven acá y dime eso otra vez de cerca.
Zee le dice con un gruñido. Todos excepto el que sostiene el pote de gasolina corren hacia él.
El zorro no tarda en agarrar a los tres por sus cuellos con tres de sus colas. Los tres hombres se quedan estáticos en su sitio. Sus manos temblando. Esas colas frondosas rodean sus gargantas en demasía. Era cuestionante cómo algo que se veía tan frondoso podía tener el poder de romper una pared.
—¿Qué les pasa?— Pregunta el del pote de gasolina. Viéndolos a todos. —¿No son colas falsas?
El hombre pregunta.
Zee brinca sus hombros en un ronroneo. —¿Lo son?— Él juega y levanta a aquellos hombres. Suspendiendolos en el aire. Todos gritan sus gruñidos, agarrándose a sus gargantas con ambas manos.
—¡¿QUÉ DEMONIOS?!— El hombre deja caer el pote de gasolina viendo cómo sus hombres se retuercen en el aire.
—Sólo soy un perrito, wof wof.— El zorro se burla sin dejar de mirar al hombre. Él mueve esas tres colas a que colisionen. Chocando las cabezas de todos esos hombres con las unas a las otras y los suelta para que caigan al suelo. Dos de ellos rompiéndose la nariz en la caída por lo que salpicadas de sangres hacen presencia en el suelo.
El hombre restante ve a sus compañeros desfallecidos con mucho miedo.
—¿Aún no es suficiente para que te vayas?— Zee le pregunta al hombre. Bostezando.
—¿Qué eres?— El hombre le pregunta.
—¿Te importa?
—De hecho, sí. Me parece emocionante ver algo como tú.— El hombre ríe repetidas veces. Fuera de sí. Sin creerse a la criatura que tiene enfrente. Pero saca un encendedor de uno de sus bolsillos traseros y lo prende, posicionandolo al lado de su propio cuerpo con la llama prendida.
El zorro abre sus ojos bien en grande y corre para detener al hombre, pero el hombre tira el encendedor al rostro de Saint.
—¡MMGHHHH!— Saint grita tras la cinta adhesiva negra, sintiendo como la mitad de su rostro se prende en llamas curvas de fuego. Estas comenzando como espirales para encenderse por completo.
Zee se lanza hacia su buen vecino quién grita en mucho dolor. Sintiendo esa quemazón. Él le cubre el rostro con sus colas y estas apagan el fuego. El zorro se puso de cuclillas para sujetar los brazos del contrario. Mirándolo con mucha preocupación.
El hombre huye de la casa. Corriendo.
Saint se ha desmayado por el dolor así que, tiene la cabeza tirada hacia atrás con sus ojos cerrados. El zorro le quita la cinta adhesiva negra cuidadosamente.
Él parpadea varias veces.
Sin destapar la mitad del rostro del chico.
Con miedo, la destapa. Bajando sus colas de ahí.
Su boca se abre en grande. Con respiraciones entrecortadas por el shock. El extremo derecho de su buen vecino está completamente quemado. Incluso parte de su cuello. Esa parte ha perdido mechones de cabellos. El zorro agranda sus ojos. Con mucho terror. Se culpaba de no haberlo salvado del fuego a tiempo. Todo en él se rompe. Sus buenas intenciones desfallecieron con el resultado final de esta situación.
—¿Porque las cosas malas...— Zee gruñe con dolor en su voz. —le sucede a ustedes, las personas buenas?— Él dice lo último con un gruñido adolorido. Viéndolo al rostro con demasiado dolor. Sus ojos brillando por lo cristalinos que están. Sus dientes agrietados con rabia.
FLASHBACK (Antes de que Zee fuese expulsado de su hogar):
El chico zorro lloraba. Acostado en una cama. En una habitación marrón iluminada por una bombilla arriba en el techo. Estaba desnudo en la cama con sus muñecas y tobillos atados a la cabeza y pies de la cama.
Sollozaba sin dejar de mirar al techo. Con tres chicas desnudas muertas con sus pesos en su regazo. Todas sentadas ahí. Ya sus pieles estaban pegadas a sus huesos. Su energía había sido extraída por el chico zorro.
—¡¿POR QUÉ LAS OBLIGARON A ESTAR CONMIGO?! Por qué...— Zee solloza. Cerrando sus ojos con dolor.
Dos zorros de alto rango en el pueblo, estaban frente a la cama. Viendo la escena. Uno era un sacerdote. El otro era la mano derecha del difunto alcalde.
—Debemos expulsarlo. Es un peligro absoluto para los demás. Mató al alcalde hace poco con la misma técnica.— Los zorros se hablaban entre sí.
—Las obligaron a tener sexo conmigo...— Zee llora. —No quería que murieran... Si mate al alcalde fue porque él abusaba muchas mujeres,— Él llora con mucha agonía. Sus ojos cerrados. —¿Ustedes querían que eso siguiera? ¿Eh? Si ya sabían de mi maldición, ¿por qué probarla con inocentes? ¡HIJOS DE PERRA!
Zee llora. Abriendo sus ojos finalmente ante lo último que dijo. Con rabia en sus ojos. Además de agonía. Su nariz roja al igual sus ojos.
—Zee D'Lorents, quedás expulsado y que no se sepa una palabra de esta masacre.— El sacerdote anuncia.
Zee sólo los ve. Estoico. Con lágrimas. —¿Pero y ellas...? ¿Sus familias?— Él pregunta con dolor. Mirando a las chicas que tienen sus cabezas contra su pecho. Muertas. En hueso básicamente.
—Que no te importe. Las quemaremos. Pensarán que huyeron de nuestra Tierra Natal.— Vuelve a anunciar el sacerdote. —Tú hermana estará a salvo. Pero no será nuestra culpa si manchaste su apellido con el asesinato del alcalde.
FIN DEL FLASHBACK.
Zee vuelve a dejar lágrimas caer. Acariciando el rostro de Saint con una de sus manos mientras que lo abraza a su pecho con la otra.
—Lo siento.— Él vuelve a disculparse.
Al lado de ellos... Reposa el encendedor que aquel hombre utilizó para quemar el rostro de su buen vecino.
*N/A: Espero les haya gustado. Ahora sí es cuando comenzaremos a ver cambios en la personalidad de Saint~ and no sé si fui la única pero amé la entrada de Zee a la casa jeje. Tendremos mucho romance, loqueras en los siguientes caps ya que muero por desatar la locura en el libro y al fin poner el traje de Deadpool jeje. Por si tienen dudas, Moi también tendrá su romance conforme avanzan los caps ya que ella es importante pero no se mostrará el afortunado aún. En el multimedia deje un vídeo de Saint porque lo ame y dije "Vamos a ponerlo para que los y las lectores lo vean" ja ja ja. 😘Disculpen si hay fallos ortográficos💖🦊*
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