𝟢𝟫 » 𝑻𝒆𝒓𝒂𝒑𝒊𝒂 𝒇𝒂𝒎𝒊𝒍𝒊𝒂𝒓.

Ging estaba jodido. Mejor dicho, súper jodido.

¿Cómo carajos terminé aquí? —pensó aturdido por completo. Sentado en una silla entre dos personas que no pensó ni por un segundo volver a reencontrarse.

Gon lo miraba entre admiración y temor mientras que Kite... Bueno, digamos que todo lo contrario.

La mirada de la psicóloga escolar le causaba escalofríos. 

¡Qué nariz tan grande!

—Creo que no nos hemos presentado formalmente, mi nombre es Pakunoda. Es un placer conocerlos. Como le ha informado Palm, he estado hablando con Gon las últimas semanas para llevar a cabo una terapia en grupo que puede resultar muy favorable para lidiar con su situación y la de ustedes.

El azabache cabeza de familia se perdió entre sus propias preocupaciones y pensamientos. Apenas captó el nombre de la directora que fue la culpable de llevarlo de regreso al país para dicho fin. 

Todavía se preguntaba como tenía contactos de tan lejos como para encontrarlo y prácticamente obligarlo a participar. Pero de verdad que los hombres que lo identificaron eran atemorizantes. Parecían guardaespaldas de las películas de mafiosos.

Solo podía recordar que uno de ellos tenía el cabello negro bastante liso. Paso todo tan rápido que ni siquiera su cerebro podía captar tantos acontecimientos repentinos.

Sintió una patada en su pierna que lo hizo volver a la realidad y quejarse. Kite se acomodó en su asiento como si nada.

No pudo evitar mirarle con cara de perro con pulgas para luego cruzarse de brazos para prestar atención.

—Bien, empecemos. Señor Ging, podría comenzar diciendo su nombre y donde vive.

Santa mierda.

El mencionado empezó a sudar con los nervios a flor de piel. De todas las cosas que puede intensarse tenía que ser justo eso. No ayudaba sentir la mirada de Gon y Kite sobre él.

Hizo sonar su garganta. Tal vez para aliviar la tensión el ambiente o para intentar ordenar el caos que era su cabeza.

—Me llamo Ging Freecss y no tengo un sitio fijo donde vivo.

Podía jurar que el peliblanco se golpeó en la cara al escuchar la respuesta. Sin embargo, Pakunoda tenía un gesto neutral en todo momento. Mirando de vez en cuando una libreta que tenía entre sus manos.

—Bien, Kite ya comentó que vivía con Gon así que no hay necesidad de decirlo. —Ging sudó. Ni siquiera se dio cuenta de que había hablado. —¿Por cuánto tiempo no ha vivido con su hijo?

Estaba quedando muy mal y apenas estaban en el comienzo.

—...Cuatro años. —confesó cerrando los ojos con pesadez. 

El silencio tras responder le inquietó.

Pakunoda estaba observando tras escuchar un poco. A pesar de que ya comenzaba a atar los cabos en su mente, no podía actuar de manera imprudente. Ser terapeuta era difícil. A veces de manera inevitable sentía más empatía hacia uno de sus clientes. En este caso sentía el peso que tenía Gon en sus hombros de tan solo mirarlo.

Kite estaba sentado en el medio de los dos morenos, eso señalaba que de alguna manera representaba la figura paternal. Había visto muchos casos donde los hijos de un matrimonio se sentaban entre sus padres, eso causaba una hipótesis tentativa de que el problema desempeñaba una función en su vida matrimonial. 

Pero esta vez no era así.

Debía mantener siempre una postura neutral, tampoco podía darse el lujo de apresurarse a comunicar sus posibles conjeturas. Abstenerse hasta que la terapia avanzara representaba el objetivo ideal.

Ging se notaba que se le dificultaba la comunicación, esquivando de vez en cuando algunas preguntas y no tan animado en participar. A comparación de Kite que respondía sin pensar dos veces siendo muy específico.

El tiempo voló.

—Me gustaría que volvieran cuando fuera posible. De vez en cuando llamaré a Gon únicamente, sino es mucha molestia.

—No hay problema. —animó Kite colocando una mano en el hombro del menor.

De fondo escucharon las quejas entre dientes del joven viajero.

—Nos vemos entonces.

Mientras caminaban por los pasillos Gon se acercó a saludar a Kurapika al encontrarlo en el salón.

—¿Qué tal estuvo? —sonrió al contagiarse con la alegría de su amigo.

—¡Bien! Mejor de lo que esperaba.

—Me alegra verte tan feliz. 

—Debemos celebrarlo. Tenemos una pijamada pendiente. ¡También compré una patineta con Kite!

Mientras le contaba lo ocurrido en el centro comercial, Kite y Ging seguían en camino de salida.

—¿No te despediste del mocoso? —preguntó el moreno.

—Está hablando con su mejor amigo, no quería interrumpirlo.

—Eres muy considerado. Ojalá eso me pasara a mí y no que me llevaran a la fuerza a otro vuelo cuando ya estaba a punto de tomar uno. ¡Maldición! ¡No tengo manera de comunicarme con mis compañeros!

—¿Qué paso con tu celular?

—Lo dejé en la maleta. Resulta que se perdió o alguien la robó en todo ese ajetreo.

—Seguramente no se extrañen mucho tus compañeros de tu desaparición.

A Ging le salió una venita en la frente.

—¡Oye! ¡No tengo la culpa que dónde este la recepción sea tan mala! ¡De verdad que apenas le pude responder a Palm cuando empezó a insistirme tanto! Lo que menos necesito ahora es un reproche. 

—Lo que Palm te hizo fue más que justificado. 

—¡Ah, hablo el señor correcto! ¡Tú también estabas perdido!

Lo que empezó como un tonto juego terminó en recriminarse cosas al frente del colegio. Tanto así que llamó la atención de los estudiantes del primer piso.

—¡Aunque estuvieras alejado de Gon menos tiempo que yo no justifica que no estuviste presente tampoco en sus últimos cumpleaños! —señaló Ging. —¡Al menos yo le mandé el dichoso juego que quería aunque fuera tan difícil de conseguir y costara una fortuna! 

Kite se mantuvo callado. No le gustaba cuando comenzaban a mencionarse lo que hicieron y lo que no. No se trataba de una competencia.

—Lo que importa aquí no es lo material, Ging. Es que él nos necesita ahora y si nos peleamos entre nosotros no lograremos apoyarlo. 

Esta vez hubo un silencio contrario. Bajó la cabeza para suspirar pesadamente.

—Lo siento. No debí decirlo... 

Aquello fue sorpresivo. Que Ging se disculpara tan rápido nunca pasaba a menudo. 

—Vámonos, tengo hambre y debo conseguir dinero. También perdí mi billetera.

Kite asintió. Apenas dieron unos pasos para detenerse en seco, un aura sumamente pensada se aproximaba a su posición.

—Ging Freecss. —dijo Palm de manera escalofriante. —¡¿Qué escándalo estás haciendo en mi colegio?!

—¡Yo no fui el único lo juro! 

Nadie dijo que lidiar con una mujer enojada fuera fácil. Esta vez el peliblanco se salvó ya que toda su atención se dirigió al pobre azabache que apenas podía articular una respuesta coherente.

—Oye, Gon. ¿Estás seguro de llegar tan tarde a casa? —Kurapika observaba el cielo oscurecer. Estaban en un parque con un área para practicar skate. 

—No pasa nada. Estoy seguro que Kite y Ging tienen mucho de qué hablar sin mí, así que prefiero estar afuera un rato. ¡Además podemos pasar tiempo junto al mismo tiempo!

El rubio tuvo que reprimir una pequeña risita. No por lo que dijo su compañero, sino por lo adorable que se veía con ese casco y las tobilleras, parecía un niño pequeño aprendiendo por primera vez.

—¿Estás seguro que no quieres intentarlo? —dijo al colocarse bien las cintas contra su cuerpo.

—No, gracias. Estoy bien aquí viendo como lo intentas.

—¡Eres muy malo! —le sacó la lengua. 

Se veía mucho más fácil en los videos de tutorial. Al hacerlo se notaba lo complicado que era mantener el equilibrio a duras penas además de la velocidad.

Tuvo varias caídas que preocuparon a Kurapika. Pero al ver como se levantaba otra vez para sonreírle mantenía distancia en el banco donde estaba sentado.

Miró la hora al avanzar en el libro que tenía en sus manos. 

—Gon, volvamos.

—Dame un segundo. —se sentó para recuperar el aliento recuperando el aliento. Toda su ropa estaba mojada debido al sudor.

Al acercarse fue inevitable no pensar en las palabras que Gon le había dicho:

Quiero mejorar para ser amigo de Killua.

—¡Ya! —no pudo evitar asustarse al verlo levantarse repentinamente para tomar sus cosas.

Cuando llegaron a la casa notaron que no se encontraba nadie. 

—Es muy tarde para ir a alimentar a los perros. —hizo un puchero el más bajito. 

Hicieron algo sencillo para la cena. Después de todo siempre que el rubio estaba de visita traía algo para cocinar.

Quedaron rendidos al terminar de hacer las tareas a altas horas de la noche. Fue entonces que el par hizo su aparición igual de cansados.

—Vas a dormir en el sofá. —dijo Kite dejando una almohada y una sábana.

—Está mejor que mi última cama. 

Casi vuelven a discutir pero callaron al recordar que Gon le dijo a Kite por mensaje que tenían visitas. Se asomaron por la puerta para asegurase de no haberlos despertado suspirando al mismo tiempo.

—¡Solo te pedí otra almohada! —se quejó Ging.

Iba a ser una larga semana.

𝐑𝐞𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬: Todo el apoyo para escribir ha sido con el libro: ››Terapia para resolver los problemas de Jay Haley.

Adoro totalmente lo que aportó este manual por así decirlo. Fue algo difícil de asimilarlo al principio por la gran cantidad de datos que tiene pero si les interesa esta profesión a profundidad lo recomiendo con los ojos cerrados. La mayoría de la trama la organicé en base a su información.

Disculpen la tardanza de este capítulo. Lo tenía en la cabeza desde hace semanas pero se presentaron varias cosas que tenía pendiente ♡ ¡Espero les resulte entretenido!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top