𝘖𝘯𝘨𝘢𝘬𝘶 𝘯𝘰 𝘏𝘢𝘴𝘩𝘪𝘳𝘢
Capítulo 6.
“Sobrevives con malicia, no con inocencia”
En el mundo existen toda clase de personas, te sorprenderías de tan sólo imaginar en que hay muchísimos, y es que, esa es la gracia de un mundo diverso y colorido, que esté lleno de diferencias y misterios por descubrir, resolver lo que aún no ha sido resuelto, esa clase de cosas. Empezamos muy optimistas, pero aquí viene la contraparte: un mundo lleno de colores también incluye tonos negros y grises.
Que frase ¿no? Casi me da un Oscar.
Pero, si te pones a pensar en ese sentido realista, la vida no es completamente rosa, y está bien porque, es aquí en donde demuestras de qué estás hecho. Claro, no tienes que ser invencible, pero lo importante es que no te dejes de nadie. Sobre todo si vives prácticamente a merced de las calles.
O eso es lo que Sui opina. Honestamente, ella ya sabía a qué se iba a enfrentar tan pronto saliera de casa de esos demonios, e irónicamente, iba a tratar con seres mucho peores y monstruosos, guiados por la hipocresía y el deseo, seres despreciables que sólo daban algo si obtenían algo, o hacían y decían algo con una segunda intención siempre presente en su mente. Así es, estoy hablando de los humanos.
Siendo una chica que nació y creció en el campo, llevando a su vez una infancia y vida campesina muy lejos del movimiento caótico de la ciudad, Sui siempre se imaginó un lugar moderno, y lo era, cumplió con sus expectativas; aún así, entre más grande el lugar hay mayores especies, entonces, siendo apenas una adolescente, sabía que no podía confiarse de nadie, por muy amable que pareciera, ella decidía a quien dar su brazo a torcer. Reconocía que sobrevivir a las calles en ese sitio no iba a ser para nada sencillo, y conseguir un lugar al que llamarle hogar, muchísimo menos. Pero, ¿saben? Esta hermana mayor era capaz de nadar todo el mar por su hermanito, de eso estaba segura. Haría lo que fuera para que Sei, aunque sólo fuera él quien viviera bien, estuviera cómodo y a gusto.
Era lo que más le importaba ahora.
Tan pronto emprendieron el camino hacia un pueblo cercano, en el que buscarían algún lugar de paso para quedarse en esa noche. Todavía Sui contaba con algo de dinero, así que podrían quedarse en el lugar uno o dos días, dependiendo claro, de que también le fuera a la bicolor en su trabajo.
Como ella no tenía estudios y apenas sabía leer y escribir —gracias a los tres demonios que tuvo que dejar atrás porque tenía otro objetivo vigente— no tenía nada mejor que hacer que desempeñarse como una cantante callejera. Cuando vivía con la señora Tamayo, Shizuka y Yushiro, era un trabajo de medio tiempo, mientras que en la noche se desempeñaba como una asistente de farmacéutica, una mujer que muy amablemente quiso darle el empleo Temporal, para que cubriera el turno de su asistente oficial, quien se encontraba fuera de ese pueblo por situaciones de familia y por ende, no podía asistir al trabajo.
Durante esos turnos de noche aprendió muchas cosas, además, ya identificaba que medicamentos necesitaba Sei, y la mujer también muy amablemente les regaló medicinas y dinero para su viaje. Sui estaba más que agradecida de haber encontrado a personas tan buenas que la ayudaron en esos momentos de crisis. Pero, aún así, tenía muy presente que eso sólo fue suerte y de la buena.
Vivió en el campo, pero eso no le impidió ser consciente de la realidad que los rodea. No todas las personas son buenas. Algunas tienen buenas intenciones, otras tendrán malas intenciones y otras, quizá se muestren buenas pero esperarán a que estés en tú mejor momento para mostrar lo que oculta la máscara. Muchos de sus vecinos eran personas del asco, buscaban a su familia nada más cuando surgían sus propias necesidades, pero cuando ella, su madre o su padre necesitaron de su ayuda no hicieron más que dar excusas increíbles y absurdas para no hacer un trabajo pesado.
Si bien vivían en un mundo plagado de demonios, los seres humanos podían llegar a ser monstruos sin corazón alguno.
—–Esta es su habitación. No es tan grande, pero si necesitan más espacio podemos discutir el precio ¿Qué le parece? —la voz femenina de una mujer anciana le hizo salir finalmente de sus pensamientos.
Apenas llegaron al primer pueblo que tenían que visitar, antes de seguir su camino hacia la ciudad, o bien, buscar un lugar en el que pudieran asentarse y vivir en paz, comenzar de nuevo, como ya la noche los estaba alcanzando, Sui y Sei buscaron con rapidez un sitio para dormir. Se encontraron con una amable señora que los guió hacia la casa en la que tenía rentados varias habitaciones, les dijo que podrían pasar la noche ahí y quedarse el tiempo que necesitaran, mientras Sui conseguía más dinero y comida suficiente para seguir con el viaje, y claro, resguardarse en la noche de los demonios. Muy amablemente los guió por la casa; era un lugar ordenado y silencioso, lo que le gustó mucho a Sui y dejó aliviada, puesto que sin sucio no hay gérmenes, y así podría estar tranquila de que su hermanito no se enfermara con frecuencia.
La habitación rentada que sería su refugio temporal era pequeña, pero contaba con futones y una pequeña mesita. No tenía ventanas y era muy tradicional. No era la mejor, y tampoco era lujosa, pero tenía un baño y futones cómodos, además era silenciosa, así que no quería ser exigente, para ella con eso bastaba.
—–Está bien.—le respondió Sui con seriedad, luego se inclinó hacia la mujer que les rentó el cuarto, así le agradeció. —–Le pagaré todo cuando nos vayamos. Ese fue el trato.
—–No se preocupe. —habló la mujer, luego le sonrió. —Descansen. Hoy les invito la comida ¿Que dicen?
Sei levantó la mirada y observó a su hermana. Sabía que Sui no se dejaría convencer por eso. Ambos tenían hambre, pero comerían en cuanto la mujer se fuera ya que tenían comida guardada para el viaje, y un par de raciones. Además, parecía que esa propuesta tenía más un interés de por medio, él pudo percibirlo.
Y afortunadamente su hermana mayor también.
—–No me endeudaré más con usted.—le dijo, volviendo a tomar su postura natural.
La mujer que los atendió se mostró confundida, pero a la vez en su rostro tenía un gesto algo nervioso. Gracias a eso, la bicolor decidió sonreír de lado con ligera arrogancia, mostrando un gesto de "te descubrí".
—–Sé que usará la comida que nos dio hoy como excusa para cobrarnos más un arriendo de uno o dos días.—le aclaró.—–Como puede ver, tengo asuntos más importantes en los que gastar el dinero que traigo, además, yo misma puedo conseguir la comida día a día, llevo haciéndolo desde hace meses, así que, no, gracias.
—–Muchas gracias, señora.—agregó Sei, decidiendo incluirse en la conversación, también teniendo una sonrisita, aunque la de él era más en sentido de diversión.—–Onee-chan, es hora de mi medicina.
Sui asintió en respuesta de su hermano, luego se volvió hacia la señora y le dedicó una sonrisa fingida, tomando la silla de Sei para empujarla al interior de la habitación.
—–Feliz resto de día.—aclaró la bicolor, luego cerró la puerta sin importarle que la mujer siguiera ahí, sonriendo frustrada y algo anonadada.
Sui mientras tanto, se mantuvo junto a la puerta hasta escuchar que los pasos de esa mujer se pusieron en marcha, alejándose cada vez más de la habitación. Ya mencioné que ella tiene un oído muy agudo, ¿verdad? Bueno, tenía que esperar a que esa señora se fuera para poder comer en paz. Le daría igual si la mujer dueña del sitio se daba cuenta de que habían metido comida, de no ser porque una de sus reglas era comer en el interior de esas habitaciones. Si querían comer, necesitaba ser en el comedor, y para eso habría que pagar. Claro, una sucia estrategia para ganar más dinero extra y sacarle mas propinas a la gente. Pues no para ella, imposible.
Sui cerró la puerta y se aseguró de atascarla un poco para evitarse preocupaciones de que alguien entrara de improvisto. Su hermanito, y acompañante de viajes, la observaba atento, moviendo sus manitos sobre los brazales de su silla, sonriendo dulcemente y contento. Para alguien que perdió a su hermano gemelo en una trágica noche, tuvo un accidente a una edad tan temprana, y que además quedó con sus piernas paralizadas a causa de ese accidente, Sei es un chico que comparte mucha vida y, que por su puesto, tiene muchas ganas de vivir y verle el lado positivo a las cosas. Le gustaba siempre estar motivado.
Es un niño muy dulce, alegre e inocente. Para Sui sería difícil preservar ese buen humor de su hermanito, pero, haría lo posible y lo que no para que él siguiera siendo esa persona de tan buena energía, le haría ese favor a sus padres.
Para ella en cambio, ya era demasiado tarde...
—–¿Tienes hambre, hermana?—le preguntó Sei, viendo a su hermana curioso.
Sui se acercó en silencio a su hermanito, agachándose a su altura. La mayor le sonrió y le pellizcó ambas de sus mejillas, soltando después una risita al mismo tiempo que su hermanito, quien también tomó las mejillas de su hermana mayor.
—–Parece que tú sí tienes hambre. Se te nota en las mejillas.—le dijo la bicolor, levantándose nuevamente, después de apoyarse en sus rodillas.
Entre tanto ella lo rodeaba para buscar detrás de su silla una especie de abertura secreta, sacando comida escondida. Cosas como frutos secos, y pequeños Snacks para suplir el hambre. Ya Sui encontraría la forma de preparar otras cosas para darle de comer a Sei y asegurarse de que se alimentara bien. El menor y recién mencionado mientras, la observaba con una sonrisa cómplice y divertida, aún pensaba en eso que acabó de decir, así que no se quedó callado y antes, prefirió preguntarle de una vez.
—–¿Ah?—se cuestionó el hermanito menor, luego le miró y soltó una leve risita, viendo a su hermana mayor con una ceja levantada.—–¿Cómo puedes verlo en las mejillas?
Sui no le respondió de inmediato, pero, por su parte, simplemente sonrió y se le acercó para poderlo cargar y sentarlo en el suelo, quedándose junto a él.
—–Puedo escuchar que tus mejillas me hablan cuando tienes hambre.
—–¡Sui!—le dijo el menor, luego se rió.—–¡Las mejillas no hablan!
—–Claro que sí, acaban de decirme que hagas silencio y que comas antes de que esa codiciosa mujer venga y nos descubra.—le advirtió la bicolor, pasándole la bolsa de frutos secos y cereales.
Tenía también sobre su regazo, una manzana. Se levantó para buscar una daga, luego volvió a sentarse para pelar y cortar la manzana en trozos, acercándole a su hermano, a la boca unos cuantos. Sei se los recibía, pero después de unos cuantos decidió él mismo tomarlos. Sui no protestó acerca de eso y, ya con ello, siguieron comiendo y recargando fuerzas.
—–¿Irás a trabajar ahora, hermana?
—–Aún no.—le miró, luego le sonrió al pequeño y se llevó a sí misma un trozo de manzana, siguiendo con el proceso de pelarla y cortarla en trozos.—–Pero no creas que voy a dejarte solo aquí. No confío en esa mujer. Te llevaré conmigo y me puedes acompañar, además, si vienes conmigo me pueden dar más dinero porque puedes cantar también...
Sei abrió ligeramente los ojos al escuchar eso último, pero luego sonrió claramente emocionado por la idea de irse a ayudar a su hermana en el trabajo, pues al fin y al cabo, él también comía de los alimentos que ella compraba con ese dinero que ganaba trabajando en las calles. Aparte de eso, le gustaba estar cerca de su hermana mayor, sabía que ella siempre buscaba su seguridad, así que como ahora siendo el único miembro de su familia que le queda, se siente más a salvo estando cerca.
—–¡Si! ¡Cuenta con eso, hermana! Te ayudaré mucho y ganaremos dinero para irnos rápido de aquí a otro pueblo.—le prometió el menor, sonriendo y mostrando una mirada más que determinada.
Sui sonrió igual, tomando a su hermano de las mejillas nuevamente, luego volvió a pellizcárselas. Le gustaba que siguiera siendo ese niño alegre de siempre, pese a todo lo malo que les ocurrió.
—–Así es... Pero vamos, tienes que tomar tu medicina ahora.—le advirtió, alejándose de nuevo, volviendo a buscar su medicina.—–Además de eso te abrigaré un poco para que el sol no te lastime la piel, lo último que quiero es que te de algún sarpullido.
Después de comer los hermanos Mahara decidieron salir a trabajar un poco. Era importante aprovechar el sol para producir, ya que a la noche podría ser peligroso salir a la calle. Se sabía que habían demonios que andaban por los pueblos siendo que a algunos los asechaban todas las noches porque sabían que ahí podrían encontrar comida diaria para satisfacer su hambre y sed de sangre
El pueblo en el que estaban ahora Sui y Sei contaba con mucha gente y era bastante avanzado a comparación de otros, o de los que se imaginó; en realidad en esos lugares la gente no se imaginaba que un demonio apareciese, de hecho, parecían ignorar eso, preferían seguir con sus negocios y disfrutar todo el tiempo de sus vidas en ese lugar que ellos consideraban seguro. Aún así, Sui prefería no arriesgarse.
O más bien no arriesgar a Sei.
Estuvieron cantando y pidiendo monedas por su espectáculo durante todo el día. Para ser su primer día en ese lugar les fue muy bien. Claro, tuvieron que caminar mucho para asentarse en un lugar y poder trabajar, en el caso de Sui, lógicamente. Lastimosamente no pudo ser bajo la sombra de algún edificio, pero pudieron aminorar las molestias por el sol gracias a que tanto Sei como Sui llevaron una capa que cubría todo su cuerpo. Aparte, les cubría un poco el rostro, lo que ocultaba también sus identidades, era una ventaja más.
Cuando cayó la noche, Sui se quedó despierta junto a su hermano menor. Sei ya se había quedado dormido, y de hecho ya era un poco tarde para ser más francos. La mayor por otro lado no pudo conciliar el sueño bajo ningún momento, había intentado contar ovejas, o tararear hasta quedarse dormida, acomodarse en una mejor posición o algo por el estilo, pero al parecer no estaba tan cansada como para quedarse dormida al instante.
Bueno, era de noche. Normalmente se pensaría que a esas horas no había nadie en las calles pero, gracias a su oído tan agudo y afinado, podía escuchar a la perfección y entender que afuera, aún a esas horas, habían personas caminando y paseando. Parejas más que todo, ya que los niños si no aguantaban estar despiertos hasta esas altas horas. Estaban un pueblo comercial así que ya se imaginaba que en las noches fuera así de movido, pero nunca pensó que en serio tanto.
Quizá eso podría presentar una buena oportunidad ahora ¿Por qué? Simple. Si acaso estaba escuchando bien, había más multitud a estas horas que en el día incluso, lo que quiere decir que más ganancias si se presentaba ahora en las calles, sería más sencillo.
¿Acaso podría salir algo mal?
BUENAS NALGAS GENTE, COMO ESTÁN
AQUÍ CON UN NUEVO CAPÍTULO UWU ¿YA SE EMPEZARON A VER LA 2TEMP DE KNY? EL DISTRITO ROJO ES MI ARCO FAVORITO✨
En fin, les deseo un lindo día uwu, cuidense bien, laven sus manos. Besitos en su cerebro ❤
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