❑ o n e ⚡︎

❝ Ninguna vida está completa sin un pequeño toque de locura ❞



































































































































:♦: ;; again? really?

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            ❐ ; 12/O9/21  -  ↷South Korea 🇰🇷

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〔 :⛓️: ┊은하〕

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Cuando crees que por fin tienes un momento de paz y tranquilidad en tu vida, tienen que venir problemas.

Y Stigma era un imán de problemas.

El polvo se volvió tan fuerte que era imposible abrir los ojos y ver dónde se encontraban o qué había pasado.

Los gritos de las personas que habían sido espectadores de la explosión lograron llamar a la policía, los bomberos y la ambulancia, sabiendo que podrían haber personas heridas.

Y claro que las había.

— ¿Están todos bien? — Resonó la voz rasposa de Eunwoo, producto de todo el polvo y el humo que había acumulado en esos minutos en los que trataban de estabilizarse.

Escuchó varios quejidos de afirmación, por lo que él junto a Jaehyun y Haneul, que eran los que estaban cerca de él, comenzaron a quitar los escombros que tapaban la visión de todas las personas ahí, que habían sido protegidas por un campo de protección negro.

— ¿Ustedes están bien? — Preguntó Haneul hacia los ocho, los cuáles asintieron. — Revisen a sus familiares y confirmen que todos hayan salido ilesos — Los ocho chicos obedecieron a la castaña y comenzaron a revisar a sus familias.

Minho besó la frente de su hija, la cuál estaba entre sus brazos mientras la menor miraba hacia todos lados impactada por lo que había ocurrido.

Ambos se miraron y se dieron la vuelta para verificar que los padres del mayor estuvieran bien, hasta que la voz de la menor los trajo de vuelta a la realidad.

— ¿Dónde está mamá? — Preguntó asustada, pero un grito los alertó.

— ¡Respira! ¡Tranquila! — Pidió Sora entre sollozos. Había entrado en pánico. ¿Qué hacía en una situación así?

— ¡No me pidas que me tranquilice! — Gritó la pelirroja con la voz quebrada.

Fue ahí cuando todos se levantaron y lograron ver la escena ante ellos.

Minyeong tenía un fierro de metal atravesando su estómago, su pie derecho estaba totalmente destrozada por un escombro sobre ésta, su pierna izquierda también era atravesada por un fierro de metal, y tenía sangre por casi todo su cuerpo, producto de estaras desangrando lentamente mientras Sunhee, Wooyoung y Sora entraban en pánico al no saber que hacer.

— Si quito el escombro, el fierro se clavará más en su pierna, al igual que en su estómago — Dijo Wooyoung al borde del colapso.

— Quítalo Woo, solo hazlo — Sollozó la ojiverde.

Su novio y su hija quisieron acercarse, pero estaba en shock al ver a la chica muriendo lentamente.

Los demás se acercaron a ella tratando de calmarla, siendo sostenida por Jaehyun y Eunwoo, mientras el castaño de mechas rubias le pedía que respirara profundo. Finalmente levantó el escombro, y ambos fierros la perforaron por completo, sacándole un grito desgarrador.

Eunwoo y Jaehyun la abrazaron para tratar de ayudarla, pero era imposible. La chica miró a su hermana y ella entendió con una mirada lo que su mayor planeaba.

— No... ¡No! ¡No voy a hacer eso! — Se negó exaltada.

— Bien, no lo hagas tú, pero alguien tiene que hacerlo — Dijo entrecortadamente. Sunhee negó con lágrimas en sus ojos.

— ¡No voy a amputarte la pierna, Minyeong!

— ¡Me voy a regenerar, idiota! ¡Si no lo haces no voy a poder hacerlo y me voy a quedar sin pie eternamente! — Gritó sintiendo como la falta de sangre comenzaba a marearla.

— ¡Te estás muriendo por falta de sangre! ¡Si te corto la pierna vas a morir! — Chilló la pelirroja menor.

— No pienso vivir siendo inválida, Sunhee — No iba a perder su pie, y menos cuando tenía que proteger a las personas que amaba. Aún no había pisado un altar, y planeaba hacerlo algún día, solamente con el amor de su vida.

— Pero-

— Haneul y Eunwoo quitarán el fierro de mi estómago, Sora y Wooyoung el de la pierna. Tú me cortarás el pie, y necesito a Jaehyun para no morirme — Todos se veían indecisos, pero sabían que lo que menos tenían, era tiempo. — No es una advertencia ni muchos menos un favor. ¡Es un maldita orden! — Gritó hacia los seis, que se levantaron y obedecieron al escucharla.

Su juramento siempre consistió en obedecer a Minyeong pese a todo. Si ella les decía que saltaran de un puente, lo harían. Si ella les decía que se dispararan, lo harían. Si ella les pedía morir por ella, lo harían sin dudar.

Minho y Hera querían acercarse, pero Minyeong no se los iba a permitir, por lo que tuvieron que quedarse con el resto, que miraban la escena con miedo, dolor y tristeza.

Temían por la vida de la pelirroja.

Jaehyun abrazó a Minyeong por el pecho, colocándola en sus piernas mientras ella apretaba los brazos del pelirosa con dolor. El menor comenzó a decirle cosas bonitas sobre Minho y ella trataba de tranquilizarse.

Jaehyun le planteaba una hermosa vida al lado de su novio, donde él le pidiera matrimonio, se casaran, se llevaran a Hera y tuvieran más hijos. Que vivieran en una gran casa con los gatitos de Minho, y más mascotas que ellos quisieran, y tuvieran la vida que siempre soñaron.

Pudo funcionar un momento, pero la realidad la golpeó cuando sintió las manos de Sunhee tocar su pie con el filo de la sierra que Jaehyun había creado momentos antes.

El pelirosa rompió una parte de su camisa y se la colocó a Minyeong en la boca, la cuál mordió el pedazo de tela y esperó lo peor.

Un grito desgarrador salió de su garganta cuando la sierra comenzó a cortar su piel y la dejó sin un pie, sintiendo como el fierro de su pierna desaparecía, menos el del estómago.

La sangre salía a montones, logrando alterarlos a todos al ver que se estaba desangrando con más rapidez, pero ella fue más rápida y llevó su mano temblorosa hacia su pierna, dejando fluir la energía de su curación hacia el hoyo que tenía por el fierro, para luego llevar esa misma mano hacia su pierna sin pie.

Poco a poco veían como la herida se cerraba y comenzaba a prácticamente nacerle un pie nuevo. Pero el detalle era que aún faltaba un fierro.

— No sale — Dijo Haneul con miedo. Eunwoo miró a la pelirroja con miedo, pero ella asintió, dándole permiso de hacerlo aunque la lastimara aún más. Era la única forma.

Eunwoo hizo a Haneul a un lado, y respiró profundo antes de clavar el fierro en el estómago de Minyeong, logrando perforarla por completo.

A ese paso, la pelirroja no paraba de gritar mientras sus lágrimas bajaban con rapidez, siendo la perdición de todo el que la escuchara.

Iba a reprocharle su acción a Eunwoo, hasta que vieron como logró sacar el fierro con rapidez luego de perforarla entera. La chica llevó su mano nuevamente hacia su estómago y comenzó a curarse, pero al ser la herida tan profunda y su energía tan escasa, se desmayó a mitad de cerrar la herida por completo, alterándolos a todos.

Lo último que escuchó fueron los gritos de los seis chicos pidiéndole que no se durmiera, el llanto de Hera y los gritos de Minho y los demás chicos.

Ni siquiera tenía que ser inteligente para saber dónde estaba. Con solo el olor a medicamentos y limpiador barato sabía que estaba en el hospital. No era su lugar favorito, pero agradecía estar ahí y no con dos fierros atravesándola y sin un pie.

No había abierto los ojos, pero sabía que no estaba sola, ya que sentía su mano izquierda caliente y un suave peso en sus piernas y abdomen.

Apenas trató de acostumbrarse a la luz de la habitación, miró a su novio sosteniendo su mano mientras dormía recostado en la camilla. A su derecha estaban Felix y Bang Chan igual de dormidos que el castaño. Y pudo visualizar a Sunhee y Hera dormidas en el sofá de la habitación.

Miró la hora del reloj que colgaba en la pared frente a ella y entendió el motivo de que las cinco personas que la cuidaban estuvieran totalmente dormidas; eran las dos de la mañana.

Miró el brazo donde tenía la aguja que la conectaba con el suero, pero a este le faltaba lo que eran por lo menos cinco minutos para acabarse, y dudaba que alguna enfermera se diera cuenta a tiempo, así que esperó paciente a que la bolsa estuviera totalmente vacía.

Sabía que no debía de hacer eso por su cuenta, pero poco le importó y sacó la aguja que la conectaba y notó como en cuestión de segundos, su brazo no tenía ni siquiera la marca de que ahí había estado algo.

Se miró bien y notó que tenía puntadas en el abdomen, justo en la herida que ella no logró cerrar por su cansancio y desvanecimiento, pero que ahora ya ni siquiera había seña del hilo que según le habían colocado en su sutura. Por eso y muchas cosas más, su poder favorito era la curación.

También tenía su pie intacto, como si horas atrás no se lo hubieran cortado con una sierra. Solo esperaba que hayan tirado el pie, o no sería lindo que alguien encontrara un pie humano entre los escombros de la casa.

Con total cautela, logró sacarse la mano de Minho y de un salto se levantó de la cama, para caminar hacia la salida e irse.

No iba a despertarlos cuando se les notaban las ojeras en sus rostros, y tampoco es que se fuera a fugar. Simplemente quería respirar aire fresco a la azotea del hospital.

La primera vez que estuvo ahí también hizo lo mismo, solo que creyeron que se había fugado hasta que la encontraron en la azotea. Ya no sería novedad no encontrarla en la camilla cuando alguna enfermera o doctor entrara a la habitación.

Al llegar a dicho lugar, se asomó por el borde y divisó aún el humo que salía de aquella zona donde había ocurrido la explosión. Miraba las luces de las ambulancias y la policía aún ahí, y suspiró al no entender el ataque injustificado que habían recibido.

— Ni siquiera me sorprende no verte en la camilla — La pelirroja sonrió por lo bajo y admiró las vistas mientras sentía a su acompañante colocarse a su lado.

— Odio sentirme inútil, y peor cuando estoy en este maldito lugar. Odio los hospitales.

— Solo has venido una vez, dos con ésta. Tampoco exageres — La ojiverde lo miró de reojo y sonrió.

— Creí que estarías grabando tu k-drama. ¿Qué haces aquí, Eunwoo? — El chico la miró y sonrió de lado.

— ¿Crees que voy a grabar a las 2 de la mañana?

— Sabes a lo que me refiero, idiota. Pediste un día de descanso, no dos. Deberías estar en Busan — El menor suspiró y fijó su vista en la ciudad de Seúl, viendo los autos pasar pese a tan altas horas de la noche, al igual que los carteles de neón de los bares y las miles de pantallas con anuncios de grupos de K-pop, K-dramas o simples comerciales. Incluso creyó ver un anuncio con su cara al lado de uno de Stray Kids.

— Sabes que puedo llegar en tres segundos a Busan. Además, no pensaba irme. No después de lo que pasó — Minyeong también suspiró. Ambos sabían que todo estaba mal.

— ¿Crees que haya sido algún terrorista o un simple asesino?

— Siendo sincero, no creo que haya sido ninguna de las dos opciones. Explotaron una casa entera, Min, con nosotros adentro. ¿Crees que haya sido alguna persona así por así? — La mayor volvió a suspirar, pero esta vez con pesadez. — Deja de suspirar, me alteras.

— Lo siento — Murmuró suavemente. — Tenemos muchos enemigos queramos o no. Asesinos que quieren ser mejores que nosotros, familias dolidas por los crímenes que cometimos, y quién sabe, tal vez algún soldado de AIO que quedó vivo después de la pelea de hace un año — Ambos se quedaron en silencio por un rato, analizando la situación. — Nos hemos redimido al 60% con las campañas, los trabajos sociales, la ayuda que le brindamos a la población, y el ayudar en la economía del país siendo el mejor actor del último tiempo y el grupo de K-pop que va ganando fama no solo internacional, sino mundialmente.

— ¿Acabas de decir que soy el mejor actor del país? — Preguntó en un tono divertido, haciéndola reír.

— Tampoco te emociones. Dije del último tiempo. Es decir, acabas de comenzar hace unos meses y ya llevas un k-drama hecho y el que estás haciendo ahora.

— True Beauty y Island. No es para tanto, tú llevas un álbum, y eso es más complicado.

— Noeasy. Estamos terminando de grabar Christmas Evel, de hecho. Solo espero que las cosas no se salgan mucho de control, o no habrá álbum navideño este año — Ambos rieron, pero Eunwoo suspiró y decidió hablar sobre algo que no había dicho aún.

— Lee Dong-min.

— ¿Qué?

— Ese es mi nombre real... Lee Dong-min.

Minyeong lo miró, pero el rubio miraba la ciudad.

Sabía que los nombres que tenían los demás no eran los reales, a excepción del suyo y el de su hermana. Recordaba perfectamente haberles puesto nombre ella, pero porque ninguno de ellos sabía sus nombres reales, ya que eran unos niños cuando todo ocurrió.

— ¿Cómo lo supiste?

— Shie noona habló conmigo hace meses. Dijo que había recuperado algunos archivos que estaban en la base de datos de AIO, entre ellos, nuestros nombres reales — Minyeong lo miró y tuvo el instinto de abrazarlo, lo cuál hizo y Eunwoo lo agradeció. — Pese a eso, prefiero quedarme con mi nombre actual.

— ¿Por qué?

— Porque tú me lo pusiste — La mayor se separó del cuerpo del chico y lo miró. El rubio le sonrió y acarició su mejilla con ternura. — Siempre voy a estar agradecido contigo, Min. Me criaste, me diste un nombre y velaste por mí y los demás como si de una madre se tratase. Biológicamente soy Lee Dong-min, pero en mi corazón y mi mente, siempre voy a ser Cha Eunwoo, porque tú me bautizaste con ese nombre, y lo portaré con orgullo hasta el final.

La ojiverde sintió sus ojos picar con fuerza, y dejó caer varias lágrimas de sus ojos que el ojigris limpió con cariño.

— Eres lo más cercano que tengo a una madre y una hermana mayor, así que déjame protegerte ahora a ti, Minyeong.

La chica asintió y volvió a abrazarlo.

Eunwoo había estado con ella y para ella toda su vida desde que se conocieron, y siempre estaría agradecida con él por eso.

— Cuidarás a estos seis niños como si fueran tus hijos. Los cuidarás, les darás de comer, los cambiarás y los llevarás a todos lados. A medida que vayan creciendo, los entrenarás hasta convertirlos en lo que tú eres, una máquina — La menor asintió ante todas las explicaciones que Sunoo le daba, aún si estaba nerviosa.

¿Cómo no iba a estar nerviosa? Tenía seis años y frente a ella estaban seis niños que tenía que cuidar. El castaño tenía cinco año, la pelinegra, el pelinegro y la rubia tenían cuatro años, el niño rubio tenía tres años y la bebé tenía dos años.

— ¿Cómo se llaman? — Preguntó la niña pelirroja, pero ninguno supo responderle. — Yo me llamo Min-

— Se llamarán como tú, con colores — Habló el hombre hacia la niña, la cuál lo miró disgustada, pero no puso objeción. Esperó a que el hombre se fuera y finalmente pudo volver a hablar.

— Sé que será difícil, pero quiero que recuerden a partir de ahora cuales serán sus nombres claves, los cuáles usarán toda su vida. ¿Entendieron? — Los cinco niños asintieron, y la bebé... pues ni siquiera sabía que hacia allí.

La pelirroja lo pensó alrededor de unos cinco minutos, hasta que su cabeza procesó todo y se acercó a cada uno y comenzó a nombrarlos.

— Tú serás Blue — Apuntó a la bebé cuando se acercó.

— Bu — La niña hizo una mueca divertida mientras la bebé reía.

— Algo así — Se acercó al otro niño y le dio su nombre. — Tú serás Yellow, y... Jung Wooyoung.

— ¿Qué? — Preguntó el niño de apenas tres años.

— Cuando los adultos de afuera te llamen, te presentarás como Yellow, ¿bien? — El niño asintió. — Pero cuando estés con nosotros, te llamarás Jung Wooyoung.

Así fue con cada uno de los niños, hasta llegar al último.

— Tú serás Grey, y tu nombre real será... Cha Eunwoo — El niño castaño la miró y asintió con una pequeña sonrisa que la niña respondió de igual forma.

— Cha Eunwoo — Murmuró el niño para él, asintiendo para sí mismo.

— ¡No toques eso, Eunwoo! — Gritó la pelirroja de diez años cuando el niño iba a tocar un cable de electricidad que estaba dañado.

— Lo siento, noona — Murmuró con arrepentimiento. La niña sonrió y tomó su mano para llevarlo a las celdas para estar todos juntos antes de ir a dormir.

— Mañana es el cumpleaños #6 de Sunhee — Murmuró la pelirroja para el niño.

— Y pronto será el tuyo, noona. Cumplirás 11 años.

— Y cinco años en este lugar — Susurró para ella misma, logrando que el niño no la escuchara. — Eunwoo.

El menor la miró al estar ya en la entrada de las celdas.

— Prométeme que cuidarás a los chicos cuando yo no esté, ¿sí? Necesito que me ayudes cuando esté ocupada. Confío en ti — Esas palabras retumbaron en la mente del niño, el cuál asintió.

— Lo prometo, noona.

— ¡Minyeong! — Gritó entre lágrimas, escuchando los gritos de la pelirroja y sus fuertes sollozos.

¿Cuánto tiempo llevaban violándola? ¿Por qué hasta ahora lo sabía?

Luego de unos minutos, la pelirroja fue lanzada a la celda donde se encontraba el castaño, el cuál rápidamente se acercó a la chica de trece años y la abrazó con fuerza.

Desde que se enteró de las violaciones hacia la pelirroja, se prometió protegerla y cuidarla de todo y de todos.

Pero tampoco es que pudiera hacer mucho cuando a él también lo lastimaban.

— ¡Suéltame, Eunwoo! — Gritó entre gritos llenos de dolor y rabia.

Su corazón dolía como el infierno, y tampoco ayudaba el hecho de que las emociones de Minyeong la controlaran al punto de comenzar a congelar todo el bosque, con él y los demás incluidos.

— ¡Ya no está con nosotros, Minyeong! — Gritó cuando se le escapó un sollozo, reforzando más el agarre en la mayor, que trataba de soltarse para llegar a aquel cuerpo partido en dos que tanto les dolió cuando llegaron.

— ¡Déjame ir con él! — Gritó con dolor, dejando de forcejear al caer devastada en los brazos de Eunwoo.

Los diecisiete sí que eran una etapa dura, pero cuando pierdes a alguien que amabas, tus emociones se descontrolan el doble de lo que deberían. Las hormonas controlan tus sentimientos, y cuando eres mujer y estás en tus días, eres una bomba de tiempo.

Eso era Minyeong al ver el cadáver de aquel niño que amaba con su alma. Una bomba que acabó explotando.

Pero por lo menos, tenía a Eunwoo a su lado.

Y sabía que siempre lo tendría. 

La pelirroja miró al rubio cuando se separaron, y un sentimiento de preocupación se instaló en ambos cuando recordaron algo.

Tal parece que en ese momento de debilidad que la pelirroja tuvo, logró conectar su mente con la de Eunwoo, y ambos vieron algo que no podían creer.

— ¿Viste lo mismo que yo, cierto? — Preguntó con un ligero temblor en su voz. El rubio asintió, tragando en seco. — Había alguien de quién no nos percatamos luego de la explosión...

— Y se parecía a ti.

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