𝟷𝟹 » 𝑪𝒐𝒏𝒔𝒆𝒄𝒖𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂𝒔.
Kurapika estaba más que preocupado. Esos tres chicos habían huido de Gon con una mirada de rencor que no escapaba de su atención, ver la patineta que Kite le había regalado al moreno completamente destrozada le daba una idea de lo que pasó.
Lo lamentable y preocupante también era que su mejor amigo no volvió a hablarle sobre el tema. Ni siquiera le explicó lo más obvio de todo, la razón por la cual golpeó al líder de esa pandilla.
No era que no se lo mereciera, realmente sí y por mucho. Pero el rubio pensaba que eso en vez de calmar las cosas terminaría por complicarlas. Aunque no esperaba que reaccionara de esa manera, tenía parte de sentido al estar aguantando tanto hostigamiento.
Entonces empezó a sobre pensar, si debía hablar o mantenerse callado. Contar lo ocurrido podría solucionar el problema o simplemente empeorarlo.
¡No! ¡Debo actuar!
Fue lo que salió de sus pensamientos, dando vueltas en su propia habitación después de salir de clases ese mismo día. Tomó un abrigo, eran pasadas las seis de la tarde y el frío se acentuaba cada minuto. Llegar a pie a casa de los Freecss costaría un par de cuadras pero no razonó demasiado, solo se fue lo más rápido posible.
Su teléfono estaba en sus manos y aun así con esa determinación prefirió presentarse directamente antes de llamar, a lo mejor resultaba algo grosero aparecer así... Pero si comentaba algo o daba algún indicio seguramente Gon se daría cuenta de sus intenciones.
Las luces de la calle lo guiaban. Empezaba a sentirse mal por lo que estaba haciendo aunque fuera lo correcto y aunque sus pies lo llevaron a su destino al estar frente al hogar se mantuvo afuera, completamente quieto.
Escuchó con claridad las voces de dos adultos, sin poder distinguir una tercera aunque ahora por querer asegurarse diera unos pasos.
Tocó la puerta con timidez varias veces. Dejando salir el aire de sus pulmones, a los segundos apareció el más alto de la casa. Su cabello recogido y un delantal color azul agua tapando su camisa blanca de mangas largas.
—¡Kurapika! ¡Que agradable verte! —un abrazo que aceptó por educación a pesar de estar sumamente tenso. —Ven, pasa. Gon no está aquí, sigue en la escuela con la psicóloga. La tuvo que esperar porque iba a llegar algo tarde.
Por suerte le había invitado a entrar y le había dado la espalda para avisarle a Ging de su visita. Ahora se le notaba un gesto calmado al saber que el moreno no se encontraba.
Se sentó en la sala, donde habían sofás antiguos de un lindo color verde oscuro. De fondo volvió a escuchar la voz de los dos presentes, al parecer teniendo una pequeña discusión hasta que el azabache salió de la cocina mirando de manera malhumorada hacia sus espaldas.
—Eh... Hola. —su rostro incómodo se notaba a la distancia. Buscó hacerle compañía y el olor de la comida delataba que estaba haciendo el peli blanco. Nunca hablaron demasiado, parecía que le costaba comunicarse o quizás era por el hecho de que le daba vergüenza relacionarse con los conocidos de su hijo por bueno... Estar ausente bastante tiempo.
—¿Cómo está? —Kurapika buscó al menos comenzar con lo básico. Mientras buscaba ordenar sus ideas para lo que iba a decir.
—Bien... —rascó su nuca aun mirando hacia un punto indefinido de la sala. Eso hasta que Kite apareció con un par de vasos y los dejó en la mesa central.
—Menos mal viniste, acabo de preparar la cena. —Kite sin saberlo o ser consciente calmó el ambiente con su presencia.
Estuvieron unos minutos en un silencio tranquilo, tomando del jugo de frutas que estaba muy bueno.
—Oigan, no quiero arruinarles la noche pero pasó algo hoy que tienen que saber. —estaba seguro que no sabían nada, sus sospechas aumentaban cuando los dos le tomaron atención al momento de hablar. —Gon... Volvió a ser atacado por un grupo de chicos.
El primero en molestarse fue Ging, que frunció por completo las cejas y apretó los puños. Inmediatamente el de cabello largo buscó calmarlo.
—Espera... Ging, no vayas a hacer nada precipitado.
—¡¿Cómo no quieres que lo haga?! —ya se encontraba de pie, caminando alrededor de ellos molesto. —Mierda, esto de la terapia sabía que no iba a servir para nada. Lo van a seguir atosigando así sepa que cuenta con nosotros.
—No he terminado de decir lo más importante. —Kurapika intervino, aquello solo los alarmó.
—¡Entonces dilo! —insistió el Freecss.
—Pues, aunque no lo apoyo y de alguna manera se lo merecía... Gon terminó por devolverle un golpe al líder que lo estaba molestando. No sé si pasó otra cosa, ya que no me contó que ocurrió exactamente pero la patineta que le regaló Kite la rompieron.
Ging alzó los brazos en modo de victoria mientras el contrario abrió los ojos como platos mirando con desaprobación al azabache.
—¡Ese es mi hijo! ¡Bien merecido!
—¡Eso no es lo importante! Diablos, la violencia no ganará nada con más violencia.
—No es algo bueno, ese chico no lo dejará en paz. Menos ahora que le dio su merecido frente a dos de sus compañeros. —el rubio estaba preocupado.
Los tres se mantuvieron callados. Tanto como Kurapika y Ging tenían los brazos cruzados.
—Obviamente Gon no nos contaría esto, agradezco que lo hayas hecho. —Kite debía hablar de esto con Palm. —Tengo que decírselo a la directora.
—¿Entonces no iremos a terapia? —dijo el moreno al ver al otro levantarse para subir al segundo piso.
—¡Sí iremos! —la respuesta le hizo refunfuñar.
Parece que no iba a librarse de esa.
—Lo mejor es que sigan asistiendo, si pasa a algo legal al menos sabrán que estuvieron tratando el problema o al menos interviniendo. La mayoría de nuestros compañeros siempre dicen que sus padres están muy ocupados con el trabajo, a veces hasta faltan a las reuniones. —no pudo evitar reír a la cara seria del otro, resultaba cómica.
—Siento que es una pérdida de tiempo. —declaró al acomodarse en su asiento de nuevo. —No lo digo por Gon. Al menos siento que se ha abierto conmigo y me ha hablado a comparación de antes, aunque tampoco lo juzgo por eso. Pero esos idiotas que solo quieren llamar la atención no importa cuántas veces le digan que vayan a dirección o que hablaran con sus familiares, sino existe una disciplina no cambiara nada. —suspiró. —Cuando tenía su edad siempre estaba con la directora porque me gustaba molestar, nunca cambié hasta que maduré y vi que lo que intentaba era ridículo. Esas personas que compartes esos años luego ni siquiera recuerdan tu nombre.
—¿Maduraste? —recalcó a modo de broma, logrando una mueca del adulto.
—En algunas cosas, sigo siendo muy inmaduro.
Kurapika le agradó eso. Que Ging se abriera con él era una buena señal y se le notaba diferente al poder hacerlo.
—Ese maldito me rompió la nariz, le haré pagar lo que me hizo. —una conversación a la distancia que le llamó la atención al albino. Se supone que todos se fueron a sus casas y él no era la excepción.
Estaban en uno de los callejones, uno de esos tantos que escuchaba que empezaban las peleas o altercados.
—¡Te dije que debíamos irnos de ahí! —dijo otra voz y luego unos sonidos, como si lo hubieran golpeado contra una superficie.
—¡Ahora tú te crees el líder, ¿eh?! ¡Cállate si no quieres que te rompa yo a ti alguna parte de tu estúpida cara!
Killua buscó mirarlos mejor, pero la luz del comienzo de la tarde se lo impedía. No se encontró con Gon en todos esos días, se supone que iban a verse y solo este desaparecía como un fantasma.
Justo cuando iba a lograr reconocer uno de los rostros estos comenzaron a caminar hacia él.
Dos de ellos lo notaron pero solamente le observaron con gestos de enojo para seguir con su camino. Los conocía, normalmente buscaban agredir a otros estudiantes y siempre se salían con la suya por el poder de sus padres que nunca tomaban cartas en el asunto.
Bastante extraño.
Le daba pena aquel que tuvo que enfrentarlos pero sonrío complacido de que al menos se defendiera.
—Ojalá le hubiera desfigurado la cara... —siguió con su camino a casa.
Capítulo algo corto, pero bueno <3 Gracias por todo el apoyo.
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