14

Felix despertó con un fuerte pinchazo en su abdomen que le arrancó un grito de dolor. Sentía como si su cuerpo se estuviera consumiendo desde lo más profundo de su interior. Nunca había sentido un dolor como aquel. Las lágrimas rodaron libremente por sus mejillas mientras se retorcía entre dolorosos espasmos. El vacío en su cama solo empeoraba su lamentable estado.

Con gran esfuerzo, consiguió incorporarse. No había ni rastro de Woojin y si no fuera porque su penetrante olor a alfa seguía impregnado en sus sábanas blancas, Felix habría creído que solo era un sueño. Las imágenes de lo sucedido unas horas antes en aquel colchón se repitieron como en una vieja película en la mente de Felix.

El placer, la excitación, el alivio, la desesperación...todo aquel cúmulo de sentimientos encontrados que hicieron que su cuerpo temblara de la más exquisita manera. Y ahora, nada, vacío. Las ganas de llorar como un niño pequeño se le hicieron insoportables, él quería...él solo quería a su alfa, necesitaba abrazarlo y hundir la nariz en su cuello, aspirando aquel delicioso olor que calmaba todo su ser. ¿Por qué no estaba allí? Rompió en un llanto lleno de sollozos lastimeros.

Con gran esfuerzo se incorporó y alcanzó el móvil que descansaba en su mesita de noche y marcó el número de su mejor amigo. Tres tonos exactos después, Jisung contestó.

—¿Felix?

La voz al otro lado de la línea sonaba extrañada.

—Sung...

Felix sabía que su voz daba pena, que parecía un bebé llorando incontroladamente, pero le daba igual. Él solo quería mimos y que su alfa lo estrechara entre sus fuertes brazos, y sin embargo, no había nadie ahí para consolarle.

—¿Qué te pasa, cariño? ¿Y Woojin? —Preguntó Jisung preocupado.

—É-Él n-no está.

—¿¡Cómo!? ¿¡Te ha dejado solo!?

—¿Por qué se ha ido, Sung?

Felix sonaba como la persona más triste del mundo, pero es que así era justamente como se sentía; triste, usado y abandonado.

—¿Por qué no se ha quedado conmigo?

Y una nueva oleada de sollozos le impidieron seguir hablando.

—Voy para allá.

El silencio se implantó en la línea, seguido por el inconfundible pitido que indicaba el fin de la llamada.

Felix se dejó caer de nuevo sobre el colchón y se acurrucó bajo las sábanas, el dolor de su abdomen cada vez más intenso. Aunque le hubiera gustado que su dolor físico le distrajera de su agonía emocional. Woojin lo había usado, se había divertido con su cuerpo y después se había ido sin dejar rastro.

Felix nunca se había sentido peor. Aún recordaba el suave roce de las manos del alfa sobre su sensible piel, los jadeos de placer y sus pupilas cargadas de la más pura lujuria. Felix se sentía estúpido, estaba completamente seguro de que lo era. Al final, Jisung tenía razón. Su omega tenía un pésimo gusto y él había acabado queriendo tanto al alfa que era doloroso. Era demasiado inocente, ¿por qué iba Woojin a querer estar con él? Felix sintió otro sollozo partir su pecho, para aquel entonces, su almohada ya estaba empapada de lágrimas.

Diez interminables minutos pasaron antes de que se escuchara la puerta de la entrada. Nunca se había alegrado tanto de haberle dado a Jisung una copia de las llaves. Escuchó unos pasos acelerados subir las escaleras y atravesar el pasillo, la puerta de su habitación se abrió bruscamente, golpeando la pared, y un jadeante Jisung apareció en el umbral, su rostro mostrando una mezcla de preocupación absoluta e ira contenida.

—Sung...

Escuchar el lastimero tono de Felix partió el corazón de Jisung en mil pedazos. Corrió hacia su amigo y se sentó a su lado en la cama, acariciando suavemente su desordenado cabello.

—Shhh... ya estoy aquí, Lixie.

—Sung. —Volvió a decir Felix, abrazándose a la cintura de su amigo, apoyando la cabeza en su regazo y rompiendo de nuevo a llorar.

Las finas manos de Jisung repartieron caricias por su espalda mientras le susurraba dulces palabras de aliento, intentando calmarle.

—¿Tú-tú no te vas a ir, ver-verdad?

Jisung no era una persona violenta, nunca lo fue. Siempre creyó que había una solución pacífica para todos los problemas, pero, en aquel momento, solo quería ir a buscar a Woojin y romperle su bonita cara de alfa, con un bate de béisbol, envuelto en alambre de espino. No lo hizo porque Felix lo necesitaba a su lado y él no se iba a mover de allí..

—No, no voy a irme. Nunca lo haré, Lixie. He llamado a tu madre y me ha dicho que Soobin está con tu tía, ella intentará volver cuanto antes de trabajar. Yo voy a quedarme aquí todo el tiempo que necesites, ¿está bien?

Felix asintió.

Pasaron unos minutos en silencio, mientras Felix conseguía tranquilizarse. La mano de Jisung continuó trazando patrones en la espalda desnuda de su amigo hasta que sintió que dejó de temblar.

—¿Por qué se ha ido, Sung? —Preguntó Felix suavemente, con la voz cargada de pena.

Jisung suspiró.

—No lo sé, Felix. Algunas personas simplemente no saben apreciar lo que tienen.

—Yo le quiero...

Felix sintió como el cuerpo de su amigo se tensó bajo él.

—Lo sé. —Dijo apretando los dientes.

Y le dolía, le dolía que su mejor amigo, la persona más dulce e inocente del mundo se hubiera enamorado de un bastardo como Woojin. No le merecía.

—Duele tanto, Jisung...mi pecho

Felix volvió a romper a llorar.

—Es como...como si me acabaran de arrancar el corazón. Me gusta tanto que duele. Cuando volvió a buscarme pensé que quizá él también sentía algo por mí, pero ahora...¡Mi pareja destinada me ha rechazado!

Aquello sonó como una sentencia de muerte.

Mientras tanto, Woojin daba vueltas sin rumbo en la habitación de Minho, mientras éste le miraba sin entender su desesperación.

—¿Qué cojones acabo de hacer? ¿Qué cojones acabo de hacer?

—No lo sé, Woojin, ¿qué cojones acabas de hacer?

Woojin detuvo por un momento su desesperada caminata y miró a su amigo como un condenado a muerte contempla a su verdugo.

—Cuando volví a casa, Jisung me llamó. Dijo que Felix me necesitaba, así que fui a su casa.

Minho abrió los ojos en una expresión de muda sorpresa.

—¿Y qué pasó?

—Me he acostado con él.

Aquellas palabras cayeron como una losa de mármol sobre la habitación. Minho se tomó su tiempo para procesarlo.

—Espera, ¿me estás diciendo que te has acostado con Felix?

Woojin asintió.

—Y él está en su calor.

Un nuevo asentimiento.

—Y ahora tú estás aquí...

La mirada de culpabilidad en el rostro de Woojin fue lo último que Minho necesitó para entenderlo.

—¿¡Has dejado a Felix, un omega, TU omega, solo después de haberlo hecho con él en su celo!?

Woojin asintió, dicho en voz alta, sonaba incluso peor.

—¿¡Tú estás loco!? ¿¡Eres consciente de cómo debe de estar sintiéndose!? ¡Se estará muriendo por tener cerca a su alfa!

—Yo...tenía miedo.

—Tu maldito miedo te está haciendo joderla demasiado, Woojin. ¿Qué te asusta, ser feliz con el omega de tus sueños? ¿Compartir el resto de tu vida con tu pareja destinada? ¡Vamos! ¿Qué mierda importa lo que diga la gente? Ni siquiera has intentado hablar con Felix, ¿se te ha pasado por la cabeza la idea de que él también esté enamorado de ti? Dios, solo imagina cómo debe estar sintiéndose.

Minho no tuvo ni pizca de piedad, y miraba a Woojin realmente enfadado.

—Soy imbécil.

—Lo eres.

—Nunca me perdonará, ¿verdad?

—No lo creo.

Woojin gimió y escondió la cara entre sus manos. Había cometido el que sería probablemente el mayor error de su vida.

...

¿Quién quiere pañuelos?

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