𝟷𝟶 » 𝑨𝒎𝒆𝒏𝒐.
Palm se presentó en el colegio desde la madrugada. Caminaba por los pasillos con una taza de café que liberaba el calor por la temperatura de manera constante debido a la brisa.
Sus tacones altos producían un eco por todo el lugar, seguido de sus suspiros y hasta palabras inentendibles entre dientes. Cualquiera que la viera se daba cuenta que no estaba del mejor humor, parecía haber pasado una mala noche.
Además de que estuviera antes de su horario de trabajo solo alimentaba más esa teoría, su cabello castaño estaba recogido de una forma algo descuidada. A pesar de estar impecablemente maquillada sus ojos delataban cansancio.
Apenas abrió su oficina para sentarse y tomar un sorbo de su bebida alguien tocó la puerta.
—¿Directora? —la voz de Pakunoda le hizo sorprenderse.
—Sí, pasa. —aclaró su garganta.
La joven rubia se asomó para seguido entrar en silencio sosteniendo una carpeta azul en sus manos. A veces detestaba las formalidades, pero desde que empezó a trabajar con ella se dio cuenta que veía el respeto como algo fundamental en cualquier relación. Por eso se lo permitió aunque le insistiera al principio que le llamara por su nombre.
—Quería hablarle si es posible un momento. —se sentó con las piernas cruzadas.
—Claro, no hay problema. —por dentro Palm se estaba comiendo las uñas. ¡Y es que no podía con la curiosidad! Necesitaba saber lo que había ocurrido con los dos representantes de Gon en la terapia. Después de todo su esfuerzo de juntarlos no debería haber sido en vano.
Sabía que lo adecuado era disimular un poquito su curiosidad, ese tipo de cesiones eran privadas pero su hambre por el chisme lo superaba.
—Verá... Le quería agradecer por encomendarme. Ayer conocí a Ging junto a Kite, y no hubiera sido posible sin su ayuda. Siempre ha sido una persona admirable por querer apoyar a sus estudiantes.
La quijada de Palm hubiera caído en el escritorio si fuera posible, tal y como sucedía en los programas antiguos de caricaturas. No se esperaba para nada esas palabras, la vergüenza dominó su ser haciendo que desviara la mirada acalorada.
—¡N-no es necesario! ¡De verdad! Simplemente yo... Manifesté mi preocupación, sabes que desde hace semanas la situación se ha tornado delicada y eres una profesional con todas sus letras. Leorio te recomendó con mucho entusiasmo, no se equivocó al hacerlo.
Ninguna de las dos partes supo cómo terminaron en una conversación donde buscaban halagar a la otra. Resultó siendo tan imprevisto que Pakunoda tras salir de su breve sorpresa sonrió con los ojos cerrados.
—Es muy amable. Haré mi mayor esfuerzo.
Tras despedirse salió por la puerta dejando a una Palm frustrada. Pocos minutos después reconoció el toque que le hacía Wing para seguido abrir la puerta. La fémina se mantuvo con el rostro contra el escritorio.
—Buenos días, veo que sucedió algo. —su voz calmada junto al olor de la comida hicieron gruñir el estómago de Palm que no había desayunado.
—Buenos días... —saludó para no pensarlo dos veces y darle un mordisco al emparedado que tenía al frente.
—¿Acaso tuvo una discusión? Es muy temprano para estar tan desanimada.
Wing era como su confidente y aquel que necesitaba para desahogarse sin conjeturas, guardaba sus secretos siendo una persona sumamente confiable. Aunque esa cualidad la poseía la mayoría de sus compañeros.
—No, solo quería saber cómo estuvo la terapia familiar de Gon. —refunfuñó muy parecido a una niña pequeña. —Gracias por la comida.
—Señorita Palm, puede que no sea adecuado intervenir por ahora.
El comentario del azabache llegó a sus oídos minutos después de unos amenos segundos de tranquilidad.
Quizás era por su presencia pero se sentía con una calma tal que se relajó en su asiento al terminar de comer.
—Sí...
Mientras tanto por otro lado, siendo un poco más tarde Gon seguía dormido como una roca. Kurapika se había levantado hace unos minutos para irse arreglando y dar los buenos días a los dos adultos que se encontraban en la cocina.
—Hola... —saludó Ging quien estaba despeinado mirando el periódico similar a esas películas donde el padre de familia hacía la misma acción.
El rubio asintió breve al hacer contacto visual. Su mirada se dirigió al peliblanco que estaba de espaldas con el cabello recogido preparando el desayuno. Olía delicioso.
—Es bueno verte despierto temprano. —Kite sonrió para verlo. —Aquí ha sido costumbre estar haciendo las cosas casi a última hora. —no disimuló su mirada al mayor que bostezaba.
—¿Necesita ayuda con algo?
Normalmente Gon era quien siempre se ofrecía a apoyar con la comida pero lo dejaron descansar hasta que estuviera listo. Además así podía ponerse al día con Kurapika tras tanto tiempo sin poder conversar.
El peliblanco sabía por palabras del azabache que Kurapika decidió quedarse con él en varias materias aunque se le ofreció avanzar por su alto rendimiento. Estaba muy agradecido por su compañía incondicional.
—Voy a despertar al mocoso. —Ging alistó la mesa y se levantó.
Mientras caminaba dejando de escuchar la charla que mantenía el compañero de su hijo y Kite, recordó sin quererlo los primero años donde cuidó a Gon.
Era tan pequeño que juraba que podía colocarlo sin problemas en una caja de zapatos. Tenía unos ojos tan expresivos que para un hombre particularmente extravagante le resultaba intimidante aunque jamás lo mencionó en voz alta.
Se sentía como todo un viejo. Aunque todavía contaba con un par de años de disfrute de una adultez joven. Verlo que creció tan rápido apenas lo asimilaba, juraba que a veces parpadeaba y podía verlo de nuevo con tres años explorando grandes zonas boscosas.
—Papá... —despertó de sus recuerdos al ver el par de orbes almendrados verle y llamarle de esa manera que le ponía los vellos de punta. Este se despertó al sentir la mirada ajena por un par de minutos, sobaba uno de sus párpados mientras retiraba las sábanas de encima.
—Es hora de comer. —dijo sin más para retirarse del umbral de la puerta.
Gon caminó soñoliento para cepillarse los dientes notando el desastre que era su cabello en el reflejo del espejo.
—¡Buenos días! —saludó muy animado. Después de todo volvería a disfrutar de la compañía de Kite y Ging en una mesa juntos además de estar su mejor amigo.
Estaba hambriento, cosa que Kite se dio cuenta al verlo comer de manera frenética pero le recomendó disfrutar la comida haciendo que se disculpara haciendo un gesto similar a un puchero.
Kurapika de vez en cuando comentaba algo, se mantuvo la mayor parte callado pero sin superar a Ging quien parecía estar bastante pensativo desde hace rato.
Cuando terminaron Gon se ofreció a limpiar los trastes dejando el trabajo por la mitad al darse cuenta de la hora. Tomaron sus pertenencias para salir.
—¿No quieren que los acompañemos? —preguntó el peliblanco al verlos colocarse los zapatos.
—¡Estamos bien! ¡Nos vemos más tarde!
Por último tomó la patineta recién adquirida que tenía ya signos de haber sido utilizada por los rayones y suciedad que poseía en las ruedas.
Faltaba todavía menos de treinta minutos para la hora de entrada pero el azabache estaba ansioso de mostrarle lo aprendido con el vehículo a Killua apenas llegaran. Su amigo lo veía adelantar el paso sin borrar la sonrisa tan brillante de su rostro.
—Tranquilo, seguro vas a poder hablar con él. —buscó alentarlo, siempre el albino llegaba temprano a la escuela. Lo notó en un par de ocasiones.
Aunque ahora lo que divagaba en su mente era que Pairo estaba involucrado con lo sucedido con Retz respeto al rumor de la confesión del moreno hacia el rubio (aquí Retz es hombre). La última vez estaban conversando y aunque el castaño fuera un primo lejano no mantuvieron comunicación desde hace meses.
Antes solían tener una relación mucho más cercana pero desde que se separaron por sus distintos salones y horarios, resulto difícil. Esperaba que además de su razón de indagar en el tema, lograra volver a ser como antes.
Temía que Killua fuera uno de los involucrados en difamar a su mejor amigo, mientras que inocentemente Gon buscara su amistad. No soportaría tal acto tan hipócrita.
A pesar de molestarse al pensar en eso, en el momento que se detuvieron para cruzar la calle volvió a sonreírle a su acompañante en señal de apoyo.
Quizás me estoy preocupando demasiado...
—¿Cuánto queda para llegar? —preguntó el oji miel ansioso mirando como los carros transitaban con velocidad. Se aferraba a la patineta abrazándola contra su pecho en busca de seguridad.
—Quince minutos. —señaló viendo el reloj de su muñeca. El tiempo del semáforo parecía pasar con suma lentitud.
En respuesta produjo un sonido de queja y desespero.
Kurapika cruzaba los dedos para que no fuera demasiado impaciente y cruzara sin siquiera esperarlo, pero sus temores se hicieron reales al verlo correr tan pronto cambió la luz a rojo.
—¡Gon! —algunos murmullos no se hicieron esperar. La mayoría estaba sorprendida por la habilidad del moreno. —Debí suponerlo...
Dispuesto a seguir por su cuenta no se dio cuenta que una señora mayor lo estaba observando. Al verse le sonrió.
—Disculpe... ¿Me ayudaría a cruzar la calle?
No iba a negarle. Después se enteraría de lo ocurrido con Killua.
Hola, creo que acabo de crear el ship de Palm x Pakunoda sin querer JAJA. Desde que estaba escribiendo mi gato me quitó la silla y luego se puso en mis piernas. Quería tener su momento de fama.
Tenía pensado en actualizar desde agosto pero entre tanto que paso en esas semanas... Pues, obviamente fingí demencia. Pero aquí estoy retomando después de un mes ausente.
Ya siendo el capítulo diez siento que sucedió muy rápido ;; Más estoy feliz de como resultó respecto a lo que tengo en mente y sumando a que he comido libros para apoyarme en el momento de la trama. Así que sin quejas, espero actualizar pronto. Muchas gracias.
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