037

La familia Song no tenía una mala vida en Corea, cada cierto tiempo podían gozar de ciertos lujos y vivían felices, sin embargo, un dia el señor Song recibió una propuesta de trabajo en otro país que no pudieron rechazar, sus dos hijos podrían gozar de una mejor vida de la que tenían, al principio Yunho —su hijo mayor, de catorce años— aceptó con gusto y se veía emocionado, pero, su hijo menor, Mingi —de siete años— no parecía muy contento con la noticia, no quería dejar su casa para ir a otra muy lejos y no volver nunca, no era una idea que le agradara mucho, aunque eso no fue impedimento para que dejaran Corea y volvieran a formar su vida en Italia.

Yunho aprendió a velocidad de un rayo el idioma y tenía un montón de amigos, pero con Mingi no era el caso, casi todos los días los llamaban de la escuela diciendo que su hijo no dejaba de llorar y no hablaba con nadie, se excluía en un rincón y lloraba hasta que sus padres iban por él a mitad de la clase.

—¿Por qué te estás comportando así? No está bien, debes dejar de llorar y comportarte como un niño de tu edad—regañó su madre mientras le hacía caballito en sus piernas, su hijo no dejaba de llorar y solo quería salir de sus brazos. Su hijo ni siquiera podía salir a la calle sin sentirse ansioso y romper en llanto, fue así incluso a los dos años de estar en el país, su hijo no parecía tener una mejora y no hablaba el idioma, no quería o no podía guardarlo en su cabeza y era demasiado desesperante, ninguno en casa sabía que hacer y todo empeoró con el tiempo.

—No entiendo a nadie—sollozó sintiendo como Yunho lo apretaba en sus brazos— ¡Suéltame!—gritó desesperado tratando de salir del abrazo, Yunho trató de calmarlo hablándole pero solo recibía gritos de su hermano pidiendo que se calle.

—¿Qué sucede?—su madre entró en la habitación de Yunho y agarró a su hijo para que deje de lastimar al mayor— amor, tranquilo, respira—pidió con calma agarrandolo por los hombros— ¿Qué sucede?

—¡No entiendo a nadie y nadie me entiende!—gritó cansado de estar así, incluso había recurrido a golpearse contra la pared de la frustración que sentía.

—Bebé, tranquilízate, pronto vas a entenderlos y ellos a tí, solo ten paciencia.

—¡No!

Calmar a su hijo fue bastante complicado, sin embargo ella estuvo con él hasta que cayó dormido, ella siempre estaba con él y desgastaba su vida por su hijo menor, pasaba noches sin dormir, algunas veces no comía y se descuidaba a ella misma solo por él, un niño que jamás iba a demostrarle amor; jamás había recibido un te amo o un abrazo de Mingi, eso le dolía mucho.

—Mamá—Yunho entró en la cocina con una expresión de preocupación— ¿Por qué lloras?

—Hay una fiesta de cumpleaños en el salón de tu hermano y no lo invitaron porque "no le va a gustar", me pidieron que no lo lleve ese día—sollozó dolida, estaba harta de que dejen a su hijo de lado, nunca lo invitaban a algo, una vez había llegado a casa preguntandole porqué todos sus compañeros se alejaban de él, eso había dolido demasiado.

—Mamá...de todos modos no creo que le importe, ni siquiera está enterado.

—Hay veces donde no soporto a tu hermano—confesó sintiéndose en confianza con Yunho— hay veces donde estoy tan harta que quiero golpearlo o dejarlo en un hogar, no puedo más, yo no quería tener a tu hermano.

—¿Por qué?—ladeo su cabeza— Minnie no hace nada malo, mamá, Minnie está bien.

—¿Sabes lo que es tener que dejar de lado tu vida por un niño que jamás va a agradecerte por nada? ¡No lo soporto más! ¡No quiero verlo más!

—Mamá...—Yunho hizo una mueca y luego volteó al sentir pasos, ahí estaba su hermano con su nuevo peluche de conejo.

—¿Por qué Mamá está molesta?—preguntó asustado por los gritos.

—Nada Minnie, vuelve a tu habitación ¿Sí?

—Mamá está llorando.

—Sí, Mamá está llorando porque vió algo muy triste ¿Qué tal si vas a tu habitación?—pidió Yunho desesperado y horrorizado, las palabras que ella había dicho jamás las había esperado de ella, de su padre quizás pero jamás de ella.

Y con el paso del tiempo todo fue peor que antes.

—Tu hijo tiene depresión—dijo el doctor viendo a la mujer— él está deprimido porque supo que tú, su propia madre no lo quería, está deprimido porque se siente solo, por más que demuestre que no necesita compañía de otras personas él realmente lo necesita, por su bien...tu hijo necesita apoyo en esto, tienen tres años y apenas sabe lo básico, al menos entiende lo que digo y es un milagro, tu hijo debe asistir a psicoterapia.

—¿Está insinuando que es mi culpa?—se había sentido ofendida con lo que había oído, ella no tenía la culpa de que su hijo estuviera deprimido, ella no tenía la culpa de que su hijo no deje de llorar todo el día y que no tuviera amigos, era un niño, los niños hacían amigos muy fácil, ella no tenía la culpa de tener que trabajar y dejarlo solo en casa porque se hermano debía estudiar en la tarde, ella no tenía la culpa de que el padre tuviera que trabajar, él era un niño malcriado y llorón, se lo buscaba.

—Sí, y no solo suya, también de su esposo—asintió— su hijo necesita compañía, pase un rato con él, es un niño, no es normal que tenga depresión a tan temprana edad.

—Mi hijo no tiene depresión, mi hijo solo es un niño malcriado.

—Señora, no sé como explicarle para que lo entienda, no puede dejar a su hijo solo en la casa de la mañana a la noche, tiene nueve años, aún no es lo suficientemente capaz de llevar su vida solo, es un niño.

—Usted no lo entiende, ese niño no deja de llorar, quiere estar conmigo todo el día, no puedo, no lo soporto.

—Es un niño.

Las cosas mejoraron para Mingi o eso trató de pasar, pasaba todo el día fuera de casa en actividades, solo, había aprendido el idioma a la fuerza y la única forma que había encontrado para distraerse y sentirse menos solo fue dibujando, podía pasar horas dibujando mientras veía los capítulos de Batman encerrado en su habitación, se sentía seguro ahí, en esa habitación, solo con lápices de colores, hojas y los peluches que su hermano le había regalado, no necesitaba nada más, era lo único que le hacía pensar que la vida aún valía la pena y en casa no contaba con el apoyo de sus padres para el dibujo, ellos solamente le daban la espalda, el único que lo había apoyado y siempre lo hizo fue Yunho, él lo había inscrito en una escuela de arte y sus padres lo pagaban por compromiso, nunca le prestaron atención hasta que se graduó de la escuela y vieron que tenía potencial, el ver que estaba casi solo en lo que hacía lo había llevado a pensar en el suicidio, creía que era lo mejor pero Yunho y su nuevo novio llamado Hongjoong trataron de convencerlo, él había tratado de creerles y convencerse a sí mismo de que así era, así había sido hasta sus dieciocho años.

Un día mientras sus padres peleaban afuera de su habitación, él estaba viendo por aburrimiento grupos de Facebook relacionados con el arte porque había perdido toda la inspiración, cada vez era más frustrante dibujar, en ese grupo había conocido a Wooyoung y conocer a Wooyoung le había devuelto la inspiración, le había dado un poco de esperanza en su vida.

—Hey, ¿qué sucede?—Yunho se sentó a su lado— ¿Te sientes bien?

—¿Mamá y papá se separaron por mi culpa? Yo nunca le agrade a ninguno, mamá decía que nunca quiso que yo exista.

—No es tu culpa, no debes pensar en esas cosas, no—negó— no, Min no llores—lo abrazó con fuerza sintiendo un gran malestar— nada es tu culpa, no debes pensar en esas cosas...no vamos a volver a verlos ¿Okay? No vas a volver a ver a esas dos personas, lo prometo...¿Quieres que hoy duerma contigo? No está Hongjoong, podemos hacer una pijamada, solo los dos hasta que Hongjoong vuelva.

Usualmente solía pensar en cosas horribles, pensaba que si se iba dejaría de ser una carga para todos, ya nadie tendría preocupaciones, él tampoco las tendría, pero lo frustraba que Yunho nunca lo deje solo, si no estaba solo no podía estar tranquilo, quería estar tranquilo y que su cabeza lo deje en paz.

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