♡⃞ 🎀 ── : extra ֶָ֢֪
Los muchachitos a veces tomaban los crímenes, el vandalismo y la maldad en general sin esperar un castigo de por medio.
Eso pensaba Hyunsik al observar una fila de nueve jóvenes ser encarcelados en celdas cercanas a la suya, inclusive a uno lo metieron en su misma celda. El hombre pudo escuchar los llantos y lamentos de los adolescentes ya que los presos que llevaban más años encerrados se dedicaban a mostrarles la vida de un criminal devolviendo lo que cada uno había hecho.
A los ladrones les obligaron a quitarse las prendas y entregárselas a los criminales con más años en esa cárcel, a los golpeadores les daban doble ración de lo que ellos habían dado y a los violadores les demostraban lo que las víctimas de tales abusos sentían en carne propia.
De todos esos nueve adolescentes que tenían una vida por delante un muchacho de complexión delgada era el único que no gritaba o lloraba pidiendo inútilmente a los policías que lo sacaran de aquel sufrimiento.
— ¿Por qué estás aquí? — preguntó Hyunsik sentado en el colchón que hacía llamarse cama.
— Y-y-yo... — el pobre muchacho casi estaba seguro de que se orinaría encima por el temor de tener el mismo destino que sus amigos si decía su delito.
— Tranquilo, no te haré nada — respondió el adulto ante el nerviosismo del adolescente.
— A-apuñalé a mi hermana y-y ella está en el hos-hospital y golpeé a mi m-madre — decía sin poder evitar que la voz le saliera temblorosa.
En esos instantes, el muchacho de no más de veinte años sintió sus piernas temblar y comenzó a arrepentirse de sus crímenes al ver al hombre levantarse de la cama y caminar a su dirección.
— Sabes niño — habló casual, apoyando su espalda contra las celdas observando como el menor temblaba sin la posibilidad de moverse de su lugar — yo también dañé a mi familia, hace seis años que no veo a mi hijo y a mi esposa — sus palabras, por alguna razón salieron suaves, como un padre dándole un consejo a su hijo sobre la vida y el muchacho pudo sentirlo — los dañé mucho en verdad, casi los mato a ambos — sonrió aunque en su sonrisa no se podía apreciar ninguna emoción de alegría, más bien de arrepentimiento y tristeza — no sabes cuán arrepentido estoy de eso y apenas llevo seis años de los treinta y dos que debo cumplir — sus manos fueron a su cabello revolviendo este bruscamente.
— ¿P-por qué los golpeaba? — se atrevió a preguntar tomando un poco de confianza.
La mirada de Hyunsik se perdió en un punto en el suelo y sus manos cayeron a sus costados
— Mi esposa me engañó con otro hombre y mi hijo en realidad es hijo de él, la amaba tanto que no quería dejarla ir y la obligué a quedarse conmigo antes de que siquiera me dijera algo más, le dije que aborte al niño pero ella se negó, ahora él debería tener veintiséis años ¿cuántos años tienes?
— Veinte.
— Tenía tu edad cuando vi por última vez sus ojos llenos de lágrimas— sin que él lo quisiese, las lágrimas brotaron de sus ojos pero esas no se comparaban a las que su familia soltaba cada segundo que pasaron a su lado.
— U-usted hizo bien dándole su merecido a ella y su hijo... ni siquiera es suyo, no entiendo de qué se arrepi-.
— No niño — interrumpió — nadie debe sufrir la vida que ellos sufrieron a mi lado ¿sabes cuantas cicatrices hay por todo el cuerpo de mi esposa y mi hijo? yo no, son tantas que ni las puedo contar. Debí darle a decidir a ella si se quería ir con el otro antes de encadenarla conmigo, mi hijo tampoco tenía la culpa de lo que su madre hizo, lo único que hizo fue existir y nada más, esa fue una razón suficiente para que yo lo agrediera tanto física y mentalmente.
Los gritos de los demás muchachos quedaron de lado ante esa conversación, ambos golpeadores se concentraron en una cosa, pensar en lo que habían hecho creyendo que estaba bien cuando en realidad no lo estaba.
— ¿Por qué golpeabas a tu madre y a tu hermana?
— Mi madre tomaba más en cuenta a mi hermana que a mí, ella tiene autismo pero inclusive es mayor que yo y aun así, mi madre siempre estaba al pendiente de ella y no de mí, me enojé mucho y simplemente las golpeé a ambas, nunca creí llegar a tal extremo de casi matar a mi hermana — relató sintiendo un peso menos en sus hombros.
— Aquí aprenderás a corregirte, créeme, ésta mierda está lejos de ser un buen lugar para dormir, deberías agradecer al menos que te tocó conmigo sino tendrías el mismo destino que tus amigos — los gritos y llantos desgarradores hacían prueba de aquello — espero que tu familia esté bien, también espero que con el paso del tiempo aprendas que lo que hicimos no tiene nada de bueno, solo nos hace unos imbéciles al creer que la agresión solucionaría algo.
El joven se apoyó de la misma forma que el adulto sobre las celdas, no sabía muy bien que infierno le esperaba ahí dentro pero de lo que sí estaba seguro era que saldría de ese lugar siendo una persona nueva.
— Lee Hyunsik — se presentó tendiéndole la mano al menor.
— Kim Taehyuk.
Si Hyunsik no tuvo la oportunidad de educar a su hijo y tratarlo como tal quizá pueda hacerlo con Taehyuk, podría mostrarle otro camino que no conocía al igual que Seonghyun, un preso liberado hace un año, lo hizo con él sus primeros años de cárcel.
Hyunsik seguía sin creer la noticia que el policía le había dado.
Se despertó con el sonido del bastón de policía contra los barandales y un "Lee, tienes visitas".
— ¿Quién cree que sea, señor Lee? — Taehyuk preguntó desde la cama, el ruido de los barrotes siendo golpeados lo despertó aunque tampoco pudo ocultar su curiosidad sobre el que su compañero de celda recibiera visitas después de siete años.
— N-no lo sé, podría ser mi esposa o mi hijo o — su sonrisa desvaneció solo un poco al pensar una tercera posibilidad — o el novio de mi hijo mandándome a la mierda — soltó una risa nasal.
El menor estaba enterado también de que el hijo del mayor era gay y había comprendido a través de este que tampoco había que juzgar las preferencias.
Hyunsik le contó bastantes cosas de su hijo al adolescente, hablaba de él porque quería recordarlo ya que estaba seguro de que él sería el último al que vería durante los veinticuatro años que aún le quedaban.
Se apresuró a dirigirse a la sala donde las familias se veían a través de un cristal queriendo arreglar las cosas, un policía lo seguía por detrás y una vez el preso ingresó a la pequeña sala la puerta metálica fue cerrada a sus espaldas.
Hyunsik quedó plasmado, sorprendido.
Su hijo, el chico del que tantas veces pudo apreciar lágrimas y su sangre manchando sus puños, esperaba por él del otro lado. El adulto se acercó sigilosamente y finalmente se dejó caer en la silla, aún temía que aquello fuera una alucinación.
— Minho...
— No esperabas verme ¿verdad? — sonrió con algo de inseguridad aún pues no sabía si su padre se había arrepentido ya.
— Hijo... — Minho juró sentir como la llave de alguna regadera se abrió en alguna parte de su cuerpo dejando caer las gotas de agua desde sus ojos al escuchar esa simple palabra.
— Si te soy sincero, creí que apenas me vieras me insultarías y mandarías al demonio por haberte encerrado aquí — se limpió la lágrima que salía de su ojo derecho.
— Yo... — Minho apreció lo que nunca creyó ver, lágrimas salir de los ojos de su padre — l-lo siento tanto, Minho. Sé que ningún golpe ni insulto se podrá ir tan fácil con un maldito lo siento pero me gustaría que me des la oportunidad de volver a empezar, que cuando salga de aquí, me permitas darte un abrazo como nunca te lo di — sollozos salían de sus labios.
Tanto padre como hijo soltaban lágrimas sin parar.
— C-Chris me dijo que cuando te preguntó por qué nos golpeabas hace siete años tú le dijiste que mi madre te engañó — fue directamente al grano.
— Sí, lo sé, esa no fue justificación para que la golpeara — bajó la cabeza.
— No lo es y nunca habrá una — estaba casi orgulloso de la capacidad que tenía al ver que sus palabras salían claras aún con sus ojos derramando cascadas de lágrimas — mi madre te lo dijo, no te engañó, ella fue violada por uno de tus amigos.
La memoria de Hyunsik hizo una rápida visita a veintisiete años en el pasado, justo donde su recién esposa le decía que estaba embarazada y el hijo era de un hombre que la violó, también vio como le soltaba el primer golpe cuando esa historia y la historia que sus amigos le contaron fue diferente, decidió creerles a sus supuestas amistades antes que a su mujer.
Sus ojos soltaron aún más lágrimas — L-lo siento, lo siento mucho — se derrumbó ahí, enfrente de la criatura que no tuvo la culpa de absolutamente nada —S-soy una verdadera mierda del mundo. N-no merezco salir de aquí, n-no merezco tu visita ni tu p-perdón y... mucho menos el d-de tu madre — sollozos lastimeros hacían eco por toda la pequeña sala.
— Fuiste un verdadero pedazo de mierda ¿no es así? — habló el menor viendo a su padre llorar de una manera desgarradora — pero a pesar de eso, nosotros te perdonamos.
Aquellas palabras lograron aturdir a Hyunsik.
— Mamá te perdona, yo te perdono, creo que hasta Christopher te perdona — sonrió al momento en el que mencionó el nombre de su novio.
— Pero...
— Aún te faltan unos cuantos años más de cárcel, tal vez te bajen un poco la pena por tu evidente buen comportamiento, en esos años quiero que tengas en mente que todos merecemos una segunda oportunidad, si la persona está realmente arrepentida claro que se merece un perdón y una nueva oportunidad — habló seguro de sus palabras recordando también la primera pelea que tuvo con Bang.
— Hijo...
— Papá — el corazón del adulto palpitó de una hermosa manera — te estaremos esperando y si vuelves a tocarme o a mi madre o inclusive a Christopher no dudaré en encerrarte de nuevo.
Hyunsik soltó una risa con lágrimas en sus ojos — No te preocupes, no volverá a pasar. Estoy orgulloso de ti, Minho.
— Y yo de ti.
Ambos hombres se sonrieron como nunca lo habían hecho teniendo por fin una charla la cual no implicaba insultos, gritos o golpes porque después de todo, Hyunsik logró ver la bonita familia que tuvo durante tanto tiempo y que no supo valorar.
— Mi amor, ni siquiera puede tocarme, había un cristal entre nosotros — el castaño rio ligero al sentir las manos de su pareja revisando cada rincón de su cuerpo para asegurarse de que no tenga ningún golpe.
— Mierda, de verdad que creí que te habías vuelto loco cuando dijiste que lo querías visitar — el rubio no esperó más tiempo y estrechó a su prometido en brazos — sabes que haría que le den cadena perpetua si vuelvo a ver una maldita mancha morada en tu piel.
— Entonces deberías estar preso — sonrió malicioso dejando ver una parte de su cuello la cual tenía una que otra marca de chupetón a punto de desaparecer.
— Pero esos no son por golpes, son por besos — se defendió besando suavemente los labios de Minho.
Después de largos años sin saber nada del hombre que les desgració la vida a Minho y a su madre, el primer mencionado pensó que tal vez sería hora de aclarar cosas, no era su padre de sangre pero él le dio su apellido y aceptó el lugar de uno a pesar de haber fracasado rotundamente en este puesto.
Minho siempre quiso una familia feliz, una donde los problemas sean escasos y las sonrisas abunden, ya la tenía, solo faltaba una persona que estaba recuperándose de todo lo malo que hizo durante muchos años.
— Niños, vengan a comer, ya casi es hora de que se vayan al trabajo — Seohyun habló haciendo que la pareja deje de darse mimos.
Cuando se recuperó, Christopher invitó a su suegra a quedarse en la casa donde Minho y él vivían, ella se negó bastantes veces diciendo que no quería estorbar en tan bonita relación, ambos le dijeron que no estorbaba y era un honor tenerla a ella viviendo con ellos. Al final, después de tantas súplicas la mujer tomó la oferta de alojamiento y aunque Christopher le decía que no hacía falta que cocine y limpie la casa ella quería hacerlo como forma de agradecimiento.
Agradecimiento por dejarla vivir con ellos y por salvar a su hijo y a ella.
— Le dije que lo perdonas — comentó Minho a su pareja mientras cortaba la carne.
— ¿Qué? — Christopher dejó un momento los cubiertos en la mesa y se dispuso a reprochar a su novio — ¿por qué?
— Porque me amas.
— ¿Qué tiene que ver eso?
— Tiene mucho que ver — Minho sonrió cuando escuchó la risita de su madre divertida con la escena — si me amas, amas también a mi familia, amas a mi mamá — Christopher no negó eso — amas a mi papá.
— Pero-.
Ninguna palabra más salió de su boca al tenerla ocupada con un pedazo de carne que Minho le había metido.
— Él se ve muy arrepentido, incluso lloró — Minho miró a su pareja con una sonrisa melancólica — me recordó a nosotros con nuestra primera pelea, al final te di una segunda oportunidad y mira, en seis meses nos vamos a casar en Japón.
Christopher pensó las palabras seriamente, eran verdad después de todo, si el padre de Minho se había disculpado de corazón tal vez merezca una segunda oportunidad.
— Bien, pero costará hacer que lo perdone por completo.
Minho se sintió satisfecho con eso y la pareja se dispuso a acabar sus alimentos bajo la mirada feliz de una mujer.
— Recuerdo cuando te conocí, eras tan dócil y mírate ahora, queriendo tomar el control de todo — Christopher acarició la cabellera castaña.
— Tú me enseñaste a ser así — Minho abrazó el torso de su novio débilmente pues el sueño estaba dominándolo.
Ambos se encontraban en su cama, listos para dormir después de un día agotador de trabajo, Seohyun ya se había dormido desde hace un rato en su propia habitación dejando a la pareja disfrutar su momento a solas antes de que sea la hora de dormir.
— Chris.
— ¿Mmm?
— Gracias por hablarme aquel día en el restaurante.
El rubio sonrió — Gracias por aceptar que te pague el café.
— Gracias por alojarme en tu casa.
— Gracias por contarme tus inseguridades.
— Gracias por bailar un vals conmigo — no pudo evitar soltar una risa al recordar la cantidad de veces en las que Christopher lo había pisado mientras bailaban como parte del juego de los niños, que ahora ya serían adolescentes.
— Gracias por aceptar ser mi novio.
— Gracias por darme tu primer beso.
— Gracias por darme una segunda oportunidad.
— Gracias por aprovecharla — Minho levantó la mirada encontrándose con la resplandeciente sonrisa de Christopher — gracias por amarme.
— De nada.
— Idiota — le propinó un ligero golpe en su pecho — rompiste el momento bonito.
Christopher hizo una maniobra para cambiar las posiciones dejando a Minho en el colchón y el encima de este usando sus manos apoyadas a cada lado de la cabeza del menor como soportes para no caer.
— No tienes absolutamente nada que agradecer, ya es suficiente para mí ver tus bonitos ojos rojos brillando sólo para mí — tras eso, Minho llevó una de sus manos a la de Christopher y al encontrarla, se deslizó bajo ella y entrelazó sus meñiques dándole paso al ya tan conocido color rojo.
Pasando los años, el color perdió su fuerte brillo pero esto no era malo, todo lo contrario, al estar así, con un color rojo oscuro adornando sus orbes quería decir que ambos se entregaron por completo a su destino de estar amándose para siempre. Ambos sellaron ese emotivo momento con un beso cargado de amor puro, un amor que jamás se acabaría al igual que nunca se cansarían de enroscar sus meñiques una y otra vez para poder observar el rojo de sus orbes sin ningún indicio de que alguna vez su hilo fue morado.
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