Capitulo 2
Varios días después de su última visita, el muchacho bajito pudo volver aquel lugar del cual se encontraba sumamente enamorado del paisaje que le era otorgada con tanta confianza.
Caminó por aquel sendero que él mismo había trazado por su continúo pasaje por aquel lugar ya que era el único que concurría cosa que muy en el fondo era lo que más quería, podía considerarse sumamente celoso de aquel fantasioso sitio.
Habían animalitos en todo aquel lugar, desde aves de todos los colores que uno pudiera imaginar hasta lagartijas que cruzaban apresuradas aquel sendero por el cual Richard transitaba, pero sabía que aún más adentro habían mamíferos que se escondía detrás de los árboles mirando curioso aquel hombre que transitaba aquel sendero con una cámara de fotos colgando de su cuello, solo podían ignorarlo, sentían que se habían acostumbrado a su presencia.
── El otoño se acerca... Una buena vista panorámica desde el sendero viendo las hojas caer dejando a los árboles desnudos... Tonos cálidos... Las nubes parecen decir que la Madre Naturaleza está enojada ¿Te he faltado el respeto? ¿O he llegado tarde a nuestra cita diaria.── Cuestionó el ojizarco hablando mucho más para si mismo ya que no había nadie en ese lugar que pudiera responderle.
Siguió caminando hasta llegar aquel lugar en dónde siempre se encontraba con el mismo escenario el cual tenía esa gran capacidad de asombrarlo, ahora con la llegada del otoño esas hojas amarillas y naranjas le daban un toque totalmente distinto, digno de capturar en una fotografía cosa que terminó haciendo.
Las clases de arte iban de maravilla, aclamaban su talento innato en el dibujo a lápiz y alentaban su mejoría en la fotografía. Se sentía algo curioso el ver a su amigo John bastante apegado a un chico inglés, Stuart se llamaba si no se equivocaba o le fallaba la memoria, le parecía un sujeto interesante a parte de haber visto sus pinturas y de verdad lo había dejado con la boca abierta, hasta un sentimiento de celos le recorrieron en un principio, se veía tan pequeño y tímido teniendo dentro un hambre por el arte y una facilidad para ello que le resultaba totalmente deslumbrante.
Estuvo sentado sobre aquel césped con varias hojas sobre si en dónde tomó algunas y comenzó a jugar con ellas, lanzarlas al aire o simplemente dejarlas caer en ese lago cristalino que no podía llegar a creer que tuviera tal pureza, como si la corrupción del hombre no pudiera llegar. Pero él era un hombre y aún así parecía no haber llegado hacer tal atrocidad aunque de todas formas no se veía capaz de hacerlo, era tan etéreo, parecía sacado de un cuento de fantasía.
Aquel día no pintaría ni dibujaría, sus clases lo habían dejado totalmente agotado y el mero hecho de pensar en eso le hacía doler la cabeza de una forma descomunal, no podía con ello en lo absoluto así que con solo fotos podría coronar su día de la forma más humilde posible, con simples fotografías.
[...]
La llegada de aquel humano estaba totalmente cronometrada, George sabía a qué hora venía y a qué hora se iba, podía admitir que había creado una rutina en dónde por horas miraba aquel hombre desde el agua, podía hacerlo por aire o tierra pero era un Nix, un ser acuático, si estaba sin tener contacto con el agua por mucho tiempo podría verse totalmente debilitado.
Pero aquella tarde en dónde lo volvió a ver notó que no traía esas cosas raras en una clase de saco en dónde sacaba un cuadrado o rectángulo blanco y muchos objetos raros de colores, muchas veces los mezclaba sobre una especie de madera circular que sostenía con una mano y con una clase de palo lograba tomar esos colores y ponerlos en aquella superficie blanca, así lo veía por horas o en el peor de los casos tenía que esconderse, volverse a sumergir en el agua para no ser visto cuando el otro alzaba su mirada lejos de su trabajo. También le gustaba verlo hacer lo mismo pero sin esos colores y con algo que parecían ser papiros o algo de eso había leído en un libro, pero lo veía hacer algo con un objeto cilíndrico de color negro, movimientos horizontales, verticales y diagonales, veía como ejercía mayor o menor presión sobre esa clase de papiro, era algo sumamente cautivante y nuevo para él no importaba las veces que lo viera pero en esa ocasión jamás había visto esa cosa que colgaba de su cuello por un arnés, era raro, parecía una caja o algo así.
Sus padres le habían dicho que los seres humanos eran malos, tendían a destruir y usar a su favor absolutamente todo, eran egoístas, manipuladores, mentirosos, eran malvados y que bajo ningún criterio debían acercarse a ellos y si era la ocasión no tenían más alternativas que matarlo, hipnotizarlos con su canto, llevarlos al agua y ahogarlos, como lo hacían sus parientes las sirenas pero en cambio los Nix eran cambiaformas, podían ser lo que ellos quisieran ser a gusto y conveniencia, tenían un gran atributo artístico tanto vocalmente como en el uso de instrumentos.
Pero George no creía que ese ser humano que venía casi a diario a su lago fuera una mala persona, no había visto que talara algún árbol, que tirara basura al agua o matara animales, veía que hacía todo lo contrario, admiraba a la Madre Naturaleza, lo había escuchado hablar, había escuchado sus halagos sinceros a la Madre Naturaleza como si fuera su modelo, su musa, la saludaba, la elogiaba y se despedía con total educación... No parecía ser malo ¿No? Pero eso no querría decir que se acercaría hablarle como si no fuera un monstruo como los humanos lo catalogaban capaz que lo asustaba y no lo vería nunca más, no, no podía permitir eso le gustaba su presencia.
[...]
Era un poco torpe cuando se ensimismaba tanto que no se daba cuenta de las demás cosas que ocurrían a su alrededor y ese fue el caso en dónde no se percató que aquel humano había comenzado a sacar fotografías de aquel lugar y que el mismo George Harrison no se había sumergido totalmente en el agua para que Richard no lo viera en lo absoluto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top