Capítulo dieciséis
Advertencias: Mención explícita de una crisis.
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Dos semanas sin salir del departamento. Una semana sin bañarse. Casi dos días sin comer nada. Y toda una noche llorando. Dazai estaba realmente mal.
Sus suscriptores estaban preocupados por su escasa interacción, solo resubiendo fotos antiguas o de sesiones pasadas con descripciones vagas. Era como si un fantasma hubiera tomando su lugar definitivamente.
No entendía del todo por qué se sentía así, se suponía que estaba bien, su página creció y por ende las suscripciones le dieron más dinero, había pasado a su siguiente año escolar con el mejor promedio, y aunque no quería ese sentimiento, estaba feliz sí Chuuya había conseguido un nuevo novio. "Nuevo novio. No, yo no era eso" se repitió al envolverse con fuerza en las sábanas grises de su cama. "¿Dónde estará?" La pregunta que le robó el sueño varias noches.
La crisis estalló después de recibir un ramo de flores por parte de sus progenitores. La escuela les envió una invitación para la ceremonia de clausura, debido a que Dazai fue el promedio más alto eran invitados de honor "Felicidades por prosperar tanto, estamos seguros que te hace bien estar lejos de casa".
El castaño no se presentó.
¿Cómo podían pensar eso? Dazai no estaba nada bien, estaba peor que nunca. Seguramente ninguno sabía de su profunda depresión, ni de la terrible ansiedad que consumía su mente. Eran padres ausentes, eso era todo, Dazai lo sabía bien, pero aún así lo decepcionaron pese a tener ninguna expectativa en ellos.
El joven sorbió su nariz "¿No merezco nada bueno? ¿No he dado suficiente?" Los amargos pensamientos los llevaron a sentir náuseas. Tenía tantos problemas, su vida era un problema, y debía solucionarlo.
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Chuuya estaba lejos de pasar un tiempo agradable con su familiares, claro que estaba alegre de verlos y pasar las vacaciones con ellos, pero su mente estaba en otro sitio. Se estaba volviendo loco por la ausencia de Dazai y lo peor era que no quería verlo, no quería llorar frente a él y suplicarle que lo viera como alguien que podía hacerlo completamente feliz.
Era patético como se mordía las uñas cada que el tema de su situación romántica salía a flote. No planeaba hacerlo obvio, pero fué inevitable saber que algo anda mal con el joven.
Su hermana fue la primera en notarlo, y decidió no hablar de ellos hasta que Chuuya estuviera listo. "Hablar de ello" no podía siquiera pronunciarlo sin sentirse perdido y miserable.
Parecía que el mundo se caía a pedazos y él trataba de darle sentido a todo lo que vivieron juntos. ¿No eran una pareja? No, pero tuvieron algo, hicieron cosas juntos además de tener sexo, se había entregado más allá de lo carnal, y deseaba poder decirlo con orgullo.
—Lo mejor será que regrese unos días antes, quiero visitar a alguien —su frase fue la razón que detuvo la cena—. Es un amigo, quiero ir a verlo, vive cerca de la ciudad.
Su madre sonrió—. Nunca antes nos habías hablado de tus amigos —dijo risueña.
—Apuesto a qué es una chica —agregó su padre.
—Es un hombre, es un amigo que me gusta —replicó el menor—. No quiero entrar en detalles, solo iré a verlo y después no sé, tal vez regrese a casa.
—¡¿Vivir aquí?! —Kōyō saltó de su silla por la sorpresa—. Que buena noticia, me hace falta mi hermanito…Espera, ¿Qué hay con la universidad?
Nakahara suspiró—. No lo sé, será más difícil pero…
—¿Por qué estás tan triste? —cuestionó su madre con las manos cruzadas.
—No se trata de eso, yo quiero…—nuevamente fue interrumpido por su padre.
—Me parece que necesitas sacarlo, puedes hablar con nosotros, solo no menciones nada muy gay ¿A él le gustas?—sus bromas normalmente serían bien recibidas por su hijo, pero ese día no fue así.
—¡Solo déjenme hablar! —todos sabían que tenía problemas para gestionar la ira, pero intentaba contenerse con su familia—. ¡Dejen de hacer jodidas preguntas, porque no lo sé!
Kōyō frunció el ceño—. Oye, cálmate, solo queremos saber si estás bien, no tienes que ser tan grosero.
—Solo está vez les pido su apoyo sin tener que explicar algo, y no pueden hacerme ese favor —su arrogancia floreció por la falta de claridad. El joven cayó rendido sobre su silla moviendo la cabeza negando—. Lo siento, lo siento mucho. Yo solo necesito que no me juzguen…lamento haber gritado.
Esa actitud era más dócil que la habitual, normalmente pasarían horas y horas peleando sobre quién tenía razón y al final se disculparían sin darle mucha importancia. La mujer más mayor curvó sus labios con una sonrisa.
—No lo hacemos. Y si quieres volver a casa puedes hacerlo cuando quieras, pero si quieres mudarte podemos pagar otro departamento, uno aún más cerca de la universidad —apretó la mano de su esposo delicadamente para persuadirlo de sentarse—. Por eso tú padre ha trabajado tanto, para ayudarlos a ambos.
El de ojos azules asintió mientras cubría su cara con las palmas para esconder su vergüenza.
—Si quieres traer a tu amigo, puedes hacerlo, a papá no le molesta que sean afeminados, solo que les guste el fútbol —Kōyō trató de hacer más ameno el ambiente.
El más alto soltó una carcajada—. Es porque Chuuya ya es afeminado, y si adoptan niños ¿Quién les enseñará a jugar fútbol?
—Pensaré si debo mudarme.
Solo Dios sabía lo mucho que se agitaba su corazón cuando Dazai estaba cerca. Chuuya quería estar a su lado, y dormir en sus brazos para siempre, deseaba poder besar su hombro en las mañanas y pasear sus manos por lugar donde solo lo hacen los amantes. Bueno, esos deseos no eran nada comparados con el miedo que le impedía avanzar hasta la puerta del edificio.
El pensamiento de ser rechazado nuevamente casi lo hizo esconderse, pero no le importaba ser arrastrado por Dazai, y sí se lo pedía, se dejaría romper una y otra vez el corazón, se tragaría todas sus lágrimas. Se convertiría en un buen perro para Osamu.
La casera revisaba el correo de algunos inquilinos, entre ellos el del castaño—. Oh, hola Chuuya, ¿Cómo están tus padres?
—Bien, parece que se volvieron más flexibles conmigo —sonrió un poco confundido por el ceño de preocupación en la mujer—. ¿Ocurre algo?
—Tu vecino no ha salido desde hace unos días, bueno, ni siquiera sé si está en casa —respondió en su suspiro—. Eres su amigo ¿Cierto? ¿Podrías dejar estás facturas en su puerta? Le han dejado un montón de recibos y paquetes.
El semblante de Chuuya cambió en un segundo cuando recibió los sobres con el nombre del muchacho—. C-claro, debo subir mis cosas —ni bien entró al elevador su respiración se aceleró—. Quizás está afuera por vacaciones con Sakunosuke —las puertas metálicas se abrieron en su piso y arrastró sus cosas desganado. Se suponía que se mudaría en menos de diez días que marcaban el final de su contrato inicial, pero si Dazai no llegaba en ese tiempo ni siquiera podría despedirse.
Abrió su puerta y comenzó a sacar los recipientes con comida que su madre le envió. Uno de ellos tenía un poco de cangrejo y arroz blanco. Tomó los recibos de Dazai y salió solo para quedarse frente a la puerta contigua, tocó un par de veces antes de deslizar los papeles por debajo del pórtico.
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Los golpes en la puerta hicieron que Dazai caminara torpemente hacía ella. Usaba la misma ropa desde hace días, un pantalón corto de algodón y una camisa sin mangas gris. Soltó un gruñido cuando vió las facturas deslizarse, pero no por enojo—. Lamento no haber bajado, no estaba aquí —su voz se apagó al segundo de abrir un poco la puerta y ver a Nakahara frente a ella—. C-chuuya.
—La señora Kimura me pidió dejarte eso y yo te traje esto —estiró la comida y al no ser sostenida por el contrario pasó a su departamento casi violentamente para dejarla en la mesa—. ¿Estás bien?
—Sí, y si me disculpas quiero estar solo —aún con las ojeras marcadas y los labios resecos se atrevía a mentir.
—De acuerdo —antes de salir parecía dudar si hacerlo o no—. Solo escucha lo que quiero decir. Voy a mudarme y quería verte porque no fue correcto mucho de lo que hice, y no me justifico pero eran muchas cosas y tú…yo solo lo lamento, no debí querer más de tí —hizo una pausa cuando el más alto bajó la cabeza—. No fue tu culpa no corresponderme, pero ya no quiero sentirme así, y no puedo verte y fingir que no siento algo por tí —al ver qué no había respuesta suspiró ruidosamente—. Te dejo, debo hablar con la señora Kimura…—su mano fue firmemente sostenida por el castaño y después un susurro bajo llegó a sus oídos—. ¿Qué pasa?
—¡Yo quería tener esa cita con Chuuya! —su voz sonaba rota—. Fue el tráfico, quise llegar y verte ahí pero ya no estabas, no fue intencional.
—No tienes que decirlo, te dije que estaba bien —para el más bajo no fue difícil ver qué lloraba gruesas lágrimas, así que lentamente se acercó para rodear su cintura recargando su frente.
Y como un pequeño palillo de madera, se quebró—. ¡No quería tener un trío, pero Chuuya estaba distante! —jadeaba cómo si necesitará parar de hablar o llorar—. Lamento mucho lo que le hice a Chuuya…yo no tenía idea de cómo te sentías conmigo —sus manos se agarraron de los hombros del mayor, sus uñas comenzaron a marcar medias lunas cada vez más profundas—. Lamento ser un arrogante hijo de perra para pedir disculpas, nunca lo hice. Pero me siento muy solo sin Chuuya, y es difícil.
Nakahara no podía soportar su propio peso, y se fue deslizando junto al castaño hasta que sus rodillas tocaron el suelo—. No fue solo tu culpa, también me siento mal por actuar así, no quería alejarte de mí —su voz era baja, un susurro para que Dazai fuera el único que pudiera escucharlo—. No es suficiente, pero te quiero, de verdad lo hago.
Aún sollozando en su hombro, Dazai pudo formular unas cuantas oraciones más—. Quiero tener una cita con Chuuya, quiero que se quedé conmigo más tiempo, que me recuerde lo bien que me veo y que me abrace —su palabras fluyeron tan fácilmente que se arrepintió de no decirlas antes—. ¿Es egoísta decírtelo después de causarte dolor?
El de ojos azules negó suavemente—. Podemos ser un poco egoístas…nos lo merecemos —sus palmas paseaban por la piel desnuda de sus brazos hasta su rostro, solo para alzarlo y mostrarle que él también lloraba—. Me gustas —y con delicadeza plantó un beso en su nariz sonrojada—. ¿Cuánto llevas sin comer? —con sus manos temblorosas lo ayudó a ponerse de pie—. Te traje cangrejo, es tu favorito.
El más alto siguió llorando mientras era llevado a la silla, y sollozó más fuerte cuando le ofreció la comida con un tenedor—. ¡No merezco a Chuuya!
—Cállate, lo arruinas si lloras así —murmuró el mayor—. Solo come, yo me encargaré del resto por ahora.
—¿Y sí te despiertas y te das cuenta que yo no soy lo que esperabas? —preguntó asustado—. ¡¿Y qué harás si ya no te gusto?
—Ya te dije que yo me haré cargo, incluso si no quieres lo haré —tomó asiento a su lado y sostuvo su mano—. Me esforzaré por esto, por tí, espero que hagas lo mismo y si no es así, al menos puedo decir que no soy un cobarde, porque te dije lo que siento —mordió levemente su labio—. Sé que no te gusta ceder el control de nada, pero deja de ser tan testarudo conmigo, soy un adulto, sé lo que me hace bien.
"Lo que me hace bien" el joven delgado se abalanzó para quedar sobre su regazo—. ¡No me meteré en problemas! ¡Te haré sentir bien!...prometo no ser una molestia.
Chuuya solo quería callarlo para poder alimentarlo y llevarlo a darse un baño, porque sinceramente apestaba—. Ahora solo debes preocuparte por comer, mi madre preparó esto.
De mala gana giró y clavó el cubierto en su boca y siguió así hasta devorar todo lo del fondo—. Es rico —dijo con la boca llena—. Sabe mejor si le quitó la comida a Chuuya.
Nakahara suspiró profundamente antes de cargarlo al mero estilo princesa—. Debemos darte un baño, hueles mal, ¿Hace cuánto no tomas una ducha?
—¡N-no es cierto! —el más alto sintió tanta vergüenza que escondió la cara en el hombro de Chuuya—. Tal vez hace una semana.
Sin perder el tiempo, Chuuya lo dejó en el baño y él salió a buscarle ropa, esperó pacientemente en el pequeño pasillo hasta que salió solo con una toalla en la cintura—. ¿Te tallaste? No tardaste nada.
—Déjame en paz, lo haré después —indignado dejó que el mayor se agachara y le pusiera la ropa interior, también se quedó quieto cuando le puso una camisa limpia y un pantalón suave—. ¿Qué hora es?
—Casi la ocho de la noche —respondió el pelinaranja arrastrándose a ambos hasta la habitación de Dazai. Se aseguró de acomodarlo en la cama—. Duerme un poco, limpiaré este lugar, es un asco.
El más delgado se aferró a sus brazos para detenerlo—. Limpiar puede esperar un poco ¿Verdad? Duerme conmigo un rato, o solo acuéstate hasta que me duerma.
Resignado hizo lo que le pidió, se quitó los zapatos y se arropó junto a él. De frente a frente podía ver aún más de cerca las grietas en sus labios, también algunas lesiones que seguramente fueron provocadas por mordeduras que él mismo se daba—. Oye, ¿Por qué nunca me dijiste que te gustaba?
—Chuuya no sabe mucho de mí porque no lo deje saberlo, pero no soy bueno con las relaciones, nunca he creído que la merezca —sus palabras eran cada vez más bajas—. Así que si quieres huir puedes hacerlo, no te culparé.
—De verdad eres tonto —el de ojos azules soltó una risita burlona antes de dejar un suave beso sobre los labios del otro—. Mereces que te quieran.
Los ojos chocolates se abrieron un poco más por la sorpresa—. El pequeño Chuuya actúa como un adulto sabio… —al ver la mueca de enojo corrigió sus palabras—. No eres pequeño en lo que importa.
—Cierra la boca, caballa apestosa.
—¡Babosa pequeña!
Después de unos cuantos insultos y gritos, Dazai se quedó totalmente dormido abrazado a Chuuya, quien difícilmente alcanzó su celular y le escribió a sus padres "Me quedaré aquí, ya gastamos en el depósito".
Este es de alguna forma el final, pero planeo subir un epílogo mañana y un especial después.
Espero que les haya gustado, la verdad que sentí mucho peso en mi corazón cuando escribí su reconciliación.
-Honey
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