02
Semanas después Killua se encontraba en una esquina de la propia habitación que compartía con su pareja. Estaba algo temeroso a pesar de su impotente presencia el ir por primera vez al tan conocido Infierno, ahora sus cuernos estaban más que desarrollados al igual que sus alas y no podía seguir con la vida normal que tenía. Tampoco era justo quedarse escondido en esa casa, con la posibilidad de ser encontrado y llevado por los humanos. Primero se los comería, obviamente. Pero no podían verlo, además que el trabajo de Gon por resguardarlo sería en vano.
—¡Wah!, al fin ¿Cómo me veo? —traía esa ya vieja prenda que no había utilizado en años, provocadora por sí misma, cubriendo poco y nada realmente. Gon está entusiasmado, guardando las cosas de Killua en una mochila mientras los ojos celestes lo ven moverse de un lado a otro. Empacaba bolsas con sangre para llenar su heladera. —¿Killua? —los orbes mieles se encuentran con los preocupados azules.
—Te ves hermoso, como siempre... —contesta tímido. —Me trae recuerdos. —sigue así, en su lugar. Pensativo y a la vez teniendo un aire nostálgico por dejar todo atrás. —Voy a extrañar esta casa...
Gon se acerca y lo agarra de las manos para levantarlo, la altura es prominente y ahora le saca una cabeza de la misma, —Podremos volver siempre que quieras, guardé todas las cosas que pude, fotos, libros, ropa... Si te preocupa tu hermana haremos lo posible para ayudarla desde allá. —las alas blancas son enormes, parecen del tamaño del cuerpo de Gon, de verdad sería imposible resguardarse más tiempo y ya le es imposible conseguir trabajo para mantenerlos a ambos. Debían hacer el paso.
Asiente en respuesta. Trata de acomodar sus alas o terminaría chocando con las cosas otra vez. —De acuerdo, vamos. —se siente mejor cuando recibe un pequeño beso y tomando las cosas necesarias se abre una clase de portal en el suelo. Es rojo y salen escrituras que por alguna razón por un segundo entiende, pero niega con la cabeza para entrar sin soltarlo.
Le parece gracioso llevar al albino como un niño de la manita por su mundo, incluso pidió ser ocultado de la vista de los demás, temía que se dieran cuenta de qué era realmente. El hogar del moreno está bastante lejos de la capital y los portales solo te permiten llegar a la central de trenes, aquellos que vuelan sin la necesidad de vías. —Mira, debemos tomar el tren 66A, luego podremos volar tranquilamente hasta allí, tal y como hemos practicado. —como un bebé dando sus primeros pasos tuvo que ayudarlo a aprender a volar, algo que fue muy difícil.
Caminar entre los demonios le era muy incómodo, lo miraban mucho o directamente se le paraban enfrente niños demonios para molestarlo. Gon apartó a la mayoría, algunos como él eran más descarados y eso al moreno lo altera.
—Oye, comparte un poco de lo que tienes ahí. —ese tono lujurioso lo conocía muy bien. No tenía tiempo de lidiar con súcubos que parecían multiplicarse.
—¡Qué potencial! ¡¿De dónde diablos salió está belleza?!
Algunos mantenían la distancia, parecía algún tipo de bar porque habían otros tipos de demonio más pequeñitos y otros corpulentos. Killua ignoraba por completo las voces mirando alrededor con atención, no era muy distinto al mundo humano. Un íncubo continuaba de cerca sus pasos insistiendo con sus propuestas indecentes.
Gon se detuvo, observando con detenimiento la reacción del albino al respecto de los halagos, — "Le dan igual"— sonríe con amplitud, orgulloso, parecía un íncubo casado.
Dio una vuelta rápida soltando su mano para acercarse al otro súcubo que los seguía, —Aléjate de él. —advierte mientras lo toma del brazo, celoso de la situación, no quería que su sed de sangre termine en un espectáculo.
—¿Qué te pasa?, hueles a perra usada y marcada. —los pasos de la pareja se detuvieron abruptamente y la marca en el vientre cubierto de Gon quemó.
—No te vayas con él, está viejo y abierto. No vale la pena. —al ver que el otro súcubo agarra a Killua del brazo iba a explotar, impotente por las palabras tan crueles.
—Cállate, si vuelves a insultarlo voy a triturar tus entrañas. —una voz distorsionada y tétrica salió inmediatamente del aparente calmado Killua, que de solo pronunciar esas palabras parecía que todo el alrededor quemaba y había una presión horrible en el ambiente.
De inmediato fue liberado del agarre que ejercían en su cuerpo, si lo hubiera mantenido un segundo más seguramente estaría a un paso de ver un brazo volando por el aire. Los dos demonios se quedaron petrificados en su lugar completamente asustados, sudando como nunca y temblando como chihuahuas hasta salir despavoridos junto a los que seguían de cerca.
Gon silbó emocionado por el acto, tomando el brazo del joven demonio para acariciar su cara contra él, —Gracias, cariño. —le susurra sonrojado, eso le había gustado más de la cuenta tal vez, —Te compensaré muy bien por eso. —caminan ahora más tranquilos hasta tener la obligación de volar hasta los vagones, donde tardarían un buen rato hasta llegar a su estación. Le entregó su frasco con sangre mientras lo miraba hipnotizado. Killua no llevaba camiseta, tenía el cuerpo marcado, duro, el entrenamiento había tenido un efecto maravilloso.
—¿Qué te parece la vista? —pregunta el moreno luego de horas viajando.
—¿Estás seguro de que esa pregunta es para mí? —la lengua parece una serpiente en su habitad natural mientras está en el frasco medio vacío, pero se enreda haciendo que de un quejido rompiendo por completo el ambiente de Don Juan. No podía hacer el comentario, el moreno lo miraba con una intensidad que aunque disimulara le daba nervios y cosquilleos en el estómago.
Primero una risa nasal, luego una más estruendosa, —No necesitas decir estupideces para que el ambiente se torne familiar. —le quita el frasquito casi vacío y le da otro, —Trata de no matarte antes de tiempo, Killua. —las mejillas rojas, las manos temblorosas, aún era ese joven del que se terminó enamorando, el primero que le hizo sentir las conocidas mariposas. Le da un beso en la mejilla y se recuesta a su lado, —¿Aún te gusta esta ropa?
—Prefiero verte desnudo. —dijo sin pensarlo mucho mientras no aplicaba la misma técnica y tomaba de la botella como una persona común sin retraso mental. Cuando dijo eso paso una demonio que les miró haciendo cara de estreñimiento. —¿Qué me mira? Chismosa...
Las risas siguieron durante el camino, era fácil para Gon adaptarse después de unos años de no volver pero Killua aún tiene muchas actitudes humanas que debía corregir si quería poner percibido, pero eso con el tiempo. Ahora están bajando del tren y caminando lejos para dar una pequeña prueba de vuelo antes de emprender camino hacia la pequeña isla de mar oscuro, —Lo haces muy bien. —lo felicita dando saltitos y luego él mismo se levantaba en el aire, —Si ya no puedes más me avisas y yo te cargo hasta casa, es solo a una hora de vuelo moderado de aquí. —lo toma de la mano para empezar, cada uno con varias maletas en mano por el desconocido lugar, al menos ya no para el Zoldyck.
—Supongo que puedo manejarlo. —fue difícil por la falta de costumbre, hacían viajes pero no tan largos. No superaban la media hora así que se sintió como una maratón por el esfuerzo de cargar su propio cuerpo que era sumamente distinto del que era tiempo atrás, juraba que podía terminar en un desastre pero era alentado por quién tenía al frente hasta que notó la casa que ya se encontraba prácticamente cerca por lo mucho que recorrieron. —Cariño, dime qué solo quedan unos quince minutos...
—Quedan solo diez minutos, anda, tu puedes... ¿Las vistas no te alientan? —Gon iba por delante, su trasero se veía voluptuoso y por la posición, pues bastante apetecible, da unas vueltas y en la parte final del recorrido, se queda cerca del albino para ayudarle a aterrizar, algo que no solía funcionar en el mundo humano.
—Creo que morí... Internamente. —suspira al sentir la rara vegetación de colores oscuros, pequeñas gotas de sudor caen. —Dame un momento. —se deja caer de cara para descansar.
—¡Pero ya estamos en la puerta!, ven aquí. —Gon lo carga como costal de papas sobre su hombro con una mano y con la otra agarra todas las maletas, caminando por el pequeño camino de madera hasta llegar a la casita que ya extrañaba, —Vamos a dejarte descansar en mi sillón. —lo deja allí, acostado bocarriba, con la respiración agitada y las mejillas rojas por el esfuerzo, —Muy buen primer día en el Infierno, cariño. —le da un beso en la frente y se va para acomodar las pertenencias del más alto.
—Solamente llegue porque te vi el trasero todo el camino. —le dice cuando lo ve con intenciones de alejarse, si hubiera estado normal y no cansado le hubiera dado una nalgada. Cierra los ojos mirando el techo, se ve el entorno muy bonito y emana el olor de Gon por todos lados. Era muy agradable. A veces puede escuchar como en el segundo piso suenan cosas pero se mantiene como una estrella de mar esperando que regrese por flojo.
El íncubo guarda la ropa dentro de su armario, — "Wahh, realmente esto era todo lo que usaba, necesito unas remeras largas" — Los diminutos trajes de su especie son lo único que hay, junto a diferentes accesorio y calzado, realmente vacío, acomodado la ropa del albino fue fácil. Lleva otras cosas a diferentes partes de la casa y acomoda la cama para las nuevas temperaturas gélidas.
Va la bañera, —¡¡Killua!! ¡¿Te gustaría tomar un baño?!
—¡Sí, ya voy! —se estira un poco haciendo sus huesos sonar para explorar la casa mientras se guía del olor que Gon dejó cuando subió las escaleras. Ve una puerta algo abierta y se asoma curioso, acertó con el baño así que se adentra con lentitud. No sabe si quedarse y avanzar por su cuenta o esperar a su pareja.
Gon aparece por el rabillo de la puerta, su pareja no parece saber qué hacer y eso le da ternura, —¿Qué sucede?, recién estabas muerto del cansancio... ¿Quieres que nos bañemos juntos? —no lo pregunta por picardía, realmente estaban sucios.
Killua sin querer se pega con el techo al erguirse. Iba a responder pero ahora por el golpe se marea. —Uh, ¿me preguntaste algo...?
El moreno mira con pánico hacia arriba que ahora había un agujero enorme creado por el cabezazo y los cuernos del más alto. Ambos se quedan mirando la zona afectada en silencio, no sabiendo si reír o llorar.
—Ven... Lu-luego lo arreglo. —le quita la ropa para poder entrar a la bañera, no sin antes abrir el agua para que quede tibia.
Killua hace una mueca sacando la lengua como un reptil. Pero se distrae al ver el agua salir y por supuesto el cuerpo que estuvo observando ahora desnudo que le indica que se acerque.
Jura que la piel le quema de solo tenerlo cerca así que actuando como un joven adolescente con las hormonas alborotadas a mil se quita las prendas, está vez teniendo mega cuidado de no dejar más agujeros en el techo.
Gon se agacha para tomar los productos para limpiarse, jabón, champo, al hacerlo nota como lo agarran de la cadera y tiran hacia atrás su cuerpo. El miembro pálido está en medio de sus piernas y no le sorprende lo duro que está ahora acariciando su vagina con la larga longitud.
Se para sin separar las piernas para generar más fricción, —Sabes... Nunca traje a nadie a esta casa para tener sexo, mucho menos una pareja. —su pecho es apretado, como si estuviese orgulloso de lo dicho, —¿La ducha puede esperar, amo?, quiero tenerte en mi interior otra vez. —sonrisas picaras mientras las alas blancas lo rodean con cariño.
Killua no responde, con la fuerza que tiene puede manipular el cuerpo de su pareja a su antojo. Y bueno, de estarle viendo como un bobo durante una hora lo había dejado con pensamientos lujuriosos en su cabeza. Dejó salir apenas un gruñido impaciente, haciendo que el íncubo quedará sentado en sus piernas dándole la espalda, al lograr acomodarlo lo tomó de las piernas bronceadas para que quedarán a los lados, por la flexibilidad quedaban hasta un poco afuera de la bañera.
Gon levanta un poco el cuerpo y con la mano ayuda a que el miembro erecto entre donde más le apetecía en ese momento, su entrada vaginal, jugó un poco con el mismo antes de alinearlo y dejarse caer sobre el grosor que le hace suspirar con los ojos cerrados, las piernas abiertas y un poco alzadas, una mano pálida pellizcando sus pezones y la otra trazando senderos por su piel hasta llegar a su miembro.
—¿Se siente bien...? —le susurra cerca de la oreja, siempre prefería verle el rostro cuando tenían relaciones pero esa con esa posición sentía que llegaba más profundo. Sigue con sus atenciones con los pezones estirando un poco, hasta que comienza una masturbación lenta cuando su pelvis da varias embestidas lentas pero duras hacia arriba.
—Mucho... —las alas pálidas ocupan mucho espacio en el baño y al comenzar a moverse el agua salpica hacia afuera.
Cuando las atenciones terminan es cuando realmente el dominio vuelve. Killua lo agarra de los muslos y lo alza y baja a voluntad, buscando que choque contra su pelvis en sentidos contrarios para volverlo más errático. Con esa posición Gon puede sentirse complacido, pues usa sus propias manos para complacerse, masturbándose o pellizcando sus pezones. El estridente ruido de sus intimidades chocando junto al agua y sus fluidos salpicando le hacen prender fuego las mejillas y tirar la cabeza para atrás no dándose cuenta si lo golpeó con los cuernos o no. Esta increíblemente cerca.
El pálido es el primero en llegar cuando le presión en su pene es demasiada, se sigue moviendo a un ritmo más lento pero manteniendo esa rudeza hasta que el moreno también tiene el mismo destino, no teniendo más opción que cerrar los ojos sintiéndose avergonzado por no poder hacer más nada que dejarse llevar, aunque tuviera ganas de cerrar las piernas ante los temblores que lo azotan.
La respiración del que tiene detrás le da escalofríos, el pálido acaricia todo su cuerpo hasta llegar a la marca de su vientre. —¿Sientes algo aquí? —nunca se dignó en preguntarle, siempre tuvo curiosidad de que solo fuera algo de decoración.
Se acababa de correr y Killua al apretar su vientre marcado le produce escalofríos, gimiendo bajito por la repentina sensación de querer orinar, —Espe-espera... —quita las manos que moldean su vientre, nunca se había sentido así y teme, aunque se sienta bien, —La marca, al ser de pertenencia, quema en diferentes intensidades cuando estas sintiendo emociones, como la tristeza, el cariño o la decepción. —explica agitado, aun teniendo el miembro en su interior haciendo de tapón para la descarga dada, —Cuando me das una orden pica, cuando me dices cosas bonitas arde y cuando quieres tener sexo conmigo es como si mil abejas estuvieran revoloteando en mi estómago.
—¿Estás bien? ¿Quieres que me separe? —nota algo raro en su pareja así que piensa por un segundo que lo está incomodando. Quizás es la manera de hablar atropellada o es como si Gon actúa hubiera estado aguantando algo, lo trata con cuidado aunque a sus interrogantes hayan sido respondidas.
Lo vuelve a sujetar de los muslos para alzarlo, dejando salir su miembro y así liberando el semen que estaba siendo retenido. Deja que descanse en la bañera, teme en hacer algo errado ya que era la primera vez que lo veía así.
Gon suspira varias veces mientras casi todo semen sale de su interior, agitado y con las mejillas rojas, normalmente no tendría problema alguno con estar haciéndolo por horas, pero se siente particularmente desgastado, la marca le molesta en diferente puntos, como si tragara su piel, —Estoy bien... Solo, necesito descansar ¿sí? Eso... —se recuesta mientras lo limpian despacio y con paciencia, tratando de no estimularlo. Un íncubo sobrecargado, era algo realmente extraño.
Killua tiene un sentimiento nuevo, es como orgullo o algo parecido. Cómo últimamente que tienen relaciones de manera intensa pero breve Gon siempre termina cansado como ahora, pero prefiere no preguntar. Se queda con él hasta que decide que es suficiente y al estar ambos como nuevos después de secarse lo carga, otra vez, teniendo cuidado de no maltratar el techo. —¿Dónde está tu habitación?
Los pinchazos en su estómago los reconoce de sobra, le acaba de inflar el ego al albino de formas increíbles y no se iba a quejar, realmente había pasado de ser insaciable a estar contento con una descarga al día, un gran cambio para quien se supone es un demonio hecho para el sexo, —Está a la derecha y ya no es mía, ahora es nuestra. —le deja un beso en la mejilla, ambos están cubiertos solo por una toalla y al abrir la puerta se llena de nostalgia, su muñeco de plástico está como un recuerdo en su mueble y el pálido se lo queda mirando con insistencia.
—Por fin nos conocemos. —habla como si se tratara de una telenovela. —Mi enemigo. —no puede disimular su cara de disgusto aunque ahora le esté prestando atención a su novio que lo deja en el borde de la cama mientras busca la ropa.
Gon ríe de lo infantil que se ve un demonio de su apariencia rabiando por un muñeco, —Deja a Kon en paz, nosotros ya no hacemos esas cosas. —mira su cuarto con una sonrisa, ahora no sería solo suyo, Killua estaría con él. Debía lograr que no todo fuera de su pertenencia, le gusta el olor del albino y ahora que no están en la casa del mismo le pica la nariz de solo olfatear su característico olor a almendras y miel, —Deberíamos ir al centro y comprarte muchas cosas.
Killua utiliza dos de sus dedos para señalar sus ojos y luego a Kon como si este estuviera mirándolos. —¿Comprar que cosas? —se le quita la actitud anterior de la nada. Hasta tiene brillitos al rededor. —Espera, pero... ¿Vas a usar la misma ropa u otra? —empieza a buscar en el armario.
—No olvides el hecho de que soy un íncubo. —se sienta en el colchón, los trajes diminutos lo dejan paralizado, sonrojado hasta las orejas por lo revelador de las mismas, —Deberíamos volver a tu mundo para comprar ropa... Es bastante cómoda.
—S-sí... Creo que es lo mejor. —trata de fingir que no vio nada aunque su cara diga otra cosa. Había un lugar que ambos conocían que no era tan concurrido. —¿Quieres ir ahora? Aunque no hemos comido nada y si te acompaño creo que no sería bueno acercarme demasiado...
—Primero comamos, fue un largo viaje. —una vez ambos vestidos, mayormente con la ropa del pálido, bajaron hasta la cocina. El horario es extraño en ese lugar, no vio ni un solo reloj en todo el recorrido, pero estimaba que Gon le habla en términos humanos cuando se refiere a él. Entre ambos se prepararon algo ligero, ensaladas de papá y zanahoria, según le había dicho el moreno, por qué en realidad tienen formas y colores diferentes, y un pescado hecho a la plancha, gigante, más que su propio plato. Killua solo quería unos sándwich.
La comida no duró mucho. Tenían hambre aunque la más evidente venía del albino que hizo en parte un desastre, terminaron de arreglar lo que ensuciaron y después de alistarse decidieron salir. El lugar donde quedaron era una calle prácticamente vacía, con pocas personas transitando. El más alto se mantenía detrás del íncubo como niño con su madre.
Al demonio lujurioso le hace gracia que actúe así por miedo, pero no quiere que lo haga, —Killua, descuida, está tienda es dirigida por un amigo, estarás seguro. —una tienda de apariencia descuidada para ser de ropa, con carteles antiguos, como si estuviese abandonado. Dio cinco toques a un ritmo rápido, como el de una canción y de sus pies se abrió el suelo. Tuvo que taparle la boca a su pareja para que no grite al caer, — "Ante el pánico incluso algo tan básico como que puedes volar se te olvida" — Un aleteo detuvo la caída.
Por fin la verdadera tienda, amplia y espaciosa, había modelos paseando con sus extravagantes trajes y diversos compradores de todas las especies. Hanzo es un brujo ejemplar a la hora de vender su imagen y habilidades.
Lamentablemente el pálido se pegó varias veces con las decoraciones que estaban en el techo. Por su estado temeroso también se distraía de su entorno hasta que una brillante calva se hizo presente.
—Vaya... Vaya, mira lo que trajo el diablo ¡Y que diablo el que me acabas de traer! —empieza a toser por el tabaco que estaba intentando aspirar para verse cool. —No puedo seguir con esta mierda. —se levantó. —¿Cuántos años han pasado? ¡Te has olvidado de mí!
—¡Hanzo! —le da unas palmadas en la calva, algo que el hombre ya mayor detestaba pero solo le perdonaba a él, —Muchos años, es que llegó un punto en que mi cuerpo dejó de crecer y bueno, jeje, ya no necesite venir. —antes de que los gritos empezaran por esa afirmación colocó a Killua frente a Hanzo, el pobre albino se mordió la lengua por los nervios, —Eso no importa, te traje a alguien. Su nombre es Killua, es mi novio. —feliz lo enseña como si fuese la cosa más maravillosa del mundo.
—¿Killua dices? —le observa escéptico, manteniendo el tabaco encendido en sus manos. —No se parece a ningún otro demonio que haya visto antes. ¡Y eso que vívido mucho! Es un placer. Hum, así que novio... —sube y baja las cejas de manera sugerente. —Yo sabía que conseguirías a alguien, menos mal vivo para contarlo. Pueden ver y llevarse lo que quieran, tendrán un descuento. No los distraigo más, tengo cosas que hacer. ¡Fue bueno verlos!
Killua lo mira extrañado, —Es que estuve soltero muchísimos años y realmente no me interesaba estar en una relación. —lo toma del brazo para llevárselo a mirar diferentes prendas, buscaron cosas holgadas, cómodas, después de todo deberían poder estar en el mismo espacio sin la necesidad de distraerse con las vistas sugerentes. Una vez todas las bolsas estuvieron en manos de ambos para volver a casa y acomodar fue solo un trámite más, donde la cena coronó la primera noche de ambos en el Infierno.
—Yo no te quiero conmigo cuando estemos durmiendo. —le habló al muñeco Kon, que se cayó de lado como si estuviera desanimado. Aunque tenían ropa nueva se vino a quedar en boxers, mientras esperaba a Gon que estaba en el baño tirándose de cara en la cama. Olía a su amado y le encantaba.
—¿Y? ¿Cómo se sintió tu primer día en este mundo? —Gon sale del baño vestido, no lleva nada más que una camisa como ya es costumbre y Killua arroja el muñeco al suelo con las alas al ver a su pareja semidesnudo acercándose a la cama, donde se había quedado como tonto oliéndola.
—Uhm... Bien. Es raro y nuevo. Pero, de alguna manera es... ¿Cálido? No solamente por la temperatura. No sé cómo explicarlo. No esperaba encontrarnos con tantos de tu especie aunque es lógico porque seguramente huelo diferente. —pasea su mirada por el cuerpo del moreno.
Salta a la cama para ir a abrazarlo, realmente había sido un día agitado, —Descuida, poco a poco llegarás a pasar más desapercibido, bueno, no particularmente por tus alas, son muy blancas. —acaricia la superficie de las mismas con sus propias alas, —Ahora solo faltaría que pueda presentarte a mis amigos, prometo que se llevarán muy bien.
—¿Estás seguro...? No tengo idea de que responder si me preguntan cómo llegué aquí. —lo trae consigo para que quedé encima de su cuerpo mientras está acostado en la cama. Se pierde un momento en los ojos mieles que le miran con cariño hasta que baja de más la mano y le aprieta el trasero con gusto.
—¡Hey! —termina montado sobre el albino por el repentino agarre, la cola negra y en terminación de corazón le da unos golpes en la cara al más alto, —Ellos comprenderán, son... Demonios extraños, descuida, te adaptaras bien. —confiaba en sus amigos, ellos, de pasados complicados, lograrían comprender aunque sea un poco la situación del moreno. —Había pensado en hacer alguna reunión más privada, para presentarte y bueno... Hablar con ellos un rato otra vez. —Gon le sonríe, —¿Qué te parece la idea?
Killua soba su cara, dónde recibió su merecido al ser un aprovechado. —Uhm... Lo pensaré después de que me des un besito de buenas noches. —empezaba a dejarse llevar por el sueño, tenía el estómago revuelto de solo pensar en la posibilidad de conocer a los más cercanos de Gon pero por ahora era mejor dormir.
El moreno rueda fuera del cuerpo y se acuesta a su lado, temperaturas cálidas que no evitan que lo abrace y le regale un beso que solo sube de nivel unos segundos, después de todo explorar la boca contraria es demasiado tentador. Cuando los ojos le pesan demasiado deciden simplemente dormir, su vida sería extraña y divertida a partir de ese día.
Pasaron semanas que parecieron días, el momento de la reunión llegó y aunque faltarán varias horas para que llegaran los invitados se encargaron de que estuviera todo limpio y ordenado. Killua estaba tenso, logrando distraerse para traer las cosas que su novio le pedía. Ya estaba más familiarizado.
Gon sabe que el primero en llegar será Kurapika, muy puntual y estricto con esos temas, además de que cuando se contactó con él, estuvo a un paso de solo teletransportarse hasta la casa del incubo y probablemente golpearlo o gritarle.
La comida servida y en la hora justa la puerta fue tocada suavemente. Killua se quedó atrás, como un gato en alerta, mientras su pareja abría la puerta feliz de encontrar los ojos grises del íncubo... Grises... Tal vez sean rojos, —Pika... Q-que gusto... —no pudo evitar temblar, no era bueno que eso ocurriera.
El joven rubio usa ropa tradicional del pueblo donde vive, ancha y cómoda, de su mano sale una cadena que inmediatamente deja a Gon en el techo, —¡¡Te fuiste por exactamente cinco meses ¿Qué mierda estuviste haciendo fuera?!! —esos meses lejos, para un humano habían sido años.
—De eso quería hablarte, él es Killua. —el rubio voltea ferozmente hacia el albino que está comenzando a entrar en pánico, hasta ese momento no se había topado con un demonio agresivo.
Los ojos rojos analizan a su mejor amigo... La marca en su vientre... Una grande que no pudo ser cubierta debido a la posición del moreno.
—Entiendo, debí devolverte el favor... No te preocupes, lo haré enseguida. —los ojos rojos pasan a grises y cuando otra cadena es soltada para directamente atacar el cuello pálido Gon grita.
—¡¡Es mi novio!! —justo en la yugular, Kurapika pestañea y baja al moreno.
—¿No te marcó a la fuerza?, si te amenaza o algo por el estilo haré que sufra. —lo abraza y Gon lo tranquiliza.
—Bueno, eso es una larga historia. —Killua trata de procesar lo escuchado anteriormente. —''¿Devolverle el favor? ''— Más que sentirse amenazado, dudas llegan a su mente mirando al moreno con un gesto entre confuso y expectante. —Pero supongo que eso podemos hablarlo luego... —mira a otra parte sintiéndose de más por un segundo. En eso el sonido de una cuarta voz aparece justo en la puerta.
—Ho-hola... Espero no interrumpir. —Zushi se le veía temeroso, viendo a su amigo. Podía captar el ambiente algo tenso.
—¡Zushi!, qué bueno que llegaste. —literalmente, sería un lío tener al Kurta tan alterado en su casa y con un "desconocido", al abrazarlo el chico ni puede evitar ponerse muy nervioso, siendo más joven que él solo tiende a tartamudear.
Los ojos marrones ven al desconocido en la sala y se sonroja, traía ropa típica de los de su especie, lo único con lo que le permiten al usar el transporte, su cubre detrás de Gon con las mejillas hirviendo, —Tengo ropa en mi cuarto, puedes usarla.
—¡S-sí, gracias! —el castaño se queda en su lugar y piensa en saludar a Kurapika pero lo siente tenso al igual que el demonio que estaba al fondo. Puede oler algo de preocupación y desconcierto. —Es bueno verte... —dice al rubio para no ser descortés.
Killua puede escuchar la voz de Zushi así este sumido en sus pensamientos. Cuando Gon vuelve y le pone un suéter que lo cubre por completo, lo apoya sujetando de sus hombros cuando termina de ponérselo para acercarlo, habla: —Ya conoces a Kurapika, pero la idea de la reunión era presentarles a Killua, es mi pareja.
Zushi entonces mira al azabache, el olor de la marca de pertenencia entonces no era su imaginación. —Oh, eso quiere decir que... ¿Él fue? —dice bajando el tono de voz cada vez más.
Gon no comprende la pregunta, Zushi es siempre temeroso y un poco tímido, así que cuestiona las mejillas hirviendo, —Él fue... ¿Qué...?
El íncubo menor se mantiene estático. Cómo si cayera en cuenta de lo que hizo. —¡O-oh, no, que grosero de mi parte! —ya estaba formulando en su cabeza que Gon estaba en un trío con un humano por la marca que tenía, eso no tenía sentido si estaba con Killua... ¿Y sí el mismo mató al humano para evitar eso? ¡Por poco lo arruina y toca un tema delicado después de tanto tiempo! —¡N-no debí preguntar, es un placer conocerte!
El albino solo se queda viendo. Raro el comportamiento de un supuesto demonio sexual, como la comida estaba servida toman asiento. Kurapika sigue callado y en ocasiones hace comentarios pero a veces el pálido siente que lo mira, causando incomodidad.
Una vez pudieron "relajarse" el más joven logró hablar cómodamente con el albino, acerca de las cosas que le gustaban, que le disgustaba y por supuesto, hablaron de Gon, uno que Killua nunca podría conocer.
—Tendrías que haberlo visto, dejó noqueados a todos esos tipos para ayudarme a seguir subiendo en la torre. —podrá ser un íncubo amante del sexo, pero había una parte de él al que le gustan los riesgos fuera de una cama como las luchas clandestinas, allí había conocido al íncubo más joven.
Todo fue bueno y pasable hasta que Kurapika hizo la pregunta clave, —¿Cómo se conocieron?
Zushi había terminado su plato cuando escuchó la pregunta observando con atención.
—Supongo que debería responderlo... —Killua comienza temeroso. —Pero si estamos en un círculo de confianza no pasa nada si decimos la verdad. Yo no quiero mentir respecto a eso, me siento mucho mejor diciendo cómo pasaron las cosas. —comienza a relatar lo más resumido que puede. —Yo era humano y, desde que marqué a Gon sin siquiera saber las consecuencias empecé a convertirme tiempo después en lo que soy ahora que no tengo idea de que es. —claro que evitó dar detalles de más, sentía un calor repentino en todo el rostro. El pequeño íncubo sonreía al escuchar el relato.
Kurapika mira a Gon, desconfiando un poco de lo que el desconocido le está relatando y el moreno asiente feliz, no había más en la historia, solo saltarse temas íntimos o que fueron olvidados con el paso de los meses.
—Es la primera vez que escucho que algo así podría ocurrir. —eso no quita que el rubio sea observador, —Pero tengo las pruebas a mi lado y negarlas sería estúpido de mi parte. —al final termina sonriendo tranquilo, para ser un demonio que nació siendo un humano, el joven le parecía calmado, tímido y aunque lo haya atacado, no se defendió.
—¿Cómo tomaron tus padres en lo que te convertiste? —el moreno negó a su pregunta y el rubio suspiró divertido, —Lo suponía, son cosas muy delicadas, aunque... Tienes suerte, siempre caen aquí esos que siguen ciegamente la palabra del señor de arriba.
Un ambiente repentinamente incómodo aparece. Killua había sido un fiel seguidor de Dios casi de nacimiento y Kurapika interpretó el silencio de forma correcta, casi escupiendo su bebida por ello.
—Además, te conviene que tu único pecado haya sido marcar a este idiota.
Incluso así, la comida pudo seguir con calma.
Zushi fue el primero en comentar que debía irse. Agradeció por la comida y estaba con más confianza aunque seguían sus nervios por estar con tantas personas. —Espero vernos seguido. Aunque ya sé porque desapareciste. —después de darle un abrazo en modo de despedida, el comentario logró avergonzar a la pareja. —¡Si se van a casar, quiero una de las mejores mesas!
Gon pestañeó y esa fue de las primeras veces que Killua lo vio sonreír avergonzado, fuera del ámbito sexual obviamente. Kurapika, que había estado a su lado despidiendo al incubo menor también abrió los ojos en grande, —¿Nosotros tenemos permitido casarnos?—pregunta al aire y de pronto Killua se le queda mirando con duda. Gon acompaña el comentario, —No, en realidad no, pero no me importan mucho las leyes, jeje. —ambos amigos se quedan frente al otro, algo había cambiado y Kurapika lo sabía.
—Entonces, ¿una casita, anillos en los dedos y unos niños correteando por ahí?—pregunta divertido el rubio al ver la explosión de colores en el rostro del demonio albino.
—Solo si aceptas ser el padrino de uno de mis niños. —y ahora el sonrojo lo comparten ambos pálidos.
El albino se había quedado pensando mucho sobre el tema después de que se encontrarán solos otra vez. Tener niños... ¿Acaso eso era posible? De todas las veces que lo hicieron Gon nunca quedó embarazado, sentía otra vez la cara arder hasta las orejas y hombros.
Estaba terminando de arreglar la cocina cuando un ardor en su brazo se presentó, juraba que se lo estaba imaginado por estar perdido en las posibilidades que creaba en su cabeza pero no parecía una ilusión las marcas de cadenas que ahora tenía. Estaba tan acostumbrado al dolor de cuando salieron sus cuernos y alas que apenas dio un quejido, pero uno que Gon captó así estuviera a unos pasos de distancia.
—No me digas que siguen creciendo. —se refiere a sus alas o cuernos, realmente ya estaban bastante grandes a comparación suya, al menos había parado de crecer cuando le saco una cabeza y media de altura, si seguía así, no podría aguantar la proporcionalidad de su cuerpo; aunque lo intentaría. Se acercó hasta él cuando lo vio mirarse el brazo, no era un tatuaje normal de esos que insertan tinta en la piel. Es una marca como la suya, parecía más bien una quemadura. —¿Cadenas? ¿Kurapika logró atacarte?—pensaba que había logrado evitarlo y que ambos se sientan cómodos con el otro.
De repente, antes de que Killua pudiera contestar una bolita de luz apareció por el salón y chocó contra una de las paredes. Por suerte no hizo ningún daño pero al recuperarse del aturdimiento se presentó un ángel rubio con cejas pobladas frente a ellos. Aunque automáticamente al verlos retrocedió. —¡Ho-hola, soy un mensaje del mundo de los cielos! ¡Mi-mi nombre es Ikalgo! —aunque tomaba algo de valor se escondía detrás de una libreta.
Gon se quedó solo un segundo quieto, alas con plumas blancas y una aureola brillante, cazarlo y dejarlo atrapado entre sus manos fue sencillo, —No tenemos tiempos para ustedes. —las garras largas amenazan con atravesarle la garganta al recién llegado, que grita despavorido por no poder soltarse.
—¡Espera, espera! ¡No le quites las plumas a mis alitas, son nuevas! —ya pequeñas lágrimas salen de sus ojitos. —¡Es importante, sé que no quieren verme pero estamos enterados de lo que está sucediendo con el demonio... Eh...! ¿Puedes dejarme ver mis anotaciones?
—Maldita sea. —al agarrar al ángel por las alas agarra con la cola un pequeño libro, la letra es horrible y el pobre ser de luz está intentando tomarlo, pero Gon no se lo permite. Killua se acerca e intenta agarrar la aureola del ángel por curiosidad. El grito de dolor se escucha fuerte, —Killua... Eres un demonio, sus aureolas y armas te harán daño. —ríe por las ocurrencias de su pareja, olvidando un poco lo molesto que se encontraba.
—¡Eso, Killua! ¡El Cielo se ha dado cuenta que presentas las características de un único demonio que nunca se ha presentado! —toma aire. —Pu-puede que seas, n-no quiero tomar conclusiones pero se sospecha que seas Sa-Sa-Sátanas...
—Tiene que ser una broma... —los ojos azules se centran en el pequeño. —Ahora di la verdadera razón por la que estás aquí
—Sabes mucho, pequeño ángel. — Gon se había quedado mirando la libreta, traía mucha información sobre Killua a partir del primer cambio, anotaciones que solo una persona que hubiese estado a su lado sabría. Gon aprieta aún más las alas del que ya está a punto de llorar por el dolor, —Estuviste espiando. —no mira al ser, sino a Killua, preocupado de lo que estaba sucediendo, raro seria que el mismísimo Cielo estuviera preocupado de una "presa" de un íncubo.
—¡So-solo hacía mi trabajo! ¡Si no terminan de confiar en mí escuchen bien lo que diré! —habla entre quejidos de dolor. —Pronto dos ángeles van a venir por Killua y le harán una terrible prueba para probar que sea verdad de que es quien sospechan... —se rinde ya al informar lo que debía contar, aunque no se supone que debería comentar sobre la prueba. — Y-yo no tendría que decir lo último pero quiero advertirles, si digo más se darán cuenta, por la palabra de Dios, estoy diciendo la verdad.
—¡No menciones a ese en mi casa!, me da dolor de cabeza. —lo suelta y deja caer al piso. Killua se le acerca al pequeño ángel, cuando era niño siempre quiso conocer uno, aquellos que su santa Biblia decía que no solo servían a Dios sino que también los protegían a ellos, ese era pequeño, como un querubín. Lo agarró con más delicadeza que Gon, intentando mirar que sus alas no estén rotas, el íncubo parecía absorto pensando, ignorando las acciones de los otros dos.
Los ojos de Ikalgo parecían espirales. Por suerte podía recuperarse rápido con algo de agua bendita. Cuando vio de cerca de Killua dio un saltito pero confiaba de alguna manera más en él, después de todo sabía de sus antecedentes. —N-no vuelvas a tocar mi areola... —suspira al ser libre. —Ne-necesito mi libro de vuelva, por favor.
—Cariño, creo que está diciendo la verdad. — al albino busca calmarlo, a su pareja que está dando círculos en su lugar y golpeando con su cola el suelo llevándose consigo lo que el ángel quería que llora en silencio.
—Ese es el problema, dentro de unos meses será el invierno... Si esos estúpidos ángeles intentan llevarte en ese día... —Killua no entiende nada, pero Gon estaba rojo dela furia, —¡Tú!¡Ven aquí!—intenta agarrar al ángel otra vez, pero Killua se lo niega.
—¡No dejes que me llevé! ¡Diré lo que quiera pero que no me maltrate! —ruega Ikalgo. Killua le hace caso y lo mantiene lejos de las garras de Gon diciendo:
—Lo estás lastimando mucho, puede hablar sin que tengas que hacerlo. —suspira y trata de no reír cuando en todos los intentos logra esquivarlo, dejando aturdido al pobre querubín. —¿Invierno? ¿Hay invierno en el Infierno? —pregunta cuando el moreno se queda tranquilo.
Primero mira receloso al pequeño ser angelical, luego a su pareja, —Una vez cada cierta cantidad de años nuestra tierra se llena de ceniza y nieve, congelando todo a su paso, ríos, mares, incluso demonios. —explica lo que sabe, —Si uno de nosotros esta fuera durante la tormenta morirá, no importa lo que haga, lo único que se puede hacer durante esa época es conseguir una marca de protección y quedarte en tu casa.—Gon posee una en la puerta de su casa, cuando ganó el concurso fue específicamente para conseguir una, a los súcubos e íncubos no se les tiene mucha consideración y a ellos particularmente les cuesta más protegerse, —En la última tormenta tuve que traer a Kurapika y Zushi, ellos no tienen un lugar seguro al que ir, y esta vez será igual.
Ikalgo y Killua se miran. El primero en reaccionar es el pequeño ángel que sonríe más que nervioso. —Exactamente, podría decirse de que... Podrían querer dejarte afuera a ver si sobrevives. —muchas gotas de sudor caen, ops. Volvió a hablar demasiado.
—¡¿Qué?!—ahora sí que Gon lo agarra,—¡¿Están intentando matarlo solo por una estúpida sospecha?!—odiaba la tranquilidad con la que estaba hablando de la muerte de su ser más importante, quería arrancarle los ojos, —¿No hay forma de detener esta mierda?
—¡N-no hay manera! —se pone morado por el apretón que ejercen en su pequeño cuerpo. —¡A-a-ahí arriba están como locos, no quieren que se trate de Satanás y prefieren tomar las previsiones así muera, no les importa! —Killua vuelve a recuperar a Ikalgo. Pero está vez lo deja volar por ahí mientras se sienta en el suelo en completo shock.
Al verlo sentado no puede evitar que algunas lágrimas caigan, le había prometido una vida hermosa y resulta que se lo había traído a los ángeles en bandeja de plata, —¿Porque estás aquí?, a ellos no les conviene que lo sepamos, solo buscas torturarnos. —ya no tiene fuerza para luchar, solo se acerca a Killua y lo abraza, —Lo siento...—no puede evitar sollozar por la noticia.
Ikalgo busca hablar pero se queda callado un momento, recupera su libro. —Es que... He estado todos estos años viéndolos y de alguna manera me he encariñado. Aunque se trate de los míos considero que es algo muy cruel y pensé que si lo sabían antes quizás tomarían ventaja de eso. —lo están llamando para que regrese y eso lo altera. —Te-tengo que irme... —no puede dar palabras de consuelo, desaparece.
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