꒰🍉꒱ ¡Un año más hyung!
🌬🍉 Solo faltaba un año, solo un año más para ser feliz.
La familia Park era conocida en la Aldea Buyeo por ser una que se caracteriza por ser una refinada y un tanto alejada del resto. Se decía que era una familia huraña y de gusto por la gente sofisticada.
Las paredes de la gran vivienda en la cima de la colina frente al riachuelo, era de un material resistente e innovador para cualquiera que se acercara a verla de cerca. Parecía ser una fortaleza con la gran altura de las paredes y las rejas con barrotes de fierro grueso a los alrededores.
¿Qué clase de casa de ogros era esa? Era una pregunta bastante frecuente en la Aldea Buyeo.
"Ya saben como son los hombres de dinero hoy en día, son unos exagerados".
La familia Park era todo un misterio, no se sabía cuántos integrantes conformaban el supuesto grupo de personas, mucho menos quienes vivían en esa grande casa, pero si habitaban personas dentro a pesar de ser tan callada y sin actividad.
—¡Yang Jungwon! ¡Ven para acá en este instante! - gritaba una jovencita a lo lejos. Con una escoba en mano y los pies descalzos corría tras un muchacho de mediana estatura.
—¡No lo haré a menos de que logres alcanzarme! —grito de igual forma quien se hacia llamar Jungwon. Si no quería ser atrapado debía acelerar, pero con una canasta en sus manos se le complicaba de cierta manera.
—¡Veras lo que te pasara cuando te atrape, pequeño monstruo! —refunfuño la joven dejándose caer sobre sus talones debido al cansancio. Nunca había sido buena con la actividad física y corretear a ese engendro enano que tenía como hermano, era como si se tratara de perseguir a un correcaminos.
—¡Volveré para la cena! —dijo finalmente sonriendo ladino al ver a su hermana caer derrotada.
No es que fuera fan de molestarla pero en esa ocasión, su hermana no quería cooperar en lo que se proponía.
Vio un frondoso árbol a unos cuantos metros, su destino estaba cerca. Con una gran sonrisa bajó la velocidad de sus piernas y corrió hasta estar frente al árbol, se puso de cuclillas y levantó la manta con la que cubría la canasta que tenía en sus manos.
—Pay de manzana, rollos de Canela, mermelada de fresa.. —señalaba cada alimento dentro de la canasta—Pastel de vainilla, jugo de naranja y golosinas ¡A Jay hyung le encantará!
Tomó la manta y volvió a tapar la canasta de alimentos, dejando su espalda descansar unos segundos en el tronco del árbol. Jungwon estaba realmente exhausto, ser perseguido no estaba en sus planes, pero había sido atrapado con las manos en la masa.
Jungwon era muy conocido en toda la Aldea, ¿Cómo olvidarse del remolino de Buyeo?
Su personalidad extrovertida y ocurrente era algo con lo que los pueblerinos de la Aldea habían aprendido a lidiar desde que el remolino de Buyeo salió del vientre de doña Hyejin, su madre.
A sus 16 años aún seguía siendo el mismo chiquillo energético y travieso que ponía cabeza abajo a la Aldea, pero a pesar de eso, era muy querido. Sus padres eran gente solidaria y humilde al igual que su gruñona hermana mayor.
Su reloj en la muñeca anunció que era momento de ejecutar su misión, se levantó y corrió en camino a la gran colina cerca donde se situaba la casa de los Park. Sus padres se lo habían prohibido desde la primera vez que irrumpió en aquella casa hace 8 años, pero el menor decidió hacer caso omiso. Se le había hecho costumbre desde aquel día, pero tenía una razón en específico para volver cada que podía.
Cuando Jungwon estuvo frente a la gran casa, a paso acelerado corrió a la parte trasera, viendo la conocida entrada abierta que habían olvidado cerrar, así fue como entró la primera, segunda, tercera y el resto de las veces que se le ocurrió entrar.
Gateo hasta estar en el extenso jardín trasero, tomó la canasta en manos y lo dejo en un árbol cercano a su punto de encuentro con..
—¡Jay! ¡Ya llegué! —susurró intentando sonar fuerte y que la persona dentro de la casa lo oyera.
Jay parecía no escucharlo, así estuvo por unos 5 minutos aproximadamente, pero su conocido amigo no atendía a sus llamados.
Fue así como decidido, Jungwon tomó la asa de la canasta y se la colocó en el hombro y con la cuerda que tenía en su brazo, subió aquel árbol hasta quedar sentado sobre una de las resistentes ramas de este.
Con grande curiosidad verificó que todo anduviera bien, pero lo único que vio fue a un conocido cuerpo recostado sobre su grande cómoda cama.
Jungwon soltó un suspiro y tomando impulso saltó hacia la ventana hasta lo que era el interior de la habitación del susodicho. Dejo la canasta en una de las mesitas cercanas y se dirigió hacia el cuerpo de su mejor amigo.
—Jay hyung, ¿Estas dormido? —murmuró sacudiendo un poco el cuerpo del muchacho.
Un quejido se escuchó proveniente de Jay, este se levantó de a poco hasta quedar sentado frente a Jungwon.
—¿Jungwonie?
—¡Jay! —exclamó con alegría abrazando al muchacho frente a el.—¡Feliz Cumpleaños! ¡Es un año más hyung! —decía con gran emoción abrazando el cuerpo de este.
—Jungwon.. —murmuró el muchacho. Jungwon se separó del cuerpo del mayor y lo miro a los ojos —pensé que no vendrías hoy.
El menor frunció el ceño y negó con su cabeza con una ligera sonrisa.
—Hoy es un día muy especial, tengo que estar aquí, después de todo, Somos amigos, ¿no? —inquirió mirando de manera divertida a Jay y este asintió sonriendo—Tu siempre tan tímido—canturreo haciendo sonrojar al mayor.
Park Jongseong, un joven muchacho de 16 años a nada de cumplir los 17, hijo único de los Park.
—Mira lo que te traje, ven acércate —pidió tomando la canasta entre sus manos.
Jay lo miró con curiosidad y se acercó a Jungwon con algo de timidez.
—No voy a envenenarte—bromeó riendo—Te traje tus postres favoritos Seongie, ¡Pay de manzana y rollos de Canela con mermelada!
Y como si esas palabras fueran una clase de anti hechizo a su sensibilidad, se acercó hasta quedar frente a Jungwonie.
—Ayúdame con la manta Jongseongie, no puedo hacer todo esto solo.
Jay asintió y ayudó a Jungwon a tender la manta en el suelo de la habitación. El propietario de la canasta sacó todo lo que había en el interior de esta y se dedicó a "mejorar el sabor de los rollos de canela" echándole mermelada de fresa y durazno.
—Ten, te gustará mucho, lo hice junto a mi hermana y el señor Jungmin —extendió uno de los rollos hacia Jongseong, pero este no la recibió.
Jungwon miró a Jongseong con el ceño fruncido, tratando de encontrar una explicación a la negación de Jongseong.
—Jungwon.. no puedo comer nada dulce hoy—dijo algo angustiado.
Jungwon pareció comprender y recordó el porqué de su comportamiento, aquella fecha ponía a Jay algo triste. Después de todo, el mismo día en el que Park Jongseong llegó al mundo, su madre partió de el.
—Jongseong.
—No me llames así, por favor.
El menor de los dos hizo un mohín, pero no se alejó, sus brazos fueron extendidos y Jay fue acogido en un abrazo de parte de Jungwon.
—No fue tu culpa Jay, no es tu culpa —intentaba hacer razonar—No estas solo, veras que pronto podrás ser feliz y vivir la vida como más te guste, se que tu madre estaría muy feliz de verte sonreír de verdad.
—¿Estas.. seguro? —preguntó un tanto dudoso.
—¡Por supuesto que si! —exclamó con una gran sonrisa—Después de todo, ¿Quién será el mesero de nuestra pastelería? ¿Tendre que hacer todo yo solo?
—Claro que no —negó con la cabeza—La pastelería será de ambos wonie.
Jungwon asintió efusivamente y acercó nuevamente el postre a su rostro siendo esta vez mordido por Jay.
—Ya lo verás Seongie, cuando cumplas 18 años saldrás de aquí, haremos todos los postres que quieras y tendremos nuestra propia pastelería.
Jay soltó una risita por la emoción de Jungwon y asintió también. Ambos ya tenían planeado un futuro juntos, donde harían muchos pasteles y pastelitos para hacer feliz a todos, como los pasteles y cariñitos que Jungwon le hacía a Jay.
—Solo un año más Jay—le mostró uno de sus dedos —Un año más y serás feliz.
Al paso de los años, desde que Jungwon entró a la casa de los Park por primera vez, el y Jay habían forjado una linda y tierna amistad de niños. Le parecía cada vez más sorprendente como los años habían pasado tan rápido. Y un año más no sería la excepción, Jay por fin podría salir de la gran casa de los Park a la edad de 18 años.
Pero.. se preguntaran, ¿Cual es el obstáculo que no permite a Jay salir de aquella casa donde el único que parecía vivir es solo un adolescente alejado de la sociedad?
Pues su padre tenía miedo a lo que su hijo podría exponerse, Jay era lo único que le quedaba de familia después de la partida de su esposa. Si bien el señor Park casi no permanecía en casa, siempre tenía presente el hecho de que Jongseong ya no era un niño y estaba creciendo. Así fue como Jay tuvo una gran charla con su padre y acordaron de que Jay podría salir de casa a la mayoría de edad.
Jongseong nunca le había contado a su padre de Jungwon, sin embargo, dijo que tenía en mente ir a la Aldea y conocer un poco más a su pueblo, cosa que su padre aprobó. Así que solo constaba de ser mayor de edad, cosa que tenía algo ansioso a Jongseong, ¿Cuál sería el impacto de las personas al conocerlo?
No lo sabía, pero habría que averiguarlo y Jungwon no dejaría a Jay solo en el trayecto.
—¿Te gustó? —preguntó Jungwon viendo a Jay lamer los restos de mermelada en sus dedos.
—Si, mucho —asintió con alegría.
—¡Pues entonces tu pastel de cumpleaños te encantará! —respondió sacando un lindo pastel envuelto un glaseado esponjoso y fresas a los alrededores.
—¡Me encanta! —muy contento vio de reojo el pastel con su nombre en medio.
Jungwon prendió las velitas alrededor del pastel y cantaron el feliz cumpleaños. Jay estaba muy feliz de festejar un año más junto a Jungwon su cumpleaños y Jungwon estaba muy contento de ver la sonrisa de Jay extenderse en su rostro.
—Gracias por todo, Jungwonie.. soy muy feliz de tener un amigo, siento que no importa la cantidad de personas a mi alrededor, si tengo un amigo como tu —dijo terminando de comer la porción de pastel que le ofreció Jungwon—Siento que el mejor regalo en todos estos años, ha sido lograr que sigamos siendo amigos a pesar de la distancia, agradezco el día en que entraste a robar unos duraznos de los árboles de mi padre, porque gracias a eso te conocí y ya no me siento tan solo si eres tu quien esta a mi lado.
—¡No debiste mencionar lo de los duraznos! Solo era un mocoso que actuaba sin pensar —se quejó Jungwon cubriendo su rostro debido a la vergüenza. Recordar aquellos momentos era una verdadera tortura.
Jay rió junto a Jungwon con aquel divertido recuerdo. Su primer encuentro si que habia sido un desorden del destino.
—¡Duraznos! —exclamó un pequeño Jungwon de ocho años —¡Los quiero todos, toditos! Haré el más rico pastel con ellos. —decía un feliz Jungwon haciendo una especie de bolsa con su camiseta, metiendo todos los duraznos que podía.
—¡Hey! ¡Tu! ¡Deja eso ladronzuelo!
El grito desconcertó a Jungwon que levantó las manos con "inocencia" dejando caer los duraznos al suelo.
—¡Entonces no me equivoque! —renegó el niño de cabellos rubios como el sol desde la cima de una ventana.
Entonces Jungwon pensó, el niño bonito con cabellos de sol estaba en una ventana, ¡Lejos!
Jungwon no desaprovechó la oportunidad, volvió a tomar los duraznos y salió corriendo por donde entró.
—¡Juro que algún día te encontraré! ¡Niño maleducado!
¿Quién diría que después de aquel encuentro, ambos se volverían tan cercanos en el futuro?
¿Cosas del destino? Tal vez.
Como dice mi papá, mejor tarde que nunca jsjs ay ya vieron que Jay ya cumplió 20 años? Aún no lo puedo creer T-T /cries en Jay biased
Gracias por leer 🍓🍒
Les regalo un durazno que wonie robó
a quienes comenten <3
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