027

Wooyoung amaba a Mingi, amaba todo de él excepto una sola cosa, odiaba con toda su alma las mañanas porque Mingi hacía demasiado ruido al levantarse, al caminar arrastraba los pies y cuando usaba las pantuflas para Wooyoung era una tortura, sin embargo, esa mañana fue diferente, al principio pensó que seguía dormido, pero, no fue así, solamente estaba con él acostado mientras lo veía, parecía no querer hacer otra cosa.

—Buenos días Gigi—saludó con una sonrisa—¿Qué sucede?

—Tienes dos lunitas.

—¿De qué hablas?

—Tienes una debajo del ojo y una en el labio.

—¿Lunitas? ¿Tengo lunitas?

—Sí.

—¿Qué es eso?

—Esto—tocó su cara y Wooyoung lo miró sin entender lo que pasaba.

—No entiendo, lindo.

—Lunitas.

—Uhm...¡ah! Lunares—rió al entender, se sentía estúpido— si amor, tú también tienes dos lunitas muy lindas—dejó un piquito en sus lunares y uno en su nariz, Mingi era demasiado lindo como para ser real—¿Qué?

—No me des piquitos.

—¿Te despertaste de mal humor? No te preocupes Gigi, duerme un poco más, hoy vamos a salir.

—¿A dónde iremos?

—Es sorpresa.

—No me gustan las sorpresas...

—Descansa amor, descansa—colocó su mano sobre su cabeza y lo despeinó sintiendo sus ojos cerrarse de nuevo.

Mingi no tenía sueño —quizás sí un poco— y se negaba a dormir, a menos que Wooyoung le quitara la mano de la cara, llevaba las dos noches que llevaba allí durmiendo con la mano de Wooyoung en su cara, para la próxima dormiría en otro lugar si volvía a hacer eso, era bastante molesto.

Wooyoung despertó dos horas después y al hacerlo no dudó en molestarlo.

—Al final si dormiste—sonrió dejando piquitos en toda su cara—buenos días alegría.

—Déjame—se quejó cubriendo más su rostro con las cobijas.

—¿Hoy me vas a acompañar a pasear a mi bebé?

—No.

—¿Por qué? Eres su papá y quiere que su papá vaya con él.

—No...no, no—negó retrocediendo al ver que el demonio se subía a la cama.

—Joy, abajo—ordenó y el perrito obedeció bajando de la cama—no tengas miedo Gigi, tranquilo—lo abrazó de una forma que se sintiera protegido—no le tengas miedo a Joy, no te va a comer, es muy chiquito.

—Que sea chiquito no quita las posibilidades de que me coma.

—Amor, ningún perro te va a comer.

—Es una suposición.

—Y yo soy el presidente.

—No eres el presidente.

—Es sarcasmo, amor.

—Ah.

Esa estúpida conversación de tres segundos había hecho que su novio dejara de temblar y eso estaba perfecto, ahora debía mover cielo y tierra para que se bajara de la cama y fuera al baño porque lo conocía bastante bien y sabía que si el perro estaba en la habitación él no se iba a bajar hasta que se fuera, así de dramático era.

Wooyoung cargó al perro y lo llevó con su madre para que Mingi pudiera levantarse de la cama al menos, pero fue lo que menos hizo, al volver lo encontró jugando con su celular arropado hasta media cabeza.

—¿Al menos fuiste al baño? Vamos a salir.

—No—negó refiriéndose al baño.

—Ve al baño.

—No.

—Ya no hay perro en el cuarto, puedes ir al baño.

—Hay pelo de perro en el piso.

—¿Y el pelo te va a comer?

—Sí.

—Vamos, deja de ser tan dramático y levántate—lo agarró del brazo y lo jaló para que se levantara, pero solo logró arrastrarlo hasta el borde—si no te levantas te tiro.

—Ya, ya me levanté—lloriqueó yendo al baño, quería quedarse acostado, no tenía ganas de mover el cuerpo.

—Aquí te espero—sonrió.

Iban a ir al centro comercial, su madre dijo que les daría dinero y lo podían gastar en lo que ellos quisieran, Wooyoung no sabía que tan bien se llevaba Mingi con los centros comerciales pero esperaba que tuvieran una linda y memorable tarde.

—Te ves muy guapo—sonrió al ver a su novio fingiendo que él no había tenido que escoger su ropa porque sería capaz de utilizar cualquier cosa y salir así.

—Gracias—respondió avergonzado.

—Dios, eres muy lindo—se acercó a él dejando piquitos en sus mejillas.

—Tú...también eres lindo.

—Moriré de ternura...agarra tus cosas, ya nos vamos.

En el viaje en tren —que fue un poco largo— Wooyoung no lograba entender como es que había logrado encontrarse con Mingi ¿Por qué Mingi había decidido ayudarlo? ¿Por qué él había escogido a un extraño que hablaba otro idioma? Aún no lograba asimilarlo, aunque, seguramente el destino los hubiera unido de todas formas porque conociendo a Mingi o no igualmente hubiera asistido a la boda de Hongjoong y lo hubiera conocido ¿Ambos estaban destinados a conocerse?

—Min, Mingi...Mingi—lo llamó moviendolo para que le prestara atención— Gigi...debes sentarte al revés.

—Pero quiero ver por la ventana—protestó.

—No vas a ver nada igualmente, estamos debajo del suelo.

—Eso lo hace más impresionante.

—No hay nada, date la vuelta, está todo negro.

—Quiero verlo.

—¿Por qué quieres ver negro?

—Porque pronto habrán colores de nuevo.

—Date la vuelta.

Había hecho que se enoje, pero, al menos había evitado que los que los rodeaban lo insulten o se quejen por estar sentado al revés, conocía el tipo de gente que había en la ciudad y era bastante molesto.

—Dame la mano, no puedes ignorarme por el resto del camino, por favor...gracias.

El camino al centro comercial desde la estación era largo y tedioso, si a Wooyoung no le gustaba a Mingi menos, a mitad de camino seguramente iba a estar quejándose de que caminaban mucho y no iba a querer seguir, así que iban a caminar hasta encontrar un taxi.

—Sube al taxi, sin miedo.

—No.

—¿Quieres caminar debajo del sol y sudar o quieres llegar rápido sin sudar y sin dolor de cabeza?—se cruzó de brazos y a Mingi no le quedó de otra que entrar o Wooyoung lo iba a abandonar en medio de la calle.

No contaron con que había tráfico esa tarde, quizás no habían salido en una buena hora, pero, pronto iban a llegar y esa era la buena noticia ¡Pronto estarían en el centro comercial!

Al llegar Wooyoung tuvo que prepararse mentalmente para lo que sea que pasaría allí adentro, sería su responsabilidad, claro que sí, pero, al menos se iban a divertir en ciertos lugares.

—¿Quieres helado? Hey, ¿quieres helado?

—No.

—Bueno, yo sí, acompáñame—le sonrió y luego lo arrastró hasta la heladería no sin antes detenerse en un pequeño negocio que vendía pulseras y todo tipo de accesorios— mira ¿Quieres una? Podemos tener una que combine ¿Qué viste?—sonrió con ternura al ver que movía sus manos emocionado— ¿Quieres el que tiene la estrella? Yo te lo compro.

Agarró la estrella amarilla y luego vió una de color negro, esa era perfecta para él. Pagó y le colocó la pulsera en medio de su emoción, a Mingi le encantaban las estrellas y ese era el regalo perfecto ¡Ahora tenían pulseras de estrellas para compartir! Eso emocionaba a Wooyoung.

—¿Qué pasa?

—Tengo que ir al baño.

—Te lo dije—le dió un golpesito en la nuca y suspiró— eres malo mintiendo.

—Claro que no, si no hubiera ido no estaríamos aquí.

—No sabes mentir, admitelo.

—Claro que se mentir.

—Está bien, sabes mentir y yo estoy equivocado.

—¿Podemos ir al baño?

Wooyoung tuvo que hacer la búsqueda del baño como un juego si no quería que Mingi se abrume entre tanta gente y por alguna extraña razón lo había logrado, ahora estaba parado al lado de los lavamanos esperando a que su novio terminara.

—¿Ya? No te seques de la ropa, la mojas.

—No quiero usar ese aparato.

—Hay papel—suspiró y fue por el papel, quería ir por su helado.

Durante las búsqueda de una heladería pararon en un montón de tiendas e incluso compraron objetos innecesarios pero que para ellos eran super necesarios, tales como un extraño gusanito hecho de platitos o gomitas ¡Jamás llegaron a la heladería! Estuvieron dando vueltas por el centro y terminaron almorzando en un pequeño restaurante en el patio de comidas, Wooyoung sentía que Mingi quería matarlo.

—No creo que esté tan mal la comida, Gigi, debes comer algo.

—No voy a comer.

—Por favor, prueba aunque sea una sola cosa.

—Se ve asqueroso.

—Gracias por la sinceridad.

—No lo hiciste tú, no deberías decir gracias—lo miró con el ceño fruncido cuando rió.

—Ven, solo prueba esto, es bastante bueno, te va a gustar—acercó los palillos a su boca y esperó pacientemente a que la abriera—abre.

—No—negó poniendo sus manos en su boca.

—¿Y qué vas a comer? No hay otra cosa aquí.

—Como en casa.

—No vas a comer en casa ¿Quieres que te pida sopa? Aquí debe haber.

—No me gusta la sopa.

Al final lo hizo comer con pequeños trucos, le había prometido que si comía en casa lo iba a dejar dormir del lado de la pared, una gran mentira, jamás iba a cederle el lado de la pared a nadie.

Volvieron a la casa casi en la tarde noche, ambos iban jugando con el gusanito en el tren hasta que decidieron mover el animal de plástico por la punta, fue una mala idea de ambos, el gusano había terminado en el suelo del tren y ante la reacción un poco brusca que Mingi había tenido algunos se habían asustado. Una señora amable los había decidido ayudar a buscar el gusanito y se los había devuelto con una leve sonrisa sin mostrar los dientes, sin embargo, Mingi no quería volver a tocar el gusanito y si no fuera porque Wooyoung lo agarró hubiera terminado en el suelo de nuevo.

—¿Qué tal les fue?—preguntó su madre al verlos llegar.

—Bien, nos fue bien—sonrió.

—¿Comieron? Puedo hacerles la cena si quieren.

—No, gracias mamá, ya comimos.

Wooyoung arrastró a Mingi hasta su habitación y lo sentó en la ventana para que viera, al otro lado estaba Jongho en su escritorio con la ventana abierta, era la oportunidad perfecta para molestarlo.

—¿Ves esto?—le mostró una pequeña pistola de juguete—apuntale a él, así, ahora dispara—rió cuando Jongho volteó y los miró con el ceño fruncido, le habían dado justo en la cabeza, el lugar perfecto.

Jongho los miró chocar los cinco y les sacó el dedo mientras cerraba la ventana, tenía claro que durante sus vacaciones, teniendo a ese par de vecinos, no iban a ser nada fáciles.

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