𝟷𝟼 » 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆.


—Oye Gon, ¿estás bien? —Killua logra hablar en la oscuridad de la noche mientras ve al moreno callado al frente de su ventana.

No habían hablado desde la primera vez que se vieron en el balcón y compartieron un par de canciones de su preferencia.

Gon quería mostrarle su patineta, aquella que le fue regalada hace unos pocos días atrás. Pero gracias a esos bravucones no conseguía una oportunidad para compartir con el albino.

O al menos eso creía.

—Sí, solamente se me daño algo importante…

—¿En serio? Que mal…

Era extraño. La emoción que sentía al principio desde que tuvo un regalo de parte de su familia se desvaneció en cuestión de segundos.

Ese desánimo no pasó desapercibido.

Quería hablar pero las palabras no salían. Los moretones ardían y su cabeza daba vueltas en sus pensamientos.

Killua representaba lo contrario a él. Alguien querido y que las personas anhelaban la atención.

Pero su supuesto error fue atraerle, en su momento, la amistad más cercana y por ende. La escuela lo juzgó, ¿era realmente tan malo querer a alguien y desear estar a su lado?

Solamente confío y resultó las consecuencias en su contra.

—¿No quieres salir mañana después de la escuela? —le dijo, pensando que podrían compartir un rato.

—No creo que pueda… Kite y Ging dijeron que hablarían conmigo cuando regresen a casa.

Pensar en eso le provocaba escalofríos.

No se escuchaban muy felices de lo que se iba a hablar.

—¿Tienes dos papás?

—Umm… ¿sí? Supongo… no lo sé.

—Bueno, si te salvas de tu castigo… nos veremos mañana y si no, pues esperaré.

Se quedaron callados. Killua recordó haber visto a unos chicos busca problemas el día anterior.

Tal vez lo estaba pensando mucho. Quizás tenían algo que ver con Gon. No le gustaba mucho el chisme, pero no le daba un buen presentimiento.

A pesar de ser de los chicos que más socializada en la escuela, nunca se dejó llevar por los comentarios que escuchaba.

Recuerda cuando hubo un tiempo donde todo el mundo hablaba de un chico que se declaró a otro, miles de críticas aparecieron en un segundo y dio a conocer la verdadera personalidad de aquellos que convivía diariamente.

Dejó de hablarle a varios por eso. Desde antes no quería tratarlos por haberlos encontrado al comentar de manera muy mala de otros compañeros. No quería amigos así en su vida.

Mucho menos tener que tratarlos.

Le gustaba hablar con Gon por esa razón. No temía a que aunque se abriera en ocasiones con él, fuera luego a burlarse a sus espaldas. Que lo criticara o que fuera doble cara.

Era claro y transparente. No juzgaba aunque le dijera que su familia lo manipulaba y buscaba controlarlo cada paso.

Tampoco cuando le dijo que quería irse de esa casa y vivir junto a su hermana.

Cuando Gon le comentó que su mejor amigo Retz dejó de hablarle lo podía entender. También pasó por perder amistades cercanas pero no quería que ellos dos se alejaran.

—Killua… ¿Puedo confesarte algo? Pero no quiero que esto cambie nada entre nosotros.

Esa pregunta le hizo verle con suma atención. Inmediatamente asintió con la cabeza.

Sus ojos se iluminaron en la oscuridad. Que le confiara algo le provocaba cosquillas en el estómago.

—Yo… Me declaré a Retz hace unas semanas y por eso es que dejamos de hablarnos. No por el hecho de que me gustara, sino porque se lo dijo a alguien y comenzó un rumor. Todo el colegio se enteró.

Confusión.

Su cerebro trataba de procesar la información.

En estos días, aquellas palabras crueles y desalmadas fueron dirigidas al mayor, y no se había dado cuenta.

Que estúpido fue.

Abrió la boca pero no pudo decir nada. Solamente podía observar el rostro afligido del que comenzaba a considerar su amigo.

—No me importa que digan de mí. Pero si ha sido muy difícil conllevar tantas cosas…

Su voz se quebró y el albino sintió que algo dentro de él también.

Era la primera vez que le hablaba por tanto tiempo. Normalmente el llevaba los temas de conversación y a veces se quedaban callados durante minutos sin darse cuenta.

—Gon, está bien… yo estoy aquí.

—También quería compartir contigo y aprender a usar la patineta pero ni siquiera pude lograrlo, soy un fracasado y no sirvo para nada más que traer problemas.

—¡Gon! No digas esas cosas. No hiciste nada malo, confiaste en una persona y puede que no haya sido su intención comentarlo a quien no debía. —el llanto del otro se escuchaba con más intensidad. —Lamento que pasaras por eso y que te siga afectando, podremos practicar patineta cuando quieras.

Eso pareció cesar un poco el desahogo del otro. Que limpiaba las gotas saladas con su antebrazo.

—No quiero que… se metan contigo por estar conmigo.

—Eso me importa una mierda. Pueden decir lo que quieran y aun así voy a querer compartir contigo, así que deja de llorar.

Los sollozos dejaron de escucharse. Killua esperó pacientemente que se calmara y limpiara su rostro.

—Yo… Nunca había podido hablar así con Kurapika. Él se ha preocupado tanto por mí que no quiero que se angustie.

—Gon, no puedes simplemente ocultar lo que te está pasando para siempre.

Esas palabras calaron profundo en su interior. Aunque lo hubiese estado evitando durante mucho tiempo, al final la directora Palm se enteró de los rumores y buscó defenderlo.

Neon también se enteró de los golpes que recibía al momento de atenderlo en la enfermería. Phinks había sido testigo de uno de los intentos por agredir.

Ahora Ging estaba de vuelta haciendo una terapia intensiva con Kite porque también debía poner de su parte como progenitor y prestarle atención a su hijo.

—Puedes usar mi patineta. Te presentaré a Alluka e iremos a muchos lugares, esos tontos de la escuela cuando salgamos ni se acordarán de tu cara. —suspiró. —Y si alguien vuelve a molestarte le patearé el trasero.

Gon no pudo evitar reír.

Ambos conversaron hasta que aparecieron más estrellas en el cielo.

—He hablado con los representantes de ese alumno en específico. Siempre ha estado buscando problemas y los representantes se han excusado de no poder prestarle atención. Pero esto se acaba ya. —Palm caminaba por su despacho impaciente.

Phinks la observa sentado en elasiento al frente del escritorio. Había atrapado a uno de los involucrados y al ser amenazado tuvo que hablar.

A lo mejor no era el más paciente de los profesores. Pero su carácter era irrefutable en momentos de crisis.

—Ese niño es una molestia. Deberían expulsarlo en vez de mantenerlo sancionado por unos días.

—Por los momentos es lo que puedo hacer. Necesito que los padres de Gon hablen y si es posible, más de un testigo para evitar que los padres se pongan a la defensiva.

Phinks pensó.

—¿Y por qué no llamas a ese chico rubio que siempre anda con él? Tengo entendido que ha estado al tanto de lo que ha estado pasando. No es el único agredido, solo que los demás dudo que hablen por miedo.

—No es mala idea. Kurapika fue quien le habló de lo que le pasaba a Gon…

—Por eso se lo digo, directora. Es normal que en estos casos el agredido no desee hablar por miedo a que las cosas empeoren.

—Bien. —se sentó. —Primero hablaré con Ging y eso necesitará bastante paciencia.

—Antes de eso. Creo que debería intentar ver lo que Anita podría decirle.

—¿Anita…? ¿Ella no es la pareja de Killua? ¿Qué tendría que ver en esto?

—Según Leorio, habló con Retz y todo este tema del acoso comenzó por decirle a Anita que Gon se confesó.

—¿Gon a Retz? —asintió en respuesta. —Así que es eso.

Palm suspiró con pesadez.

—Perfecto. Otro tema que hablar con la psicóloga.

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