𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘁𝗿𝗲𝗰𝗲 - 𝗫𝗜𝗜𝗜
Estaba siendo un día bastante deprimente en la vida de Dahlia. Max y Once probablemente estarían por ahí pasándolo bien, Y ella solo estaba tirada en su cama. Desde su punto de vista, todo era una puta mierda.
El universo tampoco ayudó a subirle el animo, pues se pasó todo el día lloviendo, una típica tormenta de verano. Joyce le propuso varios planes para hacer juntas, y Will la invitó para irse a dormir a casa de Mike, pro Lia rechazó ambos planes. Solo quería convertirse una con sus sábanas y poder dejar de existir.
Empezó a replantearse que tal vez debería de haber ido con Will por la noche, así aunque sea podría haber pensado en alguna otra cosa que no fuera Max.
Ya era tarde, pero de todas formas no perdía nada por intentarlo. Se puso un chubasquero y salió a por su bicicleta, llevándose una sorpresa cuando la vio junto a la de Will. Nadie había abierto o cerrado la puerta en las últimas horas, así que solo había un lugar en el que el chico podría estar.
Corrió hacia los árboles, preocupada por su hermano. Sabía perfectamente como llegar, podría hacerlo incluso con los ojos cerrados. Cuanto más cerca estaba más fuertes se escuchaban los ruidos.
Cuando llegó, se encontró con un Castillo Byers destrozado, y al chico arrodillado enfrente del desastre. Llorando.
—¡Will!
El chico se giró rápidamente, asustado por el grito. Aunque él pensó que sus lágrimas no se distinguirían de las gotas, Lia se pudo dar cuenta fácilmente.
—¿Qué ha pasado? —preguntó preocupada, ocultando su molestia por ver su antigua casa hecha pedazos.
El joven Byers iba a responder cuando sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral hasta su nuca. Subió su mano hasta ella, finalmente confirmando lo que había estado temiendo todo ese tiempo.
Fue entonces cuando sus amigos llegaron, Mike y Lucas. Pero Will no les dejó decir nada más, no había tiempo para tontas discusiones.
—Ha vuelto.
[...]
—Al principio no le di importancia, No sé, creo que no quería creerlo. —hizo una pausa—. La primera vez que lo noté fue en el día de los muertos.
—Aquel día también se fue la luz.
—Y luego volví a sentirlo el día siguiente en el campo, cerca de la granja Nelson. Y otra vez ayer junto al castillo Byers.
—¿Y qué es lo que sientes? —preguntó Max.
—¿Sabéis cuando caes en picado en la montaña rusa?
—Claro.
—Sí.
—No —respondieron Ce y Lia.
—Es como si todos los órganos de tu cuerpo se encogieran todos a la vez, pero esto es peor. El cuerpo se enfría y no puedes respirar. Lo he sentido otras veces, cuando él estaba cerca
—¿Quién estaba cerca?
—El azotamentes.
—Yo cerré el portal.
—Sí pero, ¿Y si él no lo cruzó? ¿Y si le encerramos aquí con nosotros?
Will cogió una hoja de papel y la puso en la mesa, mientras tanto todos los demás lo rodearon para escucharlo.
—Esto es él, en su totalidad —dibujó una mancha negra con unas patas raras—. Pero ese día en el campo una parte de él se adhirió a mí —pasó la mano por el carbón del lápiz, dejándola negra—Mi madre me lo arrancó. Y once cerró el portal —esta vez le dio la vuelta a la hoja y puso su mano sobre ella, manchándola con el carbón—. Pero, ¿Y si la parte que se quedó en mí sigue dentro de este mundo? En Hawkins.
—No lo entiendo, los demoperros murieron cuando Ce cerró el portal —dijo Max con confusión—. Si el cerebro muere el cuerpo muere.
—No podemos arriesgarnos, debemos suponer lo peor —dijo Mike—. Que el azotamentes a vuelto.
—Sí, y en ese caso querrá adherirse de nuevo a otra persona.
—Un nuevo huésped —explicó Lia.
—¿Cómo se sabe si alguien es un huésped? —preguntó Once, recibiendo las miradas de todos.
[...]
—No lo sé, a mí me parece normal —dijo Max usando los prismáticos para espiar a Billy.
—¿Normal? ¿Cuantas veces lo has visto con la camiseta? —cuestionó Lucas.
—Bueno, es un pelín raro.
—Más que un pelín. Estaba en una bañera de agua helada, al azotamentes le gusta el frío —explicó—. Más todo lo que vio Ce.
—Pero está sentado en la piscina, que es lo menos azotamentes del mundo —dijo Max frunciendo el ceño.
—No necesariamente —los cinco chicos se giraron para mirar a Will—. Al azotamentes le gusta esconderse. A mí solo me usaba cuando me necesitaba. Es como estar dormido, y de repente cuando te necesita —dirigió su mirada a Billy—, te activa.
—Vale, entonces esperaremos a que se active —sugirió Max.
—No, ¿Y si le hace daño a alguien? —Mike.
—O mata a alguien.
—No podemos arriesgarnos. Tenemos que averiguar si el es el huésped —continuó el azabache antes de empezar a andar.
—¿A dónde vas? —preguntó Once confusa.
—Tengo una idea, solo para chicos —tanto Lucas como Will lo siguieron.
—¿En serio?
—¡Es mejor para vosotras! —gritó antes de irse.
—Genial —murmuró Lia, caminando hacia el árbol más cercano, donde se dejó caer.
Once levanto los brazos en señal de rendición y tomó los prismáticos para seguir espiando al hermano de la pelirroja.
Max se giró para ver a Lia. No lucía como siempre, estaba apagada. Normalmente hubiese soltado alguna broma graciosa, pero quedarse callada en un momento como ese no era propio de ella. Y Mayfield sabía que era su culpa.
—¿Estás bien? —preguntó sentándose a su lado.
—Perfectamente —contestó sin mirarla.
—Pues no te ves bien.
—Entonces deja de mirarme —hablaba de manera muy seca.
Max sintió un nudo crearse en su garganta. Era su culpa, y quería remediarlo, pero su orgullo se lo hacía todo más difícil.
—Lo siento, Lia —murmuró Max. Y antes de que la rubia pudiese contestar, Maxine prosiguió—. Lo siento. No debí haberte hablado de esa manera, y mucho menos hacer lo que hice. Actué sin pensar porque estaba enfadada, y pensé que era lo correcto. Pero jamás me había arrepentido tanto con algo. Y... Dios, soy muy idiota.
Dahlia la observó unos segundos. Esta vez sus ojos eran suaves y comprensivos.
Agarró gentilmente la mano de la pelirroja y entrelazó sus dedos. No se habían dado cuenta hasta ese momento de lo cerca que estaban. Lia sacó algo de valentía.Cada vez estaban más cerca. Sus labios se rozaban. las respiraciones tuvieron tiempo de mezclarse. Max gritaba internamente con el corazón a punto de estallar, pero un grito de Lucas causó que ambas se separasen de inmediato.
[...]
—Max —susurró Billy mirándola fijamente.
Lia también la miró, y pudo sentir su dolor.
Max intentó endurecer su rostro. Luego miró a Will y este comprendió que debía seguir con el plan. Caminó hasta el termostato de la sauna y lo subió al máximo. Se apartó lentamente sin dejar de mirar a Billy. Lia se acercó a Max y agarró su mano para brindarle su apoyo.
—¡Max, déjame salir! —gritó su hermano pegando un golpe a la puerta— Déjame salir. Niñatos, ¿Creéis que tiene gracia? ¿Creéis que es una broma cojonuda? —justo al acabar escupió a la ventanilla y golpeó la puerta con furia— ¿Os parece gracioso idiotas? ¡Abrid la puerta! ¡Abrid la puerta! ¡Abrid la puta puerta! —dio un estruendoso golpe provocando que todos dieran un salto del susto.
Todos se quedaron en silencio. Lo único que se empezó a escuchar fueron los sollozos de Billy. ¿Quien diría que Billy Hargrove podría llorar?
—Está a cien grados —confirmó Will.
—No es culpa mía, no es culpa mía Max. Te lo prometo no es culpa mía —Mayfield soltó suavemente el agarre de Lia y caminó hacia la puerta.
—¿Qué no es culpa tuya Billy?
—He hecho cosas, Max, cosas. Muy malas. Y no era mi intención. Él me obligó a hacerlas.
Dahlia miró por encima del hombro de Maxine. Billy estaba de rodillas, sollozando con las manos juntas, suplicando comprensión. Su corazón se encogió y apartó la mirada.
—¿Quien te obligó a hacerlas?
—No sé, es como una sombra. Como una sombra gigante —contestó él—. Por favor, Max —sollozó de nuevo.
—¿Qué te ha obligado a hacer?
—¡No es culpa mía, Max! Créeme Max, intenté detenerle en serio.
Una lágrima resbaló por la mejilla de la pelirroja. Sus manos se cerraron en un puño para después alzar una de ellas y posarla en el cristal. Soltó un leve gemido ahogado y mordió su labio para intentar no romper en llanto. Lia caminó hasta ponerse al menos a un metro de ella, dispuesta a ser la primera en estar ahí en caso de que las cosas se salieran de control.
—Por favor, créeme, Max, no es mi culpa —volvió a decir mientras lloriqueaba—. Por favor Max —su voz era muy pequeña, como la de un niño asustado que en cualquier momento se rompería.
—Billy, todo se arreglará. Queremos ayudarte —dijo con voz temblorosa. Pero tendrás que contarnos, ¿vale? Cuéntanoslo —suspiró—. Te creo Billy.
—Lo noto —susurró Will, haciendo que Mike lo mire— Se está activando.
—Max aléjate de la puerta —dijo Mike sin dejar de mirar a Will.
—¿Qué?
—¡Que te alejes de la puerta! —esta vez lo dijo gritando.
Lia rápidamente tomó a Max del brazo y la atrajo a su cuerpo en el momento exacto en el que Billy rompió el cristal de la puerta.
—¿Estás bien? —preguntó la rubia, recibiendo un tembloroso "sí".
Hargrove golpeaba la puerta con rabia mientras gritaba a su hermana. Después agarró la vara que bloqueaba la puerta y la lanzó hacia las chicas. Lucas lo tiró al suelo a tiempo con su tirachinas y una piedra que le dio en la frente.
Después de levantarse siguió tirándose contra la puerta, y a pesar de la cadena logró escapar, causando que todos los chicos dieran un paso atrás, quedándose con Lia y Once delante para protegerlos.
La castaña fue la primera en actuar, lanzó una pesa contra Billy y lo dejó con la espalda pegada a la pared de ladrillos. Sus manos se apretaban contra la vara de la pesa hasta que consiguió apartarla, demostrando ser más fuerte que ella y lanzándola en su dirección. Ce cayó al suelo y la agarró del pelo mientras ella soltaba un rito ahogado.
Lia no esperó a que Billy hiciera nada más y lo lanzó contra la pared. Pero cometió el error de agacharse a ayudar a su hermana, dejando a Hargrove vía libre para agarrarla del cuello. El rostro de la rubia comenzó a ponerse morado rápidamente. Su boca estaba abierta en busca de aire, pero al no poder la desesperación solo crecía.
Max, al darse cuenta de que su hermano ya no era el que estaba controlando su cuerpo, cogió una vara de metal y sin dudarlo la golpeó contra la cabeza de Billy. En consecuencia soltó a Lia y ella cayó al suelo.
—¡No la toques, pedazo de mierda! —gritó dispuesta a golpearle de nuevo mientras estaba en el suelo. Pero el chico logró tomarla y romperla fácilmente en un puño.
Billy estuvo a punto de pegarle un puñetazo a la pelirroja cuando tanto Once como Dahlia se unieron para levantarlo del suelo. Levitaba unos grandes centímetros sobre el suelo. Ambas rugieron y Billy salió disparado hacia un lateral, rompiendo la pared de ladrillo y saliendo de ese recinto.
Finalmente el cuerpo de Lia se relajó. Respiraba pesadamente y la sangre que aún cubría su nariz dificultaba aún más esa acción. Limpiándose con la mano dejó que todo su peso recayese de golpe sobre la pared que tenía detrás de ella. Entre sollozos y miedo se fue desvaneciendo.
—¡Lia! —Max corrió hacia ella con preocupación en todo su cuerpo.
Sin pensarlo dos veces Maxine rodeó el cuerpo de la rubia con sus brazos, y Byers rompió en llanto. Mayfield también quería llorar. No por Billy, si no por el miedo que había sentido cuando la persona a la que más quería en el mundo estuvo a punto de morir asfixiada frente a sus ojos.
Max se prometió cuidarla de verdad esta vez.
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