♧ ; veintitrés

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Seokjin no sabía cuánto podía dividir el monopolio a una familia; ahora ante sus ojos Yoongi, Hyojin y Jiwoo estaban en una acalorada discusión gracias a que Jiwoo se había encargado del banco y, consiguientemente, se dedicó a robar billetes de forma descarada. Recordó darse cuenta, pero a la vez sin decir nada. Observar a Yoongi apuntar dedos con la cara roja era increíble, sacándole risotadas mientras mantenía a Dohyun en sus piernas para evitar que fuera a destrozar todo el tablero.

Podía observar a la madre de este, ¿Jinshil? Observándole con aprehensión en su rostro mientras fingía mirar a su marido quien también jugaba. Algo le decía que no era de su agrado, y lo incomodaba, pero Dohyun estaba contento con él y no tenía razones para sentirse inseguro. Todo estaba bien... sí, todo más que bien.

Mientras Sujin comía los tteoks que Seohee había acomodado en la mesa del comedor, caminó hasta sentarse junto a él donde hace no mucho estuvo Yoongi. El alfa se había lanzado al piso apenas Jiwoo sacó la caja del juego. —Cocinas muy bien, ¿Te gusta hacerlo?

—Algo así. Mientras no sea por obligación —respondió sin pensarlo mucho, su cabeza volando hacia imágenes de sus primeras cenas con su esposo. Taehyung en aquella época había estado más presente, y aunque el labor de la cocina quedara totalmente delegado a él no le molestaba. Pero hacia ya tiempo esto se transformó en una rutina que dejó de convencerle del todo—. Los postres son mis favoritos.

—Los míos igual. Mamá Hyojin siempre fue buena en esas cosas, Yoongi y yo le robábamos y ella fingía que no se daba cuenta. Luego mamá Seohee la regañaba porque nos dolía el estómago —Sujin se rió, limpiándose la boca con el dorso de su mano para luego sacudirse los restos del dulce—. Deberías enseñarle a Yoongi a cocinar, quizás así no le tendríamos miedo a que nos envenene.

—Es un alfa, ¿No? Al final del día no importa mucho si lo sabe hacer —Seokjin musitó, terminando por dejar ir a Dohyun hacia su madre. Tenía su teléfono en mano pero daba igual; Taehyung le llamó solo una vez, supuso que poco le importaba y estaba bien con eso. O al menos de eso se convencería.

—Claro que no, lo ofenderías si le dijeras eso —Sujin frunció el ceño, antes de suspirar y posar su mano en su rodilla. Rememoró que Yoongi también tenía esa costumbre, y lo hizo sonreír—. Mi hermano no le ha dicho a nadie de aquí que eres casado, pero a mí sí. Tenemos mucha confianza y- Seokjin, si tu esposo te ha hecho sentir de esa forma, si te hace sentir que esos estereotipos son válidos y tu obligación, no vale la pena. No quiero sonar de esta forma, pero Yoongi jamás te haría sentir así.

—Entre Yoongi y yo no hay nada —trató de articular, sus mejillas llenándose de un rubor considerable—. Él es... solo somos amigos, nos conocimos hace unos seis meses en realidad.

—No tienes que explicármelo, Seokjin. Ustedes sabrán —la voz y la expresión de Sujin eran suaves y cálidas, y la omega rápidamente cambió de tema para hablarle de su trabajo y cuestionarle sobre sus intereses.

El tiempo pasó relativamente rápido, y cuando el reloj digital de la sala se acercó a las cinco y media, la puerta volvió abrirse con nuevos miembros familiares. Era tierno lo unido que Yoongi era hacia sus allegados, porque saltó como un niño a saludar a una pareja de hombres que lo recibieron con la misma emoción.

Su propia familia era bastante contraria a lo que estaba viendo ese sábado, la perfecta familia de revista de puertas para afuera, pero internamente estaba más rota que la vasija de porcelana que su madre lanzó años atrás al descubrir una de las tantas infidelidades de su padre. No conocía mucho a sus tíos, parecían familias aparte que solo se veían por intereses de por medio. Jamás convivió con sus abuelos. Todo siempre fue sus padres y Chanyeol, dos núcleos apartados de él, dos entidades desprendidas.

Los saludos sonaron como voces en la superficie, y Seokjin se sentía bajo el agua, hasta que Sujin apretó su mano y se levantó a saludar de igual forma. Entre tanto Yoongi se acercó a tomarle de la mano, jalándolo hacia él y acercándolo a la puerta. Jiwoo estaba recogiendo el juego con muy mala cara, supuso que la riña no terminó bien.

—¡Él es Seokjin! Es un amigo —Yoongi estaba emocionado, más que cuando le presentó a sus madres y eso era extraño—. Ellos son mis tíos, Joowon y Chunghee.

—¿Amigo? Él es muy bonito para ser un amigo —el más alto del par, señalado como Chunghee, sonrió. Por su aroma era un omega, uno con un aroma fuerte a regaliz. Tenía una sonrisa grande, y un cuerpo delgado y cerca de dos cabezas más alto que él.

—No se parece a Hoseok. Este es tierno —el hombre que estaba a su lado, Joowon, debía ser un omega también. Era bajo y musculoso, con el cabello teñido de un suave color caramelo al igual que su aroma—. Es un placer, Seokjin.

Estrechó sus manos, sintiendo a Yoongi apretar el agarre en su cintura. —Hey, Jaesun —Yoongi saludó a un alfa, debía tener su misma edad, y tenía un gran parecido a los dos omegas frente a él—. Jinie, él es mi primo, y los dos menores que están con Jiwoo también.

Estrechó la mano de alfa antes de que este se excusara para saludar a alguien más. En el suelo con Jiwoo estaba una alfa de unos quince o dieciséis años, y un omega de unos dieciocho hablando con Jisun, la hermana menor de Yoongi.

—Quería que conocieras a mis tíos —Yoongi llamó su atención, guiándolo hasta sentarse en la mesa con ellos. Si Yoongi lo dejaba solo iba a despellejarlo vivo... —. Quédate con ellos mientras saludo a Minki y a Yuri.

Parpadeó, sintiéndose pálido de repente. El alfa se comportaba como un niño en ocasiones, y mientras quería asesinarlo por dejarlo solo tanto tiempo, supuso que era tierno a su manera. Joowon fue el primero en sonreírle, su rostro mayor viéndose más que jovial. —No hueles mucho, pero por tu apariencia eres un omega.

—¿Mi apariencia?

—Eres pequeño... Es lo usual. Ignora a mi esposo, él es raro.

—No soy raro, ustedes solo son muy pequeños —el omega de linda sonrisa le dedicó una. Debía tener unos cuarenta años, al igual que su pareja, y vio cómo este se inclinaba a besar la mejilla de su esposo—. Además, sí se siente su aroma. Solo que ya estás anciano y no lo puedes oler.

—¿Anciano? ¡No me decías eso anoche, cariño! —Joowon replicó, antes de fijarse en él. Seokjin sentía sus mejillas calientes, y eso que él comentario no estaba dirigido hacia él. Pero aquella sonrisilla sí—. Quizás sí estoy un poco viejo, pero no tienes que ocultar tu aroma. A Yoongi seguro debe gustarle mucho.

Lo hacía sentirse avergonzando, pero no de una mala manera. Era divertido cómo todos asumían que entre Yoongi y él había algo, pero también generaba cierta incomodidad en su estómago que no podía identificar. Quizás se trataba del beso compartido tiempo antes, o de los abrazos, o las salidas juntos.

Estaba confundido, y la tarde familiar lo hacía confundirse más. No podía dejar de observar a Yoongi con cariño desbordando de sus ojos mientras fastidiaba a sus hermanas, mientras jugaba con sus primos, mientras cuidaba a Dohyun y lo defendía cuando había derramado soda cerca del estéreo. Verlo tan cómodo mientras ponía videos musicales en el televisor con música pop y cantaba junto a su hermana y su primo Minki...

Seokjin estaba asustándose.

Estaba viendo a Yoongi de una manera más allá de la amistosa, y eso no le asustaba. Lo aterrorizaba.

Había estado bromeado recientemente con Sujin gracias a que Minki y Yuri, la hija alfa y el hijo omega de Joowon y Chunghee, no habían parado de echarle ojos toda la tarde. Entre las hermanas de Yoongi, Jisun era su preferida. No lo había dejado solo.

Pero necesitaba eso... tiempo solo, la falta de costumbre a socializar lo tenía saturado y necesitaba respirar. Se dirigió hasta la cocina con los platos de Sujin y el suyo donde habían comido el pie que habían traído recientemente. El sonido de agua siempre lo había relajado, siendo lavar los platos un momento en cada donde Seokjin tendía a relajarse.

Aparentemente nada podía ser perfecto, y casi al mismo tiempo Seohee se adentró con sus tacones a la cocina y varios platos en sus delgadas manos. La omega era intimidante, o al menos Seokjin no se sentía demasiado cómodo en su presencia. Ella mantuvo el silencio por unos segundos en los que dejó los platos en el lavadero, pero no duró demasiado. —Déjalos ahí, yo me encargo.

—¿Segura? Puedo lavarlos yo, si quiere —Seohee pareció considerarlo, antes de mover su mano y restarle importancia.

—No te preocupes por eso, ponlos ahí. ¿Cómo te ha ido? Se que mi familia puede ser exagerada para alguien nuevo —la omega abrió el grifo y empezó a dejarles caer agua a los platos, hablaba sin siquiera mirarlo y eso no ayudaba. O quizás sí. Prefería no tener sus ojos en él.

—Oh... Muy bien, la verdad es que son muy amables. No estoy acostumbrado pero- —se encogió de hombros, meditando con cuidado las palabras antes de decirlas—. Yoongi estaba en lo cierto, son una familia unida.

—Lo somos —Seohee asintió, una tenue sonrisa vistiendo sus labios, dejados al natural y a penas con un rastro de brillo labial—. Y eso se obtiene con las costumbres, el amor, la disciplina. Deben parecerte conceptos abstractos, por la naturaleza de los tuyos...

El comentario estaba más que enmascarado, pero Seokjin podía sentir un doble eje de hostilidad hacia él, o hacia algo relacionado a él; no lo sabía, pero repentinamente se sentía aún más que incómodo. —Bueno, mi familia es más desapegada, supongo.

—¿Supones? ¿No lo tienes claro? —Seohee terminó de lavar, cerrando el grifo y secándose las manos. Estaba dirigiendo ahora toda su atención hacia él—. ¿Planeas acercarte a Yoongi y no tienes claras las diferencias de tus raíces, Seokjin?

—No sé a qué se refiere, Yoongi-

—A una madre nunca se le engaña. Eres especial para él, ¿Pero lo es él para ti? No voy a negarte que lo tratas con cariño, que lo miras igual que él a ti, pero eso no es suficiente. Lo diferente que eres a él... no es suficiente.

—No creo que sea necesaria esta charla, Yoongi y yo no somos nada ni planeamos ser algo. Estoy en una relación ya.

—Y eso lo hace aún peor —Seohee enarcó una ceja, supuso que estaba alterándose y eso era lo que estaba buscando en un principio. Pero Seokjin se sentía exhausto de que nunca nada pudiese terminar bien—. Sales con otro alfa cuando uno te espera casa, cuando la familia de este te abre paso a sus reuniones más importantes sin dudarlo. Eso es bajo, Seokjin. Muy bajo.

—Usted no sabe nada de mi vida... —balbuceó, sintiendo su cara arder. Nuevamente sus hormonas le jugaban en su contra, y solo quería lanzarse a una cama y dejarlo salir—. Se como puede verse, pero Yoongi y yo solo tenemos una amistad. Ambos nos hemos ayudado y- no tengo por qué explicárselo... Está decidida a que yo no le agrade, nada va a cambiar eso.

La omega le miró por un buen par de segundos, sus dos ojos rasgados y oscuros similares a los de sus hijos eran menos amistosos. Lamentablemente nadie entró a la cocina, Seokjin estaba solo con ella, y lo único que le quedaba era aguantar y callar por más que se sintiera miserable al rechazo.

—Era muy joven cuando quedé embarazada de Jihoon, mi hijo mayor. Joven, asustada y comprometida. Hace años las familias adineradas eran mucho más estrictas que ahora, Seokjin y yo lamentablemente venía de una de ellas —Seohee habló con dureza en su voz, pero al menos se veía menos amenazante que antes, e incluso su hablar era menos hostil. Si tanto, Seohee se avistaba cansada—. Era rica y estaba enamorada de una alfa de clase baja, una que mis padres jamás aprobarían. Pronto estaba esperando un hijo suyo.

La omega caminó hacia él, el volumen de su voz bajando cuando la música que venía de la sala bajó en volumen. Pero las voces y las risas indicaban que todo afuera seguía normal. —Poder estar con Hyojin no fue fácil. Nos traje mucho dolor a ambas y a su familia. Tuve que dejar a la mía, el dinero, la posición social. No me arrepiento de lo que perdí... pero sí de lo que causé —Seohee buscó conectar ambas miradas, sonriendo cuando vio la duda en sus ojos. Seokjin estaba confundido, ella no estaba ayudando—. Se cómo son las personas como tú, Seokjin, me crié entre ellas. Y si algo me propuse fue alejar a mis hijos de ese entorno. Yoongi estaba con un omega como él, trabajador, independiente, algo que tú aún no conoces. No te odio, ni quiero hacerles la vida imposible por que me disgustes. Simplemente no quiero a mi hijo con alguien... así como tú. No quiero verlo enfrentarse a una familia para la que nunca será suficiente.

Intentó hablar, realmente quiso hacerlo, explicarle que nunca haría sufrir a Yoongi ni a nadie. ¿Por qué todos esperaban que fuese él el que tuviera cuidado con los sentimientos ajenos, pero nadie ser preocupaba de que los demás no lastimaran los suyos? Apreciaba la preocupación de Seohee hacia su hijo, pero la nube negra de la amargura lo ensombrecía. Su madre jamás se preocupó de regalarlo a un matrimonio roto desde el inicio, roto en el amor incondicional y unilateral de su parte.

Hyojin se adentró a la cocina, preocupada como si estuviese buscando algo. Y al parecer así era, porque cuando vio a su esposa suspiró en un alivio súbito pero corto; al mirarlo a él volvió a tensarse, negando con la cabeza. —¿Amor, por qué no sales? Van a poner una película, yo iré preparando las pizzas.

—Haz eso —Seohee asintió, sonriéndole a la alfa para después observarlo a medias—. Fue un placer conversar contigo, Seokjin, también haberte tenido hoy.

Sus tacones la guiaron fuera de la cocina, y se forzó a mirar a la madre del hombre que no dejaba de llenar sus pensamientos como una plaga. Hyojin se veía seria, quizás preocupada, acercándose a él con su ceño fruncido. —¿Estás bien, tesoro?

—Creo que- no le agrado —musitó, esnifando con fuerza porque no iba a llorar. Estaba harto de llorar por cualquier cosa—. No lo entiendo, nunca actúo mal pero siempre me va mal. No es justo.

—Ay, cielito, no te tomes a pecho lo que diga. Siempre ha sido odiosa con todo el mundo, no es personal —la mujer lo abrazó con torpeza, y aún así se sentía más seguro y protegido que nunca. Olía a Yoongi, o Yoongi olía a ella, pero su omega en su interior se sentía placido y rasgaba con conformidad por la cercanía—. Seohee es muy sobreprotectora con nosotros, por eso se pone violenta. Deja que le diga sus cuatro cosas... o mejor no, después la agarra conmigo.

Se rió en su pecho, negando con la cabeza. Estaba tratando de regular su respiración y no permitir que su tarde saliese arruinada por una conversación accidental. Había tenido peores, más hirientes, no podía dejarse tumbar por eso. —¿Era así con... el ex de Yoongi?

Hyojin suspiró, acariciando su cabello. Medían lo mismo y eso ayudaba a que no se sintiera incómodo al doblarse un poco. —Bueno... Con Jimin era diferente, por el tiempo sobretodo. Pasó mucho antes de que Jimin accediera y correspondiera a los sentimientos de Yoon. Supongo que cuando Jimin aceptó el cortejo, a Seohee le pesó más la alegría de que Yoonie ya no oliera a perro triste que el hecho de que su niño ya no era tan niño —ambos se rieron un poco mientras Seokjin se alejaba un poco del abrazo—. Pero ahora no, estamos mucho mayores y nuestros hijos crecen, pronto estaremos solas y creo que eso le afecta más a ella que a mí.

—¿O sea que ella me ve como una amenaza? —preguntó, su voz sonando un poco más aguda de lo que querría.

—Algo así. Además, Jimin era más desprendido, no acaparaba mucho a Yoongi. Tú y él son bastante más apegados por lo que él nos ha dicho, así que eso tiene muchísimo que ver —Hyojin se encogió de hombros, sacudiendo sus manos en el aire—. ¡Pero no te compares, mi cielo! No tiene sentido. Jimin fue Jimin, Seokjinie es Seokjinie.

La alfa dio un toque pequeño en la punta de su nariz, haciéndolo reírse de forma un tanto infantil. La conversación con Seohee estaba alejándose de su mente, y solo podía pensar en cuánto deseaba que su madre hubiese sido como Hyojin. Quizás no habría pasado por tanto de ser así.

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