♡⃞ 🎀 ── 10: boyfriend pt. 2 ֶָ֢֪

— ¡Es el hilo morado!

— ¡Sus ojos brillan!

— ¡Estarán juntos por siempre y para siempre!

Como siempre, la curiosidad atacó a los niños, comenzaron a gritar sobre nuestro hilo y a hacer preguntas sobre este mismo, Minho se quiso soltar del agarre de nuestros meñiques pero yo no se lo permití poniendo la excusa de que a los pequeños les gustaba ver nuestros ojos brillando de un rojo difuminado con un morado.

Aunque la verdad, no quería soltar su meñique.

— ¿Cómo supieron que lo tenían, hyungs?

— B-bueno...

— ¿Es verdad que pueden cambiar el color?

— Pues...

— ¿Qué se siente tenerlo?

— ¡Esperen! — Alcé la voz al ver como llenaban de preguntas al pobre de Minho — Una pregunta a la vez, pónganse de acuerdo en cuál y la responderemos — Minho me agradeció con la mirada.

Los niños formaron una bolita decidiendo que pregunta harían primero.

— ¿Es fácil hacer que cambie el color? — preguntaron al unísono.

— La verdad no — Minho contestó.

— Pero sus ojos están casi rojos — Jungwon (que también me había dicho que se llama así) analizó.

— Es lento, pero si se puede, nosotros igual estamos sorprendidos — nos miramos entre nosotros y los niños asintieron con expresiones emocionadas.

Preguntaron muchas más cosas, inclusive unas mamás se nos acercaron y preguntaron distintas cosas, algunas vergonzosas que ni nosotros sabíamos, una de esas era que si haciendo cositas podía cambiar a un rojo total.

Dijo la palabra cositas para no traumar a los niños.

Le contestamos que no sabíamos pero tampoco queríamos averiguarlo, era algo demasiado íntimo.

Después de un par de horas (si, horas) contestando sus preguntas quisieron jugar de nuevo a nuestra boda y nos insistieron en que bailemos un vals, creo que a todos les quedó más que claro mi nula habilidad con el baile ya que pisé a Minho bastantes veces.

El sol se hacía cada vez más caliente indicando que ya era mediodía, las madres hablaron a sus hijos y ellos, con mucha tristeza se despidieron de nosotros pero Minho les prometió que volveríamos algún día.

En serio sería un buen maestro, es como un imán de niños, todos estaban encantados con su belleza y ternura.

— ¿Aún te duelen los pies? — ahora estábamos camino a casa, el autobús nos recogió hace media hora y estábamos a punto de llegar a casa.

— No, no mucho — jugueteó con el pequeño anillo de plástico, decidieron regalárnoslos como un pequeño recuerdo de ellos, inclusive le habían regalado la diadema a Minho.

— Lo siento, nunca fui bueno con el baile.

— Pude notarlo.

— Creo que todos lo notaron — reímos ligeramente. Me miró con una sonrisa tímida, una sonrisa en la que me perdí unos segundos.

Siempre me habían gustado las sonrisas de las personas, me agradaba ver a los clientes satisfechos o simplemente ver a las personas felices, es algo que me decía que no todo estaba perdido en este mundo lleno de imperfecciones.

Pero la sonrisa de Minho era especial.

Sus mejillas se abultaban más cuando las esquinas de sus labios se estiraban, la mayoría de las veces sonreía con sus labios apretados y eso lo hacía ver aún más tierno de lo que ya era, sus ojos se achinaban ligeramente como si éstos sonrieran de igual forma que sus belfos, mierda Minho ¿Qué me estás haciendo?

Al parecer, no me perdí en su sonrisa unos segundos, si no minutos, pude darme cuenta cuando salí de mi ensoñación y vi a Minho levantarse.

Ambos bajamos y caminamos un poco más para por fin llegar a nuestro hogar, introduje las llaves en la cerradura e ingresamos a la vivienda.

Pude observar el cómodo sillón y no me lo pensé más, me tiré a él aún con mis botas puestas. Minho tomó camino hacia su habitación, unos minutos después salió con una ropa más cómoda y sin el accesorio en su cabeza.

Lástima, se veía lindo con eso.

Me senté decentemente en el sofá para que él tomará lugar al lado mío y así lo hizo, se sentó en la otra punta.

Noté que no se quitó el anillo pues seguía jugueteando con él. Minho se quedó callado, mirando el aro de plástico en su dedo, parecía pensar algo, a veces me miraba de reojo pero luego negaba suavemente con su cabeza.

— ¿Sucede alg-.

— ¿Por qué les dijiste que éramos pareja? — por fin levantó su rostro y me miró con cierta vergüenza.

Así que era eso.

— No quería decepcionarlos — respondí con simpleza.

— Entonces... No... Nosotros no...

— ¿No somos novios?

Minho asintió.

— ¿Quieres que lo seamos?

— Y-yo — apartó su mirada de la mía y se abrazó a sí mismo.

— Honnie — ante ese apodo trató de mirarme nuevamente pero la vergüenza la ganó y miró otro punto de la sala.

Me deslicé por el sillón y al estar lo suficientemente cerca tomé su rostro entre mis manos, volteé su cabeza pero él tenía los ojos fuertemente cerrados.

— Minho — hablé acariciándole las mejillas con mis pulgares, pareció relajarse con eso ya que la fuerza con la que apretaba sus párpados fue yéndose — ¿Quieres eso? ¿Quieres a alguien que te quiera y te diga lo especial que eres para él? — Sus párpados fueron abriéndose muy lentamente por cada palabra que decía — ¿Te gustaría a alguien que te de regalos, te abrace y te proteja de todos? — abrió sus ojos sólo hasta la mitad demostrándome su tranquilidad, asintió una vez ante mis preguntas — puedes tener eso, incluso creo que ya lo tienes — sonreí y él también lo hizo — puedo ser esa persona, puedo quererte, puedo decirte cuán bonito te vez todos los días, cuando sonríes, cuando comes, cuando duermes y cuando despiertas porque en realidad eres muy lindo — él arrugó su nariz y frunció sus labios como una seña de que estaba avergonzado — puedo darte todos los detalles que quieras ¿Quién dijo que a los hombres no se les puede dar chocolates o flores? te demostraré que las mujeres no pueden ser las únicas que pueden recibirlos — un brillo especial apareció en sus ojos — y si te llegan a hacer daño — su rostro cambió a uno neutro poniendo atención en mis palabras — yo seré quien te defienda, puedes confiarme cualquier cosa que yo me ocuparé de que no vuelvan a lastimarte — sin darme cuenta, una lagrima deslizó por su mejilla y desapareció cuando pasé mi pulgar por ese lugar ya que en ningún momento aparté mis manos de su rostro — ¿te gustaría todo eso?

Minho respiró hondo reteniendo algunas lágrimas que amenazaban con caer — Sí, me gustaría — respondió con tranquilidad.

— Para que todo eso se cumpla, necesito que me respondas algo — aparté mis manos de su rostro y tomé sus pequeñas manos entre las mías — Lee Minho ¿Quieres ser mi novio?

Su expresión tranquila no cambió, solo su sonrisa se agrandó más y lágrimas escapaban de sus bellos ojos, me respondió con varios asentimientos de cabeza y, ante eso, me acerqué a besarle la frente para después envolverlo en un abrazo el cual me correspondió, su cabeza se acomodó en mi hombro y sus brazos me rodearon el torso, mi brazo derecho fue a parar en su cintura y mi mano izquierda le acariciaba el cabello incitándolo a estar más cerca de mí.

Y creo que nunca podré estar lo suficientemente cerca de Minho, mientras más contacto tenemos, mi corazón late más fuerte. Sé que todo está bien cuando lo tengo así conmigo, junto, muy junto a mí.

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