𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝘇𝗲𝗿𝗼. 𝘀𝘂𝗻𝗱𝗮𝘆
🪽 LOVE AGAIN... ! ·﹆〻₎∖
━ ━━ chapter zero: prologue ⛸️
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Los días en Sierra Nevada se habían convertido en auténticos refugios para Victoria, había generado una conexión íntima con el lugar que trascendía el motivo por el que estaba ahí: de la competencia de patinaje. Aunque estaba allí como maestra de la Academia que lideraba desde hace 2 años, la magia del entorno la envolvía de manera especial.
Al abrir las persianas de su hotel, la imagen de los techos cubiertos de nieve se revelaba como un cuadro de invierno encantador. En contraste con su rutina diaria en Madrid, aquellas mañanas adquirían un encanto particular en el nuevo entorno.
Ese día Victoria se levantó de su cama con la promesa de tener alguna aventura en la gélida Sierra Nevada. Después de una refrescante ducha, tomó de su maleta sus leggings acampanados y se envolvió en una chamarra. Después se apresuró a abandonar su habitación.
Las calles, engalanadas con mantos de nieve que cedían tímidamente al abrazo del sol matutino, testificaban el inicio de un día nuevo. Victoria avanzaba con paso rápido, sintiendo la mordedura fresca del aire en su rostro. Sus huellas dejaban una marca efímera en la nieve mientras se dirigía al epicentro de su día: la cafetería.
Caminó hasta llegar a la esquina de la calle y giró hacia la derecha, dejándose llevar por la llamativa puerta de cristal con un marco de madera que marcaba la entrada de su hasta ahora lugar favorito. La campana suspendida en la puerta resonó, anunciando la llegada de Victoria al lugar. Un sutil halo de aliento frío escapó de sus labios al sentir la bienvenida cálida del establecimiento, como si la atmósfera misma la abrazara con afecto en contraposición al frío exterior.
No había mucha gente, solo una pareja de la tercera edad charlando de sus vidas cotidianas, una mujer con un carrito de bebé a su lado y un chico sentado en uno de los bancos de la barra. Ella se hizo paso, dando los buenos días a los presentes y luego llegó a sentarse en el banco a lado del chico.
────Buenos días, Vico. ────Sara, la barista de la cafetería salió de la cocineta, saludando a su amiga.
────Hola. ────devolvió el saludo con una sonrisa. ────Lo mismo de siempre, por favor.
La barista asintió con la cabeza y se dio la vuelta para empezar a preparar el pedido de la chica. Mientras Sara preparaba el café, Victoria sacó su cartera de su bolso, lista para pagar lo que ordenó. Mientras lo hacía, notó con el rabillo del ojo al chico a un lado de ella. Con el cabello medio ondulado, su mirada parecía perdida en la taza de café frente a él, y una cámara con correa colgando de su cuello.
────¿Qué piensas hacer hoy? ────preguntó Sara.
────Tengo entrenamiento con las niñas, en unos días es la competencia. ────respondió Victoria, cruzando sus brazos sobre la barra y apoyando su cabeza sobre ellos, como si fuera alguna especie de almohada. ────¡La cabeza me va a estallar de tantas coreografías que tengo que poner!
Sara rió suavemente. ────Siempre tan apasionada por tu trabajo. ¿No deberías descansar un poco antes de la competencia?
────Lo sé, pero siempre siento que hay más por hacer. ────Victoria suspiró, con un atisbo de cansancio en sus ojos. ────Además, disfruto cada momento con las niñas.
Mientras Sara y Victoria continuaban charlando sobre el ajetreo de los preparativos para la competencia, Enzo, el chico del banco contiguo, se sumergió en la conversación con un toque de intriga genuina.
────¿Patinaje artístico? ────preguntó luego de un rato, girándose a mirar a la chica con una expresión curiosa.
Victoria, notando la pregunta sin rodeos, asintió. ────Sí, así es. ¿Cómo lo supiste?
Enzo, sonriendo, señaló la cámara que llevaba consigo. ────La cámara no es lo único que capta los detalles pequeños. Además, se nota cuando alguien habla de su pasión.
────Tienes buen ojo. ¿Y tú, qué te trae por aquí?
────Solo buscaba algo de inspiración, un buen café y, tal vez, una conversación interesante. ────explicó relajado.
Victoria pudo notar su acento. No era español y le reconfortaba escuchar un acento diferente al que escuchaba todos los días.
────Bueno, aquí tienes el café y la conversación. ¿Te gusta el patinaje artístico?
Sara depositó el envase de cartón en la barra y Victoria le agradeció con una ligera sonrisa.
────No lo había considerado, pero después de conocerte, podría darle una oportunidad. ────comentó.
────Tengo entrenamiento a las 12:00 a unas calles de aquí. ────añadió bajándose del banco. ────La entrada es libre.
La joven depositó el dinero sobre la pulida superficie de la barra. Luego le dirigió una sonrisa efímera al desconocido que compartía el espacio, exhibiendo un destello de cortesía.
Entonces, con la agilidad de quien ha conquistado el arte de la despedida, giró sobre sus talones, alzando su brazo derecho en un gesto animado. Su mano, cual adiós dibujado en el aire, se balanceó en una despedida fluida.
────¡Bonito día! ────lanzó, llenando la cafetería con sus palabras optimistas justo antes de que la campanilla volviera a danzar, marcando el compás de su salida del acogedor recinto.
Enzo permaneció en la cafetería, tomando su café en silencio y pensando en la propuesta que se le había hecho unos instantes atrás. Sonrió en silencio al analizar el momento.
Las grabaciones eran de lunes a sábado y los domingos que tenían libres él solía ir a la montaña, ir de exploración. Sin embargo hoy había despertado y había decidido hacer algo diferente.
¿Había sido el destino? Sí, seguramente. Todo siempre pasa por algo.
Después de terminar su café volvió a la habitación del hotel en el que se estaba hospedando. En el pueblo no conocía a nadie, sólo a sus compañeros del cast, así que podía ser el inicio de algo nuevo.
A Victoria jamás se le hubiera cruzado la idea de que encontraría a alguien en un día tan normal como aquel domingo. Creía en las casualidades, pero nunca en que le pasaran a ella.
Creía en todos, menos en ella.
Aún así trataba de ser lo más optimista que podía, aunque eso le costara gran trabajo. Pero lo lograba porque todo el mundo la veía como una persona amable, linda por fuera y por dentro, incluso si al final del día solo ella sabía el desastre que era.
────Estela, tienes que subir más la pierna y sujetar la punta de la bota. ────le ordenó a una de sus alumnas desde el exterior de la pista.
La niña asintió e hizo exactamente lo que su profesora le ordenó, ganándose un gesto de pulgares arribas por parte de ella.
Las otras tres niñas estaban por distintos lugares de la pista practicando sus respectivas coreografías. Los ojos verdes de Victoria se perdían en aquellos giros, piruetas y saltos que la hacían recordar la mejor etapa de su vida.
Se hubiera perdido en sus recuerdos si una de las niñas no hubiera dejado de hacer lo suyo por ir hasta donde estaba ella.
────Miss. ────la llamó.
────¿Qué pasó, Clara? ────preguntó con un tono amable.
La niña lucía un poco preocupada y tratando de ser lo más discreta posible señaló hacia las gradas que se encontraban detrás de Victoria.
────Creo que hay un señor "raro" con nosotras. ────murmuró.
Victoria volteó de inmediato y sonrió al reconocer a aquel hombre que incluso para ella también era un desconocido.
────No te preocupes, no es un hombre raro. ────le dijo a su alumna con una sonrisa que inspiraba confianza. ────Iré a hablar con él y tú tranquila, puedes volver a practicar.
────Gracias, miss. ────habló la niña y volvió a su lugar.
La castaña se dio la media vuelta, captando la atención del chico, quien de inmediato le ofreció una cálida sonrisa que ella devolvió.
────Pensé que no vendrías. ────comentó subiendo las gradas.
────Bueno, quise salir de mi rutina de los domingos.
────Supongo que ir por un café también fue salirte de tu rutina. ────añadió, sentándose a un lado de él. ────Mis alumnas pensaron que eras algún...pedófilo.
────¿Qué?
────Bueno, yo todavía no puedo descartarlo, sigues siendo un desconocido para mí. ────bromeó. ────Además no eres de aquí, ¿cierto?
────No eres tan mala adivinando, soy de Uruguay. ────dijo con una sonrisa que hacía lucir sus hoyuelos. ────Fingiré que no me dolió lo de ser un pedófilo y empecemos de cero, soy Enzo. Un gusto.
────Un placer Enzo, soy Victoria.
────Victoria es un nombre muy bonito. ────le dijo y luego dirigió su mirada a la pista. ────¿Te has preguntado si tus alumnas podrían ser próximas campeonas?
────En cada competencia y entrenamiento veo un brillo en los ojos de cada una de ellas que me hace pensar que sí. Es inspirador.
────¿Y qué hay de ti? ¿No practicas?
────No, no es lo mío. ────respondió aunque Enzo notó que su voz tembló.
────Algo me dice que eso no es cierto.
────Bueno, no estamos aquí para hablar de mi vida. ────y luego soltó una pequeña risa. ────¿Te gusta mucho la fotografía?
────Sí, sí. ────respondió tomando la cámara entre sus manos. ────Me gusta capturar el momento y adoro la idea de la suerte, un segundo antes, uno después y la foto es otra.
────A mis alumnas les fascinaría que tomaras fotos de su entrenamiento. ────sugirió.
────Podría, pero me interesaría más que tú fueras el motivo de la foto.
────Bueno, creo que quieres cosas imposibles. ────dijo, poniéndose de pie y comenzando a bajar las gradas. ────Fue un placer conocerte, Enzo.
El chico se puso de pie y metió sus manos en los bolsillos de su chamarra.
────¡Nada es imposible! ────exclamó en voz alta.
Victoria negó con la cabeza mientras sonreía y volvía con sus alumnas.
Él permaneció parado algunos minutos más, observando como el rostro de aquella chica se iluminaba cuando veía a sus alumnas lograr cosas que para ella seguro eran importantes.
Enzo creía que las fotografías contaban diferentes historias y sabía que no podía irse de Sierra Nevada sin tomar una fotografía que contara la historia de Victoria.
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