17

La mañana entro por la ventana disfrazada en pequeños rayos de luz. La parte baja de Saint estaba cubierta con la sábana. Dormía con su espalda dirigida a la puerta de la habitación. Zee estaba sentado fuera de la cama, dibujándolo. Desnudo con una pierna cruzada sobre la otra para apoyar la libreta encima de sus piernas.

Estaba dibujando la espalda desnuda del chico. Todo su cuerpo hermosamente dibujado con sombras detalladas. El alto abre sus ojos con un gruñido. Los frota al darse la vuelta para quedar en su espalda. Soñoliento.

-Mm. Justo cuando ya casi terminaba.- Le dice el zorro y Saint mira exaltadamente sobre su hombro. Antes de tragar fuerte con una sonrisa.

-Estás despierto.- Él dice soñoliento.

-Y tú estás: zombie.- Dice Zee cuyo nombre debe recordarse que empieza con la primera letra de la palabra de recién. Saint ríe ahora volviendo a abrir sus ojos en un parpadeo duradero.

-¿El qué casi terminabas?

-Un dibujo de ti.

Saint sonríe antes de revelar un poco más abajo de su abdomen así que la sabana le cubría su entrepierna. Con una rodilla alzada. El zorro lo fulminó con la mirada. -¿Debo seguir posando para ti?

El zorro ladeó su cabeza con coqueteo ante aquel tono seductivo. -Quédate así por favor.

Saint ríe ahora mirando al techo durante las risas antes de voltear hacia el zorro de nuevo. -Oblígame.- Él pide justo cuando aquel depredador había enfocado sus ojos de nuevo en su continua obra de arte. Ante el pedido, el zorro alzó la mirada con una sensualidad aniquiladora. Sonrío un poco con su boca.

-Quedate quieto.- Dijo en una voz con tono amenazante que hizo al humano sonreír. Todo esto era un juego de ellos. Una última sonrisa mortalmente hermosa se coló en la cara del zorro antes de tornar su mirada a la libreta. Terminando unos retoques. Antes de sonreír por completo viendo la majestuosidad de su trabajo.

-¿Lo terminaste?- Pregunta Saint en una tierna sonrisa curiosilla. Muriéndose por ver el trabajo de su pareja. El zorro se pone de pie con un suspiro antes de caminar hacia su compañero y desplomarse a su lado, quedando con un pie fuera de la cama, y acostado sobre uno de sus codos cerca del estómago del humano. Le muestra la libreta así que el humano la toma con una sonrisa que va decreciendo a cada segundo. Sostiene la libreta sobre su pecho viendo la el dibujo con el ceño fruncido en un dramático "O".

-Esto es,- Él va comenzando. Si sus ojos no lo están engañando con alguna ilusión óptica, su personaje dibujado estaba acostado de espalda en la cama como un muñeco de palitos con una enorme bolita disimulando el "trasero" y una colita enredada de círculos. -perturbadoramente hermoso.- Él alocadamente le dice a su pareja. Bajando la libreta para sonreírle.

-¿De verdad?- Le sonríe con la misma locura el zorro. Se miran con un amor súper dramático y Zee vuelve a besarlo a la boca. El humano gime en el beso. Soltando la libreta y aferrando sus dedos en los cachetes contrarios. Ambos gimen en el segundo beso con los ojos cerrados.

Hasta escuchar la sirena de una patrulla fuera de la casa. Ambos miran a la ventana de la habitación desde su posición aunque no puedan ver nada. -Espero que el jefe de la pandilla no haya sido tan ingenuo como para demandarme a la policía.- Murmura Saint.

-Vamos a ver qué sucede.- Propone el zorro.

En cuatro segundos están parados frente a la ventana de la habitación vistiendo unos boxers. Viendo como la srta. Mipples está fuera de su casa (al lado) hablando con los policías.

-Escuche gruñidos de animal. ¡De animal! Me preocupa que al pobre se lo haya tragado un animal. ¿Pueden verificar si está bien?- La señora le pregunta a los dos guardias de enfrente.

-La sra. Mipples se preocupó por mí.- Saint dice sintiendo una cariñosa pena por la señora así que sonríe un poco con sus labios.

-Otra buena samaritana como tú.- Se queja Zee.

El humano abre con dificultad la ventana dado a que casi nunca la abría por lo que causó fricción al querer alzarla. Cuando lo hizo, asomó la mitad de su cuerpo fuera de la ventana.

-¡Sra. Mipples!- Él llama ahora aleteando sus brazos de arriba a abajo o de lado a lado para conseguir su atención. Todos miran. Ella sonríe esperanzada. Era viejita después de todo.

-¡Oh! Miren. Está vivo.- Ella le dice a los guardias con una sonrisa mientras que el chico gentilmente ríe. Apoyando sus manos sobre el borde de la ventana.

-Lamento el malentendido, sra. Mipples, ¡es que deje la tele encendida demasiado alta anoche!- Saint miente para aclarar los hechos de la noche anterior.

-¡Oh! Está bien, cariño. No fui a tu casa porque tuve miedo de que me comiera a mí también.- Dice la señora con un tono muy infantil. Saint ríe. Negando con la cabeza.

-Descuide, sra. Mipples. Una mujer hermosa como usted a su edad debe cuidarse siempre. No lo deje de hacer.- Le sugiere el buen vecino mostrándole su pulgar.

-Dios, siempre tan caballeroso para estos tiempos.- Ella dice toda orgullosa de él como si mirase a un hijo propio y también alza su pulgar con una sonrisa de labios.

-Oficiales, lamento el inconveniente. Debido al inconveniente puedo comprarles rosquillas o lo que deseen. ¿Gustan?- Saint pregunta dirigiéndose a ellos en palabra y cuerpo. Sin camisa aunque desde el punto de los oficiales no pueden ver que tenga boxers. Así que creen que usa unos cortos.

-No queremos infortunar pero mi amigo y yo... Estamos hambrientos.- Dice un oficial con acento totalmente campestre. Su compañero latino ríe con él.

🦊

Así que el buen vecino aprovecho la salida luego de comprarle rosquillas a los oficiales, para salir él mismo con Zee a solas. Caminan por un centro comercial justo como en el día que se conocieron, pero esta vez el zorro tenía la mente más abierta. Estaban caminando normalmente. Sus manos rozando la una a la otra. Saint vestía una camisa negra de botones con pantalones ajustados negros y zapatos planos.


Todas las personas miraban la mitad de su rostro así que se sintió intimidado pero el zorro en menos de un segundo, le acaricio el cachete con un dedo antes de volver a bajar su mano. Saint ríe con esa distracción. Ambos se miran felizmente. Pero al bajar la mirada escuchó un metal desde arriba. Así que se detuvo en seco. Con el ceño fruncido. Deteniendo al zorro detrás de un brazo protector.

-¿Sucede algo?- Pregunta el zorro. Deteniéndose detrás de su brazo.

-¿Escuchaste algo...?- Saint va preguntando mientras mira arriba. Los sonidos del zorro se agudizan así que este mira arriba también. Tornando el color de su iris en un dorado intenso.

El padrastro de Saint está trepado en el candelabro enorme del centro comercial. Todos vestido en negro como un ninja moderno tratando de cortar los cables del candelabro. El zorro también lo ve. Mira de nuevo a su pareja en orden de abrazarlo y alejarlo consigo mismo pero al momento de abrazar con la mirada fija en la esquina dónde lo iba a alejar del candelabro, sus manos se cierran puños en el aire.

Confuso, mira de nuevo frente a él y ya Saint no estaba ahí. -¿A dónde...?- El zorro murmura y al mirar frente a él en cámara lenta, su buen vecino estaba corriendo hacia una niña parada a unos pasos enfrente. La niña había estado congelada mirando arriba. Yendo a señalar al hombre aterrador que cortaría los cables, con un dedo acusador.

-¡TODOS, NO CAMINEN BAJO EL CANDELABRO! ¡NO CAMINEN BAJO EL CANDELABRO!- Grita Saint mientras sostiene a la niña en brazos. Todos miran arriba al candelabro y una mujer grita al ver al hombre ahí.

El hombre corta el último cable que le restaba al enorme candelabro de cristales plateados, todos con curvas jorobadas que apuntaban hacia el tejado. Fácilmente con más de veinte velas y más de 50 perlas que colgaban de las velas.

Él brinca del candelabro como todo un ninja al borde del piso 7. Altísimo. Se desbalancea un poco ignorando a las mujeres de ese piso que gritan a sus lados. Al alzarse del barrandal, empuja a una de ellas de la cabeza a que caiga del piso para ir cayendo con el candelabro.

La mujer castaña (una completa víctima inocente) va cayendo en cámara lenta con su traje amarillo de flores. Primero se estrella el candelabro. Destruyéndose por completo. Poco a poco.

Zee observa desde una esquina y saca dos de sus nueve colas para impulsarse desde su lugar en un enorme brinco. Pasa por encima del candelabro para tomar a la mujer en brazos. Girando por todo el aire hasta caer al suelo pacíficamente. Salvándola. Todas las personas se sorprenden. No vieron las colas pero sí se sorprendieron por el brinco.

Saint se da la vuelta. Estando de cuclillas. Abrazando la niña a su pecho. Mira con total furor el enorme candelabro que yacía hecho pedazos. Él pestañea con dolor en sus ojos. Su padrastro iba a matar vidas inocentes a costa de él. Sangre inocente iba a ser derramada a costa de él.

La madre de la niña llegó hacia esta. -Mi hija...- Ella pide.

Saint la mira. -Su hija. Aquí está.- Él le murmura todo frenético. La niña se abraza a su mamá. El buen vecino no les presta atención pues se pone de pie. Dándoles la espalda. Se quita los zapatos. Uno por uno. La madre y niña lo miran raro. Zee desde su lugar lo ve actuar raro. Frunce el ceño.

Saint no hace más que mantener una mirada indiferente aunque devastada. Su espalda está más que derecha. Sus hombros anchos se ven más toscos así.

Las personas lo miran. Pero su mente parece estar inundado en otra cosa. Comienza a caminar en línea recta hacia el candelabro. Descalzo.

«No culpo a mi madre porque mi verdadero papa murió en un accidente de auto.» Piensa el buen vecino pisando los cristales del candelabro.

-¡Joven...! ¿Qué está...?- Una anciana grita. Muchos respingan. Mirándolo.

-¡Saint!- Zee grita desde su lugar.

El buen vecino camina sobre montones de vidrios. Manteniendo un mentón rígido con un leve parpadeo. Para soportar el dolor y la sangre que escurren con siluetas de caracoles bajo sus pies. Sigue caminando a pesar del dolor.

«Pero alguien que no es de mi sangre. Que no tiene derecho a quitarnos lo que no es suyo. No es sólo más que una sabandija para mí. ¿Mamá lo dejó entrar en nuestras vidas y sentí felicidad por ella? Sí. Pero eso fue al principio. Ahora sólo tengo un objetivo en mente.»

Saint se entierra más vidrios cuánto más camina.

«Abrirle la puerta de salida a ese maldito bastardo.» Saint piensa lo último, alucinando con unas puertas en frente suyo que son enormes con humo que desborda bajo estas. Esas enormes puertas imaginarias se abren frente a él y Saint sonríe con locura. Su piel luciendo más pálida de lo normal con una sonrisa escalofriante. Ojos enormes. Dentro de esas puertas imaginarias está la silueta de su padrastro cortándose en mitades con gritos escalofriantes. Gritos de dolor.

Saint deja de sonreír para bajar su mentón en un rostro que luce muy psicótico porque se mantiene con los ojos mirando bien enfrente aunque la cabeza este baja.

-¡SAINT!- Llama Zee una vez más para que este recobre consciencia. Pero el chico lo mira con ojos cristalizados.

-No lo puedo dejar ir, Zee.- Él le dice entre gruñidos antes de irse corriendo con todo y pies ensangrentados con terribles cortadas. La fuerza que tiene para correr es hermosamente tremenda.

El zorro se levanta para seguirlo.

Por otro lado, Moi estaba pisando la entrada al vecindario de Saint y Zee. Vistiendo un traje negro de parte inferior holgada con mangas hasta los codos gigantes, escote en el pecho no de manera obscena y pantalones largos negros con una cartera de hombro. Pequeña y negra.


Pero fue detenida en su paso por una chica rubia que llevaba su cabello suelto como el de un león. Vistiendo ropa como la de una cazadora. La mujer era guapa. Sin lugar a dudas. Pero no se veía confíable. Moi la miraba seria. Con algo de miedo.

-No hago esto porque quiera,- La rubia dice. Sujetando una cadena de metal. -pero el padre del chico me informó que el novio de su hijo dejaba entrar a una chica constantemente a su casa. Debo secuestrarte como parte del chantaje.- La rubia le sonríe con sarcasmo. -Te sugiero no pelees, muñequita.

Pero Moi inhala el aire para exhalarlo con preocupación. Está más que claro:

Va a pelear.

*N/A: Espero les haya gustado🥰✨😋 Hubo tensión y algo de ternura al comienzo de este capítulo~ Cuídense mucho.

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