04
Luego de largas semanas dónde el íncubo parecía enloquecer por la espera, Killua tuvo que calmarlo. Gon parecía que iba a saltar al techo por el desespero de no saber qué día podían hacer acto de presencia hasta que un mensajero del hospital llegó para decirles que podían pasarse esa misma tarde.
Apenas el albino escuchó la noticia, el moreno prácticamente voló para alistarse.
—Rápido, rápido, rápido, así ya te ves bien. —prácticamente lo arrastra fuera de la casa, el hospital estaba lejos pero sentía que podía volar por horas, se elevó junto a su pareja y casi que parecían estar jugando carreras para ver quien llegaba más rápido. Gon da vueltas a su alrededor entre risas, realmente feliz de que la larga espera termine.
Apenas aterrizaron frente al lugar, los demonios voltearon a verlos, pero no tenía tiempo para eso. Nuevamente el pálido fue llevado por su novio sin tener oportunidad de reaccionar hasta terminar en el consultorio de Leorio dónde una secretaria los recibió indicándoles dónde debían dirigirse. La mano que tenía entrelazada con Gon temblaba sin parar, así que la acarició hasta que quedaron frente a la puerta donde el moreno no perdió el tiempo y antes de que Killua tocara la abrió.
El médico dentro estaba fumando cerca de la ventana y al verlos entrar de golpe casi se traga el cigarro, la pareja tuvo que ayudarlo. —Lamento eso. —se agarra de la garganta, —Pensé que llegarían más tarde, Killua me informó que su domicilio está realmente lejos. —explica mirando mal a su amigo que intenta explicarle con la cara de que en realidad, decía la verdad, solo que Gon no entiende de distancias cuando está muy apurado.
El joven íncubo estrecha la mano con Leorio mientras ambos se analizan un poco, —Un placer, mi nombre es Gon, gracias por haber caído en el Infierno. —como es su hogar de nacimiento pues no le parece la gran cosa, pero parece que a los dos que si fueron humanos ese tipo de agradecimiento les levantó los vellos de los brazos.
Killua saludó aún algo apenado por entrar de esa manera, pero eso quedó de segundo plano cuando tomaron asiento. Después de que se presentarán nota como el doctor de su gesto común amigable y buena persona torna a una expresión seria, mientras apoya los codos sobre el escritorio.
—Gracias por recibirnos, Gon estaba como loco por venir. —dice el albino que recibe un golpe en la pierna por la cola de su pareja.
—Jeje, me imagino. —relaja la postura solo para reír, no quería parecer tosco, —Según entiendo, vienen para hacer una consulta un poco complicada... Hijos, con un íncubo. —mira a la pareja que inconscientemente tragan saliva, —Actualmente si es posible que esto ocurra, es un proceso complejo, pues se requiere de una cirugía casi completa en tus órganos reproductivos, por qué si, los tienes, pero no están "activados"—explicarlo era complicado y ver cómo al pobre moreno parece que le sale humo de la cabeza le hace gracia. —Los súcubos e íncubo tienen los órganos reproductivos necesarios. —enseña una hoja con el dibujo de la anatomía interior de una mujer, —El problema es que por su creación hay cosas donde no tienen utilidad por estar subdesarrollados o por no poseer la activación necesaria.
—Entonces, si es posible un embarazo pero... ¿Es algo que tomaría mucho tiempo? —trata de resumir al ver a su pareja algo perdida por las explicaciones. —¿No hay riesgos? Ya que sabes sobre eso, me gustaría estar informado lo mejor posible.
—Descuida, solo debo revisar a Gon para darte un pronóstico más acertado, pero lo más probable es que sea por la falta de activación, rápidamente se resume en que haremos que tu vagina. —mira a Gon, —Entre en su ciclo menstrual. —el moreno pestañea impresionado de lo dicho.
Killua se queda más pálido de lo normal, no por preocuparse demasiado. Simplemente va por el lado de considerar todos los antojos, cambios de humor que eso implicaría. Ni hablar de cómo podría ponerse con el sexo. —"Creo que ahora sí estaré seco de verdad"—
Leorio no puede evitar reírse por su gesto, perdido en el limbo mientras parece que su inexistente alma sale por su boca.
—Ven mañana por la tarde, haremos tu revisión para cerciorarnos de que todo esté bien, ¿tienes algún médico de confianza?—pregunta Leorio directamente a Gon.
—Es un amigo, se llama Kurapika. —le explica, el rubio es bueno en toda clase de medicina, incluso la delicada, pero no posee títulos ni un lugar fijo donde atender, porqué es un íncubo.
—Está bien, puedes traerlo si con eso te sientes más cómodo, será un ultrasonido, revisaré que no haya complicaciones y con suerte la semana que viene podremos pasar a la operación.
En el día de la revisión Killua se quedó afuera esperando mientras entraban Kurapika y Gon a la consulta, prefería esperar unos minutos antes de que le indicaran que podía pasar para no estorbar ya que tenían cosas que hablar primero. Leorio estaba preparado mientras conversaba amenamente con el rubio, Gon estaba recostado usando una bata. Al notar sus nervios el doctor le sonríe para ponerse manos a la obra.
—Descuida. —le agarra la mano, realmente nunca habían ido a consultas médicas, solo Kurapika se encargaba de ellos desde muy pequeños, aunque por suerte, nunca tuvieron ninguna enfermedad incurable, —Será rápido, mira la pantalla si eso te distrae. —el médico coloca lubricante en el aparato, debía revisar que todo estuviera en orden.
Con el paso de los minutos a Gon ya se le hacía incómodo tener esa cosa fría y metálica, pero lo aguanta para que termine lo antes posible, —No se ven verrugas alarmantes, las bolitas de aquí aparentan ser normales. —tanto Kurapika como Leorio se hablan en un idioma que Gon no comprende, demasiados tecnicismos médicos.
—Tienes un útero de buen tamaño y no tendrías complicaciones con el parto. —eso fue una de las pocas cosas que pudo entender el moreno. El rubio lo miró riendo de su gesto que cambiaba de confundido a uno calmado.
Pronto fue limpiado y el aparato hizo un sonido raro, dejando salir una hoja con todas las indicaciones de su cuerpo.
—¿Te acompaño a cambiarte?—pregunta Kurapika a Gon al verlo un poco desorientado, pero el íncubo niega suavemente y cierra las cortinas.
—¿Entonces podre tener a mi bebé?—ambos médicos ríen.
—Sí, la operación será sencilla, tu útero aún no puede cumplir del todo, pero para eso comenzarás a tomar algunas hormonas femeninas que harán crecer el recubrimiento interno del útero, una vez alcance su tamaño adecuado tienen prohibido tener relaciones sexuales, es necesario que el tejido se rompa para que la sangre salga y así asegurar que el ciclo empezó y no es simple acción de las hormonas. —el rubio lo comprendió y Gon no del todo.
—Descuida, te lo explicaré mejor luego del tratamiento y la operación. —consuela Leorio al verlo salir vestido, abriendo la puerta.
Killua sonrió al ver a Gon, que le dejó un beso en la frente. El médico le indicó al albino para hablar con él un momento sin salir de la habitación, entonces entró a la consulta para escuchar lo que había explicado anteriormente.
Aunque vio el lado positivo sabía que sería un proceso dónde tenían que tener mucho cuidado, se alegraba mucho de que no hubiera ninguna complicación así que después de despedirse salieron del hospital.
—Tendré que comprar varias botellas de sangre. —Gon suspira mientras vuelven volando a una velocidad más moderada, —Pero, ¡al fin vamos a poder ser padres!—agarra desprevenido al albino en mitad del vuelo para dar vueltas en un abrazo. —Daré todo de mí para que nazca fuerte y sano. —coloca el puño en su pecho con orgullo.
—¿Solo tú?—levanta una ceja insinuando algo con un tono de burla. —Que no se te olvide de dónde vas a sacar la energía. —lo aprieta contra su cuerpo para dejarle besitos hasta que el moreno lo detiene agarrando sus mejillas como si fueran masa.
—Espero que estés preparado, por qué no vas a poder entrar a donde tanto te gusta. —se refiere a su vagina, pero en realidad sabía que su novio podía estar satisfecho con cualquiera de sus entradas, incluso si solo es su boca, —Vas a ser mi comida otra vez. —le da más besos para poder separarse y volar más rápido.
Gon estuvo tomando las hormonas que le indicaron todos esos días, hasta que llegó el momento de la operación. Se sentía extraño por completo y tenía algunos efectos secundarios. Pero ahora los nervios eran lo que dominaban su cuerpo y mente, tomaría varios minutos dónde hasta Kurapika se hizo presente. Zushi e Ikalgo estaban enterados pero llegarían tiempo después para apoyar.
A Killua se le había negado entrar para mantener el lugar lo más liberado posible, el personal tenía una presión gigante encima, la pareja del soberano está ahí, en sus manos, para poder traerles al primer niño hijo del Dios de las tinieblas. Si tiritaban corrían el riesgo de ser asesinados.
El moreno fue anestesiado, y sus amigos y pareja que esperaban fuera estaban entre tranquilos y nerviosos, incluso cuando llegaron Zushi e... Ikalgo... Kurapika casi lo hecha por no reconocerlo, no era el pequeño ángel sin plumas, ahora era más un demonio de cuernos pequeños y cabello rojo. —El cielo debe ser un desastre ahora. —menciona el joven ahora pelirrojo, —Dios no ha hecho mención alguna de lo que hacer contigo, seguramente está vigilando tu accionar y de momento lo aprueba.—le dice al albino con una sonrisa.
—Mientras no me jodan, entonces no tengo que preocuparme. —suspira cruzando los brazos. Esperaba con cierta inquietud, las horas pasaron hasta que el mismísimo Leorio apareció para hacer que únicamente Killua pasará dejando a los demás afuera.
—Está bien, la operación salió con éxito. Solamente hay que dejar que la anestesia pase y descanse un poco. —le dio un fuerte abrazo alzándolo mientras lágrimas se le escapan y no deja de agradecer. —Ahora su útero es fértil, pero es peligroso que lo intentan ya, debe tener su primera menstruación y eso no ocurrirá si se fecunda el útero. —le explica una vez el ambiente se calmó, debía ser profesional, —Esto es para confirmar que no haya ningún problema a futuro, la operación en reversible por si en algún momento deciden cerrar el proceso y ahora, felicitaciones amigo... Espera un poco más. —se abrazan una vez más para ir a ver a un Gon que duerme como si nada.
Zushi e Ikalgo escucharon las buenas noticias cuando Leorio se fue a avisarles al dejar a Killua solo con Gon. Sonrieron ampliamente hasta que el ambiente tenso cambió por completo a uno relajado, minutos después el moreno despertó y no podía moverse mucho.
—¿Cómo te sientes?— Su pareja le había estado sosteniendo de la mano todo ese tiempo.
—Raro, me duele un poco la panza. —aún había efectos de la anestesia, le pesan los ojos y las alas, que caen a sus lados, —¿Ya acabo todo?
—Sí, descuida. —se acerca para sostenerlo del rostro y besarlo. —Hay que esperar unos días hasta que te recuperes y tengas el periodo. —se vuelve a sentar mientras acaricia su vientre.
—Espero que funcione... Estoy ansioso... —ríe por las acaricias, su marca seguía intacta en su vientre. El momento se vuelve silencioso, dejando descansar al moreno mientras escucha sus pulsaciones en la máquina, imaginando un futuro increíblemente cercano junto al ser que ahora toma su mano con fuerza.
Gon se había recuperado, quizás más rápido de lo usual porque diariamente estuvo tomando de su vitalidad, cosa que no le molestaba mientras no fuera penetración por lo delicado que estaba.
Pero de repente una madrugada dónde estuvieron descansando, se levantó de la cama al sentir algo salir de su cuerpo.
Revisó debajo de las sábanas, temeroso de que tal vez se haya orinado. No fue así, una mancha de sangre que para colmo también se había colado por su muslo interno, no era mucho, pero era obvio por el color de la tela. Se emocionó y de un tirón levantó a Killua de su sueño, —¡Mira, mira, mira!—no hay vergüenza en algo normal, tampoco la hay cuando eso exactamente es lo que estaban buscando, —Espera, espera, tengo que ir al baño, es incómodo, ven. —primero lo agarra del brazo, el pálido está somnoliento, —No, mejor no vengas. —termina soltando su brazo para ir solo al baño, sentándose en la taza del inodoro, se siente extraño, pero ese resultado fue por lo que se mantuvo firme.
Killua había captado el olor de la sangre, pero al ver de qué se trataba se volvió a tirar de la cama bocabajo. —Qué bueno, amor... —segundos después siguió roncando, el baño fue desocupado minutos después y Gon se encargó de limpiar lo que hizo.
Ya no tiene sueño, todo lo contrario, está rebosante de energía, no sabe qué hacer primero porque ve que su novio estaba muy cansado y algo le decía que si se quedaba mucho tiempo con él se le dispararía el libido, de solo estar en el mismo cuarto y con la poca ropa que siempre lleva al dormir su cuerpo le pide estar con él.
Prefirió bajar y desayunar, luego de obviamente colocarse lo necesario para no andar manchando todas las sillas donde se coloque. Pocas veces el silencio se sintió tan pacífico, comienza preparando comida a montones que terminaba devorando una vez emplatados, ignorando la hora.
Minutos después Killua bajó porque su estómago no dejaba de pedirle alimento. Tenía el cabello despeinado, muy despeinado, hacia arriba como si una corriente eléctrica le hubiera pasado encima. Cómo toda una bestia comió lo primero que se le atravesó, que eran cosas que habían en la nevera. Mirando a Gon que se estaba agarrando la panza en el sofá tirado con un gesto de satisfacción.
—Killua ~... Ven, déjame jugar con tu pelo, parece algodón de azúcar. —estira las manitas, con una sonrisa y el estómago hinchado de todo lo que comió, incluso había pedacitos de dulce en la comisura de sus labios.
—Parece que no fui el único que abusó de la nevera. —se sentó en el suelo encima de la alfombra para quedarse cerca, pronto las manos acariciaron su cabello dándole escalofríos placenteros. No se resiste a darle un beso y lamer la superficie de los labios carnosos para limpiarlo, teniendo intenciones de volverse a sentar.
—Es que me agarró mucha hambre, perdón, luego compraré otra vez. —Killua se coloca en el suelo y Gon sigue con las caricias mientras enciende la televisión, pasa las piernas por los hombros pálidos, ahora está más cómodo. Ambos muslos cerca del rostro pálido, le hace cosquillas los hilos plateados.
—Está bien, yo iré. De todas maneras es el primer día y podrían darte dolores, así que mejor quédate. —le acaricia los muslos tomándole los pies. Según tenía entendido era normal que le dieran antojos, así que iría a comprar muchos dulces también.
—Killua es el mejor novio del mundo. —termina acercándose para abrazarle la cabeza con brazos y alas evitando dañarse con los cuernos, —Haces que quiera casarme contigo, tan bonito, apuesto y perfecto. —estaba soñando despierto, después de todo, poco había dormido.
Las mejillas pálidas están rosas, aclara su garganta. Nunca supo asimilar cumplidos, menos palabras tan bonitas. —Cariño, debes descansar. Estás despierto desde hace varias horas. —escucha su sonido de queja pero lo logra sujetar para cargarlo con suma facilidad. —Volveré pronto, ¿sí?—empiezan a luchar por quien cede, Gon no parece querer soltarlo.
—Noo... Yo me quiero quedar contigo, vamos juntos. —se sostiene con todo lo que puede, restregando su nariz por el cuello pálido en cuanto tiene oportunidad, —No me dejes aquí, que estoy solo y me aburro.
—De acuerdo, ¿Quieres que te vista también?— lo acaricia por todo el cuerpo con cariño. Gon huele diferente, quizás es por los cambios que presenta su cuerpo.
—¿Podrías?—se sienta en la cama mientras se desviste, Killua a su espalda le busca algo cómodo que llevar para comprar, intentando ignorar los conjuntos provocativos y diminutos que ahora yacen guardados en una caja. Gon mira eso y sonríe, —Cuando nos casemos te los modelare todos, ¿te gustaría?— ya estaba con lo de la boda en la cabeza y no se le iba a ir a menos que duerma como es debido.
Aunque las orejas pálidas estén rojas, devuelve el comentario mientras toma un pantalón y una camisa. —Tienes muchas ganas de celebrar ya la Luna de Miel. —le sonríe para vestirlo. —Claro que sí, mientras no esté él. —señala a Kon que ya estaba al fondo de la habitación.
—Ehh, Kon tiene que venir conmigo, es de la buena suerte. —estira los brazos para que le pueda colocar la camisa, abriéndole las piernas sutilmente para que pase el pantalón por ellas, —Es que Killua hace que me sienta muy bien y quiero que la Luna de Miel sea increíble también para ti. —una vez vestido se levanta para darle besos, —Voy a buscar mi billetera. — Killua hizo un puchero, no tenía idea de cuánto faltaría para eso, pero se distrajo cuando regresó para terminar de salir. No esperaba llevarse tanta comida, literalmente la mayoría eran cosas que el moreno veía y algunas ni la había probado pero las ponía para comprar igual.
Apenas fue el primer día, los siguientes fueron similares. Gon se podía bastante meloso en ocasiones y luego parecía estar desanimado o gritando maldiciones por los dolores. El albino siempre estuvo ahí para él, hasta que en una noche donde fue a tomar algo se agua no fue capaz de reconciliar el sueño hasta que comenzó a sentarse en la sala; por suerte no había despertado a su pareja; pero tenía curiosidad de practicar a ver qué nuevos poderes podía desarrollar.
Entonces indagó en las películas, por estar al frente del televisor con el volumen bajo, ¿Quizás podía crear una copia de su cuerpo o algo así? Lo imaginó y a los pocos minutos juró que podía hacerse realidad. Cuando abrió los ojos notó que tenía a alguien sentado al frente suyo y no era nadie más ni menos que él.
En estado de pánico, pensó que se trataba de una ilusión pero al tocarlo retrocedió.
Entonces escuchó unos pasos que se acercaban.
—Aguaaa. —Gon suspira mientras baja con los ojos cerrados, estaba cansado, la leve luz de la televisión lo pone incómodo y al mirar a su pareja, en pánico y parado frente a otro Killua que lo miraba con insistencia. Lo ignoró, porqué creyó que estaba viendo mal, al restregar los ojos con las mangas de la pijama esa copia ya no estaba, —¿No puedes dormir?— le pregunta al alterado pálido que se acerca a él, de un aleteo queda a la altura perfecta para abrazarlo y poder tener la mejilla contra los pelos blancos.
—"Eso estuvo cerca"— Devuelve el abrazo con gusto aunque aun asimilando lo que pasó. —No podía, ¿no te despertaste por eso?—camina con él hasta llevarlo cargado a la cocina. Gon niega con la cabeza, —No, no, solo buscaba agua. —ahora está siendo cargado, pero eso no evita que pueda hacer por lo que realmente vino, servirse un vaso de agua.
Esa noche fue particular, ambos se fueron a dormir.
La pareja estaba en la cocina. Preparando algo para comer, en realidad no tenían nada planeado. Solo estaban aburridos y con ganas de inventar con lo que contaban en la nevera. Era un día relativamente tranquilo, el albino tenía un delantal rosado que se arrepentía de ponerse por los comentarios de su pareja dónde decía frases como ''Qué me bese el cocinero''.
Gon corta frutas, manzanas, frutillas, duraznos, todo con la idea de prepararse una ensalada de fruta con el jugo de naranja que acaba de exprimir. Dentro del cajón de los cubiertos se encuentra guardada una pequeña cajita; se debatía cada cinco minutos si era el momento oportuno para sacarla y entregársela, que pacientemente le estaba preparando unos panqueques con dulce y chips de chocolate, como si más de la mitad no se la fuera a comer él. —"No encontraré otra persona en este mundo o en otros que me haga ponerse así, es menos de lo que se merece, debo recompensarlo con el tiempo"—
Killua se quedó mirando atentamente lo que cocinaba hasta que volteó a ver a su pareja. Juró haber escuchado el sonido del cajón, pero no le prestó atención a los brazos bronceados que ahora estaban detrás de su espalda, como si estuviera escondiendo algo. —¿Cariño...?
—Cierra los ojos un momento. —le pide sin mover las manos del lugar, agarrando con un poco de nervios la pequeña cajita negra.
Obedeció a lo pedido y el moreno suspiró.
—Casi nueve años humanos en una relación increíble... Yo... Sé que no es necesario porqué sinceramente incluso sin esto te amaría para siempre pero... —saca la cajita de su espalda, —Puedes abrir los ojos. —las azules gemas estaban por estallar en lágrimas, lo podía notar, un brillo precioso que casi le hace llorar a él también, —Killua Zoldyck, ¿me harías el honor de ser el hombre más feliz de este y todos los mundos al casarte conmigo?—la abre, luciendo un anillo no muy ostentoso, solo un delicado oro.
Quiere hablar pero la emoción es demasiada, así que asiente varias veces y de ver a su novio, ahora prometido, acercarse con la intención de concretar el gesto hace que no aguante el llanto. Le coloca el anillo, siendo ayudado por él mismo que lo carga y dan vueltitas en su lugar hasta que se ven a la cara, después de darse una sonrisa temblorosa por el momento emotivo ambos se besan.
Se quedan en la cocina dándose cariño, a veces deteniéndose para mirar los anillos con sus nombres ocultos, cuando se da cuenta Killua ya no lo suelta, se queda atado a él y a veces los bellos ojos se vuelven a cristalizar y termina acostado sobre él en la cama o el sillón dependiendo la ocasión, —Te amo, te amo, te amo. —deja besos por todo el rostro pálido al momento de ver las lágrimas traicioneras y cuando es la hora de dormir nota al albino un poco obsesionado con la marca en su vientre, no dejándolo escapar de las manos que lo acarician o incluso alzan desde la zona.
El día de la boda fue bastante privada, y en la misma zona donde vivía Gon junto a Killua todo este tiempo. Cómo querían estar con su privacidad intacta, fue la ceremonia en las afueras dónde se veía un lindo paisaje. Leorio apareció después para felicitar a la pareja recién casada, tomando de más dónde sucedió algo gracioso.
—Vamos, si me ganas en esta ronda de cartas, ¡hip! Puedes pedirme lo que quieras. —decía el médico algo ya pasado de copas. —¡Pero si yo ganó, le pondrás a tu futuro hijo Lukia!
Aunque Ikalgo, junto a Zushi y Kurapika, además de Gon sabía que no era buena idea. El albino terminó aceptando y perdió. Que gran manera de celebrar la primera unión en el Infierno.
La ceremonia nocturna fue tranquila, bailaban entre ellos sin importarle lo demás, después de todo, el alcohol hace a las personas ser menos conscientes de sus actos y el temeroso y tímido Killua, ahora baila junto a Gon en un bonito y sencillo vestido blanco, porqué así fue la apuesta con un borracho Zushi, la pareja en vestido se mueven de un lado a otro al bailar. Kurapika habla tranquilo con Leorio e Ikalgo, que resguarda el sueño del más joven de los íncubo al taparlo con su saco.
La madrugada pisa y todos los invitados están dentro de la casa durmiendo en diferentes lados, en las habitaciones y el sillón, incluso Zushi se recostó en el pasillo cuando le dio pereza terminar de subir las escaleras.
Nunca habían bebido tanto en sus vidas.
Killua estaba terminando de limpiar el desastre que fue el día anterior disfrutando de su soledad. Aunque tuviera dolor de cabeza por la cantidad de alcohol que consumió no dejaría su casa así. Gon parecía haber consumido más que él, cosa que le causó gracia. Mientras nadie le estaba viendo usó su clon para ayudarse a facilitar el trabajo.
—Ahhh Pika... ¿Por qué trajiste ese licor?—el moreno recién se está despertando y la cabeza lo está matando, había pastillas ya colocadas en la mesa de luz junto a un vaso con agua. —Jeje, gracias amor. —al tomar lo que se le dejo se volvió a acostar, estirando las piernas mientras se acaricia el vientre marcado, —Wahhh.—feliz gira sobre la cama admirando su anillo y con ganas de salir corriendo a abrazar a su ahora esposo.
El albino recogió los regalos de la boda que no tenía idea de cómo terminaron en el techo de la casa. Dejó salir un suspiro cuando notó que Gon todavía parecía seguir en la habitación así que dejó todo en la sala. Iba a cocinar algo.
Al final no se queda en un sentimiento, sale del cuarto, en vez de bajar las escaleras vuela hasta la cocina para agarrar por la espalda a su esposo y darle besos de buenos días. La cocina es alta, así que termina subiendo hasta los hombros pálidos para sentarse sobre ellos mientras ve a su pareja cocinar, —¿Qué vas a preparar?, ¿Quieres que te ayude?—pregunta desde arriba apretando las mejillas con sus muslos. Las manos contrarias son observadas, el anillo se posa en el dedo anular y Gon sonríe orgulloso.
—¿Qué tal si mejor en vez de desayunar me asfixias con tus muslos?—sostiene las piernas por su cuenta dejando lo que está haciendo para apretarlas contra su rostro a propósito, logrando que haga una mueca graciosa. —Así quiero morir, por favor concede mi deseo.
—Acabamos de casarnos, no puedes pedirme que te mate. —intenta separar las piernas pero no se lo permiten, un mal movimiento y casi se caen para atrás de no ser por las alas de ambos, —Aun están durmiendo, intentemos guardar silencio. —le deja un beso en la cabeza y curvando la espalda se acerca hasta el rostro pálido, —Tenemos toda una Luna de Miel para divertirnos. —susurra y le aprieta la nariz.
Hace un sonido de aprobación, aunque con un gesto infantil. Terminó preparando lo mismo que desayunaron el día que Gon le propuso matrimonio. Solo que esta vez tuvieron la compañía de sus amigos, que parecían estar en otro mundo. El primero en levantarse fue Leorio, que agradeció por la comida mientras le siguió Kurapika que estaba muy despeinado. Necesito de al menos dos tazas de café, una jarra de agua y algo de ensalada de frutas para volver en sí, mientras que Leorio se había recuperado rápido, como si estuviera acostumbrado a ese tipo de fiestas. Zushi e Ikalgo aparecieron como fantasmas casi cayéndose al piso mientras buscaban algo para hidratarse.
—Supongo que ya te irás. —ve como el médico recoge sus cosas y se le nota mejor.
—Sí, muchas gracias por invitarme. —Kurapika también parecía irse a la misma dirección así que la pareja recién casada los acompañó a la puerta.
Despedirse fue divertido y cuando el par más joven logró mantenerse en pie luego de una nutritiva comida también se marcharon. Ahora la casa podía ser limpiada a fondo, platos, ollas y sartenes, el suelo de dentro y fuera, incluso los sillones y las camas usadas.
Comenzaron con el plan de la Luna de Miel, yendo a un distrito muy conocido dónde mayormente iban los súcubos e íncubos para pasar una noche romántica.
Habían muchos hoteles, tantos que no sabían por dónde dirigirse. Y los representantes de cada uno salían a ofrecer los mejores precios y comodidades. Gon es el que conoce más de estos tipos de lugares, rechazando las ofertas e interesándose en otras, siempre tratando de evitar lugares peligrosos o que estén llenos íncubos o súcubos obligándote a estar con ellos para poder entrar.
—El primero tiene las mejores camas, tienen luces, los colchones son cómodos y la tarifa es baja, el segundo tiene jacuzzi y un balcón privado... Después está el tercero, es más caro, pero te dejan comida y bebida, un baúl con juguetes... Pero la cama y el baño son pequeños. —explica el moreno mientras juntos se sientan a beber en un bar bastante concurrido, la mesa con diferentes platos rápidos y bebidas que son cargadas por los empleados cada cierto tiempo, —¿Cuál prefieres?, yo me encargo de los gastos.
—Hum... —Killua mira los panfletos que le dieron de los tres lugares, todos con colores llamativos de neón. Todavía no se había terminado de beber lo que tenía en el vaso con una pajilla. Los separa sobre la barra para observarlos mejor. —¿No quieres probar el jacuzzi?—sube y baja las cejas.
—Creí que elegirías los juguetes. —el tono del albino le es llamativo, uno vulgar, pero él está sorprendido, —Terminemos esto y vamos a pagarlo directamente. —lo agarra sutilmente de la mano y se acerca a su oído para besarlo.
El hotel cuando lo ubicaron era muy lindo. Gon estaba muy emocionado y se le notaba en los gestos, además de la manera obvia de cómo se llevó a Killua al ascensor. Tuvieron una de las mejores habitaciones en el piso más alto, dónde se veía una increíble vista. Debían pasar una tarjeta para entrar y el moreno no tardó en explorar el entorno.
Iba de un lado a otro, a veces dando saltitos u otras volando, la luz central era un candelabro con velas, de momento, apagadas, había luces en la pared de tonos rojizos y violetas, además de una espaciosa cama central que escondía debajo otro colchón. —No creía que el baño sería tan grande. —al pasar juntos se dieron cuenta de que ambos entraban perfectamente, bañera con jacuzzi en el fondo del baño, junto a la ventana que da a la calle.
Como tontos se sentaron en la bañera vacía para comprobar que ambos quepan, con Gon en medio de Killua, —Genial, si entramos. —aprieta el puño de manera adorable. —¿Qué quieres hacer primero?, podemos ver algo en la pantalla frente a la cama, bañarnos...
—Podemos bañarnos para que así me muestres tus lindos atuendos. —acaricia su espalda, sonriendo, usando el tono anterior que utilizó en el bar. Termina por cargarlo para así dejarle besitos en todo el rostro, con suma delicadeza. Sería amoroso al principio y a veces se le salía una sonrisa de bobo por lo que planeaba en su cabeza.
Los besos y sutiles caricias siguieron mientras se desvestían para bañarse, la ropa volaba hacia el suelo y las manos viajan a la ya explorada y conocida piel antes de encender la regadera, Gon da un aleteo y se prende al cuello del más alto con los brazos y a la cintura del mismo con las piernas. —Vamos a pasarla bien en nuestra Luna de Miel. —le susurra en el oído mientras con los dedos recorre el pecho, las costillas y luego la espalda pálida.
Cuando las manos más grandes se acomodaron en su trasero para apretarle los glúteos jugó con Killua, pellizcándole un pezón como castigo por todas las veces que le dejó hinchados los propios de tantos mordiscos, —¿Vas a ser suave con tú esposo?
—No puedo responder a eso. —el calor sube rápido a su rostro y se queja por los pellizcos que dejan rápido la piel rosa. —Además, no te lo dije antes pero te tengo una sorpresa. Una mucha mejor que esos juguetes que tienes. —sabía que una ocasión los encontró por estar limpiando la habitación. Killua lo complace con las acaricias pero lo detiene a propósito para que las cosas no suban de nivel mientras atiende la piel contraria para limpiarlo dejando besos dónde puede.
—¿Puedo verla ya?—ambos ya en la bañera se ayudan a lavarse cómodamente, es más Gon el que decide consentirlo, lavándole el cabello con tranquilidad, creando espuma para crear formas con el pelo blanco. Con la misma espuma en sus manos le lava el cuello, los hombros y la espalda, pasando por la columna vertebral en una línea recta con tal de ver los espasmos del más alto.
—Todavía no. —juega un poco con su impaciencia y se pasa a veces de tentarlo, aunque es inconsciente. No puede evitar darle cariño cuando lo tiene así tan sonrojado, y en los ojos que nota el deseo. —Vamos a terminar aquí. —lo atiende de regreso, jugando con cada parte de su anatomía y haciendo énfasis en la marca de su vientre. También quita la espuma.
Gon se pone enfrente de Killua en la bañera una vez estaban listos para salir, se coloca encima de las piernas pálidas, —Aun no salgamos. —le pide mientras se abraza a él con un brazo, el otro lo usa para agarrarle la muñeca y llevar la mano pálida al medio de sus muslos, cerca de sus intimidades, —Tienes trabajo que hacer. —dice casi rogando, ya estaba limpio pero, quería provocarlo.
Killua silba al ver todo lo que había provocado su juego. Va acariciando lentamente desde el miembro hasta abajo donde apenas hace presión en los pliegues escuchando un sonido de lo más erótico. —¿Qué pasa? ¿No ibas a lucirme lo hermoso y sensual que eres primero?— muerde su cuello con algo de fuerza, aunque causa una herida leve está se cierra bastante rápido por toda la vitalidad que Gon había estado consumiendo de él. Lame la superficie y parte de su hombro con lentitud, siguiendo pasando su mano por las dos intimidades.
—Solo... Al menos un poco. —baja la cadera en el intento de adentrarlos, los dedos pasaban y jugaban con las distintas texturas, con los líquidos que se mezclan con el agua, masajeando con la palma la base de su miembro, —Te dejaré sacarme fotos con esos trajes en las poses que quieras... Pero por favor, solo, mételo aquí. —guía la mano contraria hasta su entrada vaginal.
Durante el tiempo de las hormonas y todo lo que vivieron después de la cirugía no había vuelto a tener a su pareja dentro de su vagina a menos que se tratara de la lengua del mismo y de verdad lo extrañaba.
El albino baja un poco para quedar a la altura del pecho y empezar a atender sus pezones, no tiene compasión en lamerlos, chuparlos y morderlos como quiere. Deja que dos dedos vayan entrando, hasta que lo logra y entonces se separa un poco. —¿Cómo se siente? Ahora que puedes tener un hijo mío está noche. —lo acerca otra vez un momento para seguir con sus atenciones en las protuberancias, volviendo a atender su pene en una masturbación algo rápida.
—Hmm ~... Lo quiero, lo quiero. —los dedos chocan contra sus paredes vaginales con paciencia, seguramente temeroso de la ya vieja operación, contrario a lo que ocurre con las caricias en su miembro, que son rápidas y rudas, tal y como a él le gusta, —¡Ah!... —su pezón es mordido y luego succionado al tiempo en que su entrada lubrica mejor los dedos y le permiten pasar con más rapidez de adentro hacia afuera.
Una vez los nudillos llegaron al límite Killua solo se encargó de mover la mano muy poco, estimulando el interior profundamente, chocando con la palma el resto de su vagina. Los ojos azules miran arriba de vez en cuando, a veces siente como le aprieta el cabello con fuerza y lo acerca más como si fuera posiblea su cuerpo. Las piernas le siguen temblando, entonces decide adentrar otro dedo más al sentirse seguro. Separando los dedos en el interior todo lo que puede.
Ya las protuberancias están hinchadas, llenas de marcas de mordidas además de la humedad por la saliva. Gime sin reparo cuando los tres dedos arremeten contra él, abriéndose paso o directamente separándose hasta hacerlo soltar las primeras lágrimas.
—¡Hya! —la cola de Killua da un latigazo en su nalga cuando la mano pálida sobrante le agarra la otra como si se tratara de masa, una y otra vez hasta que su piel bronceada queda enrojecida. El vientre le pesa y su cuello recibe los labios de su pareja, quien deja nuevas marcas, chupones, mordidas, el dolor no existe cuando la larga cola aporrea su trasero como si fuese un castigo por portarse mal. —Y-ya estoy ¡Hyaa! —es alzado para terminar con el pecho en el hombro del albino, separándole las piernas sigue jugando con su interior mientras la otra mano ya está húmeda de líquido pre-seminal.
Los movimientos solo se hacen más toscos cuando lo escucha, ya los glúteos están algo rojos y en un segundo Gon se derrite ante las sensaciones arqueando su espalda. Puede jurar que está salivando demasiado por el placer que lo azota fuerte y no teme en que Killua lo sostenga, así los dedos de su interior estén ahí.
Ambos se quedan quietos, solamente escuchando la respiración agitada del moreno que disfrutaba de las últimas sensaciones por haber esperado tanto tiempo para hacerlo. —Cariño, te corriste mucho. —canturrea mientras lo limpia.
Hace pucheros y suelta quejas ahora que se encuentra vacío, el albino limpia el miembro de Gon con el agua que queda y luego lo alza entre caricias para salir del agua ya sucia, —Espera amor... No, ¿qué hay de ti?, aún faltas tú. —el reciente y fuerte orgasmo lo dejaba un poco cansado de las extremidades, después de todo, había terminado de ambas formas, algo similar a un doble orgasmo. Eso no quita que no quiera que se vayan a descansar o algo similar, solo necesita unos minutos, —Puedes acostarme en la cama y usar mi boca. —una vez salieron del baño no para de dar ideas que suben los colores del rostro a Killua.
—E-está bien, pero ponte en una posición cómoda para ti. No me importa estar de pie. —Gon claramente sabe más de eso y ambos sentados esperan un poco que el moreno recupere sus fuerzas, entre palabras de amor y acaricias. La cama es muy cómoda, cuando Killua ve a su marido acostarse bocarriba en la cama dejando caer su cabeza en el borde. Le indica que se acerque a él, sonrojado hasta las orejas lo hace estando de pie frente suyo.
El pene pálido se acerca tímidamente a su boca abierta, —Tienes que acercarte más, si algo pasa te daré golpecitos en el muslo. —le agarra la cadera para terminar de llevar el miembro poco a poco hasta su garganta. Su rostro se pone rojo y su novio parece a punto de estallar, no sabiendo muy bien qué hacer con sus manos.
Los vellos albinos le hacen cosquillas y con las manos agarradas a las caderas lo incita a moverse de adelante hacia atrás. Killua no puede evitar dar gemidos prolongados. Dejando una mano libre mientras la otra lo sujeta el cuello al entrar en un estado de placer increíble, siempre le encantaba cuando le daba atención a su pene de esa manera. Podía abarcar todo su grosor sin problemas y eso lo emocionaba, a veces cerraba los ojos con fuerza dejando salir maldiciones. —¿E-está bien si voy más rápido?
El pene de Gon había vuelto a erguirse y tembló acalorado cuando el pulgar acarició su yugular. No podía hablar aunque quisiera dar un "sí" entusiasmado de la pregunta de su esposo.
Como mejor opción lo agarra de la cadera y la empuja contra su boca bruscamente, soltando saliva por todos lados y dejando que poco a poco tome un ritmo constante que le hace llorar.
Pronto suelta líquido pre-seminal de manera abundante, siente tan cerca el orgasmo por la imagen de su marido desnudo y sus sonidos anteriores que no soporta mucho tiempo. —Y-ya voy a... —avisa antes de que el cosquilleo en su vientre aumente, no va a ser un desconsiderado de atragantarlo. Deja salir suspiros cuando después de haber hablado entrecortado, suelta su descarga yendo con las últimas embestidas con lentitud hasta vaciarse.
Las manos bronceadas no lo sueltan hasta que soltó la última gota, solo ejercen menos presión para que pueda ir alejándose de la boquita abierta que saliva e intenta no manchar nada con el resto de semilla.
Gon estira la lengua para limpiar el glande, para después de eso, soltarlo completamente. Se agarra el estómago, lugar donde la marca se muestra y aprieta la zona, —Ahora tú te corriste un montón. —el albino casi se tira de cara al colchón por lo anterior mientras que el moreno, ahora más animado, se levanta y camina hacia el armario, donde guardaron sus mochilas. —Neh, ¿ya no quieres verme en esta ropa?—pregunta sacando el primer conjunto, blanco y con algunos volados rosas.
—Cla-claro que sí, espera. Ahora dame un segundo a mí. —se sienta estando un poco recostado sobre la cama, mira los atuendos con la respiración irregular. —Ese está muy lindo. ¿Puedes pasarme mi celular? Quiero tomarte muchas fotos. —estira la cola hasta donde está.
Le alcanza el celular y agarra el blanco trajecito en sus manos, —¿Debería cambiarme aquí o en el baño para que sea una sorpresa?—enseña como esa prenda debería ir al ponérsela sobre el pecho. Apenas y cubre algo realmente. Killua enciende la cámara y saca una foto antes de que haga nada, —Quieto, aún no me puse nada. —se queja mientras se coloca la prenda.
Para acomodarse el pecho le da la espalda al albino que silva por lo que ve.
El primer traje es abierto en la espalda hasta que llega al trasero donde una tanga blanca le marca la cintura, decorándola con volados rosas y algunas perlas pequeñas. —¿Qué te parece?—Gon se da la vuelta al fin, enseñando el frente de la prenda, dos tiras que parecen un pequeño chaleco le cubren los pezones, levantando el pecho gracias a las tiras que asimilan a las de un corpiño, la marca se ve perfectamente por la abertura del pecho y estómago. El bulto de la erección escondida en la prenda íntima es la que cierra la sensual vista.
—Te diré algo cuando me hagas una pose. —no lo dice, pero está grabando todos sus movimientos. Se ríe al ver el gesto molesto y rápidamente le hace caso, poniéndose en varios ángulos donde luce su cuerpo. Hasta le sonríe y hace gestos coquetos.
—¿Ya las tomaste?—pregunta algo impaciente.
—Sí, sí. Te ves muy sexy, ¿cuándo puedo llevarte conmigo, pastelito? —juega diciendo frases que escuchó de varios demonios coqueteando con Gon en la calle.
—Por tu cara bonita podría hacerte un descuento, cariño. —le sigue el juego con el tercer cambio de ropa ya, abierto de piernas y acostado bocarriba en la cama, la pequeña tanga movida a un lado para poder mostrar su entrada anal separada por sus propios dedos.
Así siguieron un rato más, podía llenar la memoria del teléfono con todo lo que ocurría. Captando como apoyaba el pecho en el colchón y levantando el trasero, apretando sus propios pezones con los dedos o directamente sentado sobre las piernas pálidas y las piernas a cada lado, dejando ese conjunto rosa de corpiño, tanga y medias largas enamorar los ojos celestes.
Gon seguía en las piernas de Killua, en todo este tiempo no lo había tocado y el íncubo tampoco a él. Cómo si se hubieran puesto de acuerdo en un juego silencioso a ver quién soportaba más. Hasta que el pálido dejó finalmente el celular en la cama, descansando sus manos en los grandes muslos bronceados. —¿Dónde quieres hacerlo? Aún falta mi sorpresa.
—¿Qué clase de sorpresa es?, no puedo pensar así. —está impaciente, sentado cómodamente en las piernas pálidas. Puede imaginarse muchas cosas, algún juguete nuevo que dejar en su interior, alguna prenda bonita, incluso se imaginaba algunos fetiches raros que quisiera probar.
Killua ríe para acariciar su mejilla sonrojada. —Ya verás, solo respóndeme y te voy a mostrar. ¿Aquí quieres o prefieres estrenar el jacuzzi?
Gon lo piensa, aún vestido con el trajecito rosa con medias blancas, —Jacuzzi, vamos al jacuzzi. —no necesita quitarse de encima, pues es alzado del trasero y llevado entre besos al lugar escogido. Apoya a Gon contra la pared mientras se siguen besando, o bueno, se aleja para poder hablar, —No me distraigas con tu linda boquita, muéstrame.
Killua hace lo que le pide sin rechistar, desde hace tiempo había estado practicando multiplicar su cuerpo y logró dominarlo bastante rápido. El moreno por un momento jura que le estaba tomando el pelo pero siente que alguien le tapa la visión con la mano.
Está que no se lo cree, jura tener un cuerpo detrás suyo y está por decir algo pero el Killua original lo interrumpe: —Sorpresa, cariño ~...
Lleva su mano hasta las que le roban la visión, son suaves, alargadas, son las de su esposo definitivamente, pero estaba siendo cargado por ellas a la vez y eso lo confunde. Así que cuando la visión se le es devuelta y nota que ya no estaba apoyado contra la pared, sino sobre el pecho del otro albino; o más bien plateado, parece ceniza; traga sonoramente.
—Killua... Dos Killuas. —los ojitos empiezan a brillar con fuerza. Los labios del de cabello ceniza se pasan por su cuello, dejando besos cortos, —¿Cómo te gustaría que te llame?, para no confundirlos... Mi Killua es "mi amor" —la mano bronceada agarra el hombro del albino.
—Puedes llamarlo ''cariño'', algo corto. Además, me gusta porque siempre te lo digo. —sonríe ampliamente, ya no tiene barreras en tocar el cuerpo que tiene al frente, tomando atención en el pecho, acariciando todo a su paso, mojándolo. El agua salpica un poco mientras Gon cierra los ojos cuando el cenizo se centra en su entrepierna, es demasiado. Siente el calor cubrirle todo el rostro hasta las orejas. —Verás, estuve practicando varias semanas y aunque fue raro al principio, siempre pensé en complacerte así que... ¿Qué mejor regalo de Luna de Miel que este?
El íncubo, apoyado contra el pecho del de cabello plateado y con las piernas abiertas dejando pasar al albino entre ellas, cierra los ojos y se deja llevar por las caricias, por los besos y mordidas. —Es el mejor regalo. —suspira cuando dos pares de manos pálidas dan vueltas por su cuerpo, pasando por la marca.
—Gon, tus muñecas son realmente pequeñas. —el demonio a su espalda, la copia de su marido, lo agarra del brazo para después apretar la muñeca, —Podría agarrarlas ambas con solo una mano. —y eso hace, tirando hacia un costado el cuerpo para después besarlo intensamente.
Killua es espectador y no sabe si le gusta o no. Cómo es la primera vez que de alguna manera se ve así mismo con Gon, verlo disfrutando de su idea le revuelve el estómago, además de sentir como el sonrojo que abarca su rostro empeora. Al estar su marido distraído con el beso busca ir directamente a sus pezones, sujetando su cuerpo para tener mejor acceso.
Puede escuchar perfectamente los gemidos ahogados mientras sigue con su tarea, de por sí las protuberancias ya están hinchadas y lo que hace es empeorar su estado por las atenciones bruscas que le da. Gon intenta no soltar la boca pálida, juntando sus lenguas con el de cabello plateado. Su pezón siendo tirado por los dientes y luego el cómo de un saltito termina sentado sobre las piernas del albino.
Su miembro choca contra el estómago contraído mientras lo agarra de la cadera. Besos, caricias y mordidas, su cuello está lleno de ellos debido a la insistencia de la copia de su esposo, —Gon tiene la piel más bonita, tan suave... Me dan ganas de morderla. —el demonio a su espalda pasa las manos hasta el vientre bronceado y aprieta la piel de la marca, jugando con su ombligo y luego dándole toquecitos al miembro erguido.
Los pliegues de la vagina son atendidos por el albino, que gracias al agua, tocar esa parte se siente diferente. Aunque todavía puede captar la temperatura corporal por completo, primero va introduciendo un dedo, el cenizo sigue por su parte empezando con una masturbación lenta, los sonidos que provoca el íncubo parecen sacados de una película porno. —Te trataremos muy bien, después de todo, eres nuestro marido ~...
Sollozos por ser penetrado por dos dedos suaves mientras otro par de manos juegan con su pezón y glande. Necesita más comodidad, realmente no puede hacer nada más que dejarse hacer. No estaba siendo atado ni nada por el estilo, pero los cuerpos pálidos lo dejan comprimido.
—Quiero tocarlos ~...—susurra cuando el pulgar de la mano que arremete contra su vagina acaricia los pliegues hasta llegar al clítoris.
El cenizo escucha lo dicho y sonríe, levantándolo de las piernas para sacarlo un poco del agua y enseñar su intimidad estimulada al albino, —Está un poco impaciente, ¿Qué deberíamos hacer con él?—pregunta la copia de su esposo mientras lo deja expuesto frente a su marido.
—Para eso tenemos toda la noche. —lo toma de las piernas con su mano libre, dejando que su clon lo sostenga por el torso. —Creo que estará complacido de que lo llenemos por ambas entradas. —ahora puede ver mejor lo que está haciendo y la erección le duele como nunca. —Además, no sería justo hacerlo esperar después de tanto. —esta vez lo besa con cariño y deseo, está muy húmedo así que solo espera que el cenizo se encargue por el agujerito posterior. Donde se adentran dos dedos hasta los nudillos en cuestión de minutos. Siente por completo los temblores del amor de su vida junto a la mirada perdida, le muerde el labio con fuerza pero eso no le importa demasiado. Porque no se satisface de separarse cada vez que Gon pierde el aliento, notando las lágrimas de placer en sus bonitos ojitos. Un tercer dedo se adentra y solo logra escuchar gemidos más tentadores que los anteriores.
El clon que lo estimula analmente ríe divertido de las expresiones acaloradas del moreno, que deja la boca abierta y la saliva desparramarse por su mentón. Juega a encontrar a diferentes velocidades, a abrir los dedos una vez sus nudillos ya no le permiten adentrarse, mientras que con la mano libre lo sigue sosteniendo en alto.
—Guíame cariño, dime donde se siente mejor. —el cenizo mueve los dedos en diferentes direcciones, gustoso de escuchar los diferentes sonidos, los gemidos cada vez más altos que indican que hace bien su trabajo.
—¡Ah!, ahí, más en ese lugar, cariño. —lo había encontrado tras algunos pocos segundos, las lágrimas cayeron del rostro canela mientras el líquido pre-seminal mancha la mano que lo masturba.
Killua trata de esperar pacientemente, ahora centrándose en estimular el clítoris para frotar toda su extensión con su propio pene de manera superficial en la vagina. Aunque a veces no puede evitar presionar un poco, como si fuera a entrar pero se retracta. Ahora que ve a Gon desesperado como nunca por su deseo de tener un hijo suyo es el doble de satisfactorio. Eso hasta que el cenizo cruza una mirada cómplice con él, como si se entendieran y así fue. Aunque hubiera tres dedos adentro y el orgasmo muy cerca, los saca con lentitud. El sonido de la calle apenas se escucha por lo fuerte que es el bullicio, además de la respiración agitada de su esposo que tiene las cejas curvadas. —Bueno, basta de juegos. —deja varios golpecitos con el glande cerca de la entrada, esperando que su contraparte haga lo mismo.
Es alzado por los brazos de la copia de su esposo, el cenizo lo sostiene de las piernas y para cuando se da cuenta ya tiene ambas piernas separadas y alzadas por el par de brazos. Mejilla contra el pecho de su esposo y dos grandes erecciones chocando contra sus entradas, como impacientes por entrar. Sus ojos mieles brillan, hace años que en su pupila no se ven corazones de satisfacción y deseo.
La cabeza de ambos miembros se frotan contra su piel y Gon solo tiende a estirar los brazos y abrazar a su marido por el cuello mientras el cenizo le deja marcas en la nuca. —Sabes que si por cualquier razón se siente mal, puedes detenernos. —le susurra a su espalda justo al momento de sentir la deliciosa intromisión. Se hacen paso lentamente en el cálido interior y muerde el hombro a su disposición por ello.
Volver a estar en el interior vaginal era inexplicable, lo había estado ansiando desde mucho y ahora que lentamente podía sentir esas cálidas paredes, no puede ocultar los gruñidos y jadeos por lo bien que se siente. Terminan por entrar hasta el fondo casi al mismo tiempo, siente las cortas garras clavadas contra su espalda pero no le importa.
Es el primero en comenzar a moverse, no pierde el tiempo de dar fuertes embestidas. A los pocos minutos es que la copia lo imita, los sonidos son sumamente obscenos y Gon parece estar evitando ser ruidoso.
Temía porqué confundieran su goce con dolor y se detuvieran, las lágrimas corren libremente hasta su pecho mientras el abuso en su interior se vuelve irresistible. Cuando el cenizo lo sostiene al completo es que su esposo aprovecha para separar sus nalgas y dejarle un paso rudo a su copia para arremeter contra la ya encontrada próstata. Las manos contrarias viajan directamente a su vagina, estimulando con los dedos los pliegues internos, el clítoris y en algunas ocasiones aplastándole el vientre con la palma, —¡N-No!... ¡Ahm!—ruega, la sensación de querer orinar se vuelve fuerte obligando a que las lágrimas de placer se transformen en vergüenza.
—Déjate llevar cariño ~... Veras como se siente muy bien. —el cenizo insiste mientras lo estimula, es demasiado y los ojos se le van hacia arriba, inconscientemente saca un poquito la lengua. Ahora la propia cola del íncubo es usada para apoyar en la estimulación de su clítoris. Utilizando la punta para dar masajes circulares en esa zona tan sensible en específico.
Gon entra un poco en pánico, después de todo es la segunda vez que siente algo diferente por las estimulaciones. Es como similar a ir al baño pero siendo estimulado de esa manera le deja la mente en blanco.
—¿Qué pasa? ~...— el albino deja besos en su cuello. —Otra vez estás queriendo evitar que pase algo, vamos. No quiero que te reprimas. —los dos miembros golpean casi de forma sincronizada los puntos más sensibles, hasta se turnan de ir uno primero que el otro de manera rápida. Killua siente como las piernas de Gon se levantan de repente hacia arriba por el orgasmo.
El miembro pálido se ha humedecido completamente por la venida y cuando se da cuenta, también parte de su cuerpo, es una sustancia diferente al semen. Gon había tenido un orgasmo diferente al típico vaginal y ahora está derrotado, temblando como loco mientras lagrimea y se cubre la cara por la vergüenza.
Ambos demonios se detienen pero no salen del lugar, estimulan con el simple hecho de estar ahí. Nunca lo había visto tímido o avergonzado de sí mismo y eso no sabe si le partió el corazón o le hizo temblar el ego, acababa de hacer a un íncubo llegar a un punto tal de placer que simplemente parece haberlo roto.
—Pe-perdón... Lo siento... —los gimoteos ahora son lastimeros, ya no de placer, de verdad creía haberlos orinado y lloraba a mares por la vergüenza.
—Gon, ¿Por qué te disculpas?, no hiciste nada malo. —el cenizo esta extraño, no quiere verlo llorar por algo así, pero también está orgulloso de lo ocurrido.
—Y-yo... No quería... —ambos lo besan en un intento de que deje de llorar y hasta que no lo bajan para confortarlo entre abrazos y besos, Gon no puede detenerse.
—Cariño, eso se sintió muy bien... Tú te sentiste muy bien ¿no es así?—asiente, sintiéndose culpable.
—Amor, no fue orina ni nada por el estilo. —los ojitos mieles miran a su esposo, —No existe solo una forma de correrse para ti. —le acaricia el vientre antes de que su copia siga.
—Eyaculación masculina. —aprieta la punta del glande, —También la eyaculación femenina. —pasa la mano entre los muslos para acariciar con los dedos dentro de los pliegues, húmedo, mojado.
—Solo que esta vez fue más fuerte que las demás— los dedos pálidos siguen acariciando el sensible lugar y Gon se termina poniendo de puntitas por la estimulación, ya que su esposo acaricia su entrada anal con la punta del miembro.
—Será mejor salir de aquí, ¿de acuerdo? Lo hiciste genial. —el albino aún está en un trance por lo que vio. Su ego no podía estar más inflado porque terminaría volando como un globo. Pero ahora no iba a centrarse en eso, sino en salir del agua para consentir a su pareja.
El clon termina por cargar a Gon mientras el original va a buscar unas toallas, se iban a secar de manera superficial para continuar. Después de todo ambos estaban más que excitados. Le causa ternura de que a pesar de que ahora el íncubo está acostado bocarriba en la cama sigue mirándolos de manera insistente.
—Creo que solo hay una manera para que nuestro bebé vuelva a tener energías. —dice el cenizo. Que está sentado cerca acariciando los pliegues de su vagina al estar con las piernas separadas.
—¿Ah sí?—su esposo está de pie, siguiendo con el juego.
—Seguramente se sentirá mucho mejor si estamos en la misma entrada ~...—ante la idea, el contrario se pone rojo.
—No entiendo cómo siendo yo, terminó siendo hasta más pervertido.
Su copia ríe y se acuesta al lado de Gon, pasando un brazo por debajo de la cabeza del mismo, —Es que necesita energía y un insaciable íncubo como él merece que lo traten como se debe. —dijo mientras le da besos profundos, metiendo la lengua para hallar la contraria o mordisqueando sus labios melocotón.
—Aun así. —se aleja de la boca del moreno, que ya suspira de anticipación al girarse un poco para abrazar al cenizo del cuello, —¿No crees que falta algo?—pregunta al aire y el albino sonríe.
Se acerca hasta la intimidad del íncubo, dejando besos en la marca del vientre antes de pasar los dedos entre los pliegues de la vagina, —Estás todo mojado, pero aún falta un líquido más para completar la escena cariño ~...
Las mejillas del moreno se encendieron al comprender e intentó detener la boca que se pega a su intimidad expuesta por los dedos pálidos, sus manos y voz fueron robados por el cenizo mientras el albino le levanta las piernas separadas para pasar la lengua de arriba a abajo, haciendo círculos sobre el clítoris o directamente adentrando la lengua hasta donde podía.
Eso fue una tortura, se sentía tan bien como el resbaladizo sin hueso iba de derecha a izquierda o simplemente centrándose en una zona, buscando las expresiones del íncubo, parece comerse su vagina extremadamente húmeda.
La copia de su esposo soltó sus manos y poco a poco los labios también.
—Quiero dejarte tan lleno. —le susurra cuando la boca del esposo se aleja de la intimidad ahora chorreante de saliva.
—Ven cariño, ponte cómodo. —la cola del albino lo ayuda a darse la vuelta mientras el cenizo se acuesta en el lugar que ocupaba antes, bocarriba y con una sonrisa de satisfacción.
—Móntalo bebé, muéstrale lo bien que lo haces. —los ojitos mieles derretidos, asiente y se sienta sobre el cenizo, tomando la base del pene para alinearlo a su entrada vaginal y bajar hasta tenerlo completamente dentro.
Solo lo dejaron dar unos saltos casi de prueba.
Una mano lo agarra del brazo y la otra lo empuja desde la espalda baja, querían que se recostara sobre la copia, —Separa más las piernas, quiero ver ese lindo trasero. —la cola le da un latigazo al momento de obedecer. Killua toma la base de su propio miembro y empuja contra la entrada casi llena, le cuesta adentrar la punta, pero una vez lo logra el grito de satisfacción de Gon lo llenó de goce.
La posición es algo rara, ya que el albino debe apoyar los brazos sobre la cama y las piernas están también muy separadas para no dejar caer su peso.
Es estimulante que estén dos penes en el mismo sitio, pero no pierden el tiempo en moverse cada quien a su ritmo por la necesidad de llenar al íncubo y este de recibir todo lo que tienen exclusivamente para él.
Aunque las caderas morenas apenas se mueven por la obscenidad de sensaciones que siente, hace el intento aunque deba morderse los labios o las lágrimas de placer vuelvan a aparecer a nublarle la vista. Siente como el cenizo pellizca sus pezones marcados, deja salir suspiros por eso pero nada comparado a los gemidos casi en gritos que salen cuando el que tiene debajo mueve la pelvis hacia arriba y su esposo empuja hacia su cuerpo sin piedad.
—¿Q-qué tal se siente, cariño?—habla el albino, entre gruñidos por los apretones desmedidos. De repente reconoce los espasmos que empieza a tener Gon. —Vaya, ¿es mucho para ti? Apenas estamos comenzando.
Pasaron unos minutos, dónde el moreno no paraba de ser acariciado por el que se encontraba acostado. Sentirse tan lleno de esa manera parecía ser una mentira, algo que su cuerpo extrañaba demasiado, con una pronta corrida les mostraría lo mucho que le gusta.
—P-por favor denme... Su semen, y-ya estoy...— la saliva se le salía sola de la boca al mantenerla abierta sin parar de gimotear o sollozar cuando daban con precisión en su punto sensible. —S-se siente ¡Hya! De-demasiado bien...
Killua supo que también estaba cerca. No esperaba ser el primero junto a su clon, dónde ambos dieron gruñidos o maldiciones por el repentino apretón por el orgasmo de Gon.
No tuvo piedad a la hora de morder el hombro de la copia de su esposo, como tampoco dudo en jalar del cabello blanco cuando Killua se le había acercado a la espalda al momento de correrse abundante en su interior. Manchó sin pena el pecho del que se encontraba abajo y no dejó que se movieran hasta que logró recuperar la conciencia, suspirando fuerte cuando su esposo se fue alejando y saliendo de su interior. La copia solo necesito sacarlo con la mano, no moviéndose del lugar para dejar a Gon descansar en su pecho.
—Estas hecho un desastre, tan lindo y rosa. —la intimidad chorrea la semilla de ambos, manchando las sábanas, palpitando en el intento de recuperarse. —Sera él bebé más lindo del mundo. —comenta el cenizo sosteniendo ahora la cadera morena.
Gon después de eso, tuvo más energía que nunca y ahora podía seguir sin reparo. Fue una larga noche donde sus glúteos fueron azotados por un par de colas como nunca, probaron diferente posiciones y hasta pusieron de fondo alguna película erótica. El clon siempre era el que hablaba y sugería, parecía ser la parte más libre y directa del albino que escuchaba todo rojo hasta las orejas. El íncubo se sentía de vuelta en sus años donde volvía a sentirse con ganas de continuar con un sexo desenfrenado. Cuando terminaron, la copia se había ido y se acurrucaron en la cama. Killua lo acarició diciéndole lo mucho que lo amaba, sabían que estaba la posibilidad de tener un bebés después de eso y les emocionada mucho. Así que días después se presentaron en el consultorio de Leorio.
—Cariño, cálmate, haces que me ponga nervioso. —el moreno amenaza un poco a su pareja, ya que no dejaba de mover la pierna, mirar hacia todos lados o directamente balbuceaba cosas que no comprende. Su pareja se disculpa, pero a la vez no quiere culparlo, Leorio le había hecho un test de embarazo la última vez que fueron a su consultorio y ellos tenían que esperar unos días a los resultados de las pruebas.
Supuestamente esa tarde debía llegar y Killua estuvo dando vueltas por la casa desde la madrugada, al pendiente de cualquier carta o llamado, Gon se había despertado por el delicioso aroma a mermelada y pan caliente así que solo se quedó comiendo en silencio con los ojos cerrados.
Una carta se deslizó por la puerta y el pálido casi se arroja a ella para revisar el emisor.
—¡Es de Leorio!—recupera su energía y va junto al albino a mirar el contenido, emocionado y expectante de un positivo. Varios papeles sobre su propio estado físico, muestras que explican que está en buena forma y que la operación había sido un éxito.
Hasta que llegaron a la hoja que les hizo caer al suelo entre lágrimas, —Es de mi agrado informarles que los señores Zoldyck esperan a un sano bebé de ya una semana. —lee el íncubo como puede al ver que su esposo simplemente se había pegado a su vientre en un abrazo delicado.
La demás información la leyeron en calma sentados mientras Killua carga a Gon al estilo nupcial, bailando en sueños por la noticia, recordando que si estuviera en el mundo humano, su edad rondaría los cuarenta años.
—La semana que viene debería ir a empezar con el tratamiento de mis hormonas. Leorio dice que debo tomarlas con menos frecuencia porqué los resultados dieron bien y demasiadas de ellas podrían causar un aborto. —unos días antes de cada fecha de periodo debía tomar las benditas pastillas anticonceptivas, la última semana no lo hizo, lógicamente.
Pronto se cumplieron las semanas para dar el primer mes de embarazo. Killua nunca estuvo tan pendiente de su marido como en ese momento, daba vueltas por todos lados por si necesitaba algo. Ni siquiera podía conciliar el sueño por la emoción.
Aunque no iba a ver alguna panza visible al comienzo, el albino se acercaba a su vientre cada vez que podía. —Perdí la apuesta en nuestra boda, así que ya no debemos pensar en un nombre. —se avergüenza por lo que dijo.
—Lukia parece bastante unisex, supongo que eso es lo bueno. —susurra Gon cuando su pareja se le pega al estómago en un intento de disculparse con su futuro hijo o hija.
Las semanas pasan, antojos, cambios de humor y la subida de peso que podría destruirle el autoestima a cualquiera, por suerte, Killua parecía de todo en vez de estar disgustado. Todo lo contrario, ahora que lo veía así, tenía aún más ganas de hacerlo.
Fue a los cuatro meses que en mitad de una consulta con Leorio, que hacía los ultrasonidos por fin se reveló el sexo del bebé, —Es una niña, una chiquita de nombre Lukia. —lo molesta Leorio al darle las fotos del ultrasonido a Killua mientras Gon se acomoda la ropa.
—Tenemos hambre. —se queja, normalmente comía bastante, pero ahora es casi el doble. A su esposo no le molestaba, se pone el mandil rosa y les prepara todo lo que quieren.
Seis meses, la panza ya se notaba sin importar que haga. A veces se aleja tan solo para hablarle a su niña de cosas tontas, como el clima o la comida. Es cuando sus amigos llegan que todo se vuelve más divertido, a Zushi le gusta acostarse cerca de Gon para intentar sentir las patadas, Ikalgo intenta controlar sus ganas de llorar por ver semejante milagro y Kurapika se queda con él cuando Killua no puede, le da consejos y lo ayuda.
Los siete meses comenzaron un poco subidos de tono, —Amor ~... Justo ahí. —lo hacen en posiciones cómodas para el íncubo, el peso de la panza es incómodo pero él necesita de su energía vital. La cual su esposo estaba feliz de dar.
Gon estaba acostado sobre la cama, estando un poco inclinado por como una de sus piernas eran alzadas. A Killua se le hacía adorable ver como mantenía sus manos en su panza, que también se mantenía apoyada de los cojines. —¿Estás bien? ¿No te incomoda?—siempre tenía el bienestar de su hija y esposo en mente, su mirada no dejaba de observar esa zona además de los gestos placenteros que hacía su marido.
—Estoy... Solo umm... Sigue. —la pierna alzada hace que por cada embestida, lenta pero profunda, le tiemblen los pies, la mano restante de su marido la está usando de almohada, una que deja llena de saliva por culpa de su boca abierta. —Estoy... Muy cerca. —susurra bajito, mientras le baja la pierna y la acomoda un poco para poder seguir con las embestidas ahora que lo masturba.
Debajo suyo hay unas toallas para que cuando Gon eyacule las sábanas no terminen llenas del líquido blanco. Killua no quiere ser rudo ahora que se encuentra en ese estado, su miembro siendo apresado lo hace estar cerca del orgasmo pero no es suficiente, faltaba tan poco.
—Puedes seguir... Necesito que te vengas dentro, amor. —da media vuelta con la cara para poder besarse. Ahora es Killua quien lo toma delicadamente de la panza y con agilidad lo pone encima de él, dándole la espalda para que pueda sostenerle las piernas al momento de arremeter contra su trasero.
Manos morenas sosteniendo el vientre y una pronta venida que lo deja lleno y satisfecho.
El día que se rompió la fuente fue de imprevisto totalmente. Gon estaba en la habitación en una agradable siesta en la madrugada, después de que se había despertado por antojos y Killua lo atendió en el cuarto, en el momento que iba a levantarse para buscar a su pareja algo húmedo cayó al suelo. El grito que dio dejó aturdido al albino que estaba abajo, terminando de arreglar la cocina. —¡¿G-Gon?!—se alarmó por completo y lo que hizo fue ver a su marido de pie, con lo que parecía ser agua en el suelo justo debajo de sus pies.
Susurra su nombre con miedo, aterrado en realidad y Killua vuela casi tirando la puerta del baño para tomar toallas y envolverlo en sus brazos, no había medios de transporte que los lleve hasta allá más rápidos que él mismo y el moreno se queja a gritos de los dolores, debían ser horribles para que alguien que se supone los aguanta este llorando de esa manera. El Cielo parecía saber de su llegada, de la llegada de SU hija, pues una vez piso el bendito hospital con su esposo en brazos, una lluvia ácida se desató, nadie saldría de allí a menos que su hija nazca bien, sana y su esposo vuelva en si lo antes posible.
Leorio sale de dentro de una sala para mirar lo que ocurría cuando la cara entre pánico y enfado del albino se le acercaba.
—¡Traigan una camilla, enfermeras, conmigo!—grita y el hospital se mueve por completo.
Era la futura hija y el esposo del soberano después de todo.
Nació una saludable bebé, al estar de vuelta a los brazos de sus progenitores estando limpia por sus gestos neutrales a Gon le parecía ser muy parecida al albino. Horas de estrés y ansiedad pasaron a segundo plano, una calma plena donde ambos observaban fascinados cada movimiento que hacía la recién nacida. Su desarrollo fue sumamente rápido, creciendo mucho y consiguiendo una estatura alta. Tenía los ojos mieles junto al cabello de Killua pero en negro y con partes verdes, toda su personalidad se basaba en el pálido pero también era energética y con ganas de explorar el mundo como el moreno. Entonces ya con varios años de vida, pidió:
—¡Quiero una hermana! —la pareja casada quedó atónita. No solamente estaba determinada a conseguirla, siendo terca. —¡Ya le tengo un nombre, se llamará Mirai! —gritaba a los cuatro vientos. No entendía cómo explicarle que había una posibilidad de que naciera del sexo contrario, menos de donde salió la idea de ponerle nombre por su cuenta. Quizás fue coincidencia, pero eso le recordaba a cuando Leorio decidió el nombre de su hija antes de tiempo. De todas formas, poco tiempo después Gon volvió a quedar embarazado y Lukia no podía estar más que feliz, estando atenta también a su desarrollo. Dejaba pegada su oreja en el vientre, teniendo cuidado de sus cuernos algo sobresalientes junto a su cola alargada. Sus alas a comparación eran normales. —¡Se está moviendo!
Ese había sido un recuerdo bonito. Killua ahora observa a su esposo volando junto a la mayor de las hermanas, que le cuesta recuperar el ritmo una vez iban y volvían.
—¡Papá está haciendo trampa! —grita Lukia mientras se lanza contra el moreno por haberla hecho salir tarde en su carrera.
—Uno debe ser más listo que su contrincante. —Gon es suave con ella, la agarra de un ala para desestabilizarla y luego girar con ella en brazos.
Sus cabellos negros y esponjosos saltan en el aire cuando su pobre cabeza termina mareada.
—Ahora puede aguantar kilómetros volando... Aún recuerdo su primera prueba de vuelo. —Killua, sentado en una hamaca entre dos grandes árboles de hojas naranjas, reposa cargando en sus brazos a una bebé de no más de seis meses, que duerme tranquila e ignorante de todo el ruido que su hermana y padre producen al jugar.
—Cuando tus alas crezcan será divertido salir todos juntos a volar por ahí. —Killua abraza a la niña envuelta en mantas.
—¡Papi!—su hija mayor aterriza cerca de él, gritando y solo puede intentar taparle la boca.
—Ay... Perdón Mimi. —se agacha al ver a su hermanita quejarse.
La bebé comienza a arrugar el rostro, haciendo caras de incomodidad mientras ambos, padre e hija, intentan cantarle y jugar para que no llore desconsoladamente.
Pero no lo logran.
—Ahh hice llorar a Mimi... —los ojos de Lukia se llenan de lágrimas, realmente odiaba cuando eso pasaba.
—Está bien Lu, tranquila... Si tú también lloras Mirai no se va a calmar. —razona el albino mientras Gon se acerca a ellos.
—¿Qué pasa, Mimi? —la agarra en brazos con confianza y automáticamente la bebé deja de llorar, tanto Killua como Lukia se quedan mirando como la menor de la familia se calmaba por el simple hecho de tener a su progenitor cerca. —Seguramente tenga hambre. —sugiere mientras observa el cielo.
—Ya es tarde, deberíamos entrar y preparar algo de comer. —dice Killua agarrando a Lukia en brazos para luego subirla a sus hombros, —¿Qué quieres comer?—le pregunta mientras se agacha para que ambos quepan por la puerta detrás de Gon y Mirai.
—Quiero chocolate y frutillas. —se agarra de los cuernos de su padre y patalea con los pies en el aire.
—Claro que no, eso es un postre. —ambos se ponen a discutir y Gon, que está sentado en el sillón con Mirai alimentándose de su pecho los manda a callar.
—Si no se deciden, yo quiero pollo al verdeo.
Por suerte, aunque sus días sean ajetreados y complicados, la vida le sonríe a la familia.
Dibujito de las niñas, Mirai (su oc) y Lukia (mi bb) hecho por Chu tanto como la que está en la multimedia.
𝗡𝗼𝘁𝗮 𝗳𝗶𝗻𝗮𝗹:
Buenas bola de pervertidos, gracias por leer tanta fumada junta y terminar aquí con el primer crossover -llora- Como hubo tanto esfuerzo en esta historias espero que al menos resultara entretenido. Ya saben, fue hecho con ese objetivo <3 Besos en la cola.
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