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CAPITULO 04
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Eva despertó alrededor de las siete de la mañana, incluso antes de que su alarma sonara. Los nervios del primer día de trabajo no la dejaron dormir un poco más. Con un ligero suspiro, se levantó de la cama y se dirigió al baño. Mientras se lavaba el rostro con agua fría para despejarse, pensaba en lo importante que era este día. No era solo un empleo; era la primera piedra en la construcción de un futuro seguro para ella y su bebé. Más que nervios, sentía una mezcla de emoción y determinación. Quería demostrar que, a pesar de los desafíos, estaba lista para afrontar esta nueva etapa.

Una vez lista, Eva se dirigió a la cocina para prepararse el desayuno. Optó por algo sencillo pero nutritivo, consciente de que no solo debía cuidarse a sí misma, sino también al pequeño que crecía dentro de ella. Preparó un tazón de avena con trozos de fruta y un poco de miel, acompañado de un vaso de leche. Sabía que sería un día largo y lleno de desafíos, por lo que necesitaba toda la energía posible para afrontarlo.

A eso de las ocho, Eva estaba lista para dirigirse al restaurante. Había calculado bien su tiempo, por lo que no necesitaba apresurarse. Decidió caminar a un ritmo tranquilo, cuidando de no gastar más energía de la necesaria. El aire fresco de la mañana y el suave murmullo del pueblo la ayudaron a relajarse un poco mientras avanzaba, disfrutando del momento antes de comenzar su nueva rutina.

Lo que más le gustaba de Forks era el clima. A pesar de ser algo friolenta, amaba el frío y todo lo relacionado con él. Los días lluviosos, la niebla, incluso la promesa de nieve en invierno. Había algo reconfortante en ese ambiente gris y melancólico que la hacía sentir en paz. Era una de las razones por las que eligió este pequeño pueblo para empezar de cero, lejos del bullicio y las sombras de su pasado.

Finalmente, después de un rato de caminata, Eva llegó al restaurante. Había calculado bien el tiempo, ya que llegó con casi veinte minutos de anticipación. Esto le permitió observar el lugar desde fuera, tomando un momento para tranquilizar sus pensamientos antes de entrar.

El edificio tenía un aire acogedor, con un letrero de madera pintado a mano que anunciaba el nombre del restaurante, acompañado de macetas llenas de flores que decoraban la entrada. A pesar de los nervios, Eva sintió un pequeño alivio al ver lo cálido y modesto que era el lugar.

Una vez relajada, Eva empujó la puerta y entró al restaurante. Sus ojos recorrieron rápidamente el lugar, notando que las mesas aún estaban vacías, pero algunas chicas, de más o menos su edad, se movían entre ellas, arreglando los últimos detalles. Una colocaba servilletas con precisión, otra alineaba sillas, mientras una más revisaba los cubiertos en cada mesa. 

Detrás de un pequeño mostrador, estaba Gloria, concentrada en un cuaderno que parecía de cuentas. Su ceño fruncido y la pluma que se movía con rapidez indicaba que estaba sumida en cálculos. Eva dudó por un segundo antes de acercarse, pero finalmente dio un paso adelante con una sonrisa tímida.

-Buenos días - dijo Eva con una pequeña sonrisa-

-Buenos días - respondió Gloria, levantando la vista de su cuaderno y dedicándole una breve sonrisa profesional. Luego, miró rápidamente su reloj de pulsera - Llegas temprano.

Eva se encogió de hombros con suavidad, sin perder la sonrisa.

-Quería asegurarme de que no llegaba tarde... además, es mi primer día.

Gloria asintió, cerrando el cuaderno con un leve golpe.

-Eso está bien. Es mejor llegar con tiempo para familiarizarte con el ritmo del lugar. Ven, te voy a enseñar lo básico antes de que empiece a llenarse.

Sin esperar respuesta, Gloria salió de detrás del mostrador y comenzó a caminar hacia el área de la cocina, mientras Eva la seguía con atención.

A pesar de verse pequeño por fuera, el restaurante resultó ser sorprendentemente espacioso por dentro. Había alrededor de veinte mesas numeradas, distribuidas de manera ordenada. La cocina, situada al fondo, también era amplia, equipada con estaciones de trabajo modernas y atendida por tres cocineras y un lavavajillas que parecía trabajar a toda máquina incluso antes de que el lugar abriera al público.

Terminado el breve recorrido, Gloria se acercó a una joven rubia que estaba organizando algunos menús en el área del servicio. Intercambiaron unas palabras en voz baja antes de que ambas se acercaran a Eva.

-Eva, te presento a Luisa. Ella será tu guía por el día de hoy. Te dará tu uniforme y te asignará una sección de las mesas - explicó Gloria de forma eficiente, sin perder tiempo, antes de regresar al mostrador para continuar revisando las cuentas antes de la apertura-

La joven rubia le sonrió cálidamente, transmitiendo una energía contagiosa.

-¡Mucho gusto, Eva! Bienvenida a Forks - saludó Luisa con un entusiasmo que Eva encontró reconfortante-

-Igualmente, gracias - respondió Eva con una sonrisa tímida, sintiéndose un poco más cómoda gracias a la amabilidad de su compañera-

-Ven, vamos a conseguir tu uniforme y te explicaré cómo organizamos las secciones. Es más sencillo de lo que parece - añadió Luisa, guiándola hacia una pequeña sala donde guardaban los suministros y los uniformes- Este es el tuyo. Es talla única porque la mayoría de nosotras tenemos una complexión similar- explicó Luisa mientras le entregaba el uniforme, acompañado de una sonrisa amigable.

Eva lo tomó entre sus manos, inspeccionándolo con curiosidad. El conjunto era sencillo pero encantador: un vestido de manga corta, blanco con delicadas rayas de un rosa claro, que probablemente le llegaría unos cinco dedos arriba de la rodilla, acompañado de un delantal blanco.

-Espero que te quede cómodo, pero si necesitas algún ajuste, házmelo saber y lo resolvemos - añadió Luisa, con tono despreocupado-

-Muchas gracias- respondió Eva con una pequeña sonrisa, sintiéndose agradecida por la amabilidad que hace tiempo no recibía-

-Entonces, te dejo cambiarte. Ah, y por cierto, puedes llevártelo a casa después del turno y venir ya vestida con él para trabajar- dicho esto, Luisa le guiñó un ojo y salió de la pequeña sala, dejándola sola para que se cambiara-

Eva se dirigió a un pequeño vestidor dentro de la sala, cerrando la puerta detrás de ella. Mientras se cambiaba, pensó en lo diferentes que estaban siendo las cosas en Forks. Todo era nuevo, desde el clima hasta las personas. Pero este cambio, aunque aterrador, también tenía algo de emocionante.

Al colocarse el vestido, notó que ajustaba bien, y aún no marcaba su vientre. Se miró en el espejo de cuerpo completo, acomodándose el delantal que complementaba el uniforme.

Cuando terminó de alistarse, salió de la sala y encontró a Luisa esperándola con una sonrisa aprobatoria.

- Te queda perfecto. Te ves muy bien - comentó Luisa, dándole un vistazo rápido al uniforme antes de guiñarle un ojo- Ahora vamos, te enseñaré las secciones que vas a manejar- Eva asintió, siguiendo a Luisa con un poco más de confianza-

La rubia le dio las indicaciones necesarias mientras ambas estaban cerca del área de las mesas. A Eva le asignaron las mesas 9 a 12, lo cual le pareció manejable para empezar. Luisa también le entregó una pequeña libreta que contenía el menú, con los precios y las opciones disponibles.

- Por ahora puedes usar esto - dijo Luisa con una sonrisa cálida, mostrándole la libreta- Te prometo que con el tiempo uno termina aprendiéndoselo de memoria. Mira, estos son los desayunos que servimos, de 9 a 11 am. Luego, desde las 11 hasta las 4 pm, pasamos al menú de almuerzos, y ya de 5 a 7 pm cerramos con las cenas- Eva observó las páginas con interés, notando la variedad de opciones- Ah, y como este lugar también es cafetería, servimos café y algunos postres en cualquier momento del día- añadió Luisa con entusiasmo, dejando claro que el lugar era más versátil de lo que parecía.

Eva asintió, tratando de memorizar la información mientras su compañera seguía explicando los detalles clave para su primer turno.

Pocos minutos después, el reloj marcó las 9 en punto, y el ambiente en el restaurante cambió. Todas las chicas se prepararon para comenzar con sus tareas mientras el letrero en la puerta pasó de Cerrado a Abierto.

No tardaron mucho en llegar los primeros clientes. Una pareja de ancianos, de apariencia tranquila y cálida, se dirigió directamente a la mesa 10, una de las que Eva tenía asignadas. Era su señal para empezar a trabajar.

Con una respiración profunda para calmar los nervios, Eva tomó su libreta y se acercó a ellos con una sonrisa amable.

-¡Buenos días!- saludó con entusiasmo- ¿Qué puedo ofrecerles?

Los ancianos la miraron con gestos afables, y la mujer, con voz serena.

-Buenos días, querida. ¿Nos podrías traer café sin azúcar para los dos? Y quizás una recomendación para desayunar.

-Por supuesto. Tenemos panecillos recién horneados, hotcakes con miel, y un desayuno clásico con huevos, tocino y tostadas. ¿Les gustaría que les explique un poco más? - preguntó Eva, sintiéndose más cómoda al interactuar con ellos-

-Eso suena delicioso -dijo el hombre con una sonrisa- Nos quedaremos con los hotcakes.

- Muy bien. Enseguida regreso con sus cafés y su pedido - respondió Eva antes de dirigirse a la cocina, sintiendo una mezcla de alivio y emoción por haber atendido a sus primeros clientes con éxito.



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