♧ ; veintiocho

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La calidez que el cuerpo de Yoongi lograba emanar era reconfortante, como una cobija envolviendo su cuerpo y recitándole que estaba a salvo, nada podría hacerle daño mientras estuviese ahí. La sensación era adictiva, y pronto Seokjin se halló deseando que nunca cesara.

Podía fundirse en su abrazo, y estaría más que feliz. Yoongi le abrazaba por la espalda, recostado contra el cabecero de su cama. Seokjin entre sus piernas seguía jugando con los canales del televisor, nada interesante apareciendo ante él. Pero no necesita entretenimiento, no cuando tenía al alfa sosteniéndole y respirando cerca de su oreja.

—¿Qué haces? —musitó Seokjin, girando su rostro para lograr mirarlo. Este tenía su teléfono en su mano libre, con la cual no rodeaba el cuerpo del omega.

—Nada, un amigo me estaba escribiendo algo de la oficina —Yoongi bloqueó el teléfono, posteriormente dándole un beso en su sien. Portaba una sonrisa envidiable, y que quizás si no tuviese el día tan horrible que había vivido cargándolo en su espalda, Seokjin podría compartirla—. ¿Quieres que pidamos ya algo? Tengo número de un local de pizzas, otro de comida china, uno donde venden comida casera, tú elige.

—No quiero pararme. Tampoco tú, quédate —como si se tratara de un niño caprichoso, Seokjin le rodeó con sus dos brazos a la altura de la cintura, apegándose con fuerza—. Comer es para débiles.

—Eres un dramático. Por eso te toca comer el doble. Un amigo sabe de unas hamburguesas también de por aquí, voy a escribirle —antes de que pudiese tomar el teléfono de nuevo, fue empujado por el omega. Seokjin había trepado sobre su cuerpo y unido sus bocas, besando tenuemente sus labios ya enrojecidos y entreabiertos.

Si bien ahogó una pequeña risa contra el ataque del más pequeño, Yoongi lo sujetó de su cintura, atrayéndolo de mejor forma sobre él. Permitía que sus labios se moviesen en compás, lenguas chocando sin demasiado preámbulo. Era un movimiento atractivo que pronto se halló débil y cayendo sobre el cuerpo del alfa. Había algo en la forma en que le sostenía, con fuerza pero sin reprimirlo, que le fascinaba de manera indescriptible.

—¿Quieres que... hagamos algo, o vamos a la sala? Tengo películas —Yoongi murmulló, tragando en seco de forma visible a través de su cuello. Siempre se ocupaba de preguntarle antes de hacer cualquier cosa, Seokjin mentiría si dijera que no lo apreciaba de sobremanera.

—Me siento bien. Siempre que estoy contigo me siento bien —el omega sonrió, sus abultados labios curvándose y dejando ver sus dientes. La forma en que su rostro brillaba cuando se encontraba feliz era adictiva, si bien no necesariamente constante. Y Yoongi necesitaba solucionar eso.

Depositó un suave beso en su mandíbula, bajando por la nívea piel del omega. Cerca de la curvatura en su hombro y cuello se desprendía el fuerte aroma cítrico que caracterizaba al omega sobre él, a fresas y flor de cerezo con el más suave toque de vainilla. Deseaba hundirse allí, dejarse ahogar por el perfecto olor que endurecía su entrepierna y le gritaba que debía dar todo por Seokjin. Y lo mejor es que lo haría sin dudarlo, entregaría todo lo que tenía por él.

Era aquel tipo de personas que Yoongi evitó toda su vida. La dependencia emocional siempre le pareció una debilidad, una consecuencia desagradable ante la inmadurez de muchas personas. Fue lo que dedujo que Seokjin poseía hacia Taehyung, una dependencia insana que temió llegar a sentir por Jimin.

Pero de aquella forma, con su cabello castaño cayendo de forma delicada, sus pestañas oscuras y pobladas que enmarcaban sus pequeños ojos caídos, las mejillas enrojecidas y sus mejillas que se inflaban con cada sonrisa... Yoongi no conocía a persona más fuerte y hermosa que él, capaz de tenerlo débil y deseoso.

—Eres hermoso —recitó un par de veces, apretando la estrecha cintura que si bien era común en un omega, en Seokjin se volvía un encanto natural. Eso, o empezaba a verlo con demasiado afecto en su juicio—. Hermoso y valiente. Pase lo que pase voy a apoyarte.

Y dolía, dolía tanto saber que era cómplice en lo que probablemente sería la peor de las bajezas. Si bien Seokjin estaba engañando a su esposo, él sabía que Taehyung no se merecía menos. Había sido infiel a una persona que dio todo por él y lo seguiría haciendo de recibir un mínimo de cariño. Pudiendo haber sido honesto y abierto en su falta de sentimientos, había preferido burlar todo el amor proferido sin señal de consideración. Aquello en comparación a un hombre cansado de intentarlo, lucía mucho, mucho peor.

Todo empezó como un miedo injustificado a lastimarlo, a abrirle los ojos a algo que le haría daño. Y poco a poco se transformó en una mentira demasiado grande. Revelárselo ahora traería consecuencias, Seokjin lo odiaría, posiblemente no le perdonaría nunca que le ocultara la realidad; una que necesitaba fervientemente saber. Pero Seokjin iba a dejar a Taehyung, ¿No? Ya no afectaba si él lo sabía o no.

—Quiero intentar algo —Seokjin besó su boca, un simple roce rápido antes de apoyarse en las manos contra el colchón. El físico que Yoongi era envidiable, torneado y con los músculos necesarios en su cuerpo delgado. Tenía aquella contextura grande que personalmente no poseía.

Y su aroma, aquel aroma a hierbabuena... Seokjin desconocía olor más agradable, o que lo llamara más. Era una necesidad. Sus manos acariciaron y la delicadeza proferida hizo suspirar al alfa pálido, su lobo danzando en alegría en su pecho a través del fervor con el que era tratado. Seokjin bajó la liga de sus pantalones, su nariz rozando la protuberancia detrás de sus bóxers negros. —No tienes que hacerlo —Yoongi logró articular, su voz cargada de profundidad, ronca y agradable—, no si no quieres.

—Quiero —las mejillas enrojecidas del omega eran una delicia a la vista, llenándolo de orgullo porque él era el causante de tales sensaciones. Si bien era un deseo irracional y anticuado, muy en contra de su naturaleza, Yoongi deseaba cualquier muestra que indicara que ese omega era suyo. Todo rastro de Taehyung debía desaparecer, y le parecía increíble como habían llegado a ese punto.

Con caricias en su erección, pronto se vio envuelto en el calor de la boca de Seokjin. La calidez de un omega era siempre una maravilla, un cuerpo lleno de suavidad y calor, pero el que fuera Seokjin era lo único importante. Alfa, beta, omega... todo carecía de importancia. Nada realmente importaba cuando Seokjin lo hacía sentir de esa forma.

Incluso su cabello era sedoso, mechones castaño cenizas que lucían dorados contra la luz, un halo brillante rodeando su presencia y pidiendo a gritos empuñarse en su mano. Eso hizo, sujetando con fuerza mientras su espalda se arqueaba y sus caderas se elevaban.

Ahogado, y no de mala manera, aún así el omega tosió y siguió tomándole diligentemente. No podía pedir por nada mejor, mientras observaba a Seokjin alejarse brevemente y observarle con sus ojos brillando y llenos de humedad, su labio inferior lleno de saliva y el orillo de su boca enrojecido.

Fue suficiente para acabar poco después de que el omega volviese a tomarlo dentro de su boca, acariciando con su lengua y haciendo presión debajo de su glande. Avisó con dificultad, y Seokjin se alejó lo suficiente mientras continuó frotando toda su extensión, hasta que simplemente se vino con fuerza e imágenes del omega en su cabeza.

Agotado, hablar era todo un reto. Con su mano aún en el cabello de Seokjin lo atrajo a su altura, devorando su boca sin importarle lo que estuvo adentro minutos antes. —Me encantas... —Yoongi no tenía aliento, se sentía liviano e incapaz de moverse—. No sabes cuánto.

—No necesitas decírmelo —sonriendo, Seokjin acaricio el perfil de su rostro. Se veía en paz, si bien aún deseoso y con una clara erección presionando su vientre—. ¿Lo hice bien?

—Como si hubieses nacido para mí —la sonrisa era contagiosa, y Yoongi lo atrajo desde sus mejillas para besarlo. Acarició la parte posterior de su cabeza, suavizando la zona de cabello que había jalado sin cuidado—. ¿Quieres bañarte conmigo? Tenerte encima me devuelve las ganas...

—Eres incansable —Seokjin rodó sus ojos, si bien divertido por la petición no se mostraba incómodo, ni arrepentido, tampoco fastidiado. Y todo eso era una buena señal ante los ojos de Yoongi—. Pero estás de suerte porque sí quiero. Y... de hecho...

—¿Hmm? —mordió la piel de su cuello con suavidad, atrayendo suspiros de parte del omega. Deseaba tanto morderle realmente, pero tendría que quedarse como una simple fantasía en su imaginación.

Seokjin se acercó al hundimiento por su hombro y cuello, labios cerca de su oreja y brilló nunca dejando sus ojos cafés. —Se me ha olvidado un poco cómo se sentía tu nudo, ¿Me lo recuerdas?

Su respiración tembló, un silbido casi escapándosele. Aquella faceta de Seokjin era algo que nunca lo cansaría, así que Yoongi se sentó aún con el omega en su regazo. —Estás tú de suerte, porque da la casualidad de que tengo una buena alfombra anti-resbalante en la ducha.

El sonrojo que invadió todo el rostro de su omega fue encantador y contradictorio.

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El aroma  a omega saciado y contento era exhilarante, haciéndolo sentirse orgulloso de tenerlo adormitado en su silla alta frente a la barra de la cocina. Estaba sonrojado, sensible, con su aroma desbocado entre una mezcla de fresas y hierbabuena, junto a un sinfín de marcas en su cuello aún visibles con ese suéter viejo y grande que Yoongi consiguió en el armario.

—Deja de mirarme —se quejó Seokjin, sus ojos cristalizados cayendo a la par que recostaba su cabeza en la barra con soñolencia—. Ya, no me mires.

—No te estoy mirando —Yoongi se rió, aún observándolo quizás con demasiada adoración. Trató de distraerse en su teléfono mientras buscaba los números de los locales que tenían servicio a domicilio, no eran muchos—. Te ves tan lindo así.

—Así cómo... —entre pregunta y quejido, el omega ahogó sus palabras contra sus brazos que acolchaban su cabeza.

—Como un omega que acaba de tomar el nudo de su alfa.

Seokjin chilló hasta hundir su cabeza dentro del suéter, este siendo unas dos tallas más grandes. La vista era adorable, y pudo dedicar toda la noche a admirarlo de no ser por el timbre de su apartamento sacándolo de sus cavilaciones. Yoongi enarcó una ceja oscura, dejando el teléfono sobre la barra.

El ruido pareció despertar más al omega, quien se mantuvo en su silla con una expresión curiosa. ¿Debía irse a la habitación, o...? Yoongi parecía algo perdido, antes de acercarse a la puerta y abrirla aún sin sacar el pasador, por lo que la apertura fue solo un resquicio para observar al visitante.

—¡Traje comida... y a Mickey! —el chillido de Hoseok llenó sus oídos, logrando que Yoongi rodara los ojos con una creciente mueca.

—¡Avisa antes de venir, te lo he dicho mil veces!

Cerró la puerta aún así con una risa, observando a Seokjin con un suspiro. Se veía intimidado, y realmente no era para menos. —Ponte mi pantalón, ten —no expondría al hombre de aquella forma, a penas con un suéter cubriendo su cuerpo. Tras quitarse los joggings se los pasó a este, recibiendo un celo fruncido.

—¿Seguro? Puedo esperarte en tu cuarto.

—Es mi mejor amigo, no te preocupes. Pero es un alfa así que... —se encogióde hombros, mientras estuviese vestido estaría bien. Aunque el aroma de Seokjin llenase toda la casa de forma descontrolada, era la mezcla con sus feromonas de alfa la que mantenía todo en orden. Ningún alfa se acercaría a un omega que oliese tanto a otro, al menos ninguno que tuviese decencia—. Trajo a su perro.

—Entonces me quedo.

Se quedó en bóxers y camisa, sonriendo ante la vista de Seokjin tratando de ajustar el cordón de sus pantalones, era bastante adorable. Ignoró el golpeteo en la puerta mientras se acercó a abrirla, revelando a un malhumorado Hoseok con una bolsa colgando de su brazo y su perro en el otro. Esta vez el pobre perro tenía lazos rosados y un suéter azul, le sorprendía que no se volteara y mordiera al alfa por vestirlo de forma horripilante.

Con simpatía hacia el Shih Tzu marrón y blanco, observó al alfa más bajo. Hoseok tenía sus labios fruncidos y era casi tierno, el aroma de este recibiéndolo. —Vuelves a venir a mi casa sin avisar y te voy a cortar las pelotas.

—Vuelve a ser grosero frente a Mickey y te las corto yo a ti. ¿Por qué huele a omega en celo? ¡Eres un depravado!

Hoseok se adentró mientras dejaba a Mickey en el suelo, el dueño de la casa cerró la puerta y él dio un vistazo en el apartamento. Todo normal, a excepción del omega en ropas holgadas y expresión nerviosa en medio de la sala.

Yoongi observó con diversión como el recién llegado entreabría su boca, luego cerrándola nuevamente. Corto en palabras, pasó a un costado de este hasta pasar su brazo por los hombros del castaño. —Este es Seokjin. Seokjin, él es Hoseok, trabaja conmigo.

—¿Seokjin? ¡Oh, tú eres el Seokjin! —las dos neuronas de Hoseok hicieron contacto, y este soltó una risita mientras asentía—. Muy bien, muy bien, ya comprendo. Espero no haber interrumpido nada indecente y- disculpen la pregunta, ¿Pero está en celo?

Ignoró el sonrojo de Seokjin. —No, huele así —respondió con simpleza, tratando de llenar al omega de su aroma para tranquilizarlo.

—Vaya suerte, cuando estes en celo deberás encerrarte en un búnker. Pero mira, hay un problema, traje dos hamburguesas y traje dos. Yoongi amigo... te quiero, pero te jodiste.

—¿¡Por qué yo!?

Seokjin por su lado prefirió ignorar a los dos aniñados alfas, sentándose en el suelo mientras le gesticulaba al perrito. Por lo que había logrado escuchar se llamaba Mickey, era tierno y se veía cómodo con su aroma, puesto que se acercó de inmediato en búsqueda de caricias. Con solo acariciar su cabeza ya se había tumbado, pidiendo a gritos que le rascara su hinchada barriguita.

Y eso hizo, soltando sonidos de la ternura producida. Nunca se le pasó por la cabeza adoptar un perro, habiendo crecido con su padre y hermano  siendo alérgicos a perros y gatos. Sin embargo la idea era tentadora, conseguir un amigo peludo que le quisiera sin dificultades. La vida de un cachorro debía ser tan simple.

Yoongi había estado observando al omega con una sonrisa, fijándose luego en su amigo. Hoseok estaba haciendo lo mismo. —Bueno, gracias por traer a Mickey para jugar con Seokjin. Puedes pasarlo a buscar en una hora.

Recibió una mirada desdeñosa de parte del mencionado, mientras Hoseok se carcajeaba y dejaba la bolsa sobre la mesa. Las hamburguesas de la calle siempre fueron sus preferidas, incluso sobre aquellas de restaurante. Había algo que les faltaba, y Hoseok compartía su forma de pensar. —Puedo partir la mía por la mitad, una para Seokjin y otra para mí.

El otro alfa ladeó su cabeza, dando una pequeña mueca antes de asentir. —Te diría que le des la mitad de la mía, pero dudo que tu orgullo de alfa se sienta a gusto con eso —Hoseok soltó una risa mientras Yoongi le daba un manotazo, ambos avanzando hacia la cocina. Yoongi necesitaba arreglar las hamburguesas en platos y servir algo de beber, y Hoseok probablemente quería estar a solas para fusilarlo con preguntas que deseaba evitar.

Era imposible, de cualquier forma. Porque a penas estuvieron fuera del rango de oído de Seokjin, fue atacado sin cuidado. —¿Qué carajos? Estuviste con él, a mí no me engañas...

—Duh, el apartamento huele.

—No solo eso, tu cuello fue víctima de un omega vampiro —Hoseok se carcajeó, punzándole con cosquillas en el cuello que rápidamente Yoongi evitó con un gruñido y otro manotazo—. Se que te dije que lo sedujeras, Gi, pero no pensé que lo harías.

—No fue por eso. Te juro que no —suspiró, secando tres platos con un pañuelo antes de abrir la bolsa y sacar la comida—. Fue... se dio solo, la verdad. ¿Te acuerdas de la fiesta de Jiwoo? Lo llevé conmigo.

—Mierda, a tu mamá no debió agradarle.

—Ni me lo recuerdes —sacudió la cabeza, depositando las hamburguesas ya abiertas antes de buscar un cuchillo para picar una por la mitad. La más grande sería la de Seokjin—. Pero fue lindo, de verdad, debiste verlo con mis hermanas o con Dohyun, sentí... cosas.

—¿Su prostata?

—No, tarado. Cosas sentimentales. Sentí- quería cuidarlo y que me acompañara, y no como un amigo, ¿Ya? —la expresión bromista de Hoseok se tornó más serena, más seria, y asintió—. Olía tan bien y esa noche... Ya sabes.

—Wow, entonces te has enamorado del esposo del amante de tu ex esposo. Y después me criticabas a mí por ver dramas —Hoseok chasqueó la lengua, ignorando la mala mirada del más alto—. Mira, Gi, es una situación delicada y muy, muy complicada. Sabes lo que su esposo hace y no se lo dices, mientras estás con él y juegas, no sé, a la casita feliz. Te quiero, ¿Pero te das cuenta de lo pésimo que suena y de cómo puede sentirse cuando lo sepa?

—¿Crees que no lo sé? —se estiró para ver a la sala, Seokjin seguía sentado y jugando con Mickey. Ahora lo tenía en su regazo y estaba acariciando su pelo largo lleno de lazos—. Pero me da miedo, Hobi. Míralo y dime si te sería fácil decirle algo así.

—Nunca dije que sería fácil, pero se nota que sientes algo por él. Se ve como una buena persona, y no merece que otra persona más lo engañe también —Hoseok palmeó su hombro, sonriéndole de aquella forma tan calida como solo él podía—. Fuera de eso, me alegra tanto verte así de feliz. Ahora a comer.

Tal como esperó, Seokjin puso mala cara al verlo compartir su comida. No quería que hiciera tales sacrificios por él, y Yoongi habría dicho lo mismo de estar en su lugar, pero quería cuidarle y eso incluía en obligarlo a comer.

—Yoonie es terco como una mula vieja, Seokjin. Ni lo intentes —el otro alfa bromeó luego de darle el primer mordisco a su hamburguesa, tomando después del vaso de refresco—. Además es normal en el cortejo de un alfa.

Seokjin se sonrojó, claramente entendiendo la referencia. Era anticuado, y más como una broma entre las personas, pero aún existía en alfas tradicionales el cortejo a sus omegas.

—Ya cállate —bufó Yoongi, limpiándose con una servilleta.

No era sorpresa que supiese bien, así que pronto su disconformidad se desvaneció. —Pobre Mickey, él también se quedó sin hamburguesa —musitó Seokjin.

—No le des comida o después no te va a soltar. Va a llorar hasta que no vea ni rastro de lo que hayas comido —Hoseok se quejó, pero aún así se veía sonriente ante la mención de su perro. Lo adoraba demasiado y se notaba—. Se va a poner gordo si sigue así.

—Ponlo a hacer ejercicio —Yoongi se encogió de hombros, como si no tuviese importancia—. A ti también te serviría, estás muy flaco.

—¿Flaco? Mira estos brazos, puro poder —realmente era un alfa bastante delgado y más pequeño de lo normal, a penas unos cinco centímetros más alto que Seokjin. Pero aún así le sacó una risa su exageración.

—Mhm, yo también debería ejercitarme. Me está saliendo barriga —Seokjin punzó con su dedo su estómago, hinchado de hamburguesa y refresco.

—Eres un dramático. Ustedes dos lo son —Yoongi negó con la cabeza, inclinándose a besar la sien del omega con una sonrisa—. Además las barrigas son tiernas.

—Dile eso a la barriga de cervecero de mi papá.

Seokjin, sin embargo, de mantuvo en cierto silencio, observando el resto de la hamburguesa en su plato con nuevo desinterés. Igual solo quedaban dos mordiscos, que jaló y mantuvo debajo del asiento hasta que sintió a Mickey devorarlo de su mano.

Siempre había tenido la imagen en su cabeza, así como su cuñado hace poco, se imaginó con su vientre prominente y el brillo que todo omega embarazado poseía. Sería ahora una fantasía inalcanzable, algo que no existiría realmente.

Si bien era agradable no tener que preocuparse por la falta de protección con Yoongi, seguía doliéndole. Pero la mano del alfa sobre la suya debajo de la mesa le brindaba un sentido de conformidad que lograba compensar, al menos de cierta forma, el vacío en su pecho.

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éste cap también es faav, btw ya en spam subí la adaptación que había comentado se llama sicario obviamente en yoonjin x si gustas checarla. ♡

sus comentarios me dan vida, gracias por tanto perdón por tan poco. (ب_ب)

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