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–He estado muy hormonal desde hace semanas –
Le respondió al doctor, el cual tomaba nota de lo que decía el Omega. Dejó la pluma aún lado y le entregó la receta –Usted puede que esté en cinta. Felicidades, aquí le escribí algunas clínicas en las que puede ir a hacerse un estudio.
Los ojos de él rubio se abrieron en par. Tomó la hoja entre sus manos y la empezó a leer –Pero...–Suspiro y se levantó del asiento mordiéndose levemente el labio –Muchas gracias doctor –Se dio la vuelta sin apartar la mirada de aquella hoja. Si es que estaba en cinta, ¿Cómo le diría a Soobin? Y peor aun, ¿Cómo le diría a sus padres?.
Salió del consultorio dirigiéndose hacia la parada del autobus, no sin antes tomar su mochila del locker del lugar.
Esa mañana había decidido ir con el médico por que semanas anteriores había presentado síntomas. Al principio creyó que era una enfermedad estomacal, pero luego se volvió más persistente al punto de ponerle mareado y hormonal. Lo primero que dijo y fue el susto de su vida "¿Y si es algún parasito o enfermedad mortal?" pero, lo que escucho hace unos momentos aunque le dejo helado, por dentro, su Omega se sintió orgulloso y feliz. Si es que era cierto, estaba portando un pedacito de su alfa y él.
Chillo tiernamente y pego la hoja contra su pecho llevándose unas pocas miradas de la gente que se encontraba ahí.
Cuando llegó el autobus paso la tarjeta y pagó dirigiéndose a uno de los asientos atrás. Sacó el celular del bolsillo de su pantalón y mandó un mensaje a Soobin "Amor, tenemos que hablar" Fue lo que escribió y regresó este a su bolsillo. Unas cuadras más y el autobus llegó hacia su hogar dejándolo a unas cuadras atrás. Camino por la vereda del lugar y pasó entre varios callejónes para hacer su camino aún más corto.
A los 10 minutos de caminata ya estaba en su casa. Puso las llaves en la chapa y abrió la puerta adentrándose al calor de su hogar.
Dejó su abrigo en el perchero y despojo sus zapatos para ponerse unas pantuflas con estampados de conejitos. Camino lentamente encontrándose con un olor a galletas recién horneadas y chocolate caliente.
Paso justo por la cocina cuando la voz de su padre se hizo presente –Bebé ¿Cómo te fue? ¿Por qué llegaste tarde? –
Preguntó el Omega mayor, y no sólo el, la mirada de su padre alfa el cual estaba sentado en la mesa le siguió.
–Oh –Paro en el umbral adentrándose poco a poco en la cocina –Bien, F-fui con unos amigos a la biblioteca...
JiMin asintió –Está bien pequeño, pero solamente a la próxima avisame, estaba muy preocupado.
Yeonjun solo asintió dispuesto a subir hacia su habitación cuando su padre alfa habló –¿Por qué no comes unas galletas antes de subir a tu habitación? –
Min asintió y rápidamente se aproximó hacia la mesa dejando su mochila aún lado. Los tres platicaba amenamente cuando YoonGi habla de nuevo –Hijo, ¿Qué es esto?
–Sí, la maestra de biología casi me reprobaba –Río un poco y en cuanto escucho la voz del alfa me miró.
Su cara se volvió todo un lema. De tener su color notablemente chapado de sus mejillas, se volvió pálido como si hubiera visto a un fantasma.
–¿Prueba de embarazo? Explicame esto Min Yeonjun –Frunció su ceño.
Yeonjun se encogió en su lugar, la voz de su padre le afectaba, cuando decía que estaba hormonal no mentía.
JiMin se acercó y le abrazo. Se dio cuenta que su hijo estaba por sollozar y solamente hizo lo que todo Omega con sus cachorros haría.
–Papás, esta mañana no fui a la bibliotecas... Lo siento mucho.
Y bueno, si decimos que esta manera fue iconica, la cara de Soobin fue todo un lema cuando Yeonjun le dijo sobre el bebé. Y lo que vino después solo fue un desmayo.
Los meses pasaron y ambos se habían hecho muy unidos. Amaban a aquel ser que crecía dentro de Yeon, y ya tenían muchos nombres en su lista. Pero sólo había uno, Beomgyu. Choi Beomgyu. Así fue como el 13 de marzo nació aquel ser, tan pequeñito que cabía entre las manos de su padre alfa y en los brazos de su padre Omega .
De rizos, castañito y unos bonitos ojitos miel que asimilaban a una luna llena.
Yeonjun sollozo tomando de los brazos a su pequeño retoño. Esa mañana había despertado ansioso por ver a su bebé por primera vez. Cuando lo tuvo entre sus brazos fue la sensación más linda y maravillosa del universo. Aquel pequeño cuerpo se ajustaba entre sus brazos de manera perfecta, sus ojitos estaban un poco abiertos y sus mejillas estaban hinchadas. Era como un copito de nieve en navidad.
–Mi lindo Beomgyu, bienvenido a la vida –Sonrió acercándose poco a poco y abrazándolo sin lastimarle.
Soobin se le unió después y de ahí toda su familia, la cual se había vuelto felicidad. Todo estaban felices por el nacimiento de aquel pequeño ser lleno de ternura. Todos sabían que aquel bebé sería muy feliz y era muy afortunado por tener un padre tan cariñoso como Yeonjun y un padre que le iba a cuidar y protejer por toda la vida como Soobin.
Soobin le tomó entre sus brazos torpemente y sonrió, aún no creía lo que estaba pasando, era tan mágico, como si hubiese sido transportado en el tiempo, por que sólo en un abrir y cerrar de ojos ya lo tenía entre sus brazos como siempre deseo. Era feliz y lo sería por siempre para su familia.
Ellos, eran los Choi's. Una familia muy pequeña, pero de grandes sentimientos.
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