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Seguir sus instrucciones era para lo único a lo cual le rendía tributo y sinceramente para lo único que servía, su único propósito en la vida y para lo cual fue diseñado, soñado y añorado tanto por aquel rizado que parecía dormitar sobre aquella mesa barnizada con la tinta corrida sobre el papel.
George lo miró atento, viendo con mayor detenimiento a su amo, señor y creador, el que le dió vida con escasos años de vida ante su sentimiento de soledad, pero ahora era un hombre adulto y no sabía si habría mucha diferencia pero estaría para lo que necesitara, lo que Robert le pidiera lo haría sin lugar a dudas, no pondría queja y siempre acompañaría su movimiento de cabeza obediente con una amplia sonrisa mostrando sus prominentes colmillos largos blancos como la leche en su estado más puro.
──¿Robert? ¿Estás despierto?.── Preguntó el más alto moviendo el hombro del mencionado.
Al escuchar aquella voz que resonó en lo más profundo de su subconsciente, Bob se despertó de golpe sintiéndose mareado por lo abrupto de la acción y algo desorientado buscó de dónde venía aquella voz, ya pensaba que se había vuelto loco y estaba imaginando cosas cuando vió aquello que solo existía en su mente soñadora, su pequeño niño interior que se sentía solo y había creado a ese chico joven delante suyo. Se frotó el rostro con bastante insistencia y se aseguró que había fumado cigarro y no marihuana, pero de verdad había deseado que lo que había consumido hubiera sido esa droga porque no encontraba explicación a la presencia física y material de aquella creación suya.
──¿George?.── Resonó aquella voz ronca y desconcertada poniéndose de pié enfrente del chico.
──¡Si! Hola Robert ¿Cuánto tiempo pasó? Parecía ayer cuando nos sentamos debajo del sauce y tocabas la armónica para mí.── Dijo con una sonrisa risueña teniendo sus manos apretadas entre si.
──Han pasado... Pasaron muchísimos años pero no entiendo... No entiendo la razón de que estés aquí.── Dijo aún más confundido extendiendo su mano para poder tocar su piel y comprobar que era real y en efecto lo era.
──Me necesitas, siempre aparezco cuando me necesitas, cuando estás solo y quieres tener a alguien que te escuche, ahí es cuando aparezco, para servirte y hacerte feliz, eso hacen los amigos ¿Lo recuerdas?.── Le preguntó divertido el chico inclinando su mejilla contra la palma de la mano del rizado sintiendo tras mucho tiempo su calidez.
──Habías quedado olvidado en mi estantería... Robert siempre te necesitó... Era un niño solitario que quería tener alguien que lo escuchara... Pero no sé si Bob quiera eso.── Sabía que hablaba en tercera persona pero es que muy en el fondo le alegraba tanto ver qué el otro era real que por una ley o algo sacado de los cuentos más ñoños de la literatura que si deseas algo con mucha fuerza se cumple.
──Bobby suena más lindo, como un perrito ¿No? Pero no importa las veces que cambies tu nombre, siempre serás el mismo y yo sé que me necesitas, estoy para servirte, ser tu modelo, fuente de inspiración, compañía silenciosa o ruidosa, lo que desees de mi lo tendrás.──
Y en efecto todo lo que el rizado le pidiera lo haría sin duda alguna, era su propósito a final de cuentas, solamente había que tener cuidado con lo que se llegaba a desear y soñar en ese basto mundo en dónde todo es posible.
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