𝐗𝐈𝐕
El interior de Chuuya se remueve ante una abrumadora calidez, procedente de la palabras dichas por este tonto ―y atractivo― alfa frente a él. En realidad solo es un bastardo fastidioso y arrogante, con una inteligencia espectacular y una labia muy útil, pero hasta él sabe cuándo rendirse. Se mueve un poco hacia el otro lado de la cama, dejando espacio para Osamu, quien ha subido los pies para sentarse de un modo más cómodo. La oscuridad de la habitación es algo a lo que sus ojos ya se han acostumbrado, por lo que puede ver sus facciones finas y marcadas con facilidad a pesar de las sombras. Y se siente aterradoramente nervioso y ansioso, algo que provoca que se descuide.}
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⠀⠀―Parece que lo estás pensando demasiado, Chuuya ―dice y vuelve a sonreír, con esa risa tan orgullosa que le agita el suelo. Entonces se da cuenta de que ha liberado sus feromonas de una forma peligrosa, como una invitación silenciosa a un acto indebido.
⠀⠀―Lo siento, n-no es lo que crees.
⠀⠀―¿Y qué crees que estoy pensando, Chuchu? ―cierto, ¿qué cree él que pasa por su cabeza? Ni idea, él solo sabe lo que le gustaría que pase por su mente.
⠀⠀―No lo sé. ¿Qué te estoy seduciendo?
⠀⠀―Bueno, si lo haces no me quedaría más remedio que complacer tus expectativas, ¿no?
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⠀⠀Un estremecimiento recorre su espina dorsal como electricidad, sube y baja por la espalda y se aloja peligrosamente en el estómago de Chuuya, como una vorágine de anticipación. La idea de ceder a un impulso del momento y cometer un error irreversible, se le pinta tentadora y al alcance de los dedos, mismos que ahora llevan algunos mechones de cabello castaño tras la oreja de este alfa, cuya respiración choca contra sus labios.
⠀⠀Está demasiado cerca, pero más que temer a ello, Chuuya está emocionado. No puede evitar culpar a el lobo que yace en su interior por querer acostarse panza arriba frente a este alfa, mostrándose doblegado y dócil, apetecible. Y el idiota parece saberlo bien, su sonrisa socarrona y el brillo casi carmín que adquiere su mirada avellana, solo refuerzan su imagen de satisfacción ante la idea de un Chuuya pidiendo su atención.
⠀⠀⠀⠀Ay qué asco, no.
⠀⠀Su tren de pensamiento se trunca ante el peso balanceándose en la cama hasta acostarse a su lado.
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⠀⠀―No me interesa ese omega, Chuuya, me interesas tú y lo sabes. ―Su mano roza con sus dedos las de Chuuya, las envuelve y las acerca para plantar un beso en ellas―. ¿No es suficiente muestra que esté aquí contigo y no allá con él?
⠀⠀―No me voy a acostar contigo si es lo que estás buscando, bastardo ―amenaza.
⠀⠀―Ya estamos acostados en la misma cama y no veo que te estés quejando de eso ―ríe―. Lo único que veo es que estás pensando en sexo en lugar de dormir. Chuuya es un pervertido~
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⠀⠀Él lo molesta con su voz cantarina, pero le incomoda más que tenga razón, pues el calor en su rostro y orejas es la evidencia de lo rojo que debe estar por andar pensando en algo más, cuando él parece claramente estar hablando de dormir. En represalia, Chuuya le golpea el brazo, él se queja y se soba el golpe entre risitas, antes de que el ambiente se restablezca en un estado de paz que Nakahara agradece enormemente. Y la verdad es que ha estado anhelando un poquito de compañía en esa cama tan grande y fría ahora que el invierno se ha manifestado.
⠀⠀Rendido a su voluntad, Chuuya termina acercándose a posar la cabeza sobre el brazo de Dazai y acomodándose para dormir, compartiendo el poco calor que les brindan las cobijas y aprovechando el calor extra que le proporciona su presencia. Y se sorprende un poco cuando Osamu se cuela bajo las gruesas mantas y lo abraza sin malicia; recomponiéndome de a poco de la impresión momentánea, acepta el gesto para encontrar esa paz que ha estado necesitando hace un tiempo, que se ha acrecentado con su estadía en este lugar y el trato entre ambos.
⠀⠀El latir del corazón de Osamu le zumba en los oídos. Es tranquilo, pero marcado, recordándole que sigue presente. Y lo reconforta y arrulla mientras se entrega a los brazos de Morfeo. Chuuya se desconecta de la realidad, ignorando si Dazai también estará dormido ahora o si es algún tipo de acosador esperando a que él esté bien dormido para hacerle algo. Se sorprende de lo fácil que es confiar en Dazai. Y lo mucho que le gusta como se siente esto, tanto que es agobiante y asusta, la idea de pensar en quedarse aquí con Dazai, con todos ellos... Debe estarse volviendo loco.
⠀⠀Dazai no puede respirar. Hace un esfuerzo por moverde, pero no le es posible. Quiere cerrar las cortinas para que la molesta luz que le pega en el rostro deje de ser impedimento para que siga durmiendo, pero no es posible, así que se rinde y abre los ojos, encontrándose una mata de cabellos rojizos rozándole la nariz y entendiendo así porqué le cuesta respirar. Chuuya está utilizando su pecho como almohada y está casi seguro de que una de sus piernas aprisiona las suyas bajo las cobijas. Su respiración profunda y pesada le reafirma que está dormido tranquilamente, sin siquiera advertir su presencia.
⠀⠀Pero la necesidad por aire, estirar los músculos y verle bien el rostro, son más fuertes que el deseo de Dazai por dormir, así que con cuidado lo mueve. En una fina línea, el mar calmo de sus ojos lo observa ido, como preso de un trance.
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⠀⠀―Buenos días, Chibi. Me encantaría seguir fungiendo como almohada, pero de verdad me gustaría ir al baño. ¿Me liberas?
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⠀⠀Chuuya lo suelta casi de inmediato, aturdido y al parecer, más dormido que despierto. Contrario a otra veces, no lo aleja como si su mero tacto quemara, y eso de algún modo alivia a Dazai. Se sienta en la cama, se estiro y se pone de pie bajo el constante análisis de su mirada curiosa como la de un niño, algo nuevo para él de ver. Quizás es porque está medio dormido, piensa. Y tal vez porque acaba de despertar es que apenas cae en cuenta como sus ojitos se mantienen fijos desde hace un rato sobre la cosa más natural del mundo: su erección matutina.
⠀⠀Un atisbo de vergüenza recorre a Osamu de pies a cabeza (algo un poco estúpido viniendo de él, que es quien vive insinuándose y que con Chuuya en especial se siente tan a gusto). Siente que se aprovecha un poco de su estado de somnolencia actual, pero termina por cubrirse con lo primero que alcanza y trata de hacer memoria cuándo se aflojó el kimono. Quizás dormido y por la costumbre. Algo muy imprudente por ser invierno y bajo la ocasión. El frío lo recorre mientras se acomoda la ropa y desaparece tras la puerta para ir a vaciar su desatendida vejiga.
⠀⠀Al volver nuevamente a la habitación, el pelirrojo está sentado en la cama con la mirada pérdida en algún punto de la ventana cerrada. Toda la alcoba está suavemente impregnada con el dulce pero picoso aroma a galletas de jengibre, al punto de incluso marear a Dazai y hacerlo preocuparse.
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⠀⠀―¿Chuuya? ¿Todo está bien? Tus feromonas están por todos lados y... ¿Chuuya? ―él no le contesta primeramente. En su lugar lo observa con esos enormes y preciosos ojos cobalto, ahora sin brillo, fríos, vacíos. Entonces sonríe apenas notable y se digna a contestarle.
⠀⠀―Hace calor, ¿no crees?
⠀⠀―Hace un frío del demonio, Chuuya. Hasta está nevando otra vez.
⠀⠀―Entonces deberías venir aquí y calentarme, como un buen anfitrión.
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⠀⠀Aún con las dudas sobre si es que plantea golpearlo apenas lo tenga cerca o algo peor, Dazai rodea la cama sin dejar de analizarlo. Su forma de hablar, su mirada apagada y cómo sus feromonas lo atraen, solo le llevan a una conclusión lógica y posible.
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⠀⠀―Chuchu, ¿estás en celo?
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