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" ¿Estas bien? " escribe a su hermana.
No replica más que con una serie de emoticones sin sentido y una foto de ella junto a Niall Horan en el auto rosado.
" El puto mejor día de mi vida "
Mas emojis
" ¿Y tu donde estas? "
"Mañana te cuento. Cúbreme "
Afortunadamente su conversación termina, pues las letras comenzaban a verse borrosas.
— Casi llegamos.
— Pasamos un hospital hace dos manzanas, ¿Por qué no podíamos llegar simplemente ahí?
— Porque ahí me reconocerían y entonces todo se iría a la mierda.
— Harry Styles en un hospital, es el fin del mundo. — pasan un bache y el ligero cambio del movimiento le regresa las nauseas.
— Eres divertido, Louis. — comenta con una media sonrisa ganándose a su vez una mirada despectiva. — Perdóname por intentar ser amable, no lo diré otra vez.
— Bien. Ahórratelo.
— Sucede que tengo un contrato sobre la mesa... Pero el tipo de la disquera ha sido muy específico sobre lo que no quiere. Los paparazzis son parte de eso. Quiero asegurarme de que no te he hecho daño pero necesito que lo hagamos con alguien de confianza. — explica cuando alcanzan un semáforo en rojo.
Tal vez es la primera vez que se miran directamente a los ojos desde que estuvo en el piso. Y el contacto que genera el intercambio de sus miradas provoca una sensación que para nada le agrada a Louis.
Su rostro es demasiado expresivo.
Otro detalle que su hermana no menciono.
Mueve las cejas, los labios y sobre todo la nariz a cada gesto que hace. Lo vuelve un poco más difícil de ignorar.
— ¿Y sigues hablando por...? — solo atina a decir, desviando la mirada hacia la ventana.
Las luces pasando y el sonido de los autos logra darle ese respiro que no consigue dentro del auto.
En ese momento, decide que es mejor no preguntarse el porque.
Harold lo había metido al hospital -una vez más- por la puerta trasera. Habían tenido que subir dos pisos por las escaleras y esconder sus rostros cuando se cruzaron con un par de enfermeras.
Para cuando llego con el medico, un hombre moreno y ligeramente más alto que el, se sentía mucho peor que cuando estaba en el piso del club.
Le mando a hacer una tomografía y después hizo una exploración clínica completa.
Le pusieron un liquido desinfectante en los raspones de las palmas de la mano, y una bandita en la linea rojiza que se marco por el impacto en su frente.
Pese a su poca complejidad se sintió como algo tan largo que esperaba que Harry simplemente se hubiese aburrido e ido a cualquier otro lugar. Pero en su lugar abrió la cortina del cubículo, asomando la cabeza con más ternura de la que va a reconocer. Abre los ojos dándoles un aspecto mucho más grande y pregunta — ¿Y bien, se ha lastimado?
— ¡Fuera! — el grita y Harry cierra la cortina — Solo estas un poco moreteado, los análisis no muestran señales de contusión o traumatismo así que te daré unos analgésicos para el dolor.
— ¿Y las nauseas y los mareos?
— Sucede que estas deshidratado. El impacto potencio los síntomas pero algo me dice que ya te sentías fatigado antes de todo esto. Dime Louis, ¿cuándo fue la ultima vez que tuviste una comida en forma?
— Hm, ¿hace un par de horas?
— ¿Y antes de eso?
" Mierda "
— No puedo recordarlo
— ¡¿Qué?! — interrumpe Harry, repitiendo el gesto de hace unos minutos.
— Entonces ahi tienes tu respuesta. — continua el doctor — O puede que haya sido una reacción al conocer a ese torpe.
— Oye, eso ha sido grosero Reggie.
— ¿Ustedes se conocen?
— Amigo de la familia, por eso tenia que traerte aquí. — Ambos hombres intercambian miradas antes de sonreír. Louis voltea los ojos.
— ¿Eso es todo?
— Podría ponerte una intravenosa o tal vez solo dejarte ir con una advertencia sobre tu estilo de vida.
— La advertencia servirá.
— Bien. Solo ponte hielo en el golpe de la nuca hasta que te acuestes a dormir. Hare que alguien te traiga un poco.
Harry no dice nada, simplemente se queda inmóvil. No reacciona ni siquiera cuando su móvil comienza a sonar.
— ¿No piensas atender eso?
— Si, claro, un momento — con un poco de torpeza busca el aparato entre sus bolsillos y cierra la cortina para contestar. — ¿Gemma?
Silencio.
— ¿Quien, donde, ahora?
Un silencio más largo le sigue. La enfermera entra con una bolsa helada y un pañuelo azul. Agradece sin decir nada pues se encuentra demasiado concentrado en escuchar como el tono de voz de Harry cambia.
— Si, solo consígueme un par de minutos. Iré enseguida. — dice el pero otra voz se le suma.
— Eso puede ser un problema — escucha decir a Reggie — Tengo mi sala de espera llena de gente con cámaras.
— Maldición, ¿esta tu auto afuera?
— Si, pero es viejo. Aun pago seis años de la escuela de medicina.
— Servirá, te lo cambio. — Un sonido de intercambio de llaves después y Harold ya estaba arrastrándolo por donde entraron.
El auto resiente cada irregularidad del concreto. Dan un brinco más y el movimiento regresa un poco del malestar.
— Creo que Reggie debió haberte dado algo más. No te ves muy bien.
— Oh, ¿ahora eres médico también?
— Relájate — contesta a sus ataques por primera vez en la noche — ¿Que sucede contigo? ¿Porque no te has alimentado bien?
— Sucede que soy un hombre ocupado. No es de tu incumbencia si como o no. Sobre todo porque ahora mismo estoy gastando tiempo que no tengo, por tu culpa.
Lo único que me detiene de bajarme en este instante es que no conozco ni una Mierda esta jodida ciudad, así que solo lo pediré una vez, por favor, llévame a mi casa.
— ¡Lo haré!... Después de una parada.
— ¡Me lleva la...!
— ¡Es importante! ¡Lo juro! Y será rápido.
Ninguno toma alguna réplica.
Pasan minutos antes de que Harry hable de nuevo.
" ¿Es que acaso no se da por vencido? " se queja mentalmente con un sonoro suspiro.
— ¿Así que eres turista?
— Por supuesto que soy turista.
— ¿Y de donde eres?
— Del Reino Unido, Doncaster. — responde con un tinte de orgullo. Harry se ríe — ¿Que es gracioso?
— No, nada. Soy del Reino Unido también.
No vuelven hablar en todo el camino.
No hasta que Harry se estaciona en lo que parece ser su casa.
Hay más autos de los que puede contar y las luces que sobresalen de los cristales le da a la estructura un aspecto mucho más elegante que el del Club de hace unas horas.
Pero su interior resulta mucho más imponente.
El frío recuerdo de su dormitorio de cuatro por tres metros le hace revalorar la distribución de riquezas.
— ¿Esta es tu casa?
— Si, por el momento. — pero el no se ve como alguien que acaba de llegar a casa, al contrario, se nota mucho más nervioso de lo que estuvo en la calle. — ¡Vamos!
Toma la muñeca de Louis con más fuerza de la que había considerado y comienza a guiarlo con el paso apresurado escaleras arriba.
No le gusta el contacto de su piel contra la suya.
No le gusta ni un poco.
— Puta madre, Harold, sueltame.
— Lo siento es que... Solo no quiero que nadie te vea.
— Impresionantes modales los tuyos Harold. — se mofa.
Las mejillas del más alto se cubren de un tenue rojo.
— No lo digo de esa manera. Estas personas no te agradarían. No siquiera me agradan a mi. Créeme es mejor que no te vean.
— Que me sueltes Harold.
— Por favor no me llames así — pide casi en un susurro, alejándose de él. — Sígueme.
Un par de vueltas más en el piso de arriba y terminan por entrar a una enorme habitación.
— Mi cuarto. Solo quédate aquí ¿si? Será rápido.
No responde.
Harry hace el intento por salir pero se voltea con brusquedad sobre sus talones regresando con un trote hacia el closet.
— Maldición, la camisa — murmura y Louis no entiende de que habla.
Se desabotona con rapidez y deja caer la tela azul al piso, buscando con rapidez una camisa negra.
Se gira.
Y Louis se olvida de respirar.
" Mierda, es caliente "
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