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∘˚˳° Capitulo 8: blanca verdad. °˳˚∘
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-Bien. Suponiendo que ya saben casi toda la verdad, no me queda más que aceptarlo.

Chuuya: Sí. Yo soy tú padre, Aya.

Aya: ¿Podrías ayudarnos a buscarlos..?

Ambas voces resonaron por todo el salón, y las caras de ambas personas quedaron igual; confundidas.

Chuuya mantenía su expresión sería, pero se notaba que estaba incluso más perdido de la pequeña. Aya había cambiado hasta de pose, inicialmente dijo la frase apuntando al pelirrojo y con una expresión que decía orgullo, pero ahora estaba algo encorvada hacia abajo y su mirada viajaba del piso al hombre sentado en el sillón.

-¿Eres mí qué?

Minutos. Unos eternos minutos para ambas personas. Aya inició la conversación para aclarar las dudas que pasaban por su mente.

Temía haber escuchado mal.

Temía que todo fuera su imaginación por estar tan preocupada por el tema de su familia.

Le daba miedo. Tenía ganas de llorar y un fuerte sentimiento invadió su ser.

-Tú padre, ¿pero qué dijiste tú?

-Ayudar. Ayudar a buscar a mis padres.

La frase fue casi imposible de oír. Su tono era tan bajo; pequeños pájaros tomando las palabras para llevarlas lejos, haciendo que la frase se escuchará entre cortada.

Algo pareció encenderse en Chuuya; una especie de interruptor.
Parecía de esos que sobran, pero realmente te das cuenta que sirvieron para algo en el pasado, e incluso lo siguen haciendo; pero han olvidado de encenderlo gracias a darle más importancia a los demás.

Su mirada se dirigió a la pequeña. A sus ojos, parecía casi imposible, pero todo eso era real, todo lo era y pudo haber cambiado el rumbo de su destino si tan solo no hubiera hablado.

Aya creía que Nakahara sabía algo sobre sus padres, no que él era uno de ellos. La palabra sorpresa queda corta en este caso.

-¿Mi..padre?

¿Eran lágrimas lo que salían de los ojos de su hija? ¿por qué su pecho ardía levemente al verla en ese estado?

Se venía indefensa. Realmente mostrando por primera vez ante alguien el daño que el tema de la familia le causó.

-¿A-aya?

-¿Por qué me dejaste sola?

Su voz nuevamente parecía inexistente, y lo poco que se oía sonaba rota. Su voz poco a poco dejaba de salir de forma coherente, cambiando totalmente de ritmo.

Las lágrimas salían sin parar, una tras otra. Sus palabras se convirtieron en balbuceos, y su cara poco a poco se tornaba roja.
Lo último era un hábito que el pelirrojo se pusiera rojo al llorar, misma razón por la que nunca lloraba. Sí, su orgullo era mucho para llorar enfrente de alguien, e ir por ahí con la cara roja era aún peor.

Sin dudas de todas las veces que se imaginó el cómo podría ser la revelación, nunca pensó que fuera así de tenso.

Las lágrimas de la pequeña y sus sollozos lo hacían sentir aún peor. Sabía que lloraría, pero no tanto y mucho menos que le dolería a ese grado.

Talvez tuvo que alejarse totalmente de ella cuando tenía oportunidad, ahora estaba pensando en si abrazar a Aya y lloraba con ella o fugarse y nunca volver.

-Todo era, era difícil.- Contestó a la pregunta, pero realmente no sabía cómo empezar a hablar.

¿Cómo le explicaría a una pequeña de ocho años la razón por la cuál, la abandonó a su suerte?

La pequeña por su lado estaba lidiando con muchas emociones en un periodo tan corto.

Y ahora; el chico al frente suyo le había dicho la verdad de la manera más ridícula posible.

Aya siempre se imaginó que todo sería diferente. Un aire fresco y lleno de melancolía, con un buen fondo y diciendo las palabras más dulces que ella había escuchado.
Un *soy tu padre", junto con explicaciones que ni ella misma podía darse del por qué el abandono hacía su persona.

No en un gran edificio, este siendo temido por muchos al saber quiénes se encontraban ahí día y noche. No con un "soy tu padre", sin nada más que arreglar, siendo reemplazadas las palabras que ella misma intentaba decir, con el frío aire de la habitación gracias al acondicionado, y dejando un ambiente tensó y pesado, en donde solo sus sollozos se podían escuchar.

Le dolía.

Le dolía que no fuera una escena sacada de sus sueños, siendo solo una fantasía.

Le dolía que el otro no se explicará.

Le ardía el pecho por la fuerte emoción recorriendo su ser.

Chuuya por fin pareció estar listo. Había dejado de morderse sutilmente el labio, y su pie se mantenía quiero sobre la alfombra roja.

Suspiraron ambos al mismo tiempo, Aya más en lamento que cualquier otra cosa y Chuuya en cansancio.

Ninguna palabra fue emitida, solo acciones no comprendidas del todo bien por la pequeña.

Chuuya estendio los brazos, Aya sin querer termino en estos, mucho más rápido que sus sentidos, pues al darse cuenta los brazos del mayor la abrazaban fuertemente.

Cálidos; era la palabra que había escojido para describirlos.

Aunque la habitación se mantuviera fresca y sus manos estubieran igual de frías que un congelador, sus brazos eran cálidos; creando un sentimiento de comodidad en su ser.

Después de años, siendo rechazada, tanto en el orfanato como con sus madres -si podía llamarlas así-, un abrazo de tu padre era algo reconfortable en el momento, y más luego de quitar cualquier lazo hacía las mujeres que la adoptaron.

Pero necesitaba la verdad antes de poder acostumbrarse a todo eso. Porque podía simplemente decirle "no", y tendría que regresar a algún orfanato o a las calles, y ninguna opción le gustaba.

Ambos lugares eran fríos, en ninguno se sentía cómoda. Ninguno era su hogar.

-Hace tiempo, cuando ni siquiera sabía que podía nacer una cosita así de linda.- Chuuya empezó con su relato, Aya mantenía sus grandes esferas color turquesa abiertas, aunque en el fondo las quería cerrar. Pero al mismo tiempo le daba miedo despertar y que todo fuera un sueño, desde los brazos que le brindaban calidez, hasta la amistad que había hecho con Atsuhi y Akutagawa -si se podía llamar amistad pelear por la mínima cosa-.

(Comentario del autor: ¿Sus ojos son medio celestes y verdes, no? me fui hasta IbisPaint X para ver si color de ojos y salían tirando a turquesa JAJSJA)

-Dos hombres; inexpertos en el amor. Hicieron una estupidez.

Relataba Chuuya, con calma, con una voz suave, nerviosa y algo sentimental. Al mismo tiempo pasaba una de sus manos por la espalda de la más pequeña, dándole caricias, intentando calmarla.

-Ambos, en una fiesta terminaron pasados de copas. Y luego se juraron amor, sin embargo, todo eso llevó a una consecuencia: tener un bebé. El bebé más lindo y tierno del mundo, con un carácter fuerte y un cabello pelirrojo oscuro hermoso.

Aya río suave, mayormente demostrando su vergüenza al esconder su rostro en el pecho del mayor.

-Pero lastimosamente no podían hacerse cargo de ese hermoso bebé. Porque el lugar en que ambos pertenecían era demasiado peligroso para una niña. Habían tantos finales malos para esa inocente vida. Había tanto miedo de ambos lados, dos adolescentes inexpertos con miedo por lo que pudiera pasar. Uno de ellos deseando luchar por la nueva vida en este mundo, y el otro queriendo encontrar una salida de ese problema. Porque tantas cosas podían salir mal, y a ambos le daban miedo, pero más a uno, esa persona que podía imaginarse futuros que ni tú, ni yo podríamos.

Cada palabra dicha por el hombre hacia que los vellos de Aya se erizarán, no por miedo, si no por la cercanía. Si voz cada vez sonaba más apagada, y por ende se acercaba mucho más.

Parecía tener miedo de que alguien mas lo escuchará.

-Tomamos posiblemente la peor decisión, pero para ese momento fue la mejor para ambos, solo que no pensamos en ti, dueña de tu propia vida. Hicimos acciones que te perjudicaron, y el momento no pensamos en como llevarías todo eso. Nos confiamos, sí, y realmente lo siento.

Sus suaves palabras comenzaban a salir más alteradas, parecía querer llorar. Pero Aya nunca dijo mi hizo nada, se me tenía en la misma pose dejando que la mano en su espalda subiera y bajara lentamente, temblando en ocasiones; pareciendo tener miedo a dar el siguiente toque.

-No sé que pensará él, pero yo realmente lo lamento. Lamento haberte dado esa noche al orfanato y no enviar a alguien para ver cómo seguías. Lamento no dar la cara en todos estos años. Lamento no poder protegerte realmente. Lamento tanto, tanto, no haberte podido dar un hogar. Lamento haberte abandonado.

Cada palabra, iba cargada con un peso.
Recuerdos tras recuerdos llegaron a la mente de ambos, unos más detallados de lo que verdaderamente sucedió.

Como esa vez en que vió una pareja comprando un gran peluche para su pequeño hijo. Algo en él se removió y fue a comprar algo no tan detallista; un pequeño pez. Lo terminó firmando y él mismo fue a entregarlo a una mujer del orfanato, con fe de que llegara a las manos de la pequeña.

O la noche en que todo sucedió. Para Aya no eran más que recuerdos que se había imaginado, pero para Chuuya eran como tatuajes impregnados en su piel, ardiendo cada vez que lo recordaba, que fue débil.

Esa noche, tenían una misión a las afuera de la cuidad. Dazai había convencido a Mori en ir solo, pero el plan fue drásticamente cambiado cuando Chuuya le dijo que era momento. La bebé tenía dos semanas de nacida, y estar faltando al trabajo por lesiones que el mismo se ocasionaba no era divertido.

Esa misma noche ambos partieron, un coche manejado por Dazai, Chuuya temió por su vida, pues al castaño se le daba fatal conducir, pero esa noche fue la primera y última vez que condujo bien.

Dazai ni siquiera habló, no rechistó, ni se inmutó a la propuesta de Chuuya.

Tenían la ruta trazada y el plan elaborado por Dazai. ¿Nada mal podía salir de aquello, no?

En realidad lo fue todo. Mayormente el dolor que cargó Chuuya al dejar a la pequeña, con esperanza a que fuera fuerte y sobreviviera sin una familia, pues aún estaba demasiado pequeña para ser separada de su "madre".

Cuando Dazai paró el auto, la niña quiso empezar a llorar en sueños, pero Chuuya la calmó tan rápido que no pasó a más.

Dazai nunca dió la cara.

Chuuya terminó soltando una lágrima por lo mierda que se sentía.

Ninguno dijo algo en todo el viaje, no hasta llegar a un hotel pequeño en donde un chófer los iría a recoger luego de unos minutos.

El sentimiento que Chuuya presenció fue horrible. Desde sentir culpa, hasta ver cómo le fue arrebatado una parte de él.

Pensó en las ovejas, ese pequeño grupo de niños en dónde él se hacía llamar su "líder", el como se sentía cuando alguna terminaba en las manos de un enemigo. El como daba su propia vida y libertad para salvarlo, siempre lo hizo porque los consideraba su familia, así sea que ellos fueran horribles con él.

Pero aunque le recordará a esas experiencias no fue parecido en nada.

Durante el embarazo, ni siquiera se dió cuenta de esté, y tres meses antes de dar a luz empezaron los síntomas y los cambios en él. Fue entonces que paro en cama, órdenes de Kouyou.

Dazai se comportó diferente, aunque su rostro siempre tuviera la misma expresión se notaba preocupación a largas distancias, incluyendo que se encargaba de todo el trabajo de Chuuya para que esté no hiciera nada que no debía.

Pero llegó el día en el que le dijo que lo mejor era abandonarlo a su suerte.

Pelea, gritos, lágrimas y sentimientos de culpa hubieron esa noche.

Nadia de la Port Mafia se había enterado de su gran pelea, o eso creían. Pues un subordinado del castaño presencio todo.

Ahora Akutagawa Ryuunosuke sabía la verdad, y ellos estaban acabados.

Pero milagrosamente nada paso, solo Akutagawa apoyando las ideas de Dazai para quitarse el peso del bebé.

Chuuya no tuvo remedió que seguirlo, como siempre.

Podía notarse como a ambos le dolió, pero mayormente a Chuuya. No solo por ser su hija, si no también, por las experiencias que él había sufrido.

Sabía que se sentía y le dolía saber que en algún futuro si sobrevivía se sentiría igual.

Por eso la siguió por todos esos años.
Por eso la cuido en cada momento.
No en sentimientos, ni nada emocional, él se fue por la parte física. Viendo su bienestar cuando se metía en peleas, desde simples palabras, hasta bombas de por medio.

Pero en ese momento: con su pequeña abrazándolo con miedo a que fuera un sueño, se arrepentía de dos cosas diferentes.

1- No velar por su bienestar emocional. Así significará poner en riesgo todo lo que hizo.

2- De seguirla.
Sí, lo hizo porque no podía soportar la idea de que le pasará algo -hablando por el lado físico-, ¿pero no hubiera sido mejor para él desde un inicio no meterse en la vida de la niña?

Ahora, (aunque realmente en el fondo quería estar así desde que ella llegó al mundo) no estaría metido en el mismo problema. Todo el plan y el sacrificio que hicieron en el pasado se fue a la basura. Ahora era momento de poner la cara y decir: "sí, soy tu padre."

¿Pero no hubiera sido mejor no hacerlo desde un inicio? Con el tiempo, la carga que llevo se hubiera ido, -aunque todos (hasta él) sabían que nunca pasaría-, y no tendría que ver qué hacer ahora mismo.

Por el bien de la pequeña, por su bien. Por el bien de la organización, y saber que si su jefe le dice que esa niña queda en la mafia desde hoy, no puede hacer más que agachar la cabeza y arrepentirse por todo, porque luchar no era una idea. Menos cuando creció en ese lugar y veía a los de la mafia como su familia y amigos. No podía enfrentarse a ellos, aún sabiendo que habían posibilidades de ganar. Simplemente no podía traicionar su hogar.

-Lo lamento, Aya.

Un fuerte ruido se escuchó al otro lado de la puerta.

La pequeña que caso se había quedado dormida con la suave voz de su padre, despertó pegando un mini-brinco.

Chuuya recordó.

Atsuhi y Akutagawa estaban en su oficina. Dazai estaba en su oficina de la mafia.

¿Era considerado eso como traición? posiblemente ya había checado todos los papeles para futuras misiones o misiones ya completadas.

Se maldijo a él y al castaño en sus adentros.

Pero prefirió no pensar mucho en ello por ahora, esperando a que no volcaran su oficina en alguna de sus peleas.

Porque el nuevo dúo se llevaba mal, no tanto como ellos, pero si lo suficiente como para poder destruir un edificio en una de sus peleas.

Acaricio la cabellera roja. Aya le devolvió una sonrisa nerviosa.

-Estoy feliz porque encontré a uno de mis padres. Pero.

¿Siempre había un pero, no?

-Pero, ¿tú lo estás también?- Su mirada bajo totalmente, para dejar de ver a la puerta con ruidos de gritos de fondo, para centrarse en el sillón, realmente parecía más interesante en ese momento.

Temía la respuesta.

-No podría decir exactamente que estoy feliz en este momento.- Las palabras cansadas llegaron a sus oidos, como Miles de aguas cayendo a su rostro.- Pero, si puedo decir que estoy feliz por tenerte en mis brazos luego de tanto tiempo. Y pensándolo bien; no me arrepiento de ello.

Chuuya había llegado a una conclusión: no se arrepentía de vivir y luchar en un futuro cercano por su hija. Porque ese amor nunca se fue de su lado, y estaba listo para florecer.

Ya vería como se las arreglaba con su jefe y las demás organizaciones para mantenerlos alejados de su hija.

Aya alzó la mirada. En sus ojos se podía ver un brillo, uno de sorpresa.

-Tampoco me arrepiento de ser tu hija. Solo espero no quedarme tan enana como tú.

Chuuya se arrepentía de sus pensamientos anteriores.

-Sigues diciendo algo sobre mi estatura y dejaras de crecer.- Pronunció, con una suave y cálida sonrisa en su rostro. Aunque para Aya significaba peligro.

Ahora se escuchó un golpe.

-¿No tendrías que ir a ver por qué se pelean esos ahora? Atsuhi y el emo tienen una relación extraña. Ambos se aman, pero se pelean como gatos y perros.

Chuuya quiso reír por el extraño apodo de Akutagawa.

-Conozco a otro dúo igual, o peor.

-¿¡Otro más!? ¿cómo es posible que la cuidad siga en pie?

-Muchos regaños y un abandono, supongo.

Chuuya, aún agarrando a la pequeña en brazos, se levantó del sillón como si nada, Aya lo admiro en sus adentros por la fuerza que tenía.

Su cuerpo seguía pegado cuál sanguijuela al mayor, solo su cabeza estaba volteada para ver la razón de la pelea, y para ver si habían destruido la oficina.

Cuando Nakahara abrió la puerta con su habilidad, pudo ver a los tres hombres peleando.

Akutagawa jalaba el cabello de Dazai, Dazai el fleco de Atsuhi y Atsuhi el traje de Akutagawa.

Todo se quedó en silencio cuando la presencia enojada del mafioso se hizo presente.

-Chuuya.- Pronunció Dazai con un toque de nervios en su hablá.

-¿Podría alguno explicar por qué hay papeles importantes volando por la habilitación, y por qué mierdas ustedes tres se pelean?

Todos dejaron de lastimarse. E inmediatamente Akutagawa y Dazai intentaron correr a la puerta.

Pero un sillón impedío su paso.

-¡Atsuhi explica!- Dijeron ambos, señalando al albino que parecía querer pasar el piso.

La mirada de Chuuya se dirigió al señalado por ambos chicos.

Aya le pareció increíble como el sillón aterrizó en la puerta. Ni siquiera prestó atención al enojó en la persona que la cargaba, ahora con su habilidad activa.

Pronto volverían a las charlas para aclarar aún mejor todo. El estado de shock había pasado, las lágrimas habían salido, y una parte importante había salido a la luz.

Ahora tenían que descubrir quien moriría primero a manos del pelirrojo enojado por el desorden en su oficina.

¿Cuál de los tres sería?

-Atsushi, -tiene que decir el por qué pasó todo-.

-Akutagawa, -intento escapar de la escena para que no le pasará nada, y había inculpado a una persona que le importaba (en el fondo de su corazón (muy en el fondo))-.

-Dazai-es Dazai Osamu-.

SON LAS PUTAS CUATRO(casi 5) DE LA MAÑANA Y YO MURIENDO ACÁ PARA TRAER CAP AAAAA (con 3mil palabras eh)

¡Hola, hola! Sé que probablemente no se acuerden de mí JAJS

Una disculpa por no poder actualizar nuevamente. Falte una semana y justamente la que le seguía estaba llena de trabajos, proyectos y exámenes 😔

El tiempo no me daba para escribir, pero por fin he podido aclarar mi mente y descansar para traer el cap.

Espero que les haya gustado!! Nos vemos en unos días (semana talvez..)

~terminado 14/11/22~

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