𝟏𝟕 - 𝐀𝐦𝐢𝐬𝐭𝐚𝐝𝐞𝐬
Capítulo diecisiete
Amistades
━━━━━━ •S. XXI• ━━━━━━
Odia aburrirse.
Al menos en su trabajo en la tienda de mascotas se mantiene ocupado pero ahora sólo está sentado en el sofá de su sala.
Mira el techo de su departamento, inspeccionando el techo por encima vez en su vida. Lleva sin compañero de piso un mes y ese había sido el mes más aburrido de sus veintiún años de vida.
El joven rubio mira el reloj de su celular, dos cincuenta y cinco, se supone que alguien vendría a ver el piso hoy. La mujer que se había contactado con él decía llamarse Rachel Faucette
Faucette... suena a apellido francés.
De todos modos, ella había dicho que el piso no es para ella, es para su hijo, Alexander.
Alexander...
Él no cree en las coincidencias pero aún así no puede suponer nada en base a un nombre simplemente, ese es un nombre bastante común después de todo.
El sonido de unos toques en la puerta le dicen que es el momento de la verdad. Se acerca a la puerta y en ese momento se da cuenta de que en realidad desea que al abrir la puerta vea a ese joven caribeño de coleta. Eso o a cierto muchacho de pecas.
"Ahora o nunca"
Piensa como dándose valor y abre la puerta.
— Hola.
Un joven de coleta lo saluda con una sonrisa educada. Junto a él un robusto moreno que se ve algo intimidante.
—... — Queda algo sorprendido al principio pero sus habilidades sociales le fuerzan a sonreír. — Hola ¿Vienes para ver el piso? ¿No?
Alexander asiente, mientras Hércules mantiene su rostro serio.
— Sí, soy Alexander.
— Y yo soy Hércules. ¿Y tú?
Él irlandés hace notar su presencia sin dejar de verse intimidante, si ese rubiecito resulta ser algún secuestrador Rachel va a matarlo.
— Wi-Wiliam. — Tartamudea atemorizado. — Pasen por favor.
El rubio abre la puerta y se aparta para dejarles pasar. Con la mirada, Alexander recorre el departamento con la mirada mientras que Hércules no le saca la mirada al rubio, lo mira como un juez dando un veredicto de muerte.
William se siente cada vez más nervioso ¿Ese tipo es el guardaespaldas de Hamilton?
— ¿Quieres ver la habitación?
Ofrece el rubio, quien no puede más con la tensión que el moreno provoca en él.
— Claro.
Contrario al irlandés, la actitud de Alexander es amistosa e inspira confianza. Dejando al irlandés en la sala, Alexander sigue al rubio hacia una habitación.
William abre una puerta, tras esta Alexander ve una habitación casi vacía excepto por una cama y una mesa. La habitación tiene paredes negras, no es muy amplia ni muy pequeña, Alexander no tiene muchas cosas, tendría espacio de sobra ahí.
— ¿Y bien?
Pregunta el rubio al ver a Alexander tan callado.
— Me gusta. — Da un amigable veredicto el caribeño. — Podría vivir bien aquí.
— Entonces ¿Tomas la oferta?
Pregunta mientras extiende su mano. Alexander la estrecha, sonriente.
— Claro. Hoy mismo empiezo a juntar mis cosas.
— ¡Excelente! — Saca su celular. — Te doy mi número.
— Por supuesto.
Luego de intercambiar números, y de que William entregue una copia de la llave del piso, ambos vuelven a la sala donde Hércules espera, de brazos cruzados sin dejar de verse como un potencial asesino.
— ¿Todo en orden, Alex?
Pregunta el mayor muy serio.
— Tranquilo Hércules. — Pide el menor. — No hay nada raro aquí.
— Oh, menos mal. — De repente Hércules pasa a verse como un sicario a verse como un colega con el que podría irse a tomar unas copas. —No soportaba las ganas de reírme.
William parpadea confuso ¿Y ese cambio de actitud?
— Bueno, te llamaré cuando tenga todo listo para mudarme.
— Seguro.
Alexander se dirige a la salida. William se dispone a acompañarle pero Hércules le detiene.
— Más te vale que me lo cuides.
Exige volviendo a verse como un sicario. El rubio traga saliva, ese hombre comienza a asustarle, más aún con esos cambios bruscos de actitud.
— Nos vemos.
Saluda Alexander saliendo del apartamento.
— Adiós.
William se despide aún asustado por el irlandés, una vez se encuentra sólo nuevamente repasa los hechos en su mente.
Alexander Hamilton será su compañero de piso.
Da una sonrisa divertida, cómo si le hubieran contado la mejor broma del mundo
"Y yo que me quejaba de que estaba aburrido"
Pues ahora se le acabó el aburrimiento.
Afuera del apartamento, Hércules y Alexander esperan el elevador.
— Entonces ¿Vas a mudarte ahí?
— Si. — Confirma Alexander. — El piso se ve bien y William parece una persona agradable.
— ¿Cuánto hablaron? — Pregunta Hércules en medio de una risa. — ¿Veinte frases? ¿Cómo sabes si es buena persona o no?
— ¡Tengo buen ojo para esto! — Afirma seguro el menor. — Aunque esperaba que fuera alguien más...
— ¿Alguien más? — Pregunta Hércules enarcando una ceja. — ¿Una supermodelo? Alex, la vida no es una porno.
— No hablo de eso. — Aclara. — Creo que esperaba alguien que ya conociera de... ya sabes. —
Dice lo último con disimulo, es una especie de secreto. — Tú no lo conoces de nada ¿O sí?
Pregunta mientras suben al ascensor, que ya había llegado hace unos segundos.
— No. — Responde mientras aprieta el botón del piso correspondiente. — ¿Debería?
— Tú pareces saber todo sobre el tema. — Argumenta Alexander. — Sabías lo de las vidas pasadas, sobre mi relación con John, sobre que Martha fue la esposa de John...
Hércules se siente orgulloso de oír eso, por alguna razón.
— Bueno, tienes un punto. — Reconoce el irlandés con naturalidad. — Pero ese tipo no me suena de nada o al menos no puedo reconocerlo.
Esas palabras hacen que Alexander deje el tema de lado. Hércules había sido el "experto" en el tema de la vida pasada, así que si él dice que ese tal William no es nadie a quien antes hayan conocido pues así debe ser.
— Aunque es una pena que debas mudarte del hotel.
— ¿Por qué?
Pregunta Alexander extrañado. Él lo ve como algo bueno.
— Es que así John no podrá "hacerte el amor" con tranquilidad.
Las mejillas del menor enrojecen al instante.
— ¡Deja de pensar en John y yo teniendo sexo! — Exige avergonzado. — Además...
Él irlandés nota decaído al menor, se ve tentado a hacer alguna broma sobre disfunción eréctil pero opta por ser comprensivo.
— ¿Sigue sin recordar?
Alexander suspira.
— El otro día escuchó mi nombre completo, creí que eso le haría recordar pero... — Hace una pausa algo dolido. — No fue así.
Es obvio que eso hirió a Alexander, se le nota decepcionado.
"Incluso sin intentarlo, Laurens es capaz de lastimar a Alexander más que nadie"
Piensa Hércules con una mueca, porque si hay alguien experto en lastimar a Alexander, ese es John Laurens. Lleva una mano a la espalda de Alexander.
— Oye, ya dijimos que no todos recuerdan de la misma forma. — Frota la espalda del menor para reconfortarlo. — No pierdas la esperanza, recordará y si no ¡Yo mismo le obligaré!
Eso al menos le gana una risa por parte del caribeño.
— Gracias.
La puerta del elevador se abre, ambos salen fuera del edificio.
— ¿Quieres que te lleve?
Ofrece el mayor abriendo la puerta de su auto.
— No, gracias. — Niega el menor mientras coloca saca sus auriculares. — Caminare.
Luego te despedirse del sastre Alexander pone una canción la canción que dedicó a John, ayer.
Es raro, hace unos meses su único amigo era Hércules y vivía en un hotel, ahora tiene un grupo de amigos y vivirá en un piso decente con un chico parece simpático también, con algo de suerte tendrá un amigo más.
¿Cuando dejaremos de fingir?
Sé que no puedo seguir persiguiéndote si no te sientes de cierta manera o si no sientes lo mismo por mí
Oh, esas jodidas líneas...
⋅◈⋅
— Aah~ — Hamilton gime, aferrándose a la gran espalda del mayor. — ¡Más!
Ni la más grande fogata se acercaría mínimamente al calor desbordante de pasión que siente en su interior el pelirrojo cuando hace el amor con John.
¿En qué momento pasó de tener sexo a hacer el amor con Laurens? No lo sabe pero no piensa cuestionarlo.
— Ba-baja la voz. —Pide Lauren sin detener los movimientos de su cadera que arremete contra el menor. Sus ojos se encuentran con los del pelirrojo y su expresión se vuelve una llena de cariño y pasión — Mi querido chico...
Hamilton se muerde el labio al oírle llamarlo así, le encanta. Corresponde las embestidas del más alto moviendo su pelvis en sincronía con la cadera de John.
— Ma-más fuerte.
Súplica Alexander flexionando sus piernas, empujándose hacia arriba, desesperado por sentir más.
John obedece, hundiéndose por completo en su amante, para después salir y, antes de que su glande quede expuesto, vuelve a penetrar al menor, haciéndole arquear la espalda y morder su hombro.
Sus labios de encuentran, se besan mientras las penetraciones de John se vuelven más lascivas, profundas y constantes. Hamilton hunde sus uñas en la espalda del americano, dejando notables marcas ahí como evidencia de aquel acto.
— J-John... — Gime enroscando las piernas en la cintura del aludido. — Estoy a punto de... ¡Ah!
Siente el falo de su amante en contacto con su próstata y aquello es suficiente. Aferrándose a Laurens y mordiendo su hombro se deja envolver por el clímax. Entre susurros John se libera dentro de él, apretando el desgastado colchón para luego dejarse caer sobre su amante, escondiendo el rostro en el cuello de este.
— Dios... — Susurra Alexander abrazando a John, disfrutando como la respiración de este cosquillea su piel. — Eso fue tan... wow.
— Me gusta cómo usas los adjetivos.
Bromea John mirándolo con una sonrisa ladeada. Alexander le saca la lengua.
— Mi J... — Susurra el menor dando besitos por todo el rostro de John. — Voy a extrañarte.
En unos días sucedería lo inevitable, por cuestiones del ejército debían separarse, seguir caminos distintos. Lo que asusta a Hamilton ¿Cómo protegerá a Laurens así?
— Sabes que no puede evitarse.
— Lo sé, lo sé pero ojalá pudiéramos seguir juntos. — Se lamenta con un suspiro. — Al menos podremos escribirnos.
Laurens asiente, se incorpora para recostarse junto al menor, quien se recuesta sobre su pecho. El silencio de la noche permite a Alexander hacerse una pregunta.
"¿Qué somos?"
No sabe si Laurens tendrá otras personas en su vida, tal vez algún otro amante, Laurens es de lo más reacio a hablar de su vida.
— John.
— ¿Si?
El menor traga saliva luego hace una pregunta con algo de miedo
— ¿Me quieres?
John no puede evitar tensarse con esa pregunta. ¿Qué si él lo quería? Pues, son amigos, eso es obvio. Querer y amar no son lo mismo, Laurens lo sabe.
— Claro.
Lo quiere, sin duda lo quiere pero no lo ama, eso le calma.
— ¿En serio?
Pregunta sorprendido, casi podría decirse que esperaba que John cambiara de tema o algo así.
— Obviamente.
Alexander lo mira, como si estuviera juzgando si está diciendo la verdad o no.
— ¿Qué tanto?
Pregunta con un tono de desconfianza que se le hace tierno al mayor
— Más de lo que crees, tonto.
Da un beso en la frente del menor.
Alexander es simple, por lo que aquello le basta. Laurens dice que le quiere más de lo que cree, pero el problema es que Alexander le crees más de lo que querría.
— ¿Puedes prometerme algo?
— Depende.
Alex hace una mueca de desagrado con esa respuesta.
— Promete que tendrás cuidado. — Toma su mano. — Y que no tomaras decisiones tan tontas, si te dicen que no luches, no luches.
No conoce mucho a John, pero sabe que el incidente en que la infantería a su cargo perdió, debe de haberle afectado. Debe sentirse culpable.
John no responde.
"¿Qué estoy haciendo mal?" Se pregunta Hamilton. "¿Mi preocupación no es suficiente para él?"
⋅◈⋅
Despertando de esos agridulces recuerdos llega a su habitación de hotel. Desconecta los auriculares.
— Bueno, debería empezar a juntar mis cosas.
Piensa en voz alta. Una notificación de su celular le distrae de ese pensamiento.
"Bueno, eso puede esperar"
Se dice al ver que el mensaje es de "Esmeraldas", el apodo que había dado a John en referencia a sus preciosos ojos.
💬Esmeraldas: ¿Ya viste el piso?
💬Sip. Me mudaré ahí.
💬Esmeraldas: ¡Qué bien! Si quieres puedo ayudarte a llevar las cosas en el auto de Laff.
Una sonrisa cruza los labios de Alexander, sin duda le gusta más "este" John.
💬Eso me gustaría. Tengo al mejor "futuro novio" del mundo.
💬Esmeraldas: ¿Qué pasó con lo de "quedar sólo como amigos"?
¡Somos amigos!
💬Amigos que se quieren, se desean y que acabarán saliendo tarde o temprano. ¡Pero amigos al fin y al cabo!
💬Esmeraldas: Buen punto.
💬Esmeraldas: Hey, ¿Por qué no vienes? Lafayette está aquí, podemos pasar el rato.
Alexander sonríe con la idea de estar junto a dos de las personas más importantes de su vida pasada de nuevo. La idea de que "Los Tres Mosqueteros" -como solían llamarlos- estén juntos nuevamente le agrada.
💬Voy ahora mismo.
Cumpliendo con su palabra, aunque recién haya llegado, sale nuevamente.
━━━━━━ •S. XVIII• ━━━━━━
Si hay alguien enterado de los sentimientos de Hamilton hacia Laurens ese es su amigo francés, Lafayette.
Él es testigo de cada alta y baja en esa relación que, en vano, se intenta camuflar como amistad.
De cada intento de Alexander por acercarse al rubio. Cada vez que Alexander se acerca un paso a John, este no sólo se aleja dos, sino que se cambia de acera.
Esos dos son cual Ying y Yang.
Hamilton sabe que es frágil y aunque lo odia, lo acepta, no tiene problemas en aceptar consuelo, en aceptar un abrazo, en llorar en un hombro si se le ofrece.
Laurens, en cambio, no sólo rechazaría dicho hombro, sino que miraría mal a quien ofreció dicho hombro por "considerarlo débil"
Laurens está a minutos de partir.
"Conociendo a esos dos, Hamilton debe haberse estado despiden desde hace unos diez minutos"
Y así es, en la seguridad de su habitación, Hamilton se encuentra cubriendo de besitos el rostro del rubio, a quien tiene sujetado de su ropa, forzándole a mantenerse a su altura.
— Ha-Hamilton. — Laurens intenta hablar en medio de los besos que el menor reparte. — Tengo qu-
De repente el menor sujeta su rostro, mirándolo fijamente.
— No me llames por mi apellido, Jack.
Ese apodo trae malos recuerdos al rubio.
— Y tú no me llames por ese apodo.
Por toda respuesta Alex besa sus labios mientras lo abraza por el cuello, quién sabe si ese será el último beso, comparte la calidez de sus labios con los de Laurens, esperando que pueda sentir toda la calidez de su amor.
— Recuerdas lo que te dije ¿No?
— Si, si. — Laurens asiente algo molesto. — Lo recuerdo.
Eso parece dejar tranquilo a Alexander pese a que Laurens sólo dijo que las recordará, no que le hará caso.
— Bien, prometo escribirte.
— Yo igual. — Promete el mayor abrazando a Hamilton por la cintura. — ¿Me dejas irme ya?
— Sólo... — Hace una pausa para tomar valor. — Quisiera decirte una cosa más.
— ¿Qué cosa?
Alexander mira al suelo con el corazón golpeando fuertemente contra su pecho, suspira diciéndose a sí mismo que no es la gran cosa, son dos palabras. Pero es que para él esas dos palabras significan más que todos los libros del mundo. A él no le gusta dejar entrar personas en su corazón luego de la muerte de su madre, la separación entre él y su hermano y él suicidio de su primo tiene miedo de dejar entrar a cualquiera, en cualquier momento podría morir pero a Laurens eso no le importó.
— ¿Alex?
Pregunta el mayor al ver que se había quedado en silencio. Alexander se acerca y besa sus labios con todo el amor que está a punto de dejar en evidencia.
— John... — Susurra contra sus labios mientras se separa lentamente. — Te amo.
Ya está, lo había dicho. John ya se ha ganado un trozo de su corazón, lo más que puede hacer es entregarle su amor incondicional al rubio, si eso no le es suficiente... no sabe que hará.
Bump Bump
Él corazón de John aumenta la velocidad de sus latidos con esas dos simples palabras. Los amplios orbes del menor lo observan esperando una respuesta pero no sabe que responder.
— Yo...
— ¡Oigan!
La repentina intromisión de Lafayette les hace separarse del miedo.
— La-Lafayette... — Tartamudea Laurens con una sonrisa nerviosa. — ¿Qué sucede?
— Ya tienes que irte. — Recuerda. — ¿Qué tanto andan haciendo?"
"Nada, sólo me le declaro al amor de mi vida ¿Y tú? ¿Qué tal tu día?" Piensa Alexander.
— Disculpa. — John toma su bolso y se dispone a irse. — Ahora mismo voy.
Mira de reojo a Alexander para luego cruzar la puerta. El francés dirige la mirada al más bajo, se ve algo desanimado.
"Laurens ¿Qué mierda hiciste ahora?"
Mientras el rubio alista a su caballo para partir el francés se le acerca, quiere decirle unas cuantas verdades a Laurens pero se confirmará con decirle la más liviana.
— Eres muy importante para Alexander, lo sabes ¿Verdad?
Pregunta con voz y semblante serio. John mira al francés con algo de desconfianza.
— ¿Disculpa?
— También lo eres para mí. — Admite algo apenado mirando al suelo — Lamento la actitud con la que me presenté en nuestro primer encuentro, estaba equivocado contigo. — Vuelve a ver a Laurens, quien luce confuso. — No eres el "Hijo de papi" que esperaba, eres una persona decidida y fuerte. Estás haciéndome cambiar de opinión sobre tantas cosas que yo...
— Lafayette. — Laurens le interrumpe. — ¿A dónde vas con todo esto?
Pregunta mientras se cruza de brazos. Lafayette suspira.
— A que hay personas a las que les importas y te aprecian mucho. — Resume el francés. — Yo no tengo derecho a decirte cómo vivir tu vida pero se, de primera mano, lo mucho que haces mal a tus amigos con tus constantes "casi muertes"
— ...
Laurens mira la silla de montar cómo si tuviera algo de interesante. El recuerdo de su esposa atraviesa su mente.
— Hay personas a las que les importas, John, más de lo que te imaginas. — Coloca una mano en el hombro del más alto, ese hombro que tantos disparos ha recibido. — Antes de hacer alguna locura, piensa en eso, si no puedes encontrar en ti mismo una razón para seguir adelante, encuéntrala en nosotros ¿Si?
Duda bastante que un improvisado discurso cure al rubio de su adicción a la adrenalina pero es todo lo que está en su mano por el momento.
— Cuídate mucho Laurens. — Pide Hamilton, por enésima vez, llegando a escena. — Por favor.
— Lo haré. — Responde por simple inercia mientras sube a su caballo. — Por cierto, Hamilton. Dijiste que tenías problemas de dinero ¿No?
— Ah, sí. — Una de los tantos lados malos de ser huérfano, el no tener nada de ayuda económica. — ¿Por qué?
— También dijiste nada te gustaría escalar socialmente.
— Ajá.
¿A dónde quiere llegar Laurens con esto?
— Bueno. ¿Por qué no te casas?
Los ojos de Alexander se ensanchan de decepción y su corazón se rompe un poco.
— ¿Ca-casarme?
Pregunta con la voz ligeramente rota ¿Por qué Laurens sugiere eso?
— ¡Claro! Si te casas con una mujer rica, esos problemas se desvanecerían.
"Y tal vez eso nos cure"
— Pero...
El caribeño intenta decir algo pero no puede, está demasiado confuso ¡Acababa de confesar que lo ama hace unos minutos! Le gustaría reclamarle a Laurens pero no puede, Lafayette está junto a ellos.
Y él lo sabe, John sabe que Lafayette está ahí y que por eso Alex no dirá nada.
— Bien, me voy.
— ¿Qué? Espera, John...
Dejando a Hamilton con la palabra en la boca, Laurens ordena a su caballo marchar y este así lo hace.
Hace lo que mejor sabe hacer, huir. Pero sin darse cuenta se lleva consigo un pedacito del corazón de Hamilton.
— ¿Qué fue eso?
Pregunta el francés ¿A qué vino esa sugerencia por parte de Laurens tan de repente?
Alexander ve al rubio alejarse.
— No lo sé.
Responde demasiado confuso y... dolido, esa propuesta había dolido.
¿Quién entiende a John Laurens?
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Toca la puerta del piso correspondiente y quien abre no es nada más ni nada menos que, a ojos de Alexander, el hombre más apuesto de todo Nueva York. Lleva una remera en la que se lee "The best things in life just happens"
— Hola. — Saluda John con una sonrisa al verlo. — Llegaste rápido.
— Siempre soy rápido, John. — Afirma Alexander con total seguridad. — En todo.
Agrega orgulloso, sin medir muy bien sus palabras
— Interesante dato. — Comenta Laurens con voz ladina. — Así que eres pre-
— ¡En todo menos eso!
Se apresura en aclarar al darse cuenta del sentido que Laurens dio a sus palabras. Entre risas John le invita a pasar.
— Hola Alexander.
Saluda el francés mientras juega al Super Smash Bros.
— Hola Lafayette.
Alexander devuelve el saludo, feliz de pasar el rato con sus amigos de nuevo.
— Hola Alex.
Una voz femenina le toma por sorpresa, para su sorpresa una rubia, vistiendo una camisa cuadrillé color verde agua y un jean está ahí también, jugando junto con el francés.
— Martha, estas aquí.
Dice bastante sorprendido.
— Así parece.
Responde la rubia con simpleza.
— Te dije que también la invité.
Aclara John al oír al caribeño tan sorprendido. Alexander saca su celular y revisa el chat con John, efectivamente tiene un mensaje no leído por parte de él "Invitamos a Martha, lo más probable es que venga también"
¿Debería sentirse decepcionado?
— ¿Me tienes agendado como "Esmeraldas"?
Pregunta John con una sonrisa viendo la pantalla del celular de Alexander.
— Era eso o "ricitos"
Se excusa el menor guardando su celular.
— ¿Por qué no "pecas"? — Sugiere John.
— Muy común. — Argumenta Alexander.
— ¡Y ese apodo tiene derechos de autor! — Afirma Martha sin dejar de jugar. — ¡Sólo yo puedo usarlo!
— ¡Maldita sea! ¿Cuándo te volviste tan buena en estos juegos?
Pregunta Lafayette al ver que Link está dando una paliza a Mario.
— Es que Zelda es mi personaje de la suerte.
Responde haciendo énfasis en el nombre del personaje. Sabe perfectamente que Zelda es la princesa de dicha saga y que el personaje que ella está controlando es Link entonces ¿Por qué se equivoca con los nombres?
— ¡No es Zelda! — Corrige Lafayette enojado. — ¡Es Link! ¡No porque la saga de juegos se llame "Zelda" significa que ese sea ese su nombre!
Por eso, le es demasiado divertido ver como Lafayette se enoja tanto por un pequeño error. A la rubia le recuerda a una vez que uso una playera de "Nirvana" y medio mundo la acusó de "posser" y de no saber que Nirvana es una banda y no una marca de ropa. La gente es tan fácil de molestar con pequeñeces que le es divertido.
— Yo te tengo agendado como "Alex". — Comenta Laurens ignorando la discusión de sus amigos, sentándose en el suelo junto a ellos — Ahora quiero ponerte un apodo más original.
— Puedes poner el emoji de un corazón junto a mi nombre en tu celular.
Sugiere el menor sentándose junto e él.
— Eso no es un apodo.
— Pero se vería lindo.
Se miran compartiendo una sonrisa en silencio.
— ¡Agh! — Lafayette maldice al perder el juego. — ¡Merde!
— ¡Gané! — Festeja la rubia. — ¡John! ¡Te toca!
— ¡Claro! — John arrebata el mando al francés. — ¡Te quitaré el puesto de ganadora!
— ¡Gánale por mi John!
Pide el francés viendo la pantalla. Alex, por su parte, se siente un poco fuera de lugar. Él no conoce ni la mitad de los personajes del juego, en cambio ellos parecen sabérselo de memoria. Mira al grupo de amigos ¿Hace cuanto se conocerán? Parecen los clásicos "Amigos desde la infancia"
Lafayette y John parecen de lo más cómodos con su amistad con la rubia. Una amarga sensación obliga al caribeño a hacer una mueca. Recuerda que tanto la familia de Martha, como la de John y Lafayette son de clase elevada, en cambio él, sin ser pobre, su familia no es "rica presicamente. La sensación de "no encajar" aumenta en él.
De repente Alexander se siente sobrante, siente que "Los Tres Mosqueteros" ya no son "John, Lafayette y Alexander" sino que ahora son "John, Lafayette y Martha" Siente que ahora la rubia es quien ocupa ese puesto ahora.
— ¡Mierda!
— ¡Lenguaje señorita! — La reprende John. — Parece que te gané.
— ¡La próxima ganaré yo!
Afirma desafiante la rubia, cuando John la mira el recuerdo de ese sueño viene a su mente.
¡Eres una persona horrible!
Incluso la voz de la chica en sus sueños se parece a la de su amiga. Pero no puede ser, nunca trataría así a su amiga.
— ¿Qué pasa?
Pregunta la ojimiel al ver cómo la expresión del pecoso cambia drásticamente.
— Que eres mi amiga. — Atrae a la rubia para rodear sus hombros y abrazarla. — Lamento si te lastimé alguna vez.
Frota el hombro de su amiga cómo si estuviera pidiendo disculpas. La rubia sigue confusa, desde hace un tiempo John actúa así ¿Por qué?
Un amargo palpitar golpea el pecho de Alexander. Ahí está esa conocida sensación: Celos, más precisamente, celos provocados por Martha Manning.
Conoce esa sensación de sobra. Vaya que la conoce...
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¿Por qué no te casas?
Esa pregunta aún suena en la mente del pelirrojo. ¿Por qué John sugeriría eso?
"Bueno... con que se mantenga vivo será suficiente"
Piensa Alexander para tratar de consolarse en la soledad de su habitación, revisa su correo sentado en su cama. Son todas cartas dirigidas a él, obviamente, excepto una.
Para: John Laurens
De: Martha, Patsy, Laurens
Alexander arquea una ceja ¿Martha Laurens? ¿Una hermana? ¿Una prima? John nunca ha hablado de su familia por lo que no tiene ni idea. Bueno, ese es el correo de Laurens, no es asunto suyo.
Deja la carta en la mesita de noche, y se dispone a salir de su habilitación pero se detiene en el marco de la puerta, voltea a ver la carta, se ve de lo más tentadora.
John no volverá hasta quien sabe cuándo, tal vez debería leerla y comunicarle lo que dice. Por otro lado, eso sería violación de la privacidad de Laurens y estaría cometiendo un crimen. Se encuentra debatiendo sobre lo que debería hacer.
Alexander se prometió a si mismo que iba a proteger a John y no sabe prácticamente nada de él ¿Cómo iba a hacerlo así?
Finalmente la voz que grita "hazlo" gana, cómo siempre. Toma la carta y cruza la puerta, se dirige a un lugar alejado en el bosque, alejado de posibles testigos, está cometiendo un crimen después de todo.
"Algo me dice que voy a arrepentirme de esto"
Cuando se siente seguro, se apoya contra un árbol, toma la carta en sus manos, la caligrafía parece sin duda de una chica.
Abre el sobre e inspecciona el contenido de la carta, lo primero que ve es un "Mi querido hermano", eso le calma, sonríe mientras se regaña por ser tan paranoico. Pero al seguir leyendo la carta su rostro cambia a uno de horror y sorpresa mientras el palpitar de su corazón se vuelve doloroso.
— ¡Hamilton!
Una voz con acento francés resuena por el campamento. Un pelirrojo busca a un amigo.
"Où pourrait-il être?" (¿Dónde podrá estar?)
Se pregunta. Camina un poco más preguntando a otros soldados pero ninguno sabe nada.
Detrás de unos árboles ve una manta de cabellos rojos, debe ser él.
— ¡Aquí te encontrabas! Debes de...
Se interrumpe al ver al pelirrojo de ojos azules darse la vuelta. Se ve devastado, con una carta entre sus manos y, por su aspecto, parece que acaba de leer algo que le destrozó en alma y mente. Tiene los ojos rojos de tanto llorar, lágrimas decoraban su cara de la forma menos alegre posible, está apretando los dientes. Se lo veía roto.
— ¿Alex?
Pregunta preocupado.
— Laff... John...
Alexander balbucea incoherencias. Lafayette centra su atención en la carta que trae entre sus manos, la toma y comienza a leerla, al hacerlo la sorpresa se apodera de él.
Mí querido hermano:
Me complace informarte que la pequeña Frances, tu hija, ha nacido saludable. Es muy parecida a ti, pero también ha heredado los ojos de su madre, Martha. Ojala pudiéramos ponerle el apellido de ella también ,"Manning" es lindo apellido.
Hablando de ella, ella se encuentra muy bien, es una mujer muy fuerte y ha soportado el parto cómo tal.
Ha decidido ponerle "Eleanor" cómo segundo nombre, lindo gesto ¿No lo crees? Martha es una gran mujer, no creo que hayas podido pedir una mejor esposa.
Razón por la que me veo obligada a pedirte que le escribas más seguido, ella está preocupada por ti y estoy segura de que tu por ella. Espero que tengas en cuenta mis palabras.
Te quiere, tu hermana.
M. Laurens
Al terminar de leer la carta, Lafayette siente que lo poco que conoce de Laurens se desmorona ¿Hija? ¿Esposa?
— Él está casado, Lafayette
La voz rota voz de Alexander rompe el silencio. Se ve roto, no hay otra forma de describirlo. John ya tiene una esposa ¿Y Él? Él es sólo su amante, él es el "otro".
— Alex...
Lafayette acerca su mano para intentar consolarle.
— ¡Estoy harto de esto Laff! — Explota el pelirrojo, en cólera, en lágrimas. — ¡Yo le he entregado lo mejor de mí mismo! ¿¡Qué estoy haciendo mal?!
"A veces no tenemos que entender a las personas, sólo tenemos que aceptarlas"
Pero Alexander se está cansando de la actitud de Laurens. ¿No pudo decírselo al menos? De alguna forma eso lo habría hecho menos doloroso.
Lafayette lo mira sintiendo pena por él.
"Laurens, está vez te pasaste"
— Ven, vamos.
Abrazando al menor lo acompaña hacia su habitación, necesita estar sólo, algún consuelo. Sienta al caribeño en su cama y él trae una silla para sentarse frente a él.
— Habla. — Pide Lafayette al llegar a su habitación. — Dime ¿Cómo te sientes?
— ¡¿Cómo mierda voy a sentirme?! Él... el me ocultó eso aún cuando somo-
Se corta en seco, cierto, Lafayette no lo sabe y, aunque es su amigo, no puede arriesgarse.
Notando la duda en su amigo, Lafayette decide sincerarse.
— Ya lo sé.
Confiesa el francés. Alexander lo mira más que sorprendido.
— ¿Sa-saber qué?
Pregunta con miedo.
— Lo de tu y Laurens, se que son mucho más que amigos.
Específica. Nota cómo el menor de tensa, unos incómodos segundos de silencio caen sobre ambos pelirrojos hasta que Hamilton lo interrumpe con una risa.
— Debes pensar que estamos enfermos.
Asegura limpiándose las lágrimas.
— ...
Lafayette guarda silencio. ¿Enfermos? Lo había pensado sin duda pero ¿Lo continúa creyendo? Lo que tiene al frente es una persona, una persona que ama como él, a una persona destrozada, una persona que se ha entregado a otra ¿Importa que fuera un hombre?
— Tal vez lo estamos.
Dice Alexander.
— ¿Qu-qué?
— Laurens cree que esto es una enfermedad. — Asegura. John es obvio con muy pocas cosas y su sexualidad es una de ellas. — Cree que esto es malo, que es pecado... tal vez...
— ¡No!
Grita Lafayette poniéndose de pie, sobresaltando al más bajo.
— ¿E-eh?
— ¡Tú no eres un enfermo! ¡Eres una persona que está enamorada! ¡Eres la persona más noble que conocí! ¡No estás enfermo, Alexander! ¡Sólo estás enamorado! ¡Y el amor no tiene nada de malo! ¡Le entregaste tu corazón a Laurens, el que está equivocado aquí es él por no saber valorarlo!
Él francés concluye sin creer que esas palabras hayan salido de su boca y, más aún, que hayan sido sinceras, que de verdad crees que Alexander y John no están enfermos. ¿En qué momento la homosexualidad pasó de ser una enfermedad a ser algo normal para él?
Alexander vuelve a reír, las lágrimas no abandonan sus ojos.
— Gracias, Laff.
Dicho esto se abraza a su amigo quien no duda en corresponder. Alexander no está enfermo, el enfermo es John y su enfermedad es actuar sin ninguna consideración por los demás.
— ¿Me dejarías sólo un rato?
— Claro. — Sin ningún problema el francés accede. — Si necesitas cualquier cosa dime.
Rompe el abrazo y se dirige a la salida, dedica una última mirada a su amigo, quién se ha recostado en su cama para seguir llorando.
Lafayette se retira. Primero empieza a creer que la esclavitud está mal y ahora piensa que la homosexualidad no es una enfermedad ¿Qué será lo siguiente? ¿Quemar una iglesia?
━━━━━━ •S. XXI• ━━━━━━
— ¡Alex! ¡Juega! — Pide el francés al caribeño. — ¡Gánale a John!
— E-es que no se jugar.
Confiesa algo avergonzado.
— ¿En serio?
Pregunta la rubia algo sorprendida, lo que, por alguna razón, irrita a Alexander. ¿Qué cree? ¿Qué todos debemos jugar videojuegos? Centra su atención en la camisa cuadrillé que lleva, siempre le parecieron horribles a él, aunque debe reconocer a que ella le queda bastante bien.
"De seguro tiene una playera de Nirvana bajo eso"
De seguro ellos seguirían jugando dejándole de la-
— ¿Quieres que te enseñemos? — Ofrece la rubia. Haciendo que Alexander se sienta culpable de sus pensamientos. — Yo sabía poco y nada, te podemos enseñar si quieres.
— Eso... me gustaría.
John entrega el mando a Alexander, mientras Martha le enseña a jugar, poco a poco mientras le enseña los nombres de algunos personajes.
— El de verde se llama Link, pero tú dile Zelda.
— ¡No! — Vocifera Lafayette provocando una risa en Alexander. — ¡No la escuches!
— Hey, Alex, préstame tu teléfono.
Alexander arquea una ceja con la petición de John.
— ¿Para?
— Sólo préstamelo, será sólo unos segundos. — Insiste. — Prometo no mirar tus mensajes, lo juro.
La idea de que en su momento él violó la privacidad de John, hacen a Alexander darle su celular. Aunque no le saca la vista de encima mientras lo usa.
— Si no miras la pantalla no vas a aprender a jugar.
Recuerda la rubia.
— ¡Listo! — Anuncia Laurens. — Mira.
El castaño extiende el celular a su dueño, quién bastante sorprendido se topa con que el nombre de la Playlist que había creado junto con John ahora tiene otro nombre
— ¿Lams Playlist? — Inquiere mirando al ojiverde. — ¡Me gusta!
— Agradece a Martha, ella es buena combinando nombres.
Los ojos del caribeño se dirigen a la rubia quien le sonríe amigablemente.
¿A quién engaña? No puede odiar a Martha, podrá ser algo infantil a veces pero es buena chica. Además, sentir celos por que fue esposa de John, cosa que ni ella ni John saben, en otra vida es ridículo. Por lo poco que sabe John no fue precisamente él "esposo del año" con ella, aunque él no tiene mucho derecho a hablar de eso. Además no es como si nada haya pasado entre ellos en esta vida ¿O sí?
— Oh, recuérdame enseñarte mis dibujos luego.
— ¡No es justo! — Se queja Lafayette. — ¡A nosotros no nos dejas verlos! ¿Por qué?
— Porque son privados.
Argumenta el pecoso.
— ¡Pero no para Alexander!
— Laff, son sus dibujos. — Argumenta Martha. — Si él no quiere mostrárnoslos, está en su derecho.
Lafayette frunce el ceño.
— Bien, de seguro ni siquiera son tan buenos.
— ¡Oye!
Exclama John ofendido, luego simplemente dejan el tema.
Con el paso de los minutos, con la excusa de que irá al baño, Lafayette se escabulle a la habitación de su amigo. Él es como un niño, si le dicen "No hagas esto" pues las ganas de él en hacerlo crecen.
— ¿Dónde estará?
Piensa en voz alta, levantando la almohada, se le ocurre mirar bajo la cama, ve una caja en la que se lee "No tocar, te hablo a ti Lafayette"
— Pffft, no puedes decirme que hacer, eres una caja.
Abre la caja tapándose con un cuaderno de dibujos, se toma la total libertad de ver cada dibujo. ¿Por qué John insiste en ocultarlos? Claramente tiene talento. Justo cuando se dice que debería guardar el cuaderno un dibujo capta su atención. Ve un joven pelirrojo de ojos azules -casi violetas- en el cuaderno.
— ...
Se queda observándolo por varios segundos. ¿Por qué ese dibujo se ve tan vino? ¿Y por qué le recuerda a...?
— ¿Lafayette?
La voz de Alexander tras él le sobresalta, voltea a verlo como si le hubieran atrapado en medio de un robo.
— A-Alex, yo...
— ¿Ese es el cuaderno de John? — Pregunta arqueando una ceja. — A él no le gustará nada qu- —...— Se detiene a al notar pálido al francés. — ¿Estás bien?
— N-no lo sé... — Lleva una mano a su frente, siente que la habitación le da vueltas. — Vi un dibujo y... me siento raro.
— ¿Dibujo?
Él francés extiende el cuaderno al más bajo, quién lo toma y lo mira atento, apenas reconoce el dibujo resolla de la sorpresa mientras se sonroja ligeramente ¿John dibujó eso?
— ¿Lo conoces?
Pregunta Lafayette al ver su reacción. Alexander se pone nervioso ¿Qué se supone que responda?
— Bu-bueno... algo así pero... me gustaría preguntarte ¿Tú lo conoces?
— ...
¿Por qué Alexander le pregunta eso? Y... ¿Por qué siente que si lo conoce? Siente la cabeza palpitarle mientras su corazón se acelera ¿Qué le está pasando?
— Lafayette... — Alexander coloca una mano en el hombro del francés. — ¿Me recuerdas?
Pregunta con una expresión atenta.
¿Me recuerdas?
La pregunta se repite en la mente de Lafayette mientras ve los ojos de Hamilton. Esos ojos que rebosan de decisión e inteligencia. Ojos iguales a los de aquel dibujo.
Y todo volvió a él.
— ¿Hamilton? — Pronuncia ese conocido apellido, con el mismo tono de hace más de doscientos años. — ¿De verdad eres tú?
Pregunta con una sonrisa mientras sus ojos se humedecen. Hamilton asiente con una sonrisa y los ojos rebosantes de lágrimas.
— No puede ser...
Murmura el más alto, aún sin poder creerlo, para luego abrazar a su amigo.
— ¡No puedo creer que lo recuerdes!
Exclama Hamilton correspondiendo el abrazo.
— ¿Desde cuándo lo sabías?
Pregunta rompiendo el abrazo para limpiarse las lágrimas.
— De-desde hace un tiempo. Yo... — Suspira llevando ambas manos a su nuca. — No creí que fueras a recordar.
— Es... es una locura.
Luego de guardar el cuaderno de John vuelven a la sala. John y Martha parecen no haber reparado en la ausencia de ambos.
— Es increíble.
Murmura Lafayette.
— ¿Qué cosa?
— Y-ya no tenemos que preocuparnos de si moriremos mañana o de un "legado" — Suspira pasando las manos por su cabello. — Sólo somos personas, personas normales que sólo deben preocuparse de ser felices... — Suspira liberando la sorpresa de tan súbita realización. — ¿Puedes creerlo?
Alexander asiente bajo la atenta mirada del francés quien luego mira a John, cambiando a una expresión dudosa.
— Así que... lo estás intentando de nuevo con él.
— Si... — Nota la mirada algo angustiada del francés. — Oye, no lo mires así, él se ha portado muy bien conmigo. Las personas cambian.
En eso Alexander tiene razón. John no es ni de lejos como antes pero el haber visto todo el daño que Laurens es capaz de infligir en Alexander despiertan su sexto sentido y le obligan a mantenerse alerta.
— Bien. — Accede algo serio, cruzándose de brazos sin sacarle la vista al pecoso. — Pero si él llega a hacer alguna idiotez dime. — Exige está vez mirando al caribeño. — Podría decirle unas cuantas cosas que no le dije en su momento.
Alexander rie.
— Bien. Gracias por todo tu apoyo Laff. — Agradece con una sonrisa sincera. — En esta y en la otra vida.
El francés sonríe.
— No es nada, Hamilton.
Cierran esa conversación con un choque de puños.
— ¿Van a seguir jugando? — Pregunta Martha mirándoles. — ¿Cuánto han estado ahí parados?
Lafayette le sonríe a su amiga, así que ella fue la esposa de John en su momento.
— Ya vamos.
Asegura Alexander para sentarse y seguir jugando.
━━━━━━ •S. XVIII• ━━━━━━
— Mi nombre es Martha Manning. — Remeda Hamilton en su habitación. — Soy la esposa de John Laurens y tuve una hija con él. Uso tontos vestidos y no tengo que mover mi refinado trasero porque mi papi me lo paga todo.
¿Esposa? ¡Por favor! Él sería mejor esposa que esa mujer.
— Puedo casarme con John. — Continúa imitando a la esposa de su amante. — Puedo tomarlo de la mano en público, besarlo, abrazarlo... — Mientras habla su tono de voz se va haciendo menos agudo y más serio y triste. — Puedo amar a Laurens sin miedo y... puedo casarme con él.
De seguro es una mujer hermosa, debe tener la piel de porcelana, los labios finos y tener un hermoso cabello rubio, bien cuidado además de unos hermosos ojos.
— ...
Toma una pluma y empieza a escribir
"Frío en mis profesiones, cálido en mis amistades – Desearía, mi querido Laurens, que estuviera en mi poder, por acciones y no con palabras, convencerte de que te amo. Solo te diré esto hasta que te hayas despedido, apenas sabía sobre el valor que le dejas a mi corazón al quererte profundamente. De hecho, amigo mío, no fue bien hecho. Tu sabes lo que pienso de la humanidad, y lo mucho que deseo ser libre de ciertos apegos, y mantener mi felicidad independiente del capricho de otros. No debiste aprovecharte de mi sensibilidad, robarme mis afectos sin mi consentimiento"
Suelta la pluma, luego seguirá escribiendo.
Esta harto. Harto de ser él quien tenga que dar todo en esa relación.
El ama a Laurens, nunca dejará de hacerlo pero...
¿Alguna vez alguien te ha lastimado? Y, aunque sea una persona a la que quieres mucho, que inlcuso ames ¿Quieres lastimarlo también?
Pues eso está sintiendo Hamilton, porque aunque ama a Laurens está harto de ser él siempre el que termine herido.
¿Por qué no te casas?
Frunce el ceño.
¿Laurens quiere jugar a lastimar al otro? Pues bien, él también puede jugar.
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≫ John de "Siempre Tuyo": ¿Quién eres?
John de "En este y en mil vidas más": Soy tu, pero más fuerte.
Ahre, meme muerto, sorry
≫ Intenso el cap eh.
≫ Seguramente muchos saben quien es ese tal "William" y los que no lo saben... esperen a que lo revele yo.
≫ En un rato publico el "Preguntas y Respuestas Histórico", quédense en sintonía ?)
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