♡⃞ 🎀 ── 23 : father ֶָ֢֪

Le tengo pánico a las alturas, lo comprobé cuando un día mi padre me subió al techo de la casa para no recuerdo que mierda y al momento de mirar abajo un mareo intenso me atacó y desde ese día no volví a subirme a un lugar alto.

Esto se sentía como esa vez, no estaba en un lugar alto, mis pies se encontraban pegados al piso pero de alguna forma pude sentir de nuevo esos espantosos mareos.

Minho tomó la perilla oxidada, la giró a la derecha, luego jaló de la puerta y después la empujó.

Vaya, al parecer la puerta no abría con solamente girar la perilla.

Solamente abrió un poco dejándonos una vista limitada del lugar. Desde aquí todo parecía en orden y sin ninguna anomalía. La vez anterior no tuve la dicha de observar bien el lugar y ahora con los escasos rayos del sol puedo ver mejor la pequeña sala de estar.

Había silencio, eso era buena señal puesto que Minho me había dicho que cuando él estaba los gritos resonaban por todas las paredes de la casa.

Ya sean gritos molestos de él o gritos de dolor y súplica por parte de Minho y su madre.

— Espera — me tomó del brazo al ver mis intenciones de ingresar.

— ¿Qué ocurre?

— En serio debes prometer que si ella no quiere no insistiremos más, le prometí no volver aunque sea por ella y aquí estoy — me veía con ojos inundados de miedo y preocupación.

— Ya te lo prometí, lo prometo en serio — mis palabras fueron acompañadas con una mueca de desaprobación, si es que la señora Seohyun no quisiera venir con nosotros yo vendría todas las veces que sean necesarias para convencerla.

Pero no podía involucrarme más en estos temas de lo que ya estaba.

Minho asintió confiando en mí. Empujé ligeramente la puerta escuchando su rechinido, di un paso dentro y ya sentía un nerviosismo recorrer toda mi espalda. Minho se mantenía detrás de mí y agradecía eso, prefiero ser yo al que golpeen o griten a exponerlo a él.

Enterró sus dedos en mi camiseta siguiéndome el paso sigilosamente. En serio esta casa parecía que se derrumbaría en cualquier momento, las cortinas estaban de más pues estas tenían diversos agujeros que le daban pasos a la luz, el suelo era cubierto por una densa capa de polvo y tierra, varios jarrones se encontraban rotos en el piso junto con otros adornos que alguna vez sirvieron para darle un poco más de alegría a esa triste casa.

Minho miraba hacia todas partes temeroso, sus manos nunca abandonaron mi espalda así como sus pies seguian siendo fieles al camino que yo les imponía.

— ¿Cuál era su recamara? — también me enteré de que Minho y su madre dormían juntos en una habitación que tenía papeles y telas en vez de un colchón, fue cuando comprendí su emoción cuando vio la habitación que le ofrecí al momento en el que se convirtió en mi compañero de casa.

— La primera — señaló una puerta que me imagino era blanca pero que ahora se encontraba desgastada, sucia y con manchas similares a las que había por distintos lados de la vivienda.

Aún no quiero saber que son.

Tomamos rumbo hacia la habitación señalada, nuestros pasos eran lentos y cuidadosos teniendo la precaución de no emitir un ruido que nos delate, no queríamos asustar a su madre tampoco.

Tomé la conocida perilla e iba a girarla cuando sentí a Minho estremecerse detrás de mí y yo hice lo mismo al escuchar gritos ahogados provenientes de la otra habitación.

Mierda.

— ¡Dime donde se encuentra, maldita zorra!

— ¡Para por favor!

— ¡Si no me lo dices me encargaré de que asesinen a tu adorado error!

Ambos nos miramos desconcertados y asustados, era sorprendente que a pesar de que la casa esté en tan malas condiciones los gritos no se escuchen con tanta facilidad a través de las paredes.

— Chris... — por primera vez, Minho no me dijo "vámonos" o se echó para atrás, simplemente me tomó de la mano y trató de llevarme a la habitación en donde dichos gritos provenían.

Mi chico quiere afrontar los problemas en vez de huir de ellos.

— Mi amor, espera — susurré con los pelos de punta — no puedes entrar solo así, también te golpeará — traté de hacerlo entrar en razón, me gusta que quiera ayudar a su madre pero debíamos idear algo primero — voy a detenerlo ¿está bien? lo retendré en lo que tú te llevas a tu madre afuera.

— ¿Y tú?

— Yo estaré bien, no te preocupes por mí — un nuevo grito resonó a lo que me imaginaba el infierno que ha de estar sufriendo la pobre mujer.

— Te amo — me dijo a unos pasos de entrar a lo que tal vez sería lo más riesgoso que haga en mi vida.

— También te amo y mucho — le di un fugaz beso y después pateé la puerta con todas mis fuerzas.

Todos nos quedamos congelados ante el estruendoso sonido de la puerta abriéndose.

La madre de Minho nos intentaba mirar cuando escuché como mi novio se rompía, la mujer estaba con múltiples cortadas y moretones por absolutamente todo su cuerpo, su nariz, sus labios y hasta su ceja estaban partidos derramando grandes cantidades de sangre, sus ojos inundados de lágrimas que se mezclaban con el líquido rojo que había por todo su rostro y cuerpo, era un milagro que siga consciente.

El hombre nos miraba con sorpresa y diversión a la vez.

— M-mamá — escuché la voz rota de Minho y fue ahí cuando llegué a mi límite.

Me lancé al sujeto haciendo que este caiga de espaldas, le propicié varios golpes en el rostro dañándoselo, es en estos momentos cuando agradezco haber tomado clases de boxeo en mi juventud.

Escuché más sollozos lastimeros de parte de la madre de Min, pude ver como él se la llevaba en brazos fuera de mi campo visual. El Lee mayor aprovechó mi pequeña distracción y me tumbó al suelo dándome varios golpes en el rostro.

Joder que dolía, este sujeto parecía tener puños de acero.

Sus golpes eran certeros haciendo que pegue mi mejilla al piso sin darme tiempo de reaccionar o tan siquiera mover la cabeza. Atrapé su torso con mis piernas al momento en el que se acomodó encima mío y le di la vuelta y, apenas tuve la oportunidad, le devolví los golpes.

— ¡¿Cómo se atreve a golpear a su propia esposa e hijo?! — mi furia podía notarse a kilómetros de distancia.

Intentó golpearme de vuelta pero no lo logró. Lo volteé dejando su pecho junto al piso que comenzaba a llenarse de sangre de la madre de Minho, de su padre y de la mía también.

— ¡Esa escoria no es mi hijo!

Lo mantuve inmóvil poniendo sus manos por detrás de su espalda y con mi pie aseguré que no se movieran de su lugar.

— ¡Minho no es una escoria, no le permito que hable así de él!

— ¡Le hablo como yo quiera! — Gritó algo ahogado al tener su rostro casi como una segunda capa del suelo — ¡¿cómo reaccionarías si tus amigos te dicen que tu esposa te engañó con otro?! ¡Y no solo eso, incluso tuvo un hijo con él!

Vaya amigos tiene este hombre para que le metan semejante estupidez. Aunque considerándolo mejor su historia encajaba con la de Minho, él me dijo que sus padres se amaban hasta antes de que él estuviera en camino, sospecho que uno de sus "amigos" fue el que violó a su madre e inventaron todo eso para que no los descubrieran.

— ¡Sea cual sea la razón jamás me atrevería a tocar a mi pareja o a mi hijo para dañarlos! — grité aún con más furia.

— Mamá, mami, por favor mami, háblame — Minho no llevó a su mamá fuera por lo que podía escuchar los gritos de su padre y su pareja al estar la puerta abierta.

Trataba que su madre pueda pronunciar alguna palabra coherente pero lo único que hacía la mujer era tratar de respirar.

— Mami no — Minho lloró pensando que hacer.

Lo más sensato era llamar a una ambulancia pero sabía que detrás de una había también una patrulla para inspeccionar el porqué de la persona herida.

En estos momentos estaba totalmente desconcertado y aterrado, por una parte le alegra haber llegado antes de que su padre mataste a la mujer que lo crio y por otra hubiera deseado quedarse en casa con Christopher sin meterse en este embrollo.

La vida de Seohyun está en juego, debía afrontar sus temores y decidir.

¿Llamar una ambulancia, salvar a su madre y denunciar a su padre o...

Dejarla morir, irse de ahí y seguir viviendo su vida con el hueco que la muerte de su progenitora crearía en lo más profundo de su corazón?

Pensó en Christopher, pensó en su manera fuerte de ser y claramente él optaría por la primera opción sin ningún pero que obstruya su decisión.

Pero él no era Christopher, él era Minho, un chico el cual vivió toda su vida con el pensamiento de que perder a sus seres amados sería aún más doloroso que cualquier golpiza que su padre le haya dado.

— Lo siento, papá — con los ojos inundados en lágrimas tomó su teléfono y marcó al número de emergencias pidiendo por una ambulancia.

Minho tiene un corazón tan grande que incluso el hombre que lo maltrató y despreció toda su vida cabía ahí.

— Muere maldito, marica. Me alegra que los de tu clase no puedan reproducirse — no sé cómo había pasado de tener al señor Lee debajo de mis botas a tener sus manos alrededor de mi cuello.

Mis manos se aferraban fuertemente de sus manos tratando de quitarlas de ahí, sentía cada vez menos aire entrar por mis pulmones al igual de que mi vista se veía borrosa y fuertes mareos lo acompañaban.

— U-usted es un m-maldito enfermo — traté de decir viendo a duras penas su sonrisa de satisfacción.

No sabía si eran alucinaciones, si ya estaba muerto o era un rayito de esperanza pero podría jurar que escuché la sirena de una ambulancia y el de la policía.

— ¡No, maldita sea! — creo que no estoy muerto ni tampoco son alucinaciones después de escuchar sus reproches.

Escuché varias pisadas por toda la casa y de un momento a otro escuché voces desconocidas.

— ¡Policía! ¡Suelte al joven y deje las manos arriba! ¡Rápido! — y así lo hizo, dejó mi cuello y yo caí al piso por falta de fuerzas.

El rostro de Minho y las personas que se llevaban al padre de mi novio fueron lo último que vi antes de caer desmayado.




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