Capítulo diecisiete

Advertencias: NINGUNA, ESTO FUE ESCRITO CON PURO AMOR EN MI ALMA.

Sabes que estoy obsesionado con tu cuerpo
Pero es la forma en que sonríes lo que me encanta
Es tan dulce, saber que me amas
Aunque no necesitamos decirlo el uno al otro, dulce
Saber que te amo, y enredar mis dedos a través de tu cabello
Es tan dulce
Sweet- Cigarettes after sex.
~•~

Cuando Dazai se decidió por salir de la cama notó que su amante ya se había ido; tenía clases en la mañana y después un diplomado por la tarde, así que pasaba la mayoría del día fuera. La vida como novios que tenían desde hace ocho meses cambio un poco en los últimos dos debido a que se mudaron juntos, así que todavía se adaptaban a el otro.

El castaño bostezo aburrido mientras avanzaba lentamente hasta la cocina de su nuevo departamento. Puso la cafetera y tan rápido como la encendió la apago—. Chuuya no llevó su almuerzo, que tonto —soltó una risita burlona, hasta que recordó lo que hablaron el día anterior. "Mañana me quedaré más tiempo, debo terminar algo para el diplomado, así que llegaré tarde". Una pizca de culpa lo obligó a volver a su habitación para vestirse velozmente—. Lo que uno hace por amor —murmuró al tiempo que tomaba el recipiente con espada y carne que su novio preparó el día anterior y salió de su vivienda.

El trayecto en metro le recordó que hizo bien en estudiar en modalidad a distancia, pues odiaba salir y no debía hacerlo. Caminó unos cuantos metros al bajar y antes de darse cuenta ya estaba frente al salón de Chuuya, sin duda fueron sus mejores treinta y cinco minutos mejores invertidos.

Ver a Chuuya sentado tomando notas hizo que su corazón saltará. Y ver a Akutagawa recargarse en su hombro borró toda amabilidad en su alma. Por suerte duro poco porque el profesor debía ir a rectoría y los dejó salir unos minutos antes. El de ojos azules tomó sus cuadernos tan pronto lo vió con esa cara amargada recargado al otro lado de su salón.

—Osamu, ¿Qué haces aquí? No dijiste que vendrías a presentar exámenes —Chuuya sonrió confundido por su presencia, pero que era bien recibida.

El castaño se puso recto para verse todavía más alto y con esa sonrisa descarada gritó—. ¡Olvidaste tu comida en casa, mi amor! —todos en el pasillo soltaron sonidos cursis por la forma tan tierna en la que dijo aquello. Incluso algunas compañeras de Chuuya comenzaron a sonreírles.

Las orejas de Nakahara se tiñeron de rojo en cuestión de segundos, y prácticamente no podía responder adecuadamente—. ¡Oye!

El más alto se inclinó para susurrar en su oído—. Que tontito eres, seguramente lo olvidaste porque estabas muy cansado por follarme tan bien anoche —su sonrisa se ensanchó al escuchar la respiración agitada de su novio—. Chuuya es tan fácil de provocar.

El pelinaranja suspiró resignado a que su causa de muerte sería "Dazai desvergonzado-Osamu" se alejó unos centímetros para dejar un suave beso en su mejilla—. Gracias, no hacía falta que lo trajeras, me acaban de cancelar el diplomado, será mañana.

El ego de Dazai fue golpeado, una vez que hace algo por su pareja y esa vez resulta inútil—. Entonces Chuuya sale temprano. Llévame por un café, no desayuné por traerte tu almuerzo —su confesión no era algo que lo avergonzara, de hecho le daba ventaja.

—De acuerdo, pero recuerda que es tu culpa por despertar tan tarde —se dejó guíar por su novio y apenas pudo girar la cabeza hacía el muchacho que salía por la puerta de su aula—. Nos vemos después Akutagawa. Descansa porque no has dormido nada —el tirón en su brazo por parte del castaño lo hizo avanzar más rápido que antes.

El de cabellos negros se quedó de pie ahí observando cómo ambos jóvenes reían. Un lamento se escapó por sus labios al mismo tiempo que otro de admiración fue escuchado—. Que tiernos son —la voz de un muchacho un poco más bajo que él y de cabellos grises causó un poco de asco en Akutagawa.

—No lo son, bueno, Chuuya lo es —replicó amargado—. No sé por qué estoy hablando contigo, tú eres...

—Me llamó Atsushi Nakajima, estudio enfermería —al ver su semblante pensó que lo mejor era alejarse—. N-nos vemos después…

—Soy Akutagawa.

El castaño sostenía la mano de Chuuya y en la otra un café capuccino. Sus sentidos fueron atrapados por el ruido de una máquina donde se trataba de conseguir un peluche. Le gustaban esas cosas, no era cursi pero amaba ser amado. Chuuya lo notó inmediatamente y con una sonrisa arrogante apretó su palma.

—¿Quieres uno? —su pregunta descolocó al menor—. Espera aquí, no tardaré nada.

—Esa cosa está truqueada, perderás dinero…—fue inútil, el mayor ya estaba gastando todo su cambio en un par de juegos que evidentemente fueron un fracaso—. Está bien, no necesito uno.

Chuuya negó—. Conseguiré uno, no es difícil.

Siete intentos después Dazai no podía sentir más humillación por ambos, especialmente porque algunos estudiantes que paseaban en el centro comercial los miraban raro debido a los gruñidos y maldiciones de Chuuya.

—Solo una maldita vez —murmuró el joven de ojos azules—. ¿Tienes alguna moneda?

Dazai lo alejó un poco para tomar su lugar frente a la máquina—. Estas cosas tienen una trampa, están configuradas para hacernos perder, así que haremos esto —dió un par de vueltas en la palanca y golpeó suavemente -fuertemente- la base del juego. Dejó caer la garra y logró atrapar un pingüino de felpa—. Que lindo es.

El más bajo no podía estar más avergonzado, quería darse la vuelta y poder gritar por la frustración, en cambio dió un suave aplauso a su novio—. Eres genial.

Dazai sonrió mostrando su premio—. Fue porque Chuuya lo dejó flojo para mí —rodeó su hombro con el brazo haciendo que ambos siguieran su camino—. Chuuya es muy varonil, no lo digo solo para hacerte sentir bien después de tu fiasco, eres fantástico.

—Vamos, no es para tanto —el mayor se cohibió levemente.

—Y ni hablar de su maravilloso pene, a veces siento que me organiza las entrañas solo por estar dentro de mí —sus risitas cesaron cuando recibió un golpe en la costilla—. Babosa idiota.

Nakahara suspiró—. Arruinas los momentos dulces…tu castigo será acompañarme a la presentación de la filarmónica.

—Falso, ví las entradas en tu billetera desde hace una semana —replicó el más alto.

—¿Revisaste mi billetera? —preguntó indignado.

Dazai lo abrazó por atrás para esconderse de su mirada severa—. Lo de Chuuya es mío, lo mío es de Chuuya, simple como eso.

—Tú eres quien trabaja, pierdes más si te robó dinero —el mayor alzó los hombros juguetón—. ¿O ser camboy no da lo suficiente?

—Gracioso considerando que eres mi mayor fan.

.
.
.

Después de su improvisada cita, regresaron a casa donde por fin pudieron tener una cena juntos y acostarse, pues Chuuya estaba agotado y el día siguiente sería terrible.

—Oye Chuuya —murmuró el castaño acariciando la cabellera de su novio con delicadeza—. Chuuya. Chuuya. Chuuya.

—Te escucho —la voz del más bajo apenas era audible—. ¿No puedes dormir?

Dazai se aferró a él en una posición a la que él llamaba "Cucharita de amor"—. Te amo.

—Lo sé, también te amo —balbuceó con dificultad por el sueño—. Eres lo mejor que me ha pasado.

El camboy sonrió y dejó un beso en su nuca—. Chibi es el mejor novio que pude haber pedido.

Chuuya giró para corresponder su abrazo—. Demonios, solo debías decir que querías caricias.

—Chuuya debería adivinarlo, me conoce muy bien.


Ame este capítulo, el siguiente si es puro sexo así que esto es para purificar nuestras almas.
Ay, yo soy muy cursi y aún más estando enamorada.
-Honey

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top