𝙄
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Un joven alto, de tez blanca y cabellos negros, se encontraba en un sueño profundo después de una larga noche de música alocada y unos cuantos tragos, sin ningúna pizca de preocupación; solo quería dormir.
Era una mañana gélida llena de nubes negrizas y semblante lluvioso, la casa era infestada por un aroma a mantequilla y mermelada desde la cosina, dónde se encontraba una joven albina y orbes azules, siendo la causante de tan delicioso olor.
—¡Edgar, el desayuno está listo; hice tu favorito! —.
El nombrado bufó entre sueños y se acomodó un poco en su cama tratando de encontrar la posición más cómoda, el dolor en su cabeza estaba comenzando a fastidiarlo. Finalmente después de revolcarse por toda la cama se sintió cómodo para seguir durmiendo, al menos eso creía; Cuando de un tirón su pequeña frazada de color morado fue arrebata de sus manos haciendo que la luz lastimara sus ojos.
—¡Colette, maldita sea! —Bufó.
—Es hora de levantarse hermanito, tenemos cinco minutos antes de que el autobús pase —Informó la albina mientras doblaba la frazada.
Gruñó frustrado y ocultó su cabeza debajo de su almohada en un intento de recuperar su sueño.
—Cinco minutos, Edgar —.
Y sin más, salió de la habitación dejando a su hermano aún en cama.
Este seguía quejándose en su almohada intentando recuperar su sueño perdido, fue realmente estúpido intentar.
Con pesadez finalmente se levantó al compás de dar un gran bostezo, estirando sus músculos en su intento de tomar fuerzas, y de último, talló sus ojos suavemente y acarició sus sienes, su cabeza lo estaba matando.
Se separó de su cama quedando a la vista del gran espejo de su recámara, cielos, si que era un desastre, tenía que arreglar esto ya; Se acercó a su pequeño tocador y comenzó a arreglar un poco su cabello peinandolo de la misma manera, y, con ayuda de su maquillaje comenzó a hacer algo sencillo en sus ojos; Por último colocó un poco de labial sabor a moras semitransparente en sus labios teñidos de color rosa.
Este vestía una camiseta de mangas largas color negro y un estampado de cráneo, y por encima llevaba su carismática bufanda de rayas violetas, utilizando también un pantalón de mezclilla color gris oscuro y unos tenis ; tenía unas cuantas perforaciones en su oreja derecha y las uñas teñidas de negro. Al verse en el espejo quedó satisfecho y tomó por último su mochila para luego bajar las escaleras hasta llegar a la sala principal, giró a su derecha adentrándose a la cosina encontrándose con su hermana alimentando con agua a sus cactus.
—Veo que están empezando a tener retoños —Comentó sentándose en el comedor.
—¡Lo sé! Spike junior está teniendo su primer flor —.
—¿No crees que es algo raro llamar a un cactus con el nombre del chico que siempre acosas? —.
Ella negó y continúo dándole amor a sus plantas, este se encogió de hombros y comenzó a desayunar.
Ambos asearon un poco su hogar antes de salir y tomar el autobús, como siempre Colette se sentaba junto a su grupo de amigas, mientras que Edgar se sentaba alejado de los demás escuchando música esperando en llegar.
—¿Y no te dolió? —Emuló una joven de cabello pelirojo.
Colette negó con la cabeza y volvió a meter su lengua dentro de su boca —Es un simple piquete, ¡Yo me la hice sola! —.
—Eso es genial —.
—Si que te falta un tornillo amiga —Expresó una chica de cabello azul y atado en dos coletas.
El cuarteto de amigas reían y se mostraban fotos en bikini entre ellas, por otra parte Edgar solo estaba desesperado por llegar, el ir al colegio después de una parranda como la de anoche no le caía muy bien.
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Matemáticas.
Gran paso para iniciar el día, sin duda no aguantaba a la profesora ni en pintura ¿Porque demonios estaba ahí? Cuando debería estar en casa durmiendo hasta tarde; Cielos, esto no se puede poner peor.
—Ésto lo veremos la semana que viene, chicos —Informó una adulta de cabello rubio y tez blanca, esta vestía de un hermoso vestido azul que le llegaba a la rodilla y unos pantaloncitos por encima del tobillo.
Edgar tronó su boca en señal de cero importancia y comenzó a guardar sus cosas antes de escuchar la campana sonar dando fin a las primeras horas de clases. Miró por unos instantes el reloj y optó por salir de una vez por todas.
Los pasillos estaban más llenos que como de costumbre, era peor que arenas movedizas los maestros supervisando y llamando la atención de otros por correr, que patético; A veces se preguntaba ¿No tienen algo mejor que hacer?
De lo apresurado que iba no se dió cuenta al chocar con alguien que al parecer se "atravesó " en su camino.
—Mierda ¡Fíjate por dónde vas imbécil! —Exclamó, y, rápidamente ocultó una pequeña bolsita que se había caído de sus manos.
—Lo siento mucho jóven, ¿Se encuentra bien? —Interrogó un hombre albino de orbes amarillo claro y barba— Déjeme ayudarlo —Ofreció el hombre para ayudar a Edgar a levantarse.
—No me toques —Apartó la mano ajena de su brazo y acomodó su bufanda—Fíjate por dónde caminas, anciano —Y sin más, dejó al mayor solo en el corredizo con sus libros aún en el suelo.
Mierda, hoy si que no era su día, nada puede estar peor.
Bajó las escaleras principales hasta llegar a la parte tracera de los salones, cerca de los baños, la gente no suele venir por esos rumbos en la hora del almuerzo; Era su parte favorita del día.
—Vaya día —Zumbó antes de acercar la boquita de un pequeño cigarrillo a su boca.
—¿Solo de nuevo, edgarcito? —.
Dijo un joven alto, cabellos rojizos y una pequeña barba en su mentón.
—Colt... —El nombrado se acercó y se puso a su alcance para mirar al pequeño de pies a cabeza —¿Qué es lo que quieres? —.
—¿No puedo visitar a mi emo favorito? —Dijo esté en son de broma.
—Ja-ja muy gracioso, estúpido —Titubeó con sarcasmo para volver a probar aquel cigarrillo con sabor a azúcar.
Colt se acercó de manera grosera dejándolo contra la espalda y la pared.
—Solo venía a decirte que te invito a salir este fin de semana —Finalmente hablo y le arrebató el cigarrillo para degustar de igual manera.
—¿A si? —Arqueó una ceja y sonrió —¿Y adónde iremos, señor bala rápida? —Le siguió el juego y jaló de su pequeña corbata para atraerlo hacia él; ya sabía a dónde iba todo esto.
—Al lugar que más le agrade, mi rey —Arrulló.
Rieron al unisono y conectaron miradas, el reflejo azulado de los ojos de Edgar eran como veneno, cualquier caería al instante, era como si este chico estuviera usando magia negra; Sus encantos estaban a otro nivel.
Colt estaba cerca, demaciado para poder robarle el aliento, el chocar de sus labios contra los suyos era irresistible y el insaciable sabor a mora en su boca era un mar de locura. Dulce y ácido, podía sentir la azúcar picar las extremidades de su lengua, las caricias en su cintura no tardaron en llegar haciendo que su esbelto cuerpo se estremeciera, ¿A si que ésto es lo que quería? Que sucio.
De no ser por la campana que volvió a sonar, podían darle fin a su pequeño espectáculo.
—¿Tienes que irte? —.
Asintió y se separó del pelirojo para acomodar un poco su ropa, incluyendo su bufanda —Lo siento nene, pero tengo clase de biología —.
Colt algo triste arregló también su ropa y meter sus manos en los bolsillos de su mismo pantalón lo miró.
—Prometo visitarte para arreglar mi desastre —Emuló para depositar un pequeño beso en su mejilla—Nos vemos muñeco —Y así, se fue a paso veloz dejando a un colt como tomate y con un pequeño problema en su entrepierna.
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El reloj marcaba las horas como si fueran años, que gran tortura para cualquiera, el sol descendía a paso de los segundos. Edgar solo miraba a su alrededor en espera del final del día; Estaba por volverse loco.
—Saldré unos minutos jóvenes, continúen con lo del pizarrón —Informó la profesora antes de salir.
Al fin, creía que si escuchaba una sola palabra más de la mujer en cualquier momento gritaría, todos sabes que los minutos de un maestro fuera del salón serían horas, buen momento para perder el poco tiempo del día en dormir un poco. Edgar se posó sobre su escritorio y ocultó su rostro entre sus brazos y parte de su bufanda, maldita sea.
¿Por qué no puedo dormir?
Se preguntaba, para su suerte no fue el único que aprovecharía el momento de su profesora fuera del aula, sus demás compañeros comenzaron a charlar entre multitudes, reír o simplemente hacer llamadas telefónicas a sus madres o parejas; Grandioso, esta mierda no puedo ir mejor.
E ahí, cuando un grupo de chicas comenzó a hablar a las espaldas de Edgar cosas sobre el amor, que desagradable, no decían otra cosa que no fuera besos apasionados o tomarse de la mano, se sentía incómodo aunque no estuviera incluído era algo repulsivo para él; Si por algo se conocía a Edgar es por ser la simpática zorra de su escuela, nadie se imaginaba qué un chico como él sería el número uno entre las chicas por más sexys que llegarán a ser no le llegaban ni a los talones, pero todos se preguntaban, ¿Por qué no tiene una relación formal?
Para Edgar eso era una perdida de tiempo, no tenía tiempo para jueguitos estúpidos como apapachar o decir cursilerías, él solo buscaba a sus presas por una simple razón, dinero y sexo; A veces suele usarlos para que hagan su tarea o sus deberes, su parte favorita es verlos con ese gesto de tristeza en su rostro al ser rechazados por él mismo, prácticamente tenía el letrero de corazones rotos en su frente, es gracioso ver eso.
La profesora nuevamente se presentó en su clase y a sus espaldas la cordinadora del instituto.
—Queridos míos, antes de seguir con su clase quisiera informar un aviso importante para vosotros —Habló la misma cordinadora —Debido a un problema con uno de sus profesores, no podrá presentarse el resto del año escolar —.
Aquella noticia parecía ser la mejor del mundo recibiendo aplausos y abucheos por otros, eso recibió un gesto de seriedad por sus mayores haciendo un silencio profundo.
—Por lo que tuvimos que buscar un reemplazo para ustedes —Mierda, adiós vacaciones de todo un año —Por favor, quiero que conozcan a su nuevo profesor de química; Puedes presentarte querido —.
Y así, un hombre de aspecto mayor entró a espaldas de ambas mujeres logrando llamar la atención de todos como abejas a la miel, cabello blanco con toques negros, orbes amarillo brillante y unas pequeñas gafas, era bastante alto y de apariencia elegante, vestía un abrigo verdoso acompañado de un chaleco del mismo color pero un tanto más apagado y una corbata rosada amarrada a su cuello.
—Buenas tardes queridos, mi nombre es Byron; seré su nuevo profesor de química, espero poder llevarme bien con ustedes y hacerlos sentir bien en mi clase —Habló presentable y con una sonrisa en sus labios.
Nᴀʀʀᴀ Eᴅɢᴀʀ;
Mierda, que voz, es bastante gruesa y sexy para un hombre de su edad, espera ¿Que acaso no es el anciano de hace unas horas? Genial, espero que no recuerde que lo llamé anciano, eso sería una mala estirada de pata, además el se cruzó en mi camino lo tiene merecido; Ésto es grandioso la clase será más aburrida con un abuelo, aunque, en otras circunstancias su aspecto lo hace lucir ardiente.
—Mañana empiezan con química jóvenes, así que recuerden ser amables con su profesor —Informó la misma mujer antes de salir del salón y llevarse consigo al mayor dejando continuar la clase.
Nuevamente la clase empezó y todos pusieron atención a las indicaciones del pizarrón, a excepción de Edgar que solo visualizó como el hombre se alejaba a paso lento.
—Ésto será muy fácil, abuelo —.
Volviendo a su cuaderno a hacer todo menos lo indicado, una persona débil como él presa fácil para él; Perfecto para aprobar el año sin esfuerzo.
; Waaa y ta-da e aquí el primer capítulo de la semana, ahora a esperar 3 años para la siguiente actualización, espero poder hacerlo lo más pronto posible y menos largo.
; 2055 palabras 🤍
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