Capítulo ocho

Advertencias: Ninguna (?).

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Desnudo junto al cuerpo de Dazai, Chuuya suspiró profundamente, el sentimiento era difícil de explicar hasta para él mismo. ¿Tenía una fuerte opinión de Dazai? Claro, ¿Le gustaba verlo saltando con los ojos llorosos y la cara roja? Indudablemente, ¿Estaba sintiendo más que atracción? Lamentablemente sí.

—Si Chuuya no deja de verme, entenderé que él quiere que lo ponga contra el colchón —al ver una sonrisa astuta del más bajo fue predecible saber lo que pensaba—. Aunque no lo parezca, también me gusta ser activo, solo que disfruto no hacer mucho y que me den la atención que merezco.

Nakahara asintió en silencio, hasta que los ojos cafés lo miraban intrigado—. Te creo, de hecho no pensé que me dejarías tener el control. No pareces esa clase de persona.

—Ahora Chuuya quiere hacerse el interesante para qué le pregunté a qué se refiere —se alejó lo suficiente de Chuuya para que hubiera una distancia considerable entre ambos—. Te escucho, Chuuya.

—No eres alguien que confíe en otras personas —sus labios se cerraron cuando la mueca de Dazai creció—. Solo es mi opinión.

Dazai sonrió sarcásticamente—. Y eso no te lo pedí —aún con las frías palabras, tomó su palma y dejó un beso ahí—. ¿Tienes alcohol? Quiero beber algo menos amargo que tu…

—¡Tengo vino! —su corazón se abatió después de perder el momento tan dulce, pues se empañó con la lujuria del castaño—. Está en la cocina.

El castaño alcanzó su ropa interior y esperó a que Chuuya también subiera la suya—. Alguien tan pequeño no debería tener permiso para beber.

—¿Sabes que esa broma es asquerosa? Especialmente porque tenemos sexo —se puso de pie dejando que sus pies descalzos tocaran el piso, por su parte, Dazai llevaba los calcetines puestos, y de hecho le gustaba cuando tomaba una de sus piernas y se asomaban las figuras de perrito. Tan rápido como llegó a la alacena, buscó su vino, no era tan costoso como algunos que bebió antes en catas con su padre, pero estaba bien, no era barato. Alcanzó dos copas y sirvió lo suficiente para que le diera una prueba y decidiera si quería más.

El castaño reprimió una risa—. Si querías impresionarme bastaban unas cervezas.

El de hebras cobre alzó una ceja—. ¿Quién carajos dice que lo hice por tí? Me gusta el vino de calidad —antes de que lo bebería, Dazai dejó su porción en la copa de Chuuya.

—No me gusta, algunos son muy extraños, me gusta más el whisky, o algo barato —se acomodó en una de las sillas del comedor—. ¿Qué es esto? —señaló la maqueta sobre la mesa.

Chuuya tomó un trago que le supo demasiado amargo, lo suficiente para querer vomitar—. Es un trabajo para la universidad, es un puente.

El castaño frunció el ceño—. Bueno, ni siquiera es tan divertido como creía estudiar arquitectura —podía sentir el aura irritada de Nakahara—. ¿Vas a hacer algo el sábado?

Chuuya parpadeo un par de veces ¿Dazai lo invitaría a salir?—. ¿Por qué?

Dazai sonrió un poco tímido—. Bueno, pensaba en qué podríamos pasar la noche juntos, no voy a transmitir en unos días, necesito despejarme.

El pelinaranja torció la boca, claro que no lo iba a invitar a una cita, pensaba que era solamente por su acuerdo físico—. No lo sé, depende si Akutagawa quiere terminar el trabajo, te diré después —se recargó en el sofá siendo observado por el castaño.

El menor tragó saliva—. ¿Akutagawa es tu novio? No puedo creer que desde pequeño seas tan infiel —la verdad es que el joven tenía una sonrisa más tensa que otras veces.

—No es mi novio, solo somos compañeros. Y deja de joder con mi edad —rodó los ojos en dirección al castaño—. Tengo una pregunta, es sobre tu trabajo.

El más alto suspiró—. ¿Y si no quiero responder? —dijo en un tono desafiante. Esa frase y la de "Tengo que hablar contigo" le aterraban profundamente.

—¿Te gusta? Quiero decir, se ve que lo disfrutas pero ¿Realmente te gusta? —las palabras salían con menos confianza que antes. No le molestaba para nada el oficio de Dazai, ni siquiera le incomodaba, pero tenía curiosidad.

Osamu cruzó las piernas con notable desdén—. Sí, me gusta que idiotas pervertidos me vean y además coger con uno de ellos —el sarcasmo era palpable—. Te lo dije, no recibo apoyo de mis padres así que trabajar de algo que paga mis cuentas y no es tan cansado, es algo lo suficientemente bueno para que me guste.

Chuuya lo pensó un poco—. ¿De verdad no te ayudan en absoluto? —al darse cuenta de su pregunta pensó que se había excedido—. Solo pregunto por curiosidad, no debes responder si no quieres.

Dazai asintió—. Chuuya tiene razón, no debo responder si no quiero. Bueno, supongo que debo irme, para la casera será extraño escuchar esos ruidos y después verme salir de tu departamento cojeando.

—¿No quieres comer algo? —la sonrisa en su rostro se extendió cuando la cara que Dazai puso fue como la de un cachorro alumbrado por las luces de un automóvil, lo tomó desprevenido—. Apuesto que solo comes ramen.

—¡T-también le pongo carne! —contestó exaltado—. Además, dudo que Chuuya coma algo diferente a eso, eres hombre y vives solo.

El de ojos azules entrecerró los ojos impaciente—. Esa actitud de mierda hace más atractivo golpearte —pese a sus palabras, se acercó al refrigerador donde aún guardaba comida del día anterior—. Mis padres no estaban mucho en casa por el trabajo, así que mi hermana cocinaba, pero muchas veces le ayude y cuando ella llegaba tarde, yo ya tenía la comida lista.

El muchacho más delgado observaba la forma en la que Chuuya calentaba algunas cosas en la sartén, antes de darse cuenta se imaginó al joven usando un delantal rosa, sonrió tontamente—. Entonces chibi será un buen amo de casa —el plato terminó frente a él con extraña calidez, era apenas arroz, huevo y verduras, pero era mucho más de lo que Dazai podría hacer—. ¿Seguro que no voy a morir?

—Dudo que eso importe mucho —le estiró un vaso de agua y finalizó su tarea al tomar asiento junto a otro tazón idéntico al de Dazai—. Come, o se enfriará.

El de ojos avellana sopló a la porción que su tenedor tomó, era un alivió que Chuuya no le hubiera dado palillos, pues quería devorar todo lo que le dió—. No sabe mal —dijo cubriendo sus labios con su mano. Al bajarla Chuuya casi se ahoga con el vino en su garganta—. ¿Qué ocurre?

Chuuya temblaba al retener su risa. Sin decir una palabra es estiró para tomar una servilleta y después rozar la mejilla de Dazai.

—Pudiste decir que tenía comida —hizo un puchero a medias.

Al acabar de comer, Dazai salió de su departamento con una pesadez enorme y siendo cubierto por su enorme abrigo café, "Rechazó mi pijamada, maldito enano" pensó mortificado. Quizás debió pedirlo directamente en lugar de confundirlo con tener sexo. Al cerrar la puerta de su vivienda casi se aterra por las ideas que llegaban de Chuuya siendo amable con él, de el chico siendo amoroso con Dazai, preguntándole sobre su vida, incluso después de ser arrogante a su alrededor.

Sus orejas ardían y torpemente se quitó la prenda que pensaba le daba calor. Normalmente no actuaba así, incluso cuando tenía una relación casual era más cauteloso.

"No, él pagaba para verme porque le gusto, no le interesa nada de eso, está siendo cortés porque cree que debe serlo" su semblante cambió después de esa chispa fugaz en sus neuronas. Corrió a su laptop para revisar los usuarios suscritos, e indagó la fecha de suscripción de Nakahara.

Solo le gusta mi cuerpo, el concepto que tiene de mí —Dazai soltó una risa—. Claro que cualquier chico estaría encantado de cumplir sus fantasías con una estrella porno.

Me encanta el contenido angs, así que no prometo que todo sea muy cute, pero según yo, este fanfic tendrá final feliz.
No puedo creer que esté capítulo entero fuera de estoy gays comiendo y enamorándose.
-Honey

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