──ෆ.𝟓

—¿No te parece curioso?

Irene hizo el ademán de hablar, pero volvió a cerrar la boca. Repitió el mismo gesto aún sin decir nada. Veía con incredulidad a su amiga todavía sin comprender como es que no se había dado cuenta.

Por su lado, Roseanne se lo tomaba con mucha calma.

En los últimos días su querida Unnie ha tenido peticiones extrañas, más bien solo una. Un beso.

¿Porqué querría un beso? Y sobretodo de ella. Al menos tuvo la suerte de que no se lo pidiese a otra de las chicas, definitivamente Roseanne no se sentiría cómodo con eso.

—Rosé —empezó después de encontrar el habla—. ¿En verdad no te das cuenta?

—¿De qué? —la rubia la miraba sin entender nada. Tomó una de sus papas para llevarla a su boca pero el manotazo de Irene se lo impidió.

—¿Porqué crees que Jennie te pidió un beso? ¿Porqué crees que insiste tanto? —Irene abrió los ojos como si de esa forma pudiese hacerlo entender.

—Supongo que por curiosidad, Jennie nunca ha tenido una relación —de verdad Rosé creía que esa era la verdadera razón—. De hecho, jamás la vi interesado en algún chico o chica, quizás se deba a que pasamos mucho tiempo juntas, algo así como... ¿siempre?

La pelinegra tomó un gran respiro para echarle en cara las verdaderas intenciones del menor pero Roseanne continuó hablando.

—Creo que le quito la oportunidad de conocer a otras personas, pero es que de verdad disfruto de su compañía —bien, ahora estaba divagando. No se dio cuenta de lo que decía, simplemente lo dejaba salir—. A veces es tan tierna que solo me dan ganas de apretarla entre mis brazos, aunque tiene una madurez increíble. También me gusta pasar las tardes con ella, solo hablando de cualquier tema.

—Oh —soltó Irene con una sonrisa pícara—. Parece que tenemos a cierta chica enamorado.

Jay salió de su trance, se quedó pensando demasiado en Jennie.

—¿Quién? —preguntó.

Su amiga borró la sonrisa al instante. Sus labios formaron una línea a la vez que veía con algo de enfado a la extranjera.

—¿Ni siquiera te das cuenta de tus propios sentimientos?

—¿De qué estas hablando Ire-

—¡Por el amor de Dios, Park Roseanne! —exclamó perdiendo la poca paciencia que le quedaba—. Admite que tienes sentimientos por Jennie.

Rosé abrió los ojos con sorpresa, su corazón empezó a latir deprisa sin ninguna razón. Tardó un poco en procesar las palabras de su mayor.

—¿Sentimientos como el cariño? —preguntó con duda en la voz.

—Más que eso, puedes estar enamorada de Jennie —ya está, se lo dijo directamente—. O puede que no, tú solo piénsalo.

Irene se fue dejando a Rosé con un montón de pensamientos confusos.

¿Esta enamorado de Jennie? Ciertamente se sentía bien a su lado, pero creía que era simple cariño, aquel que se le tiene a una amiga. O tal vez se debía a que estaba tan acostumbrada a estar con ella que no consideró sus sentimientos.

La idea del beso llegó a su mente. Aunque al principio fue algo que le sorprendió mucho, no negaba que era una idea interesante.

¿A quién engaña?

Si había imaginado juntar sus labios con los contrarios. Y no duda de lo bueno que sería.

—Mierda —levantó la mirada dándose cuenta de algunas cosas—. Si que estoy jodida.




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