Capítulo siete

Advertencias: Ninguna (?).

El más alto descansaba sobre el cuerpo de Nakahara, todos sus músculos temblaban y aunque quisiera disimular, era imposible por respiración irregular. Su cara estaba escondida en el hombro del mayor, y podía sentir la mano de Chuuya rozar sus cabellos. "Que lindo" pensó pero no tenía la coherencia para decirlo.

El de ojos azules no estaba en una mejor situación, simplemente se abrazó a la cintura del más delgado con esperanza de calmar su propio cuerpo—. Mierda, eso fue…eso fue fantástico.

Se quedaron así por eternos minutos, hasta que el joven alto se separó a duras penas de su compañero para verlo a través de las lágrimas—. Sí, así se supone que debe sentirse —suspiró entre unas cuantas risas.

—¿Te ríes de mí? —preguntó Nakahara, aunque realmente no era para comenzar una pelea, solo quería conversar más con Dazai.

—Oh, ahora no te hagas el puritano, seguramente horneadas pasteles con mis transmisiones de fondo —dijo sarcástico, y por puro jugueteó mordió suavemente su hombro y con ayuda de sus dedos le quitó el cabello mojado que cubría la frente de Chuuya—. Eres muy guapo, pero eso ya lo sabes —antes de que Chuuya pudiera responder, Dazai ya había escapado de sus brazos para rodar sobre su espalda y descansar en el colchón—. Me quedaré un rato aquí…

—Te duelen las piernas ¿Cierto? —giró quedando de lado para ver al más alto—. ¿Quieres que te traiga agua? ¿Necesitas algo?

La sonrisa boba del castaño desapareció rápidamente—. Oye sobre esto. Es algo solo físico ¿Lo entiendes verdad?

Nakahara reprimió una mueca. Lo sabía, pero aún así las palabras se atoraron en su garganta, ¿Qué podría haber respondido?


~•~

El proyecto con Akutagawa fue agotador, tanto que sus ojos le ardían y su mente estaba perdida. El de cabellos negros decidió empezar el puente esa misma tarde, y aunque Chuuya contaba con mucho tiempo libre, sentía que era eterno por la frialdad del joven.

—¿No quieres un café? —preguntó Chuuya con cierto nerviosismo.

Akutagawa negó—. No gracias, pero puedes ir por el tuyo.

El de hebras cobre se puso de pie y caminó a la pequeña cafetería que estaba apenas a unos metros. Su rutina siempre era sostenerse de café, y algunas veces de alcohol. Ni siquiera él sabía de dónde venía esa necesidad por rellenar huecos que jamás notó hasta que eran demasiado grandes. Su familia era perfecta, una hermana amorosa y respetuosa, padres emocionalmente estables que le dieron todo lo que pedía y más, así que para Chuuya, sus problemas residían en él.

Le entregaron su vaso y a pasos lentos avanzó de regreso a su mesa, aunque las hebras castañas lo hicieron voltear a su derecha en una jardinera. Dazai Osamu estaba sentado con otro chico, uno pelirrojo y parecían estar riendo ruidosamente. "¿Qué mierda hace aquí?....¡¿Viene a esta escuela?!".

Quiso avanzar pero sus ojos se encontraron con los chocolates, y deseaba que Dazai estirará su mano y lo saludara, pero no sucedió.

En cambio, su acompañante lo hizo—. Chuuya-san, ¿No es muy tarde para que estés en la facultad? Casi siempre tienes prisa por irte.

—E-el proyecto del puente me tiene muy ocupado —titubeó levemente antes de morder el interior de su mejilla—. Debo ir con mi compañero…

El pelirrojo señaló al castaño a su lado—. Este es mi amigo, Dazai Osamu, no viene muy seguido porque es un genio y tiene modalidad autóctona. Dazai, él es Chuuya-san, gracias a sus apuntes probablemente sea libre de análisis de estructuras.

El más bajo se negó a mirar a Dazai, estaba incómodo por toda la situación, especialmente porque tuvieron sexo hace unos días. Forzó una sonrisa y habló lo más tranquilo que pudo—. Debo irme, fue bueno verte.

—Que raro, habría pensado que Chuuya estaba en la carrera de diseño y moda —respondió Osamu—. Vivimos en el mismo edificio, somos vecinos.

El mayor frunció el ceño—. ¿Y por qué no me dijiste que conoces a Chuuya-san? ¿Hablas seguido con él?

El de cabellos cobres agitó su mano y se alejó tan rápido como pudo. ¿Él salía con Dazai? La pregunta por si sola le creaba un hueco en el pecho ¿Por qué le pasaba todo eso a él? ¿Por qué terminó enredado con un un camboy?

Akutagawa ya guardaba algunos materiales de dibujo y recortes de sus planos. Al ver al más bajo agitado y con el sudor resbalando por su frente, sintió una extraña empatía—. ¿Te sientes mal?

Nakahara asintió—. Solo ví a alguien que conozco, no te preocupes.

—De acuerdo. Solo falta que el profesor lo apruebe para comenzar la maqueta, si quieres puedo hacer la mitad en casa y dártela para que hagas el resto —sus ojos se desviaron a la mesa de al lado donde apareció un joven de cabellos grisáceos.

Chuuya hizo una mueca—. Cómo quieras, pero sabes que puedes ir a mi casa.

Chuuya abrió la puerta de su departamento con pesadez. Estaba estresado, y el encuentro con Dazai no hizo más amena la situación.

El de ojos azules pensó en todos los errores que cometió desde que se mudó, el más grande fue darle la donación que le obsequio una videollamada con Dazai. Solo quería esconderse en casa y no ser molestado los siguientes años, pues odiaba verse a sí mismo como el idiota que sentía atracción por un tipo que explícitamente le dijo sus deseos.

"Oye sobre esto. Es algo solo físico ¿Lo entiendes verdad?"

"¿De qué mierda hablas?" Claro que lo sabía, Dazai no le parecía alguien con quién una relación fuera algo siquiera posible.

"Me gusta tu cuerpo y cara, eres hermoso, no quiero arruinarlo con algo más íntimo. Solo quiero un arreglo que nos beneficia a ambos, tenemos sexo cuando queramos y no involucramos sentimientos" soltó una risita a medias "Eres una persona que sabe lo que hago, me complaces en muchos sentidos y por Dios, ambos sabemos que no tendríamos una relación".

"En eso estamos de acuerdo" para ese punto, Chuuya entró en negación, claro que le gustaba Dazai, pero pensaba que jamás conectarían de verdad "Nunca saldría con un camboy".

Sus palabras hicieron que el ceño de Dazai se frunciera, y llenaron de veneno su lengua “Ni yo saldría con alguien así de bajo. Creo que ya estoy bien, me voy, piensa lo que dije Chu~uya".

Nakahara se golpeó la frente con rudeza—. Idiota —se dijo a sí mismo—. ¿Qué se supone que le diga? —Antes de seguir planeando sus siguientes pasos, Dazai le envió una fotografía de él mismo frente al espejo en su cama, vestía con normalidad, y extrañamente eso le dió tanto placer al otro—. A la mierda, quiero coger con él —tomó el lubricante que Osamu dejó después de su encuentro y sería todo menos olvidable.

Abrió su puerta y el castaño ya estaba ahí de pie—. Vaya, ¿Ibas a buscarme? Que lindo.

—¿Eres un acosador? —se hizo a un lado para dejarlo entrar—. ¿Qué hay con esa foto?

—No era para tí, pero como eres de mis primeros contactos me equivoqué —alzó los hombros—. ¿Entonces eres popular en la universidad?

Chuuya negó—. No lo soy, solo conozco a tu amigo.

Dazai soltó una risita—. Odasaku es muy sociable si se trata de personas agradables, o populares —se recargó en los hombros de Chuuya—. Oye, si te ofendí, te pido una disculpa. No quiero una denuncia por acoso —pero él siempre estaba un paso delante de los demás—. Aunque no me arrepiento de haber tenido el mejor sexo de toda mi vida contigo.

Nakahara podía escuchar su corazón latir en su garganta, y esa sensación lo obligó a escupir sus deseos—. Tampoco me arrepiento, así que supongo que esto podría durar más, solo hasta que los dos queramos.

El castaño sonrió de lado con falsa inocencia—. Bueno, yo no quiero una infección, así que siempre usaremos condones y seremos un poco exclusivos, pero puedes tener pareja, y salir con otras personas —se encaminó a Chuuya para tomar su barbilla con delicadeza—. ¿Quieres saber que estoy usando debajo de esto? —su mano libre se paseó libremente por la camisa que vestía.

Las pupilas de Chuuya se dilataron cómo las de un animal en la oscuridad buscando ampliar su vista tanto como le fuera posible, quería ver completamente al muchacho frente a él—. Mierda, eres un maldito peligro ¿Lo sabías?

El más alto tomó un puñado de su cabello con suavidad para rozar sus labios contra los suyos—. Sí, ya me lo habían dicho, Chuuya, pero tiene más peso si un playboy lo repite.

Me encanta como mis historias terminan teniendo más trama de la que planeo. Y sí, voy a hacer sufrir a los dos porque me encanta.
-Honey

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