🎼|Capítulo 2.|🎼
𝘖𝘯𝘨𝘢𝘬𝘶 𝘕𝘰 𝘏𝘢𝘴𝘩𝘪𝘳𝘢
Capítulo 2
“¿Demonios Buenos?”
“Siento un horrible dolor... En todo mi cuerpo...”
Después de caer por el precipicio, para la vista de Sui todo se volvió negro y simplemente se dejó rendir ante la oscuridad eterna en la que seguramente su alma vagaría por los siglos. No tenía idea de dónde estaba, no tenía idea de Sei, ni siquiera sabía si seguía con vida o no. Lo único que podía sentir era como sus latidos se volvían cada vez más lentos y su cuerpo se moría de frío. Cayó inconsciente y dejó su cuerpo a merced de lo que fuera, esperando a lo mejor no sufrir con lo que podría pasar.
“Quizá ya esté muerta...”
Nunca imaginó que su vida iba a terminar así, tan rápido. Ni siquiera pudo conocer a alguien de su edad con quien pasar el resto de su vida, o ver como sus hermanos crecían y se iban de casa con sus futuras esposas. Tan sólo soñaba con que su familia fuera feliz el resto de su vida, pero claramente ocurrieron otros planes y todo por un maldito demonio. Sui comenzaba a preguntarse qué habrá hecho mal para merecer esa noche, o peor, qué mal habrán hecho sus inocentes hermanos para terminar así.
“Sai... Yo debí estar en tu lugar...”
Se sentía tan culpable, que la muerte era lo único que ella podía esperar. Pero de nuevo, la vida le tendría a Suigintou otros planes.
“¿quién habla...?”
Su último pensamiento antes de caer inconsciente, sin tener fuerzas y dejando de escuchar los latidos de su propio corazón. Quizá ya había muerto. Sin embargo, como ya dije la vida le tenía a Sui preparado un destino diferente, pues nunca se imaginó aquella ayuda "divina" que justamente paseaba por esos lugares en esa trágica noche.
—–¡Oh mi! ¡Son humanos heridos!—exclamó la voz femenina entre el silencio.—–¡Debo llevarlos con la maestra!
Una joven demonio que paseaba como siempre en las noches, acompañada de su sombrilla al hombro, sintió un holor a sangre humana muy llamativo y curiosa siguió su olfato hacia el lugar de donde provenía, encontrándose con la horrible escena de dos humanos: un niño pequeño y una chica más grande que él, yacían en el suelo boca abajo, mientras su roja sangre teñía el agua azuleja del río en donde se encontraban. La joven demonio se alarmó de inmediato, acercándose a los cuerpos y mirándolos con curiosidad. Ella se agachó y les tomó el pulso, notando lo débiles que estaban los dos. Seguramente eran hermanos, pues habían caído juntos y sus manos parecían haber estado buscando la del otro antes de caer en la inconsciencia. Aquella escena de dos niños humanos sufriendo una muerte súbita, cruel y lenta, conmovió tanto a Shizuka que decidió llevarlos con ella hacia su casa, a casa de su maestra para que pudieran tratarlos. No obstante, debía ser rápido, ya que la baja temperatura en sus cuerpos y lo débil que estaba su pulso los guiarían pronto hacia la luz.
Afortunadamente, Shizuka sabía bien como aparecerse en un lugar a otro en cuestión de muy pocos segundos. Así que cargó a ambos humanos con cuidado, colocándolos sobre sus hombros delgados y se preparó para soltar el pequeño conjuro que la haría desaparecer y reaparecer en el lugar que desea. Pero antes, notó cómo la chica de larguísimo cabello había soltado finalmente la flauta de plata que estaba en su mano.
—–Oh.—se detuvo a observar.—–Parece especial para ellos...—murmuró, ahachandose a recogerla.—–La llevaré con ustedes también. No se preocupen humanos... Van a estar a salvo...
Y sin más, con su mano libre y moviendo su sombrilla, haciendola girar, pronto desapareció del lugar sin dejar ningún rastro de su presencia. Lo único que quedaba como una "prueba" de que los hermanos Mahara habían estado ahí, era su sangre roja y unos cuantos cabellos blancos caídos.
Pruebas suficientes para aquel demonio que deseaba fuertemente apoderarse de esa flauta de plata.
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Más allá después de el bosque había un lugar oscuro, confuso y muy recóndito donde sólo los demonios más osados lograban llegar. Sólo aquellos elegidos por su "Rey" para acercarse podían. A ese lugar, fue llevado por el rey en persona un joven chiquillo de cabello blanco y ojos violetas, con ahora una pupila más extraña y reptiliana. El chiquillo estaba confundido, pero no se mostraba asustado, sólo algo curioso por ese lugar solitario y muy extraño.
—–Bienvenido. Éste será tu nuevo hogar...
—–Hogar...—apenas se acababa de convertir en demonio, pero ya extrañaba a su verdadero hogar.
—–¿Te gustaría que tu hermano y hermana... Estuvieran aquí?—escuchó que su amo le preguntó. Él asintió con lentitud, pensando en cuánto extrañaba a su hermano y hermana.—–Entonces... Tendrás que convencerlos de que se unan a mí.
La flauta era todo lo que él quería, la flauta era todo lo que él necesitaba. Sólo de esa forma, su familia podría estar junta de nuevo, estar unida.
—–El amo... Unirá a mi familia de nuevo...
Es fácil influenciar a un pequeño niño después de todo. Si sabes lo que ellos quieren y los convences de que puedes dárselo, ellos harán lo que tu digas y estarán a tu merced. Kibutsuji sabía perfectamente de ésto, y aunque solamente lo estaba utilizando como a los otros, necesitaba de Sai para obtener lo que deseaba: La Flauta. Esa flauta plateada tenía un poder controlador muy apetecido, y para él, que ese instrumento esté entre las manos de una asquerosa humana lo molestaba. Necesitaba de esa flauta para dominar a los demonios por completo, así que, se aprovecharía de Sai para llegar a ella. Todo con la sencilla estrategia de manipular a un niño con sus propios anhelos y recuerdos.
—–Entonces, no me decepciones...
Esa misma noche algo dentro de Sai cambió, permanentemente. Su apariencia y personalidad ya no eran las mismas, y jamás volverán a ser igual. De su cabello blanco surgieron pequeños mechones rojizos. Sus ojos violetas se tornaron carmesí mientras en uno de ellos un defecto aparecía: un número en kanji. Su piel se volvió mucho más pálida, era casi del color de su cabello, y en sus manos y pies, más precisamente las uñas, fueron cambiadas por garras filosas. Ni hablar de sus dientes, ahora sus colmillos eran más pronunciados. El pequeño Sai se había transformado en una bestia...
—–Ahora eres parte de "Las lunas crecientes..." pero, tendrás que ganarte tu lugar entre ellas... Desde ahora, mi querido Sai... Nada va a ser igual...
Le fue dada una pandereta, su arma, parte de su ser ahora. Aquella misma ayudará al joven pequeño a realizar sus cacerías, a defenderse y sobretodo a ascender a lo que quería.
—–No lo defraudaé amo...
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Ha pasado un largo tiempo, más exactamente unos cuantos seis meses desde que la tragedia tocó a la puerta en la casa de la humilde familia Mahara. Desde entonces, las plantas se han adueñado de esa casa. Los vecinos se quedaron con sus tierras, los velaron como se debe, les dieron un homenaje, pero al final nada de eso sirvió de mucho, pues el daño ya estaba hecho. De los padres nunca se volvió a saber, de la mayor y el menor de los gemelos jamás se supo más. Tan sólo se especuló que a lo mejor, todos ya habían sido devorados por el mismo demonio que dejó una sangrienta escena del crimen en la habitación más grande de la casa. Pese a esto, los aldeanos y vecinos prefirieron vivir su vida normal, seguir como si nada. Algunos hasta saquearon la casa.
Ninguno de ellos jamás imaginó que de hecho, el legado de los Mahara aún estaba vigente, pero, inconsciente...
Día después del que Sui despertó, dos meses después del accidente: Era de día, ella lo sabía, puesto que aquellos que la cuidaban prefirieron bajar hacia el sótano de la casa oculta para protegerse del calor del día. Aquella era la única forma en la que Sui podía enterarse de que ya empezaba a amanecer.
No obstante... Ahora mismo te estarás preguntando a lo mejor, ¿pero entonces qué pasó? Permiteme narrarlo para ti, por favor, acomodate. ¿Recuerdas esa misma noche en la que los dos hermanos Mahara habían sido acudidos por una demonio curiosa y generosa? Pues, comencemos desde ahí:
La noche del accidente del barranco: Esa misma noche, nuestra pequeña demonio ayudadora y servicial se llevó a los Mahara directamente hacia el hogar de su maestra, lugar en donde ella también vivía y compartía presencia con otro demonio de cabello entre blanco y verdoso. Al llegar a esa casa, apareciendo en la habitación de repente, gritó por su maestra y por su compañero, quienes rápidamente llegaron para verificar que sucedía con ella. Cuando la vieron que traía consigo a dos pequeños niños humanos, su maestra, Tamayo, no dudó y tampoco lo pensó dos veces al preferir ayudarlos y revisar como estaban, utilizando su gran conocimiento en la medicina.
—–Yushiro, Shizuka. Recuestenlos a los dos con cuidado.—ordenó la hermosa demonio en un tono muy calmado, antes de retirarse a buscar las cosas necesarias.
—–¡Sí, Tamayo-sama/sensei!
Inmediatamente, Tamayo y Shizuka comenzaron a tratar al más grave de los dos hermanos, el más pequeño entre los dos. Tuvieron un arduo trabajo y lucharon contra la muerte, pero al final, se supo que Sei logró sobrevivir al tratamiento, sin embargo, quedaría en coma por un tiempo definido. Yushiro trató a Sui. Tuvo que cortar un poco su cabello ya que entorpecia los tratos, pero también logró hacer que sobreviviera junto con su hermano, aunque, a diferencia, Sui despertaría en cuestión de un mes o eso se calculaba.
Durante todo ese tiempo, esos tres demonios, que se supone que eran criaturas come hombres y enemigos de la piedad, estuvieron cuidando de esos dos hermanos, que por cierto, eran extraños y ajenos, pero aún así estuvieron al pendiente de todo. Los alimentaban aún en su estado, por vía intravenosa inyectandoles nutrientes para mantenerlos con vida. Chequeaban su pulso, su respiración, todo. Jamás pensaron en comerlos, jamás pensaron en aprovecharse de su pobre estado para servirse los tres un festín. Ellos no eran así.
Ellos los salvaron...
—–Vaya... ¡Auch! ¡Joder, estúpida aguja!
Dos meses después del accidente, una tarde en la que Shizuka volvía a tejer, cuidaba de los dos pequeños hermanos extraños que rescató esa fría noche que pasó hace ya casi dos meses, mientras su maestra y su amargado compañero Yushiro salían a pasear y a comprar nuevas cosas para continuar con los tratamientos de sus invitados. La demonio tejía y tejía, rápidamente, como si las agujas fueran sus dedos. Le gustaba tanto tejer que ni siquiera se dio cuenta cuando una de los pacientes que yacían aún en coma, empezaba despertarse en el lugar desconocido, intentando abrir los ojos mientras éstos se acostumbraban a la luz de la habitación.
Sui levantó su mano con esfuerzo, mucho esfuerzo. Sentía que su cuerpo había sido molido por un montón de rocas, dolía muchísimo mover siquiera sus dedos, pero aún así, la bicolor pudo poner su mano frente a sus ojos y mirarla, asegurándose de que su vista estaba bien. Movía sus dedos lentamente, podía jurar que sus huesos al moverse sonaban. Comenzó a preguntarse si acaso era posible sentir dolor en el más allá, pero, confirmó que en realidad estaba viva al girarse un poco y ver a su lado la luz de sus ojos... Su única familia.
—–Sei...
—–¡Oh Mi!—escuchó, la interrumpió. También, la asustó.
La voz aguda de la demonio causó en Sui un terrible dolor de cabeza, haciéndola mostrar una mueca de desagrado y dolor, mientras su cabeza se removía de un lado a otro. Sus oídos estaban más sensibles que nunca.
—–Oh mi... ¡Oh mi...!—exclamó de nuevo, ahora al cruzar miradas con la bicolor.
Sui la miró extrañada, muy extrañada, pero no tardó en intentar levantarse para alejarse de ella al notar que estaba frente a una demonio.
—–¡No, no te muevas humana tonta!—nuevamente, su voz causó en Sui un desagradable dolor.
—–¡Cállate, cállate, cállate!
Logró reunir fuerzas para cubrirse los oídos, mientras sus piernas la impulsaban lejos de la Shizuka, pero ella perdió el equilibrio y cayó al suelo retorciendose en su dolor. La demonio mirándola, entendiendo pronto la situación, cerró su boca y se levantó de la silla en la que estaba sentada para acercarse a Sui, cargarla como si nada y volver a recostar a la humana en su futon. Luego se sentó de nuevo en la silla y continuó tejiendo como si no hubiera sucedido nada, prácticamente ignorando la presencia de Sui, o al menos, eso le hacía creer. Suigintou observó de nuevo a la demonio, completamente confundida con su actitud. ¿Se la iba a comer? ¿Ambos serían su festín o bocadillo de media noche? Se rehúsa a serlo, no pensaba ser comida por una estúpida demonio que sólo tejía quien sabe que cosa.
Nuevamente, Suigintou se giró para ver a su hermano, intentando llamarlo con un ligero pisteo, para despertarlo.
—–No lograrás despertarlo. Él está en coma.
Se giró a la voz de la demonio, sintiendo que sus oídos sufrían otra vez. Pero esta vez, el dolor cesó más rápido.
—–Además. Si yo hubiera querido comerte, ya lo hubiera hecho en tu estado vegetativo.—explicó. Viendo que Sui hacia otra mueca confusa.—–Acabas de despertar de dos meses de coma.
—–¿... Qu-Qué...?
La bicolor se quedó perpleja. Espera, ¿entonces, eso significa que ella fue socorrida por demonios, soportaron sus impulsos y prefirieron ayudar a dos humanos pequeños que ni siquiera conocían? Sui no podía creerlo de verdad, pensaba que estaba en un sueño y de hecho consideró pellizcarse para saber si estaba despierta en la realidad o su dormía aún. Aquello era una noticia improbable, pero también comprendió que no era imposible. Se giró a ver a su hermano y acarició sus cabellos con suavidad, con la yema de sus dedos muy calmada, viendo que el pequeñito dormía muy calmado, pero de su ropa sobresalían las miles de vendas que llevaba puestas en su piel. Mordió su labio, culpandose por eso.
—–Cielos...
“Muchas gracias...”
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Suigintou sonrió un poco, mirando el techo de la habitación en la que se encontraba, acompañada de su hermanito dormido. Habían pasado seis meses desde el accidente del barranco, incluyendo los dos meses que ella duró dormida. Ella estaba sentada al lado de Sei, sosteniendo su mano y hablándole, muy segura de que él la escuchaba pero no podía reaccionar a su voz en su estado.
Pese a los pronósticos de Tamayo, Suigintou estaba segura de que pronto su hermano despertaría de su sueño, de que él no la dejaría sola.
—–Hora de su revisión.
La bicolor se giró a la voz dulce de una de sus cuidadoras, Tamayo, quien estaba acompañada de Yushiro y Shizuka. La hermana mayor se apartó de su hermano y dejó que ellos se hicieran cargo del trabajo, revisando a Sei y verificando que todo estuviese bien. El pequeño había crecido un poco, su cabello ya sobrepasaba sus hombros y Sui tendría que cortarlo pronto. La mayor sólo se quedaba observando lo que ellos hacían, en silencio y apretando su flauta por la impotencia que aún le causaba su recuerdo de no haber podido proteger a su familia y a sus hermanos menores como siempre juró.
—–¡Oh mi!—escuchó exclamar a Shizuka. Seguramente algo la sorprendió, pues siempre decía eso cuando algo la asombraba.—–¡Su-chan! ¡Su-chan! ¡Ven, ven, ven!
La bicolor no habló ni reaccionó, sólo fue halada por la demonio para llevarla con su hermano y observarlo. El pequeño comenzaba a removerse.
—–Parece que está despertando...—mencionó Tamayo con tranquilidad.—–Sui-san, háblale. Tienes que darle seguridad para que pueda despertar.—–sugirió la médica, animando a la chica de tan sólo unos quince años a hablarle a su pequeño hermano menor para que éste pudiera recobrar la consciencia.
La bicolor de cabello suelto observó a la demonio que tanto le ayudó y enseñó sobre las bases de la medicina. Aquella que le dio un terrible diagnóstico tiempo después de que ella despertara de su sueño casi largo, aquella que le explicó que, a causa del accidente y como el menor se encontraba más herido de gravedad, tendría que pasar el resto de su tal vez prematura existencia sentado en una silla de ruedas, ese día, Sui lloró y lloró desconsolada, encerrada en su aposento, sin comer ni beber nada, ni siquiera salir, hasta después de setenta y dos horas en su encierro que decidió ayudar a cuidar de su pequeño. Mirándola, Suigintou suspiró un poco incrédula ante su sugerencia, pero decidió hacerlo ¿Qué podría pasar? Sólo habían dos posibilidades: O Sei despertaba, o quedaba solamente esperar a su súbita despedida del mundo estando inmerso en sus sueños más profundos e inocentes, como el niño que era.
Sintió que una mano con garras filosas se posó en su hombro, sabiendo que se trataba de Shizuka que la animaba. Yushiro por otra parte, se mostraba un poco expectante y hasta nervioso por lo que podría pasar, pues él sabía bien lo costoso que fue para estos tres demonios y su hermana mantener con vida a Sei, aún en su pobre estado.
—–Sei...—murmuró la mayor, con mucha suavidad y cariño pero sin esperanzas de que él respondiera.—–Sei... Soy yo. Hermanito, te estoy esperando...
Con cada palabra más que soltaba, el pequeño niño se removía y dirigía su cabeza en dirección a la voz, como si de verdad él pudiera escucharla. A Sui se le cortaba la voz con cada palabra que salía de su boca.
—–Sei... Por favor despierta. Te prometo que todo va a estar bien... Y podremos cantar tu canción favorita, ¿Qué te parece?
Pasaron al menos casi media hora de intentos perseverantes de Sui por despertar a su hermano, para traerlo consigo. Ya se estaba dando por vencida, y consideraba que no sería justo más perdida de medicina y de tiempo por alguien que parecía ya no mostrar señales de vida. Sin embargo, ya en un giro inesperado, Sui con lágrimas en los ojos decidió cantar con su voz quebradiza y triste la canción que más le gustaba a Sei. Aquella hablaba sobre sueños y sobre creer en la esperanza y que todo sería bueno, que la magia existía y que no siempre se puede ver lo que es real. Aunque Sui consideraba la letra demasiado fantástica para un mundo que no llegaba ni a los talones de como era relatado en la estrofa, significaba mucho para ella porque, significaba mucho para el único hermano que ahora tiene.
—–Bajo tierra oculta... Al arroyo la fuente alimenta...—comenzó a cantar, notando que su hermano ya no se movía como antes y seguramente ya había dejado de respirar.—–Invisible como el viento... Que en las... Mejillas siento...—continuó aún así, mientras sentía sus ojos aguarse.—–La... Brisa... Así nos trae... Un algo ¿qué puede ser...? Lo que es real, no siempre se puede ver...
La tristeza en su corazón era obvia. Era una hermana mayor desesperada por recuperar a su único hermano sobrante, a quién juró proteger pero fue demasiado débil y cobarde como para hacerlo. Se culpaba, se culpaba de todo. Sentía que su vida estaba por terminar apenas dejara de escuchar el débil latido de su hermanito; ya había perdido a uno... No quería volverlo a hacer...
No obstante, las plegarias de Sui lograron invocar un milagro. Y la fuerza de voluntad de Sei estaba decidida a no abandonar a su querida hermana mayor al haberla escuchado llorar en silencio, noche tras noche, desde que él se durmió.
—–Creer... Tu... De-debes creer...
La voz bajita y delicada de un niño, dejó a Sui paralizada, dejando de sollozar de inmediato y mirando a su hermano expectante. Éste buscaba el calor de su mano y ella pronto la tomó, un poco temblorosa por pensar que aquello era sólo una ilusión. Pero, no era así.
—–¡S... Sei...!—mirandolo atentamente, sus ojos bicolor finalmente pudieron encontrarse con esos ojitos plateados que parecían de ciego, pero que veían mejor que un ave desde el cielo.—–¡Lo lograste!—se aproximó a abrazar al pequeño, que aún estaba débil por tanto descanso innecesario, pero que se animó a abrazar a su hermana también mientras que con esfuerzo, continuaba la letra de la canción para animarla.
Los demonios que estaban presentes observaron la adorable escena de dos hermanos reencontrándose después de un largo tiempo, sonriendo orgullosos porque al fin su arduo trabajo y cuidado dio frutos. No importaba que Sei ahora tendría que pasar en una silla con ruedas. Él estaba feliz de ver a su hermana de nuevo.
—–Sui... Onee-chan... Canta conmigo...—le susurró a su oído, tarareando la melodía para ubicar a su hermana.—–Creer... Tu debes creer...
—–Tu sueño verás hacer realidad, creer...—cantaba Sui, llorando ahora de emoción.—–Con tu corazón verás...
“Tu canción vivirás...”
—–¡OH MI!—Shizuka también se unió a la emoción, abrazando a Yushiro quién intentaba liberarse de su fuerza. Pero le fue difícil. Shizuka era más persistente.—–¡OH MI, ES UN MILAGRO TAMAYO SENSEI!
Ella lo sacudía con fuerza totalmente inmersa en su emoción por ver ahora a una pequeña familia unida, nuevamente, y gracias a su ayuda.
—–¡YA SUELTAME, SHIZUKA!
Sei, notando lo afligida que estaba su hermana mayor, se animó a limpiar sus lágrimas con sus deditos, mirando a la mayor fijamente a sus ojos bicolor.
—–Onee-chan... Ya no llores. Yo estoy aquí y nunca voy a dejarte solita...—le prometió, bajando la mirada ahora a sus piernas.—–No te culpes por ésto más... De todas maneras siempre fui muy torpe, pero, ¡Estamos juntos y es lo que importa, Onee-chan!—exclamó el menor, sonriendole a su hermana.
Suigintou mirando la sonrisa de su hermanito terminó de limpiar sus lágrimas y se mordió la mejilla desde dentro para volver a evitar llorar, aún si fuera de emoción. Ahora volvía a tener en sus brazos a su pequeño y tierno hermanito, ser por el que ella arriesgará su propia vida con tal de verlo bien y en un mundo más justo. Desde ese momento, Sui entendió bien que, pese a que hay demonios que merecen volver al infierno , hay otros que nunca se merecieron tener el destino que ahora llevan, y se decidió a luchar entonces... Para un mundo más justo, en donde a lo mejor algún día hayan más demonios que usen su inmortalidad y/o longevidad para cuidar de los humanos que una vez fueron. Se encargará de exterminar a quienes se deba.
Pero primero, debía pagarles a Tamayo y los otros dos todas esas molestias que habían tenido con el par de hermanos, que por cierto, las gracias no les eran suficientes.
—–Desde mañana buscaré un trabajo para poder pagarles todo lo que usaron...
Recordó que en un principio, ella fue realmente muy exceptica a que los demonios no se los comerían pronto, y fue una razón para que ella no se separara de Sei en un principio, pero tiempo después aprendió que quizá, ciertos demonios sí sean de fíar.
—–Gracias... Por salvar a mi hermanito... Tamayo-san...
—–¡Onee-chan!—llamó el pequeño en sus brazos.—–¡Sigamos cantando, sigamos cantando! ¡Démosles a ellos un buen show!
Y así, los dos hermanos Mahara, sin un rastro de verguenza, cantaron a dos voces que más bien parecían varias, deleitando a los demonios que los cuidaron con sus hermosas voces acopladas.
Eso es todo el Cap por hoy xD
Gracias por leer, espero que les haya gustado.
Espero les haya gustado la canción. Yo sé que es de Barbie, me fascina la película en general porque las canciones son preciosas, y además, yo apenas pensé en Sei enseguida recordé ésta canción que me la sé literalmente de PE A PA xD
Y bueno, eso es todo. Deja tu votito si te gustó, comentame una cosa y desde ya te MANDO UN BESOTE😘
¡Cuidense bien! Tomen awá
Y buenas nalgas 😎👍🏻✨
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